𝓘𝓝𝓢𝓣𝓘𝓣𝓤𝓒𝓘𝓞́ 𝓝 𝓔𝓓𝓤𝓒𝓐𝓣𝓘𝓥𝓐 𝓕𝓘𝓢𝓒𝓐𝓛
“𝓜𝓘𝓖𝓤𝓔𝓛 𝓓𝓔 𝓢𝓐𝓝𝓣𝓘𝓐𝓖𝓞”
MemoriasMemorias
NOMBRE: Brigith Velasco
CURSO: 1RO
Materia: e.c.a
Lic: msc Diego Gallo
PARALEO: A3
AÑO LECTIVO
2020/2021
Educación de calidadEducación de calidad
.
La Doncella De Pumapungo
Pumapungo, localizado en Cuenca, era el destino de
descanso preferido por los emperadores incas. Este
lugar estaba impresionantemente decorado y hoy en
día es posible visitar sus ruinas. El lugar contaba con
una fuente sagrada que era usada exclusivamente por
el emperador. También se encontraba atendido por
unas doncellas conocidas como las Vírgenes del Sol.
Estas mujeres eran criadas desde pequeñas en
distintas artes y habilidades que usaban para
entretener a los emperadores. Nina era una de las
Vírgenes del Sol residentes en Pumapungo y aunque
estaba prohibido, se enamoró de uno de los
sacerdotes del templo. Este par solía reunirse en las
noches de luna llena en los jardines del lugar. Cuando
el Emperador se enteró de este hecho mandó a matar
al sacerdote, pero prohibió que se informara a Nina de
esto. La doncella al ver que su amante no acudía a
sus encuentros finalmente murió de pena moral. Se
dice que hoy en día en las mismas noches de luna
llena se puede oír su lamento entre las ruinas del
lugar.
El Comemuerto
Anillos, vestidos elegantes,cadenas y hasta dientes de oro. Eran de los
objetos más comunes que un hombre sustraía de las tumbas del
Cementerio General de Guayaquil. Eran el año 1930
aproximadamente.
César Burgos, escritor y maestro de Literatura, escribió sobre que
cuando era niño, su madre le contó sobre la historia del comemuerto
en el puerto principal. "Luego la leí en las amarillentas páginas de El
Telégrafo, del 25 de marzo de 1941".
Relata que el hecho salió a la luz cuando guayaquileños de alta
posición económica se percataron que las pertenencias que sus
parientes portaban al momento de su entierro estaban a la venta en
locales del centro de la ciudad. Por ejemplo, relata, "un caballero vio
que el valioso anillo con el que fue sepultado el padre estaba en venta
en una joyería. Así mismo, una señora se admiró al ver colgado en una
casa de compraventa el vestido de novia que le puso a la hija para el
velatorio y con el que la sepultó".
Esas denuncias inquietaron a la policíahasta que hicieron un operativo,
y el comemuerto fue encarcelado. También su familia, que se
encargaban de limpiar los objetos y comercializarlos. Fausto Ramos
asegura que este acontecimiento es uno de los más conocidos en la
ciudad, por lo que su historia detallada se dará a conocer en un libro
sobre cuentos de terror ecuatoriano que actualmente escribe y que será
presentado a inicios del próximo año.
La condesa de la Loma Grande
Su historia presenta a una joven muy hermosa, esbelta,
una dama de la aristocracia europea. Vivía en una villa en
el barrio la Loma Grande, en el centro de Quito. Según
detallan residentes de ese barrio, sus abuelos comentaban
que la mujer salía los viernes por la noche a divertirse en
los bares del centro histórico.
En el barrio la Loma Grande, aproximadamente en los
años 1880 y 1890, todo es fiesta y jolgorio desde su
llegada a las reuniones. Todos le dicen "la condesa" y es
tan bella que más de un galán quiteño se disputa sus
favores, dice Ramos.
Sin embargo, lo terrorífico de la historia es que cada galán
que empezaba a frecuentar a la condesa, desaparecía
misteriosamente. Dice Ramos que acudían a su vivienda y
eran asesinados por ella. "Cuando la mujer dejó esa villa,
los nuevos residentes encontraron varios cuerpos
enterrados en el jardín, lo que pensaron eran de los
hombres desaparecidos.
Cantuña
Cuenta una leyenda que Cantuña un indígena constructor famoso y descendiente
directo del gran guerrero Rumiñahui.
Los padres franciscanos le encargan la gran tarea construir un atrio para una
iglesia en Quito conocida como iglesia de San Francisco, la paga era
considerable, pero tenía que cumplir en plazo de seis meses, caso contrario no le
pagarían nada.
Cantuña al ver que el plazo llegaba a su fin, y la obra no estaba concluida porque
el trabajo no era nada fácil le invadió su desesperación, y su sufrimiento llegó a
oídos del Diablo.
El demonio se presentó ofreciendo realizar un pacto con las siguientes
condiciones Cantuña le entregaría su alma como pago. Cantuña aceptó, y miles
de pequeños diablillos empezaron a trabajar en cuanto la obscuridad cayó en la
ciudad.
De pronto Cantuña se dio cuenta de la rapidez con que trabajaban y que su alma
estaría destinada a sufrir castigos por toda la eternidad, así que decidió engañar
al demonio.
Cantuña tomó la última piedra de la construcción y la escondió, cuando
el Diablo creyó que había terminado la obra en el plazo establecido se acercó a
Cantuña para tomar su alma pero Cantuña le dijo ¡El trato ha sido incumplido.
Lucifer, asombrado, vio como un simple mortal lo había engañado. Así, Cantuña
salvó su alma y el diablo, sintiéndose burlado, se refugió en los infiernos sin
llevarse su paga.
La leyenda del gallo de la catedral
Esta difundida leyenda que atesoran los habitantes de Quito se refiere a don Ramón Ayala
y Sandoval, quien era un hombre adinerado, muy bohemio y dedicado a la buena vida;
además mantenía indiscutible afición por la vihuela (guitarra), mistela (licor) y la graciosa
‘chola’ Mariana, que le robaba más de un suspiro.
Asimismo, el personaje se vanagloriaba de sus 40 años de soltería, de su hacienda y de su
apellido. Don Ramón desarrollaba su vida con un horario estricto: se levantaba a las 06:00
para luego ponerse el poncho de bayeta y comenzar a desayunar lomo asado, papas, un
par de huevos fritos, una taza de chocolate, pan de huevo y el tentador queso de Cayambe.
Después de comer como un dios, don Ramón pasaba a la biblioteca y disfrutaba de los
recuerdos de sus antepasados.
¡El que se crea hombre, que se pare enfrente! ¡Para mí no hay gallitos que valgan, ni el de
la catedral!, repetía una y mil veces. Cierta noche, alrededor de las 20:00, pasaba ebrio
por el pretil de la catedral y trató de desafiar al gallo. Cuando alzó su mirada y se disponía
a gritarle, el gallo alzó su pata y rasgó con su espuela la pierna del noble, quien cayó al
piso.
Luego, el ave levantó el pico y le sentó un feroz golpe en la cabeza. Horrorizado por lo
que le estaba sucediendo, comenzó a pedir perdón y clemencia al animal, que le preguntó
si jamás volvería a beber e injuriar a las personas. El aristócrata prometió enmendar su
vida y no cometer tales abusos.
Don Ramón, el aristócrata, cambió por completo. Se volvió respetuoso con la gente y dejó
de tomar las mistelas. Mas un día se encontró con un antiguo amigo, quien le dijo que
estaban orgullosos de él y que habían preparado un agasajo. Al llegar, se halló con una
tentadora mistela y no aguantó la tentación. Terminó nuevamente en el local de la ‘chola’
Mariana.
Tras gozar de una hora a la siesta, se daba un masaje con agua olorosa y a las 15:00 salía a
la calle derrochando elegancia. Se detenía justo en el petril de la catedral, y allí tenía
siempre su primer encuentro con el popular gallito.
Con un gesto desafiante le decía: ¡”Qué gallito, qué disparate de gallito!”. Ramón amaba
a la ‘chola’ Mariana, una mujer, dueña de un local de venta de licores, pero cuando la
gente iba a escuchar misa se espantaba al pasar por dicho establecimiento, pues Ramón,
ya pasado de tragos, comenzaba a lanzar carajos a todo el mundo.