1. Los juegos atléticos
Mª Amada Patiño Pérez
Departamento de Griego
IES María Cegarra Salcedo
2. Definición y orígenes
Para los antiguos griegos el hombre era un ser armónico en el que
mente y cuerpo debían desarrollarse equilibradamente.
El ejercicio físico, practicado por los varones desde la infancia, era
parte fundamental de la educación pues fomentaba la capacidad de
esforzarse, la superación de los propios límites, la competencia sana,
etc.
El griego es un hombre bien relacionado con sus dioses. Ellos, junto a
los héroes caídos, merecen los máximos esfuerzos y a ellos se
dedicarán los primeros certámenes atléticos.
El premio es casi simbólico ya que la verdadera recompensa estará en
la memoria que quede de su hazaña, el recuerdo que perdurará en
las generaciones venideras.
3. Lugares y divinidades
Muchas polis celebraron “juegos atléticos” dedicados a sus dioses, pero
por su relevancia en el ámbito griego global se destacan cinco:
PANATENAICOS, celebrados en Atenas con motivo de las Grandes
Panateneas, fiestas cuatrienales dedicadas a Atenea patrona de la
cuidad.
PÍTICOS, también llamados “délficos” por celebrarse en Delfos
conmemorando la victoria de Apolo contra la serpiente Pitón.
NEMEOS, recordando a Heracles contra el león de Nemea.
ÍSTMICOS, en Corinto dedicados a Posidón, dios del mar.
OLÍMPICOS, en la cuidad de Olimpia, conjunto sagrado dedicado
fundamentalmente a Zeus.
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5. La celebración de los juegos
Cada certamen convocaba a los atletas de todas las polis griegas,
reservando la participación como competidores solamente a los
ciudadanos en paz con la justicia. En cambio, no había restricciones
en lo referente al público. Curiosamente la única prohibición de
asistir como espectador era la que vetaba los juegos a las mujeres
casadas, no así a las solteras.
Para favorecer la circulación libre y segura de atletas y espectadores
un mes antes de los juegos se decretaba la TREGUA SAGRADA por la
que todas la ciudades aparcaban sus conflictos bélicos. Quebrantar la
tregua era considerado un sacrilegio.
En Olimpia se celebraban los juegos atléticos más famosos gracias a
la “resurrección” que de ellos se hace en el s. XIX
6. Los preparativos
Cada cuatro años, un mes antes de la celebración de los juegos,
los heraldos recorrían las polis griegas anunciando la tregua
sagrada que permitía viajar por todo el territorio griego sin peligro
de hostilidades ya que cualquier violación de esa tregua se
castigaba como un sacrilegio.
Los peregrinos se iban reuniendo en las orillas del río Alfeo. Allí se
presentaban las diferentes embajadas que acompañaban a los
atletas y se seleccionaba y tomaba juramento a los diez jueces,
los HELLANODICOS, que controlarían la celebración limpia de las
pruebas.
Una vez que los jueces comprobaban que todos los participantes
fueran de ascendencia griega y que su dieta era la correcta
empezaban los entrenamientos hasta el día del comienzo de los
juegos.
7. Calendario de actividades
La distribución de las pruebas varió a los largo del tiempo y
no era igual en cada ciudad. No obstante podemos reconstruir
un calendario aproximado:
Día 1: Los juramentos. Certamen de heraldos y trompeteros.
Día 2: Competiciones de jóvenes.
Día 3: Actividades ecuestres. Pentatlon
Día 4: Hecatombe en honor a Zeus
Día 5: Carreras a pie, lucha y pugilato.
Día 6: Entrega de premios
8. Las pruebas:
Carreras a pie
Había diferentes modalidades de carrera pedestre:
La de resistencia: el dólico, con varias vueltas al estadio (desde
unos 1500 m en los inicios, se fue ampliando hasta los 4600)
Dos carreras de velocidad: una de una sola vuelta (192 m) y otra de
dos vueltas al estadio, el díaulo.
Los corredores (como en todas las pruebas atléticas) corrían
desnudos y descalzos y eran ellos mismos los encargados de preparar
el terreno con pequeños picos. La pista era de tierra apisonada de
unos 20 m de anchura. Con el tiempo se dividió en “calles de 1,5m
mediante cuerdas paralelas.
Los estadios contaban con marcas de piedra para situar los pies de
los corredores en la salida que se hacía de pié, con lo cual el impulso
inicial era bastante más complicado de alcanzar. Una salida nula era
castigada con azotes.
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10. Las pruebas:
Carrera de carros
Era la prueba que más prestigio proporcionaba y estaba reservada casi
exclusivamente a los hombres ricos que podían entrenar y mantener a los
caballos y sus aurigas.
Si el carro estaba tirado por dos caballos recibía el nombre de biga, pero
los más famosos eran, sin duda, las cuadrigas, esto es, carros con cuatro
caballos.
La habilidad del auriga y la doma de los animales era tan importante
como la velocidad y fuerza de los caballos ya que la dificultad estaba
tanto en llegar el primero como en hacerlo sorteando al resto de los
carros en un espacio estrecho y con curvas muy marcadas.
El auriga vencedor recibía la banda de la victoria, pero el verdadero triunfo
era el del propietario de los caballos. Era la única prueba en que una
mujer, como propietaria, podía obtener una victoria olímpica.
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12. Las pruebas:
Salto de longitud
Era una de las pruebas del Pentatlon y se celebraba de una manera
un tanto diferente a la actual. Era de las consideradas como más
complicadas y se llevaba a cabo con acompañamiento musical para
favorecer la concentración.
El saltador realizaba una corta carrera de impulso y luego saltaba sobre
un foso de tierra suelta en tres zancadas. El salto se medía sobre las
huellas dejadas en la arena.
Durante el impulso y las zancadas previas el saltador sostenía en ambas
manos unos pesos llamados alteras que soltaba en el salto final,
convirtiéndose así en más ligero y “volador”. Las alteras se fabricaban
de piedra o plomo con un peso que osciló entre 1 y 2 kg.
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14. Las pruebas:
Lanzamiento de disco
Era la segunda prueba del Pentatlón y requería una técnica muy precisa
para impulsar correctamente el disco, una pieza lenticular,
habitualmente de piedra, bronce o cobre. El peso variaba según la edad
y la época desde algo más de un kilo hasta los cinco.
El discóbolo levantaba el disco con ambas manos hasta la altura de la
cabeza y luego, reteniéndolo contra el antebrazo derecho, echaba
violentamente este mismo brazo hacia abajo y atrás; el cuerpo y la
cabeza acompañaban el movimiento y se volvían en la misma dirección.
Todo el peso del cuerpo descansaba sobre el pie derecho, que servía de
pivote, el pie y brazo izquierdos no entraban en juego sino para
asegurar el equilibrio. Luego venía el impulso hacia delante: la fuerza del
lanzamiento no procedía del brazo, sino del avance del muslo y de
levantar bruscamente el cuerpo flexionado.
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16. Las pruebas:
Lanzamiento de jabalina
Incluida también en el Pentatlón era tanto una prueba de fuerza como de
puntería ya que había que marcar la máxima distancia dentro de un
espacio acotado.
El impulso de la jabalina, heredera de las lanzas de los guerreros, se
reforzaba con la rotación ya que contaban con una pequeña correa de
cuero que se enrollaba al mástil y en los dedos del atleta y se soltaba al
lanzarla, “perforando” el aire como si se tratara de un tornillo.
La jabalina deportiva, larga como el cuerpo humano y gruesa como un
dedo, carecía de punta, llevaba lastre en un extremo y era
extremadamente ligera.
El lanzamiento era precedido por un breve impulso y por una torsión
general del cuerpo: el torso y la cabeza acompañaban al brazo derecho,
que se extendía hacia atrás, por la derecha, a la mayor distancia posible.
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18. Las pruebas:
la lucha
Junto a los lanzamientos, el salto y la carrera pedestre de velocidad, la
lucha completaba las cinco pruebas del Péntatlon.
Era una de las pruebas más duras aunque estaban prohibidos los golpes y
movimientos a traición. Se trataba de derribar al contrario mediante
agarres y presas y se daba por vencedor al que conseguía que su
contrincante tocara tres veces el suelo con los hombros.
Una dificultad añadida consistía en el hecho de que los luchadores no se
clasificaban en categorías por pesos sino que se entendía que la fuerza de
los más pesados podía ser contrarrestada con la agilidad de los más
ligeros. Si los jueces consideraban que los luchadores demoraban el
combate o jugaban sucio los castigaban azotándolos con varas ligeras
(mástiges).
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20. Las pruebas:
el pugilato y el pancracio
Eran pruebas muy duras que se parecía mucho a nuestro boxeo.
Estaban permitidos todo tipo de golpes y la única protección de los
combatientes consistía en el vendaje de los puños con bandas de
cuero y, en ocasiones, con piezas metálicas.
La versión extrema de la lucha era el pancracio en el que todo
estaba permitido salvo los mordiscos o sacarle los ojos al contrario. Se
podía golpear con y en cualquier parte del cuerpo y estaban
permitidas las luxaciones o las presas de dolor. El combate acababa
con la rendición o la muerte.
Los pancratistas eran verdaderos supervivientes ya que no era extraño
que los combates produjeran lesiones muy graves y dejaran secuelas
permanentes.
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22. Las pruebas:
la carrera de hoplitas
Los hoplitas era los soldados de infantería del ejército griego y realizaban
una carrera que combinaba la competición atlética y el desfile ritual: el
hoplitodromos.
Lo curioso de esta carrera era que, a diferencia del resto de las pruebas,
no se realizaba desnudo sino totalmente armado: coraza; casco, escudo,
lanza y grebas (protectores para las espinillas). Si se considera que la
armadura se hacía fundamentalmente de metal (bronce principalmente)
deberíamos considerar esta prueba como un combinado de velocidad y
resistencia. La distancia a recorrer varió desde los 400 a los 800 m.
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24. Los jueces
La dirección técnica de los juegos y la administración económica
pasó a manos de La Boulé de Olimpia, también llamado Consejo
Olímpico. Estaba encargada de elegir a los jueces y podía castigarlos
si tenían un mal desempeño aunque no podía cambiar las decisiones
de los jueces. La Boulé controlaba también los gastos y los ingresos
del tesoro de Zeus.
Los Hellanódicos
Eran los jueces de los juegos olímpicos. Ocupaban su cargo con 10
meses de antelación y permanecían en él por una olimpíada aunque
podían ser reelegidos. Sus tareas eran seleccionar a los mejores
participantes, supervisar los entrenamientos, inspeccionar las
instalaciones, dirigír las diferentes pruebas y condecorar a los
ganadores.
Los Theócolos
Eran altos sacerdotes que supervisaban los templos, conservaban los
altares y organizaban los ritos. Su función era específicamente
litúrgica.
26. Vencedores y trofeos
Los ganadores de las diversas pruebas reunidos
en el templo de Zeus recibían sus premios. No se
entregaban premios materiales, sino el honor y la
gloria. Pero sí se les daba un objeto simbólico.
En los comienzos fue una manzana, pero
finalmente se les entregó una corona de laureles
y una cinta de lana en la frente.
El nombre, el del padre, el lugar de nacimiento y
el linaje de cada ganador se inscribían en un
registro. El que conseguía vencer en todas las
pruebas del péntatlon, tenía derecho a una
estatua en el templo de Zeus. Al regresar a sus
polis los ganadores eran recibidos como héroes;
poetas y oradores narraban sus hazañas.
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28. El recinto de
Olimpia
El primitivo recinto sacro de Olimpia, dedicado a Zeus y, por extensión, a
su esposa Hera, fue ampliándose con edificaciones deportivas y
culturales. En el s.VI a.C. ya formaban un gran recinto pensado para que
los atletas se entrenasen (gimnasio, palestra y baños) y compitiesen
(estadio, hipódromo), los jueces y embajadas aprovecharan los
certámenes para acercar posturas (Bouleuterion, Teokoleon, Leonideon) y
los espectadores disfrutasen de los juegos honrando a sus dioses
(pórticos, tesoros, templos, altares).
Enmarcado por el delicioso valle del Atis, el recinto contaba con un
soberano indiscutible: el templo de Zeus de orden dorio donde se
veneraba la estatua criselefantina del Cronión, obra del gran Fidias.
No muy lejos el templo de Hera y la tumba del héore Pélope, mítico
“vencedor” en una carrera de carros.