El Papa Benedicto XVI resume el Himno de júbilo mesiánico de Jesús dirigido a Dios Padre. Jesús expresa su alegría y reconocimiento por la acción de Dios al revelar sus misterios a los humildes y sencillos de corazón en lugar de a los sabios e instruidos. Jesús manifiesta su perfecta comunión con la voluntad del Padre de abrir sus misterios a quienes tienen un corazón sencillo. El Papa invita a los fieles a orar buscando la comunión
Benedicto16 año.fe15.yo creo en dios el padre todopoderosoemilioperucha
Benedicto 16, audiencia general, catequesis; año de la fe 2012/2013, Power point, Emilio Perucha Herrnaz,
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Benedicto16 año.fe.8.dios revela su «designio de benevolencia»emilioperucha
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Obtenga el PowerPoint en http://teotecnologia.com/eldiscipulo/Leccion21.pptx
Hemos venido abordando en las lecciones pasadas el tema de la maldad y el pecado en el mundo, el desenfoque moral que no ha sido posible corregir con más leyes y más religiosidad profesional. Abundan las religiones y sobreabundan las sectas con promesas diversas de pietismo, prosperidad, soluciones místicas supuestamente poderosas, ejercicios de meditación y paz mental y viajes fantásticos a zonas de misterio. Deseamos examinar en esta lección el tema de los fundamentos de nuestra esperanza en Cristo Jesús, viendo su sacrificio redentor y liberador en la cruz del calvario.
Benedicto16 año.fe.11.fue concebido por obra del espíritu santoemilioperucha
Benedicto 16, audiencia general, catequesis; año de la fe 2012/2013, Power point, diseño Emilio Perucha Herrnaz,
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Extractos del documento publicado por padre Jean Galot, consultor de la Congregación para el Clero, profesor emérito de Teología de la Universidad Pontificia Gregoriana.
Obtenga el PowerPoint en http://teotecnologia.com/eldiscipulo/Leccion10.pptx
Que esta lección nos sirva para fortalecer nuestra convicción de que el Señor nos necesita haciéndolo presente con nuestro tes8monio y mensaje del evangelio en los lugares donde hay necesidad de restauración y jus8cia. Que nuestra gra8tud a Dios revele la sanidad integral que hemos recibido de Él.
Obtenga el PowerPoint en http://teotecnologia.com/eldiscipulo/Leccion08.pptx
El propósito de esta lección es que podamos entender, en primer lugar, las consecuencias de la conducta egoísta. En segundo lugar, celebrar la permanente presencia amorosa y perdonadora de Dios que esta disponible para restaurarnos cuando regresamos de nuestros exilios é<cos y espirituales.
Las novenas y rosarios son oraciones que el fiel dirige a Dios durante nueve días consecutivos pidiendo la intercesión particular de la Virgen María, de un santo patrón, de los arcángeles o de los ángeles custodios. Es también usual rezar las novenas en preparación para las grandes fiestas litúrgicas como Navidad, Pascua, Pentecostés, la Inmaculada o cerca de otras solemnidades importantes.
Su objetivo es que el Señor nos conceda la gracia pedida, de la forma que El lo disponga o que se cumpla lo mejor en relación al pedido. Se dice que una novena abre las puertas del reino angélico.
El origen de esta práctica devota hace referencia a los nueve días que transcurrieron entre la Ascensión y Pentecostés, mientras los discípulos – según la indicación de Jesús – permanecieron en oración en espera del Espíritu Santo. (Cfr. Lc 24,49; Hch 1,4).
El fiel que se presta para iniciar una novena lo hace para pedir ayuda a Dios en una situación particular de sufrimiento suyo o de sus seres queridos.
Una novena muy difundida es aquella de sufragio de los difuntos y a favor de las almas del purgatorio según una usanza que encontramos en el Antiguo Testamento cuando Judas Macabeo ofreció con sus hombres un “sacrificio expiatorio” en reparación de los pecados de los soldados caídos en batalla (Cfr. 2Mac 12,38-45).
¿Qué significado tiene rezar una novena?
Rezar la novena es un modo de seguir el consejo de Jesús, que invitaba a los discípulos a “rezar siempre sin cansarse” (Lc 18,1) como la viuda del Evangelio que, con gran insistencia, le imploraba al juez que le hiciera justicia frente a su adversario (cfr. Lc 18, 1-8).
Para hacer esto, para que una oración sea verdaderamente eficaz, son necesarias la humildad, la constancia y la perseverancia junto a la conciencia de que Dios escucha las oraciones de su pueblo. Con la parábola del fariseo y del publicano (Lc 18 9-14), Jesús señala la humildad como característica esencial de la oración cristiana.
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Hemos venido abordando en las lecciones pasadas el tema de la maldad y el pecado en el mundo, el desenfoque moral que no ha sido posible corregir con más leyes y más religiosidad profesional. Abundan las religiones y sobreabundan las sectas con promesas diversas de pietismo, prosperidad, soluciones místicas supuestamente poderosas, ejercicios de meditación y paz mental y viajes fantásticos a zonas de misterio. Deseamos examinar en esta lección el tema de los fundamentos de nuestra esperanza en Cristo Jesús, viendo su sacrificio redentor y liberador en la cruz del calvario.
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Que esta lección nos sirva para fortalecer nuestra convicción de que el Señor nos necesita haciéndolo presente con nuestro tes8monio y mensaje del evangelio en los lugares donde hay necesidad de restauración y jus8cia. Que nuestra gra8tud a Dios revele la sanidad integral que hemos recibido de Él.
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El propósito de esta lección es que podamos entender, en primer lugar, las consecuencias de la conducta egoísta. En segundo lugar, celebrar la permanente presencia amorosa y perdonadora de Dios que esta disponible para restaurarnos cuando regresamos de nuestros exilios é<cos y espirituales.
Las novenas y rosarios son oraciones que el fiel dirige a Dios durante nueve días consecutivos pidiendo la intercesión particular de la Virgen María, de un santo patrón, de los arcángeles o de los ángeles custodios. Es también usual rezar las novenas en preparación para las grandes fiestas litúrgicas como Navidad, Pascua, Pentecostés, la Inmaculada o cerca de otras solemnidades importantes.
Su objetivo es que el Señor nos conceda la gracia pedida, de la forma que El lo disponga o que se cumpla lo mejor en relación al pedido. Se dice que una novena abre las puertas del reino angélico.
El origen de esta práctica devota hace referencia a los nueve días que transcurrieron entre la Ascensión y Pentecostés, mientras los discípulos – según la indicación de Jesús – permanecieron en oración en espera del Espíritu Santo. (Cfr. Lc 24,49; Hch 1,4).
El fiel que se presta para iniciar una novena lo hace para pedir ayuda a Dios en una situación particular de sufrimiento suyo o de sus seres queridos.
Una novena muy difundida es aquella de sufragio de los difuntos y a favor de las almas del purgatorio según una usanza que encontramos en el Antiguo Testamento cuando Judas Macabeo ofreció con sus hombres un “sacrificio expiatorio” en reparación de los pecados de los soldados caídos en batalla (Cfr. 2Mac 12,38-45).
¿Qué significado tiene rezar una novena?
Rezar la novena es un modo de seguir el consejo de Jesús, que invitaba a los discípulos a “rezar siempre sin cansarse” (Lc 18,1) como la viuda del Evangelio que, con gran insistencia, le imploraba al juez que le hiciera justicia frente a su adversario (cfr. Lc 18, 1-8).
Para hacer esto, para que una oración sea verdaderamente eficaz, son necesarias la humildad, la constancia y la perseverancia junto a la conciencia de que Dios escucha las oraciones de su pueblo. Con la parábola del fariseo y del publicano (Lc 18 9-14), Jesús señala la humildad como característica esencial de la oración cristiana.
Papa.fancisco añofe.24.josé.maría.trabajo y contemplación de jesúsemilioperucha
Papa Francisco, audiencia general, catequesis; año de la fe 2012/2013, Power point Emilio Perucha Herrnaz
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Benedicto16 año.fe.13.jesucristo, mediador y plenitud de toda la revelaciónemilioperucha
Benedicto 16, audiencia general, catequesis; año de la fe 2012/2013, Power point, Emilio Perucha Herrnaz,
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LO ACOSTÓ EN UN PESEBRE
Is 9,1-3.5-6; Tt 2,11-14; Lc 2,1-14
El nacimiento de un hijo en la casa de los reyes de Judá era celebrado con gozo y solemnidad. El profeta Isaías nos regala un poema cargado de esperanza y optimismo. A través de una serie de títulos grandilocuentes (príncipe de la paz) y de grandes muestras de confianza: "se consolidará en la justicia y el derecho" se proclama el comienzo de un periodo nuevo. El niño es una promesa y una señal de la fidelidad de Dios, que jamás se desentiende de la causa de su pueblo. El recién nacido gobernará con sabiduría y acierto. En el Evangelio de san Lucas reaparece el motivo del recién nacido con un matiz novedoso: ya no es un niño rodeado de los privilegios del palacio, no lo custodian doncellas y nodrizas, no lo elogian los cortesanos del palacio. Sus padres son emigrantes que no disponen de bienestar. El niño nace en un pesebre —el dato se repite tres veces en el relato, señal de que tendrá su importancia— señalando así su condición de marginalidad. Efectivamente, Jesús vivirá como un judío marginal, hasta que el Padre lo haga participe de su gloria.
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
+Info https://opusdei.org/es-es/
Papa Francisco, Año de la fe, 46, resurrección de Cristo y nuestra resurrección, audiencia general 4 de diciembre 2013, power point, diseño Emilio Perucha Herranz
1. BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Sala Pablo VI 7 de diciembre de 2011
El himno mesiánico
El color amarillo en letras o de fondo indica texto de
la catequesis.
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audi
ences/2011/index_sp.htm
Las imágenes de esta presentación son de:
http://www.abtei-st-hildegard.de/?page_id=11
Presentación diseñada por Emilio Perucha Herranz ,
mayo 2012.
2. Queridos hermanos y hermanas:
Los evangelistas Mateo y Lucas (cf. Mt 11, 25-30 y Lc 10, 21-22) nos transmitieron una «joya» de la
oración de Jesús, que se suele llamar Himno de júbilo o Himno de júbilo mesiánico.
Se trata de una oración de reconocimiento y de alabanza, como hemos escuchado.
En el original griego de los Evangelios, el verbo con el que inicia este himno, y que expresa la actitud de
Jesús al dirigirse al Padre, es exomologoumai, traducido a menudo como «te doy gracias» (Mt 11, 25 y
Lc 10, 21).
Himno de júbilo mesiánico, Mateo 11, 25-30
25 Por aquel entonces dijo Jesús: Padre, Señor
del cielo y de la tierra, te doy gracias porque
has ocultado todo esto a los sabios y
entendidos y se lo has revelado a los sencillos.
26 Sí, Padre, así lo has querido tú.
27 Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y
nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y
sabe quien es el Padre y aquellos a quienes el
Hijo quiera revelárselo.
28 ¡Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os daré descanso.
29 ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended
de mí, que soy sencillo y humilde de corazón!
Así encontraréis descanso para vuestro
espíritu,
30 porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga
ligera.
3. Pero en los escritos del Nuevo Testamento este
verbo [exomologoumai ] indica principalmente
dos cosas:
la primera es «reconocer hasta el fondo»
—por ejemplo, Juan Bautista pedía a quien
acudía a él para bautizarse que reconociera
hasta el fondo sus propios pecados (cf. Mt 3, 6)—
la segunda es «estar de acuerdo».
Por tanto, la expresión con la que Jesús inicia su
oración contiene
su reconocer hasta el fondo, plenamente, la
acción de Dios Padre, y, juntamente,
su estar en total, consciente y gozoso acuerdo
con este modo de obrar, con el proyecto del
Padre.
El Himno de júbilo es la cumbre de un camino de
oración en el que emerge claramente la profunda
e íntima comunión de Jesús con la vida del Padre
en el Espíritu Santo y se manifiesta su filiación
divina.
Nota,
Al final se añade Anexo, en el cual se recurre a varios
diccionarios para para ver los distintos sentidos que
contienen las palabras fondo, pequeño y sencillo (las dos
últimas de la diapositiva 9) y, de ellos, los más propios de
la vida sobrenatural.
4. Jesús se dirige a Dios llamándolo «Padre».
Este término expresa la conciencia y la certeza de Jesús de ser «el
Hijo»,
en íntima y constante comunión con él, y
este es el punto central y la fuente de toda oración de Jesús.
Lo vemos claramente en la última parte del Himno, que ilumina todo
el texto.
Jesús dice:
«Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es
el Hijo sino el Padre;
ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar» (Lc 10, 22).
Jesús, por tanto, afirma que sólo «el Hijo» conoce verdaderamente
al Padre.
Todo conocimiento entre las personas
—como experimentamos todos en nuestras relaciones humanas—
comporta una comunión, un vínculo interior, a nivel más o menos
profundo,
entre quien conoce y quien es conocido:
no se puede conocer sin una comunión del ser.
5. En el Himno de júbilo, como en toda su
oración,
Jesús muestra que el verdadero
conocimiento de Dios presupone la
comunión con él:
sólo estando en comunión con el otro
comienzo a conocerlo;
y lo mismo sucede con Dios:
sólo puedo conocerlo si tengo un
contacto verdadero, si estoy en comunión
con él.
Por lo tanto, el verdadero conocimiento
está reservado al Hijo,
al Unigénito que desde siempre está en el
seno del Padre (cf. Jn 1, 18), en perfecta
unidad con él.
Sólo el Hijo conoce verdaderamente a
Dios, al estar en íntima comunión del ser;
sólo el Hijo puede revelar
verdaderamente quién es Dios.
6. Al nombre «Padre» le sigue un segundo título, «Señor del cielo y de la tierra».
Jesús, con esta expresión,
recapitula la fe en la creación y hace resonar las primeras palabras de la Sagrada Escritura:
«Al principio creó Dios el cielo y la tierra» (Gn 1, 1).
Orando,
él remite a la gran narración bíblica de la historia
de amor de Dios por el hombre,
que comienza con el acto de la creación.
Jesús se inserta en esta historia de amor, es su
cumbre y su plenitud.
En su experiencia de oración,
la Sagrada Escritura queda iluminada y revive en
su más completa amplitud:
anuncio del misterio de Dios y respuesta del
hombre transformado.
Pero a través de la expresión
«Señor del cielo y de la tierra»
podemos también reconocer cómo en Jesús,
el Revelador del Padre,
se abre nuevamente al hombre la posibilidad de
acceder a Dios.
7. Hagámonos ahora la pregunta:
¿a quién quiere revelar el Hijo los misterios de
Dios?
Al comienzo del Himno Jesús expresa su alegría
porque la voluntad del Padre es mantener estas
cosas ocultas a los doctos y los sabios y revelarlas
a los pequeños (cf. Lc 10, 21).
En esta expresión de su oración,
Jesús manifiesta su comunión con la decisión del
Padre que abre sus misterios a quien tiene un
corazón sencillo:
la voluntad del Hijo es una cosa sola con la del
Padre.
La revelación divina no tiene lugar según la lógica
terrena,
para la cual son los hombres cultos y poderosos
los que poseen los conocimientos importantes y
los transmiten a la gente más sencilla, a los
pequeños.
Dios ha usado un estilo muy diferente:
los destinatarios de su comunicación han sido
precisamente los «pequeños».
8. Esta es la voluntad del Padre, y el Hijo la comparte
con gozo.
Dice el Catecismo de la Iglesia católica:
«Su conmovedor ―¡Sí, Padre!‖ expresa el fondo de
su corazón,
su adhesión al querer del Padre,
de la que fue un eco el ―Fiat‖ de su Madre en el
momento de su concepción y
que preludia lo que dirá al Padre en su agonía.
Toda la oración de Jesús está en esta adhesión
amorosa de su corazón de hombre al ―misterio de la
voluntad‖ del Padre (Ef 1, 9)» (n. 2603).
De aquí deriva la invocación que dirigimos a Dios en
el Padrenuestro:
«Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo»:
junto con Cristo y en Cristo, también nosotros
pedimos entrar en sintonía con la voluntad del
Padre, llegando así a ser sus hijos también nosotros.
Jesús, por lo tanto, en este Himno de júbilo expresa
la voluntad de implicar en su conocimiento filial de
Dios a todos aquellos que el Padre quiere hacer
partícipes de él;
y aquellos que acogen este don son los
«pequeños».
9. Pero, ¿qué significa «ser pequeños», sencillos?
¿Cuál es «la pequeñez» que abre al hombre a la
intimidad filial con Dios y a aceptar su voluntad?
¿Cuál debe ser la actitud de fondo de nuestra
oración?
Miremos el «Sermón de la montaña», donde
Jesús afirma:
«Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios» (Mt 5, 8).
Es la pureza del corazón la que permite
reconocer el rostro de Dios en Jesucristo;
es tener un corazón sencillo como el de los
niños, sin la presunción de quien se cierra en sí
mismo, pensando que no tiene necesidad de
nadie, si siquiera de Dios.
Nota
Después de leer el Anexo, llego a la conclusión de, que el
hombre nace sencillo, simple, niño, y solo debe adquirir
adultez bajo la dirección de Dios, en caso contrario,
comerá por su cuenta del árbol de la ciencia del bien y del
mal y se convertirá en sabio y entendido
10. Es interesante también señalar la ocasión en la que Jesús
prorrumpe en este Himno al Padre.
En la narración evangélica de Mateo es la alegría porque,
no obstante las oposiciones y los rechazos,
hay «pequeños» que acogen su palabra y se abren al don
de la fe en él.
El Himno de júbilo, en efecto, está precedido por el
contraste entre el elogio de Juan Bautista,
uno de los «pequeños» que reconocieron el obrar de Dios
en Cristo Jesús (cf. Mt 11, 2-19),
y el reproche por la incredulidad de las ciudades del lago
«donde había hecho la mayor parte de sus milagros» (cf.
Mt 11, 20-24).
Mateo, por tanto, ve el júbilo en relación con las
expresiones con las que Jesús constata la eficacia de su
palabra y la de su acción:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
lo ciegos ven y los cojos andan;
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
los muertos resucitan y los pobres son evangelizados.
¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!» (Mt
11, 4-6).
11. También san Lucas presenta el Himno de
júbilo en conexión con un momento de
desarrollo del anuncio del Evangelio.
Jesús envió a los «setenta y dos discípulos»
(Lc 10, 1) y
ellos partieron con una sensación de temor
por el posible fracaso de su misión.
Lucas subraya también el rechazo que
encontró el Señor en las ciudades donde
predicó y realizó signos prodigiosos.
Pero los setenta y dos discípulos regresaron
llenos de alegría, porque su misión tuvo
éxito.
Constataron que, con el poder de la palabra
de Jesús, los males del hombre son
vencidos.
Y Jesús comparte su satisfacción:
«en aquella hora» (Lc 20, 21), en aquel
momento se llenó de alegría.
12. Hay otros dos elementos que quiero destacar.
El evangelista Lucas introduce la oración con la anotación:
«Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo» (Lc 10, 21).
Jesús se alegra partiendo desde el interior de sí mismo, desde lo más
profundo de sí:
la comunión única de conocimiento y de amor con el Padre, la plenitud
del Espíritu Santo.
Implicándonos en su filiación,
Jesús nos invita también a nosotros a abrirnos a la luz del Espíritu Santo,
porque —como afirma el apóstol Pablo—
«(Nosotros) no sabemos pedir como conviene;
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables...
según Dios» (Rm 8, 26-27) y nos revela el amor del Padre.
En el Evangelio de Mateo, después del Himno de júbilo,
encontramos uno de los llamamientos más apremiantes de Jesús:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré»
(Mt 11, 28).
Jesús pide que se acuda a él, que es la verdadera sabiduría, a él que es
«manso y humilde de corazón»;
propone «su yugo», el camino de la sabiduría del Evangelio
que no es una doctrina para aprender o una propuesta ética,
sino una Persona a quien seguir:
él mismo, el Hijo Unigénito en perfecta comunión con el Padre.
13. Queridos hermanos y hermanas,
hemos gustado por un momento la riqueza de esta oración
de Jesús.
También nosotros, con el don de su Espíritu,
podemos dirigirnos a Dios, en la oración, con confianza de
hijos,
invocándolo con el nombre de Padre, «Abbà».
Pero debemos tener el corazón de los pequeños, de los
«pobres en el espíritu» (Mt 5, 3),
para reconocer
que no somos autosuficientes,
que no podemos construir nuestra vida nosotros solos,
sino
que necesitamos de Dios, necesitamos encontrarlo,
escucharlo, hablarle.
La oración nos abre a recibir el don de Dios, su sabiduría,
que es Jesús mismo,
para cumplir la voluntad del Padre en nuestra vida
y encontrar así alivio en el cansancio de nuestro camino.
Gracias.
14. Saludo cordialmente a los peregrinos de
lengua española,
en particular,
a la delegación del Gobierno autónomo de
Navarra y
a la Escolanía de la Catedral de Palencia,
así como
a los otros grupos provenientes de España,
México y
otros países latinoamericanos.
Invito a todos a orar buscando la comunión
con Cristo,
al que conocemos y amamos como fruto del
Espíritu recibido,
sintiendo que en su intimidad está ya
nuestra alegría.
Dios os bendiga.
Muchas gracias.
16. Diccionario de San Juan de la Cruz. Editorial Monte Carmelo 2000.
Fondo Centro
Centro
La posibilidad de adaptar el léxico de la física al espíritu está precisamente en la idea del centro del alma.
El centro del alma es Dios, al cual cuando ella hubiere llegado, según toda la capacidad de su ser y según
la fuerza de su operación e inclinación, habrá llegado al último y más profundo centro suyo (Liama de amor
viva B –o segunda redacción–) 1,12).
Que mientras peregrina en el mundo, el alma puede ir siempre más hacia Dios, su centro, se explica
precisamente porque nunca se agota esa fuerza y virtud, que es el amor…
Diccionario de Mística Varios directores. Librería Editrice Vaticana. 1998 Editorial San Pablo 2002
Juan de la Cruz. IV Dimensión trinitaria y cristológica de la unión mística.
La mística es comunión con Dios Trinidad…
Análogamente hay en el hombre, más allá de los sentidos, una estructura tripartita que halla su
cumplimiento en las tres virtudes teologales: ―El alma se une a Dios en esta vida, por medio del entender,
del gozar y del imaginar, y no por mediante cualquier otro sentido, sino solo mediante la fe según el
entendimiento, la esperanza según la memoria, y el amor según la voluntad‖.
La mística de san Juan de la Cruz es una mirada profunda que se posa en el hombre, en su necesaria
referencia a Dios: ―El centro del alma es Dios‖ (Llama de amor viva 1,12), ―la salud del alma es el amor de
Dios‖ (Cántico espiritual 11, 11), ―el alma más vive donde ama que en el cuerpo donde anima‖ (Cántico
espiritual 8,3).