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SANTIDAD Y APOSTOLADO, 1 El  núcleo  de la fe cristiana no es un conjunto de verdades sino  una persona , Jesucristo, que nos habla con sus obras y palabras del Amor de Dios Padre por la humanidad. “ Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” ( 1 Ts 4, 3 ). Es un compromiso que no afecta sólo a algunos cristianos: “ Todos  los cristianos, de cualquier clase o condición, están llamados a la ple- nitud de la vida cristiana y a la  perfección  del amor” ( Lumen gen- tium 40 ). Preguntar a un catecúmeno: “¿quieres ser santo?” “significa ponerle en camino del Sermón de la Montaña: ‘Sed  perfectos  como es perfec- to vuestro Padre celestial’ ( Mt 5, 48 )” ( Novo millennio ineunte 31 ). TE 1 de 45
SANTIDAD Y APOSTOLADO, 2 La palabra hebrea  qadosh  –antecedente de sanctus y  santo - proviene de la raíz qds que significa  separar , cortar e indica lo separado, lo distinto. “El Santo” significa que Yahvé es el diverso, el separado, el totalmente  otro  respecto de lo caduco y limitado del hombre. Muestra su absoluta  trascendencia . En el  AT  el pueblo de  Israel  es un pueblo  santo , porque ha sido elegi- do por Dios y  separado  de los demás pueblos para participar de los bienes divinos y vivir según la ley de Dios. TE 2 de 45
SANTIDAD Y APOSTOLADO, 3 La santidad alcanza su punto máximo en  Jesús . Recibe también el título “El Santo”. Su  sacrificio , a diferencia del culto del AT que sólo purificaba de forma limitada,  santifica  a los creyentes en verdad, comunicándoles la santidad. Los  cristia- nos  son  santos  en Cristo, por la presencia del Espíritu Santo en ellos; por el bautismo y por la fe participan de la  vida de Cristo  resucitado. “ Los seguidores de Cristo,  llamados  por Dios, no en virtud de sus propios méritos, sino por designio y  gracia  de Él, y justificados en Cristo Nuestro Señor, en la  fe  del bautismo han sido hechos hijos de Dios y partícipes de la  divina naturaleza , y por lo mismo santos ” ( Lumen gentium 40 ). TE 3 de 45
SANTIDAD Y APOSTOLADO, 4 Desde la perspectiva  ontológica , el cristiano ya es santo porque en el bautismo es ya  divinizado , y hecho partícipe de la  natura- leza divina ,  hijo  de Dios en Cristo, posee el amor de Dios, la caridad. Desde la perspectiva  existencial  el cristiano tiene que convertir  todo su vivir en lo que ya es. Porque participa de la vida de Cristo, puede y debe actuar  como Cristo . Porque es santo,  puede y debe  actuar como santo. La santidad cristiana incluye  toda la exis- tencia  humana, porque deriva del nuevo ser. El cristiano conoce como Dios cono- ce ( fe ), ama como Dios ama ( caridad ) y está siempre llamado al crecimiento de la fe y la caridad ( esperanza ). TE 4 de 45
SANTIDAD Y APOSTOLADO, 5 La santidad es un  don  que recibimos de Dios, pero un don que exige inseparablemente la aceptación  por parte del ser humano, la corres- pondencia de la  libertad . “ Dios quiere que  todos  los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” ( 1 Tim 2, 4 ). Pero, a la vez, la elección y la llamada es personal : es la  vocación cristiana . El cristiano está llamado a la santidad por el hecho de ser  cristiano , no por algún otro título añadido.  Todos  los fieles están llamados a la santidad que no es otra cosa que la  plenitud  de la vida cristiana. La santidad crece progresivamente con el juego de la acción de  Dios  y la libertad  humana . TE 5 de 45
SANTIDAD Y APOSTOLADO, 6 “ Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” ( Mt 28, 19 ). La  misión  de la Iglesia como la de Cristo es conducir todas las cosas al Padre,  santificar  a todos los hombres. Los artífices de esta misión son  cada uno  de los cristianos de todas las épocas. La  unidad  entre santidad y apostolado es la unidad inseparable entre  vocación  y  misión en la Iglesia. La Iglesia es “sacramento uni- versal de salvación”. Dios concede la voca- ción al cristiano para ser santo  y santificar . TE 6 de 45
SANTIDAD Y APOSTOLADO, 7 “ No  es posible  separar  en Cristo su ser Dios- Hombre y su función de Redentor” ( San Jo- semaría ). Este principio se realiza también en el  cristiano  por ser “otro Cristo, el mismo Cristo”. “ Nuestra vocación de hijos de Dios, en medio del mundo, nos exi- ge que  no  busquemos  solamente  nuestra santidad personal, sino que vayamos por los senderos de la tierra, para convertirlos en trochas que, a través de los obstáculos, lleven las almas  al Señor ; que tomemos parte como ciudadanos corrientes en  todas  las acti- vidades temporales, para ser  levadura  que ha de informar la masa entera” ( San Josemaría, Es Cristo que pasa 120 ). TE 7 de 45
SANTIDAD Y APOSTOLADO, 8 El apostolado se ejerce de diversas maneras según la  diversidad  de los fieles. A los  laicos  les “pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios ocupándose de las realidades  temporales  y ordenán- dolas  según Dios ” ( Lumen gentium 31 ). “ Dios  os llama  a servirle en y desde las tareas civiles, materiales,  seculares  de la vida humana: en un labora- torio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso pa- norama del trabajo, Dios  nos espera  cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino,  escondido  en las situa- ciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir” ( San Josemaría, Conversaciones 113 ). TE 8 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 1 La  vida espiritual  es vida de conocimiento y de amor; sobre todo de un conocer y amar  personales : conocer a Dios y conocer a los demás, a quienes se ofrece un amor consecuente a ese conocimien- to. La potencia del conocer y amar es  elevada por la gracia , que asume y  perfecciona  la naturaleza. “ Dios creó al hombre  a su imagen , a ima- gen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” ( Gn 1, 27 ). El ser humano ocupa un lugar  único  en la creación: sólo él está llamado a participar en la  vida de Dios por el conocimiento y el amor. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fun- damental de su  dignidad . TE 9 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 2 Elementos de la vida espiritual humana, 1 Espiritualidad : la persona humana es  sustancia indivi- dual de naturaleza racional . Subsiste por sí, obra por sí, tiene dominio propio en el acto, es causa propia en el obrar. Relacionalidad : que el ser humano es imagen de Dios significa que es  persona , no es solamente algo sino alguien . Implica la necesidad de buscar  un tú , alguien con igual dignidad –de persona- con quien compartir conocimiento y amor. Lo principal de la vida del espíri- tu no es el conocimiento de las cosas, sino el conoci- miento de las personas, que lleva por naturaleza a amarlas . a b TE 10 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 3 Elementos de la vida espiritual humana, 2 d c Corporalidad : el núcleo de la imagen de Dios radica en la espiritualidad, pero  no se agota  en ella. La unidad del al- ma y del cuerpo es total y profunda (alma “ forma ” del cuerpo). Gracias al  alma  espiritual, la  materia  que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente. En el hombre, el espíritu y la materia  no  son  dos  naturalezas unidas, sino que su unión constituye una  única  naturaleza. Historicidad : La corporalidad hace que la persona huma- na tenga  tiempo e historia . La corporalidad implica la necesidad del ser humano de  perfeccionarse  paso a paso, integrando y armonizando los distintos aspectos de su vi- da progresivamente, lo que hace del hombre un ser con historia , tanto  personal  como  colectiva . TE 11 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 4 Elementos de la vida espiritual humana, 3 e Sobrenaturalidad : La  gracia  no destruye la naturaleza sino que la asume y  eleva . Por eso la vida cristiana es realmente la vida humana llevada a un grado de especial  plenitud . “ El misterio del hombre solamente se comprende en el misterio de  Jesucristo , Dios verdadero y hombre verdadero, quien manifiesta  plenamente  el hombre al mismo hombre y le hace patente su altísima  voca- ción ” ( Gaudium et spes 22 ). Por esto la mujer o el hombre cristia- no es la mujer o el hombre  au- téntico  y en plenitud. Y por esto todo ser humano está  llamado a ser cristiano. TE 12 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 5 El hombre es imagen personal de Dios Uno y Trino. El  hombre  ha sido  introducido  en la vida íntima de  Dios  y Dios se ha intro- ducido en la vida íntima del hombre. Somos templos  del Espíritu Santo, la  Trinidad  inha- bita en el cristiano. La inhabitación implica el comunicarse  íntimo y personal  de un Dios vivo que se hace presente en el hombre para hacerle  participar  de su vida e invitarle a afrontar la existencia en comunión y diálogo con Él. Presencia de la Trinidad de tal manera que el propio sujeto humano es  introducido  en el seno de la Trinidad. TE 13 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 6 La inhabitación de la Trinidad en el cris- tiano, por la acción del Espíritu Santo que nos incorpora a Cristo,  nos transforma  en hijos de Dios Padre. Con la revelación del  Padre , Jesucristo nos habla de su Filiación divina, de la Trinidad y también de nuestra condición de  hijos adoptivos . Somos hijos adoptivos de Dios, pero la adopción  divina  no es como la adopción jurídica humana. Estamos ante una filiación ontológica , que toca y transforma  desde dentro  al ser humano. Es una nueva creación, un nuevo nacimiento a la vida sobrenatural. TE 14 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 7 Esta transformación del ser nos hace partici- par de la única Filiación  natural  del Dios Hi- jo, y por eso somos hijos  en  el Hijo. Partici- pamos de la filiación divina por la presencia y la acción del Espíritu Santo en el alma, que  nos cristifica , nos configura con Cristo. Así somos  hijos de Dios Padre en el Hijo por el Espíritu Santo . La santidad no es otra cosa que la plenitud de la  filiación divina . Por la inhabitación, el hombre está  endiosado . Los cristianos so- mos “partícipes de la  naturaleza divina ” ( 2 P 1-4 ), de la vida tri- nitaria: “no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo  somos ” ( 1 Jn 3, 1 ). TE 15 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 8 Con el Espíritu Santo, la gracia que llena el alma informa nuestras acciones , nuestro modo de pensar y de sentir, nuestra existencia entera . El cristiano, en su existencia  ordinaria  y corriente, en los detalles más sencillos, en las circunstancias normales de su jorna- da habitual, debe poner en ejercicio la fe, la esperanza, la caridad. Vivimos la  libertad de los hijos de Dios : “La libertad adquiere su auténtico sentido cuando se ejercita en servicio de la  verdad  que rescata, cuando se gasta en buscar el  Amor infinito  de Dios, que nos desata de todas las servidumbres” ( San Josemaría, Amigos de Dios 27 ). “ El que no se sabe  hijo de Dios , desconoce su  verdad más íntima” ( Idem 26 ). TE 16 de 45
VIDA DE HIJO DE DIOS, 9 Al ser la dimensión  más radical  del ser y vivir cristiano, la filiación divina está presente y con- figura la actitud de la persona en la  labor profe- sional , la vida de  oración , la aceptación alegre del sufrimiento y del  dolor , el empeño por  acer- car a Dios  a todos los que nos rodean, etc. En la vida de cada día, el sabernos hijos de Dios fundamenta la actitud de  confianza  propia del cristiano. Una confianza en la providencia  amorosa y paterna  de Dios. Esto tiene como conse- cuencia en el plano personal, la  serenidad , la  paz  interior y la alegría  pase lo que pase, porque todo un Dios, Padre y Omni- potente, nos sostiene. TE 17 de 45
IDENTIFICARSE CON CRISTO, 1 Jesucristo es el centro tanto de la  teología  como de la  vida  espiritual. De la  teología : Cristo es la Verdad, la  cumbre  de la revelación divina: 1) revela plenamente la vida de  Dios ; 2) es la revelación acabada de la dignidad del  hombre  y del valor del existir humano; 3) nos revela la gravedad del  pecado  y la realidad de su superación  por la gracia que la cruz nos alcanza. De la  vida cristiana : está centrada en  Cristo . Él es la Vida. La san- tidad del cristiano y de la Iglesia viene de la santidad de Cristo. El cristiano es  hijo  de Dios  en  Cristo y la vocación cristiana es elección y llamada en Cristo. La vida espiritual es  seguimiento  de Cristo. El cristiano es  otro  Cristo,  el mismo  Cristo. TE 18 de 45
IDENTIFICARSE CON CRISTO, 2 En los Evangelios se habla principalmente del seguimiento de Cristo, sobre todo con dos términos: “ seguir ” y “ discípulo ”. En los  sinópticos , seguir significa “caminar detrás de  Jesús ”, y tam- bién llevar la  cruz . La llamada a seguir a Jesús se extiende a todos. El término “discípulo” se aplica a los doce, a los 72 y se hace similar a “ cristiano ” (“todo el que dé de beber tan sólo un vaso de agua a uno de estos pequeños por ser discípulo...” ( Mt 10, 42 )). En San  Juan , los discípulos son los  fieles  de la comunidad cristiana. El discípulo es el que tiene fe . El discípulo se conoce sobre todo por la  ca- ridad  (el mandamiento del Amor). TE 19 de 45
IDENTIFICARSE CON CRISTO, 3 San  Pablo  emplea poco el término “seguir”. Usa más bien la palabra imitar o  imitación . Jesucristo es el modelo a imitar. La santificación es igual a la  cristificación . La existencia del cristiano es una vida  en  Cristo y  con  Cristo. La imitación en el obrar no es un camino hacia la incorporación a Jesucristo, sino una consecuencia de ella: como Cristo  ya  está presente  en el cristia- no , éste debe comportarse de acuerdo con esa ín- tima realidad. No  estamos ante una imitación simplemente  externa  sino de la per- sona en su totalidad, tanto  ontológica  como  existencial . Esto es po- sible porque Cristo  vive  y además vive en el cristiano. TE 20 de 45
IDENTIFICARSE CON CRISTO, 4 Cristo  vive , no es un personaje del pasado ni un mito: los misterios de su vida son actuales, nuestra relación con Él es  contemporánea . El seguimiento y la imitación de Cristo implican verdaderamente una  identificación  con Cristo. Es una realidad  sacramental , especialmente por el Bautismo y la Eucaristía. Es una identificación radical, ontológica, que da lugar a un  hombre nuevo .  Es obra del  Espíritu Santo , pero necesita la libertad  del hombre, la docilidad a su acción. Es una identificación  eclesial : llegamos a Cristo sólo a través de la  Iglesia  que posee la imagen integral y auténtica de Cristo. TE 21 de 45
IDENTIFICARSE CON CRISTO, 5 La imitación de Cristo se traduce en el trato personal  del cristiano con Jesucris- to. La vida espiritual es el trato con Cris- to en el Pan y en la Palabra. Jesús que nació de María y murió y resucitó en Jerusalén, es  contemporáneo  nuestro. Cristo es ontológicamente el  Hijo del Padre , lo que implica que en Cristo todo es  filial . Por eso en todo proceso de configuración con Cristo, se hará presente esta dimensión filial. La vida cristiana es un proceso de crecimiento en la  filiación al Padre , un vivir todo con sentido filial en referencia al Padre. La  identificación  con Cristo del cristiano implica crecer en la con- ciencia de sí mismo como  hijo de Dios . TE 22 de 45
IDENTIFICARSE CON CRISTO, 6 El Hijo vive en relación al  Padre : cumplir la  voluntad  del Padre es amar a los hombres, venir al mundo para  salvar  a los hombres. El cristiano se identifica con Cristo cuando su voluntad es hacer en todo  la voluntad del Padre. Imitamos a Cristo viviendo su  amor , viviendo con perfección las virtudes ,  acercando  a los hombres a Dios. El cristiano es otro Cristo,  el mismo Cristo cuando  ama  como Cristo, cuando como Cristo todas sus acciones están  referidas al Padre , y de este modo muestran a los  hombres  el amor de Dios. TE 23 de 45
IDENTIFICARSE CON CRISTO, 7 Todos los deseos, ilusiones, proyectos y aspira- ciones de la persona humana caben en el  amar a Dios  y  a los demás  con obras y de verdad, porque Dios nos ha  creado  por amor y nos ha destinado  al amor. Como el amor llega a  toda  la realidad personal, cualquier acción humana, grande o pequeña, siempre que sea recta en sí misma, puede realizarse  por amor  de Dios. De ahí que la categoría de las acciones humanas dependa no tanto de su valor propio cuanto del amor a Dios que expresan. Todos los acontecimientos de la vida  cotidiana  pueden convertirse en manifestación del amor de Dios. La caridad es el  alma  de la santidad. TE 24 de 45
LA ORACIÓN, 1 Estructura del  Catecismo  de la Iglesia católica para explicar la oración: Jesús  ora , Jesús  enseña a orar , Jesús  escucha  la oración, y  María  ora. Jesús ora en circunstancias muy diversas: antes de los momentos  decisivos  de su misión, antes de la resurrección de  Láza- ro , etc. Se ve claramente la  continuidad de la relación entre Jesús y el Padre. La oración de Jesús, ideal de toda oración, es elevación hacia una intimidad divina  absolutamente única e inaccesible; pero es tam- bién  respuesta  fiel y plena al amor del Padre. TE 25 de 45
LA ORACIÓN, 2 La oración es una  necesidad  vital, la expresión de la nueva vida de hijos de Dios otorgada por la incorporación a Cristo. La oración cristiana tiene carácter  trinitario y filial  porque es un  diálogo  de vida con la  Trinidad  Santísima como  hijos de Dios . La oración del cristiano es  conversación  con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. “No te limites a hablar al Paráclito, ¡ óyele !” ( San Josemaría, Forja 430 ). La oración  litúrgica  debe hacerse oración personal y la oración  per- sonal  debe ser oración litúrgica. A través de la liturgia, la oración del cristiano en comunión con toda la  Iglesia  se alimenta del misterio de Jesucristo. TE 26 de 45
LA ORACIÓN, 3 La  oración vocal : se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de  qué  hablamos, de  Aquél  a quien hablamos y de quién  habla. Con esa conciencia del diálogo con Dios, la oración vocal se convierte en una  forma  de oración  contemplativa . La  meditación : habitualmente uno se ayuda de un libro. Hace inter- venir  toda  la persona: el pensamiento, la imaginación, el querer, la emoción, el deseo.  Profundiza  en las convicciones de fe, suscita la conversión  del corazón y fortalece la  voluntad  de seguir a Cristo. “ Orar es  hablar  con Dios. Pero, ¿de qué? - ¿De qué?  De Él, de ti : alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupa- ciones diarias (...). En dos palabras: conocerle y conocerte: ¡ tra- tarse !” ( San Josemaría, Camino 91 ). TE 27 de 45
LA ORACIÓN, 4 La  contemplación  es el nivel más profundo de la relación con Dios a la que debemos llegar los cristianos, el  culmen  de la ora- ción cristiana. Se trata de rezar (oración vo- cal), meditar (oración mental) y vivir (pre- sencia de Dios continua) contemplando. La contemplación es perfeccionamiento de la  fe  que nos permite descubrir la maravilla del  ser  de Dios y de su  presencia  en noso- tros. Pero no es una operación meramente intelectual. El pensa- miento de Dios lleva a  amar , esperar, alegrarse, admirar, honrar, adorar. En estos actos alcanzamos la bienaventuranza. Es un cono- cimiento al que acompaña el amor. La contemplación cristiana es conocer  amando  y amar  conociendo  en honda y vital compenetra- ción. Es mirar-contemplar a Dios y saber que nos mira-contempla. TE 28 de 45
LA ORACIÓN, 5 Contemplación y acción  no son incompatibles sino que se com- plementan y reclaman.  San Josemaría  explicita la “necesidad de disponernos a ser almas contemplativas,  en medio de la calle , del trabajo, con una conversación  continua  con nuestro Dios, que no debe decaer a lo largo del día” ( Amigos de Dios 238 ). “ Descubriremos cómo se puede dar relieve sobre- natural a las actividades aparentemente más  pe- queñas  (...) y comprenderemos con mayor hon- dura que la criatura necesita esos  tiempos  de con- versación íntima con Dios: para tratarle, para in- vocarle, para alabarle, para romper en acciones de gracias, para escucharle o, sencillamente, para estar con Él ” ( Idem 239 ). TE 29 de 45
LA ORACIÓN, 6 La oración es un  don  de la gracia y una  respuesta decidida por nuestra parte. Por eso supone siempre un  esfuerzo . La dificultad habitual de la oración es la  distracción . Otra es la  sequedad  o aridez, sin gusto. Es un mo- mento de  purificación  en el que la fe se hace más pura, desasida del consuelo humano. La tentación más frecuente es la falta de fe que se manifiesta en el activismo . Otra es la  tibieza , una forma de aspereza debida al re- lajamiento de la ascesis, a la negligencia del corazón. Otra el  de- saliento  que cierra el paso a la oración. Quien es  humilde  no se extraña de su miseria: ésta le lleva a una mayor confianza y a man- tenerse firme con la  constancia  en la oración. TE 30 de 45
LA ORACIÓN, 7 “ A los que amamos van  constantemente  las pa- labras, los deseos, los pensamientos: hay como una continua  presencia . Pues así con Dios. Con esta búsqueda del Señor, toda nuestra jornada se convierte en una sola  íntima y confiada  con- versación. Nuestro Señor nos hace ver –con su ejemplo- que éste es el comportamiento certero: oración constante, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana” ( San Josemaría, Ami- gos de Dios 247 ). La  vida contemplativa  es la vida concreta que a cada cristiano le corresponde afrontar (trabajo, familia, relaciones sociales...), en la medida en que va siendo informada por las  virtudes  teologales hasta hacer de ella una  continua oración . TE 31 de 45
LA ORACIÓN, 8 La  Eucaristía  es fuente y cima de la oración. Contiene y expresa todas  las formas de oración: es adoración, acción de gracias, peti- ción de perdón por el pecado (expiación) y oración de petición por nosotros y de intercesión por todos. En ninguna oración como en la Santa Misa, mi oración personal se hace más la oración de Cristo , que sube al  Padre  por la acción del  Espíritu Santo  en unión con toda la  Iglesia . “ Cuando participamos de la  Eucaristía , experimentamos la espiritualización  deificante del Espíritu Santo, que no sólo nos configura con Cristo, como sucede en el Bautismo, sino que nos  cristifica  por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo Jesús” ( San Josemaría, Es Cristo que pasa 87 ). TE 32 de 45
LA ORACIÓN, 9 La Misa es acción de la  Trinidad  en la que participamos los hombres. Como  raíz  nos alimenta y hace posible vivir la vida como hijos  de Dios Padre, injertados en Cristo por la acción del Espíritu Santo en nuestra alma. Como  centro  atrae  toda  nuestra vida a la celebración eucarística. La lucha espiritual debe intentar que toda la  jornada  se convierta en un acto de culto –prolongación de la Misa -, ofreciendo la existencia  cotidiana  (trabajo profesional, vida familiar...)  unida  al sacrificio eucarístico. No está de una parte el rito y de otra la vida.  Toda la vida del cristiano es una realidad cultual, como la vida de Cristo. Los cristianos hemos sido constitui- dos en “ sacerdotes de nuestra propia existencia ” ( San Josemaría, Es Cristo que pasa 96 ). TE 33 de 45
LA ORACIÓN, 10 Para corresponder al amor de Dios, para tener un programa de  vida cristiana , la solución consiste en participar  amorosamente  en la Santa  Misa , aprender en la Misa a tratar a Dios, a  cada una  de las Personas divinas, porque en este Sacrificio se encierra todo lo que el  Señor  quiere de nosotros. Pero vivir de esta manera la Misa, profundizar cada vez más en su misterio,  necesita  ir acompañado de la  oración personal , del trato íntimo con  María  y con Jesús, con el Padre, con el Espí- ritu Santo. TE 34 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 1 La voz  ascesis , de origen griego, proviene de un verbo que significa disponer,  ejercitarse con vista a un objetivo. El sustantivo mantie- ne en el uso cristiano su significado original de  esfuerzo , empeño, en relación a la corres- pondencia al don de Dios. Supone  lucha . La  armonía  entre el ser humano, Dios y la creación se destruyó por la  caída original  y el difundirse del pecado. Es lo que ori- ginó el desorden y la necesidad de la lucha, el  sufrimiento  y la purificación consecuencia del pecado y camino para la  con- versión . TE 35 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 2 Jesucristo nos enseña que su vida es el  camino  para llegar a Dios Padre. Debemos seguir sus huellas y por eso la cruz es condición para ser su discípulo: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que  tome su cruz  y que me siga” ( Mt 16, 24 ). La autenticidad de la ascesis cristiana radi- ca en la revelación del amor de Dios por el misterio de la cruz. Cuatro aspectos en la lucha espiritual: 1) la vida  humana  impli- ca un crecimiento que sólo se consigue con el empeño personal; 2) por el bautismo el hombre es elevado  sobrenaturalmente  y tiene que conformar su vida a esa nueva condición, buscando y luchando por las cosas de “arriba”; 3) el  pecado  hiere y desfigu- ra la imagen de Dios en el hombre y es necesario luchar contra él; 4) debemos mirar la  Cruz de Cristo  para comprender el mis- terio del hombre, del pecado y de Dios. TE 36 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 3 El objetivo de la vida ascética es la  unión  con Dios mediante la unificación de las  voluntades : mi voluntad y la voluntad de Dios. La comunión de vida con la  Trinidad , el amor a Dios Padre-Hijo- Espíritu significa hacer su voluntad. Para llegar a esa íntima unión con Dios, para cumplir en todo su voluntad, el alma debe despojarse  de cualquier apego  desordenado  a las criaturas. Para participar del conocimiento y amor de Dios, el hombre tiene que recorrer un camino que pasa por el crecimiento en las  virtudes . La virtud es un  hábito operativo bueno , que hace bueno tanto al sujeto como su operación. Las virtudes morales para ser perfectas necesitan de la  cari- dad . El fin de la virtud cristiana no es el auto- dominio, sino el  amor  a Dios y a los demás. TE 37 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 4 Medios  para el crecimiento de la vida espiritual: el  plan de vida y la  dirección espiritual . San Josemaría, Amigos de Dios 149 : “Procura atenerte a un  plan de vida , con constancia: unos minutos de  oración mental ; la asistencia a la Santa  Misa  –diaria, si posible- y la Comunión frecuente; acudir regularmente al Santo Sacra- mento del  Perdón  –aunque tu conciencia no te acuse de falta mortal-; la visita a Jesús en el Sagrario ; el rezo y la contemplación de los misterios del Santo  Rosario , y tantas prácticas estupendas que tú conoces o puedes aprender”. TE 38 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 5 “ Tu  plan de vida  ha de ser como ese guante de goma que se adapta con perfección a la mano que lo usa. Tampoco me olvides que lo importante  no  consiste en hacer  muchas cosas ; limítate con gene- rosidad a aquellas que puedas cumplir cada jornada,  con  ganas o sin  ganas. Esas prácticas te llevarán, casi sin darte cuenta, a la oración  contemplativa . Brotarán de tu alma más actos de amor, jaculatorias, acciones de gracias, actos de desagravio, comuniones espirituales. Y esto, mientras atiendes tus obligaciones: al descol- gar el teléfono, al subir a un medio de transporte, al cerrar o abrir una puerta, al pasar ante una iglesia, al comenzar una nueva tarea, al realizarla y al concluirla;  todo  lo referirás a tu  Padre Dios ” ( Idem ). TE 39 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 6 Dirección espiritual : el director espiritual tiene como papel secundar la obra del  Espíritu Santo en el alma. Merece una mención especial la fe- cundidad del  sacramento de la penitencia  en relación con el crecimiento de la vida espiritual. La  mortificación cristiana  no consiste en la mutilación de nuestras tendencias profundas, sino en su  rectificación y sublimación  (para que nos ayuden a conseguir el bien supremo: el amor de Dios). Consiste en la  renuncia  a algo deseado o querido en orden a do- minar las inclinaciones  desordenadas  con el fin de someterlas a la voluntad, y ésta a  Dios . TE 40 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 7 Motivos  de la mortificación: la subsistencia y el progreso de la  vida espiritual  (para quien quiere llegar a la santidad es necesaria la mor- tificación de todos los apetitos incompatibles con la  voluntad divina ); un medio óptimo para demostrar a Dios que  lo amamos  más que a nosotros mismos; el valor  apostólico de la mortificación voluntaria para salvar a las almas. La mortificación cumple sobre todo  tres fun- ciones  en la vida cristiana: educativa, de pu- rificación y de expiación. TE 41 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 8 Tres funciones de la mortificación Función  educativa : ejercicio de la  voluntad  con la que se domi- nan las pasiones. La renuncia es parte integrante de la educación humana. La mortificación sirve para formar el  carácter . Función  purificadora : conformamos nuestra voluntad con la voluntad de Dios, que nos purifica, nos desapega, nos libera. El primer paso para la ascética cristiana es el de aceptar la cruz en la vida de  cada día . Función  expiativa : la cruz cristiana es también expiación por los  pecados  pasados que ejercen una sugestión sobre el alma. Ayunar para do- minarse es mortificación; ayunar para expiar es  penitencia . Diferentes por su motivación. TE 42 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 9 “ Penitencia  es el cumplimiento exacto del  horario  que te has fijado (...). Penitencia es  levantarse  a la hora. Y también, no dejar para más tarde, sin un motivo justificado, esa tarea que te resulta más  difícil  o costosa. La penitencia está en saber compaginar  tus obligaciones con Dios, con los demás y con- tigo mismo, exigiéndote de modo que logres encontrar el tiempo  que cada cosa necesita. (...) Penitencia es tratar siem- pre con la máxima  caridad  a los otros, empezando por los tuyos. Es atender con la mayor delicadeza a los que sufren (...). Es contestar con  paciencia  a los cargantes e inoportu- nos (...). La penitencia consiste en soportar con  buen humor las mil pequeñas contrariedades de la jornada” ( San Josema- ría, Amigos de Dios 138 ). TE 43 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 10 El  pecado  es la causa última del  sufrimiento  moral y físico de la humanidad. Pero  Jesucristo  ha tomado consigo la carga de todos los pecados de los hombres y ha  destruido  el poder del pecado y de la muerte. La  identificación  con Cristo pasa por la cruz: unida al amor, realiza la redención. “ Tú has hecho, Señor, que yo entendiera que tener la Cruz es encontrar la  felicidad , la alegría. Y la razón –lo veo con más claridad que nunca- es ésta: tener la Cruz es  identificarse  con Cristo, es ser Cristo, y por eso, ser  hijo de Dios ” ( San Josema- ría, Meditación 29.04.1963 ). TE 44 de 45
EL MISTERIO DE LA CRUZ, 11 La nueva  evangelización  requiere de cada uno el empeño por superar la separación entre fe y vida. Desde esta  unidad de vida , cada cris- tiano da savia nueva a la cultura, la ciencia, las leyes, la diversión, la moda, etc. “ Cuando el cristiano desempeña  con amor  lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de  Dios . Por eso os he repetido, con un repetido martilleo, que la vocación cristiana consiste en hacer endecasílabos de la prosa de  cada día . En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida  ordinaria ” ( San Josemaría, Con- versaciones 116 ). TE 45 de 45

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  • 1. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 1 El núcleo de la fe cristiana no es un conjunto de verdades sino una persona , Jesucristo, que nos habla con sus obras y palabras del Amor de Dios Padre por la humanidad. “ Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” ( 1 Ts 4, 3 ). Es un compromiso que no afecta sólo a algunos cristianos: “ Todos los cristianos, de cualquier clase o condición, están llamados a la ple- nitud de la vida cristiana y a la perfección del amor” ( Lumen gen- tium 40 ). Preguntar a un catecúmeno: “¿quieres ser santo?” “significa ponerle en camino del Sermón de la Montaña: ‘Sed perfectos como es perfec- to vuestro Padre celestial’ ( Mt 5, 48 )” ( Novo millennio ineunte 31 ). TE 1 de 45
  • 2. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 2 La palabra hebrea qadosh –antecedente de sanctus y santo - proviene de la raíz qds que significa separar , cortar e indica lo separado, lo distinto. “El Santo” significa que Yahvé es el diverso, el separado, el totalmente otro respecto de lo caduco y limitado del hombre. Muestra su absoluta trascendencia . En el AT el pueblo de Israel es un pueblo santo , porque ha sido elegi- do por Dios y separado de los demás pueblos para participar de los bienes divinos y vivir según la ley de Dios. TE 2 de 45
  • 3. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 3 La santidad alcanza su punto máximo en Jesús . Recibe también el título “El Santo”. Su sacrificio , a diferencia del culto del AT que sólo purificaba de forma limitada, santifica a los creyentes en verdad, comunicándoles la santidad. Los cristia- nos son santos en Cristo, por la presencia del Espíritu Santo en ellos; por el bautismo y por la fe participan de la vida de Cristo resucitado. “ Los seguidores de Cristo, llamados por Dios, no en virtud de sus propios méritos, sino por designio y gracia de Él, y justificados en Cristo Nuestro Señor, en la fe del bautismo han sido hechos hijos de Dios y partícipes de la divina naturaleza , y por lo mismo santos ” ( Lumen gentium 40 ). TE 3 de 45
  • 4. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 4 Desde la perspectiva ontológica , el cristiano ya es santo porque en el bautismo es ya divinizado , y hecho partícipe de la natura- leza divina , hijo de Dios en Cristo, posee el amor de Dios, la caridad. Desde la perspectiva existencial el cristiano tiene que convertir todo su vivir en lo que ya es. Porque participa de la vida de Cristo, puede y debe actuar como Cristo . Porque es santo, puede y debe actuar como santo. La santidad cristiana incluye toda la exis- tencia humana, porque deriva del nuevo ser. El cristiano conoce como Dios cono- ce ( fe ), ama como Dios ama ( caridad ) y está siempre llamado al crecimiento de la fe y la caridad ( esperanza ). TE 4 de 45
  • 5. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 5 La santidad es un don que recibimos de Dios, pero un don que exige inseparablemente la aceptación por parte del ser humano, la corres- pondencia de la libertad . “ Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” ( 1 Tim 2, 4 ). Pero, a la vez, la elección y la llamada es personal : es la vocación cristiana . El cristiano está llamado a la santidad por el hecho de ser cristiano , no por algún otro título añadido. Todos los fieles están llamados a la santidad que no es otra cosa que la plenitud de la vida cristiana. La santidad crece progresivamente con el juego de la acción de Dios y la libertad humana . TE 5 de 45
  • 6. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 6 “ Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” ( Mt 28, 19 ). La misión de la Iglesia como la de Cristo es conducir todas las cosas al Padre, santificar a todos los hombres. Los artífices de esta misión son cada uno de los cristianos de todas las épocas. La unidad entre santidad y apostolado es la unidad inseparable entre vocación y misión en la Iglesia. La Iglesia es “sacramento uni- versal de salvación”. Dios concede la voca- ción al cristiano para ser santo y santificar . TE 6 de 45
  • 7. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 7 “ No es posible separar en Cristo su ser Dios- Hombre y su función de Redentor” ( San Jo- semaría ). Este principio se realiza también en el cristiano por ser “otro Cristo, el mismo Cristo”. “ Nuestra vocación de hijos de Dios, en medio del mundo, nos exi- ge que no busquemos solamente nuestra santidad personal, sino que vayamos por los senderos de la tierra, para convertirlos en trochas que, a través de los obstáculos, lleven las almas al Señor ; que tomemos parte como ciudadanos corrientes en todas las acti- vidades temporales, para ser levadura que ha de informar la masa entera” ( San Josemaría, Es Cristo que pasa 120 ). TE 7 de 45
  • 8. SANTIDAD Y APOSTOLADO, 8 El apostolado se ejerce de diversas maneras según la diversidad de los fieles. A los laicos les “pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenán- dolas según Dios ” ( Lumen gentium 31 ). “ Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un labora- torio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso pa- norama del trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situa- ciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir” ( San Josemaría, Conversaciones 113 ). TE 8 de 45
  • 9. VIDA DE HIJO DE DIOS, 1 La vida espiritual es vida de conocimiento y de amor; sobre todo de un conocer y amar personales : conocer a Dios y conocer a los demás, a quienes se ofrece un amor consecuente a ese conocimien- to. La potencia del conocer y amar es elevada por la gracia , que asume y perfecciona la naturaleza. “ Dios creó al hombre a su imagen , a ima- gen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” ( Gn 1, 27 ). El ser humano ocupa un lugar único en la creación: sólo él está llamado a participar en la vida de Dios por el conocimiento y el amor. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fun- damental de su dignidad . TE 9 de 45
  • 10. VIDA DE HIJO DE DIOS, 2 Elementos de la vida espiritual humana, 1 Espiritualidad : la persona humana es sustancia indivi- dual de naturaleza racional . Subsiste por sí, obra por sí, tiene dominio propio en el acto, es causa propia en el obrar. Relacionalidad : que el ser humano es imagen de Dios significa que es persona , no es solamente algo sino alguien . Implica la necesidad de buscar un tú , alguien con igual dignidad –de persona- con quien compartir conocimiento y amor. Lo principal de la vida del espíri- tu no es el conocimiento de las cosas, sino el conoci- miento de las personas, que lleva por naturaleza a amarlas . a b TE 10 de 45
  • 11. VIDA DE HIJO DE DIOS, 3 Elementos de la vida espiritual humana, 2 d c Corporalidad : el núcleo de la imagen de Dios radica en la espiritualidad, pero no se agota en ella. La unidad del al- ma y del cuerpo es total y profunda (alma “ forma ” del cuerpo). Gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente. En el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza. Historicidad : La corporalidad hace que la persona huma- na tenga tiempo e historia . La corporalidad implica la necesidad del ser humano de perfeccionarse paso a paso, integrando y armonizando los distintos aspectos de su vi- da progresivamente, lo que hace del hombre un ser con historia , tanto personal como colectiva . TE 11 de 45
  • 12. VIDA DE HIJO DE DIOS, 4 Elementos de la vida espiritual humana, 3 e Sobrenaturalidad : La gracia no destruye la naturaleza sino que la asume y eleva . Por eso la vida cristiana es realmente la vida humana llevada a un grado de especial plenitud . “ El misterio del hombre solamente se comprende en el misterio de Jesucristo , Dios verdadero y hombre verdadero, quien manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le hace patente su altísima voca- ción ” ( Gaudium et spes 22 ). Por esto la mujer o el hombre cristia- no es la mujer o el hombre au- téntico y en plenitud. Y por esto todo ser humano está llamado a ser cristiano. TE 12 de 45
  • 13. VIDA DE HIJO DE DIOS, 5 El hombre es imagen personal de Dios Uno y Trino. El hombre ha sido introducido en la vida íntima de Dios y Dios se ha intro- ducido en la vida íntima del hombre. Somos templos del Espíritu Santo, la Trinidad inha- bita en el cristiano. La inhabitación implica el comunicarse íntimo y personal de un Dios vivo que se hace presente en el hombre para hacerle participar de su vida e invitarle a afrontar la existencia en comunión y diálogo con Él. Presencia de la Trinidad de tal manera que el propio sujeto humano es introducido en el seno de la Trinidad. TE 13 de 45
  • 14. VIDA DE HIJO DE DIOS, 6 La inhabitación de la Trinidad en el cris- tiano, por la acción del Espíritu Santo que nos incorpora a Cristo, nos transforma en hijos de Dios Padre. Con la revelación del Padre , Jesucristo nos habla de su Filiación divina, de la Trinidad y también de nuestra condición de hijos adoptivos . Somos hijos adoptivos de Dios, pero la adopción divina no es como la adopción jurídica humana. Estamos ante una filiación ontológica , que toca y transforma desde dentro al ser humano. Es una nueva creación, un nuevo nacimiento a la vida sobrenatural. TE 14 de 45
  • 15. VIDA DE HIJO DE DIOS, 7 Esta transformación del ser nos hace partici- par de la única Filiación natural del Dios Hi- jo, y por eso somos hijos en el Hijo. Partici- pamos de la filiación divina por la presencia y la acción del Espíritu Santo en el alma, que nos cristifica , nos configura con Cristo. Así somos hijos de Dios Padre en el Hijo por el Espíritu Santo . La santidad no es otra cosa que la plenitud de la filiación divina . Por la inhabitación, el hombre está endiosado . Los cristianos so- mos “partícipes de la naturaleza divina ” ( 2 P 1-4 ), de la vida tri- nitaria: “no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos ” ( 1 Jn 3, 1 ). TE 15 de 45
  • 16. VIDA DE HIJO DE DIOS, 8 Con el Espíritu Santo, la gracia que llena el alma informa nuestras acciones , nuestro modo de pensar y de sentir, nuestra existencia entera . El cristiano, en su existencia ordinaria y corriente, en los detalles más sencillos, en las circunstancias normales de su jorna- da habitual, debe poner en ejercicio la fe, la esperanza, la caridad. Vivimos la libertad de los hijos de Dios : “La libertad adquiere su auténtico sentido cuando se ejercita en servicio de la verdad que rescata, cuando se gasta en buscar el Amor infinito de Dios, que nos desata de todas las servidumbres” ( San Josemaría, Amigos de Dios 27 ). “ El que no se sabe hijo de Dios , desconoce su verdad más íntima” ( Idem 26 ). TE 16 de 45
  • 17. VIDA DE HIJO DE DIOS, 9 Al ser la dimensión más radical del ser y vivir cristiano, la filiación divina está presente y con- figura la actitud de la persona en la labor profe- sional , la vida de oración , la aceptación alegre del sufrimiento y del dolor , el empeño por acer- car a Dios a todos los que nos rodean, etc. En la vida de cada día, el sabernos hijos de Dios fundamenta la actitud de confianza propia del cristiano. Una confianza en la providencia amorosa y paterna de Dios. Esto tiene como conse- cuencia en el plano personal, la serenidad , la paz interior y la alegría pase lo que pase, porque todo un Dios, Padre y Omni- potente, nos sostiene. TE 17 de 45
  • 18. IDENTIFICARSE CON CRISTO, 1 Jesucristo es el centro tanto de la teología como de la vida espiritual. De la teología : Cristo es la Verdad, la cumbre de la revelación divina: 1) revela plenamente la vida de Dios ; 2) es la revelación acabada de la dignidad del hombre y del valor del existir humano; 3) nos revela la gravedad del pecado y la realidad de su superación por la gracia que la cruz nos alcanza. De la vida cristiana : está centrada en Cristo . Él es la Vida. La san- tidad del cristiano y de la Iglesia viene de la santidad de Cristo. El cristiano es hijo de Dios en Cristo y la vocación cristiana es elección y llamada en Cristo. La vida espiritual es seguimiento de Cristo. El cristiano es otro Cristo, el mismo Cristo. TE 18 de 45
  • 19. IDENTIFICARSE CON CRISTO, 2 En los Evangelios se habla principalmente del seguimiento de Cristo, sobre todo con dos términos: “ seguir ” y “ discípulo ”. En los sinópticos , seguir significa “caminar detrás de Jesús ”, y tam- bién llevar la cruz . La llamada a seguir a Jesús se extiende a todos. El término “discípulo” se aplica a los doce, a los 72 y se hace similar a “ cristiano ” (“todo el que dé de beber tan sólo un vaso de agua a uno de estos pequeños por ser discípulo...” ( Mt 10, 42 )). En San Juan , los discípulos son los fieles de la comunidad cristiana. El discípulo es el que tiene fe . El discípulo se conoce sobre todo por la ca- ridad (el mandamiento del Amor). TE 19 de 45
  • 20. IDENTIFICARSE CON CRISTO, 3 San Pablo emplea poco el término “seguir”. Usa más bien la palabra imitar o imitación . Jesucristo es el modelo a imitar. La santificación es igual a la cristificación . La existencia del cristiano es una vida en Cristo y con Cristo. La imitación en el obrar no es un camino hacia la incorporación a Jesucristo, sino una consecuencia de ella: como Cristo ya está presente en el cristia- no , éste debe comportarse de acuerdo con esa ín- tima realidad. No estamos ante una imitación simplemente externa sino de la per- sona en su totalidad, tanto ontológica como existencial . Esto es po- sible porque Cristo vive y además vive en el cristiano. TE 20 de 45
  • 21. IDENTIFICARSE CON CRISTO, 4 Cristo vive , no es un personaje del pasado ni un mito: los misterios de su vida son actuales, nuestra relación con Él es contemporánea . El seguimiento y la imitación de Cristo implican verdaderamente una identificación con Cristo. Es una realidad sacramental , especialmente por el Bautismo y la Eucaristía. Es una identificación radical, ontológica, que da lugar a un hombre nuevo . Es obra del Espíritu Santo , pero necesita la libertad del hombre, la docilidad a su acción. Es una identificación eclesial : llegamos a Cristo sólo a través de la Iglesia que posee la imagen integral y auténtica de Cristo. TE 21 de 45
  • 22. IDENTIFICARSE CON CRISTO, 5 La imitación de Cristo se traduce en el trato personal del cristiano con Jesucris- to. La vida espiritual es el trato con Cris- to en el Pan y en la Palabra. Jesús que nació de María y murió y resucitó en Jerusalén, es contemporáneo nuestro. Cristo es ontológicamente el Hijo del Padre , lo que implica que en Cristo todo es filial . Por eso en todo proceso de configuración con Cristo, se hará presente esta dimensión filial. La vida cristiana es un proceso de crecimiento en la filiación al Padre , un vivir todo con sentido filial en referencia al Padre. La identificación con Cristo del cristiano implica crecer en la con- ciencia de sí mismo como hijo de Dios . TE 22 de 45
  • 23. IDENTIFICARSE CON CRISTO, 6 El Hijo vive en relación al Padre : cumplir la voluntad del Padre es amar a los hombres, venir al mundo para salvar a los hombres. El cristiano se identifica con Cristo cuando su voluntad es hacer en todo la voluntad del Padre. Imitamos a Cristo viviendo su amor , viviendo con perfección las virtudes , acercando a los hombres a Dios. El cristiano es otro Cristo, el mismo Cristo cuando ama como Cristo, cuando como Cristo todas sus acciones están referidas al Padre , y de este modo muestran a los hombres el amor de Dios. TE 23 de 45
  • 24. IDENTIFICARSE CON CRISTO, 7 Todos los deseos, ilusiones, proyectos y aspira- ciones de la persona humana caben en el amar a Dios y a los demás con obras y de verdad, porque Dios nos ha creado por amor y nos ha destinado al amor. Como el amor llega a toda la realidad personal, cualquier acción humana, grande o pequeña, siempre que sea recta en sí misma, puede realizarse por amor de Dios. De ahí que la categoría de las acciones humanas dependa no tanto de su valor propio cuanto del amor a Dios que expresan. Todos los acontecimientos de la vida cotidiana pueden convertirse en manifestación del amor de Dios. La caridad es el alma de la santidad. TE 24 de 45
  • 25. LA ORACIÓN, 1 Estructura del Catecismo de la Iglesia católica para explicar la oración: Jesús ora , Jesús enseña a orar , Jesús escucha la oración, y María ora. Jesús ora en circunstancias muy diversas: antes de los momentos decisivos de su misión, antes de la resurrección de Láza- ro , etc. Se ve claramente la continuidad de la relación entre Jesús y el Padre. La oración de Jesús, ideal de toda oración, es elevación hacia una intimidad divina absolutamente única e inaccesible; pero es tam- bién respuesta fiel y plena al amor del Padre. TE 25 de 45
  • 26. LA ORACIÓN, 2 La oración es una necesidad vital, la expresión de la nueva vida de hijos de Dios otorgada por la incorporación a Cristo. La oración cristiana tiene carácter trinitario y filial porque es un diálogo de vida con la Trinidad Santísima como hijos de Dios . La oración del cristiano es conversación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. “No te limites a hablar al Paráclito, ¡ óyele !” ( San Josemaría, Forja 430 ). La oración litúrgica debe hacerse oración personal y la oración per- sonal debe ser oración litúrgica. A través de la liturgia, la oración del cristiano en comunión con toda la Iglesia se alimenta del misterio de Jesucristo. TE 26 de 45
  • 27. LA ORACIÓN, 3 La oración vocal : se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de qué hablamos, de Aquél a quien hablamos y de quién habla. Con esa conciencia del diálogo con Dios, la oración vocal se convierte en una forma de oración contemplativa . La meditación : habitualmente uno se ayuda de un libro. Hace inter- venir toda la persona: el pensamiento, la imaginación, el querer, la emoción, el deseo. Profundiza en las convicciones de fe, suscita la conversión del corazón y fortalece la voluntad de seguir a Cristo. “ Orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué? - ¿De qué? De Él, de ti : alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupa- ciones diarias (...). En dos palabras: conocerle y conocerte: ¡ tra- tarse !” ( San Josemaría, Camino 91 ). TE 27 de 45
  • 28. LA ORACIÓN, 4 La contemplación es el nivel más profundo de la relación con Dios a la que debemos llegar los cristianos, el culmen de la ora- ción cristiana. Se trata de rezar (oración vo- cal), meditar (oración mental) y vivir (pre- sencia de Dios continua) contemplando. La contemplación es perfeccionamiento de la fe que nos permite descubrir la maravilla del ser de Dios y de su presencia en noso- tros. Pero no es una operación meramente intelectual. El pensa- miento de Dios lleva a amar , esperar, alegrarse, admirar, honrar, adorar. En estos actos alcanzamos la bienaventuranza. Es un cono- cimiento al que acompaña el amor. La contemplación cristiana es conocer amando y amar conociendo en honda y vital compenetra- ción. Es mirar-contemplar a Dios y saber que nos mira-contempla. TE 28 de 45
  • 29. LA ORACIÓN, 5 Contemplación y acción no son incompatibles sino que se com- plementan y reclaman. San Josemaría explicita la “necesidad de disponernos a ser almas contemplativas, en medio de la calle , del trabajo, con una conversación continua con nuestro Dios, que no debe decaer a lo largo del día” ( Amigos de Dios 238 ). “ Descubriremos cómo se puede dar relieve sobre- natural a las actividades aparentemente más pe- queñas (...) y comprenderemos con mayor hon- dura que la criatura necesita esos tiempos de con- versación íntima con Dios: para tratarle, para in- vocarle, para alabarle, para romper en acciones de gracias, para escucharle o, sencillamente, para estar con Él ” ( Idem 239 ). TE 29 de 45
  • 30. LA ORACIÓN, 6 La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Por eso supone siempre un esfuerzo . La dificultad habitual de la oración es la distracción . Otra es la sequedad o aridez, sin gusto. Es un mo- mento de purificación en el que la fe se hace más pura, desasida del consuelo humano. La tentación más frecuente es la falta de fe que se manifiesta en el activismo . Otra es la tibieza , una forma de aspereza debida al re- lajamiento de la ascesis, a la negligencia del corazón. Otra el de- saliento que cierra el paso a la oración. Quien es humilde no se extraña de su miseria: ésta le lleva a una mayor confianza y a man- tenerse firme con la constancia en la oración. TE 30 de 45
  • 31. LA ORACIÓN, 7 “ A los que amamos van constantemente las pa- labras, los deseos, los pensamientos: hay como una continua presencia . Pues así con Dios. Con esta búsqueda del Señor, toda nuestra jornada se convierte en una sola íntima y confiada con- versación. Nuestro Señor nos hace ver –con su ejemplo- que éste es el comportamiento certero: oración constante, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana” ( San Josemaría, Ami- gos de Dios 247 ). La vida contemplativa es la vida concreta que a cada cristiano le corresponde afrontar (trabajo, familia, relaciones sociales...), en la medida en que va siendo informada por las virtudes teologales hasta hacer de ella una continua oración . TE 31 de 45
  • 32. LA ORACIÓN, 8 La Eucaristía es fuente y cima de la oración. Contiene y expresa todas las formas de oración: es adoración, acción de gracias, peti- ción de perdón por el pecado (expiación) y oración de petición por nosotros y de intercesión por todos. En ninguna oración como en la Santa Misa, mi oración personal se hace más la oración de Cristo , que sube al Padre por la acción del Espíritu Santo en unión con toda la Iglesia . “ Cuando participamos de la Eucaristía , experimentamos la espiritualización deificante del Espíritu Santo, que no sólo nos configura con Cristo, como sucede en el Bautismo, sino que nos cristifica por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo Jesús” ( San Josemaría, Es Cristo que pasa 87 ). TE 32 de 45
  • 33. LA ORACIÓN, 9 La Misa es acción de la Trinidad en la que participamos los hombres. Como raíz nos alimenta y hace posible vivir la vida como hijos de Dios Padre, injertados en Cristo por la acción del Espíritu Santo en nuestra alma. Como centro atrae toda nuestra vida a la celebración eucarística. La lucha espiritual debe intentar que toda la jornada se convierta en un acto de culto –prolongación de la Misa -, ofreciendo la existencia cotidiana (trabajo profesional, vida familiar...) unida al sacrificio eucarístico. No está de una parte el rito y de otra la vida. Toda la vida del cristiano es una realidad cultual, como la vida de Cristo. Los cristianos hemos sido constitui- dos en “ sacerdotes de nuestra propia existencia ” ( San Josemaría, Es Cristo que pasa 96 ). TE 33 de 45
  • 34. LA ORACIÓN, 10 Para corresponder al amor de Dios, para tener un programa de vida cristiana , la solución consiste en participar amorosamente en la Santa Misa , aprender en la Misa a tratar a Dios, a cada una de las Personas divinas, porque en este Sacrificio se encierra todo lo que el Señor quiere de nosotros. Pero vivir de esta manera la Misa, profundizar cada vez más en su misterio, necesita ir acompañado de la oración personal , del trato íntimo con María y con Jesús, con el Padre, con el Espí- ritu Santo. TE 34 de 45
  • 35. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 1 La voz ascesis , de origen griego, proviene de un verbo que significa disponer, ejercitarse con vista a un objetivo. El sustantivo mantie- ne en el uso cristiano su significado original de esfuerzo , empeño, en relación a la corres- pondencia al don de Dios. Supone lucha . La armonía entre el ser humano, Dios y la creación se destruyó por la caída original y el difundirse del pecado. Es lo que ori- ginó el desorden y la necesidad de la lucha, el sufrimiento y la purificación consecuencia del pecado y camino para la con- versión . TE 35 de 45
  • 36. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 2 Jesucristo nos enseña que su vida es el camino para llegar a Dios Padre. Debemos seguir sus huellas y por eso la cruz es condición para ser su discípulo: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga” ( Mt 16, 24 ). La autenticidad de la ascesis cristiana radi- ca en la revelación del amor de Dios por el misterio de la cruz. Cuatro aspectos en la lucha espiritual: 1) la vida humana impli- ca un crecimiento que sólo se consigue con el empeño personal; 2) por el bautismo el hombre es elevado sobrenaturalmente y tiene que conformar su vida a esa nueva condición, buscando y luchando por las cosas de “arriba”; 3) el pecado hiere y desfigu- ra la imagen de Dios en el hombre y es necesario luchar contra él; 4) debemos mirar la Cruz de Cristo para comprender el mis- terio del hombre, del pecado y de Dios. TE 36 de 45
  • 37. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 3 El objetivo de la vida ascética es la unión con Dios mediante la unificación de las voluntades : mi voluntad y la voluntad de Dios. La comunión de vida con la Trinidad , el amor a Dios Padre-Hijo- Espíritu significa hacer su voluntad. Para llegar a esa íntima unión con Dios, para cumplir en todo su voluntad, el alma debe despojarse de cualquier apego desordenado a las criaturas. Para participar del conocimiento y amor de Dios, el hombre tiene que recorrer un camino que pasa por el crecimiento en las virtudes . La virtud es un hábito operativo bueno , que hace bueno tanto al sujeto como su operación. Las virtudes morales para ser perfectas necesitan de la cari- dad . El fin de la virtud cristiana no es el auto- dominio, sino el amor a Dios y a los demás. TE 37 de 45
  • 38. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 4 Medios para el crecimiento de la vida espiritual: el plan de vida y la dirección espiritual . San Josemaría, Amigos de Dios 149 : “Procura atenerte a un plan de vida , con constancia: unos minutos de oración mental ; la asistencia a la Santa Misa –diaria, si posible- y la Comunión frecuente; acudir regularmente al Santo Sacra- mento del Perdón –aunque tu conciencia no te acuse de falta mortal-; la visita a Jesús en el Sagrario ; el rezo y la contemplación de los misterios del Santo Rosario , y tantas prácticas estupendas que tú conoces o puedes aprender”. TE 38 de 45
  • 39. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 5 “ Tu plan de vida ha de ser como ese guante de goma que se adapta con perfección a la mano que lo usa. Tampoco me olvides que lo importante no consiste en hacer muchas cosas ; limítate con gene- rosidad a aquellas que puedas cumplir cada jornada, con ganas o sin ganas. Esas prácticas te llevarán, casi sin darte cuenta, a la oración contemplativa . Brotarán de tu alma más actos de amor, jaculatorias, acciones de gracias, actos de desagravio, comuniones espirituales. Y esto, mientras atiendes tus obligaciones: al descol- gar el teléfono, al subir a un medio de transporte, al cerrar o abrir una puerta, al pasar ante una iglesia, al comenzar una nueva tarea, al realizarla y al concluirla; todo lo referirás a tu Padre Dios ” ( Idem ). TE 39 de 45
  • 40. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 6 Dirección espiritual : el director espiritual tiene como papel secundar la obra del Espíritu Santo en el alma. Merece una mención especial la fe- cundidad del sacramento de la penitencia en relación con el crecimiento de la vida espiritual. La mortificación cristiana no consiste en la mutilación de nuestras tendencias profundas, sino en su rectificación y sublimación (para que nos ayuden a conseguir el bien supremo: el amor de Dios). Consiste en la renuncia a algo deseado o querido en orden a do- minar las inclinaciones desordenadas con el fin de someterlas a la voluntad, y ésta a Dios . TE 40 de 45
  • 41. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 7 Motivos de la mortificación: la subsistencia y el progreso de la vida espiritual (para quien quiere llegar a la santidad es necesaria la mor- tificación de todos los apetitos incompatibles con la voluntad divina ); un medio óptimo para demostrar a Dios que lo amamos más que a nosotros mismos; el valor apostólico de la mortificación voluntaria para salvar a las almas. La mortificación cumple sobre todo tres fun- ciones en la vida cristiana: educativa, de pu- rificación y de expiación. TE 41 de 45
  • 42. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 8 Tres funciones de la mortificación Función educativa : ejercicio de la voluntad con la que se domi- nan las pasiones. La renuncia es parte integrante de la educación humana. La mortificación sirve para formar el carácter . Función purificadora : conformamos nuestra voluntad con la voluntad de Dios, que nos purifica, nos desapega, nos libera. El primer paso para la ascética cristiana es el de aceptar la cruz en la vida de cada día . Función expiativa : la cruz cristiana es también expiación por los pecados pasados que ejercen una sugestión sobre el alma. Ayunar para do- minarse es mortificación; ayunar para expiar es penitencia . Diferentes por su motivación. TE 42 de 45
  • 43. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 9 “ Penitencia es el cumplimiento exacto del horario que te has fijado (...). Penitencia es levantarse a la hora. Y también, no dejar para más tarde, sin un motivo justificado, esa tarea que te resulta más difícil o costosa. La penitencia está en saber compaginar tus obligaciones con Dios, con los demás y con- tigo mismo, exigiéndote de modo que logres encontrar el tiempo que cada cosa necesita. (...) Penitencia es tratar siem- pre con la máxima caridad a los otros, empezando por los tuyos. Es atender con la mayor delicadeza a los que sufren (...). Es contestar con paciencia a los cargantes e inoportu- nos (...). La penitencia consiste en soportar con buen humor las mil pequeñas contrariedades de la jornada” ( San Josema- ría, Amigos de Dios 138 ). TE 43 de 45
  • 44. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 10 El pecado es la causa última del sufrimiento moral y físico de la humanidad. Pero Jesucristo ha tomado consigo la carga de todos los pecados de los hombres y ha destruido el poder del pecado y de la muerte. La identificación con Cristo pasa por la cruz: unida al amor, realiza la redención. “ Tú has hecho, Señor, que yo entendiera que tener la Cruz es encontrar la felicidad , la alegría. Y la razón –lo veo con más claridad que nunca- es ésta: tener la Cruz es identificarse con Cristo, es ser Cristo, y por eso, ser hijo de Dios ” ( San Josema- ría, Meditación 29.04.1963 ). TE 44 de 45
  • 45. EL MISTERIO DE LA CRUZ, 11 La nueva evangelización requiere de cada uno el empeño por superar la separación entre fe y vida. Desde esta unidad de vida , cada cris- tiano da savia nueva a la cultura, la ciencia, las leyes, la diversión, la moda, etc. “ Cuando el cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios . Por eso os he repetido, con un repetido martilleo, que la vocación cristiana consiste en hacer endecasílabos de la prosa de cada día . En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria ” ( San Josemaría, Con- versaciones 116 ). TE 45 de 45