Las frases muestran que entre 2007-2009 los líderes políticos españoles subestimaron repetidamente el impacto de la crisis financiera mundial en la economía española, previendo un crecimiento sólido y bajo desempleo. Sin embargo, para finales de 2008 ya reconocieron que España estaba experimentando una "crisis", y para 2010 la tasa de desempleo alcanzó niveles récord con más de 4 millones de desempleados.