3. Sentimiento y pensamiento se encuentran íntimamente
relacionados y ambos se manifiestan en la conducta que
emitimos. Para poder comprender el funcionamiento de estas
dos mentes, tenemos que referirnos al concepto de cerebro
triuno de McLean, director del Laboratorio sobre Conducta y
Evolución Cerebral del Instituto de Salud Mental (Washington),
quien dividió el cerebro en tres partes según su evolución
filogenética y desarrolló este concepto en 1970.
El cerebro del feto humano, durante su desarrollo, pasa por las
etapas de construcción del sistema nervioso correspondiente a
todos los seres vivos, antes de diferenciarse de ellos en los
últimos meses. A los cuatro meses, el feto tiene un cerebro de
"pez" luego pasa por los estados de "reptil" y de "mamifero", a
los cinco meses su encéfalo ya es comparable al de un mono
adulto, y a partir de ese momento se configura como cerebro
humano.
4. En la actualidad, algunos neurocientíficos
cuestionan este modelo porque puede dar
idea de cierta fragmentación cerebral.
Pero, en realidad, si bien el cerebro humano
fue desarrollándos a lo largo de la
evolución, hay módulos más primitivos que
otros y por eso podemos referirnos a
estos tres cerebros desde un punto de
vista práctico para lograr una mejor
comprensión de las estructuras y de la
forma en la que cada una de ellas afecta a
la manera de responder y reaccionar,
tanto de nosotros, como de nuestros
alumnos.
Según este investigador, el
cerebro se divide en capas. La
más externa, el neocórtex, es
el exterior y constituye el
área específicamente
humana. En medio se halla
nuestro cerebro mamífero
primitivo, el sistema límbico, la
sede de las emociones. Y en lo
más profundo, en el tallo
cerebral y estructuras
próximas, encontramos el
cerebro reptiliano, que rígido,
compulsivo y ritualista,
controla los impulsos más
atávicos (que procede de
antepasados remotos).
5. Conocer estos tipos de cerebro que
todos tenemos, y saber que, en
ocasiones uno de ellos dirige el
pensamiento y ordena determinados
comportamientos, es de vital
importancia para entender las
reacciones de los aprendices, a veces,
exageradas, otras veces, sin motivo
aparente, incluso violentas que obedecen
a un detonante a nivel interno.
6. Es la parte más primitiva de nuestro cerebro, es el
instintivo, el visceral y se encuentra en la posición más
interior del cerebro. Está compuesto de tronco encefálico
y cerebelo. Este antiguo mecanismo neural, que se
desarrolló hace más de 200 millones de años, apenas ha
sido tocado por la evolución y se encuentra en los reptiles
prehistóricos, lo mismo que en tortugas, caimanes y
reptiles de hoy, que solo tienen un rudimentario sistema
nervioso.
Función
Está diseñado para manejar la supervivencia, principalmente desde un sistema
binario: lucha o huida; controla y se ocupa de la mayoría de las tareas "domésticas"
básicas, pues sus neuronas controlan la respiración, el ritmo cardiaco, la presión
sanguínea, el metabolismo y los movimientos automáticos, además de los instintos
e impulsos: la reproducción, la alimentación y el ciclo sueño-vigilia. Ocupa el 5% del
volumen cerebral. Cuando un estímulo entra por los sentidos, este cerebro hace una
primera evaluación institntiva sobre si hay que actuar o no.
Cerebro reptiliano
7. Las reacciones que emergen de esta zona de nuestro
cerebro son conductas genéticamente programadas y
poderosas, resistentes al cambio. El cerebro reptiliano
se manifiesta en hábitos y rutinas, rituales y
supersticiones, que a veces nos obligan a reaccionar
como no queremos, porque este cerebro no tiene la
capacidad de pensar, ni de sentir, ni de aprender; su
función sólo es actuar cuando el estado del organismo
y los estímulos del entorno lo demanden.
Vive en el presente, no tiene memoria, ni pasado, por lo
tanto, es incapaz de aprender y anticipar como incapaz
de proyectarse hacia el futuro o hacer planes.
No piensa, ni siente, es pura impulsividad, responsable
de conductas automática de supervivencia.
Características
Cerebro reptiliano
De esta zona surge el instinto de territorialidad, que le impulsa a
proteger propiedades, espacios, ideas y hasta personas. Las
guerras son expresión máxima de este instinto.
8. El reptiliano se expresa en la vida cotidiana en primer lugar por la
necesidad de elegir, marcar o defender su territorio y por cinco
formas concretas de comportamiento: orientación, imitación,
repetición, perseverancia o rutina, y disimulo. La persona elige un
asiento o un lugar en la clase y tiende a ir siempre al mismo lugar pues le
aporta seguridad y control. Los niños que suelen sentarse en la pared
detrás, o los alumnos que necesitan controlar toda la clase y no
soportan tener a alguien detrás, o incluso aquellos a los que no les
gustan las sorpresas porque les desequilibran, están mostrando un
comportamiento reptiliano.
Este cerebro es muy tradicional, le gustan los rituales y los
automatismos. Cuando toma el mando, tiende a reproducir
comportamientos ya experimentados mucho tiempo antes. Parte del
principio de que lo que ha triunfado, debe triunfar. Estos
comportamientos tienen como objetivo proteger y evitar al máximo
las sorpresas y lo inesperado, de esta manera impiden el cambio y la
innovación.
¿Cómo
identificar el
cerebro
reptiliano?
Cerebro reptiliano
9. Debemos ser conscientes de la dificultad que supone responder bien a
un comportamiento reptiliano de un alumno, pues sin que seamos
conscientes, se desencadena nuestro sistema de alarma interno, que
puede hacernos responder de forma inadecuada o impulsiva, sin
dejarnos de pensar en una posible respuesta más apropiada.
Lo que podemos hacer es, en primer lugar, ser conscientes de que, como
personas, también se activa nuestro centro reptiliano antes las
conductas impulsivas o ritualistas de un alumno, por lo que es
importante darnos cuenta de ello para tratar de restablecer nuestro
equilibrio interno.
Por otra parte, debemos saber que el deseo de gratificación es nuestro
único comportamiento innato, así que debemos hacer saber al alumno
que un cambio en su comportamiento irá acompañado de una
gratificación. La resistencia al cambio solo cede si hay una expectativa
de gratificación que le haga renunciar a sus rutinas o comportamientos
impulsivos.
¿Qué podemos
hacer en clase
cuando este
cerebro manda en
el alumno?
Cerebro reptiliano
10. Por otro lado, como el reptil es imprevisible, conviene estimular su
cerebro límbico y la corteza cerebral. Activar los sentimientos, la
parte emocional del alumno, puede ayudarle a salir de la dominancia
reptiliana, a la vez que le ayuda a adaptarse y a evolucionar. Los
automatismos reptilianos están fuertemente anclados en cada uno de
nosotros, sin embargo, no es imposible borrarlos, solo es necesario
modificar el "cableado" del cerebro, y para ello se necesita un nuevo
aprendizaje que requiere la intervención consciente de la corteza
cerebral.
Crear un ambiente de aprendizaje de baja amenaza y alto desafío
puede mantener tranquilo a nuestro cerebro reptiliano y permitir el
aprendizaje. ¿Qué constituye una situación de amenaza? Cualquier cosa
que provoque miedo en el alumno, un reto excesivo, un profesor
demasiado exigente o un compañero que se mete con él. Son muchas las
cosas que se pueden hacer para crear ese ambiente de aprendizaje:
renovar el aire, usar el humor, activar el cuerpo con movimiento
después de un tiempo en reposo y concentrado, utilizar música
relajante, juegos, dinámicas de grupos, etc.
Cerebro reptiliano
¿Cómo crear un
ambiente de
aprendizaje?
11. El cerebro mamífero, también llamado sistema límbico, apareció
aproximadamente hace 60 millones de años, y con él las
emociones. Se empezó a desarrollar de forma incipiente en las
aves para completarse en los mamíferos. Muchas de nuestras
reacciones, que antes eran reflejas y de doble dirección, se
convirtieron en varias direcciones posibles, según la emoción
que generasen.
Físicamente ubicado por debajo del cuerpo calloso, el cerebro mamífero es el puente entre los dos
hemisferios cerebrales, se sitúa por encima del reptiliano y junto con él forma el "complejo cerebro
instintivo-emocional" y ambos están involucrados en la evaluación de los estímulos, aunque solo
utilizan el 5% de la información entrante y con eso deciden si el estímulo está a favor o en contra de
la supervivencia. Por eso a veces reaccionamos de forma muy rápida y, con frecuencia, equivocada.
Representa el 20% del volumen del cerebro y rige las emociones, el sueño, la atención, la regulación
de la temperatura del cuerpo y la presión sanguínea, la tasa de azúcar en sangre, las hormonas, la
sexualidad, el olfato y la elaboración de la mayoría de las sustancias químicas cerebrales.
Cerebro mamífero
12. Bajo la influencia de este cerebro, los seres humanos
reaccionamos sin distracción y establecemos una
comunicación con una fuerte implicación afectiva. El
sistema límbico es el lugar de los afectos, tanto positivos,
como negativos, y por eso también podemos observar
diferencias entre los alumnos en cuanto a su mayor o menor
sensibilidad emocional. Algunos son ultrasensibles y se
desestabilizan por pequeñas cosas; y otros, en cambio,
muestran una gran estabilidad emocional y son capaces de
encajar cualquier estímulo negativo o tolerar la frustración
sin reaccionar de forma impulsiva.
A cualquier profesor y a cualquier alumnos les interesa
descubrir el umbral emocional y el tipo de afectividad de la
persona que tiene enfrente.
13. La amígdala, permite sentir rabia, miedo, placer y tener recuerdos de
anteriores experiencias emocionales de rabia, miedo o placer. Es por
tanto, la encargada de producir tanto las emociones como los
recuerdos que aquellas generan y nos permite dar carga emocional a
lo que recordamos. Trabaja con el hipocampo para generar emociones
primarias, a partir de percepciones externas y pensamientos internos.
Filtra toda la información que recibe y solo percibe la que apoya a sus
propias creencias, por tanto, es la responsable del autoengaño,
fenómeno muy común entre los seres humanos.
El hipocampo es otra estructura que opera como el centro de la
memoria de situaciones y lugares; es el encargado de convertir los
recuerdos a corto plazo. Procesa información vital durante el
aprendizaje y almacena los recuerdos. Trabaja en equipo con la
amígdala. El hipocampo reconoce la cara de ese compañero que tuve
el año pasado, pero es la amígdala la que me dice "cómo me cae", qué
siento al verle.
Cerebro mamífero
Partes y funciones
14. Esta estructura se ve muy afectada cuando sufrimos estrés. La
"homona del estrés", el cortisol que se produce en grandes cantesidad
cuando estamos estresados, daña el hipocampo e incluso llega a
reducir su tamaño y a destruir neuronas. Esta es la razón por la que
muchos alumnos cuando están agobiados o excesivamente cansados
no recuerdan cosas que saben.
El tálamo, una de las partes más activas y mejor conectadas del
cerebro, es como una torre de control y aviso de los sentidos,
excepto del olfato, y podría parecer una caja de eléctricos. Está
localizado justo en el centro del cerebro y procesa las señales que le
llegan desde cualquier rincón de nuestro universo sensorial, que luego
envía a áreas específicas a lo largo y ancho del cerebro.
Cerebro mamífero
15. El hipotálamo regula químicamente el ambiente interno del cuerpo, a
fin de mantener la homeostasis. Aquí, se regulan condiciones tales
como la temperatura corporal, los niveles de azúcar en sangre, los
niveles hormonales y las reacciones emocionales. Es el responsable de
que nos despertemos cada mañana, de que fluya adrenalina cuando
nos enfadamos y de que nos sintamos entusiasmados o desgraciados.
El hipotálamo regula afecta a toda la actividad cerebral, pudiendo
excitar o inhibir nuestros pensamientos o nuestras emociones.
Las emociones, los sentimientos y el aprendizaje están muy relacionados.
La experiencia de aprendizaje puede ir unida al placer o al dolor. En el
primer caso, nos motivará a repetir la experiencia, a acercarnos a
ellla; en el segundo caso, a huir de nuevas experiencias que están
grabadas en la memoria con dolor.
Cerebro mamífero
16. Las emociones influyen de forma poderosa en la consolidación de recuerdos.
La memoria se ve afectada por las emociones ya que todo lo que se vive con
emoción se graba profundamente en el cerebro.
Pero, a veces, esa memorial emocional que guarda la amígdala no favorece el
aprendizaje, al asociar determinadas asignaturas a dolor emocional, o
incluso determinado profesor, con una emoción que provoca bloqueo
cognitivo.
17. ¿Qué puede activar la amígdala de un alumno en el aula?
Miedo a equivocarse
Ansiedad antes de un examen
Desafíos inadecuados o excesivos
Entorno inseguro o desorganizado
Consignas poco claras
Objetivos poco definidos
Miedo al ridículo
Amenazas de un compañero
18. ¿Cómo identificar el cerebro emocional o límbico?
El sistema límbico es más sensible a los gestos y a las intenciones que a las palabras. Cuando este
cerebro nos domina estamos hipersensiblizados a la mímica, los comportamientos y las
apariencias. Que un colega no nos presta atención es un drama. Que un alumno muestre desinterés
por lo que estoy explicando es otro drama. Este cerebro nos hace imaginar, dramatizar,
interpretar y sentir emociones muy fuertes que se graban en nosotros profundamente.
También este cerebro es el que rige la importancia y los que actúan bajo su influencia
hablan demasiado y de forma vehemente o muy de prisa. Las palabras salen de la boca y
después viene el arrepentimiento y la reflexión, "no tenía que haber dicho...· o "no tenía que
haber hecho..."
Pero también es el origen de las motivaciones, pues en este cerebro se encuentra un
centro de placer llamado "haz de recompensa". Cuando este centro es estimulado, los
animales repiten una y otra vez el mismo gesto, la misma conducta. La necesidad biológica
de la recompensa existe en todos los seres humanos. Tendemos a actuar para obtener
gratificaciones y conseguir placer.
19. Muchos profesores tratan de ser reconocidos
positivamente en lo que hacen y cuando su
trabajo no les proporciona esa gratificación o
no es valorado, tienden a desmotivarse y a
interrogarse sobre la legitimidad de su
trabajo y el valor de su esfuerzo. Los alumnos
también se sienten desmotivados cuando no
consiguen una recompensa después de
esforzarse.
20. Este cerebro vive en el pasado, revive una y otra vez
experiencias emocionales en su imaginación y por lo tanto,
reacciona a veces sin que el espectador sepa porqué lo hizo
de esa forma. Simplemente recuerda algo y responde como si
le acabara de pasar.
El sistema límbico es nuestra memoria a largo plazo. Por eso,
una persona bajo la influencia de este cerebro actúa en
muchas ocasiones como reacción a recuerdos pasados. Esas
experiencias que quedaron grabadas, tanto positivas, como
negativas, adquieren un peso excesivo e inducen a
comportamientos de acercamiento o de rechazo totalmente
irracionales, que están asociados a recompensas, placer, o a
castigos, dolor.
21. El recuerdo de un castigo injusto puede
provocar una fobia a un profesor o a una
materia. Si un alumno se ha sentido humillado
por un profesor en alguna situación específica,
cada vez que la reviva, se disparará su
ansiedad, de forma consciente o inconsciente.
Ya que esta mala experiencia estará asociada
al dolor emocional.
22. El cerebro emocional también funciona como un filtro, selecciona lo
agradable y lo desagradable, lo interesante y lo poco o nada
interesante. Cuando se bloquea ante un descontento, disminuyen de
forma notable las capacidades de razonamiento y de adquisición de
aprendizajes; sin embargo, cuando es estimulado, todo el cerebro
rinde al máximo.
Este cerebro tiene una serie de necesidades muy parecidas a las de los
de algunos animales mamíferos: como los gatos, necesita libertad e
independencia, como los perros, necesita protección y apoyo, pero
igual que las vacas, también necesita "rumiar" durante un tiempo
antes de tomar la mejor decisión y ponerla en práctica, sopesando
pros y contras, dando vueltas a un problema o buscando una solución.
23. ¿Qué podemos hacer en clase cuando este cerebro toma las riendas
de un alumno?
Bajo la influencia de este cerebro el alumno se moviliza de forma irracional según sus
impulsos y temores, sus dramas o alegrías. Si el profesor consigue encontrar la clave de
los afectos de sus alumnos, será capaz de desbloquear al que es más inhibido, que se
pondrá a trabajar por sí mismo esperando mantener el lazo afectivo que se ha creado.
La impulsividad de algunos alumnos, aquellos que llamamos "díficiles" es un problema para
muchos profesores que no comprenden a veces sus reacciones. Algunos se resienten por
cualquier tontería o hacen dramas innecesarios.
El profesor debe evitar los discursos (activación de la corteza cerebral), pues no sirven
para nada, ya que el alumno se encuentra en otro nivel (activación del límbico). Más vale
un gesto de reconocimiento, una valoración en público o en privado, una sonrisa al pasar
junto a él, el elogio de alguna conducta adecuada, pues esto lo admitirá mejor que un
discurso.
24. Otras veces los alumnos, bajo la influencia de este cerebro,
toman posiciones categóricas que hacen cometer
equivocaciones en la toma de decisiones. Es importante darles
tiempo para decidir o no pedirles que lo hagan en ese momento.
Es necesario ayudar al alumno a salir de sus automatismos o
reacciones irracionales para que aprenda a reflexionar,
función principal de la corteza cerebral, de nuestro cerebro
humano.
Es importante también ayudar a los alumnos a sentirse
recompensados por su esfuerzo mediante la valoración por
parte del profesor, no solo del resultado sino del proceso.
Cuando el educador le hace comprender al alumno que percibe
sus esfuerzos, este ya recibe una recompensa afectiva y se
motiva.
25. Pero en el caso de muchos alumnos, la escuela no activa ese "haz de
recompensa", por lo tanto, muchos problemas de motivación tienen su origen
en la ausencia de esperanza de gratificación o de éxito. Recordemos que
cuando el educador o el alumno se encuentran a gusto en su papel y tienen un
éxito razonable, sienten algún placer y de ahí nace el deseo de reproducirlo
para sentise gratificados. Por eso, algunos aceptan bien la escuela y se
adaptan a ella: les gusta asistir a clase y lamentan las vacaciones, celebran el
nuevo comienzo del curso. En ellos, la escuela estimula el haz de recompensa.
Sin embargo, otros alumnos no interés por estar en la escuela y aprender. La
adquisición de conocimientos no despierta su curiosidad. Se sienten inseguros
y tienen dificultades, aunque a veces se esfuerzan sin conseguir éxito. Se les
priva de la recompensa, de la gratificación y, como resultado, se estimula de
forma casi continuada su "haz de castigo" mientras permanencen en la
escuela.
Haz de castigo
Haz de recompensa
26. ¿Qué necesita este cerebro para aprender?
Crear espacios para la reflexión personal, un entorno de seguridad emocional y física, una
atmósfera de confianza con vínculos afectivos, trabajar el error como elemento de aprendizaje,
sin dramatizarlo, contar historias, metas desafiantes y motivadoras, objetivos claros y bien
definidos, utilizar el humor y la risa, crear entornos emocionalmente cálidos, etc.
Tengamos en cuenta que es aquí donde se realizan los aprendizajes emocionales que hace la
amígadala, es decir, diferentes al aprendizaje de competencias emocionales que se desarrollan al
trabajar la inteligencia emocional (IE).