3. “Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)
“Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)
El amor es el atributo por excelencia del
carácter de Dios. Él no solo ama, sino que
ES amor (1ª de Juan 4:8).
El amor que Dios tiene por cada ser
humano que ha creado, le llevó a la acción
de darse a sí mismo –en la persona de su
Hijo– para salvar al mundo.
¿Cómo podemos conseguir esta salvación
ofrecida por Dios?
Solamente necesitamos imitar el ejemplo
del publicano: “Dios, sé propicio a mí,
pecador” (Lucas 18:13).
Nadie merece la salvación. No podemos
comprarla, solo recibirla. Es por gracia.
Gracias Padre por tu amor y por darnos el
don de tu Hijo.
4. “Pero yo le conozco, porque de él
procedo, y él me envió” (Juan 7:29)
Jesús declaró que había sido enviado por el Padre.
Debía buscar a aquellos que el Padre atrajese:
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no
le trajere” (Juan 6:44)
En su búsqueda para atraer a los hombres, Padre, Hijo
y Espíritu Santo están dispuestos a realizar cualquier
esfuerzo para salvarnos a cada uno de nosotros.
En Lucas 15:3-10, Jesús relató dos parábolas para que
podamos entender este punto.
Como el pastor que busca a su
oveja perdida, Dios sale a
buscarnos y nos lleva
tiernamente de vuelta al redil.
Al igual que la mujer realiza
todo esfuerzo necesario para
encontrar su dracma perdida,
Dios busca incesantemente la
manera de atraernos a Él.
5. “Los judíos enseñaban que antes de que se
extendiera el amor de Dios al pecador, éste debía
arrepentirse. A su modo de ver, el arrepentimiento
es una obra por la cual los hombres ganan el favor
del cielo. Y éste fue el pensamiento que indujo a los
fariseos a exclamar con asombro e ira: “Este a los
pecadores recibe”. De acuerdo con sus ideas, no
debía permitir que se le acercaran sino los que se
habían arrepentido. Pero en la parábola de la oveja
perdida, Cristo enseña que la salvación no se debe a
nuestra búsqueda de Dios, sino a su búsqueda de
nosotros. “No hay quien entienda, no hay quien
busque a Dios; todos se apartaron”. No nos
arrepentimos para que Dios nos ame, sino que él nos
revela su amor para que nos arrepintamos”
E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 15, pg. 147)
6. “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su
vida da por las ovejas” (Juan 10:11)
Cuando Juan el bautista declaró “He
aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo” (Juan 1:29), hizo
una clara alusión a la forma que se
realizaría nuestra salvación.
Cada animal sacrificado enseñaba una
lección al oferente: para que el pecado
pueda ser perdonado, un ser inocente
debe morir.
Y solamente la muerte sustitutoria del
único ser humano que ha vivido sin
pecado (Jesús, el Hijo de Dios), puede
obtener ese perdón.
Nadie le obligó, él mismo se ofreció
voluntariamente para morir por
nosotros, porque nos ama.
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para
ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi
7. “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os
digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo
es del pecado… Así que, si el Hijo os libertare,
seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34, 36)
El pecado esclaviza a quien lo comete.
El único Libertador verdadero es
Jesús, que nunca fue esclavo del
pecado. Jesús se goza en concedernos
el perdón y librarnos de la
condenación.
“Las palabras pronunciadas por Jesús: “Tus
pecados te son perdonados” (Mateo 9:2),
tienen un inmenso valor para nosotros. Él
dijo: He llevado tus pecados en mi propio
cuerpo en la cruz del Calvario. Él ve vuestras
aflicciones. Su mano se posa sobre la cabeza de
cada alma contrita, y Jesús se convierte en
nuestro Abogado delante del Padre, y nuestro
Salvador. El corazón humillado y contrito
recibirá una gran bendición con el perdón”
E.G.W. (A fin de conocerle, 18 de agosto)
8. “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10)
Jesús, que era completamente inocente,Jesús, que era completamente inocente,
tomó sobre sí nuestra culpa y recibió nuestrotomó sobre sí nuestra culpa y recibió nuestro
castigo para que nosotros, que somoscastigo para que nosotros, que somos
totalmente pecadores, pudiéramos sertotalmente pecadores, pudiéramos ser
declarados inocentes. Por medio de él, endeclarados inocentes. Por medio de él, en
lugar de perecer, recibimos vida eterna.lugar de perecer, recibimos vida eterna.
Cuando Jesús llega a ser nuestro Salvador,Cuando Jesús llega a ser nuestro Salvador,
nuestra vida adquiere un significadonuestra vida adquiere un significado
completamente nuevo, y podemos disfrutarcompletamente nuevo, y podemos disfrutar
una vida más rica y plena.una vida más rica y plena.
9. La vida que Jesús nos da, se
sustenta con pan y agua:
“Los que son participantes de la humildad, la pureza y el amor de
Cristo, se gozarán en Dios, y esparcirán luz y alegría a todo su
alrededor. El pensamiento de que Cristo murió para conseguirnos el
don de la vida eterna, basta para poner de manifiesto en nuestro
corazón la gratitud más sincera y ferviente, y obtener de nuestros
labios la alabanza más entusiasta. Las promesas de Dios son ricas,
plenas y gratuitas” E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 16 de noviembre)
10. La vida que Jesús nos da, se
sustenta con pan y agua:
“Los que son participantes de la humildad, la pureza y el amor de
Cristo, se gozarán en Dios, y esparcirán luz y alegría a todo su
alrededor. El pensamiento de que Cristo murió para conseguirnos el
don de la vida eterna, basta para poner de manifiesto en nuestro
corazón la gratitud más sincera y ferviente, y obtener de nuestros
labios la alabanza más entusiasta. Las promesas de Dios son ricas,
plenas y gratuitas” E.G.W. (Hijos e hijas de Dios, 16 de noviembre)