Samuel Hahnemann, fundador de la homeopatía, nació en 1755 en Alemania. Frustrado con los límites de la medicina de su época, comenzó a experimentar en sí mismo y otros para descubrir nuevos principios curativos. Esto llevó al desarrollo de la homeopatía en la década de 1790 basada en la ley de similares, el uso de sustancias diluidas y la cura con un solo remedio. Aunque criticado, Hahnemann continuó refinando su enfoque para enfocarse más en
1. Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades
ensayo II: La Odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann:
de la enfermedad al ser humano.
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resumen:
se presenta una versión de la historia de la homeopatía que busca realzar que el proceso
que llevó a su creador, Samuel Hahnemann, a abandonar una medicina basada en la
cura de entidades nosológicas y a lanzarse sobre una medicina basada en el conocimiento
sobre el ser humano apenas fue posible en la medida en que él consiguió mantenerse
abierto a la infinita variedad de vidas humanas, en detrimento de un sistema de
conocimiento clasificatorio. Se propone también que la medicina basada en entidades
nosológicas supone la creación de mal exterior, mientras una medicina basada en el ser
humano supone la asunción de que nuestras enfermedades están relacionadas a
procesos endógenos y que entonces la cura pasa más por crear una relación sana y
responsable con el mundo que nos envuelve y menos en combatir males externos.
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Samuel Hahnemann y la creación de la homeopatía.
Samuel Hahnemann nació el 10 de abril de 1755, en Meissen, en la Sajonia. Su padre,
comerciante, lo preparaba para que también lo fuera, y para eso aprendió en su infancia
ocho lenguas extranjeras. En la escuela siempre se destacó como excelente alumno. Sin
embargo, queriendo ser médico, en 1775 fue a estudiar en la Universidad de Leipzig, ya
pensando en ir a estudiar a Viena (lo que haría en 1777), pues en Leipzig no había
enseñanza práctica. De esta manera, ya distinguimos tempranamente en Hahnemann un
rasgo que lo caracterizará como médico y como investigador: su preocupación por una
medicina basada en el contacto entre el médico y el ser humano enfermo.
En ambas ciudades, las aulas de idiomas y la traducción fueron sus mayores fuentes de
ingresos, una vez que la ayuda financiera que sus padres podían darle era insuficiente. Sin
embargo, la traducción no fue apenas fuente de ingresos, sino también un medio de
alimentar su conocimiento médico, una vez que vertía obras médicas escritas en italiano,
inglés y francés al alemán. El doctorado - y con él el permiso para ejercer la medicina en
Alemania - vendría en 1781, por la Universidad de Erlangen, por ser esta más barata que la
de Viena.
2. 2 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
Sin embargo, los historiadores de la homeopatía apuntan que desde sus inicios en la
universidad de medicina, Hahnemann se mostró decepcionado con los límites del sistema
médico y asustado con la agresividad de la terapéutica de la época1. La decisión de
abandonar la clínica pautada por la medicina hegemónica es tomada en 1787, año en que un
amigo muriera, lo cual generó que Hahnemann sintiera más profundamente los caminos
equivocados que tomaba la profesión que él había escogido. Este drama, además, llevó
Hahnemann a las investigaciones que resultarían en la invención del sistema médico
homeopático, y es este mismo drama el que de cierta forma vive cada uno de los médicos
que deciden adherirse a la homeopatía: el de sentirse incapaces ante el sufrimiento humano
a pesar de todos los instrumentos dados por la medicina hegemónica.
Habiendo abandonado la clínica, Hahnemann vuelve nuevamente a la traducción, ahora con
la necesidad de sustentar una extensa familia, que llegaría a once hijos. Se cuenta que
dormía una noche sí y otra no. Su interés por la medicina nunca disminuyó y con esmero
leía los libros médicos que traducía. Uno de ellos propició el experimento que le abriría los
horizontes para el sistema homeopático. En 1790, traduciendo al alemán la materia médica
del escocés William Cullen, discrepa profundamente de la explicación que éste ofrece sobre
la cura de la malaria mediante la quina: afirmaba Cullen que el ardor en el estómago
provocado por la quina causa el fin de la fiebre palúdica. Hahnemann, toma como absurda
la versión de Cullen y decide probar él mismo la quina:
"Tomé, para experimentar, dos veces por día, cuatro dracmas (un dracma es
equivalente a 3 gramos y 24 centigramos) de pura China (quina – n.a.) (...) Mis pies,
extremidades de los dedos etc., tornáronse primeramente fríos; me sentí somnoliento
y lánguido, mientras mi corazón palpitaba; temblaba sin que estuviésemos en la
época de frío; postración en todo el cuerpo, en todos mis miembros; pulsaciones en
la cabeza, enrojecimiento de mis mejillas; sed; y finalmente todos esos síntomas
característicos de la fiebre intermitente, aparecieron unos después de otros, aunque
sin el peculiar y riguroso frío. Estos paroxismos presentaban la duración de 3 a 4
horas en cada vez, y REAPARECÍAN SI YO TOMABA LA DOSIS DE LA
MISMA MANERA. Dejé de tomar la China y la salud volvió.". (GALHARDO)
(énfasis de los editores)
1
Cfr. GALHARDO (poner acá la web)
3. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 3
Hahnemann repetiría el experimento de la quina en sus familiares y amigos, y a lo largo de
los siguientes seis años lo haría en sus conocidos nuevos así como exhaustivos
experimentos con otras substancias. Los resultados de estas investigaciones Hahnemannn
los expondrá por primera vez el 1796, en el artículo “Ensayo sobre un nuevo principio para
descubrir las virtudes curativas de las substancias medicinales”, en el cual ya están
explicitados los tres primeros principios homeopáticos:
1. La ley de la similitud, expresada por el dictado latino atribuido a Hipócrates: similia
similibus curentur. Tal ley reza que “la substancia que produce síntomas en un individuo
sano es también capaz de curar un enfermo que presente estos mismos síntomas" (RUIZ,
2001).
2. La patogenesia o el experimento en el hombre sano: el remedio homeopático solamente
puede ser descubierto a través de este método. En un experimento organizado, el cual
recibió el nombre de patogenesia, un grupo de individuos toma determinada substancia
(una por vez) y relata las provocaciones que esta substancia le causó en su organismo, sean
ellas "psíquicas" u "orgánicas". Las ingestiones e intoxicaciones involuntarias de
substancias, también son utilizadas para la materia médica del medicamento2.
3. Medicamento único - como el experimento en el hombre sano se da apenas con una
substancia, no hay cómo descubrir cómo dos substancias ingeridas en el mismo momento
puedan actuar en el cuerpo del individuo y por eso el medicamento debe ser apenas uno. La
teoría de los miasmas, a la cual más tarde introduciré al lector, irá reforzar aún más ese
tercer principio. Este medicamento único es el simillimum, que en esta primera fase de
elaboración de la teoría homeopática corresponde al medicamento que cubre la mayor parte
posible de los síntomas clínicos sufridos por el paciente. Apenas después de agotada la
actuación del primer medicamento, puede el homeópata optar por la utilización de un
segundo.
2
Las materias médicas homeopáticas son formadas por el estudio de cada medicamento a partir de los experimentos en el
hombre sano, de las intoxicaciones y de la experiencia clínica de los homeópatas.
4. 4 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
Necesito ser cuidadoso al exponer aquí estos principios que guían la homeopatía, para no
caer en un error que es frecuente entre sus historiadores. Sin duda, la teoría homeopática
surgió en un corto espacio de tiempo y con una solidez que impresiona. La dificultad de
concebir una explicación histórica con respecto a este rápido proceso de su origen, genera
que frecuentemente la creación del sistema médico homeopático sea presentada como una
leyenda, en la cual Hahnemann actúa como un escogido que pasa simplemente a desvelar
verdades divinas. Tal leyenda tiene una extensa aceptación dentro del propio medio
homeopático, sin embargo, la considero extremadamente nociva en la medida en que
encubre toda una parte de la medicina que fue hábilmente rescatada por Hahnemann. Este
encubrimiento puede hacer con que el homeópata se comprometa apenas con el
descubrimiento hahnemanniano y tenga con este una relación mecánica, olvidando el
carácter de investigador del maestro. Tal como comprendí la homeopatía, ella exige del
médico actual un trabajo constante y renovador que es pautado por el trabajo realizado por
Hahnemann, y por eso creo en la importancia de rescatar el descubrimiento del sistema
médico homeopático sin dejar de apuntar el hercúleo proceso por el cual tuvo que pasar su
creador. Ciertamente, me falta la cultura histórica y médica necesaria para presentar la
grandeza del proceso emprendido por Hahnemann, pero debo, dentro de mis limitaciones,
apuntar algunas de sus fuentes teóricas y permitir al lector concebir una parte de la
dimensión del descubrimiento del sistema médico homeopático.
Ninguno de los principios homeopáticos fue inventado por Hahnemann, y sí rescatados por
él a partir de la conjunción de sus estudios y su práctica clínica, sin embargo, este hecho es
olvidado frecuente y estratégicamente por muchos homeópatas, porque comprometería la
idealización de Hahnemann como ser iluminado. La ley de los semejantes había sido
enunciada ya por la escuela hipocrática. El experimento en el hombre sano había sido
teorizado por el médico persa Rhazés (860-932) y casi mil años después, en el siglo XVIII,
por Albrecht Von Haller, sin embargo, ninguno de los dos lo llevó a la práctica. Así mismo,
el medicamento único, tanto para evitar efectos contradictorios como por una concepción
única de la enfermedad también tuvo varias formulaciones a lo largo de la historia de la
medicina. El mérito de Hahnemann no está, por tanto, en la invención de principios
médicos, sino en que él fue quien dio a estos principios una manera segura de utilización.
5. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 5
Él recogió elementos de la historia de la medicina que fueron enunciados, pero que no
habían sido desarrollados de manera satisfactoria. Más que un solista improvisador, fue
Hahnemann un maestro que armonizó y conectó elementos brillantes de la medicina que se
encontraban dispersos.
La influencia de los médicos empíricos ingleses sobre Hahnemann fue fundamental en este
momento. Entre ellos se destacan Thomas Sydenhan, médico inglés del siglo XVII, quien
tomaba de sus enfermos minuciosas anamnesis, en las cuales hacía constar elementos de la
vida del individuo, tales como “vivencias íntimas, proyectos de vida, pensamientos y
sensaciones” (ROSENBAUM, 1998). Sin embargo, Sydenhan no consiguió llevar adelante
la biografía que recogía, las informaciones sobre la individualidad de sus pacientes no
encontraban consonancia con su terapéutica. Hahnemann si llevará adelante la biografía de
sus pacientes: a través de las patogenesias y del simillimum: con las patogenesias él
consigue una serie de elementos de gran riqueza sobre la individualidad del ser humano, lo
que le permite identificar síntomas además de las circunstanciales quejas de una
determinada expresión patológica. Esta patogenesia, la enfermedad artificialmente
provocada en el individuo sano, encontrará en el consultorio una unión con la enfermedad
espontáneamente surgida en el individuo enfermo, a través de la minuciosa anamnesis
levantada sobre los síntomas expresados por este. El simillimum, en cuanto es el
propiciador de la cura, se vuelve el sello que cierra esta unión, él comprueba la relación
existente entre lo expresado por el ser humano enfermo y lo expresado por la persona que
se sometió a la patogenesia. Y de esta manera, queda instituido el sistema médico
homeopático.
En un espacio de pocos años, Hahnemann forma un sistema médico que, siendo aún basado
en entidades nosológicas, comienza a dar énfasis a la especificidad del individuo y huye a
la agresividad de la medicina de su época. Sin embargo, quedaba aún un vestigio de
agresividad, el llamado “agravamiento homeopático”, al cual Hahnemann pasa a dedicar
sus atenciones. Tal agravamiento es provocado por la forma en que actúa el simillimum:
este provoca en el organismo los mismos síntomas que la enfermedad y, por veces, antes de
la cura, el individuo enfermo sufría un agravamiento sintomático que podría ser muy
6. 6 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
severo. Preocupado con ese sufrimiento extra que sus medicamentos provocaban,
Hahnemann pasa a buscar maneras de reducirlo. Él apuesta por la capacidad del cuerpo de
reaccionar a la enfermedad a partir del nuevo estímulo que le provoca el medicamento. Para
Hahnemann, el cuerpo adolece cuando los esfuerzos que realizó para expulsar la
enfermedad no fueron suficientes para lograrlo. Rigurosamente, la enfermedad no es una
entidad nosológica externa, sino que es el propio cuerpo, o mejor dicho, la enfermedad es
el intento fallido del cuerpo por erradicar a la entidad nosológica. La dosis del
medicamento no necesita ser excesiva, pues el desencadenamiento de la nueva reacción
corporal no depende directamente de la cantidad de substancia que él recibe, pero de la
calidad de esta, o sea, de las correspondencias entre los síntomas de la enfermedad y de los
síntomas que el remedio provoca. Hahnemann pasa entonces a reducir cada vez más las
dosis necesarias para provocar la reacción del organismo y la consecuente cura en sus
pacientes, sin embargo, los agravamientos continuaban siendo preocupantes. En este
camino, Hahnemann llegará a las dosis ultradiluídas y finalmente a las dosis dinamizadas,
las cuales carecen de substancia activa y son potencializadas por agitaciones y por
succiones (succión es el choque del frasco del medicamento contra una superficie rígida).
Cómo llegó él a esa conclusión es la parte más enigmática de la homeopatía y aun hoy
confunde a médicos de gran experiencia. Frecuentemente escuché de varios homeópatas la
versión que dice que fueron los viajes de Hahnemann los que le hicieran llegar a esa
conclusión. Hahnemann sufrió enormes presiones por parte de sus compañeros médicos –
debido a las fuertes críticas que dirigía a la medicina hegemónica – y de los farmacéuticos -
pues declaraba que no eran ellos de confianza - y por esto pasó, él mismo, a fabricar los
remedios que daba a sus pacientes. Fueron innumerables las dificultades para llevar a cabo
su clínica y eso lo obligó a desplazarse de una ciudad a otra frecuentemente. La versión
más famosa para el descubrimiento de la dinamización vendría de que los medicamentos
que eran llevados en los viajes más largos eran los que mejor resultaban y que Hahnemann
tendría atribuido esos buenos resultados a las sacudidas que los medicamentos sufrían en el
lomo de los caballos. Hay aún otra versión, menos difundida y bien graciosa que dice que
por ser el laboratorio de Hahnemann muy desorganizado y con los frascos cayendo por
todos lados, potencializando así los medicamentos. Esta folclorización sobre el
7. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 7
descubrimiento de las dosis dinamizadas ciertamente refuerzan la concepción del
legendario Hahnemann que actuaba no como investigador sino como iluminado.
Apenas recientemente versiones más elaboradas están pasando a ser vislumbradas por los
epistemólogos de la homeopatía (RUIZ, 2001): de la misma forma que de los otros tres
principios homeopáticos, este nuevo descubrimiento no habría sido fruto de una intuición
divina, sino de una aplicación del conocimiento alquímico de Hahnemann. Muy bien
conoce nuestro sentido común la historia de que la reconquista europea del mundo árabe
permitió una gran influencia de los sabios de esas culturas sobre los occidentales, y que la
medicina fue una de las áreas del conocimiento que más se aprovechó de ese contacto. Lo
que no se dice es que los médicos árabes eran también alquimistas. Hoy, las fuentes más
fiables nos llevan a creer que Hahnemann utilizó el conocimiento alquimista para elaborar
y desarrollar las dinamizaciones. La total ausencia de esas referencias en su obra serían
fácilmente explicadas por las censuras que él ya sufriera a lo largo del desarrollo de su
teoría. Cargar – además - con el estigma de la alquimia sería proveer a sus opositores de
armamento pesado contra los cuales sería demasiado costoso defenderse.
Este sería, entonces, el cuarto principio de la homeopatía, el del medicamento diluido,
dinamizado, inmaterial o infinitesimal. Lo que yo quiero defender aquí es que estos cuatro
principios funcionaron exactamente como principios para Samuel Hahnemann. No actuaron
como leyes que hicieran rígidos a sus pensamientos, muy por el contrario, fueron,
literalmente, el comienzo de lo que algunos homeópatas consideran la mayor revolución
hecha dentro del campo de la medicina.
La segunda invención de la Homeopatía: la teoría miasmática.
Hahnemann se intrigó profundamente con la eficacia de las dosis infinitesimales. El
medicamento, ya nulo en substancia, pasaba a producir síntomas imprevistos tanto en sus
pacientes como en los individuos que se sometían a las patogenesias. Digo imprevistos,
porque muchos de los medicamentos dinamizados pasaban a producir una serie de síntomas
8. 8 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
mentales y físicos de gran variedad y sutileza que impedían una simple correlación con una
sola entidad anátomo-patológica, como ocurría, por ejemplo, con la enfermedad de la
malaria y su simillimum no dinamizado, la quina. En su consultorio, muchos de los
pacientes que él había considerado como curados, retornaban años más tarde con sus quejas
recrudecidas: la homeopatía encontraba grandes dificultades para resolver casos crónicos y
el alivio momentáneo de estas, Hahnemann lo consideraba un límite muy bajo que había
que ser superado. Otros pacientes, cuando curados de determinados síntomas, volvían a
quejarse de síntomas de enfermedades anteriores. Además, los medicamentos dinamizados
podían, en un individuo no funcionar absolutamente y en otro provocar una cura rápida y
permanente. Y un último factor intrigante era, sin embargo, positivo y estimulante: algunos
enfermos sufrían una cura cualitativamente diferente, cualitativamente superior: pacientes
que tenían no solo sus síntomas curados, pero que también se encontraban con una actitud
ante la vida mucho más positiva, lo que ayudó a Hahnemann a concebir una cura que no
pasaba por el simple alivio de determinados síntomas, sino también por toda la
personalidad del individuo.
El propio Hahnemann señala el año 1810 como el de inicio de sus dudas con respecto al
sistema que él mismo había dado a luz (FARIAS, sin fecha), por lo tanto, catorce años
después del lanzamiento del artículo en que enunciaba los tres primeros principios
homeopáticos. Había algo más de lo que él mismo había previsto. Una demostración de
integridad intelectual, tal vez impar en la historia del conocimiento humano: aun ya
teniendo un control satisfactorio de los casos clínicos agudos que acudían a su consultorio,
siendo ya un médico creador de una escuela que comenzaba a tener relativo suceso, decide
demoler parte del edificio de su teoría anterior en busca de la perfección de su legado a la
humanidad, como podemos percibir a partir de sus propias palabras:
“El Donador de todas las cosas me hace sufrir para que yo solucione este sublime
dilema en beneficio de la humanidad” (apud ROSENBAUM, 1998)
Hahnemann decía confiar más en la experiencia que en la inteligencia. Esta actitud cara al
conocimiento es, sin duda, la que le posibilitó la humildad intelectual de asumir su propia
ignorancia con respecto a aquello que él había propuesto estudiar y solucionar. Durante más
de una década, la principal defensa de Hahnemann a las críticas que le predicaban sus
9. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 9
opositores, era la ausencia de síntomas en sus pacientes, como la certeza de la cura. A partir
de sus estudios sobre la acción de las dinamizaciones en el ser humano él destruye
completamente esa principal defensa y llega en la década de 1820 a recomendar a sus
discípulos que duden de toda cura realizada por la homeopatía pré-miasmática.
Hemos visto que la persistencia de las enfermedades crónicas, las transformaciones de una
enfermedad en otra, la aparición de una gran cantidad de síntomas sutiles en los individuos
que hicieron uso de las dosis dinamizadas, la diferencia de reacciones de diferentes
individuos a un mismo medicamento y una cura más amplia en algunos pacientes llevó
Hahnemann a repensar su sistema médico. Estando dentro del limitado espacio de esta
monografía y de mi aún más limitado conocimiento, debo tomar el cuidado de no
transfigurar ese proceso reflexivo en más de una anecdótica historia de un genio iluminado;
este proceso duró por toda la vida del maestro alemán y prosigue aun hoy en la de sus
seguidores.
Así como no creó los principios homeopáticos a partir de iluminaciones, el camino de
Hahnemann en la homeopatía miasmática también fue guiado por su cultura médica. Tanto
la noción de individualidad del paciente como la percepción de que una enfermedad
suprimida podría transformarse en otra enfermedad de una naturaleza aparentemente
diferente ya habían sido apuntadas a lo largo de la historia de la medicina desde, por lo
menos, la época hipocrática (ROSENBAUM, 1998). La noción del medicamento único, ya
acatada por Hahnemann en la fase pré-miasmática, pasa a aparecer cada vez más necesaria
cuando se percibe que diferentes individuos sufren procesos diferentes a partir de la acción
del mismo medicamento.
No es posible estar seguro de las intenciones de Hahnemann cuando él comienza a usar las
dinamizaciones. No creo que se limitaran a la intención de inhibir los agravamientos;
ciertamente, Hahnemann, siguiendo el conocimiento alquímico, creía también en la
liberación de una otra fuente medicamentosa que no fuera la física y que esta pudiera dar al
organismo una capacidad de reacción más completa que la substancia pura. Sin embargo,
creo que las transformaciones que el medicamento dinamizado provocó en los que lo
10. 10 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
tomaron fueron muy superiores a la imaginación de Hahnemann. Se encontró él en un
mundo imprevisto, rodeado de misterios para los cuales los parámetros de análisis deberían
ser completamente nuevos con respecto a lo ya existente.
Teniendo delante de si medicamentos capaces de transformar la actitud del individuo en su
interrelación frente al mundo y percibiendo las diferencias de relaciones que cada individuo
manifestaba ante el medicamento, Hahnemann apostó más fuerte que nunca por la
individualización del enfermo y por la concepción de que cada individuo actuaría a partir
de su propia fuerza vital. Esa “fuerza” o “principio” vital, que hoy es comúnmente llamada
“energía vital” en los medios homeopáticos, sería la responsable por la individualización
del ser humano y por su actitud frente al mundo. Esta fuerza o principio, no es ni
psicológica ni física, como me decía el homeópata César Nascimento; apenas nos aparecen
de esta manera según las limitaciones de nuestros mecanismos de aprensión de la realidad,
como nos confirma el propio Hahnemann:
"esa fuerza invisible por sí misma es apenas reconocible por sus efectos en el
organismo, su perturbación mórbida se vuelve conocida apenas por la manifestación
de la enfermedad en las sensaciones y funciones" (HAHNEMANN, 1962: 61)
El devenir del médico homeópata sería este: encontrar en cada ser humano su fuerza vital
específica y darle el medicamento que le permita equilibrarla y llevarlo a los “más altos
fines de nuestra existencia” (ibidem: 61).
Para que el médico pueda encontrar esta fuerza vital específica de cada paciente, fue
necesario romper con varias de las premisas pré-miasmáticas, en especial, la concepción de
que el ser humano sin síntomas anátomo-patológicos carecía de enfermedad. Habría una
enfermedad original, el miasma, que caminaría a lo largo de toda la vida con el ser humano.
El principal miasma, que significaría siete octavos de las molestias sufridas por la
humanidad, es la psora. El miasma como psora, según lo expresado por Hahnemann,
emergería en la vida de las personas a partir de una mal procedida “cura” 3 de una
3
Una cura no miasmática no es una cura, sino una supresión. Una enfermedad curada por cualquier médico sin que la
energía vital que provocó la dolencia haya sido también curada, no será una cura, fatalmente el cuerpo encontrará otra
manera de expresar la angustia sentida por la energía vital.
11. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 11
enfermedad de piel. Los otros dos miasmas serían la syphillis y la sycosis, que emergerían
a partir de enfermedades venéreas curadas a través de la supresión. El miasma es anterior a
esas infecciones y podría mantenerse latente, en un estado que hoy nosotros calificaríamos
como de salud. Agentes externos apenas despiertan el gigante adormecido, nunca lo causan.
Las diferentes enfermedades que ocurrieran a lo largo de la vida de un individuo tendrían
una misma lógica: la necesidad de expresar su angustia existencial particular. Esta angustia
existencial sigue su propia lógica y su descubrimiento resultaría en el descubrimiento del
medicamento adecuado para el individuo. Sin embargo, esa concepción de enfermedad es
por demás diferente de las concepciones anteriores a Hahnemann y a las aun vigentes en la
biomedicina. La psora dice respecto a la interacción del individuo con el mundo y esta
interacción es en si defectuosa, por tanto la vida existe en la enfermedad o más
específicamente, la vida existe en una imperfecta relación con el mundo y que es a partir de
una comprensión adecuada de la angustia que esa imperfección nos trae, que podremos
mantener latentes los miasmas. La comprensión de esta angustia particular, debo repetirlo,
pues no podemos dejarnos llevar por la inercia de nuestros conceptos, no es psicológica,
pero si se refiere al invisible principio vital. El medicamento homeopático traería la
comprensión de la angustia y la aceptación de la misma como forma de ser de lo humano,
devolviendo a este el estado de latencia de su psora.
El “desiderátum” del médico homeópata se torna por tanto el de conocer la angustia de su
paciente y de reconocer en ella la correspondencia a un medicamento. ¿Como lo hace? A
través de la anamnesis que busca la comprensión del individuo como un todo, a lo largo de
toda a su existencia. Tal anamnesis pasa por los síntomas particulares de una determinada
entidad anátomo-patológica del individuo apenas en la medida en que estos síntomas son
una manera peculiar del individuo de expresar su angustia vital. Otros elementos de la vida,
como las preferencias por horario de dormir o por este o aquel alimento conforman
elementos de análisis igualmente ricos que los síntomas patológicos. Aquí ya podemos
decir que la propia noción de similimum fue modificada con relación a la etapa pré-
miasmática. Como hemos visto, similimum era el medicamento que cubría todos los
síntomas que determinado paciente sentía cuando afectado por determinada patología. Con
la homeopatía miasmática, la patología con la cual el enfermo llega al consultorio no es ya
12. 12 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
el objetivo de la cura del médico, Hahnemann llegó a decir que el médico no debe
considerar la forma patológica que es la razón de la consulta para escoger el medicamento
correcto. La enfermedad actual del individuo debe ser vista como apenas un estado de la
evolución miasmática de su angustia esencial. El medicamento único cobra una nueva y
mayor fuerza: ahora ya no apenas debe ser único porque las acciones de uno o más
medicamentos podrían anularse o complicarse entre si, sino porque la enfermedad es una
sola y no existen dos medicamentos para el mismo mal. La patogenesia y el experimento en
el hombre sano, como ya referimos, cobran también otra importancia, ambos pasan cada
vez más a servir al conocimiento del médico con respecto a la individualidad del enfermo y
menos con respecto a las patologías específicas.
Los principios continúan siendo los mismos, sin embargo, fueron adecuados a una nueva
lógica y responden a otras cuestiones, no nosológicas y más humanas. Pero lo humano aquí
no es aprehendido con la facilidad con la cual en su día la enfermedad fue aprehendida por
la homeopatía prémiasmática. El ser humano de Hahnemann es infinito, pues aparecerá
siempre como único. Entonces, ¿cómo compatibilizar esta radical individualidad del ser
humano cuando el número de medicamentos es reducido y cuando la angustia de un
enfermo ya fue vivida por aquél que ya tomó el medicamento en la patogenesia? La
especificidad del individuo sería su manera especial de vivir su drama. Cada medicamento
representa un drama vivido por la humanidad, pero la manera de vivir este drama es infinita
y depende del individuo que lo padece. El medicamento homeopático, dentro de la teoría
miasmática, no aprisiona la individualidad y las características intrínsecas de cada ser
humano. De ahí la humildad del homeópata y la abertura infinita que su práctica médica le
exige, pues cada nuevo caso clínico es una nueva dimensión de la homeopatía. La
patogenesia es de por si incompleta en la medida en que no alcanza al total de individuos
existentes en el mundo, la homeopatía es, consecuentemente, también incompleta: no posee
nunca de antemano la llave del descubrimiento de su objeto, esta llave quien la posee es el
enfermo, quien a través de sus propias palabras dirá al médico sus angustias y alegrías y el
homeópata intentará asociar la información recibida a su libro de trabajo, a su materia
médica, compuesta también por el habla de individuos - artificialmente –enfermos. Todo
13. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 13
ocurre como, por lo menos, una bonita analogía con lo que nos expone Heidegger sobre el
ente del mundo griego que se abre al observador dejándose aprehender en su ser:
“El ente no accede al ser por el hecho de que el hombre lo haya contemplado
primero, en el sentido, por ejemplo, de en la representación como las de la
percepción subjetiva. Es más bien el hombre el que es contemplado por lo ente, por
eso que se abre a la presencia reunida en torno a él.”4 (HEIDEGGER, 1996)
No busco aplicar la manera de conocer que Heidegger identifica en los griegos
directamente al conocimiento homeopático, pero la analogía es posible y eficaz para que
podamos identificar las especificidades de la manera de conocer de la medicina
homeopática. Como ya mostré en una citación anterior, para Hahnemann la energía vital es
invisible, estando fuera del campo de visión y estando al acceso de los sentidos humanos
apenas a partir de manifestaciones indirectas, o sea, a partir de los síntomas. Por tanto, es
necesario que el ser humano espere esas manifestaciones para llegar al conocimiento de lo
que es la energía vital: el sujeto no tiene como invadir el cuerpo humano para encontrar su
energía vital. El conocimiento homeopático, visto de esta manera, es entonces un
conocimiento contemplativo y no invasivo. También corrobora esa mi analogía con
respecto a la manera del conocer homeopático el hecho de que tanto la materia médica
homeopática como el repertorio homeopático, o sea, los libros que guardan todo el
conocimiento práctico de este sistema médico, no están formado por las palabras de ningún
médico, sino por las palabras de los “experimentandos”, o sea, de los individuos
artificialmente enfermos, como podemos ver por esta bonita afirmación del homeópata
James Tyler T. Kent:
“Muchos se equivocan en el uso del repertorio5, porque piensan en los síntomas en
un lenguaje patológico o porque buscan expresiones que pertenecen al lenguaje
tradicional. Es necesario recordar que los síntomas llegan a nosotros a partir de
experimentandos que no tienen conocimientos de medicina, y que personas
enfermas son personas que no tienen conocimientos de medicina". (KENT, 1998:
57)
4
In Heidegger, M., Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1996. También en internet:
http://persoenlales.ciudad.com.ar/M_Heidegger/epoca_de_la_imagen.htm
5
El repertorio es un libro organizado a partir de los síntomas recogidos por la matéria médica, él busca facilitar la tarea del
homeópata en cuanto terapeuta, en la medida en que permite que él identifique un síntoma específico sentido por un
paciente por un medicamento sin la necesidad de leer todos los remédios de la matéria médica homeopática.
14. 14 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
Así, siendo el objeto de estudios del homeópata (la energía vital) invisible y apenas
accesible a los sentidos humanos a partir de manifestaciones indirectas (los síntomas) y,
siendo la única manera posible de recoger y clasificar los síntomas escuchando el habla del
propio individuo dueño de la energía vital, podemos llegar a la conclusión que el sistema
médico homeopático trabaja con un objeto que se comporta de manera semejante al ente del
conocimiento griego. El médico homeópata no parece contemplar el conocimiento de la
energía vital, sino parece ser contemplado por la energía vital y es apenas por esa manera
de conocer que Hahnemann pudo crear su sistema médico y que hoy en día sus discípulos
siguen desarrollando su arte de curar.
La teoría miasmática para Alfonso Masi Elizalde.
“Aquí el miasma ya no conservará una
máxima y absoluta identidad con las
vesículas pruriginosas o las descargas
exonerativas de la psora, tampoco con las
verrugosidades condilomatosas (verruga
acuminata) genitales de la sycosis, ni con
las pústulas e ulceraciones del chancro
venéreo de la syphilis. Aquí el miasma
pasará a mantener apenas los elementos
simbólicos de estas pistas sintomatológicas
engendradas por él.” (ROSENBAUM,
1998)
La teoría miasmática, por su carácter infinito que yo quise anteriormente señalar, no podría
terminar en Hahnemann, pero exigía un redescubrimiento y una recreación permanentes.
En 1823, con la publicación de “Doctrina y Tratamiento Homeopático de las Enfermedades
Crónicas”, el creador de la homeopatía da a conocer al mundo las primeras elaboraciones
de esta teoría, a pesar de que no se sentía cómodo de tener que traer al mundo un
15. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 15
conocimiento sobre el cual no tenía pleno dominio, pero, ya a los sesenta y ocho años de
edad, temía no tener tiempo para dejar sus últimas reflexiones. El trabajo de proseguir con
el desarrollo de la teoría miasmática era entonces conscientemente dejado a sus seguidores:
al ser cuestionado por uno de sus discípulos sobre la necesidad de que el propio maestro
escribiese con respecto a la syphilis y a la sycosis, respondió Hahnemann que ese ya era un
trabajo de responsabilidad de las futuras generaciones (ROSENBAUM, 1998). Importante
y bonito apuntar que Hahnemann no se retiró en ningún momento y el fallecimiento le
llegaría apenas a los 88 años, cuando aun investigaba, lo que para él significaba, como para
todo homeópata, ejercer también la clínica.
La teoría miasmática no fue desarrollada linealmente, como parece ser evidente si la
pensamos como un conocimiento de la humanidad sobre ella misma. Es importante hacer
notar que ella sufre un gran rechazo, inclusive dentro de los propios medios homeopáticos,
rechazo explicado fácilmente por el hecho de que la teoría miasmática exigía una
elaboración intelectual más vivencial del ser humano que difícilmente podría ser traducida
en reglas científicas. Como el homeópata Alfonso Masi Elizalde nos afirma, los cuatro
principios homeopáticos en nada difieren con respecto a la mentalidad positivista que
reinaba en la época de Hahnemann (ROSENBAUM, 1996: 09), por tanto, la adhesión a la
homeopatía pré-miasmática no pasaba necesariamente por una mudanza radical en la
concepción de ser humano por parte del médico. Sin embargo, la teoría miasmática, sí,
exigía esta mudanza radical. El número de discípulos fieles a Hahnemann se redujo y las
elaboraciones teóricas de los mismos no fueron fluidas en los años posteriores. Además de
eso, la oposición externa a Hahnemann aumentó. Las dosis infinitesimales que siempre
fueron el principal motivo de oposición ( y ridiculización) a la homeopatía, pasaron a tener
el acompañamiento de otras nociones, tales como la de fuerza vital o la del propio miasma.
Desarrollar aquí la evolución de la teoría miasmática sería demasiado extenso, por eso opto
por apuntar apenas las elaboraciones teóricas que sobre ella el homeópata argentino
Alfonso Masi Elizalde hizo, debido a su elaboración sensible y osada y a su aceptación
relativamente amplia en el medio homeopático.
16. 16 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
Masi Elizalde, a partir de un estudio minucioso de todas las patogenesias, trae a la
homeopatía una serie de propuestas que se traducirían en polémicas vigorosas, si bien los
avances parecen ser evidentes y reconocidos en gran medida. El médico argentino empieza
a ver como imposible una homeopatía que no esté elucidada por una metafísica y pasa a
usar el esquema referencial aristótelo-tomista, “cuyos recursos están direccionados a la
investigación teleológica” (ROSENBAUM, 1998: 16). La versión que aquí presento de su
teoría proviene principalmente del libro "Miasmas, - salud y enfermedad en la Práctica
Clínica Homeopática" del homeópata brasileño Paulo Rosenbaum.
Las conclusiones de su exégesis de los medicamentos llevan Masi Elizalde a pensar sobre
lo que, en Hahnemann, aparecía de cierta forma como una confusión: la cuestión de que si
existía una o tres enfermedades. Siguiendo las pistas de los clásicos, llega él a la conclusión
de que es apenas una enfermedad, la psora, y trata de evitar la confusión conceptual
proponiendo una serie de cambios, los cales abajo trato de exponer.
Habría una psora primaria, que es la angustia esencial vivida por el ser humano: apenas el
sufrimiento, sin comprensión de cómo éste actúa y sin la posibilidad de reacción. Según la
característica intrínseca a la angustia de cada individuo, su percepción deformará de
determinada manera la realidad y “determinará los contenidos distorsionados
absolutamente peculiares a cada sujeto"(ibídem: 18).
Una segunda fase de la evolución psórica encuentra su momento cuando el individuo pasa a
localizar en su exterior los conflictos que le son endógenos, debido a la dificultad que él
encuentra para asumirlos. A partir de este momento, el individuo pasa a imaginar agentes
externos que son la causa de sus sufrimientos y a estos agentes imaginarios el individuo
reacciona fugando, atacando o dominándolo. Cuando el individuo domina al agente
externo, hay una mayor eficiencia, uso de estrategias de fuga y de ataque, impidiendo que
se vicie en determinada acción.
Sin embargo, cuando la reacción es regularmente de determinada forma, podemos llegar a
la psora terciaria y así encontrarnos con la sycosis y la syphillis. Llegamos a una reacción
17. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 17
automática y cuando este automatismo es de fuga o de imposición (o sea, de ignorar o
actuar como si no existiese sufrimiento) la psora terciaria se estructura en sycosis. Cuando
la actitud es de destrucción, de revuelta, ella se articula en syphillis. La posibilidad de
lesión permanente– cuando en la psora secundaria esta es apenas ocasional– surge, pues el
individuo, al estructurarse apenas en torno a una actitud, conforma su ser solo a una
reacción, lo que causa el daño. En la psora secundaria, cuando hay variación entre una
actitud y otra, la lesión permanente es imposibilitada, pues no hay cómo adaptarse
únicamente a una manera de reacción.
Esta visión de la homeopatía se encuentra bastante más adecuada a la manera de
presentación del conocimiento que predominó en el siglo XX. Hahnemann, pese a que no
enfrentó pocas dificultades en su época, utilizó un lenguaje metafórico para expresar el
surgimiento de los miasmas. Masi Elizalde, pese a que en ningún momento se abstuvo de
expresar sus concepciones filosóficas y religiosas con respecto al ser humano – lo que le
provocó mucho rechazo - trae una sistematización más cercana a lo que hoy día
comprendemos como conocimiento válido, con el cual encontramos una mayor
complicidad. Me resultó extremadamente extraño ver como Hahnemann expresaba que una
enfermedad de piel pudiese ser el origen de casi todas las enfermedades y por eso quise
aquí explicar la consistencia de la teoría miasmática a partir, también, de un autor
contemporáneo6. Sin embargo, si nos atenemos a la simbología, encontramos que la
explicación dada por Masi Elizalde está mucho más cerca de lo que parece del miasma
hahnemaniano.
La enfermedad de piel, como la enfermedad original del ser humano, significa que la
primera impresión del mal es justamente externa, un síntoma visible que nos permite
identificar inmediatamente la presencia de la enfermedad y así, el primer sufrimiento
psórico, que según Masi Elizalde no sabe la razón de su existencia, encuentra, finalmente,
una identificación en la consciencia de quien lo sufre. La syphillis y la sycosis, en
Hahnemann, encuentran su origen en las enfermedades sexuales justamente porque en ellas
está encarnado el símbolo del vicio. Esas dos enfermedades, que para Masi Elizalde surgen
6
Alfonso Masi Elizalde vino a fallecer recientemente, en la segunda mitad del año de 2003, después de que yo ya había
sustentado esta monografía. Esta publicación web es también un homenaje a él.
18. 18 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
de la psora, son provocadas a partir del momento en que las defensas de un individuo pasan
a actuar siempre en una dirección, lo que implica un error constante, que estructura una
personalidad a partir de un vicio de acción.
Ambas interpretaciones de la psora apuntan para una concepción del ser humano
fundamentalmente semejantes: creo ver que, tanto para Hahnemann como para Masi
Elizalde, el ser humano tiene en si una angustia interior - que para ambos es fruto del
pecado original - y la condición del ser existente es mantenida a través de esta angustia. Las
manifestaciones patológicas aparecen en la vida del individuo en la medida en que éste
desarrolla sus reacciones a la angustia interior y estas tienen una función teleológica en la
vida del individuo, pues le traen síntomas físicos y psíquicos que son la manera de conocer
el estado de su propia espiritualidad. La enfermedad miasmática es un termómetro, las
enfermedades anátomo-patológicas son entidades sin significados en si mismas que nos
remiten a la interioridad espiritual. El ser humano debe mantenerse en conformidad con su
propia angustia, vivirla a partir del auto conocimiento y no a partir de la construcción
externa de males. El remedio homeopático actúa espiritualmente, sellando la conformidad
del individuo consigo mismo y así, llevándolo a una mejor interacción con el mundo. La
manipulación de remedios que actúan sobre enfermedades anátomo-patológicas supondría
la exclusión de un mal exterior, el dominio del ser humano sobre una entidad amenazadora.
La dominación sobre el mundo propuesta por la biomedicina hegemónica y la solidaridad
del ser humano con el mundo a través del autoconocimiento propuesta por la homeopatía
constituyen tal vez la diferencia fundamental entre ambos sistemas médicos y además un
elemento clave que nos permitiría comprender, pese a que no tocamos este tema aquí,
porque la biomedicina hegemónica, aliada de las grandes industrias farmacéuticas, triunfa
en el mundo del terrorismo de género, del capitalismo y de las guerras.
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Clímaco, Danilo de Assis
19. Sin añoranzas: homeopatía y otras racionalidades 19
Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades. Danilo de Assis Clímaco.
Lima y Goiânia: Lisa Malasartes, 2004.
homeopatía / filosofía / antropología / movimientos negros / conocimiento
social / conocimiento científico
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20. 20 Ensayo II: La odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano
ROSEMBAUM, Paulo
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ROSEMBAUM, Paulo
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2001 Da Alquimia à Homeopatia (otras referencias perdidas)