Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) no ha dejado de publicar en los últimos meses mediante su perfil de Twitter: @Margo_Glantz. Lo hace al tiempo que habla de la Malinche con Carla Faesler o difunde y presenta a través de Zoom su reciente libro Y por mirarlo todo, nada veía (Sexto Piso / Universidad Nacional Autónoma de México, 2018); el cual toma un verso de su tan estudiada sor Juana Inés de la Cruz para volcar las noticias, curiosidades y remembranzas que se comparten en las redes sociales. Desde julio de 2016 a enero de 2018 (como lo explicita en la última página, la 164) continúa el proyecto fragmentario y aparentemente banal que llevó a cabo en Yo también me acuerdo (Sexto Piso, 2014); que estudiamos a propósito de la tuiteratura mexicana en el trabajo que coordina Carmen Alemany: Las ficciones heterodoxas de Margo Glantz. Visiones críticas (Visor Libros, 2018). En esta ocasión, partimos de tales publicaciones impresas para analizar el discurso que lleva a cabo a propósito de la pandemia, las restricciones y la necesidad o no de las medidas; así como el estado anímico propio y social. Resulta a sus noventa años una activa tuitera que comparte mensajes críticos, reflexiones, parodias, propuestas sobre la viralización y la caducidad del instante. Al cabo, conforma una poética que acabará en papel; y viceversa: su obra sigue generando comentarios y lecturas entre el público, desde sus casas, gracias a la tecnología. Tendremos en cuenta la difusión, la réplica, el canon y el morbo a la luz crítica de Vicente Luis Mora en El lectoespectador (2012). Además de observar tras la pantalla el devenir de la disertación literaria y vital de la escritora y viajera confinada, advertimos su interpretación del mundo tras la apertura, el semáforo amarillo y, por momentos, verde, en la llamada nueva normalidad. Dicha lectura nos permitirá escudriñar el cambio del que hablan tanto como Slavoj Žižek en Pandemia (2020), Jorge Carrión en Lo viral (2020) o Adela Cortina en Ética cosmopolita (2021).