Este documento presenta un prólogo de un libro que examina la complejidad psicosomática y la transdisciplina desde la perspectiva de un médico y psicoanalista. El prólogo describe la trayectoria académica y profesional del autor que abarca la medicina clínica, psiquiatría, psicoterapia y medicina legal. Explica que el libro analiza cómo el paradigma médico actual centrado en las enfermedades omite considerar la subjetividad del paciente y del médico, y propone una revisión epistemológica para rein
Complejidad psicosomática y transdisciplina en la medicina
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Prólogo del libro “Complejidad psicosomática y trasdisciplina”
de Felipe Rilova Salazar / Edit. R. Vergara / Bs As 2020
Estimado lector, en una época signada por el entretenimiento, tiene entre
manos un libro cuestionador que ayuda a pensar, y lo hace mostrando el
apasionante camino que recorrió el autor que, en las tensiones que lo surcan, nos
permite no perdernos en el intento.
Al mismo tiempo es un “libro para leer” con gusto, la temática es actual
recorriendo distintas geografías y está escrito de un modo amable para el que lo
aborda; una vez que lo comienza quiere seguir sus páginas. Nos lleva desde los
habitantes originarios de Tierra del Fuego a los esquimales y su percepción de la
nieve; de la guardia del residente al laboratorio, de la catástrofe de la peste
bubónica en la Europa del siglo XIV a los efectos del Terrorismo de Estado; del
lugar actual de la tecnología a la pregunta por el lugar de la subjetividad en la
medicina, sea en la persona del paciente o del que lo asiste…
Menciono solo algunos datos de la trayectoria de Rilova Salazar, que se pueden
captar por sus huellas en el texto. Especialista en clínica médica, donde el
momento de la “residencia” es fundamental; especialista en psiquiatría, de donde
surge su experiencia en la interconsulta médico-psicológica en el marco
intrahospitalario, psicoterapeuta en su consultorio, habiendo hecho el post grado
en la Escuela de Psicoterapia para graduados y formado en psicoanálisis con
reconocidos psicoanalistas del medio. Especialista en medicina legal, captable en
cómo trabaja ciertas situaciones traumáticas, donde se nota la experiencia como
Prosecretario Jefe en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación. Los anteriores son sólo breves datos, pues su experiencia,
como habrá de observar el lector, es mucha mayor aún; me refiero a la docencia,
la supervisión y, con relación a uno de los temas del libro, a la tarea como
coordinador de los grupos ERA (Espacios de respaldo asistencial).
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Se puede palpar que no sólo pasó por esos lugares, y muchos otros, sino que lo
hizo implicándose, tanto en la tarea como en el cuestionamiento epistemológico
de la misma. En sus letras explicita sus preocupaciones y tiene la generosidad de
compartir aquellas lecturas que le permitieron pensar su práctica y realizarla en
forma crítica, comunicando los resultados alcanzados a partir de la revisión
epistemológicos de los supuestos implícitos que sostienen el quehacer
terapéutico actual.
Más allá de los artículos publicados, este es su tercer libro, donde vemos el
movimiento y el desarrollo de su pensar. En el título del primero hay un programa
de trabajo que es profundizado con creces en el presente. Así, de aquel “Cuando
el cuerpo solicita la palabra”, al enigmático “Complejidad psicosomática…, al que
se lo puede leer como sintagma, o por separado como dos conceptos, no sin las
preguntas filosóficas que conllevan. Dejé la otra parte del título en suspenso, pues
como el lector advertido habrá notado es, “Complejidad psicosomática y
transdisciplina”, pues esta última muestra la necesariedad, para nuestro autor, de
un enfoque epistemológico de latarea médica. Transdisciplinaque lo ocupa desde
hace más de 20 años, cuando creara un sitio web sobre el tema, en los albores de
las publicaciones por la red, en su interés por transmitir, en la diferencia con la
multi y la interdisciplina.
Si el lector llegó hasta acá, podría creer que lo aguarda la lectura de un libro
“complejo”, en el sentido de enmarañado o difícil. Es todo lo contrario, cada vez
que menciona un concepto no cotidiano, sea de filosofía, antropología,
psicoanálisis, psiquiatría, neurociencia, lingüística, bioética, por nombrar algunas
disciplinas transitadas, acompaña al lector con una definición accesible.
Puede ayudarnos, a esta altura, aludir a cómo se auto percibe el autor. Lo
dice en el epílogo, “un médico que desde hace muchos años practica el
psicoanálisis”, agregando una metáfora muy gráfica: como un viajero que vive en
otros lugares, reconoce su tierra en la clínica médica. Es notorio como esas otras
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lenguas, de los otros lugares, le permiten captar los márgenes de la lengua madre;
un juego entre lenguajey paradigma leposibilitano quedar atrapado en callejones
sin salida, tal como le ocurre al “funcionario de su discurso de instrucción”. Lugar
del lenguaje constituyente del sujeto, riesgo de las metáforas coaguladas que lo
alienan, más de una lengua lo transitan abriendo la invención y el recorrido por
los márgenes que le permiten captar las carencias del lenguaje inicial y entrar en
la crisis necesaria para la apertura a lo nuevo.
Ofrezco unas líneas sobre algunos de los puntos que me entusiasmaron en
su lectura y sirvan de anticipo al lector que, al no darle su desarrollo, pueda
saborearlos por su cuenta. Luego, como todo texto que merece ser leído cuando
ayuda a pensar, compartiré algunas reflexiones intertextuales.
La primera mención es al estilo con que está escrito, doy una sola muestra
de ello. En un momento estamos entretenidos con la explicación de la incidencia
del lenguaje en la percepción de los colores y la “ceguera” a los mismos si no
fueron nombrados por el otro, y nos sorprende con la pregunta por los nombres
que emplea el discurso médico para percibir al paciente y las “cegueras” que tiene
ante ciertas realidades que consulta el paciente. Cuando parecía que nos
habíamos perdido por otro sendero, nos pone en ruta sirviéndose del rodeo que
nos permitió captar mejor la idea rectora.
En cuanto al contenido, el índice es muy orientativo, lo que me permite
hacer solo algunos señalamientos. Muestra varios recorridos históricos, como
ejemplo los descubrimientos de Koch y de Laënnec, así como el antipositivismo de
Claude Bernard: padre del método científico en medicina. El autor considera a la
enfermedad como una institución social.Definiciónextraña para el legoy aún para
muchos médicos, pero que la viene trabajando desde su primer libro donde decía,
en su pág. 34: “lo que llamamos y entendemos por ‘enfermedad’, antes que un
hecho natural, es una construcción, una institución social o una convención a la
que también se llega a través de un acuerdo arbitrario”.
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Esa construcción social es realizada desde un paradigma epocal. En la
actualidad, la hipótesis que vertebra este texto está referida al paradigma
infeccioso y a sus orígenes; como toda la primera parte de la obra se dedica con
detalle a precisar los perfiles de este modelo de pensamiento me excuso de
definirlo. Sí, por el énfasis por dar a conocer los alcances y limitaciones que
dependen del paradigma de instrucción que se plantean en esta obra, adelanto
algunos de sus términos :
•” El modelo de pensamiento médico que sigue vigente hasta hoy - “el paradigma
infeccioso” - ha permitido estandarizar una respuesta acrítica y legitimada para
abordar elenigmade los padecimientosorgánicos, sin cuestionar elcontexto social
de contracción o el de recuperación de las enfermedades humanas.
• El PI ha venido direccionando los métodos y condicionando los hallazgos de las
investigaciones que le conciernen a la medicina, marginando la consideración de
todos aquellos estudios que evidencien la incidencia decisiva que puede tener el
afecto del entorno o la cualidad del contexto social en la evolución de las
patologías humanas.
• Elsesgo exclusivamente“terapéutico” de las prestaciones médicas dependientesdel
PI, ha hecho que toda intervención médica se oriente exclusivamente hacia un
manejo técnico-instrumental de entidades abstractas – las enfermedades -, en el
que no existe lugar para otras apreciaciones”.
Destacando que sus consecuencias no son inocuas, el autor firma que, como
la consistencia lógica del discurso está dada por lo que omite, es central saber lo
qué está omitido en el paradigma médico actual. La autonomía de las técnicas no
es ajena a ello y como consecuencia, como decía un viejo clínico, hoy día ya no
sólo no se escucha al paciente, tampoco se lo toca porque para eso están los
estudios complementarios y ni siquiera se lo mira, porque el médico está frente a
su computadora llenando la historia clínica y mirando el resultado de los análisis
que indicó y le cargaron en el sistema.
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Todo el libro está transido por esta problemática. Lo omitido es la condición
de subjetividad, sea del paciente, sea del médico. Es muy importante esto último,
porque la supresión del sujeto por el discurso científico es un tema trabajado por
distintos autores, pero Rilova Salazar lo aúna con el impacto sobre el médico
mismo.
Por el lado del que consulta, muestra estos efectos en el trabajo con ocho
pacientes. He ahí el lugar de la complejidad psicosomática, la alexitimia y la
marginación. Importante tanto para elmomento diagnóstico, como para entender
la patogenia o para la instrumentación terapéutica.
¿Y sobre el médico? Para entenderlo es importante diferenciar el discurso
médico, el acto médico y la persona del médico. Los tres están desarrollados en el
libro. Anoto algo sólo sobre el último tópico. Se escucha lo que ocurre en las
distintas profesiones con el burnout, el autor se encarga de desculpabilizar al que
lo padece y de diferenciarlo del acoso laboral con el que se lo suele confundir. Se
pregunta, ¿puede un residente hacer 3 guardias semanales yseguiraldía siguiente
en la sala como un día común?, ¿puede un médico, que luego de atender a un
paciente con maniobras de reanimación tiene que comunicarle a la familia que
falleció, seguir con su tarea como si no fuera tocado en su subjetividad por lo
ocurrido? Estas son las situaciones más extremas, pero también se pregunta por
la falta de términos en el paradigma vigente, para afrontar aquellas situaciones
que no son contempladas por este modelo de pensamiento y que sin embargo le
llegan al médico a la consulta y, al no tener elementos para considerarlas, se
angustia o desvitaliza.
Entonces, ¿quién cuida a los que cuidan? Un capítulo completo se dedica a
trabajarlo, lo que me exime de responder la pregunta. Sólo destaco la
interesantísima experiencia que muestra con los Espacios de Respaldo Asistencial
(ERA), a los que compara y diferencia de los grupos Balint. Marca tanto la
oportunidad de realizarlos –puede haber circunstancias en la organización institu-
cional que los convertirían en situaciones de hipocresía–, como sus alcances y
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límites. Aclara que ni son grupos terapéuticos ni cumplen la función de autorizar
intervenciones psicoterapéuticas por parte del clínico.
Elautor advierte que en el origen y mantenimiento del paradigma infeccioso(PI)
participan factores no médicos, tanto económicos como ideológicos; así puede
hablar tanto de la conservación de la especie industrial como de la morfinomanía
infantil y la ley de minas de Inglaterra. Al respecto señala que no es algo que no
sea conocido. Quedó claro en la declaración de Alma Ata, del 12 de septiembre de
1978, ciudad de Kazajstán, antigua URSS, cuando se reunieron ministros de salud
de más de 100 países en una Conferencia Internacional sobre Atención Primaria
de Salud, proclamando “salud para todos en el año 2000”. Ya estamos entrando
en la tercera década del siglo XXI… Sin una revisión previa - relativa a la sociología
del conocimiento y a la historia de las ideas médicas como las que aquí se
desarrollan- las propuestas de Alma Ata permanecieron y permanecerán
incumplidas.
El libro propone una revisión epistemológica que permita reconocer los
motivos por los cuales la reducción de un ser humano al rango de un mero objeto
redunda en un aumento de la morbi-mortalidad de quienes reciben un tipo de
atención que desestima la subjetividad.
Está claro, para el autor, que la reintroducción del sujeto en la asistencia
médica debe comenzar por una revisión epistemológica que desnude los intereses
ajenos a la salud que se solapan en el paradigma médico vigente. Más allá de las
deficiencias del “Paradigma Infeccioso en medicina”, el autor entiende que no se
puede prescindir de todo lo aportado por el positivismo en las ciencias de la salud,
en orden a lo cual propone una revolución científica inclusiva, diferente de las que
describiera T.S. Khun en ciertas ciencias particulares, procurando permeabilizar el
paradigma médico actual a la inclusión de otros aportes, señalando que el
quehacer de la medicina contemporánea no es modo alguno asistencial sino
estrictamente terapéutico.
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Dejo la problemática epistemológica que el autor la trata en extenso, en
especial, al servirse de la diferencia entre dos modos de acceder al otro, el de la
mirada y el de la escucha y sus efectos en el arte de curar. Los capítulos VIII y XI
son muy claros al respecto y en los fragmentos clínicos diferencia cuándo le ayuda
a pensar uno u otro modo epistémico. Es esa línea recuerda que desde la mirada
exclusiva es más lo que elexperto agregaque lo que lee. Esto lepermite hacer una
lectura crítica del modelo médico médico desde dentro de la medicina misma, a
diferencia, por ejemplo, de lecturas como la de Clavrel en “El orden médico”,
aunque haya aspectos en común. Es cómo entiende la transdisciplina lo que le da
herramientas, al poner en el centro el contexto de significación. Así, podrá valorar
la interconsulta tanto en su realización en el momento oportuno (relevancia)
como en el llamado a quien conoce su disciplina (excelencia).
Para finalizar, me atrevo a ubicar este texto en el diálogo intertextual y elijo a los
que me parecen troncales, ya que podrían agregarse a otros que también son
ampliamente citados.
El modo como propone la reincorporación del sujeto, forcluído por el discurso
de la ciencia, nos recuerda el camino de Freud cuando le dio entrada a lo dejado
de lado por la medicina de su tiempo. Esas nimiedades como los olvidos, lapsus,
torpezas, sueños a los que les dio la misma dignidad que poseía el síntoma en la
clínica y los elevó a la condición de indicios relevantes. Lo observado está a la vista
de todos, y el acontecimiento que hay que resolver ni fue experimentado
directamente, ni sepuede repetir en un experimento, pero, síhayque llegardesde
el efecto presente a sus condiciones de producción. Es por esto por lo que,
también suele denominarse a este proceder como “epistemología del efecto”.
Este modo de abordaje permite ocuparse, desde un saber científico, de la singu-
laridad del fenómeno estudiado.
Transdisciplina mediante, profundiza en la medicina misma. Para ello se sirve
del estudio de los campos epistémicos de la mirada y de la escucha en línea con
Jorge Saurí, donde captamos implícita su noción de urdimbres creenciales.
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Nuestro maestro entendía por tal, en 1969, a “la infraestructura de aquellas
evidencias que el hombre da por supuestas al pensar de una u otra manera”. Ya
en el 2002 detallaba tres redes temáticas: “una red paradigmática, dirigida al
conocimiento científico, otra epistémica referida a las experiencias y saberes
socioculturales y espirituales y, por fin, otra ideológica mediante la cual se
expresan las opiniones acerca de ella”. El texto profundiza la red paradigmática,
no sin abordar la faz epistémica y señalar los efectos imaginarios de la ideológica
sobre el quehacer de la medicina actual.
Más allá del modo freudiano, el enriquecimiento que le aporta el psicoanálisis
lo recorremos en sus páginas;destaco,en estepunto, el aporte que toma de David
Maldavsky con relación a los puntos de fijación de la pulsión y su concepto de
libido intrasomática. Estos elementos le sirven al autor para pensar el fenómeno
psicosomático, y me consta que esta es una línea que está profundizando y se
avizoran, en este texto, algunos de los resultados de la investigación que
desarrolla.
Una última nota que consigno es el trasfondo de su lectura de los textos de
Lacan.Lo encuentro no sólo en sus citas,sinoen la incidenciaque leda al lenguaje,
a que por cierto recorre más allá del autor francés, tanto desde estudios
antropológicos como neurocientíficos. El autor se sirve de la propuesta sobre la
función paterna, transuntando en el texto el valor de otro tema lacaniano, el de la
incompletud de lo simbólico, expresado como no hay “una” teoría que pueda dar
cuenta de lo real. Lo que no avala un eclecticismo que conservaría la ilusión de un
saber completo y evidente, sino que alienta el trabajo inter y transdisciplinar. La
obra plantea el desarrollo de otra práctica posible, en la que “la medicina no
termine provocando lo mismo que se propone trabajar”
Agradezco al Dr. Rilova Salazar por habernos brindado este texto y a Felipe,
por permitirme ser el primer lector y partícipe de su libro, como amigo, como
compañero de tantos caminos y como hermano de la vida.
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Dr. J. Manuel Rubio
Ex Presidente de Mayéutica
Institución Psicoanalítica
El Aduar. Pcia. de Buenos Aires.
3 de febrero de 2020