la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
Hojita de los niños. Domingo de Ramos
1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.290 • 20 de marzo de 2016
¡La buena noticia para todos! • Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
7 DIFERENCIAS BÍBLICASMensaje de
La Palabra de Dios
para esta semana
Durante el domingo de
Ramos las iglesias se
llenan de gente que se
acerca para recibir un
ramo y tenerlo durante
el año en su casa. Ese
ramo simboliza el reci-
bimiento que le hicieron
a Jesús cuando entró
a Jerusalén. El pueblo,
salió a la calle porque
había oído hablar de él
y de los signos que ha-
cía, curando a los en-
fermos y dando de co-
mer a los hambrientos.
Que nos contagiemos de
este entusiasmante en-
cuentro con Jesús y que
nos dure toda la vida.
Busca las 7 diferencias mientras piensas
cómo puedes recibir a Jesús en tu corazón.
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
Primera lectura: Isaías 50, 4-7
El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa
reconfortar al fatigado con una palabra de aliento.
Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. El Señor
abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me
golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro
cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido;
por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.
Q
legó el día de los Ácimos, en el que se debía inmolar la víctima pascual.
Cuando fue la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les
dijo: –He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes
de mi pasión, porque les aseguro que yo no la comeré más hasta que llegue a su
pleno cumplimiento en el Reino de Dios.
Y tomando una copa, dio gracias y dijo: –Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro
que desde ahora no beberé más el fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios. Luego tomó el
pan, dio gracias, lo partió y lo dió a sus discípulos diciendo: –Esto es mi cuerpo, que se entrega por
ustedes. Hagan esto en memoria mía. Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: –Esta
copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes. La mano del traidor
está sobre la mesa, junto a mí. Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado,
pero, ¡ay de aquel que lo va a entregar! Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de
ellos sería el que iba a hacer eso. Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como
el más grande. Jesús les dijo: –Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el
poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al con
trario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor.
Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la
mesa? Y sin embargo, Yo estoy entre ustedes como el que sirve. Ustedes son los que han permane
cido siempre conmigo en medio de mis pruebas. Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre
me la confirió a mí. Y en mi reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre
tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder
para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después
que hayas vuelto, confirma a tus hermanos. Pedro le dijo: –Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la
cárcel y a la muerte. Pero Jesús replicó: –yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo,
habrás negado tres veces que me conoces. Después les dijo: –cuando los envié sin bolsa, ni provisio
nes, ni sandalias, ¿les faltó alguna cosa? Respondieron: –Nada. Él agregó: –Pero ahora el que tenga
una bolsa, que la lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada,
que venda su manto para comprar una. Porque les aseguro que debe cumplirse en mí esta palabra
de la Escritura: «Fue contado entre los malhechores». Ya llega a su fin todo lo que se refiere a mí.
Evangelio: Lucas 22, 7.14–23, 56
L
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3. La hora de la siesta, en las provincias del norte, es
sagrada. La primera vez que la abuela fue de visita,
se sorprendió de que interrumpieran tantas horas el
trabajo. Su hijo le explicó que era imposible estar a
pleno rayo de sol, por más protector solar, sombre-
ro o camisa de manga larga
que se usara. Sin embargo,
la abuela no le hizo caso y,
mientras todos descansaban
dentro de las casas frescas,
construidas de pirca y adobe,
decidió ponerse el sombrero,
tomar una botellita de agua
de la heladera y salir a dar
una vuelta. Voy hasta donde
están los animales, pasando
la huerta, son sólo doscientos
metros, dos cuadras, pensó.
Fueron los doscientos metros
más largos de su vida. Ni bien
pasó debajo de la última hi-
guera, los rayos del sol se clavaron en su piel, a tra-
vés de la ropa. Se mojó la cabeza con el agua y así
llegó al chiquero de los chanchos. Envidió la sombra
de las chapas donde se apretaban los animales, in-
móviles, para gastar la menor cantidad de energía
posible. Ella era la única que se movía, ni el viento se
atrevía a desafiar al sol, rey indiscutible a esa hora.
Vio, unos pasos más adelante, un olivo. Calculó que
las fuerzas le daban para recargar la botella con la
manguera con la que le daban agua a los animales y
así poder llegar hasta allí.
Cuando la familia se levantó de la siesta, empezaron
a buscarla. Al rato, la vieron venir del fondo, medio
atontada por el calor, pero bien. Había buscado re-
fugio pegadita al tronco y se había dormido cubierta
por su sombra.
Esa noche, la abuela comenzó el cuento sin que sus
nietos propusieran el tema.
—Hace muchos, muchos años, antes de que mis
abuelos nacieran, grandes árboles surgieron en la
tierra. No eran grandes por su tamaño. Otros árbo-
les mucho más altos o gruesos ya poblaban la tierra.
Tampoco eran grandes por el tamaño de sus hojas.
Al contrario, sus hojas eran
finitas y pequeñas, pero tan-
tas y tan cerca una de la otra,
que su sombra era buscada
por personas y animales. Los
rayos del sol no los atravesa-
ban. Vivían muchísimos años
y daban uno de los alimentos
más valiosos. Son los olivos
que nos ofrecen las aceitunas
con las cuales se hace el acei-
te de oliva, o se pueden co-
mer solas en la picada, o en
una ensalada... No es sencillo
reconocer cuándo están ma-
duras. No podemos comerlas
directo del árbol, como hacemos con otros frutos.
—Cuando yo era chiquito —dijo uno de los nietos
más pequeños—, me comía las aceitunas que caían
al suelo, todavía verdes, y terminé con una gran des-
compostura.
—Estos árboles esconden muchas historias. Apare-
cen en textos antiguos, como en la Biblia. Cuando el
diluvio universal cubrió toda la tierra y Noé hizo la
barca para sobrevivir. Después de pasados cuarenta
días dejó salir una paloma. La paloma regresó con
una rama de olivo en su pico y supo que el agua es-
taba bajando. No se pudrió bajo del agua, soportó la
destrucción. También saludaban con ramas de olivo
a los reyes que llegaban a una ciudad; al mismo Je-
sús, lo recibieron agitando ramos de olivo. Se cree
que los primeros olivos nacieron en Asia, en la Me-
sopotamia. A mí me gusta pensar que una vez, una
mujer, cansada de trabajar la tierra, con la cintura
Cuentos de vida
Cuento de olivo
de María Inés Casalá - Dibujo de Hania Kollenberger
La abuela fue a visitar a sus nietos y nietas que vivían en la montaña. Todas las noches, antes de
dormir, les contaba un cuento. “Un cuento de la cabeza”, decía la nieta menor, es decir un cuento
inventado. La abuela estaba convencida de que los relatos salían de la vida, pero le resultaba
muy interesante el decir de su nieta. Puedes pedir todos los relatos a: inescasala@gmail.com
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4. El Bebéhojita
y sus amigos
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
dolorida de tanto estar agachada, pidió a sus dioses
cosechar algo de pie. Pidió y pidió, con tanta fuer-
za, que en el fondo de su casa, apareció un brote
extraño. La mujer no sabía qué era, pero sacó los
yuyos que estaban a su alrededor y dejó espacio
para la planta. Su esposo se rió y le preguntó por
qué dejaba esa planta sola y rodeada de piedras pa-
ra que nadie la pisara. La mujer le contestó que esa
planta era la respuesta que los dioses daban a sus
oraciones. El hombre no se atrevía a discutir con
ella cuando le daba estos argumentos y, además,
la planta no le molestaba. En ese lugar el sol pe-
gaba muy fuerte, no podría sobrevivir. Le prohibió
a su mujer gastar agua en ese yuyo y se olvidó del
asunto. La mujer, que era la que iba a buscar agua,
le llevaba un vasito de agua de vez en cuando. No
le contaba a nadie, pero sentía que la planta se lo
agradecía y le decía que ese poquito que le llevaba
era suficiente.
Pasaron los años, y el yuyo se convirtió en un árbol
bajo el cual se sentaba a descansar y comía la fami-
lia. Los niños trepaban por las ramas que sostenían
sus cuerpos y sus sueños.
Se lamentaban de que no pudieran comer sus fru-
tos, hasta que una vez, luego de una guerra de acei-
tunas entre los niños, quedaron tiradas sobre una
esterilla varios días al sol. Cuando las probaron, el
fruto se había convertido en un manjar.
Ya anciana, la mujer recordaba su pedido de cose-
char algo de pie.
Voy por un caminito, voy por el otro y mañana… te
cuento otro.
www.sanpablo.com.ar
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.233.004 del 29/5/2014
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs. As., Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
Teléfono (011) 5555-2424 / Fax: (011) 5555-2425 / E-mail: inescasala@gmail.com / Impreso en G.S.Gráfica s.r.l.
Charlone 958 - B1868DZF Piñeyro, Avellaneda, Bs. As. Correo Argentino Suc. 2 (B): Franqueo a pagar cuenta 14.471.
En Uruguay: SAN PABLO, Colonia 1591 (11200) MONTEVIDEO.
Tel.:24018332, cels.:09494307/095728681, Mail: libreria@san-pablo.com.uy
Para pensar y
conversar después
de leer el relato
¿Pides con fuerza lo que deseas?
¿Eres capaz de esperar el tiempo de
cada cosa?
Ser misericordiosos
nos hace felices.
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