El documento describe los dos reinos que existen: el reino de Dios y el reino de Satanás. Estos reinos no se limitan a territorios geográficos sino que existen en el ámbito humano de corazones, mentes y almas. Mientras el reino de Dios se caracteriza por la justicia, luz, obediencia y humildad, el reino de Satanás se rige por la injusticia, tinieblas y los deseos carnales. Finalmente, el reino de Dios prevalecerá sobre el reino de Satanás y será eterno, m
1. Los dos reinos
¿Por qué hablamos de “los dos reinos”? ¿Acaso no existen muchos
reinos en este mundo?
La palabra reino significa: “Territorio sometido al gobierno de un rey”
(Diccionario pequeño Larousse). En esto consiste la clave para
entender el significado de los dos únicos reinos, cuyos territorios
abarcan todos los demás reinos que existen.
Los territorios de los dos reinos
¡Ah, pero no hablamos aquí de ningún territorio geográfico! Los
territorios aquí expuestos no se limitan por fronteras nacionales.
Hablamos más bien de los dos territorios que existen dentro del marco
humano de carne, espíritu, corazones y almas. Dentro de este marco se
ejecutan la voluntad de los demonios, así como la de los ángeles de
Dios. El territorio de “las tinieblas de este siglo” así como el de “las
regiones celestes” (Efesios6.12) existen en este ámbito no sujeto a
ninguna frontera nacional.
La Biblia dice en 1 Juan 5.19 que “el mundo entero está bajo el
maligno”. Es decir, Satanás rige en el territorio compuesto por los
corazones de todo ser humano que no ha sido trasladado al otro reino.
Con razón Jesús llamó a Satanás “el príncipe de este mundo” (Juan
12.31). Y, además, el apóstol Pablo lo llamó “el dios de este siglo” (2
Corintios 4.4).
Antes del diluvio, en los días de Noé, Dios vio que “todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”
(Génesis6.5). Lo que Dios vio en ese tiempo es lo mismo que ve en la
actualidad. Así es el corazón de todo ser humano, inclusive el tuyo y el
mío, a menos que hayamos sido rescatados por el Hijo de Dios. De no
experimentar ese rescate efectuado por Jesús, nuestro corazón forma
parte del territorio de Satanás; no podemos negarlo. Sin embargo,
veamos las buenas nuevas. Las mismas consisten en que para todos los
que se han hastiado de ser reducidos a formar parte del territorio
regido por ese rey malvado, Satanás, Colosenses 1.13 les dice que Dios
2. el Padre les “ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo”. Estas buenas nuevas me incluyen incluso a
mí, pobre pecador que era, y espero que te incluyan a ti también. Todos
los que hemos sido librados de formar parte del territorio de Satanás
hemos llegado a formar parte del territorio de otro rey, el Rey Jesús.
Gracias, Señor, por tus provisiones, porque yo no quiero formar parte
del territorio regido por Satanás. Gracias, gracias. ¡No puedo dejar de
agradecerte!
El conflicto entre los dos reinos
Pero este no es el fin de la historia. Cuando nos trasladamos al reino de
Dios, Satanás lucha para recobrar el territorio que perdió. Tú y yo
tenemos parte en la lucha que se produce como resultado de esto. ¿No
te has dado cuenta de los malos pensamientos que surgen en tu propio
corazón? Yo sí. De esa lucha escribió el apóstol Pablo en 2 Corintios
10.3-5: “No militamos según la carne; porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra
el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo.”
¡Qué bien estos versículos describen lo que pasa en mi corazón a diario!
Fortalezas, argumentos, pensamientos... ¿Quién vencerá en esta
batalla? Ahora mismo, una vez más, doy las gracias a Dios. Él vencerá,
si yo se lo permito. Estos versículos hablan de destruir, derribar, llevar
cautivo por medio del poder de Dios. Podemos permanecer en el reino
de Dios sólo porque él es más poderoso que Satanás... mucho,
muchísimo más poderoso. Gracias, Señor, por tu poder. ¡Gracias,
gracias!
El Soberano sobre los dos reinos
Dios no sólo es más poderoso que Satanás; él reina inclusive sobre todo
el reino de Satanás. A mí me da mucha confianza saber que Satanás
tiene que operar bajo los límites que Dios le ha puesto. Dios “no [nos]
3. dejará ser tentados más de lo que [podemos] resistir” (1 Corintios
10.13). Esto me anima. Me fortalece. Me da gozo en la lucha.
He aquí la oración de David a Jehová en 1 Crónicas 29.11: “Todas las
cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová,
es el reino, y tú eres excelso sobre todos.”
Gracias, Dios mío, porque no tengo que someterme a ningún soberano
malvado. Gracias, Dios bueno, justo y misericordioso, que tú eres
Soberano sobre todos los reinos, aun sobre el reino de Satanás. Gracias
que puedo someterme a ti.
La gran sima entre los dos reinos
Al observar a la gente religiosa de hoy, se pudiera concluir que no hay
mucha diferencia entre el reino de Dios y el de Satanás. Muchos
religiosos ni se distinguen de las demás personas del mundo. Hablan de
igual manera que lo hace el mundo. Se pelean de la misma manera que
el mundo. Se visten iguales al mundo. Y fornican tal y como el mundo
lo hace.
Pero el reino de Dios no es nada igual al reino de Satanás. Hay una
gran separación entre los dos; hay una gran sima entre ellos. Esta gran
sima se puede representar gráficamente al presentar el contenido de 2
Corintios 6.14-16 de la siguiente forma:
El reino de Dios El reino de Satanás
Justicia Injusticia
Luz Tinieblas
Cristo Belial
Creyente Incrédulo
Dios Ídolos
“Por lo cual,” dice el próximo versículo,” salid de en medio de ellos, y
apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”. Y
4. Santiago 4.4 dice: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad
contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios.” Gracias, Dios, que hay una gran
diferencia entre tu reino y el de Satanás. No me interesan la
inmoralidad, los pleitos, los adornos, los placeres sensuales. A mí me
interesa ser parte de ese “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios.” Quiero anunciar “las virtudes de aquel que
[me] llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2.9).
Los súbditos de los dos reinos
¿Cómo son los que pertenecen a los dos reinos? Ya conocemos a los que
pertenecen al reino de Satanás, ¿verdad?, porque todos hemos
pertenecido a ese reino. No obstante, 1 Juan 2.16 destaca tres cosas
específicas por las cuales viven los súbditos del reino de Satanás: (1)“los
deseos de la carne, (2) los deseos de los ojos, y (3) la vanagloria de la
vida”.
¿Entiendes lo que significan estas tres cosas? Los deseos de la carne se
refieren a la lujuria y la glotonería. Los deseos de los ojos se refieren a
lo que atrae al ojo natural, como el deseo de colgar en el cuerpo lo que
reluce. También incluye codiciar lo que nos gusta. La vanagloria de la
vida habla de la ambición. Abarca la ambición de tener riquezas y la de
lograr una posición de categoría, ya sea en la política, en la iglesia o lo
que sea. Los súbditos del reino de Satanás son dominados por estas tres
cosas.
La Biblia aclara que todos los gobiernos de este mundo, cada uno con
su ejército militar, son súbditos del reino de Satanás. Apocalipsis 19
habla del día en que Jesús vendrá para regir a las naciones con vara de
hierro. El versículo 19 dice: “Y vi (...) a los reyes de la tierra y a sus
ejércitos, reunidos para pelear contra el que montaba el caballo, y
contra su ejército”.
Y, ¿cómo son los súbditos del reino de Dios? Tengo por delante las
mismas palabras de Jesús y sus discípulos. He aquí nueve distintivos de
los que andan en el reino de Dios:
5. 1. Allí andan los niños. Acerca de los niños Jesús dijo: “De los tales es el
reino de los cielos” (Mateo 19.14).
2. Allí andan los que han nacido de nuevo. Jesús dijo: “De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de
Dios” (Juan 3.4).
3. Allí andan los que son como niños. Jesús dijo: “De cierto os digo,
que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de
los cielos” (Mateo 18.3).
4. Allí andan los humildes. Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres en
espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5.5).
5. Allí andan los perseguidos. Jesús dijo: “Bienaventurados los que
padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino
de los cielos” (Mateo 5.10).
6. Allí andan los obedientes. Jesús dijo: “No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7.21).
7. Allí andan muchos pobres. Jesús dijo: “De cierto os digo, que
difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos” (Mateo 19.24).
8. Allí andan los pacificadores. Jesús dijo: “Mi reino no es de este
mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para
que yo no fuera entregado a los judíos” (Juan 18.36).
9. Allí andan los lavados por la sangre del Señor. Pablo escribió: “No
erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores,
heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido
lavados (...) por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6.9-11).
¿En qué reino terrenal se honra así a los humildes, los perseguidos y los
pobres? ¡En ninguno! Al contrario, en los reinos de este mundo se le
dan las posiciones de categoría a los que son fuertes, arrogantes y
6. corruptos. Gracias, Dios, por los distintivos únicos de tu reino. Yo
quiero ser humilde, obediente, pacífico, lavado por la sangre del Señor.
Gracias que recibes a los pobres, porque yo no tengo riquezas. Gracias,
¡gracias!
El fin de los dos reinos
El reino de Dios terminará así como empezó... nunca jamás. No tuvo
principio y no tendrá fin.
Y, ¿qué del reino de Satanás? Ese reino empezó con el orgullo de
Satanás y terminará con su derrota y la de todos los que forman parte
de su reino. “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto,
junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, (...) y seré semejante al
Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”
(Isaías 14.13-15). “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de
fuego y azufre, (...) y serán atormentados día y noche por los siglos de
los siglos” (Apocalipsis 20.10).
Todos los gobiernos de este mundo, por formar parte del reino de
Satanás, serán vencidos por el Rey de reyes Jesucristo (véase
Apocalipsis 11.15) y nunca más se levantarán para reinar. “Y en los días
de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás
destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y
consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”
(Daniel 2.44).
¡Yo quiero ser parte de ese reino de Dios! No quiero afiliarme a los
gobiernos de este mundo ni a las iglesias apóstatas, porque forman
parte del reino de Satanás. No quiero contaminarme en ninguna forma
con el reino de Satanás, porque yo pertenezco al reino de Dios.
Gracias, Dios, que tu reino un día consumirá a todos los demás. Gracias
que tu reino permanecerá para siempre. Gracias que tú me has tenido
por digno de entrar en tu reino. Gracias, ¡gracias!
-Rodney Q. Mast