140188 cuida tu-lenguaje-gu--a-en-vi--etas

Cristian Camilo Preciado Palacios
Cristian Camilo Preciado PalaciosCivil Engineering Professional um Ingeperf
1 El lenguaje administrativo: Rompe moldes (1) 
2 El lenguaje administrativo: Rompe moldes (2) 
3 Sobre el uso del masculino y el femenino: 
Cuando digo los niños, ¿dónde están las niñas? 
4 Sobre las alternativas del lenguaje (genéricos, 
abstractos y otros recursos) 
5 Titulaciones y profesiones 
6 El peligro del salto semántico 
7 La mitad de la población no puede ser un colectivo, 
grupo aparte o minoría 
8 Cuidado con los duales aparentes 
9 La representación del mundo en masculino 
10 Minusvaloración e infantilización 
11 Detectando estereotipos 
12 ¿Qué podemos hacer para que nuestro lenguaje 
no sea sexista? 
Nos han enseñado que la lengua es un instrumento neutro en la comunicación y que 
tiene la posibilidad de cambiar y adaptarse según las necesidades sociales, que existen 
pautas y reglas, pero que las personas que la hablan influyen en su transformación en 
el tiempo. 
Hemos aprendido que para referirse a los dos sexos debemos utilizar el masculino como 
genérico. 
Muchos estudios han demostrado la utilización androcéntrica del lenguaje, otros insisten 
en la neutralidad del mismo. 
No pretendemos aquí adoptar posturas maximalistas ni imponer doctrina. Con nuestra 
propuesta «Cuida tu lenguaje, lo dice todo» invitamos a las personas de uno y otro sexo, 
a mujeres y a varones, a reflexionar sobre una cuestión transcendental: lo que no se 
nombra no existe. 
Diseño+ilustraciones: Forma. Premio Motiva 2001
El lenguaje administrativo: Rompe moldes (2) 
Los textos administrativos utilizan con carácter general las formas en masculino 
para referirse a las personas usuarias de los servicios. Así, en documentos y 
formularios abiertos aparece: El solicitante D .........., El abajo firmante, El 
interesado, El destinatario, El trabajador D........., en documentos que pueden 
ser utilizados tanto por mujeres como por hombres. 
La propuesta de uso no es única ni cerrada, se trata de buscar la alternativa 
más adecuada en cada caso. Así, la fórmula: 
D............. o D/Doña: .............. 
Puede sustituirse por: 
Nombre y apellidos ............... 
Los dobles del tipo o/a, o(a) constituyen una buena solución para textos breves 
o con apariciones espaciadas. Conviene tener en cuenta que si se opta por esta 
forma, la concordancia deberá aplicarse no sólo a los sustantivos sino a todos 
los elementos oracionales. 
El lenguaje administrativo: Rompe moldes (1) 
Es evidente la vacilación que se aprecia en los documentos administrativos a 
la hora de nombrar cargos y puestos diversos. Esto ocurre tanto si se trata de 
documentos cerrados donde hay un nombre a continuación (La Jefe del Servicio, 
Doña María Álvarez); como si se trata de documentos abiertos que pueden 
referirse a mujeres y varones (Visto Bueno: El Jefe del Servicio). 
La propuesta de uso en este caso es sencilla. Nuestra lengua tiene marca de 
género, por tanto, cuando los cargos y puestos estén ocupados por una mujer 
la mención de sus titulares debe hacerse en femenino: La Jefa del Servicio, la 
Presidenta de la mesa, la Concejala. 
Cuando el documento es abierto y no se sabe quien es la persona concreta a 
la que nos referimos conviene reflejar las dos posibilidades: El/La Jefe/Jefa del 
Servicio, La Directora/El Director. 
Por supuesto nada obliga a que la forma masculina tenga que ir siempre en 
primer lugar.
Sobre el uso del masculino y el femenino: 
Cuando digo los niños, ¿dónde están las niñas? 
En la lengua española existen múltiples recursos y términos para nombrar a 
hombres y mujeres. La utilización del masculino para referirse a los dos géneros 
no consigue representarlos, sino que oculta, invisibiliza y esconde a las mujeres, 
además de provocar confusión. 
Ejemplo: Los niños de mi clase participaron en una carrera. 
¿Han sido solamente los varones? ¿Han sido los niños y las niñas? 
Propuesta de uso: Existen palabras tanto masculinas como femeninas que son 
realmente genéricas y que incluyen a hombres y mujeres: vecindario, pueblo 
asturiano, víctima, gente, población. Por otra parte, no es una repetición nombrar 
en masculino y femenino cuando se representa a grupos mixtos. No duplicamos 
el lenguaje por el hecho de decir los niños y las niñas, las madres y los padres, 
puesto que duplicar es hacer una copia idéntica y, como vemos, este no es el 
caso. 
Sobre las alternativas del lenguaje 
(genéricos, abstractos y otros recursos) 
Además de utilizar el masculino y el femenino como corresponda en cada caso, 
existen múltiples maneras de evitar la ocultación de las mujeres detrás del 
masculino o su exclusión de la representación simbólica que pone en 
funcionamiento el lenguaje. 
Estas son algunas de ellas. 
– Utilizar los genéricos colectivos: el alumnado, la infancia, la población, el 
personal médico, la juventud, el electorado... 
– Utilizar abstractos: la redacción (por los redactores), la dirección (por los 
directores), la legislación (por el legislador) 
– Evitar el uso de el, los, aquel, aquellos, seguidos del relativo que con sentido 
general: El que sepa leer entre líneas lo entenderá. 
Es más recomendable: Quien sepa leer entre líneas lo entenderá. 
– Cambiar el verbo de la tercera a la segunda persona del singular (tú o usted) 
o a la primera del plural sin mencionar el sujeto. 
Se propone la forma: Si usted posee un abono podrá viajar gratis, en lugar de 
El abonado podrá viajar gratis.
Titulaciones y profesiones 
Nuestra sociedad está en continuo cambio y entre las muchas cosas que han 
cambiado, están los papeles que varones y mujeres desempeñan. La lengua 
también ha de reflejar estos cambios, concretamente en la diferenciación del uso 
del masculino o femenino en la designación de profesiones, ocupaciones y 
titulaciones para las que se venía empleando únicamente el masculino. 
El hecho de que a algunas personas les resulten extraños términos como “Ingeniera” 
o “Ministra” no se debe a que sean incorrectos, sino a la práctica inexistencia 
hasta la época actual de mujeres que ocupasen estos cargos o profesiones. 
No hay que tener miedo a utilizar el femenino en la denominación de las 
profesiones, aunque a veces nos resulte extraño el término, el uso continuado 
lo hará familiar a nuestro oído. 
Las denominaciones que por su terminación valen tanto para el masculino como 
para el femenino se mantienen inalteradas. 
Abogada Abogado Cardióloga Cardiólogo 
Médica Médico Militar Militar 
Analista Analista Ministra Ministro 
Doctora Doctor Graduada social Graduado social 
Licenciada Licenciado Diplomada Diplomado 
Técnica especialista Técnico especialista Ingeniera Ingeniero 
Astrónoma Astrónomo Arquitecta Arquitecto 
Taxista Taxista Enfermera Enfermero 
El peligro del salto semántico 
En muchas ocasiones, palabras que se refieren al conjunto de la población, 
varones y mujeres, palabras como población, sociedad, gente, pueblo, grupo..., 
se emplean de manera tal que quedan identificadas únicamente con la parte 
masculina. Es una manifestación más del enfoque androcéntrico del lenguaje 
y se evidencia en expresiones como: 
“La gente se deja influir más por sus mujeres que por las encuestas” 
“Los pueblos nómadas se trasladaban con sus enseres, mujeres y niños de un 
lugar a otro” 
“Los alumnos pueden acudir con sus novias” 
La formulación adecuada en estos casos sería: 
“La gente se deja influir más por sus parejas que por las encuestas” 
“Los pueblos nómadas se trasladaban con sus enseres de un lugar a otro” 
“El alumnado puede asistir con sus parejas”
La mitad de la población no puede ser un colectivo, 
grupo aparte o minoría 
Las mujeres constituyen más del cincuenta por ciento de la sociedad y, al igual 
que los varones, pertenecen a colectivos diferentes. 
Frases como: “Jugaban en las categorías bejamín, alevín, juvenil y femenina”. 
“Estudiantes, mujeres, desocupados, jubilados, inmigrantes...”, no tienen en 
cuenta que las mujeres pueden ser a la vez jubiladas, ancianas, niñas... 
La formulación correcta sería: “Jugaban en categorías masculinas y femeninas 
de bejamín, alevín y juvenil”. “Personas desocupadas, jubiladas, inmigrantes, 
etc...” 
Cuidado con los duales aparentes 
Existen múltiples términos y expresiones que, siendo idénticas de forma toman 
diferente significado al ser aplicados a mujeres y varones. 
Concretamente, toman una acepción negativa o de menor valor cuando se 
refieren a una mujer: 
Parienta Pariente 
Individua Individuo 
Superwoman Superman 
Mujer pública Hombre público 
Gobernanta Gobernante 
Es importante reflexionar sobre qué idea está detrás de las palabras que 
utilizamos en situaciones que, siendo correctas, en su uso contribuyen a 
reforzar la carga negativa o de infravaloración de las mujeres.
La representación del mundo en masculino 
El mundo se define en masculino y al “hombre” se le atribuye la representación 
de la humanidad entera. Así, la definición de la identidad de las mujeres respecto 
a su relación con los varones, ha sido una constante a lo largo de la historia. 
El tratamiento general utilizado para dirigirse a un varón es “señor”, sin embargo 
a las mujeres se las nombra según su estado civil. 
Expresiones como ¿Señora o señorita?, señora de..., viuda de..., aún están en 
pleno uso. 
Otro ejemplo de esto lo encontramos en el Diccionario de la Real Academia 
donde una de las acepciones de la palabra “maestra” es “mujer del maestro”. 
Las relaciones familiares, económicas y sociales han cambiado y no debemos 
contribuir con nuestro lenguaje a perpetuar concepciones de dependencia de 
las mujeres que ya poco tienen que ver con la realidad. 
Minusvaloración e infantilización 
En la ideología patriarcal la dicotomía básica mujer-hombre, lo femenino 
resulta con frecuencia minusvalorado cuando no deteriorado, asignando una 
clara supremacía a las supuestas cualidades masculinas: 
Sexo débil/Sexo fuerte. 
Masculino: varonil, enérgico, fortaleza. 
Femenino: débil, endeble. 
A menudo se alude a las mujeres con términos o expresiones en las que se 
transmite cierto sentido de inmadurez o de irresponsabilidad, o bien se las 
incluye en las definiciones con niños y niñas o personas de edad. 
Ejemplo: En ocasiones nos referimos a mujeres adultas con términos como 
“nena”, “chavalina”, “señorita”... usos que no se aplican cuando nos dirigimos 
a varones de la misma edad y condición.
Detectando estereotipos 
El sistema sexo/género construido socialmente, asigna capacidades y valores 
diferentes a mujeres y hombres, definiendo así los estereotipos femenino y 
masculino que se convierten en la norma, a la cual, unos y otros, han de ajustar 
sus comportamientos para que sean socialmente aceptados. 
Nos hacemos varones y mujeres respondiendo a la construcción cultural que 
cada sociedad establece en una época concreta. 
Solemos asociar a la mujer con afectividad, pasividad, sensibilidad, dependencia, 
erotismo, cuidado de los demás, intuición, volubilidad, etc. 
Al varón le otorgamos: fuerza física, autoridad, independencia, impulso sexual, 
actividad, etc. 
El lenguaje es un vehículo de transmisión de estos modelos, así el tono y las 
palabras con las que nos dirigimos a las niñas son diferentes a las que utilzamos 
con los niños: 
A ellas: bonita, cielo, preciosa, buena... 
A ellos:campeón, fortachón, travieso... 
Rescatar el valor universal de lo considerado socialmente femenino, así 
como combatir prejuicios y estereotipos es liberador para ellos y para ellas, 
para hombres y mujeres. 
¿Qué podemos hacer para que nuestro lenguaje no sea sexista? 
- Corregir el enfoque androcéntrico de nuestra expresión. 
En la fiesta los invitados y sus mujeres.../En la fiesta, las personas invitadas... 
- Crear referentes femeninos (cuidando el estilo). Por un lado el padre y por 
el otro la madre, ambos pueden contribuir. Todos, niñas y niños... 
- Nombrar correctamente a las mujeres y a los varones. 
El señor Sánchez y la señorita Pili/El señor Sánchez y la señora González. 
- Romper estereotipos. 
Eso es cosa de niñas, la aspiradora de mamá, el coche de papá... 
- Utilizar términos genéricos o colectivos para sustituir palabras marcadas 
sexualmente. 
Se necesitan señoras de la limpieza/Se necesita personal de limpieza. 
- Una observación al personal docente: ”¿Te has dado cuenta de que el 51% 
de los niños son niñas?” 
- Adquirir estrategias para neutralizar la imagen negativa que de la mujer 
transmite la lengua... 
Cuida tu lenguaje, lo dice todo. 
El lenguaje media entre el pensamiento y la realidad. Conviene que busquemos 
y encontremos un mundo, un pensamiento y un lenguaje más igualitario. 
Con las ideas anteriores creemos haber contribuido a ello.
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  • 1. 1 El lenguaje administrativo: Rompe moldes (1) 2 El lenguaje administrativo: Rompe moldes (2) 3 Sobre el uso del masculino y el femenino: Cuando digo los niños, ¿dónde están las niñas? 4 Sobre las alternativas del lenguaje (genéricos, abstractos y otros recursos) 5 Titulaciones y profesiones 6 El peligro del salto semántico 7 La mitad de la población no puede ser un colectivo, grupo aparte o minoría 8 Cuidado con los duales aparentes 9 La representación del mundo en masculino 10 Minusvaloración e infantilización 11 Detectando estereotipos 12 ¿Qué podemos hacer para que nuestro lenguaje no sea sexista? Nos han enseñado que la lengua es un instrumento neutro en la comunicación y que tiene la posibilidad de cambiar y adaptarse según las necesidades sociales, que existen pautas y reglas, pero que las personas que la hablan influyen en su transformación en el tiempo. Hemos aprendido que para referirse a los dos sexos debemos utilizar el masculino como genérico. Muchos estudios han demostrado la utilización androcéntrica del lenguaje, otros insisten en la neutralidad del mismo. No pretendemos aquí adoptar posturas maximalistas ni imponer doctrina. Con nuestra propuesta «Cuida tu lenguaje, lo dice todo» invitamos a las personas de uno y otro sexo, a mujeres y a varones, a reflexionar sobre una cuestión transcendental: lo que no se nombra no existe. Diseño+ilustraciones: Forma. Premio Motiva 2001
  • 2. El lenguaje administrativo: Rompe moldes (2) Los textos administrativos utilizan con carácter general las formas en masculino para referirse a las personas usuarias de los servicios. Así, en documentos y formularios abiertos aparece: El solicitante D .........., El abajo firmante, El interesado, El destinatario, El trabajador D........., en documentos que pueden ser utilizados tanto por mujeres como por hombres. La propuesta de uso no es única ni cerrada, se trata de buscar la alternativa más adecuada en cada caso. Así, la fórmula: D............. o D/Doña: .............. Puede sustituirse por: Nombre y apellidos ............... Los dobles del tipo o/a, o(a) constituyen una buena solución para textos breves o con apariciones espaciadas. Conviene tener en cuenta que si se opta por esta forma, la concordancia deberá aplicarse no sólo a los sustantivos sino a todos los elementos oracionales. El lenguaje administrativo: Rompe moldes (1) Es evidente la vacilación que se aprecia en los documentos administrativos a la hora de nombrar cargos y puestos diversos. Esto ocurre tanto si se trata de documentos cerrados donde hay un nombre a continuación (La Jefe del Servicio, Doña María Álvarez); como si se trata de documentos abiertos que pueden referirse a mujeres y varones (Visto Bueno: El Jefe del Servicio). La propuesta de uso en este caso es sencilla. Nuestra lengua tiene marca de género, por tanto, cuando los cargos y puestos estén ocupados por una mujer la mención de sus titulares debe hacerse en femenino: La Jefa del Servicio, la Presidenta de la mesa, la Concejala. Cuando el documento es abierto y no se sabe quien es la persona concreta a la que nos referimos conviene reflejar las dos posibilidades: El/La Jefe/Jefa del Servicio, La Directora/El Director. Por supuesto nada obliga a que la forma masculina tenga que ir siempre en primer lugar.
  • 3. Sobre el uso del masculino y el femenino: Cuando digo los niños, ¿dónde están las niñas? En la lengua española existen múltiples recursos y términos para nombrar a hombres y mujeres. La utilización del masculino para referirse a los dos géneros no consigue representarlos, sino que oculta, invisibiliza y esconde a las mujeres, además de provocar confusión. Ejemplo: Los niños de mi clase participaron en una carrera. ¿Han sido solamente los varones? ¿Han sido los niños y las niñas? Propuesta de uso: Existen palabras tanto masculinas como femeninas que son realmente genéricas y que incluyen a hombres y mujeres: vecindario, pueblo asturiano, víctima, gente, población. Por otra parte, no es una repetición nombrar en masculino y femenino cuando se representa a grupos mixtos. No duplicamos el lenguaje por el hecho de decir los niños y las niñas, las madres y los padres, puesto que duplicar es hacer una copia idéntica y, como vemos, este no es el caso. Sobre las alternativas del lenguaje (genéricos, abstractos y otros recursos) Además de utilizar el masculino y el femenino como corresponda en cada caso, existen múltiples maneras de evitar la ocultación de las mujeres detrás del masculino o su exclusión de la representación simbólica que pone en funcionamiento el lenguaje. Estas son algunas de ellas. – Utilizar los genéricos colectivos: el alumnado, la infancia, la población, el personal médico, la juventud, el electorado... – Utilizar abstractos: la redacción (por los redactores), la dirección (por los directores), la legislación (por el legislador) – Evitar el uso de el, los, aquel, aquellos, seguidos del relativo que con sentido general: El que sepa leer entre líneas lo entenderá. Es más recomendable: Quien sepa leer entre líneas lo entenderá. – Cambiar el verbo de la tercera a la segunda persona del singular (tú o usted) o a la primera del plural sin mencionar el sujeto. Se propone la forma: Si usted posee un abono podrá viajar gratis, en lugar de El abonado podrá viajar gratis.
  • 4. Titulaciones y profesiones Nuestra sociedad está en continuo cambio y entre las muchas cosas que han cambiado, están los papeles que varones y mujeres desempeñan. La lengua también ha de reflejar estos cambios, concretamente en la diferenciación del uso del masculino o femenino en la designación de profesiones, ocupaciones y titulaciones para las que se venía empleando únicamente el masculino. El hecho de que a algunas personas les resulten extraños términos como “Ingeniera” o “Ministra” no se debe a que sean incorrectos, sino a la práctica inexistencia hasta la época actual de mujeres que ocupasen estos cargos o profesiones. No hay que tener miedo a utilizar el femenino en la denominación de las profesiones, aunque a veces nos resulte extraño el término, el uso continuado lo hará familiar a nuestro oído. Las denominaciones que por su terminación valen tanto para el masculino como para el femenino se mantienen inalteradas. Abogada Abogado Cardióloga Cardiólogo Médica Médico Militar Militar Analista Analista Ministra Ministro Doctora Doctor Graduada social Graduado social Licenciada Licenciado Diplomada Diplomado Técnica especialista Técnico especialista Ingeniera Ingeniero Astrónoma Astrónomo Arquitecta Arquitecto Taxista Taxista Enfermera Enfermero El peligro del salto semántico En muchas ocasiones, palabras que se refieren al conjunto de la población, varones y mujeres, palabras como población, sociedad, gente, pueblo, grupo..., se emplean de manera tal que quedan identificadas únicamente con la parte masculina. Es una manifestación más del enfoque androcéntrico del lenguaje y se evidencia en expresiones como: “La gente se deja influir más por sus mujeres que por las encuestas” “Los pueblos nómadas se trasladaban con sus enseres, mujeres y niños de un lugar a otro” “Los alumnos pueden acudir con sus novias” La formulación adecuada en estos casos sería: “La gente se deja influir más por sus parejas que por las encuestas” “Los pueblos nómadas se trasladaban con sus enseres de un lugar a otro” “El alumnado puede asistir con sus parejas”
  • 5. La mitad de la población no puede ser un colectivo, grupo aparte o minoría Las mujeres constituyen más del cincuenta por ciento de la sociedad y, al igual que los varones, pertenecen a colectivos diferentes. Frases como: “Jugaban en las categorías bejamín, alevín, juvenil y femenina”. “Estudiantes, mujeres, desocupados, jubilados, inmigrantes...”, no tienen en cuenta que las mujeres pueden ser a la vez jubiladas, ancianas, niñas... La formulación correcta sería: “Jugaban en categorías masculinas y femeninas de bejamín, alevín y juvenil”. “Personas desocupadas, jubiladas, inmigrantes, etc...” Cuidado con los duales aparentes Existen múltiples términos y expresiones que, siendo idénticas de forma toman diferente significado al ser aplicados a mujeres y varones. Concretamente, toman una acepción negativa o de menor valor cuando se refieren a una mujer: Parienta Pariente Individua Individuo Superwoman Superman Mujer pública Hombre público Gobernanta Gobernante Es importante reflexionar sobre qué idea está detrás de las palabras que utilizamos en situaciones que, siendo correctas, en su uso contribuyen a reforzar la carga negativa o de infravaloración de las mujeres.
  • 6. La representación del mundo en masculino El mundo se define en masculino y al “hombre” se le atribuye la representación de la humanidad entera. Así, la definición de la identidad de las mujeres respecto a su relación con los varones, ha sido una constante a lo largo de la historia. El tratamiento general utilizado para dirigirse a un varón es “señor”, sin embargo a las mujeres se las nombra según su estado civil. Expresiones como ¿Señora o señorita?, señora de..., viuda de..., aún están en pleno uso. Otro ejemplo de esto lo encontramos en el Diccionario de la Real Academia donde una de las acepciones de la palabra “maestra” es “mujer del maestro”. Las relaciones familiares, económicas y sociales han cambiado y no debemos contribuir con nuestro lenguaje a perpetuar concepciones de dependencia de las mujeres que ya poco tienen que ver con la realidad. Minusvaloración e infantilización En la ideología patriarcal la dicotomía básica mujer-hombre, lo femenino resulta con frecuencia minusvalorado cuando no deteriorado, asignando una clara supremacía a las supuestas cualidades masculinas: Sexo débil/Sexo fuerte. Masculino: varonil, enérgico, fortaleza. Femenino: débil, endeble. A menudo se alude a las mujeres con términos o expresiones en las que se transmite cierto sentido de inmadurez o de irresponsabilidad, o bien se las incluye en las definiciones con niños y niñas o personas de edad. Ejemplo: En ocasiones nos referimos a mujeres adultas con términos como “nena”, “chavalina”, “señorita”... usos que no se aplican cuando nos dirigimos a varones de la misma edad y condición.
  • 7. Detectando estereotipos El sistema sexo/género construido socialmente, asigna capacidades y valores diferentes a mujeres y hombres, definiendo así los estereotipos femenino y masculino que se convierten en la norma, a la cual, unos y otros, han de ajustar sus comportamientos para que sean socialmente aceptados. Nos hacemos varones y mujeres respondiendo a la construcción cultural que cada sociedad establece en una época concreta. Solemos asociar a la mujer con afectividad, pasividad, sensibilidad, dependencia, erotismo, cuidado de los demás, intuición, volubilidad, etc. Al varón le otorgamos: fuerza física, autoridad, independencia, impulso sexual, actividad, etc. El lenguaje es un vehículo de transmisión de estos modelos, así el tono y las palabras con las que nos dirigimos a las niñas son diferentes a las que utilzamos con los niños: A ellas: bonita, cielo, preciosa, buena... A ellos:campeón, fortachón, travieso... Rescatar el valor universal de lo considerado socialmente femenino, así como combatir prejuicios y estereotipos es liberador para ellos y para ellas, para hombres y mujeres. ¿Qué podemos hacer para que nuestro lenguaje no sea sexista? - Corregir el enfoque androcéntrico de nuestra expresión. En la fiesta los invitados y sus mujeres.../En la fiesta, las personas invitadas... - Crear referentes femeninos (cuidando el estilo). Por un lado el padre y por el otro la madre, ambos pueden contribuir. Todos, niñas y niños... - Nombrar correctamente a las mujeres y a los varones. El señor Sánchez y la señorita Pili/El señor Sánchez y la señora González. - Romper estereotipos. Eso es cosa de niñas, la aspiradora de mamá, el coche de papá... - Utilizar términos genéricos o colectivos para sustituir palabras marcadas sexualmente. Se necesitan señoras de la limpieza/Se necesita personal de limpieza. - Una observación al personal docente: ”¿Te has dado cuenta de que el 51% de los niños son niñas?” - Adquirir estrategias para neutralizar la imagen negativa que de la mujer transmite la lengua... Cuida tu lenguaje, lo dice todo. El lenguaje media entre el pensamiento y la realidad. Conviene que busquemos y encontremos un mundo, un pensamiento y un lenguaje más igualitario. Con las ideas anteriores creemos haber contribuido a ello.