18. Una mañana Clementina salió sigilosamente de su caparazón y se fue a dar un paseo. Fue muy hermoso, pero muy corto: debía volver a casa antes de que llegara Arturo, a la hora de comer.
19. Arturo no sabía nada de los paseos de Clementina, pero la notaba diferente… -¿Qué te pasa? ¿Por qué sonríes? ¡Pareces tonta! Pero a Clementina ya no le importaban sus insultos…
20. Un día, Arturo encontró la casa vacía. Se enfadó muchísimo y no entendía por qué Clementina había abandonado todos los bonitos objetos que tenía su casa.
21. Clementina sigue viajando libre y feliz por el mundo. Es posible que toque la flauta y que haga hermosas acuarelas de flores. Si un día ves una tortuga sin caparazón, llámala ¡Clementina! ¡Clementina!