De ese país que se sueña democrático, que apuesta por la vida, que alimenta la esperanza de que sus hijos crezcan en un país equitativo y en paz, es del que hablamos en este texto. De la gente que diariamente se levanta a trabajar, a estudiar; que vibra con su música, con su literatura, con su cine, con su gastronomía, con sus danzas y bailes; con su vallenato, sus porros, su cumbia, su bambuco; con su enorme cantera de poetas; con sus historias narradas en sus cuentos populares y en la rica tradición oral explayada de norte a sur y de oriente a occidente. Es a esa inmensa mayoría a quién le debemos estas líneas