El documento define la palabra "santo" como algo apartado para un uso sagrado o perfecto moralmente. Explica que la santidad se aplica al tiempo, lugares, objetos y personas en la Biblia. La santidad de Dios es absoluta, sin pecado. Cuando las personas se encuentran con Dios santo en la Biblia, reaccionan con arrepentimiento y reconocimiento de su propia indignidad. El documento concluye que necesitamos a Jesús como puente entre un Dios santo y nosotros como pecadores caídos.
2. Podríamos definir “santo” como aquello que se aparta
¿Qué significa la para un uso sagrado. También incluye el concepto de
palabra “santo”? perfección moral. La santidad se aplica a:
EL TIEMPO LOS LUGARES
• “Y bendijo Dios al día séptimo, y • “Y dijo: No te acerques; quita tu
lo santificó, porque en él reposó calzado de tus pies, porque el
de toda la obra que había hecho lugar en que tú estás, tierra
en la creación” (Génesis, 2: 3) santa es” (Éxodo, 3: 5)
LOS OBJETOS LAS PERSONAS
• “No profanarán, pues, las cosas • “Mas vosotros sois linaje escogido,
santas de los hijos de Israel, las real sacerdocio, nación santa,
cuales apartan para Jehová” pueblo adquirido por Dios, para que
(Levítico, 22: 15) anunciéis las virtudes de aquel que
os llamó de las tinieblas a su luz
admirable” (1ª de Pedro, 2: 9)
En general, es la presencia de Dios, o que Él mismo lo aparte para sí,
lo que hace que algo sea santo.
3. “Exaltad a Jehová nuestro ¿En qué sentido es Dios “santo”?
Dios, y postraos ante su Cuando se aplica a Dios, se usa la palabra
santo monte, porque “santo” en un sentido absoluto. No puede
Jehová nuestro Dios es existir nada más santo que Dios mismo.
santo” (Salmo 99: 9) Nada ni nadie puede estar más apartado del
pecado que Dios. Él es santo en carácter y
perfección.
Todo esto hace a Dios el único digno de ser
adorado.
“No hay santo como Jehová;
porque no hay ninguno fuera de
ti, y no hay refugio como el
Dios nuestro” (1ª de Samuel, 2: 2)
“¿Quién no te temerá, oh Señor, y
glorificará tu nombre? pues sólo tú
eres santo; por lo cual todas las
naciones vendrán y te adorarán,
porque tus juicios se han
manifestado” (Apocalipsis, 15: 4)
4. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento podemos ver una
unidad, una misma reacción ante la presencia del Dios Santo.
Ya sean hombres o ángeles, todos reaccionan con un sentimiento de
pequeñez e indignidad ante la grandeza y santidad de Dios.
5. ISAÍAS: “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy
muerto; porque siendo hombre inmundo de
labios, y habitando en medio de pueblo que
tiene labios inmundos, han visto mis ojos al
Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías, 6: 5)
JOB: “De oídas JACOB: “Y tuvo miedo, y dijo:
te había oído; ¡Cuán terrible es este lugar! No es
mas ahora mis otra cosa que casa de Dios, y
ojos te ven. Por puerta del cielo” (Génesis, 28: 17)
tanto me
aborrezco, y me
arrepiento en
polvo y ceniza”
(Job, 42: 5-6)
6. EZEQUIEL: “Como parece el arco iris que está en las
nubes el día que llueve, así era el parecer del
resplandor alrededor. Esta fue la visión de la
semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi,
me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que
hablaba” (Ezequiel, 1: 28)
DANIEL: “Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón
vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz…
Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó
fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en
desfallecimiento, y no tuve vigor alguno” (Daniel, 10: 5, 8)
7. PEDRO: “Viendo esto Simón
Pedro, cayó de rodillas ante
Jesús, diciendo: Apártate de
mí, Señor, porque soy hombre
pecador” (Lucas, 5: 8)
JUAN: “Cuando le vi [a Jesús], caí como
muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre
mí, diciéndome: No temas; yo soy el
primero y el último” (Apocalipsis, 1: 17)
8. “El 14 de mayo de 1851, vi la hermosura
y amabilidad de Jesús. Al contemplar su
gloria, no se me ocurrió pensar que
pudiera verme separada alguna vez de
su presencia. Vi una luz proveniente de
la gloria que circula al Padre, y cuando se
me acercó la luz, se estremeció mi
cuerpo y temblé como una hoja. Creí
que si llegaba a mí perdería la existencia;
pero la luz pasó de largo. Tuve entonces
una noción del grande y terrible Dios con
quien hemos de tratar. Comprendí cuán
débil idea tienen algunos de la santidad
de Dios, y cuán a menudo toman su
santo y venerable nombre en vano, sin
advertir que hablan de Dios, del grande
y terrible Dios” (E.G.W., Primeros escritos,
“Preparación para el fin”, pg. 70)
9. “Estaba en la sinagoga un hombre que
tenía un espíritu de demonio inmundo,
el cual exclamó a gran voz, diciendo:
Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús
nazareno? ¿Has venido para destruirnos?
Yo te conozco quién eres, el Santo de
Dios” (Lucas, 4: 33-34)
10. “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y
sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines;
cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies,
y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo,
Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías, 6: 1-3)
“Y los cuatro seres vivientes tenían
cada uno seis alas, y alrededor y por
dentro estaban llenos de ojos; y no
cesaban día y noche de decir: Santo,
santo, santo es el Señor Dios
Todopoderoso, el que era, el que es,
y el que ha de venir” (Apocalipsis, 4: 8)
“He aquí, en sus santos no confía, y
ni aun los cielos son limpios delante
de sus ojos” (Job, 15: 15)
De acuerdo con Elifaz aun el cielo y los
ángeles aparecen como impuros en
comparación con la infinita santidad de Dios.
11. En las Escrituras, en todos los
encuentros humanos con lo divino,
lo que vemos es que, frente a su
santidad, los seres humanos se ven
como realmente son. Y eso es
temible. En la Biblia, cuando las
personas se encuentran con Dios, no
hay aplausos ni cantos frívolos, sino
un arrepentimiento personal
profundo. Cada uno admite su culpa
personal, sin excusas y sin referirse a
otras personas. Cuán diferentes
serían nuestras palabras, vidas y
actos si todos viviéramos con el
sentido constante, no solo de la
presencia de Dios, sino también de
su santidad.
12. El concepto de santidad debería ayudarnos a
comprender mejor la brecha entre un Dios
que es santo y una raza de seres que no lo
son, una raza de pecadores. Dios está
separado de nosotros, no solo porque él es el
Creador y nosotros los creados, sino también
porque somos seres caídos.
Para nosotros es imposible cruzar esta brecha
para acercarnos a Dios. Necesitamos un
puente que nos permita acceder a Él.
Todo esto tendría que ayudarnos a
entender lo que Cristo ha hecho por
nosotros.
Él es nuestro Salvador, nuestro
Sustituto, Aquel que cruzó el abismo
entre un Dios santo y nosotros,
criaturas caídas y pecaminosas.
Gracias a Dios, tenemos en Jesús el
puente que necesitamos.