1. Testimonios de Santidad
Paulina
Junto a los tres ejes de la espiritualidad paulina: Jesús
Maestro, Camino, Verdad y Vida, María Reina de los
Apóstoles y San Pablo apóstol, hemos de hacer mención
de varios hermanos y hermanas que nos han precedido
dejándonos un ejemplo de cómo debe modelarse la vida
paulina para ser camino de santidad.
2. El Beato Santiago Alberione (San Lorenzo de Fossano, 4 de abril de 1884
– Roma, 26 de noviembre de 1971). Fundador de la Familia Paulina, postuló
con firmeza la idéntica dignidad de la predicación mediática y la predicación
oral-tradicional, sin duda en la dimensión más característica y conocida del
Padre Alberione, hay que destacar su fe y su profunda vida interior. A la
escuela de san Pablo, él encontró para sí mismo y para sus hijos e hijas el
ideal unificador de la vida y la misión: “Mi vivir es Cristo” (Flp 1,21). Sin
olvidar su gran humildad y la fidelidad en transmitir las insondables riquezas
recibidas, destinadas a enriquecer la Iglesia. (Beatificado: 27-4-2003)
3. El Beato Timoteo Giaccardo (Narzole, 13 de junio de 1896 –
Roma, 24 de enero de 1948). Primer sacerdote paulino y primer
Vicario general, es un testimonio admirable y actual de santidad.
Hay que subrayar su docilidad y obediencia a las palabras y a los
deseos del Fundador, “aun no comprendiendo todo” desde el primer
momento, en la misión de dar vida y acompañar a las diversas
instituciones paulinas. (Beatificado: 22-10-1989)
4. La Venerable Sor Tecla Merlo (Castagnito, 20 de febrero de
1894 – Albano, 5 de febrero de 1964).Mujer fuerte, asociada a la
vocación y a la obra del Padre Alberione, no fue sólo la más
generosa y fiel intérprete del Fundador en el nacimiento y
consolidación de la Congregación de las Hijas de San Pablo, sino
que fue también madre de las otras fundaciones de la Familia
Paulina, a cuyo nacimiento y desarrollo colaboró, con discreción,
con su consejo y con la oración.
5. El Venerable Canónigo Francisco Chiesa (Montà, 2 de abril
de 1874 – Alba, 14 de junio de 1946).Fue párroco y canónigo de
la Catedral de Alba. Maestro de santidad, a partir de un empeño
personal de santificación, con admirable equilibrio y dinamismo
desplegó una benéfica irradiación sobre el clero de la diócesis y
sobre las primeras generaciones de Paulinos y Paulinas, testigos
de un modo nuevo de vivir la santidad cristiana, religiosa y
apostólica.
6. El Venerable Mayorino Vigolungo (Benevello, 6 de mayo de 1904 –
Benevello, 27 de julio de 1918). Rechazando todo tipo de mediocridad,
Mayorino nos dejó el testimonio de algunas virtudes muy actuales,
especialmente para los más jóvenes: la valiente conciencia de que la
juventud es una preparación para la vida, un don entregado para una misión
que hay que cumplir en la tierra para gloria de Dios y bien de los hombres;
un compromiso de “progresar un poquito cada día”, no sólo en el campo
espiritual, sino en toda la realidad humana y social: en el estudio, en el
trabajo, en la utilización de todos los medios, como instrumentos que, a
pesar de su corta edad, le permitian predicar a todos.
7. El Venerable Hermano Andrés Borello (Mango, l8 de marzo de 1916 –
Sanfrè, 4 de septiembre de 1948). Es el modelo de los Discípulos del Divino
Maestro (hermanos) y de los laicos consagrados al apostolado de la
comunicación social. En su modo de testimoniar la santidad paulina, se puede
subrayar en el la conciencia de compartir, como laico consagrado, al lado de
los sacerdotes, la misión de la evangelización con un apostolado moderno,
utilizando todos los medios de las tecnologías mas actuales; la más plena
entrega de sí mismo a la misión; el ofrecimiento de su vida por los llamados
y por su perseverancia.
8. La Sierva de Dios Sor Escolástica Rivata (Guarene 12 de julio de
1897 – Sanfrè 24 de marzo de 1987). Fue la primera Madre de las
Pías Discípulas del Divino Maestro. Desde la primera opción, que le
hizo exclamar: “Señor, tú solo, y basta”, hasta la consumación de su
ofrecimiento, su vida está sembrada de momentos heroicos en el
ejercicio de las virtudes, en la adhesión a la voluntad de Dios, en la
obediencia y en el modo extraordinario de vivir lo ordinario de la
vida.