El documento presenta un resumen de tres aspectos clave de la vida y obra de César Vallejo: 1) La noción de "mitología del autor" y cómo esta influye en la lectura e interpretación de la obra de Vallejo. 2) Los valores de identidad, solidaridad e investigación presentes en la poesía de Vallejo. 3) Cómo la noción de solidaridad está profundamente arraigada en la obra de Vallejo, influenciada por sus orígenes andinos y su denuncia de la injusticia social.
1. REDACCIÓN UNIVERSITARIA Y CÁTEDRA VALLEJO
¡Primavera estás aquí! Como un aliento
de Dios, que brilla, vuela... endulza y canta,
penetra al corazón y al pensamiento
y en la tierra y en el cielo se agiganta!
César Vallejo (de “Primaveral”)
SESIÓN
12
VIDA Y OBRA DE CÉSAR VALLEJO
LOS VALORES EN LA POESÍA DE VALLEJO
Vigencia de la vida y obra de César Vallejo
1
2. 1. Marco conceptual: La mitología del autor
El crítico literario peruano Edmundo Bendezú
Aibar en un interesante estudio sobre los grandes poetas
Martín Adáni
, César Vallejo y Emilio Adolfo Wes tphalenii
,
propone el concepto de mitología del autor para facilitar
el acercamiento entre el autor y s u obra. Esta
enriquecedora relación (autor-obra) consiste en un
corpus insertado en un contexto abarrotado de
significados y significantes que co ndicionan la
producción y la lectura.
La mitología del autor es una interrelación entre la “vida” y la obra de un escritor, teniendo en
cuenta que la “vida” a la que nos referimos es un discurso y no una realidad; más aún cuando
se trata de un autor simbolizado e institucionalizado como referente cultural de una nación, tal
es el caso de Vallejo.
Toda obra va creando la mitología de su autor y esta va condicionando nuestra lectura. En el
caso de Vallejo esta situación interpretativa es insoslayable, pues de sus textos no solo surge
un “autor” que va adquiriendo personalidad y complejidad psicológica; sino que, en algunos
lectores, ya está presente una imagen de “Vallejo” sin haber leído un solo poema de él porque
se ha convertido en un “ente cultural” que ha rebasado los límites del texto escrito.
La mitología del autor no debe ser vista como una mentira sobre el autor, sino como una
vinculación a la imagen que tenemos de él a partir de sus textos y de sus paratextos que, en el
caso de Vallejo, cuentan con una nutrida tradición. Ambas fuentes: la interna (obras del autor) y
la externa (obras sobre el autor y su obra) nos convierten en lectores cómplices, parcializados,
que asumimos, para bien o para mal, prejuicios que nos impelen a una lectura crítica y
enriquecedora.
En conclusión, entendemos la importancia del aporte del lector en la lectura y que toda lectura
está condicionada por una imagen que tenemos del autor o que tendremos de él, una especie
de emanación consciente o inconscientemente que alimenta y enriquece nuestra percepción y
goce estético; ya que ninguna lectura se hace en medio del desierto sino en medio de una selva
contextual llena de símbolos, imágenes, metáforas, alegorías que en su conjunto forman una
mitología del autor, bajo cuya sombra nos encontramos, pero que muchas veces no podemos
percibir justamente por encontrarnos debajo de ella.
La mitología del autor que asumiremos para intentar llegar a una cierta concreción de Vallejo y
su obra como símbolos en tanto constituyentes de la nacionalidad peruana, se basa en tres ejes
temáticos de los cuales emanarán las figuras de Charitas hominis (hombre solidario, traducido
literalmente como “un hombre solidario”), universi homines (hombre universal, traducido
literalmente como “todos los hombres”) y inquisitorem hominis (hombre investigador).
2. Valores Vallejianos: La identidad, la solidaridad y la investigación
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https://www.google.com.pe/search?
q=mitologia+de+cesar+vallejo&espv=2&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=ijDyU4SsH4rmsASc5IHgC
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3. LA SOLIDARIDAD
César Vallejo nace el 16 de marzo de 1892 en el pueblo serrano de Santiago de Chuco,
Departamento de La Libertad. Se suele relacionar los orígenes andinos del poeta con este
sentimiento de solidaridad que resuma su obra literaria.
Las sociedades agrarias, como ya se ha estudiado mucho
en el caso peruano, tienen como base de su economía y
subsistencia material una férrea tradición sostenida en el
principio de la reciprocidad desde tiempos ancestrales. No
es nada aventurado aseverar una omnipresencia en el
corpus literario vallejiano de este valor a partir de una
lectura primera. La solidaridad ante los ojos del poeta va a
ser violentada continuamente durante su vida y él se
pondrá siempre de lado del pobre e indefenso.
Se sabe que, trabajando para costear sus futuros estudios universitarios una vez concluido el
colegio (entre los años 1910-1913), trabajó en la hacienda Roma y en las minas de Quiruvilca,
experiencia donde pudo observar el abuso al que era sometido el indígena con largas jornadas
de trabajo y sueldos misérrimos.
Muchos años después, estando en Europa, escribe la novela El tungsteno donde denuncia el
abuso a los trabajadores de las minas de Quivilca (clara alusión a Quiruvilca) donde sendos
personajes paradigmáticos representan al Perú de aquel entonces. Mr. Taik y Mr. Weiss
representan al imperialismo yanqui que por aquellos años había desplazado al capitalismo
inglés en la economía peruana. Los hermanos Marino representan al capitalismo nacional en
alianza incondicional con el extranjero, en su afán de lucro desmedido; el humilde herrero
Servando Huanca quien levanta al pueblo en actitud de protesta ante el inhumano abuso contra
los indígenas conscriptos dándose lugar a una matanza luego de la cual Huanca prepara una
rebelión y el ingeniero Leonidas Benítez, quien representa a la clase media intelectual que,
haciendo uso del razonamiento al que es inducido por el herrero, se plegará a la futura
revolución.
El sufrimiento por la falta de solidaridad entre los hombres tiene en Vallejo muchas aristas
siendo una de las más desgarradoras ese sentimiento de marginalidad o exclusión social que
sufre el yo poético ya que nadie le pide nada a pesar que él tiene y quiere dar mucho de sí. Se
aúna a este sentir una culpabilidad por un algo que no se vislumbra ni siquiera para él.
“Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.
[…] He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!
Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.
Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto que poco en esta tarde!”.
(LHN. “Ágape”).
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https://www.google.com.pe/search?
q=mitologia+de+cesar+vallejo&espv=2&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=ijDyU4SsH4rmsASc5IHgCw&ved=0CAYQ_AUoAQ&biw
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4. La búsqueda de la justicia para el prójimo va de la mano con la configuración del mito del
justiciero quien se cree amparado incluso por la justicia divina, quien es impulsada a intervenir.
Vallejo se hace portavoz de todos los que sufren hambre pero al mismo tiempo su piedad llega
al paroxismo al sentirse culpable por un mínimo de bienestar que pueda sentir mientras existe
algún sufriente. La duda, la compasión, el hambre, son manifestaciones vallejianas en donde la
voz lírica se hace portadora de un sentimiento plural y permanente ya que el poeta expresa
estos sentimientos a manera de universales. La anáfora, figura retórica muy requerida por el
poeta, coadyuva a la obtención de esa sensación de hartazgo que desea trasmitir.
Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.
Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido...
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos.
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.
De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.
Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...
Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!
(LHN; “La cena miserable”)
La configuración del mito Vallejiano de Charitas hominis (hombre solidario) parte a veces de
una aparente queja personal ante el destino o una deidad indiferente a su dolor, pero con el
transcurrir del poema observamos que la voz poética individualizada deja esta postura y se
duele del drama humano. Así su voz nos representa y convoca.
Dios y el poeta por momentos llevan una relación conflictiva cercana a la herejía. Un estudio
minucioso de la relación hombre-Dios en la obra completa del poeta nos da a entender que su
queja es ante un Dios humanizado del cual se pide compasión por los hombres que sufren en
este “valle de lágrimas”. Dios es Dios en la medida que sufre como el hombre.
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado…
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios míos, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
(LHN. “Los dados eternos”)
César Vallejo emprende un viaje a Europa en 1923. Sus razones son sobre todo literarias
aunque también influyen las malas situaciones y condiciones que tuvo que vivir en el Perú: la
4
5. falta de una estabilidad económica, un encarcelamiento injusto y la falta de reconocimiento
intelectual que pensaba encontrar primero en Trujillo (1913-1917) y luego en Lima (1917- 1923).
Su constitución como charitas hominis va a pasar por una serie de cambios permanentes. Una
primera etapa estaría con Los heraldos negros y Trilce donde en muchos poemas expresa un
dolor que es propio y ajeno, un dolor profundamente humano pero que no cuenta con un
trasfondo ideológico político, sino sentimiento humanitario impertérrito e íntegro.
En el Perú e incluso en sus primeros años en Europa
(1923- 1928) el poeta no había definido una visión
política de la realidad. Desde sus años en Trujillo
había tenido sus simpatías por los movimientos
obreros y estudiantiles que en aquellos años
movilizaban al país cohesionados por el
anarcosindicalismo, pero sin demasiado entusiasmo.
Lo que va a definir políticamente su siempre carácter
solidario y humanitario serán los tres viajes que
emprende a la URSS entre los años de 1928 y 1931.
César Vallejo se asume comunista y revolucionario y su poesía tiene un viraje muy importante
dando origen a una de las obras poéticas con claros contornos políticos de una calidad
insuperable, pero sin perder su carácter universalista y humano.
La solidaridad entre todos los hombres de la tierra será su nuevo evangelio. Sin embargo los
referentes cristianos existen, pero se hacen profanos. La piedad no disminuye, al contrario, en
muchos momentos se intensifica; es decir, asume la retórica bíblica para expresar un
ecumenismo poético que será el derrotero para sus libros de poesía escritos en Europa:
Poemas en prosa, Poemas humanos y España, aparta de mí este Cáliz. En muchos de los
poemas que conforman estos libros leemos versos estremecedores llenos de amor y esperanza
hacia el proyecto de humanidad al que aspira.
El paroxismo humanitario del hombre solidario llega con el ritmo trepidante que desarrolla en los
poemas más emblemáticos, un clímax que son verdaderas arengas o versos espasmódicos que
marcan la memoria por su ritmo y tono declamatorio, más no bullanguero; estruendoso, más no
estridente, un ejemplo es el poema “Los nueve monstruos”.
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a
paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos
veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa,
en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.
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6. […]
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido¹!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
(PH. “Los nueve monstruos”)
El último drama vivencial e histórico que recorrió el poeta fue la Guerra civil española. Este
acontecimiento marcó tanto su vida como artista y hombre que dedicaría un libro de poemas
entero a los ideales que defendía en este conflicto: España aparta de mí este cáliz. Lo
importante es recalcar que en los poemas de este libro Vallejo le canta al combatiente que
lucha y muere por el ideal de una sociedad más justa. Este es el auténtico héroe ya que
representa con su anonimato a todos los hombres, sea cual sea su ideal político, que luchan
por instaurar un régimen de paz, armonía y justicia social dentro del marco democrático.
Culmina su recorrido en dos extraordinarios poemas donde la inmortalidad por causa de la
solidaridad humana excede las expectativas del lector más exigente, que entiende
racionalmente que la muerte es muerte y no valen retóricas ante ese hecho.
“Masa” nos indica que el amor es más poderoso que la muerte y que el pueblo español, a
manera de un Lázaro, resucita, emerge de su postración en la medida que ni uno de los
hombres sobre la faz de la tierra deja de concurrir a su destino trágico. La lectura rebasa el
contexto de la Guerra Civil y es leída como un canto universal de la solidaridad.
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un
hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos
mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada
contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste,
emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
(EAMEC. “Masa”)
LA IDENTIDAD
6
7. El tema de la identidad en Vallejo conlleva una complejidad que excede las pocas páginas que
tenemos a nuestra disposición; pero, a manera de reflexión, vamos a plantearnos una
interrogante y ensayaremos algunas respuestas.
¿Cómo se constituye Vallejo en un símbolo de la identidad nacional peruana?
Pregunta compleja si se tiene en cuenta que en realidad no se tiene claro qué es la identidad
nacional en el caso del Perú. Observemos algunos versos del siguiente poema.
Madrugada. La chicha al fin revienta
en sollozos, lujurias, pugilatos;
entre olores de urea y de pimienta
traza un ebrio al andar mil garabatos.
"Mañana que me vaya..." se lamenta
un Romeo rural cantando a ratos.
Caldo madrugador hay ya de venta;
y brinca un ruido aperital de platos.
Van tres mujeres..., silba un golfo... Lejos
el río anda borracho y canta y llora
prehistorias de agua, tiempos viejos.
Y al sonar una caja de Tayanga,
como iniciando un huaino azul, remanga
sus pantorrillas de azafrán la Aurora.
(LHN. “Terceto autóctono, III”)
7
11. Este poema de estirpe modernista de
características preciosistas y anecdóticas
pertenece a un primer acercamiento a lo
autóctono rural por parte del poeta. La
descripción de la resaca de la fiesta patronal
típicamente serrana, el lamento de un zagal que
ve próxima la partida lejos de su querencia, la caja de tayanga, el huayno azul, la alusión
exótica de un “Romeo”, entre otros elementos, constituyen un Vallejo que coge con pericia
poética un tema vernacular, pero la rima, la métrica de endecasílabos son de rancia estirpe
española.
Vallejo inicia una aventura literaria que empieza con poemas como el ya citado y que irá
pensando estéticamente y constantemente sobre su identidad como universi homines. En el
poema “Idilio muerto” de Los heraldos negros, se identifica a sí mismo como un desarraigado,
como un hombre que debe alejarse del amor de una mujer que se encuentra en su tierra natal.
Él se sitúa en un mundo externo, agobiante: la urbe.
Qué estará haciendo esta hora
mi andina y dulce Rita de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.
Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.
Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.
Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: «Qué frío hay... Jesús!»
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.
(LHN. “Idilio muerto”)
En otros momentos de la poesía vallejiana hay una fuerte identificación con el elemento
sanguíneo: la familia. En el poema III de Trilce, la voz lírica se ubica en una celda, lugar que no
llegamos a percibir hasta el final de la lectura, ya que el poeta al inicio del poema nos transporta
a su infancia asumida como una forma de libertad para el encierro que sufre. La infancia en el
poema está representada por los hermanos pequeños y la madre.
En el poema LXV de Trilce nos muestra que es la madre la tierra a donde el poeta quiere
regresar en sus horas de mayor angustia. La madre aquí es equivalente a Santiago de Chuco,
la tierra natal. Una vez muerta la madre, el poeta siente el desarraigo del vientre materno
profundamente como un eterno niño adulto desvalido pues ella es alimento y hoy sus huesos
quieren ser harina para el pan de ese hambriento de amor, insaciable en que se constituye. La
madre en Vallejo es el núcleo de la familia donde la estructura patriarcal dominante pierde
sentido ante el eje estructurador de la ternura materna. César, desde que era un niño, tuvo que
dejar su hogar para estudiar la secundaria en Huamachuco y luego la universidad en Trujillo y
Lima, y por último París.
Madre, me voy mañana a Santiago,
a mojarme en tu bendición y en tu llanto.
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
de llaga de mis falsos trajines.
Me esperará tu arco de asombro,
las tonsuradas columnas de tus ansias
que se acaban la vida. Me esperará el patio,
el corredor de abajo con sus tondos y repulgos
de fiesta. Me esperará mi sillón ayo,
aquel buen quijarudo trasto de dinástico
cuero, que para no más rezongando a las nalgas
tataranietas, la correa a correhuela.
Estoy cribando mis cariños más puros.
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q=mitologia+de+cesar+vallejo&espv=2&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=ijDyU4SsH4rmsASc5IHgCw&ved=0CAYQ_AUoAQ&biw=1366&bih=667#q=la+identi
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12. Estoy ejeando, ¿no oyes jadear la sonda?
¿no oyes tascas dinas?
estoy plasmando tu fórmula de amor
para todos los huesos de este suelo.
Oh si se dispusieran los tácitos volantes
para todas las cintas más distantes,
para todas las citas más distintas.
Así, muerta inmortal. Así.
Bajo los dobles arcos de tu sangre, por donde
hay que pasar tan de puntillas, que hasta mi
padre
para ir por allí,
humildóse hasta menos de la mitad del hombre,
hasta ser el primer pequeño que tuviste.
Así, muerta inmortal.
Entre la columnata de tus huesos
que no puede caer ni a lloros,
y a cuyo lado ni el Destino pudo entrometer
ni un solo dedo suyo.
Así, muerta inmortal.
Así.
(T.LXV)
La presencia de la madre en la identidad vallejiana posee una importancia radical dando cabida
a interpretaciones psicoanalítica como las sugeridas por el Dr. Max Silva Tuestaiii
, entre otros
especialistas. La madre sufre transformaciones desde la madre del poeta como individuo hasta
la madre España, dadora de vida, por la cual los hombres deben luchar para salvarla.
La identidad de un hombre se forja en parte con el amor a la pareja. César
Vallejo conoció al amor de su vida en París, se casó con ella en 1934
después de una convivencia de seis años. César escribiría pocos poemas
sobre Georgette Philippart, pero estos son de una intensidad superlativa.
La vida de este amor trascendió la muerte del poeta, ya que Georgette se
convirtió en la eterna viuda de Vallejo. De esta manera participó no solo en
su albacea literaria, protegiendo los manuscritos del poeta que pudieron
perderse irremediablemente si no fuera por su extremo celo y vigilancia;
sino que defendió la memoria del esposo contra las maledicencias y las
ediciones piratas y descuidadas de su obra. A continuación un fragmento
del poema “Palmas y guitarras” que pertenece a Poemas humanos.
Ahora, entre nosotros, aquí,
ven conmigo, trae por la mano a tu cuerpo
y cenemos juntos y pasemos un instante la
vida
a dos vidas y dando una parte a nuestra
muerte.
Ahora, ven contigo, hazme el favor
de quejarte en mi nombre y a la luz de la
noche teneblosa
en que traes a tu alma de la mano
y huimos en puntillas de nosotros.
Ven a mí, sí, y a ti, sí,
con paso par, a vernos a los dos con paso
impar,
marcar el paso de la despedida.
[…]
Hoy mismo, hermosa, con tu paso par
y tu confianza a que llegó mi alarma,
saldremos de nosotros, dos a dos.
¡Hasta cuando seamos ciegos!
¡Hasta
que lloremos de tánto volver!
Ahora,
entre nosotros, trae
por la mano a tu dulce personaje
y cenemos juntos y pasemos un instante la
vida
a dos vidas y dando una parte a nuestra
muerte.
Ahora, ven contigo, hazme el favor
de cantar algo
y de tocar en tu alma, haciendo palmas.
¡Hasta cuando volvamos! ¡Hasta entonces!
¡Hasta cuando partamos, despidámonos!
(PH. ”Palmas y guitarras”)
¿Cómo entendemos el valor de la identidad en Vallejo con relación al Perú y nuestra cultura?
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13. Sin duda alguna Vallejo es peruano y su poesía lo es también, no obstante, afirmamos que su
obra poética y su imagen como poeta ha dejado de ser exclusivamente peruana para ser
llamada universal. Entonces, ¿cómo entendemos los conceptos de pertenencia y universalidad
sin caer en una paradoja?
El hombre universal vallejiano se entiende como un hombre que se identifica con lo que es y
con todo lo que le rodea. Las identidades que posee, pues son varias, las asume como hombre
de todas las latitudes: la identidad con la familia, con las raíces nacionales, con un pueblo
extranjero en guerra (España), con la mujer-pareja, con el hombre que sufre, entre otros;
proyecta a Vallejo como un ciudadano del mundo donde se aspira alcanzar la utopía de
fraternidad universal.
Así el concepto de lo peruano cobra sentido porque aun siendo criollo limeño, cholo
amestizado, nativo aguaruna, indígena serrano, descendiente de migrante extranjero o de
cualquier otra etnia o cultura de las muchas que conforman el variopinto mosaico de lo peruano;
hallamos en la figura Vallejiana, construida con versos, fuera de sus particularidades, lo
universal humano. El amor, la esperanza, la solidaridad pertenecen a la raza humana que, en
verdad, es la única que cuenta. Así lo manifiesta en el siguiente poema:
Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo
no me duelo ahora como artista, como hombre
ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro
este dolor como católico, como mahometano ni
como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me
llamase César Vallejo, también sufriría este
mismo dolor. Si no fuese artista, también lo
sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera,
también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni
mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro
desde más abajo. Hoy sufro solamente.
[…]
(PP. “Voy a hablar de la esperanza”).
En conclusión, Vallejo se convierte en paradigma de un proyecto de nación que aspira a ser
inclusivo para con la diversidad dentro de nuestras fronteras y bajo esa premisa lograr una
autentica inserción en el contexto internacional. Tenemos la esperanza de que universi homines
vallejiano se imponga sobre nuestros problemas nacionales y se erija como camino a seguir.
LA POESÍA VALLEJIANA Y LA INVESTIGACIÓN
La investigación es una actividad inherente a la ciencia y también al arte.
Entendida como la búsqueda de un conocimiento orientado a un fin es el
sustento más cierto de la innovación y la creatividad. Vallejo se configura
como el paradigma de un inquisitorem hominis (hombre investigador).
Nadie puede intentar explicar la maravillosa alquimia que parecen
poseer los versos vallejianos sino no entenderíamos la labor del
investigador, el trabajo de acierto- error que implica el arte poética como
construcción y no inspiración. Los primeros poemas de Vallejo nos
muestran a un poeta en ciernes que ensaya sus armas líricas muy lejos
de la genialidad que mostraría en sus composiciones maduras. Por
ejemplo, el poema “Primaveral”iv
publicado en 1915.
¡Primavera estás aquí! Como un aliento
de Dios, que brilla, vuela... endulza y canta,
penetra al corazón y al pensamiento
y en la tierra y en el cielo se agiganta!
Excelsa juventud, ama con ella
y con su beso de luz sé un Prometeo,
y sube hasta arrancar de alguna estrella
el Edén Inmortal de tu deseo.
¡Oh juventud! La hermosa Primavera
su flor de fuerza y luz pone en tu pecho:
acoge a su perfume tu bandera
en tu lid por la Patria y el Derecho.
Escudo contra el golpe del destino:
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14. contra el traidor escollo voz de alerta;
pulverizando vallas del camino,
te lleva el bien fecundo y gloria cierta.
[…]
Es increíble que dos años después el poeta mostrara una madurez poética al declamar en 1917
en la casa de Macedonio de La Torre el famoso poema “Los heraldos negros”. Este hecho se
explica solo con el fruto del trabajo de investigación que Vallejo haría de los poetas modernistas
de su época, pero no los de la pompa y el color estridente; sino del vigor humano, del desgarro
y de la emoción a flor de piel. De este famoso poema se guarda un manuscrito anterior a la
versión definitiva que fuera publicado en el libro que lleva el mismo nombre.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Como estos hay muchos ejemplos de las continuas correcciones que hacía Vallejo, a partir de
los manuscritos originales o publicaciones en revistas, antes de las versiones definitivas que
incluirá en sus libros. Con ello queda abolida la idea de un Vallejo que nació genio y que no
necesitó del arduo trabajo, el medio más seguro para lograr un producto estético de nivel
superlativo. El poeta nos permite entender la genialidad como una suma de talento, trabajo,
investigación, perspicacia y sobre todo perseverancia.
Estando en Europa, siendo ya un poeta en la plenitud de sus facultades artísticas, su afán por
la perfección artística se incrementa de la mano con el trabajo y la investigación de la forma
poética. En textos reflexivos como El arte y la revolución, aseverará que el poema es como un
organismo vivo que, a diferencia de los que hallamos en la naturaleza, si se le quita siquiera
una coma muere irremediablemente.
Como ejemplo de lo dicho anteriormente observemos el manuscrito de uno de sus poemas más
famoso “Los nueve monstruos”. En él podemos observar la gran cantidad de correcciones y
agregados que el poeta hace a partir de una primera versión.
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de alguna fe adorable que traiciona el destino
son esos rudos golpes las explosiones súbitas
de alguna almohada de oro que funde un sol maligno
(LHN: “Los heraldos negros”)
15. Sabemos que César fue un estudioso e investigador literario muy acucioso, prueba de ello es
su tesis de bachiller sustentada en la Universidad de La Libertad para optar el grado de
bachiller en letras y filosofía titulada “El romanticismo en la poesía castellana”. A esto se
agrega la gran cantidad de artículos periodísticos que escribió, sobre todo en Europa, en donde
desfilan los temas más diversos del quehacer cultural, artístico, deportivo, científico o de
coyuntura política mundial, incluso la moda y la farándula de la época no le fue desconocida. A
esto se agrega también dos libros de crónicas de viaje Rusia en 1931, Reflexiones al pie del
Kremlin y Rusia ante el segundo plan quinquenal en donde hace un análisis de la sociedad
soviética a manera de relato periodístico vivencial y con rigor informativo documental.
De esta manera surge la figura del inquisitorem hominis, que es la piedra angular del éxito de
César Vallejo como escritor y no la supuesta inspiración momentánea que sin el rigor del
trabajo del investigador no pasa a ser más que un fulgor intermitente y no un farol que guía.
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16. i
Bendezú, E. (1969). La poética de Martín Adán. Lima: P.L. Villanueva.
ii
Bendezú, E. (2006). César Vallejo, Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen. Lima: Editorial Universitaria.
iii
Silva, M. (2013). Una mirada psicoanalítica a la vida de César Vallejo. Cátedra Vallejo, revista de estudios vallejianos y
creación literaria, año 1, nº 1, pp. 61- 71.
iv
En La Reforma, año IV, núm. 1155, Trujillo, 25 de setiembre, 1915, p. 3.
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Actividades
1. En forma grupal, analizar el poema designado por el docente e identificar los valores
vallejianos.
2. A partir de sus saberes previos y del poema analizado, redactar un comentario en un papelote
sobre la aplicación de los valores vallejianos (actividad 1) en la vida universitaria.
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