Este poema rinde homenaje a un perro callejero que era querido por todos en el barrio. Aunque no tenía un dueño, el perro era libre y leal a su naturaleza. Brindaba compañía y alegría a los niños y ancianos. Finalmente, el perro murió tranquilamente en su sueño, dejando atrás recuerdos y nostalgia en el barrio.