1. El legado de al-Andalus en la Ciencia
Javier García Molleja
Libro de Feria 2011. Sección HISTORIA
A lo largo de la historia se han sucedido grandes mentes que revolucionaron sus re-
spectivas sociedades. Pero no todos estos avances logran perdurar hasta nuestros días, a
causa de otras mentes malvadas o retrógradas que identifican el progreso o el pensamien-
to diferente como algo maligno que debe ser extirpado. Sin embargo, el trayecto de la
civilización siempre apunta hacia delante y tarde o temprano vuelven a redescubrirse los
logros de estas personalidades.
Sin ir más lejos esto pasó durante el Renacimiento con los avances que se llevaron a
cabo en la antigua Grecia. Pero insistentemente se intenta eludir (voluntariamente o no)
el peso del mundo islámico en la conservación y estudio de los textos clásicos, algo vital
para comprender cómo pudieron retomarse ideas que hacía siglos que no estaban en boga.
También hay que decir que el Islam no sólo se dedicó a recopilar, sino que investigaron y
analizaron por su cuenta, consiguiendo grandes avances que, por ignorancia o por viejas
rencillas de las batallas entre cristianos y musulmanes, han sido adjudicados a eruditos
cristianos.
No tendría sentido dejar de mencionar el foco cultural de la alta Edad Media: Córdoba.
Durante el emirato/califato de Abd al-Rahman III se produjeron una serie de avances
en la ciencia y la cultura, demostrando una excelente convivencia entre las tres grandes
religiones monoteístas. Como ejemplo de esto, en la corte de este Califa destacó Raby
ibn Zayd (Recemundo), un funcionario cristiano mozárabe que ocupaba altos cargos
religiosos. Fue nombrado Obispo de Elvira por su cultura y don de lenguas (tanto que
fue nombrado embajador ante el Emperador Romano-Germánico, viviendo multitud de
aventuras en el viaje a Alemania y conociendo a grandes religiosos de la época). Llevó a
cabo una conversión entre el calendario árabe y el latino. Pudo además viajar a Siria y
Constantinopla para hacerse con un tazón de mármol y una pila con bellos bajorrelieves.
En el campo de los musulmanes también destacó Abbas ibn Firnas, un beréber de
Ronda que tenía fama de prestidigitador, ocultista y cristalero (diseñó y creó una bóveda
que imitaba a la celeste). Se cuenta que pudo interpretar un difícil libro de métrica que
traía de cabeza a todos los eruditos del momento. También se le reconoce como constructor
de relojes anafóricos, como el que fomentó el uso de la clepsidra y fue el primer aviador
de la historia (muchísimo antes de Da Vinci). Hasday ibn Saprut fue un judío que
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desempeñó el papel de médico en la corte califal. Era políglota y había estudiado el Talmud
concienzudamente. Fue un hombre muy adinerado y de vida sencilla. Su fama se debió
a la reproducción de un medicamento inventado por Andrómaco de Creta, denominado
triaca, al que se le atribuían propiedades milagrosas. Trató a Sancho I de Castilla de su
obesidad y por ello fue nombrado embajador en este reino. Como diplomático estuvo en
las cortes de Otón I de Alemania y del basileus Constantino VII. Tradujo el texto de
Dioscórides Materia Médica y se interesó por la historia de los visigodos.
Los estudios de Óptica y Astronomía florecieron gracias a la conservación de textos
clásicos y la moderna filosofía desarrollada. Se tiene el caso de Ibn al-Haytan, vendedor
de libros conocedor de la obra de Euclides; describió exactamente las partes del ojo humano
y negó la posibilidad de que éste emanase luz para ver (enunció además la ley de la
reflexión y el principio de la cámara oscura, así como la realización de cálculos sobre el
tamaño de la atmósfera y los aumentos de las lentes). Maslama al-Mayriti convierte
las tablas astronómicas de su tiempo y se dedica a comentar las obras de Ptolomeo. El
judío Rabí Abuer, de ascendencia andalusí, se desentendió del modelo religioso del cielo
y creó la teoría sobre el tamaño y límites del universo. Levi Gerson de Banyules
da un valor cercano al tamaño de la Galaxia en su cálculo del tamaño del universo.
Abu Ishaq Ibrahim ibn Yahya ibn al Naqqas, al-Zarqalluh (Azarquiel) fue uno
de los astrónomos más importantes de la historia. En su estancia en Toledo inventa la
azafea, descubre el movimiento propio del apogeo solar y crea unas tablas astronómicas
precursoras de las de Alfonso X. Constató el movimiento de precesión terrestre y que
la ecliptaica variaba con el tiempo. En una de sus obras advierte que el movimiento
de los planetas ha de seguir una órbita ovalada (adelantándose por tanto al concepto
heliocéntrico de Copérnico y a las órbitas elípticas de Kepler). ’U-bayd Allah al-Istidji
(Oveydalla), realizó la traducción al árabe de los textos científicos hispano-romanos
clásicos recogidos por San Isidoro. También tradujo un compendio astrológico latino-
visigótico: Libro de Cruces. Sus textos fueron traducidos al latín y castellano por Alfonso
X.
La Medicina contó con un fuerte respaldo, consolidándose el mecenazgo como forma
de protección y publicidad de los sabios. Se destaca Abu Bakr Muhammad ibn Yahya
ibn Bayya (Avempace), médico en Sevilla, Granada y Fez, comentador de las obras de
Aristóteles enfocadas en la lógica, el alma y los grados de conocimiento (identifica el bien
supremo con la sabiduría y la ausencia de instintos). Algunos lo identifican como el creador
de la actual música del himno de España. Además, como poeta influye en la métrica
del renacimiento español. El sucesor de Abd al-Rahman III, al-Hakam II perduró los
avances de su predecesor y fundó la biblioteca más completa de Occidente. al-Muttamid,
Emir taifa de Sevilla también se le conoce como mecenas de literatos y científicos. En
filosofía no podemos dejar de mencionar a Ibn Tufayl (Abentofail), médico de grandes
figuras de la época que apoyó las ideas de Averroes y profundizó en la filosofía, siendo
gran inspiración para Avempace, la religión cuáquera, Rousseau y Tomás Moro. Abu-l-
Walid Muhammad ibn Rusd (Averroes) siguió los pasos de Abentofail para estudiar
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a Aristóteles (interpretando sus obras desde un punto de vista peripatético, neoplatónico
y religioso; confirmando que materia y movimiento son eternos, pero creados; separa
la religión y razón; admite que no hay varias verdades sino una vista desde diferentes
planos, algo que no logran entender las religiones desencadenando las guerras). Fue cadí
de Sevilla y Córdoba y médico del califa Yusuf, desterrado posteriormente a Lucena por
heterodoxo. Ibn Arabí fue un místico sufí con problemas epilépticos. Concluyó que la
búsqueda de Dios ha de ser un viaje íntimo y personal, en el mundo espiritual y sin
intermediarios. Aprovecha su conocimiento del Corán y las ideas de Platón sobre el amor,
definiendo que éste ha de llevar al amor divino, convirtiéndose por tanto en precursor
de los ascetas españoles del siglo XVI. Mose ibn Maymón (Maimónides) estudió en
Córdoba la Biblia y el Talmud y por su religión judía fue repudiado por los almohades,
fingiendo entonces abrazar la fe islámica y cambiar de ciudad periódicamente (fue de
Marruecos a Egipto, pasando por Palestina). Se dedicó a la medicina y curó a importantes
cargos del gobierno, llegando a ser jefe de las comunidades judías de Egipto. Sus obras
trataron de medicina (estudió el asma, los venenos, las hemorroides y la dieta), astronomía,
matemáticas (método de intercalación), talmúdicas (dijo que el judaísmo es muy parecido
en sus bases a lo escrito por Aristóteles) y políticas (contra la intolerancia de radicales y
a favor de los oprimidos).
Bibliografía
Luque Escamilla, Pedro: La influencia de al-Andalus en la astronomía; Observatorio
Astronómico de Granada
Masiá, Concepción: al-Andalus. Personajes históricos; Ed. Albor Libros (2009)
Sáez Cano, Manuel: Historia de la Física; Universidad de Córdoba (2004)
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