Una de cada cinco hectáreas del Perú ha sido entregada a las multinacionales de la minería, así como la mitad de las tierras de las comunidades campesinas e indígenas de la sierra andina. La gente común y la naturaleza son las más afectadas por la voracidad de grandes empresas que acumulan oro, plata y cobre en el altar de la especulación. La forma como la población se viene movilizando muestra cambios de fondo en la acción social.
Estudio de opinión a nivel nacional (16.04.24) Publicación.pdf
Resistencia en los Andes a la mineria
1. Resistencia en los Andes a la minería
Raúl Zibechi
Periodista uruguayo, escritor, responsable por la sección internacional
de Brecha. Profesor e investigador en Multiversidad Franciscana de
AL. 15.03.13 - América del Sur. Adital
Una de cada cinco hectáreas del Perú ha sido entregada a las
multinacionales de la minería, así como la mitad de las tierras de las
comunidades campesinas e indígenas de la sierra andina. La gente
común y la naturaleza son las más afectadas por la voracidad de
grandes empresas que acumulan oro, plata y cobre en el altar de la
especulación. La forma como la población se viene movilizando
muestra cambios de fondo en la acción social.
"Fuimos aplastados por 20 años de guerra interna”, dice Hugo Blanco,
veterano dirigente campesino quechua que protagonizó la lucha por
la recuperación de tierras en la década de 1960 en Cusco. Ahora se
muestra optimista: "El conflicto de Conga primero y ahora el de
Kañaris nos muestran que la lucha social avanza, aunque por otros
caminos, a través de grupos locales que son más representativos de
las luchas reales que las viejas centrales que están por los suelos”[1].
Perú es un país minero. Desde la Colonia la explotación de las minas
reconfiguró el mapa social y político de los pueblos originarios que
habitaban la región andina. En las últimas décadas la minería se
reflejó incluso en las artes y en la literatura, su huella fue
particularmente intensa entre los campesinos, como lo muestran las
novelas de Manuel Scorza, uno de los más destacados escritores
peruanos[2]. Pese a ello la lucha contra la minería no ocupó un lugar
destacado en el imaginario peruano.
Sin embargo en los últimos años se registra un viraje importante. El
2012 fue el año de mayor conflictividad social. Como señala
el Observatorio de Conflictos Mineros en el Perú, la intensidad de los
conflictos se refleja en la polarización que producen y en su capacidad
2. para modificar la agenda. Los conflictos por la minería forzaron dos
cambios de gabinete del gobierno de Ollanta Humala: en diciembre
de 2011 (apenas seis meses después de asumir el gobierno) y en
julio de 2012, cuando cumplía su primer año en el sillón de Pizarro.
"Hace diez años era impensable que un conflicto minero de una zona
apartada del país, llegase a las primeras planas de los principales
diarios y estuviera presente por varias semanas en casi todos los
medios”, señala el Observatorio[3]. Pero la principal novedad es que
"los conflictos sociales vinculados a la minería se han convertido
además en conflictos políticos de envergadura”. Hasta la agencia de
calificación de inversiones Moody´s señaló que el modo como viene
afrontando el gobierno el conflicto por Conga puede ser perjudicial
para los intereses del sector minero.
Comprender la importancia de la lucha contra la minería supone
abordar tres aspectos: la megaminería como una de las principales
formas de acumulación del capital transnacional en Perú; la
resistencia campesina de carácter comunitario y por lo tanto
territorializada que conecta con cinco siglos de resistencia indígena; y
los modos no centralizados de coordinación, o sea las nuevas culturas
de acción política.
Perú en el ojo del colonialismo minero
En noviembre había 24 millones de hectáreas concesionadas a la
minería, lo que representa un 19% de la superficie total del país. El
área de las concesiones mineras afecta principalmente a las
comunidades campesinas en la Sierra y Costa del centro y norte del
país, donde casi la mitad de su territorio fue concedido a las
mineras[4].
En efecto, el 49,6% de las tierras de las comunidades campesinas
tienen concesiones mineras. Casi la mitad de la región hidrográfica
del Pacífico (47%) está concedida a la actividad minera, donde vive el
65% de la población que cuenta con apenas el 1,8 % del volumen de
agua del país[5]. Por eso los argumentos oficiales de que la actividad
minera beneficia al país son rechazados de plano por comuneros que
sufren la pérdida de sus tierras y de su acceso al agua.
Un reciente informe del Metals Economic Group señala que la caída
del mercado de acciones en el mundo favorece las inversiones en
minería que crecieron 44% en 2010 y 50% en 2011, luego de una
fuerte caída en 2009[6]. La región latinoamericana es el primer
destino de las inversiones mineras, con el 25% del total, donde
destacan Chile, Perú, Brasil, Colombia, México y Argentina. En 2003,
3. apenas el 10% de la inversión minera mundial se dirigía hacia
América Latina.
Perú es junto a Chile el primer destino de las inversiones mineras en
la región. En 2010 la región latinoamericana proveía el 51% de la
plata del mundo, la mitad del litio, el 45% del cobre, 27% del
molibdeno, 25% del estaño, 23% del zinc y la bauxita, 19% del oro y
18% del hierro[7]. Hasta 2020 el sector minero recibirá 300 mil
millones de dólares de inversiones.
Perú ha dado un salto significativo como receptor de inversión
extranjera directa. En 2012 llegaron al país 11 mil millones de
dólares, un aumento del 34% respecto a 2011, frente a un promedio
de 1.600 millones entre 2000 y 2005[8]. El problema es que minería
e hidrocarburos suman la mayor parte de las inversiones. Alrededor
de dos tercios de esas inversiones fue al sector de recursos naturales
y apenas el 8,7% a la industria manufacturera.
Este tipo de inversiones consolidan la dependencia de a la explotación
y exportación de recursos naturales. El periodista peruano Raúl
Wiener sostiene que el 30% de los ingresos fiscales de su país se
originan en la minería y que "la única forma más o menos rápida de
incrementar estos fondos en el corto plazo y poder llevar adelante los
programas sociales que todo candidato promete para ganar las
elecciones, es con más inversiones en minería, por lo que pelearse
con este sector sería hacerse el harakiri”[9].
Perú se convirtió en el quinto país del mundo con mayor crecimiento
de las exportaciones, que pasaron de 7,600 millones de dólares en
2002 a 45,700 millones en 2011. Alrededor del 60% son minerales y
el 10% petróleo y gas, productos que se exportan sin procesar[10].
Es el mayor exportador latinoamericano de oro, cinc, plomo y estaño,
el segundo productor de plata y de cobre. Según las proyecciones en
los próximos años la tendencia de inversiones y exportaciones
centradas en la minería se va a profundizar. Las concesiones mineras
se duplicaron entre 2006 y 2010, según el Observatorio de Conflictos
Mineros.
Resistencia en los Andes
Durante la segunda mitad de 2011 y buena parte de 2012 el principal
conflicto minero y social del país se registró en la región de
Cajamarca, al norte del país, por la masiva oposición de la población
al proyecto de explotación de oro y plata Conga, de la minera
Yanacocha, propiedad de la estadounidense Newmont Mining
Corporation. La minera explota desde hace más de veinte años un
yacimiento de oro a 50 kilómetros al norte de la ciudad de Cajamarca
4. a más de 3.400 metros de altura, siendo la segunda mayor mina de
oro del mundo.
Durante los últimos años Yanacocha ha experimentado una caída en
su producción debido al agotamiento de las reservas. De ahí que el
proyecto Conga sea una alternativa para la empresa. Pero la
población ya conoce a Yanacocha y se ha movilizado en defensa del
agua desde hace varios años. El problema principal es que la
actividad minera, que incluye el uso de cianuro y mercurio, afecta las
lagunas de altura de las cuales se abastecen las comunidades
campesinas y las ciudades.
En noviembre y diciembre de 2011 la resistencia de la población de
Cajamarca[11] se zanjó con la declaración del estado de emergencia
y la militarización de varias provincicas, a lo que siguió un recambio
del gabinete con la salida de buena parte de los ministros más
progresistas. En el distrito de Bambamarca, uno de los más afectados
por Conga, la población impidió que los soldados pudieran hacer la
ceremonia de saludo a la bandera y en Celendín, epicentro del
conflicto, los soldados fueron expulsados de la plaza por la
población[12]. Las rondas campesinas detuvieron soldados por
intentar prostituir a menores.
En 2012 se registraron 167 conflictos activos: de ellos, 123 son
conflictos denominados por la Defensoría de Pueblo como
"socioambientales”, mientras sólo siete son "laborales”. Los
campesinos se están quedando sin tierra y sin agua y reaccionan con
toda la fuerza que tienen, movilizando sus comunidades. Una
encuesta revela que en Cajamarca el 78% de la población se opone al
proyecto Conga. Aunque el epicentro de las resistencias es
Cajamarca, y más recientemente Kañaris (Lambayeque), los
conflictos mineros abarcan todo el país.
Mirando la realidad más de cerca, se observa que la población ha
puesto en juego una variedad de recursos asombrosa. Ha creado
frentes de defensa provinciales y locales, ha realizado consultas
municipales y provinciales, marchas, paros regionales y cortes de
carreteras. Una de las actividades más importantes es la que realizan
las rondas campesinas, organizaciones comunales de autodefensa
nacidas en la década de 1970 en Cajamarca y Piura para combatir el
robo de ganado[13].
Los ronderos de Cajamarca, Bambamarca y Celendín, las tres
provincias más cercanas a la mina Conga, acamparon masivamente
en los alrededores de las lagunas impactadas por el proyecto minero
para hacer una labor de vigilancia e impedir cualquier trabajo de la
5. empresa en la zona. La movilización comenzó en noviembre y se les
denominó guardianes de las lagunas.
El campamento de Celendín fue destruido por las fuerzas policiales,
por lo cual el Comando Unitario de Lucha de Cajamarca decidió
"construir dos casas para las rondas campesinas en base a trabajo de
minga para que los ronderos y visitantes puedan pernoctar y
permanecer firmes en la lucha”[14].
Esta lucha por el control del territorio es respondida con la
militarización de la región por parte del gobierno, mientras Yanacocha
cierra los caminos a los campesinos. Las comunidades respondieron
colocando carteles en todas las vías y en todos los caseríos que
dicen: "Territorio rondero libre de minería”, seguido del nombre del
lugar. Una práctica similar a la que realizan las bases zapatistas para
reafirmar el control de sus espacios.
Los estados de excepción y la militarización de varias provincias se
saldaron con 17 muertos entre diciembre de 2011 y setiembre de
2012 según la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH). Cinco
comuneros fueron muertos en julio de 2012 en Celendín y
Bambamarca, tres por el intento de erradicar la pequeña minería
informal en Madre de Dios (frontera con Brasil y Bolivia), dos en
Espinar (Cusco) resistiendo a la minera XStrata, uno enfrentando a la
minera Barrick en Ancash.
El gobierno de Ollanta Humala aplica el Decreto 1095 emitido por el
anterior gobierno de Alan García que autoriza la intervención de las
fuerzas armadas en el control del orden interno y califica a los que
protestan como "grupo hostil” mientras las violaciones a los derechos
humanos cometidas por las fuerzas represivas son juzgadas en
tribunales militares[15].
Nuevas formas de organización y acción
En los dos últimos meses apareció un nuevo conflicto en la norteña
provincia de Lambayeque. Los campesinos expresan el conflicto de un
modo muy sencillo que revela su visión del mundo: "El fundamento
de nuestra resistencia indígena, es por la intromisión e invasión en
nuestro territorio ancestral de la empresa Minera Candente Copper
Corporatión-Cañariaco”[16].
Para reafirmarse ante la opinión pública realizaron una Consulta
Comunal el 30 de septiembre en la que el 95% de la población se
pronunció contra la minera. El 20 de enero realizaron un paro
regional y el 25 la policía hirió a 24 campesinos durante un boqueo de
6. rutas para evitar que la canadiense Candente Copper siga adelante
con su proyecto de explotar tres yacimientos de cobre.
Un párrafo del Manifiesto del 5 de febrero revela el abismo entre el
Estado y las comunidades: "Exigimos como condición para el diálogo
el retiro inmediato de las fuerzas policiales de nuestros territorios,
puesto que de acuerdo a nuestro derecho consuetudinario la
seguridad comunal está garantizada por las rondas campesinas y no
hay necesidad de la presencia de gran contingente policial
fuertemente armado en la zona”[17].
Y agregan: "Somos autoridades originarias, comunales y ronderiles
que no estamos dispuestos a renunciar a nuestros principios y
derechos como pueblos, a no permitir la subordinación al colonialismo
que rompe la estructura genuina y natural de los pueblos originarios”.
Sin embargo, numerosos analistas y observadores consideran que en
Perú no existen movimientos sociales y estiman que el movimiento
contra la minería es fragmentado y que no se articula entre sí. El
investigador y activista Raphael Hoetmer afirma: "Los movimientos
del Perú no son centralizados y articulados en organizaciones
representativas nacionales sólidas; más bien tienen un carácter
fragmentado”[18].
En el mismo trabajo, en el que polemiza con quienes aseguran que
no existen movimientos, constata "una situación donde los pueblos
no requieren de las organizaciones nacionales para movilizarse, pero
a la vez, hay dificultades para articular las distintas agendas locales
entre sí y con las agendas nacionales”[19]. De hecho las grandes
organizaciones no juegan ningún papel en la lucha contra la minería.
Luego señala que las luchas consiguen victorias pero éstas no se
traducen en la creación de organizaciones potentes. "Hay grandes
dificultades para convertir estas victorias en organizaciones más
fuertes”[20]. En efecto, constata que existen grandes luchas que ya
no son dirigidas por las poderosas organizaciones sociales de antaño,
como la CGTP, la CCP o la más reciente CONACAMI[21].
En este punto es donde parece necesario cambiar la forma de mirar.
Hugo Blanco, quien vivió el período de las grandes organizaciones
desde la CCP y ahora acompaña los movimientos de Cajamarca, es
muy claro. En su opinión se trata de coordinar las luchas y a la vez
avanzar "hacia una democratización cada vez mayor del movimiento,
en que sea la colectividad la que mande y no los dirigentes. No
desviando su actividad central hacia campañas electorales”[22].
7. En pocas palabras aborda tres temas claves: coordinar las luchas sin
crear aparatos burocráticos, que decida la gente (eso que los
zapatistas llaman "mandar obedeciendo”), y evitar la tentación
electoral que distorsiona las luchas al incrustarlas en la
institucionalidad estatal. Aunque no lo dice, está hablando de una
nueva cultura política. La vieja cultura ya mostró sus limitaciones.
Raúl Zibechi es analista internacional del semanario Brecha de
Montevideo, docente e investigador sobre movimientos sociales en la
Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor a varios grupos
sociales. Escribe el "Informe Mensual de Zibechi” para el Programa de
las Américas www.cipamericas.org/es.
Recursos
Raúl Zibechi, Entrevista a Hugo Blanco, Lima, 22 de febrero de 2013.
Central Única Nacional de Rondas Campesinas: http://cunarcperu.org
Cooperaccion: http://www.cooperaccion.org.pe/
Hugo Blanco, "Agua sí, Mina no”, Cusco, 2012.
Lucha Indígena, Cusco. Periódico mensual dirigido por Hugo Blanco.
Metals Economics Group, "Tendencias de la exploración mundial
2012”, Halifax, 2013.
Observatorio de Conflictos Mineros en el Perú, "11º. Reporte
Semestral”, Lima, diciembre 2012.
Raphael Hoetmer, "Los movimientos del Perú: Nueve hipótesis sobre
conflicto y movimiento social, y una afirmación epistemológica”,
en Crisis y movimientos sociales en Nuestra América, Programa
Democracia y Transformación Global, Lima, 2012.
Servindi (comunicación intercultural): www.servindi.org
Estudio: Tipos de rondas campesinas en el
Perú: http://cunarcperu.org/index.php?option=com_content&view=ar
ticle&id=485:estudiio-tipos-de-rondas-campesinas-en-el-
peru&catid=1:latest-news&Itemid=1
Alan Ele, "Mujer Invisible: Historia de una visita a la familia Chaupe,
Celendín Libre blog,
http://celendinlibre.wordpress.com/2013/03/09/la-mujer-invisible-
historia-de-una-visita-a-la-familia-chaupe/
8. [1] Entrevista a Hugo Blanco.
[2] En particular pueden consultarse sus cinco novelas épicas sobre la
lucha de los campesinos andinos por recuperar sus tierras: Redoble
por Rancas (1970), Historia de Garabombo el Invisible (1972), El
jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba
del relámpago (1979).
[3] Observatorio de Conflictos Mineros en el Perú, ob cit, p. 28.
[4] Idem, p. 32.
[5] Idem, p. 30.
[6] Metals Economics Group, "Tendencias de la exploración mundial
2012”.
[7] Reuters, 16 de abril de 2012.
[8] Global Investment Trends Monitor, UNCTAD, No. 11, 23 de enero
de 2013, p. 6.
[9] La Primera, 12 de abril de 2012.
[10] Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, "Resumen de
Exportaciones 2011”,
enhttp://www.mincetur.gob.pe/newweb/Portals/0/documentos/comer
cio/CuadrosResumen_Exportaciones_2011.pdf
[11] Cajamarca es un departamento, además es una de las doce
provincias del departamento y es la ciudad capital departamental.
[12] Lucha Indígena, junio de 2012.
[13] Se estima que existen entre 200.000 y 250.000 ronderos en
todo Perú agrupados en unos 8.000 comités de rondas. En
Cajamarca, cuna de las rondas campesinas, se cuentan unos 100.000
ronderos activos. Ver http://cunarcperu.org
[14] Comando Unitario de Lucha-Cajamarca, 1 de febrero de 2013.
[15] APRODEH, "Ni un muerto más”, folleto, Lima, setiembre de
2012.
[16] MANIFIESTO DE LAS COMUNIDADES Y RONDAS CAMPESINAS
DE CAÑARIS, INCAWASI Y SALAS: PUEBLOS ORIGINARIOS EN
DEFENSA DEL AGUA Y LA VIDA, 5 de febrero de 2013.
[17] Idem.
[18] Raphael Hoetmer, ob cit, p. 230.
[19] Idem.
[20] Idem, p. 236.
[21] Confederación General de Trabajadores del Perú, Confederación
Campesina del Perú y Confederación Nacional de Comunidades del
Perú Afectadas por la Minería.
[22] Lucha Indígena, marzo de 2013, p. 8.