1. EL DIOS DE LOS QUE VAN AL SUPERMERCADO
Este dios es mi favorito y también el de la mayoría de la gente. Es un dios a
nuestra medida, que da a manos llenas y que no exige nada de nada. Es un
dios que está al margen de nuestra vida, es poco lo que tiene que decir a
nuestro día a día y mucho menos lo que dice a nuestro corazón, es un dios
que está lejos de nuestros problemas cotidianos, de lo que pasa en lo
profundo de nuestro corazón, pero que está abierto 24 horas para ir a
comprar lo que haga falta.
Es más parecido al Supermercado que al Dios verdadero: cuando tienes un
examen y no has estudiado, pues rezas para aprobar; que tienes que colarle
una mentira a tu madre, pues rezas para que se la crea; que tienes que pedir
dinero, pues rezas para que te lo den. Como cuando falta el papel higiénico y
gritas a mamá para que te lo traiga....
Si los deseos que has pedido, da la casualidad de que se cumplen (porque
tienes suerte, o porque no era tan complicado el examen o porque tu madre
ha cobrado ese día) dirás “qué bueno es dios” y seguirás con tu vida tan
normal esperando que llegue otro momento para relacionarte con él.
Si los deseos no se cumplen (que es lo que pasa la mayoría de las veces)
entonces pensarás que, o bien dios pasa de ti, o bien has hecho algo que ha
atraído sobre ti la mala suerte y ni siquiera dios ha podido luchar contra eso.
Sin duda este es el mejor dios que existe de entre todos los que podemos
encontrar porque da pero no cobra, claro, si dios es todo amor, ¿cómo va a
cobrar? Eso iría en contra suya.
Así, dios aparece como alguien que está fuera de nuestra vida, que tiene
poderes especiales y que tiene todos los hilos del mundo en sus manos,
puede cambiarlo todo con un soplo de varita y todo depende de la intensidad
con la que seamos capaces de decirle que nos cumpla lo que pedimos.
No es un mal Dios, ¿verdad?
¿Se parece tu dios a éste? ¿En qué?
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2. EL DIOS DE LAS ENERGÍAS SIDERALES
Hoy día hay también una idea muy extendida que no está nada mal. Es la idea
de un dios que es más bien una energía, un espíritu universal que lo ha
creado todo y que lo envuelve todo y que lo llena todo, que está presente en
la naturaleza, que nos envía energías positivas....un dios más parecido a una
nebulosa que a una persona, por decir algo.
Esta idea ha sido muy extendida por las nuevas espiritualidades modernas
tipo “gente extraña de la new age” y ha calado profundamente en nuestras
imágenes de dios.
A decir verdad no es un dios malo. Para empezar es un dios más cercano que
el otro que decíamos antes porque éste está presente en el sol, en las
margaritas, en el viento... se le invoca con ritos extraños, y cuando digo
ritos no pienses en cosas raras, un rito es poner una estampita encima de la
mesa para que salga bien el examen, o ponerse los calzones de la suerte el
día que uno va a ligar...
Es un dios que manda sus energías positivas o negativas dependiendo de lo
que hagamos, no hace falta pedirle lo que necesitamos, solo hace falta
cumplir determinados rituales (como no pasar por debajo de una escalera)
para no provocar su ira o para favorecer sus fuerzas.
Con este dios uno no se puede relacionar personalmente, porque no es una
persona, a él se accede a través de fuerzas, las fuerzas que tú seas capaz
de producir con la superstición barata.
En este momento no me gustaría que te ataras a los ejemplos sino que
abrieras la mente y te preguntaras, cuando piensas en dios ¿en qué piensas?
En una persona o en una fuerza, ¿tienes supersticiones o manías como no
salir de casa sin una pulsera de la suerte? Es curioso, todo esto deja
entrever también tu imagen de Dios.
¿Se parece tu dios a éste? ¿En qué?
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3. EL DIOS QUE PASA DE NOSOTROS
Si dios existe ¿por qué se esconde? Si dios es bueno ¿por qué hay tanto
sufrimiento? En definitiva, o bien dios no existe o bien dios pasa de
nosotros.
Esta es la reflexión de aquéllos que, o bien no creen en dios, o bien han
pensado que dios ha creado el mundo, ha visto cómo le ha quedado y ha
puesto tierra de por medio dejándonos abandonados a nuestra suerte... y así
nos va.
En el fondo esta es la idea de dios que subyace en todo el mundo, porque,
poco a poco, todo el mundo ha ido echando a dios de su vida y, poco a poco
también, lo hemos ido apartando del mundo. En el fondo esto no está nada
mal, sería muy triste aquella persona que viera a dios en todo lo que le
ocurre, viviría como acosada por lo divino.
Pero de ahí a pensar que dios pasa de nosotros hay un abismo. La cuestión es
que la mayoría de la gente piensa que dios no está dentro de su vida, que
nuestra vida pasa, se desarrolla, al margen de dios, que él ni pincha ni corta
porque si no, otro gallo cantaría. Y eso es lo que nos pasa un poco a todos en
el fondo, si aceptamos la idea de un dios no podemos aceptar, porque no lo
vemos, que dios esté operante en nuestras vidas.
Así, poco a poco, se va pasando a la indiferencia, si dios pasa de mí yo paso
de él, que es más cómodo que comerse el coco.
Y uno deja de preguntarse por dios, y por la vida, y vive más en el mundo,
preocupado por sus asuntos, por sus estudios, por sus relaciones, por sus
problemas que son realmente importantes, y las otras cuestiones, como no
interesan, ya vendrá otro que las solucione. Incluida la cuestión de Dios.
¿Se parece este dios a tu dios? ¿En qué?
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4. EL DIOS DE JESÚS
Los cristianos creen en el Dios de Jesús y ninguno de los que hemos visto se
parece a este Dios ni por asomo.
Para empezar el Dios de Jesús no es una fuerza sino una persona, él lo llama
Padre, con todo lo que eso conlleva, dando a entender que no es algo
impersonal sino que tiene rostro. Es más, la imagen más perfecta que existe
de Dios somos nosotros, el hombre, de hecho, Dios nos creó a su imagen y
semejanza. Así que nada de fuerza, el Dios del Evangelio es persona.
Vamos a ver, rápidamente, las diferencias entre el Dios de Jesús y los
dioses que hemos presentado:
El “dios supermercado” es un dios que regala siempre deseos, algunas veces,
demasiado infantiles. El Dios de Jesús no trabaja así. Es un Dios que no hace
trucos de magia, no mete su dedo en la historia para cambiar las cosas. Él
nos ha hecho libres y nos ha regalado dones. Esta palabra es muy
importante. Dios nos ha dado muchos dones: inteligencia, voluntad, cariño…
para que seamos capaces de ponerlos al servicio de los otros. La tarea de
Dios es darnos fuerza para que seamos capaces de hace fructificar esos
dones.
Al “dios energía” ya le hemos respondido arriba. El Dios de Jesús tiene un
rostro, el rostro del hombre, y es una persona: es un Padre y, como todo
padre, nos quiere con locura, está siempre a nuestro lado ¿alguien conoce un
padre al que no le guste jugar con sus hijos? Pero hay una cosa más. Al Dios
de las energías se le invocaba con extraños ritos (¿te acuerdas de la
estampita?) El Dios del Evangelio, como Padre que es, nos quiere como
somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, nos acepta y ama con
nuestros fallos y nuestros aciertos y nos da sus dones por el simple hecho
de que nos quiere.
Nos toca el “dios que pasa de nosotros”. A veces pensamos que Dios debería
demostrar más su cariño, que debería ahorrar situaciones de sufrimiento y
provocar las de alegría. Pero Jesús enseña que Dios nos ha hecho libres.
Somos nosotros los que decidimos lo que hacer, y no es que Dios pase de
nosotros, él siempre nos está hablando en esa voz interior que llamamos
conciencia. Él está a nuestro lado, llora con nuestras penas y ríe con
nuestras alegrías, nos acompaña en todo momento, nos sostiene y nos ayuda.
No pasa de nosotros pero siempre respeta nuestra libertad. Lo bueno es que,
cuando nos equivocamos, siempre podremos contar con su hombro para
llorar y con su fuerza para ponernos de nuevo en camino. Dios no abandona.
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