"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Verdad de invierno
1. Verdad de invierno
El sol echa un freno temporal a su baile circular. Mensura sus pasos, sus rayos, sus
grados y su albor natural. Al no pisar el plano y abovedado de un cristal inmaculado, sabe que
esos rayos reparten ahora luces sin despertar bochorno. Un ángulo sin infierno de caída
sostenida, igualar al agua retenida entre membranas de relente. Es en el otro hemisferio
donde se siente más potente. Quieto ante su ajetreado desplazamiento. Dueño de un tiempo
temperamental, tempranero, rociado de frío, hambriento de hielo, vestido de inocente cual
conífera adornada de briznas e inquieto con la aparición deslumbrante del viento. La trinidad
rodeada de manzanas y velas. Un abeto abrigado de fino terciopelo oliváceo custodia las
ilusiones de piedra.
Tan solo unos días mantiene una reflexión practicada para la historia de la Historia.
Dándose durante el cambio de estación los pasos precisos para la adoración, un
alumbramiento sin dolor. De una criatura cuyo credo se avecinó convirtiendo el futuro incierto
en destino para la creencia. Con copos que se mezclan con el polvo y la grava, porque el
padecimiento es cosa de mortales que se salvan si superan el invierno. Quien no aprovisionó
sus deseos con trabajo, hibernará en precaria armonía y al voleo. Soy abeto subsistiendo y voy
lento guardando el calor de quemaduras no apagadas, agujas como vello.
Los espacios, los paisajes, el fondo de un cuadro artístico o todo aquello que abandona
la pampa alojado en lo alto de un horizonte infinito, se endulzan de un azul estático y una
pomada de escarcha indolente hasta su sendero líquido. La lejanía posee una mirada más
íntima, con los ojos garzos, sobrecogidos por un plateado silencio. Cada año parece que
aquello lo has visto de nuevo por primera vez. En torno a todo ello los abrazos se agazapan
encogiéndose entre hombros. Acercándose los codos como si fueran dos novios en vilo
escuchando la frescura de sus propios besos sin perjurio. El vidrio se inmuniza con el aire
húmedo tras un suspiro que dibuja un vapor apagado, mate, dejándolo sin brillo. En el espejo
ya no me reflejo cuando me miro. Quebrantando la transparencia que no se puede rebasar con
las yemas amoratadas de los dedos. Hasta lo metálico va adquiriendo un tono azulado porque
su temperatura es apática, el recelo húmido y acuoso impide impregnarse de un tacto
inundado.
En definitiva, todo acaba conservándose tal y como en épocas anteriores ha logrado
atesorar sus valores más preciados. Porque de una tarde nublada no se sale gracias a la luz,
sino garbo a zafarse de un soplo en el alud con pasos sensatos y cautas atalayas. El ingenio es
prudente cuando muestra su recato en el sumario diario: sucinto, abreviado de atardecer,
rumbo a una noche enfriada en el programa más largo. Y el sol tarda en volver a aparecer. Los
enamorados refugian su amor en un gélido jardín de campanas con estancos.
2. Y el blanco es más blanco en invierno porque un ser vivo precisa de la máxima claridad
para combatir la oscuridad de quienes siendo más vivos dejan de ser, siempre dos o tres
metros por debajo de la cellisca. Como en pleno enero. Impelidos por una condición en cuyo
relieve siempre aparece su propia utilidad. Empero nieva y el nivel se iguala allí donde la
mayoría decide no subir más de altitud sin aprovecharse de los resbalones. Hazme de blanco
siempre que quieras relucir e irritarme menos. Vuelve de puro el placer al reconciliarme con mi
sangre y mi sed.
El viento toca los cristales de las ventanas homenajeadas, con suavidad o con ímpetu.
Cuando es lento arrecia con sutileza y hasta la madera siente una mano labrándole el cabello.
Cuando es rápido entumece de tristeza hasta los corazones más llenos de sonrisas, cuya
armadura disfruta rechazando lanzamientos de agonía. El viento atiza allá donde se escriben
las crónicas de la ira. Los balcones congelados son los únicos que pueden dormir, la friolera de
un glacial, enfrentándose a él y volviéndolo un aire pasmado. La verdad está en un abeto, un
abeto en invierno.
Miércoles, 25 de diciembre de 2019
Félix Sánchez
Un ciudadano más.