5. 1. Comprender que ejercemos influencia sobre todas las
personas, incluso con nuestras palabras.
2. Ejercer control de nuestras palabras, pronunciando sólo
aquellas que edifiquen.
3. Remediar todo el daño causado por nuestras palabras.
6. La lengua humana es el órgano más difícil de controlar.
La Palabra de Dios dice que ningún hombre lo logró, a excepción
de Cristo.
Sin embargo, se nos exhorta a subyugar la lengua, y hacer de ella
un instrumento de bendición, aunque también puede servir para
maldición.
Por eso, Santiago apela a que los verdaderos cristianos refrenen su
lengua, pues de una fuente de agua pura manará pureza.
7. «Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de
vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación»
(Santiago 3:1)
Existen dos clases de maestros:
1. Los que quieren ser maestros, aunque
no han sido designados por Dios para
ello. Se jactan de saber, pero no beben
de la verdadera fuente de la sabiduría
(Proverbios 9:10).
2. Los que tienen el don de la enseñanza y,
con humildad, asumen la
responsabilidad que Dios les ha
concedido (1 Corintios 12:28).
La Iglesia necesita la buena influencia de
maestros responsables, que busquen la
sabiduría de Dios y que dirijan al rebaño
con sus palabras y ejemplo.
Cuando el educar para la eternidad es de máxima importancia para maestros
y alumnos por igual, el aprendizaje se convierte en una actividad inspiradora.
8. Enseñar y transmitir la Palabra implica una
mayor responsabilidad delante de Dios.
"Venerar al Señor es el principio de la
sabiduría y la inteligencia está en conocer
al Santísimo” (Proverbios 9:10).
El privilegio de enseñar la Palabra de Dios
conlleva mayores responsabilidades para
aquellos involucrados en este ministerio.
Como transmisores de la Palabra,
tenemos un poder de influencia
importante, que debe ser tenido en
cuenta a la hora de transmitir el
conocimiento. Esa influencia en palabras
y acciones debe estar basada en la
sabiduría divina.
RESPONSABILIDAD
9. «Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra,
éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo» (Santiago 3:2)
«El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno;
y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo;
porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Lucas 6:45)
¿Qué
palabras
positivas
(que no
ofendan)
pueden salir
de nuestra
boca?
Confesar con nuestra boca que Jesús es el Señor (Romanos 10:9)
Imitar las palabras de gracia que pronunciaba Jesús (Lucas 4:22)
Enseñar y hablar constantemente las palabras ordenadas por Dios
(Deuteronomio 6:6-7)
Cumplir lo que se habla (Deuteronomio 23:23)
Cantar y alabar a Dios (Salmo 40:3)
Instruir y orientar a otros (Proverbios 10:21)
Palabras que alegren (Proverbios 12:25)
No ofender en palabra implica llevar «cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:5)
Vivir en comunión con Cristo, desde las primeras horas del día,
hará que nuestras palabras sean un bálsamo y no una ofensa.
10. Las palabras son la forma de
comunicación más poderosa, tanto para
edificar como para destruir.
Las palabras son el fruto de nuestro
pensamiento. ¿Qué es lo que ocupa
nuestros pensamientos?
Las palabras son más poderosas que la
dinamita, por lo tanto, deben ser
manejadas con mucho cuidado.
La lengua, siendo un órgano tan
pequeño, ejerce una gran influencia en
el cuerpo. El que sea capaz de controlar
la lengua, podrá controlar cualquier otra
cosa.
EL PODER DE LA PALABRA
11. «El talento del habla se dio a fin de ser empleado
para beneficiar a todos. Las palabras placenteras
y gozosas no cuestan más que las palabras
desagradables y malhumoradas. Las palabras
duras hieren y lastiman el alma. En esta vida
todos tienen dificultades que solucionar. Cada
uno se encuentra frente a aflicciones y
desilusiones. ¿No llevaremos luz en lugar de
oscuridad a las vidas de aquellos con quienes nos
relacionamos? ¿No pronunciaremos palabras que
ayuden y bendigan? Tales palabras serán una
bendición tanto para nosotros como para
aquellos a quienes las decimos»
Elena G. de White, Nuestra elevada vocación, 15 de octubre
12. «He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos
obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves;
aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con
un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la
lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí,
¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!» (Santiago 3:3-5)
Un pequeño freno somete la bravura
del poderoso caballo. El diminuto
timón dirige un gran navío entre las
fuertes olas del mar. Una pequeña
cerilla incendia un enorme bosque.
Al igual que estas pequeñas cosas, la
lengua puede hacer grandes bienes o
grandes males, según la utilicemos.
Si en un momento dado no podemos
dominar correctamente nuestra lengua,
dirijamos la conversación rápidamente
por mejores caminos. No nos dejemos
dominar por nuestra lengua.
13. Las palabras pueden convertir a amigos
en enemigos, o viceversa.
Las palabras tienen el poder de traer paz
o disensión (Proverbios 15:1).
A pesar de que, aparentemente, son
algo pequeño, la lengua y las palabras
pueden determinar el rumbo de
cualquier situación.
LAS COSAS “PEQUEÑAS” SON LAS GRANDES
14. «Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta
entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda
de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda
naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se
doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre
puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de
veneno mortal» (Santiago 3:6-8)
Hay palabras cargadas de veneno,
que destruyen como un fuego
arrasador. Destruyen amistades,
matrimonios y reputaciones. Una
vez que salen de nuestra boca, no
se pueden detener.
El hombre no puede
dominar la lengua sin la
ayuda del Espíritu Santo.
15. EL EFECTO POSITIVO DE LAS PALABRAS
«La blanda respuesta quita la ira»
(Proverbios 15:1 pp)
«Guarda tu lengua del mal, y tus
labios de hablar engaño»
(Salmos 34:13)
«El hombre se alegra con la
respuesta de su boca; y la palabra a
su tiempo, ¡cuán buena es!»
(Proverbios 15:23)
«Porque a éste es dada por el
Espíritu palabra de sabiduría; a otro,
palabra de ciencia según el mismo
Espíritu» (1 Corintios 12:8)
«Ninguna palabra corrompida salga de
vuestra boca, sino la que sea buena para
la necesaria edificación, a fin de dar gracia
a los oyentes» (Efesios 4:29)
EL EFECTO NEGATIVO DE LAS PALABRAS
«Mas la palabra áspera hace subir el
furor» (Proverbios 15:1 up)
«Que afilan como espada su lengua;
lanzan cual saeta suya, palabra
amarga» (Salmos 64:3)
«El hombre perverso cava en busca
del mal, y en sus labios hay como
llama de fuego» (Proverbios 16:27)
«Al que responde palabra antes de
oír, le es fatuidad y oprobio»
(Proverbios 18:13)
«Mas yo os digo que de toda palabra
ociosa que hablen los hombres, de
ella darán cuenta en el día del juicio»
(Mateo 12:36)
16. Así como una pequeña chispa puede
provocar un fuego incontrolable, nuestra
lengua debe ser dominada para no generar
incendios indomables (Santiago 3:6).
Aunque la lengua no pueda ser
completamente dominada por ningún
hombre (Santiago 3:8), es posible guardar la
lengua del mal.
Un proverbio chino afirma que hay tres
cosas que nunca pueden volver atrás:
una flecha ya arrojada, las palabras que
se han pronunciado, y las oportunidades
perdidas. Aunque esto sea cierto,
¿podemos hacer lo posible para
disminuir los daños y corregirlos?
CONTROLAR EL DAÑO
17. Sólo el Espíritu de Dios puede ayudarnos a
mantener nuestras palabras bajo control
(Efesios 4:29-32).
CONTROLAR EL DAÑO
18. «Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres,
que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden
bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna
fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos,
¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también
ninguna fuente puede dar agua salada y dulce» (Santiago 3:9-12)
El tipo de fuente define la calidad de su agua. El
tipo de árbol define la clase de fruto que produce.
Pero las personas producimos un fruto ambiguo:
bendición y maldición. «Esto no debe ser así».
El cristiano debería producir un único fruto de
bendición. ¿Qué produce, pues, el fruto maligno
que sale de nuestros labios en ciertas ocasiones?
El pecado produce una ruptura en nuestra relación
con Dios, usando nuestras palabras con
consecuencias devastadoras.
Afortunadamente, Dios perdona nuestro pecado y
está dispuesto a restablecernos para que sigamos
dando al mundo palabras de bendición.
19. Cuando la fuente es pura, de ella manarán
aguas limpias.
Dios requiere pureza, No obstante, si hubo
errores y fallas en nuestro hablar, Él puede
perdonarnos y purificarnos (Salmo 32:1,
2).
¿Es posible que de la boca de un cristiano
salgan palabras que edifiquen y que
destruyan? Teniendo en cuenta el poder
de la palabra, ¿pueden salir de la misma
boca mensajes de esperanza, y luego
chistes picantes y palabras obscenas?
BENDECIR Y MALDECIR
20. «La elocuencia más persuasiva es la palabra que
se habla en amor y simpatía. Tales palabras
llevarán luz a las mentes confundidas y esperanza
al desanimado, y alumbrarán la perspectiva que
tienen por delante. El tiempo en que vivimos
exige una energía vital y santificada; pide fervor,
celo, y la tierna simpatía y amor; pide palabras
que no aumentarán la miseria, sino que
inspirarán fe y esperanza. Vamos hacia el hogar,
en busca de un país mejor, de un país celestial. En
lugar de hablar palabras que causarán
resentimiento en los pechos de quienes las oyen,
¿no hablaremos del amor con que Dios nos ama?
¿No procuraremos aliviar los corazones de
aquellos que nos rodean mediante palabras de
simpatía cristiana?»
Elena G. de White, Nuestra elevada vocación, 16 de octubre
21. 1. Necesitamos ser conscientes de que todos son
influidos por lo que hacemos y decimos.
2. Nuestras palabras son lo más valioso, y a la vez, lo
más peligroso que tenemos.
3. Sólo Dios puede ayudarnos a controlar nuestra
lengua.
CONCLUSIONES
22. SANTIAGO,
EL HERMANO DEL SEÑOR
Te invito a bajar y
estudiar cada una de
las 13 lecciones que
tratan sobre el tema:
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