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Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María
ENELINTENSOAHORA
PASAUNTREN
POR JUAN SALINERO
PÁG. 8
HISTORIA
EL GOBERNADOR
BUSTOSY LA SUPRESIÓN
DEL CABILDO
DE LA CONCEPCIÓN
POR OMAR A. ISAGUIRRE
PÁG. 4
Miércoles 30 de septiembre de 2020 . Año 20 Nº 923
La publicación de su nuevo libro de poemas –“Prendas”- es el punto de partida de una conversación sobre las pul-
siones de la creación, los géneros y los fundamentos éticos sobre los que se edifica un poema.
PÁG. 2 y 3
ENTREVISTAA
PABLODEMA
ARQUEOLOGÍA
LA MÚSICA
DE LOS HUESOS
POR ANTONIO TELLO
PÁG. 6
LA COLUMNA
DICCIONARIO
DEAUTOBIOGRAFÍAS
INTELECTUALES.
RED DEL PENSAMIENTO
ALTERNATIVO
de Hugo E. Biagini
Por H.E.B.
PÁG. 7
RESEÑA
El Corredor Mediterráneo / Página 2
ENTREVISTAA
PABLODEMA
Por Antonio Tello
Pablo Dema es una de las personali-
dades poéticas e intelectuales más só-
lidas de la joven literatura argentina.
Compagina su trabajo como docente
universitario y como editor de Carto-
grafías, editorial que fundó en 2005
junto al también poeta José Di Marco.
Ha publicado cuatro libros de cuen-
tos - Fotos (Cartografías, Río Cuarto,
2005), Si nada permanece (Ed. Fun-
dación Octubre, Buenos Aires, 2007),
Hoteles (Cartografías, 2010) y La can-
ción de las máquinas (Editorial Re-
covecos, Córdoba, 2014)-, la novela
De piedra o de fuego (Editorial de la
UNRC, Río Cuarto, 2009) y los libros
de poemas Filos (Ediciones Del Dock,
Buenos Aires, 2014) y ahora Prendas
(Editorial Deacá,Villa Mercedes).
Su imagen es la de un hombre que
transmite serenidad ¿debo decir a pe-
sar de su juventud?
Me reconozco en la caracterización
de la serenidad que está en la pregun-
ta, diría que desde siempre. Es lo que
me dicen a menudo. Y podría decir
que si estoy nervioso o ansioso estoy
un poco fuera de eje. Intento mantener
la serenidad.
La pregunta viene a cuento porque
observando su trayectoria literaria
parece tener muy pensado y planifi-
cado su camino hacia la poesía. Antes
de “Filos”, su primer libro de poemas,
publicó tres libros de cuentos y una
novela… ¿Es para usted la narrativa
una forma de aprendizaje de la expre-
sión poética?
No lo siento así. En el mismo perío-
do de los poemas de Prendas escribí
cuentos.Y hay un libro de cuentos que
está al salir. Con el tiempo me da la
sensación de que la diferencia entre
esos géneros se acota. En verdad mu-
chas veces lo primero que tengo en
mente es una especie de núcleo, una
situación o una imagen que me resulta
atractiva, y no sé si va a ser una prosa
o un poema. Es común que pruebe en
verso y, si veo que por alguna razón
necesito desarrollar demasiado, suelo
pasar a la prosa. No pienso en princi-
pio en historias completas que contar,
más bien en escenas, en un momento
significativo que está al final del poe-
ma. El problema de la composición es
cómo preparar ese momento que re-
lumbra por su potencia significativa y
emotiva.
Dice usted “no pienso en historias
completas” ¿cree que se pueden con-
tar historias completas o todo lo na-
rrable o poetizable es siempre frag-
mentario?
Es claro que la narración es un dispo-
sitivo cultural antiquísimo y con enor-
mes desarrollos en los campos de la
historia y la literatura. Y sabemos que
la ficción literaria, a partir de finales
del siglo XIX, dejó de lado las estruc-
turas narrativas clásicas. La introspec-
ción y el monólogo interior, los finales
abiertos y el montaje de fragmentos
son algunos de los procedimientos
que comenzaron a dominar el género
narrativo. Lo que a mí me sucede es
que lo que me lleva a escribir gene-
ralmente es una escena, una situación
fija, por decirlo así, que es el punto de
llegada de una acción breve: una pa-
dre y una hija sembrando las semillas.
Lo que hago a nivel de la composición
es crear un amplio contexto, una pre-
paración para esa imagen que me gus-
taría captar y transmitir porque confío
en su poder. Y me sucede que pruebo
en prosa o en verso. En ese sentido, en
el fondo para mí lo que escribo es todo
poesía.
“Prendas” representa, respecto de su
libro anterior, un gran salto cualitativo
tanto en el fondo como en la expre-
sión; tanto en la concepción visual de
las metáforas como en la hondura de
su viaje interior. ¿Cree que esta es o
puede ser su voz?
Bueno, primero, me alegra el juicio
de valor, mucho más viniendo de un
poeta tan consciente de la forma y del
peso de cada palabra en la poesía.
Estos son poemas leídos y revisados
muchas veces a lo largo de dos o tres
años. Darles tiempo y volver a ellos
es parte de un proceso que, espero,
da buenos resultados. Leer otros poe-
mas, libros que llegan, y volver a los
propios a ver si funcionan. Creo que
en un momento uno logra crear una
distancia, cierta objetividad, y siente
que algo está logrado. Siempre desde
un gusto propio, desde una idea de la
poesía. Y sabiendo también que estos
poemas no son para todos los lectores,
que pueden no ser del gusto de mu-
cha gente que lee otro tipo de poesía.
Pero cuando uno está conforme y con-
vencido los da a leer, intenta llegar a
los lectores y a los poemas como una
suerte de afirmación: la poesía para mí
es esto. Es un modo, sí, de intervenir
en la conversación cultural con una
voz que se afianza.
Una de las cosas que llaman la aten-
ción en este libro es la recurrencia a
ciertas películas y también, más allá
de las referenciadas, a la lectura de
grandes poetas a algunos de los cua-
les, tal el caso de Bertold Brecht y Juan
L. Ortiz, confronta y complementa.
De aquí se me ocurren dos preguntas
¿es posible escribir sin adentrarse en
la tradición? ¿Cuál fue su propósito al
referenciar explícitamente a determi-
nados poetas?
La tradición es el aire que respiramos.
Me tengo que contener con las refe-
rencias y los epígrafes, con las alusio-
nes, que son casi un vicio. En ese sen-
tido, los poemas son muy engañosos
porque parecen referir a una biografía
o dar cuenta de vivencias pero en rea-
lidad ante todo son expresión de mi
diálogo con lo que leo. Lo biográfico,
la experiencia y mi cotidianidad son
como un bastidor. Me interesa la for-
ma, la música, la posibilidad de captar
el momento en que las palabras se in-
tegran de una manera inesperada para
producir belleza y sorpresa.
Con respecto a Juan L. Ortiz, es una
figura que gravita mucho en mi ima-
ginario. Y ese poema que cito siempre
me ronda, es un poema utópico, un
núcleo de amor fraternal que habita
en su mundo. Solo que normalmente
lo expresa hacia lo natural, pero es ese
mismo amor hacia todas las criaturas,
los animales, las plantas, todo lo que
El Corredor Mediterráneo / Página 3
su poesía celebra.Y Brecht es un poeta
mucho más vitalista, directo, casi rudo
diría.Y en él la cuestión de luchar con-
tra la injusticia es un centro más obvio.
Estos epígrafes fueron también una
forma de afirmarme en un momento
político de nuestro país en el que los
derechos sociales estaban siendo va-
puleados. Entonces invocar las utopías
colectivas era una forma de decir que
hay cosas absolutamente irrenuncia-
bles.
En “Cielo” usted parece intentar una
poética cuando dice que “para la poe-
sía el amor y el trabajo son lo que la
luz y el agua para los árboles” ¿o nos
habla de otra cosa?
Sí, es una poética y un mensaje a los
lectores que se encasillan y encasillan.
Cuando publiqué Filos recibí varios
comentarios de lectores y de escritores
que tienen una identidad muy fuerte
en relación con el género narrativo ex-
presando su sorpresa. En general ellos
no “se pasan” de un género a otro. Lo
que pasa es que yo no me pasé sino
que no fue hasta ese momento que
sentí que había material como para un
libro que a mí me resultara aceptable.
Muchos pos poetas conocidos míos,
por su parte, no le prestaron atención,
entre otras razones, porque también
me tenían en el lugar de los “narrado-
res”. Es entendible. A mí me pasa. A
veces conozco un autor que escribe
teoría o ensayos y si veo una novela
de ese autor es como que no lo regis-
tro, como si no fuera la misma perso-
na. Por eso ese poema que menciona
dice que no hay que confinarse en una
camarilla, no hay por qué entrar en el
círculo de los “poetas 100% poetas”,
pagar los tributos culturales, conocer
todas las contraseñas para pertenecer.
La poesía sola, si la hay, si se la culti-
vó honestamente, llega por su propia
fuerza a algunos lectores que la sien-
ten más allá de la etiqueta previa que
se le haya asignado al autor.
“Cultivar honestamente la poesía”
¿significa esto, como decía Camus,
que toda escritura prefigura un posi-
cionamiento ético?
Hay modas, tendencias, maneras de
hacer que son de cada época. Hoy se
habla mucho de la literatura de terror,
se premia eso, los lectores quieren te-
rror, distopías, etc. Hay cosas muy bien
hechas, por su puesto. Ese auge gravita
sobre los que estamos escribiendo. En-
tonces en función de lo que uno quie-
re decir y lo que quiere producir opta:
o se sube a una tendencia o sigue un
camino propio según lo que entien-
de que es más acorde a un proyecto
personal y, por qué no, a una ética. La
honestidad de la que hablo es más que
nada intelectual. No puedo remedar
un tono que no es propio, no puedo
asumir un afecto ajeno (por ejemplo,
no soy un ironista, ni un nihilista, ni un
cínico ni un satírico). Entonces no voy
a impostar una voz para concordar
con el tono de una época. Lo que me
llega como lector en este tiempo tiene
que ver con temas clásicos de lo que a
veces se llama la literatura sapiencial:
¿cómo hacemos para vivir juntos, para
aguantarnos? Es muy difícil soportar
a los otros. ¿Cómo actuamos ante la
comprensión racional (muchas veces
negada y bloqueada emocionalmen-
te) de que todo nos ha sido dado en
prenda, es decir, ante el aprendizaje
de que, como dijo Borges, “nadie pier-
de si no lo que no tiene y no ha tenido
nunca”? Es el mismo tema del “si nada
permanece” pero desde un lugar, el de
hoy, menos desesperado y más sose-
gado.
Ya en “Filos” se anuncia que la poesía
no se nutre sólo del dolor sino tam-
bién del amor, la amistad, la bondad y
del gozo tranquilo de la vida…
Es un proceso personal o existencial
absolutamente honesto e indisimula-
ble, imposible de impostar. Si ve los
cuentos de Si nada permanece, sobre
todo verá el sufrimiento y la búsque-
da desesperada de sentido. De hecho
ese título es un verso de José Emilio
Pacheco de un poema que habla de
una sombra que nos cava y nos hiere,
de cómo afrontar la vida si nada per-
manece. Son los años de mis lecturas
de La náusea de Sartre, del Pessoa de
El libro del desasosiego. Fui saliendo
de ahí. Hice todo lo que pude por su-
perar la sensación de separación con
el mundo y me fui reconectando con
algo mucho más vital. Pasé de Pizar-
nik, a Juan L. Estaba también atrapado
en un imaginario del escritor atormen-
tado. Un mito muy infantil y dañino.
Ser padre lo pone a uno también en
una gran encrucijada. En un poema de
Filos anoté que cuando tuve que cui-
dar a un bebé, cuando sentí el amor
ante una criatura tan frágil, acabaron de
un saque los problemas existenciales.
El desarrollo de las redes sociales pa-
rece haber “democratizado” la poe-
sía, pero ¿la creación poética y la
creación artística en general tienen
que ver con la política, los derechos
sociales o con el talento y la capaci-
dad de cada uno para este cometido?
Es un tema que da para un largo deba-
te. Pienso que todos nos sentimos en
algún momento tocados por la poesía
y que cualquier lector que la disfrute
asiduamente tiene el impulso y el de-
seo de escribir y mostrar lo que hace.
Confío en el libro y en la figura de los
editores como agentes eficaces para
resguardar lo mejor que una comuni-
dad produce y lega a las generaciones
venideras. De ahí la importancia de los
espacios de lectura, las bibliotecas pú-
blicas, las ferias del libros, las revistas
de difusión, una ley del libro, etc, etc.
Quien lea su poesía observará que su
escritura es limpia, transparente y, si
se quiere, económica, quiero decir sin
adjetivos, adverbios ni repeticiones
innecesarios ¿es difícil escribir así en
tiempos de tanto ruido, eufemismo y
reclamo identitario en la lengua?
La poesía es, como se sabe, el lugar
en el que la lengua está sometida a
las máximas exigencias porque allí es
donde se aprecia todo su esplendor.
Tengamos el oído sutil, dice Juan L.,
así que tenemos que poner atención a
lo que hacemos. Como dije, para mí
hacer un poema es jugar el juego (muy
serio pero juego al fin) de poner una
línea más en una tradición extensa y
riquísima. Uno trata de estar a la altu-
ra de los maestros. Claro que sé que
es muy probable que lo que yo estoy
escribiendo no va a resistir el paso
del tiempo. Pero andar en ese juego,
como diría Gelman, ya es un premio,
un gozo enorme.
Para vivir siempre damos algo en
prenda ¿cuál es la prenda que da el
poeta para serlo?
Creo que el tiempo y la atención a la
riqueza del lenguaje, a su poder para
sostener un mundo común. Hoy, más
que nunca, la poesía es un pulso vital
con el que necesitamos conectar.
.
“Prendas”, que supone un nuevo y sólido escalón en la obra poética de
Pablo Dema, motiva una conversación que revela a los lectores de ECM la
importancia de la tradición y de la honestidad en la escritura en momentos
en que el ruido del mundo dificulta el pensar y el poetizar.
El Corredor Mediterráneo / Página 4
Ubicados en el caso de Córdoba, nos
preguntamos qué lectura cabe hacer
hoy sobre la supresión de sus tres ca-
bildos (ciudad de Córdoba, Villa de la
Concepción de Río Cuarto, y Villa de
La Carlota), acaecida en 1824, por ser
ellos: “formas supervivientes de la or-
ganización colonial que eran, en rea-
lidad, contradictorias con la existencia
de la organización departamental y de
un Estado provincial descentralizado y
democrático” (Alfredo Terzaga), consi-
derando que la historiografía cordobe-
sa no le ha dado mucha trascendencia
al tema, perspectiva que intentaremos
revisar con austeridad en estas pági-
nas. En tal estado, nada diremos de
la acción administrativa del titular del
Ejecutivo, sólo nos fijaremos en sus
convicciones llevadas a la legislación
A partir de los enfoques más genera-
les antes mencionados, cabe todavía
preguntarse si, en el caso de Córdoba,
dicha medida ¿fue consecuencia de
un conflicto entre campaña y ciudad,
entre órganos de alcance provincial y
meramente local, y/o entre dos mode-
los -antiguo y moderno- de representa-
ción? ¿Se trató de un error del gobierno
o fue una medida antidemocrática?
El Gobernador Juan Bautista Bustos fue
un estadista esclarecido. Tenía su par-
ticular manera política de pensar, sus-
tentada en la organización de Córdoba
con un sistema federal y por medio de
una Constitución, afirmación clara de
un sentimiento irrenunciable por la au-
tonomía de todo el territorio cordobés,
aunque nunca desligado de las demás
provincias hermanas, en estrecha co-
nexión con la cuestión latinoamerica-
na. Lamentable fueron las sucesivas
conspiraciones de Bernardino Riva-
davia desde el puerto, cuyo sabotaje
postergó la organización nacional en
torno a una Constitución a través del
Congreso Nacional de Córdoba para
que se pronunciara con tales postula-
dos, muy distantes de la constitución
unitaria de 1826 a la que se opuso con
fervor. Paradójicamente, ambos coinci-
dieron en la necesidad de derogar la
institución cabildo, por iguales y rela-
tivas causas.
A pesar de tantas dificultades exter-
nas el líder del Pronunciamiento de
Arequito consiguió que se redactara
y aprobara el Reglamento Provisorio
de la Provincia de Córdoba en 1821,
reconocido como el primer texto cons-
titucional de los cordobeses, de larga
vigencia, y tantas veces negado por sus
detractores. De esa manera se inició
un camino de legalidad sin retorno.
En laVilla de la Concepción
LaVilla de la Concepción de Río Cuar-
to tenía organizado el gobierno local
por medio del Ilustre Cabildo desde el
19/3/1798, cuando los hombres comi-
sionados por el Gobernador Rafael de
Sobre Monte, los vecinos Simón Go-
rordo y José Benito Lago, dieron cita “a
las cabezas principales de familia, po-
bladores españoles, para junta y vota-
ción” cumpliéndose con la Real Cédu-
la que escrituró la “erección de Justicia
y Cavildo”. Durante más de veintiséis
años fue puntualmente la autoridad en
los distintos fueros, con sus idas y ve-
nidas pero, consecuente y siempre leal
a la Corona, desempeñando a lo largo
de su trayecto esas sobradas muestras
de fidelidad.
¿Cumplió el Cabildo de la Concep-
ción su cometido? Sin objeciones, sí
lo cumplió, dentro de las condiciones
inestables y borrascosas en las que
desempeñó su quehacer ya fuera por la
lucha contra los indios o por las revuel-
tas intestinas. Aunque al momento de
su caducidad, su anacronismo era evi-
dente frente a las instituciones republi-
canas que se erigían en el Reglamento
Provisorio, quizá más disimulado en
Río Cuarto.
Nos preguntamos asimismo, si la ex-
tinción de los cabildos en Córdoba
significaron efectivamente un cambio
cualitativo en la concepción tradicio-
nal de representación y si alteró de al-
guna manera los patrones de relación
entre ciudad y campaña. Al mismo
tiempo, a través un análisis detallado
de las acciones institucionales previas,
procuraremos identificar las razones
coyunturales que llevaron a decidir, in
extremis, la extinción capitular, despe-
jando la lectura teleológica que cifra
en ella una suerte de corolario natural
de la conflictividad entre municipio y
provincia.
No sujeta a indagación
Son pocos los investigadores que han
indagado en profundidad sobre la su-
presión de los Cabildos de 1824 en la
jurisdicción de Córdoba durante la go-
bernación del Brigadier General Juan
Bautista Bustos. Como quedo dicho, la
medida dispuesta por la Sala de Repre-
sentantes se aplicó para los cabildos
de la ciudad de Córdoba y las villas de
[La] Carlota y la Concepción del Río
Cuarto.
Ha sostenido el historiador riocuar-
tense Alfredo Terzaga: “Quizás sea
porque, como dijo en su momento
[Carlos] Luque Colombres, la medida
respondió a una simple yuxtaposición
de funciones entre la antigua corpora-
ción de la capital provincial y la nueva
legislatura. En general, las breves refe-
rencias a la cuestión en la historiogra-
fía de Córdoba muestran la supresión
capitular como una resultante natural
de las tensiones entre el ejecutivo fuer-
te ejercido por Bustos y la corporación
municipal…”
La falta ulterior de exteriorizaciones
en contrario, tanto en la capital cuanto
en la campaña, concuerdan con este
razonamiento. Lo que no se puede ob-
viar es el correlato de conflictos, uno
tras otro, entre gobierno y Cabildo de
Córdoba que se sucedieron en el pe-
ríodo previo al Gobierno de Bustos y
al dictado del Reglamento Provisorio.
Sostenemos conTerzaga: “Quienes im-
putan al General Bustos esa supresión
como un defecto, omiten considerar
la particular naturaleza y composición
de los Cabildos y, sobre todo, olvidan
analizar la íntima contradicción entre
EL GOBERNADOR
BUSTOS
Y LA SUPRESIÓN
DEL CABILDO
DE LA CONCEPCIÓN
Por Omar A. Isaguirre*
HISTORIA. BICENTENARIO DEL PRIMER GOBIERNO CONSTITUCIONAL DE CÓRDOBA
El Corredor Mediterráneo / Página 5
el funcionamiento de estas corpora-
ciones y la formación de un auténtico
Estado Provincial, contradicción que si
antes no había aparecido con caracte-
res muy nítidos, sí comenzaba a mos-
trarse en las circunstancias concretas
en que se consolidas las autonomías
provinciales.”
El Reglamento Provisorio
y los Cabildos
Para entonces, ya se había dictado el
Reglamento Provisorio de la Provincia
de Córdoba sancionado el 30/1/1821,
considerado el antecedente más cla-
ro de una verdadera Constitución para
los cordobeses “de un espíritu demo-
crático y tolerante” en la visión del his-
toriador Roberto A. Ferrero, en cuyos
Capítulos XXIV y XXV se determinaban
las Elecciones de los Cabildos y las
funciones de los Ayuntamientos. Justa-
mente estos dos apartados serán parte
de supresión de 1824 que determinó
su extinción.
Hasta allí en el Reglamento, regía ex-
presamente: “Art. 1º. Las elecciones
de empleos concejiles se harán po-
pularmente, tanto en esta ciudad con
en lavilla de su pertenencia, donde se
hallen establecidos Cabildos, sin ex-
ceder las convocación fuera del recin-
to de ellos.- Art. 2º. Sin embargo, los
ciudadanos de las inmediaciones, y
campaña, con ejercicio de ciudadanía,
podrán concurrir, si quieren a dicha
elección.- (…)”
Se suprimen los tres Cabildos
En la sesión extraordinaria de la Sala
de Representantes del 30/12/1824 se
aprobó la reforma del Reglamento Pro-
visorio de la Provincia de Córdoba, en
base a siguiente texto: “Art. 1º. Quedan
suprimidos el Cabildo de esta ciudad
y los de las Villas de la Concepción y
Carlota.- Art. 2º. En la ciudad se ad-
ministrará la justicia por dos jueces le-
trados, ambos en loas civil y criminal,
denominados primero y segundo Al-
caldes Ordinarios.- Art. 3º. En lasVillas
de la Concepción y Carlota se admi-
nistrará justicia como en la del Rosario
y según el decreto del P. E. del 11 de
junio de 1823, mientras no se reforme
dicho Decreto.”
Con tal disposición el Cabildo de laVi-
lla de la Concepción quedó disuelto,
aplicándose en adelante el decreto del
11/6/1823 firmado por el Gobernador,
a saber: “Don Juan Bautista Bustos,
Coronel Mayor de los Ejércitos de la
Nación, General en Jefe, Gobernador
Supremo, Capitán General de esta Pro-
vincia y socio de la Legión de Méritos
de la República de Chile, etc., etc. Por
cuanto concurren muy justas y muy
calificadas razones para distinguir al
Pueblo llamado de los Ranchos de esta
Provincia con el título de Villa, siendo
de las más recomendables, la de que
sus vecinos particulares y naturales
han contribuido a su población y asis-
tido a la pacificación de toda la Pro-
vincia en tiempo de su turbulencia y la
de tener en su localidad los requisitos
que piden las leyes de la materia. Por
tanto y en uso de omnímodas faculta-
des que me asisten tengo en erigir en
Villa al expresado lugar con el título y
denominación de talVilla del Rosario.
Y de que su distrito ha de ser todo el
territorio del Curato del Río Segundo
Abajo que le ha estado hasta aquí de-
marcado. Con la restricción de que,
por ahora, no se ha de formar Ayunta-
miento; que solo han de ser elegibles
por este Gobierno un Síndico del Co-
mún y dos Alcaldes Ordinarios; el uso
para ejercer la jurisdicción ordinaria y
el otro para que la administre por sus-
titución en las ausencia, impedimen-
tos y enfermedades del primero. Bajo
cuya única restricción mando que se
guarden y hagan guardar por todas las
Justicias de esta Provincia las demás
excepciones, privilegio que las Leyes
y Ordenanzas conceden a los lugares
erigidos en Ciudad oVilla. Para lo cual
hice expedir el presente título firmado
por mí, sellado con el de las Armas de
la Provincia y refrendado por mi Secre-
tario Interino; el que se tomará razón
en esta Ilustre Municipalidad; y que se
publicará en forma auténtica en la eri-
gida Villa, archivándose en el Juzgado
Ordinario de su comprensión.
Dado en Córdoba a 11 de junio de
1823. JUAN B. BUSTOS – Francisco
de Bedoya, Secretario Interino.”
Este dispositivo sintetiza el desenvol-
vimiento operativo del gobierno de
la Villa de la Concepción, con las su-
cesivas reformas, hasta la sanción del
Código Constitucional Provisorio del
1/2/1847.
Al juicio de la Historia
Al momento de la adoptarse la dicha
supresión de 1824, ni [La] Carlota ni
Río Cuarto, tuvieron representación
plenaria en la Legislatura que permitie-
ra formular algún tipo de observación
en contrario o protestas, en la intuición
de una eventual disconformidad en
el sector pensante y pudiente de esas
poblaciones del interior afectadas, en
vista del escaso aprecio que le tenían a
la persona de don Juan B. Bustos parti-
cularmente en la Concepción.
También es cierto que tampoco hu-
bieron de darse reclamos formales,
altisonancias ni demandas posteriores.
Si bien hubo sorpresa, y la pérdida de
algunos cargos rentados, no causaron
una reacción pública.
No obstante, a juicio de dos califica-
dos historiadores de Río Cuarto, la ley
votada en Córdoba no fue un acierto.
Afirma en su Historia el profesorVíctor
Barrionevo Imposti: “Sobre los motivos
de su abolición, a partir de Buenos Ai-
res, desde donde cundió el ejemplo,
sea lo que fuere acerca de otros ca-
bildos; pero, en nuestra opinión, el de
Río Cuarto no era estéril ni obsoleto,
como se dijera al tiempo de suprimír-
selo, sino genuinamente representativo
de la realidad local. Por lo cual en Río
Cuarto la medida fue desacertada y
privó de mucho a la Villa de la Con-
cepción.”
Más terminante aun ha sido el his-
toriador Carlos Mayol Laferrère refi-
riéndose al General Bustos y al tema
en cuestión: “Nos olvidó, nos ignoró.
Sin embargo, se acordó de sus vecinos
cuando dispuso la supresión de nues-
tro Ilustre Cabildo. Así nos despojó de
la autonomía municipal con la que
habíamos nacido. Desde entonces fui-
mos para Córdoba un olvidado pueblo
de frontera, empujado así a una lenta y
progresiva despoblación.”
Son sendas visiones opuestas al criterio
predominante, donde la preeminencia
de afecto localista se antepone al su-
puesto interés general, aunque las ra-
zones para tal contrariedad son dignas
de atención. Sí, no caben dudas que
más tarde que temprano el hecho de-
bía suceder.
La indiscutible soledad y el permanen-
te olvido de los pueblos de la Frontera
Sur de Córdoba, hacia atrás y por de-
lante, no son cuestiones imputables
al General Bustos ni a sus intenciones
de remediar las severas complejidades
que afrontó como militar y como go-
bernante. Tal vez, los reconocimientos
llegaron con tardanza y singuen dando
pruebas y motivo para la indagación.
La prosperidad, desarrollo y creci-
miento real de Río Cuarto demoraron
cuarenta años y obedecieron a razones
muy diferentes a los conflictos narra-
dos que son parte de otros capítulo y
trama de la Historia.
Autonomía política
e integridad territorial
La supresión de la última institución
virreinal como parte de la gesta eman-
cipadora, fue la manera con la que el
Gobernador Bustos, coherente y va-
liente, conseguía la consolidación del
gobierno, la autonomía de Córdoba y
la integridad territorial con sentido re-
gional.
Se podría afirmar que sectores mino-
ritarios de las tres comunidades -mu-
cho más las de campaña o del inte-
rior- lamentaron semejante supresión,
resabios de la resistencia manifiesta a
la medidas revolucionarias de 1810, y
a los españoles del ultraconservadora
lealtad a la monarquía, a los que no era
ajena la Iglesia con su particular mane-
ra de incidir sin dejar huellas. Difícil-
mente el pueblo desposeído, oprimido
y esclavo anduviera con reflexiones o
razonamiento sobre el decir y hacer
de sus patrones y mandantes. Por lo
tanto, a esas mayorías populares, por
lo común desheredadas de derechos y
tradiciones de casta, además de asumi-
dos no participes como miembros de
la “parte decente” de la población, o
bien les daba igual cualquier cambio
político, o bien mejor, apoyaban todas
las medidas que abrigaran una espe-
ranza tal vez remota, o sin tal vez, de
redención…
Epílogo
Finalmente, volviendo al esclarecido
Terzaga: “En los cabildos se refugiaba
siempre la hostilidad contra los gober-
nadores, como antes se había refugia-
do las hostilidad contra los máximos
funcionarios reales. Al suprimir estas
corporaciones privilegiadas, el Gober-
nador Bustos no hacía otra cosa que se
consecuente con la organización de un
estado mucho más amplio, válido para
todo el territorio y capaz de asegurar
los derechos de toda la población. La
medida en esencia, no era antidemo-
crática, sino precisamente democráti-
ca.” Allí radica el quid de la cuestión.
Lo extendido del territorio cordobés,
las distancias, la carencia de recursos
suficientes más las turbulencias polí-
ticas, determinaron que la aplicación
práctica de aquellos preceptos no abar-
caran efectos inmediatos en la Frontera
Sur de Córdoba como positivos fueron
en la ciudad capital. Es que, en ocasio-
nes, las buenas intenciones gobernati-
vas no siempre han sido aliadas de la
realidad social.
*Omar A. Isaguirre es historiador y di-
rector del Archivo Histórico Municipal
de Río Cuarto.
El Corredor Mediterráneo / Página 6
LA MÚSICA
DE LOS
HUESOS
Por Antonio Tello
En una entrevista reciente, el actor estadouni-
denseViggo Mortensen, decía que lo prime-
ro en lo que pensaba al despertar era en la
muerte. Pensar en la muerte como en el ori-
gen de la vida es hacerlo en los dos grandes
misterios que acotan nuestra aparición en el
cosmos y el sentido de nuestra existencia en
el mundo.
La comprensión del ser humano ante el fe-
nómeno de la muerte es fruto de un largo
proceso evolutivo vinculado con el desarro-
llo de su cerebro y de sus capacidades cog-
nitivas y de abstracción. Estas capacidades, a
las que no es ajeno el origen del lenguaje, y
la conciencia del propio existir en el mundo
iluminan un espacio en el que el ser huma-
no puede asumir su mortalidad. Es cierto que
hay animales que también expresan el senti-
miento de pérdida irreversible que les provo-
ca la muerte de algún congénere próximo,
pero ninguno ha desarrollado los complejos
rituales para honrar a los muertos como el
animal humano.
Rebeca Martín Llompart, de la Universidad
de las Islas Baleares (España), en un trabajo
de final de grado titulado “El origen de la
conciencia de la muerte” afirma que “tanto
laconductasimbólicacomolaritualparecen
estar asentadas sobre cierto tipo de desarrollo
cognitivo que produjo, a su vez, el desarrollo
de una autoconciencia”. La capacidad sim-
bólica y el desarrollo del pensamiento mítico
y religioso que empezaron a verificarse en
el Paleolítico . son el fundamento de la con-
ciencia de la muerte.
Si bien el Homo sapiens es quien encarna
las mayores capacidades para la representa-
ción simbólica, hay indicios anteriores, espe-
cialmente entre los neandertales. En 1908,
los hermanos y sacerdotes Jean y Amédée
Bouyssanie descubrieron en la cueva de La
Chapelle-aux-Saint, Francia, los restos de un
neandertal de hace 50.000 años colocado
en posición fetal junto a una serie de herra-
mientas. Los hermanos Boysssanie teoriza-
ron a partir de este hallazgo que ya este ho-
mínido tenía capacidad simbólica y creía en
una vida más allá de la muerte. La teoría no
fue tenida en cuenta por la comunidad cien-
tífica, que dudaba de los conocimientos y de
la experiencia de los sacerdotes metidos a in-
vestigadores. Sin embargo, descubrimientos
posteriores irían dándoles la razón.
En 2013, la prestigiosa revista PNAS publicó
un artículo cuyo contenido aceptaba la idea
de que aquel neandertal había sido enterra-
do “intencionalmente y con cuidado” y en
2018, un equipo de paleoantropólogos en-
cabezado por el científico portugués Joao
Zhilao descubrió en la cueva de La Pasiega,
España, una seudoescalera pintada en sus
paredes, que constituirían la primera obra
de arte de la historia, “el big-bang del arte”,
hace 40.000 años, como lo publicamos en
ECM.Asimismo, en 2012, Juan LuisArsuaga,
uno de los directores del yacimiento burga-
lés de Atapuerca, España, declaró que los
neandertales habitaron la sierra burgalesa
hace 400.000 años y que la “Sima de los
huesos” sería “la prueba más antigua de un
comportamiento funerario y de una acumu-
lación colectiva” de restos fósiles humanos.
El hallazgo entre estos cientos de huesos de
un hacha de mano rojiza fabricada con un
material infrecuente en la zona se interpreta
como un tributo simbólico funerario.
Aunque algunos investigadores consideran
estas afirmaciones como teorías o especula-
ciones, lo cierto es que la ritualidad de los
enterramientos fue evolucionando parale-
lamente al desarrollo cognitivo y simbólico
del ser humano. Un reciente hallazgo de en-
terramientos próximos a Stonehenge, Gran
Bretaña, y datados en la línea fronteriza entre
la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, es
decir entre 2600 y 600 a.C. revela que los
huesos de este yacimiento habían sido ente-
rrados hasta unos doscientos años después
de la muerte de los individuos a los que per-
tenecían.
De acuerdo a un artículo aparecido en la
revista “Antiquity” y firmado por los ar-
queólogos Thomas J. Booth y Joanna Brück,
investigadores de la Universidad de Bristol,
Inglaterra, los huesos habrían sido utilizados
durante mucho tiempo como reliquias por
parte del grupo humano al que pertenecían
los muertos. Los científicos afirman que “Los
vínculos entre los vivos y los muertos fueron
fundamentales para la construcción de iden-
tidad sociales en la Edad de Bronce”.
Los análisis de datación por radiocarbono y
las tomografías computarizadas (2) revela-
ron que en veinte casos se trataba de huesos
momificados y utilizados como reliquias,
cuya edad se remontaba a unos 4.500 años.
Seguramente estas reliquias procedían de
individuos cuya importancia seguía viva en
la memoria colectiva del grupo y fueron du-
rante varias generaciones empleadas como
símbolos de poder por sus parientes. “Los
restos humanos se ven como objetos parti-
cularmente poderosos, y esto fue un hecho
para las personas de la Edad de Bronce -ex-
plica Booth- aunque esta manera de interac-
tuar con los muertos resulte inconcebible-
mente macabra para nosotros”. Esto permite
considerar que los individuos prehistóricos
no veían los restos humanos con la aversión
de los individuos actuales. A veces los hue-
sos humanos eran utilizados como parte de
un ajuar funerario o como amuletos exhi-
bidos o enterrados en el suelo de las casas.
Como informan Bück y Booth “a diferencia
de nuestra consideración por las reliquias
santas de hoy, las personas de la prehistoria
no parecen haberse centrado en restos hu-
manos muy antiguos o del pasado lejano de
los ancestros, sino que estaban preocupados
por los restos de aquellos que se mantenían
vivos en su memoria”.Al parecer, no seguían
unas pautas determinadas, pues en ocasio-
nes los incineraban para utilizar sus cenizas,
en otras los desenterraban y trituraban o bien
los descarnaban y los dejaban descomponer.
Pero uno de los hallazgos más sorprendente
y hasta poético ocurrió en Wiltshire, el con-
dado donde se encuentra el monumento
megalítico de Stonehenge, construido hace
unos 5.000 años. Aquí fue encontrado un fé-
mur que había sido cuidadosamente tallado,
pulido y convertido en una especie de ins-
trumento musical. Después de un tiempo de
uso, el instrumento fue enterrado, acaso con
los restos del músico, junto a hachas de pie-
dra y bronce, un trozo de hueso, un colmillo
y un objeto ceremonial con puntas.
Hasta ahora el instrumento musical más an-
tiguo que se conocía es la llamada “flauta
de Divje Babe”, hecha con el fémur de un
oso cavernario presuntamente por un nean-
dertal hace unos 40.000 años. El hallazgo
se produjo en 1995, por un equipo a cargo
de Iván Truck, al oeste de Eslovenia en una
cueva muy próxima al río Idrijca llamada de
Divje Babe o Cueva de las mujeres salvajes,
en alusión a las brujas que, según los lugare-
ños habitaban en ese lugar. El instrumento,
de 133,6 mm de largo está roto por sus ex-
tremos y conserva dos de los posibles cuatro
o cinco agujeros que tenía, de 9,7 y 9 mm
de diámetro separados 35 mm entre sí. No
obstantes estos detalles, algunos científicos
dudan de que el instrumento fuese fábrica
de un hombre primitivo y antes bien piensan
que los agujeros resultan de los colmillos de
otro animal.
En el número 145 de la revista “Arqueología
mexicana”, Davide Dominici, investigador
del Departamento de Historia y Culturas de
la Universidad de Bolonia (Italia) da cuenta
de un instrumento musical mixteco halla-
do en el siglo XVI y fabricado con el fémur
izquierdo de un hombre adulto. Se trata de
un omichicahuaztli, en lengua náhuatl, un
idiófono de fricción, que los pueblos mesoa-
mericanos utilizaban en ceremonias rituales
relacionadas con la guerra, el funeral de un
guerrero, el culto a los antepasados o en sa-
crificios.
Quizás, más allá de su valor arqueológico,
la importancia de estos hallazgos radique en
que, desde que tomó conciencia de sí, el ser
humano se ha preguntado por el misterio de
su existencia, la caducidad de su existencia
en el mundo y la forma de dialogar con quie-
nes migran al más allá, y en esas preguntas le
han llevado a componer las notas capaces
de entrar en el corazón del misterio.
1. Paleolítico. Periodo prehistórico (2,59 millones de
años a 12.000 años) caracterizado por el uso de las pri-
meras herramientas de piedra tallada, la práctica de la
caza, la pesca, la recolección, el nomadismo y la apari-
ción de las primeras manifestaciones artísticas.
2. Computarizada es la forma correcta en castellano
dado que procede del verbo “computar”. La forma
“computerizada” es un anglicismo que procede de
“computer” (computadora).
ARQUEOLOGÍA
El Corredor Mediterráneo / Página 7
DICCIONARIO
DE AUTOBIOGRAFÍAS
INTELECTUALES.
RED DEL
PENSAMIENTO
ALTERNATIVO.
de Hugo E. Biagini . (dir.),
Se conjugan en esta obra diversos perfiles bio-
gráficos de la vasta Red de Pensamiento Alter-
nativo que, desde diversas trincheras y niveles
académicos, ha problematizado una cosmovi-
sión que pretende legitimar la concentración
de riquezas, el Estado gendarme, la contami-
nación y devastación ambiental, las posturas
tecnocráticas y etnocéntricas, el proceso de
modernización elitista, el pensamiento único o
pensamiento cero, la mentalidad donde prima
el tener en lugar del ser, el espíritu depredador a
ultranza. Estamos aludiendo en definitiva al en-
juiciamiento de la deshumanizadora ideología
neoliberal, a un discurso férreamente estructu-
rado y asociable a la mercadofilia capitalista, a
los modelos hegemónicos en crisis de la globa-
lización y la recolonización del mundo.
Frente a dicho conglomerado conservador, hi-
postasiado como lo políticamente correcto, se
convoca en el libro aquello que ha solido inter-
pretarse como las principales ideas, tendencias
o sensibilidades progresistas, a las cuales nos
hemos permitido reformular y desarrollar bajo
la impronta del pensamiento alternativo. Entre
los rearmes categoriales en juego, destacamos
al saber crítico y liberador, a una ética de la so-
lidaridad, al principio de la soberanía popular,
a un Estado providente, a una economía social
y una justicia distributiva, a una política exte-
rior de neutralidad e integración continental, al
respeto a la naturaleza y al uso racional de sus
recursos.
Todo ese último andamiaje posicional se halla
sustentado en una cultura emancipadora, con
identidades positivas y apertura hacia la otre-
dad, donde innumerables actores y subjetivi-
dades se encarnan en una sucesión de ismos
y corrientes existenciales: desde el obrerismo,
feminismo y juvenilismo, al indigenismo, el
black power, el ambientalismo, las redes co-
munitarias y otros movimientos reivindicado-
res. Las modalidades alternativas se matizan
dimensionalmente al pasar de la negatividad
a las propuestas de quiebre y a una radical in-
novación, las cuales recorren los estadios de la
contestación, el gradualismo o el salto en pro-
fundidad. América Latina, no solo se insinúa
en esa tesitura con su trasfondo cuestionador y
utópico sino también como una región afirma-
tiva y plasmadora.
Culmina con este volumen un ambicioso plan
de trabajo sobre el pensamiento alternativo que
ha sido acreditado por organismos científicos
nacionales (PICT 9572 Agencia y PIP 143 Co-
nicet), quienes consideraron que dicho plan
podía cubrir un apreciable vacío en la produc-
ción bibliográfica alusiva. Se trata de un pro-
yecto que dio lugar al lanzamiento de varios
volúmenes que, más allá de otras publicacio-
nes afines, suman unas 3000 páginas, a saber:
El pensamiento alternativo en la Argentina del
siglo XX, tomo I. Identidad, utopía, integración
(1900-1930), y tomo II, Obrerismo, vanguardia,
justicia social (1900-1960). La tercera entrega
de esa serie apareció como El pensamiento
alternativo en la Argentina contemporánea.
Derechos humanos, resistencia, emancipación
(1960-2015), precedido por nuestro Dicciona-
rio del pensamiento alternativo y su respectiva
Addenda. Esta obra de referencias, redactada
por un nutrido equipo interdisciplinario, ha
sido vastamente caracterizada:
• como un trabajo original y minucioso en tor-
no al derecho a la utopía y a un orbe mejor;
• como provisto de nuevas palabras epocales
y de respuestas a un orden jerárquico desde el
campo teórico y los movimientos civiles;
• como un recurso político y pedagógico que
pretende identificar los heterogéneos lenguajes
implicados.
Dicha investigación procuró trasuntar, en líneas
generales, una narrativa contrahegemónica a
escala intra y supra regional.
En resumidas cuentas, a todo el caudal te-
mático del pensamiento alternativo, se le ha
añadido una primicia textual: este novedoso
diccionario, que contiene la vida y obra de un
heterogéneo elenco intergeneracional que ha
compuesto nuestra red intelectual y ha partici-
pado de sus ediciones. Entre ese elenco pueden
evocarse a figuras muy consagradas como la de
Enrique Dussel junto a numerosas presencias
irradiadoras, locales o de extramuros.
Asimismo, contrariando los usos canónicos
en materia autobiográfica, no se ha ceñido la
participación solo a quienes han alcanzado la
senectud –como suele practicarse–, por hallar-
nos en un proyecto en el cual han confluido
miembros de diferentes edades, procedencias y
formaciones. Tampoco se han adoptado pautas
demasiado restrictivas para la redacción de los
textos, ni seguimos al pie de la letra los pará-
metros productivistas, dándose cabida a otras
facetas externas a la de la propia obra, para ha-
cer también hincapié en las ideas particulares o
en significativos aspectos vivenciales. En rigor,
hemos enfatizado a algunas casas de estudios y
a sus portavoces, sea por factores operativos sea
por hallarse afincados en esos sitios más expo-
nentes del proyecto en sí.
No se incorpora al presente libro, como un
apéndice especial, la desbordante producción
sobre pensamiento alternativo que, redactada
por diferentes autores aquí biografiados, ha
compuesto los cinco volúmenes editados so-
bre el particular a cargo de la editorial Biblos
en cooperación con la Universidad Nacional
de Lanús, una producción que no ha dejado
de ser aludida en los mismos textos. Tampoco
se ha anexado, por su vastedad, la nómina de
entidades a las cuales pertenecen nuestros res-
pectivos colaboradores, quienes han citado por
lo común en sus entradas a los propios lugares
de pertenencia.
Diversos partícipes sectoriales han contribuido
a nutrir otros espacios colindantes, como los
encuentros implementados por el Corredor de
las Ideas y que, más allá de sus publicaciones
en papel, pueden localizarse en las mismas pá-
ginas de esa entidad –dentro de su capítulo pa-
raguayo (http://corredordelasideas.org/encuen-
tros-anteriores)– o en otros portales como http://
pacarinadelsur.com/home/mallas/1484-corre-
dor-de-las-ideas-del-cono-sur y http://www.ce-
cies.org/articulo.asp?id=558. Los participantes
convocados, personales o institucionales, han
provenido de Argentina, Alemania, Bolivia,
Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, Estados
Unidos, Italia, Japón, México, Nicaragua, Perú,
Portugal, Rusia, Uruguay yVenezuela.
Los principales emprendimientos responsables
de este volumen han sido, junto a la Univer-
sidad Nacional de Lanús, el Centro de Educa-
ción, Ciencia y Sociedad (CECIES) sumados
al auspicio formal de varias organizaciones y
voceros: la Asociación Iberoamericana de Fi-
losofía Práctica, la Casa Museo de la Reforma
Universitaria, el Centro de Estudios Interdisci-
plinarios de Nuestra América, el Corredor de
las Ideas del Cono Sur, la editora Nova Harmo-
nia, el Proyecto Ensayo Hispánico o las revistas
Le Monde Diplomatique, Pacarina del Sur, SO-
LAR, Utopía y Praxis Latinoamericana.
El mayor agradecimiento a quienes nos han
acompañado en esta empresa desde diversos
orígenes e inclinaciones: intelectuales consu-
mados, distinguidos académicos e investigado-
res reconocidos o en formación, todos los cua-
les han procurado asignarle al texto una tónica
que oscila entre la erudición y el ensayismo.
H. E. B.
Universidad Nacional
de Lanús, 2020.
El Corredor Mediterráneo / Página 8
EN EL INTENSO AHORA
PASA UNTREN
Por Juan Salinero
Mi hijo es fanático de los trenes, algo muy extraño en un país
donde casi no los hay. Vivo en el sur de la ciudad y las viejas
vías quedan a unas pocas cuadras de mi casa, así que cada vez
que suena la bocina del tren hay que salir rápido a verlo pasar.
En un lugar donde se carece de bellos paisajes, ver pasar el
tren es toda una experiencia: los vecinos salen con sus hijos en
brazos y saludan al maquinista, los niños un poco más grandes
siguen a la locomotora en sus bicicletas. Un completo espec-
táculo.
Juguetes, figuritas, vías de madera, miniaturas que poco tienen
que ver con nuestra realidad cotidiana, son los divertimentos
preferidos de mi hijo. En el interior de nuestro país práctica-
mente no hay trenes de pasajeros y sólo algunas grandes em-
presas poseen líneas férreas propias. ¿Cuál es el misterio que
hace que mi hijo y muchos otros niños amen los trenes? Segu-
ramente hay algo magnánimo, algún espíritu de la (ya antigua)
modernidad, de una industrialización que nos sigue atrayen-
do, quizás los poderosos materiales de acero, hierro y carbón,
siguen llamándonos desde lugares recónditos del tiempo. Una
obra de ingeniería que rápidamente se convirtió en el símbolo
de todo lo que la humanidad podía hacer.
Desde el nacimiento de esta máquina gigante, el arte y la filo-
sofía siempre le han prestado atención y la han cargado de sig-
nificación en distintos sentidos. Marx llamaba a la revolución
“el tren de la historia”, luego Walter Benjamin decía que para
salvarnos de la catástrofe del tecnocapitalismo era necesario
tirar el freno de mano de ese mismo tren.
En el cine, el tren es un elemento capital en muchos sentidos:
una de las primeras películas de los Hermanos Lumière (quie-
nes inventaron el cine) se llamó “La llegada del tren”. Tam-
bién hay otra película entrañable, de Buster Keaton, llamada
“El maquinista de La General” que data del año 1926, donde
puede verse al hombre de la cara de piedra hacer mil y una
piruetas alrededor de la locomotora, allí también se observa
cuando un gigantesco tren se desmorona junto a un puente,
aún hoy la escena logra un gran impacto visual y emotivo.
Hace un par de años, el sanjuanino Mariano Donoso Makows-
ky estrenó un bellísimo documental titulado “Buenos Aires al
Pacífico”, éste versa sobre un monumental proyecto de unir
Buenos Aires con Valparaíso, trazando una línea férrea entre
los dos océanos; como era de prever, quedó inconcluso, pero
la idea sigue rondando fantasmagóricamente hasta nuestros
días. Entre esos espectros se encuentran los antiguos andenes,
los tremendos galpones ferroviarios y los viejos trabajadores
que todavía dan testimonio de una época que prometía pro-
greso indefinido.
El documental es muy potente en términos visuales, dos esce-
nas son sumamente conmovedoras: en una de ellas se muestra
una secuencia de “La llegada del tren”, para pegarse con imá-
genes del antiguo noticiero “Sucesos argentinos”, en donde
se ve el avance de una locomotora con cientos de obreros
subidos a ella con la bandera argentina: eran los trenes na-
cionalizados en el gobierno de Perón. Las imágenes de dos
situaciones inaugurales ponen la piel de gallina, nos llaman a
un futuro de grandeza. La otra escena, resulta muy llamativa
también, y es cuando el documental pasa del blanco y negro
al color. Allí se muestra a un tren de carga actual, despintado
y oxidado. Ésta mezcla la modernidad que muestra el color y
el tren en decadencia, despliega una infinita nostalgia. Dicha
contradicción entre la promesa de progreso y una realidad co-
rroída, es la imagen viva de los trenes de hoy y de un estado
espiritual actual que se ha acostumbrado a muy poco.
La película de Donoso deja entrever la magnanimidad del pro-
yecto ferroviario de unión de dos océanos. Creo que el regreso
del tren en un país tan grande como el nuestro traería una re-
novación del espíritu nacional. No hace falta leer a Scalabrini
Ortiz para darse cuenta de la importancia del ferrocarril. Cual-
quier proyecto nacional, a futuro, debería comenzar por la re-
construcción del tren como imagen de un progreso posible.
Las potencialidades que tenemos como nación van en busca
de unas vías férreas que nos acerquen entre los poblados, que
nos permitan vivenciar las distintas zonas de nuestro país y
que nos ayuden a estar cerca.
El ferrocarril, en nuestro país, tal como lo pensó y planificó el
siglo XIX, potenciaba el extractivismo: todas las líneas termina-
ban en el puerto de Buenos Aires. Quizás el próximo paso se-
ría un ferrocarril diversificado que conecte cereales y personas
por diferentes regiones, quizás desde allí podamos reconstruir
un espíritu que nos permita ser un país mucho más justo.
Cuando veo a mi hijo pasar un largo rato jugando con su pe-
queño tren, comienzo a soñar un país en donde el tren sea un
hecho cotidiano, que, junto con las locomotoras de madera,
los niños puedan disfrutar de la magnificencia de un tren que
los lleve hacia donde ellos deseen ir.
La Columna

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El Corredor Mediterráneo

  • 1. Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María ENELINTENSOAHORA PASAUNTREN POR JUAN SALINERO PÁG. 8 HISTORIA EL GOBERNADOR BUSTOSY LA SUPRESIÓN DEL CABILDO DE LA CONCEPCIÓN POR OMAR A. ISAGUIRRE PÁG. 4 Miércoles 30 de septiembre de 2020 . Año 20 Nº 923 La publicación de su nuevo libro de poemas –“Prendas”- es el punto de partida de una conversación sobre las pul- siones de la creación, los géneros y los fundamentos éticos sobre los que se edifica un poema. PÁG. 2 y 3 ENTREVISTAA PABLODEMA ARQUEOLOGÍA LA MÚSICA DE LOS HUESOS POR ANTONIO TELLO PÁG. 6 LA COLUMNA DICCIONARIO DEAUTOBIOGRAFÍAS INTELECTUALES. RED DEL PENSAMIENTO ALTERNATIVO de Hugo E. Biagini Por H.E.B. PÁG. 7 RESEÑA
  • 2. El Corredor Mediterráneo / Página 2 ENTREVISTAA PABLODEMA Por Antonio Tello Pablo Dema es una de las personali- dades poéticas e intelectuales más só- lidas de la joven literatura argentina. Compagina su trabajo como docente universitario y como editor de Carto- grafías, editorial que fundó en 2005 junto al también poeta José Di Marco. Ha publicado cuatro libros de cuen- tos - Fotos (Cartografías, Río Cuarto, 2005), Si nada permanece (Ed. Fun- dación Octubre, Buenos Aires, 2007), Hoteles (Cartografías, 2010) y La can- ción de las máquinas (Editorial Re- covecos, Córdoba, 2014)-, la novela De piedra o de fuego (Editorial de la UNRC, Río Cuarto, 2009) y los libros de poemas Filos (Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2014) y ahora Prendas (Editorial Deacá,Villa Mercedes). Su imagen es la de un hombre que transmite serenidad ¿debo decir a pe- sar de su juventud? Me reconozco en la caracterización de la serenidad que está en la pregun- ta, diría que desde siempre. Es lo que me dicen a menudo. Y podría decir que si estoy nervioso o ansioso estoy un poco fuera de eje. Intento mantener la serenidad. La pregunta viene a cuento porque observando su trayectoria literaria parece tener muy pensado y planifi- cado su camino hacia la poesía. Antes de “Filos”, su primer libro de poemas, publicó tres libros de cuentos y una novela… ¿Es para usted la narrativa una forma de aprendizaje de la expre- sión poética? No lo siento así. En el mismo perío- do de los poemas de Prendas escribí cuentos.Y hay un libro de cuentos que está al salir. Con el tiempo me da la sensación de que la diferencia entre esos géneros se acota. En verdad mu- chas veces lo primero que tengo en mente es una especie de núcleo, una situación o una imagen que me resulta atractiva, y no sé si va a ser una prosa o un poema. Es común que pruebe en verso y, si veo que por alguna razón necesito desarrollar demasiado, suelo pasar a la prosa. No pienso en princi- pio en historias completas que contar, más bien en escenas, en un momento significativo que está al final del poe- ma. El problema de la composición es cómo preparar ese momento que re- lumbra por su potencia significativa y emotiva. Dice usted “no pienso en historias completas” ¿cree que se pueden con- tar historias completas o todo lo na- rrable o poetizable es siempre frag- mentario? Es claro que la narración es un dispo- sitivo cultural antiquísimo y con enor- mes desarrollos en los campos de la historia y la literatura. Y sabemos que la ficción literaria, a partir de finales del siglo XIX, dejó de lado las estruc- turas narrativas clásicas. La introspec- ción y el monólogo interior, los finales abiertos y el montaje de fragmentos son algunos de los procedimientos que comenzaron a dominar el género narrativo. Lo que a mí me sucede es que lo que me lleva a escribir gene- ralmente es una escena, una situación fija, por decirlo así, que es el punto de llegada de una acción breve: una pa- dre y una hija sembrando las semillas. Lo que hago a nivel de la composición es crear un amplio contexto, una pre- paración para esa imagen que me gus- taría captar y transmitir porque confío en su poder. Y me sucede que pruebo en prosa o en verso. En ese sentido, en el fondo para mí lo que escribo es todo poesía. “Prendas” representa, respecto de su libro anterior, un gran salto cualitativo tanto en el fondo como en la expre- sión; tanto en la concepción visual de las metáforas como en la hondura de su viaje interior. ¿Cree que esta es o puede ser su voz? Bueno, primero, me alegra el juicio de valor, mucho más viniendo de un poeta tan consciente de la forma y del peso de cada palabra en la poesía. Estos son poemas leídos y revisados muchas veces a lo largo de dos o tres años. Darles tiempo y volver a ellos es parte de un proceso que, espero, da buenos resultados. Leer otros poe- mas, libros que llegan, y volver a los propios a ver si funcionan. Creo que en un momento uno logra crear una distancia, cierta objetividad, y siente que algo está logrado. Siempre desde un gusto propio, desde una idea de la poesía. Y sabiendo también que estos poemas no son para todos los lectores, que pueden no ser del gusto de mu- cha gente que lee otro tipo de poesía. Pero cuando uno está conforme y con- vencido los da a leer, intenta llegar a los lectores y a los poemas como una suerte de afirmación: la poesía para mí es esto. Es un modo, sí, de intervenir en la conversación cultural con una voz que se afianza. Una de las cosas que llaman la aten- ción en este libro es la recurrencia a ciertas películas y también, más allá de las referenciadas, a la lectura de grandes poetas a algunos de los cua- les, tal el caso de Bertold Brecht y Juan L. Ortiz, confronta y complementa. De aquí se me ocurren dos preguntas ¿es posible escribir sin adentrarse en la tradición? ¿Cuál fue su propósito al referenciar explícitamente a determi- nados poetas? La tradición es el aire que respiramos. Me tengo que contener con las refe- rencias y los epígrafes, con las alusio- nes, que son casi un vicio. En ese sen- tido, los poemas son muy engañosos porque parecen referir a una biografía o dar cuenta de vivencias pero en rea- lidad ante todo son expresión de mi diálogo con lo que leo. Lo biográfico, la experiencia y mi cotidianidad son como un bastidor. Me interesa la for- ma, la música, la posibilidad de captar el momento en que las palabras se in- tegran de una manera inesperada para producir belleza y sorpresa. Con respecto a Juan L. Ortiz, es una figura que gravita mucho en mi ima- ginario. Y ese poema que cito siempre me ronda, es un poema utópico, un núcleo de amor fraternal que habita en su mundo. Solo que normalmente lo expresa hacia lo natural, pero es ese mismo amor hacia todas las criaturas, los animales, las plantas, todo lo que
  • 3. El Corredor Mediterráneo / Página 3 su poesía celebra.Y Brecht es un poeta mucho más vitalista, directo, casi rudo diría.Y en él la cuestión de luchar con- tra la injusticia es un centro más obvio. Estos epígrafes fueron también una forma de afirmarme en un momento político de nuestro país en el que los derechos sociales estaban siendo va- puleados. Entonces invocar las utopías colectivas era una forma de decir que hay cosas absolutamente irrenuncia- bles. En “Cielo” usted parece intentar una poética cuando dice que “para la poe- sía el amor y el trabajo son lo que la luz y el agua para los árboles” ¿o nos habla de otra cosa? Sí, es una poética y un mensaje a los lectores que se encasillan y encasillan. Cuando publiqué Filos recibí varios comentarios de lectores y de escritores que tienen una identidad muy fuerte en relación con el género narrativo ex- presando su sorpresa. En general ellos no “se pasan” de un género a otro. Lo que pasa es que yo no me pasé sino que no fue hasta ese momento que sentí que había material como para un libro que a mí me resultara aceptable. Muchos pos poetas conocidos míos, por su parte, no le prestaron atención, entre otras razones, porque también me tenían en el lugar de los “narrado- res”. Es entendible. A mí me pasa. A veces conozco un autor que escribe teoría o ensayos y si veo una novela de ese autor es como que no lo regis- tro, como si no fuera la misma perso- na. Por eso ese poema que menciona dice que no hay que confinarse en una camarilla, no hay por qué entrar en el círculo de los “poetas 100% poetas”, pagar los tributos culturales, conocer todas las contraseñas para pertenecer. La poesía sola, si la hay, si se la culti- vó honestamente, llega por su propia fuerza a algunos lectores que la sien- ten más allá de la etiqueta previa que se le haya asignado al autor. “Cultivar honestamente la poesía” ¿significa esto, como decía Camus, que toda escritura prefigura un posi- cionamiento ético? Hay modas, tendencias, maneras de hacer que son de cada época. Hoy se habla mucho de la literatura de terror, se premia eso, los lectores quieren te- rror, distopías, etc. Hay cosas muy bien hechas, por su puesto. Ese auge gravita sobre los que estamos escribiendo. En- tonces en función de lo que uno quie- re decir y lo que quiere producir opta: o se sube a una tendencia o sigue un camino propio según lo que entien- de que es más acorde a un proyecto personal y, por qué no, a una ética. La honestidad de la que hablo es más que nada intelectual. No puedo remedar un tono que no es propio, no puedo asumir un afecto ajeno (por ejemplo, no soy un ironista, ni un nihilista, ni un cínico ni un satírico). Entonces no voy a impostar una voz para concordar con el tono de una época. Lo que me llega como lector en este tiempo tiene que ver con temas clásicos de lo que a veces se llama la literatura sapiencial: ¿cómo hacemos para vivir juntos, para aguantarnos? Es muy difícil soportar a los otros. ¿Cómo actuamos ante la comprensión racional (muchas veces negada y bloqueada emocionalmen- te) de que todo nos ha sido dado en prenda, es decir, ante el aprendizaje de que, como dijo Borges, “nadie pier- de si no lo que no tiene y no ha tenido nunca”? Es el mismo tema del “si nada permanece” pero desde un lugar, el de hoy, menos desesperado y más sose- gado. Ya en “Filos” se anuncia que la poesía no se nutre sólo del dolor sino tam- bién del amor, la amistad, la bondad y del gozo tranquilo de la vida… Es un proceso personal o existencial absolutamente honesto e indisimula- ble, imposible de impostar. Si ve los cuentos de Si nada permanece, sobre todo verá el sufrimiento y la búsque- da desesperada de sentido. De hecho ese título es un verso de José Emilio Pacheco de un poema que habla de una sombra que nos cava y nos hiere, de cómo afrontar la vida si nada per- manece. Son los años de mis lecturas de La náusea de Sartre, del Pessoa de El libro del desasosiego. Fui saliendo de ahí. Hice todo lo que pude por su- perar la sensación de separación con el mundo y me fui reconectando con algo mucho más vital. Pasé de Pizar- nik, a Juan L. Estaba también atrapado en un imaginario del escritor atormen- tado. Un mito muy infantil y dañino. Ser padre lo pone a uno también en una gran encrucijada. En un poema de Filos anoté que cuando tuve que cui- dar a un bebé, cuando sentí el amor ante una criatura tan frágil, acabaron de un saque los problemas existenciales. El desarrollo de las redes sociales pa- rece haber “democratizado” la poe- sía, pero ¿la creación poética y la creación artística en general tienen que ver con la política, los derechos sociales o con el talento y la capaci- dad de cada uno para este cometido? Es un tema que da para un largo deba- te. Pienso que todos nos sentimos en algún momento tocados por la poesía y que cualquier lector que la disfrute asiduamente tiene el impulso y el de- seo de escribir y mostrar lo que hace. Confío en el libro y en la figura de los editores como agentes eficaces para resguardar lo mejor que una comuni- dad produce y lega a las generaciones venideras. De ahí la importancia de los espacios de lectura, las bibliotecas pú- blicas, las ferias del libros, las revistas de difusión, una ley del libro, etc, etc. Quien lea su poesía observará que su escritura es limpia, transparente y, si se quiere, económica, quiero decir sin adjetivos, adverbios ni repeticiones innecesarios ¿es difícil escribir así en tiempos de tanto ruido, eufemismo y reclamo identitario en la lengua? La poesía es, como se sabe, el lugar en el que la lengua está sometida a las máximas exigencias porque allí es donde se aprecia todo su esplendor. Tengamos el oído sutil, dice Juan L., así que tenemos que poner atención a lo que hacemos. Como dije, para mí hacer un poema es jugar el juego (muy serio pero juego al fin) de poner una línea más en una tradición extensa y riquísima. Uno trata de estar a la altu- ra de los maestros. Claro que sé que es muy probable que lo que yo estoy escribiendo no va a resistir el paso del tiempo. Pero andar en ese juego, como diría Gelman, ya es un premio, un gozo enorme. Para vivir siempre damos algo en prenda ¿cuál es la prenda que da el poeta para serlo? Creo que el tiempo y la atención a la riqueza del lenguaje, a su poder para sostener un mundo común. Hoy, más que nunca, la poesía es un pulso vital con el que necesitamos conectar. . “Prendas”, que supone un nuevo y sólido escalón en la obra poética de Pablo Dema, motiva una conversación que revela a los lectores de ECM la importancia de la tradición y de la honestidad en la escritura en momentos en que el ruido del mundo dificulta el pensar y el poetizar.
  • 4. El Corredor Mediterráneo / Página 4 Ubicados en el caso de Córdoba, nos preguntamos qué lectura cabe hacer hoy sobre la supresión de sus tres ca- bildos (ciudad de Córdoba, Villa de la Concepción de Río Cuarto, y Villa de La Carlota), acaecida en 1824, por ser ellos: “formas supervivientes de la or- ganización colonial que eran, en rea- lidad, contradictorias con la existencia de la organización departamental y de un Estado provincial descentralizado y democrático” (Alfredo Terzaga), consi- derando que la historiografía cordobe- sa no le ha dado mucha trascendencia al tema, perspectiva que intentaremos revisar con austeridad en estas pági- nas. En tal estado, nada diremos de la acción administrativa del titular del Ejecutivo, sólo nos fijaremos en sus convicciones llevadas a la legislación A partir de los enfoques más genera- les antes mencionados, cabe todavía preguntarse si, en el caso de Córdoba, dicha medida ¿fue consecuencia de un conflicto entre campaña y ciudad, entre órganos de alcance provincial y meramente local, y/o entre dos mode- los -antiguo y moderno- de representa- ción? ¿Se trató de un error del gobierno o fue una medida antidemocrática? El Gobernador Juan Bautista Bustos fue un estadista esclarecido. Tenía su par- ticular manera política de pensar, sus- tentada en la organización de Córdoba con un sistema federal y por medio de una Constitución, afirmación clara de un sentimiento irrenunciable por la au- tonomía de todo el territorio cordobés, aunque nunca desligado de las demás provincias hermanas, en estrecha co- nexión con la cuestión latinoamerica- na. Lamentable fueron las sucesivas conspiraciones de Bernardino Riva- davia desde el puerto, cuyo sabotaje postergó la organización nacional en torno a una Constitución a través del Congreso Nacional de Córdoba para que se pronunciara con tales postula- dos, muy distantes de la constitución unitaria de 1826 a la que se opuso con fervor. Paradójicamente, ambos coinci- dieron en la necesidad de derogar la institución cabildo, por iguales y rela- tivas causas. A pesar de tantas dificultades exter- nas el líder del Pronunciamiento de Arequito consiguió que se redactara y aprobara el Reglamento Provisorio de la Provincia de Córdoba en 1821, reconocido como el primer texto cons- titucional de los cordobeses, de larga vigencia, y tantas veces negado por sus detractores. De esa manera se inició un camino de legalidad sin retorno. En laVilla de la Concepción LaVilla de la Concepción de Río Cuar- to tenía organizado el gobierno local por medio del Ilustre Cabildo desde el 19/3/1798, cuando los hombres comi- sionados por el Gobernador Rafael de Sobre Monte, los vecinos Simón Go- rordo y José Benito Lago, dieron cita “a las cabezas principales de familia, po- bladores españoles, para junta y vota- ción” cumpliéndose con la Real Cédu- la que escrituró la “erección de Justicia y Cavildo”. Durante más de veintiséis años fue puntualmente la autoridad en los distintos fueros, con sus idas y ve- nidas pero, consecuente y siempre leal a la Corona, desempeñando a lo largo de su trayecto esas sobradas muestras de fidelidad. ¿Cumplió el Cabildo de la Concep- ción su cometido? Sin objeciones, sí lo cumplió, dentro de las condiciones inestables y borrascosas en las que desempeñó su quehacer ya fuera por la lucha contra los indios o por las revuel- tas intestinas. Aunque al momento de su caducidad, su anacronismo era evi- dente frente a las instituciones republi- canas que se erigían en el Reglamento Provisorio, quizá más disimulado en Río Cuarto. Nos preguntamos asimismo, si la ex- tinción de los cabildos en Córdoba significaron efectivamente un cambio cualitativo en la concepción tradicio- nal de representación y si alteró de al- guna manera los patrones de relación entre ciudad y campaña. Al mismo tiempo, a través un análisis detallado de las acciones institucionales previas, procuraremos identificar las razones coyunturales que llevaron a decidir, in extremis, la extinción capitular, despe- jando la lectura teleológica que cifra en ella una suerte de corolario natural de la conflictividad entre municipio y provincia. No sujeta a indagación Son pocos los investigadores que han indagado en profundidad sobre la su- presión de los Cabildos de 1824 en la jurisdicción de Córdoba durante la go- bernación del Brigadier General Juan Bautista Bustos. Como quedo dicho, la medida dispuesta por la Sala de Repre- sentantes se aplicó para los cabildos de la ciudad de Córdoba y las villas de [La] Carlota y la Concepción del Río Cuarto. Ha sostenido el historiador riocuar- tense Alfredo Terzaga: “Quizás sea porque, como dijo en su momento [Carlos] Luque Colombres, la medida respondió a una simple yuxtaposición de funciones entre la antigua corpora- ción de la capital provincial y la nueva legislatura. En general, las breves refe- rencias a la cuestión en la historiogra- fía de Córdoba muestran la supresión capitular como una resultante natural de las tensiones entre el ejecutivo fuer- te ejercido por Bustos y la corporación municipal…” La falta ulterior de exteriorizaciones en contrario, tanto en la capital cuanto en la campaña, concuerdan con este razonamiento. Lo que no se puede ob- viar es el correlato de conflictos, uno tras otro, entre gobierno y Cabildo de Córdoba que se sucedieron en el pe- ríodo previo al Gobierno de Bustos y al dictado del Reglamento Provisorio. Sostenemos conTerzaga: “Quienes im- putan al General Bustos esa supresión como un defecto, omiten considerar la particular naturaleza y composición de los Cabildos y, sobre todo, olvidan analizar la íntima contradicción entre EL GOBERNADOR BUSTOS Y LA SUPRESIÓN DEL CABILDO DE LA CONCEPCIÓN Por Omar A. Isaguirre* HISTORIA. BICENTENARIO DEL PRIMER GOBIERNO CONSTITUCIONAL DE CÓRDOBA
  • 5. El Corredor Mediterráneo / Página 5 el funcionamiento de estas corpora- ciones y la formación de un auténtico Estado Provincial, contradicción que si antes no había aparecido con caracte- res muy nítidos, sí comenzaba a mos- trarse en las circunstancias concretas en que se consolidas las autonomías provinciales.” El Reglamento Provisorio y los Cabildos Para entonces, ya se había dictado el Reglamento Provisorio de la Provincia de Córdoba sancionado el 30/1/1821, considerado el antecedente más cla- ro de una verdadera Constitución para los cordobeses “de un espíritu demo- crático y tolerante” en la visión del his- toriador Roberto A. Ferrero, en cuyos Capítulos XXIV y XXV se determinaban las Elecciones de los Cabildos y las funciones de los Ayuntamientos. Justa- mente estos dos apartados serán parte de supresión de 1824 que determinó su extinción. Hasta allí en el Reglamento, regía ex- presamente: “Art. 1º. Las elecciones de empleos concejiles se harán po- pularmente, tanto en esta ciudad con en lavilla de su pertenencia, donde se hallen establecidos Cabildos, sin ex- ceder las convocación fuera del recin- to de ellos.- Art. 2º. Sin embargo, los ciudadanos de las inmediaciones, y campaña, con ejercicio de ciudadanía, podrán concurrir, si quieren a dicha elección.- (…)” Se suprimen los tres Cabildos En la sesión extraordinaria de la Sala de Representantes del 30/12/1824 se aprobó la reforma del Reglamento Pro- visorio de la Provincia de Córdoba, en base a siguiente texto: “Art. 1º. Quedan suprimidos el Cabildo de esta ciudad y los de las Villas de la Concepción y Carlota.- Art. 2º. En la ciudad se ad- ministrará la justicia por dos jueces le- trados, ambos en loas civil y criminal, denominados primero y segundo Al- caldes Ordinarios.- Art. 3º. En lasVillas de la Concepción y Carlota se admi- nistrará justicia como en la del Rosario y según el decreto del P. E. del 11 de junio de 1823, mientras no se reforme dicho Decreto.” Con tal disposición el Cabildo de laVi- lla de la Concepción quedó disuelto, aplicándose en adelante el decreto del 11/6/1823 firmado por el Gobernador, a saber: “Don Juan Bautista Bustos, Coronel Mayor de los Ejércitos de la Nación, General en Jefe, Gobernador Supremo, Capitán General de esta Pro- vincia y socio de la Legión de Méritos de la República de Chile, etc., etc. Por cuanto concurren muy justas y muy calificadas razones para distinguir al Pueblo llamado de los Ranchos de esta Provincia con el título de Villa, siendo de las más recomendables, la de que sus vecinos particulares y naturales han contribuido a su población y asis- tido a la pacificación de toda la Pro- vincia en tiempo de su turbulencia y la de tener en su localidad los requisitos que piden las leyes de la materia. Por tanto y en uso de omnímodas faculta- des que me asisten tengo en erigir en Villa al expresado lugar con el título y denominación de talVilla del Rosario. Y de que su distrito ha de ser todo el territorio del Curato del Río Segundo Abajo que le ha estado hasta aquí de- marcado. Con la restricción de que, por ahora, no se ha de formar Ayunta- miento; que solo han de ser elegibles por este Gobierno un Síndico del Co- mún y dos Alcaldes Ordinarios; el uso para ejercer la jurisdicción ordinaria y el otro para que la administre por sus- titución en las ausencia, impedimen- tos y enfermedades del primero. Bajo cuya única restricción mando que se guarden y hagan guardar por todas las Justicias de esta Provincia las demás excepciones, privilegio que las Leyes y Ordenanzas conceden a los lugares erigidos en Ciudad oVilla. Para lo cual hice expedir el presente título firmado por mí, sellado con el de las Armas de la Provincia y refrendado por mi Secre- tario Interino; el que se tomará razón en esta Ilustre Municipalidad; y que se publicará en forma auténtica en la eri- gida Villa, archivándose en el Juzgado Ordinario de su comprensión. Dado en Córdoba a 11 de junio de 1823. JUAN B. BUSTOS – Francisco de Bedoya, Secretario Interino.” Este dispositivo sintetiza el desenvol- vimiento operativo del gobierno de la Villa de la Concepción, con las su- cesivas reformas, hasta la sanción del Código Constitucional Provisorio del 1/2/1847. Al juicio de la Historia Al momento de la adoptarse la dicha supresión de 1824, ni [La] Carlota ni Río Cuarto, tuvieron representación plenaria en la Legislatura que permitie- ra formular algún tipo de observación en contrario o protestas, en la intuición de una eventual disconformidad en el sector pensante y pudiente de esas poblaciones del interior afectadas, en vista del escaso aprecio que le tenían a la persona de don Juan B. Bustos parti- cularmente en la Concepción. También es cierto que tampoco hu- bieron de darse reclamos formales, altisonancias ni demandas posteriores. Si bien hubo sorpresa, y la pérdida de algunos cargos rentados, no causaron una reacción pública. No obstante, a juicio de dos califica- dos historiadores de Río Cuarto, la ley votada en Córdoba no fue un acierto. Afirma en su Historia el profesorVíctor Barrionevo Imposti: “Sobre los motivos de su abolición, a partir de Buenos Ai- res, desde donde cundió el ejemplo, sea lo que fuere acerca de otros ca- bildos; pero, en nuestra opinión, el de Río Cuarto no era estéril ni obsoleto, como se dijera al tiempo de suprimír- selo, sino genuinamente representativo de la realidad local. Por lo cual en Río Cuarto la medida fue desacertada y privó de mucho a la Villa de la Con- cepción.” Más terminante aun ha sido el his- toriador Carlos Mayol Laferrère refi- riéndose al General Bustos y al tema en cuestión: “Nos olvidó, nos ignoró. Sin embargo, se acordó de sus vecinos cuando dispuso la supresión de nues- tro Ilustre Cabildo. Así nos despojó de la autonomía municipal con la que habíamos nacido. Desde entonces fui- mos para Córdoba un olvidado pueblo de frontera, empujado así a una lenta y progresiva despoblación.” Son sendas visiones opuestas al criterio predominante, donde la preeminencia de afecto localista se antepone al su- puesto interés general, aunque las ra- zones para tal contrariedad son dignas de atención. Sí, no caben dudas que más tarde que temprano el hecho de- bía suceder. La indiscutible soledad y el permanen- te olvido de los pueblos de la Frontera Sur de Córdoba, hacia atrás y por de- lante, no son cuestiones imputables al General Bustos ni a sus intenciones de remediar las severas complejidades que afrontó como militar y como go- bernante. Tal vez, los reconocimientos llegaron con tardanza y singuen dando pruebas y motivo para la indagación. La prosperidad, desarrollo y creci- miento real de Río Cuarto demoraron cuarenta años y obedecieron a razones muy diferentes a los conflictos narra- dos que son parte de otros capítulo y trama de la Historia. Autonomía política e integridad territorial La supresión de la última institución virreinal como parte de la gesta eman- cipadora, fue la manera con la que el Gobernador Bustos, coherente y va- liente, conseguía la consolidación del gobierno, la autonomía de Córdoba y la integridad territorial con sentido re- gional. Se podría afirmar que sectores mino- ritarios de las tres comunidades -mu- cho más las de campaña o del inte- rior- lamentaron semejante supresión, resabios de la resistencia manifiesta a la medidas revolucionarias de 1810, y a los españoles del ultraconservadora lealtad a la monarquía, a los que no era ajena la Iglesia con su particular mane- ra de incidir sin dejar huellas. Difícil- mente el pueblo desposeído, oprimido y esclavo anduviera con reflexiones o razonamiento sobre el decir y hacer de sus patrones y mandantes. Por lo tanto, a esas mayorías populares, por lo común desheredadas de derechos y tradiciones de casta, además de asumi- dos no participes como miembros de la “parte decente” de la población, o bien les daba igual cualquier cambio político, o bien mejor, apoyaban todas las medidas que abrigaran una espe- ranza tal vez remota, o sin tal vez, de redención… Epílogo Finalmente, volviendo al esclarecido Terzaga: “En los cabildos se refugiaba siempre la hostilidad contra los gober- nadores, como antes se había refugia- do las hostilidad contra los máximos funcionarios reales. Al suprimir estas corporaciones privilegiadas, el Gober- nador Bustos no hacía otra cosa que se consecuente con la organización de un estado mucho más amplio, válido para todo el territorio y capaz de asegurar los derechos de toda la población. La medida en esencia, no era antidemo- crática, sino precisamente democráti- ca.” Allí radica el quid de la cuestión. Lo extendido del territorio cordobés, las distancias, la carencia de recursos suficientes más las turbulencias polí- ticas, determinaron que la aplicación práctica de aquellos preceptos no abar- caran efectos inmediatos en la Frontera Sur de Córdoba como positivos fueron en la ciudad capital. Es que, en ocasio- nes, las buenas intenciones gobernati- vas no siempre han sido aliadas de la realidad social. *Omar A. Isaguirre es historiador y di- rector del Archivo Histórico Municipal de Río Cuarto.
  • 6. El Corredor Mediterráneo / Página 6 LA MÚSICA DE LOS HUESOS Por Antonio Tello En una entrevista reciente, el actor estadouni- denseViggo Mortensen, decía que lo prime- ro en lo que pensaba al despertar era en la muerte. Pensar en la muerte como en el ori- gen de la vida es hacerlo en los dos grandes misterios que acotan nuestra aparición en el cosmos y el sentido de nuestra existencia en el mundo. La comprensión del ser humano ante el fe- nómeno de la muerte es fruto de un largo proceso evolutivo vinculado con el desarro- llo de su cerebro y de sus capacidades cog- nitivas y de abstracción. Estas capacidades, a las que no es ajeno el origen del lenguaje, y la conciencia del propio existir en el mundo iluminan un espacio en el que el ser huma- no puede asumir su mortalidad. Es cierto que hay animales que también expresan el senti- miento de pérdida irreversible que les provo- ca la muerte de algún congénere próximo, pero ninguno ha desarrollado los complejos rituales para honrar a los muertos como el animal humano. Rebeca Martín Llompart, de la Universidad de las Islas Baleares (España), en un trabajo de final de grado titulado “El origen de la conciencia de la muerte” afirma que “tanto laconductasimbólicacomolaritualparecen estar asentadas sobre cierto tipo de desarrollo cognitivo que produjo, a su vez, el desarrollo de una autoconciencia”. La capacidad sim- bólica y el desarrollo del pensamiento mítico y religioso que empezaron a verificarse en el Paleolítico . son el fundamento de la con- ciencia de la muerte. Si bien el Homo sapiens es quien encarna las mayores capacidades para la representa- ción simbólica, hay indicios anteriores, espe- cialmente entre los neandertales. En 1908, los hermanos y sacerdotes Jean y Amédée Bouyssanie descubrieron en la cueva de La Chapelle-aux-Saint, Francia, los restos de un neandertal de hace 50.000 años colocado en posición fetal junto a una serie de herra- mientas. Los hermanos Boysssanie teoriza- ron a partir de este hallazgo que ya este ho- mínido tenía capacidad simbólica y creía en una vida más allá de la muerte. La teoría no fue tenida en cuenta por la comunidad cien- tífica, que dudaba de los conocimientos y de la experiencia de los sacerdotes metidos a in- vestigadores. Sin embargo, descubrimientos posteriores irían dándoles la razón. En 2013, la prestigiosa revista PNAS publicó un artículo cuyo contenido aceptaba la idea de que aquel neandertal había sido enterra- do “intencionalmente y con cuidado” y en 2018, un equipo de paleoantropólogos en- cabezado por el científico portugués Joao Zhilao descubrió en la cueva de La Pasiega, España, una seudoescalera pintada en sus paredes, que constituirían la primera obra de arte de la historia, “el big-bang del arte”, hace 40.000 años, como lo publicamos en ECM.Asimismo, en 2012, Juan LuisArsuaga, uno de los directores del yacimiento burga- lés de Atapuerca, España, declaró que los neandertales habitaron la sierra burgalesa hace 400.000 años y que la “Sima de los huesos” sería “la prueba más antigua de un comportamiento funerario y de una acumu- lación colectiva” de restos fósiles humanos. El hallazgo entre estos cientos de huesos de un hacha de mano rojiza fabricada con un material infrecuente en la zona se interpreta como un tributo simbólico funerario. Aunque algunos investigadores consideran estas afirmaciones como teorías o especula- ciones, lo cierto es que la ritualidad de los enterramientos fue evolucionando parale- lamente al desarrollo cognitivo y simbólico del ser humano. Un reciente hallazgo de en- terramientos próximos a Stonehenge, Gran Bretaña, y datados en la línea fronteriza entre la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, es decir entre 2600 y 600 a.C. revela que los huesos de este yacimiento habían sido ente- rrados hasta unos doscientos años después de la muerte de los individuos a los que per- tenecían. De acuerdo a un artículo aparecido en la revista “Antiquity” y firmado por los ar- queólogos Thomas J. Booth y Joanna Brück, investigadores de la Universidad de Bristol, Inglaterra, los huesos habrían sido utilizados durante mucho tiempo como reliquias por parte del grupo humano al que pertenecían los muertos. Los científicos afirman que “Los vínculos entre los vivos y los muertos fueron fundamentales para la construcción de iden- tidad sociales en la Edad de Bronce”. Los análisis de datación por radiocarbono y las tomografías computarizadas (2) revela- ron que en veinte casos se trataba de huesos momificados y utilizados como reliquias, cuya edad se remontaba a unos 4.500 años. Seguramente estas reliquias procedían de individuos cuya importancia seguía viva en la memoria colectiva del grupo y fueron du- rante varias generaciones empleadas como símbolos de poder por sus parientes. “Los restos humanos se ven como objetos parti- cularmente poderosos, y esto fue un hecho para las personas de la Edad de Bronce -ex- plica Booth- aunque esta manera de interac- tuar con los muertos resulte inconcebible- mente macabra para nosotros”. Esto permite considerar que los individuos prehistóricos no veían los restos humanos con la aversión de los individuos actuales. A veces los hue- sos humanos eran utilizados como parte de un ajuar funerario o como amuletos exhi- bidos o enterrados en el suelo de las casas. Como informan Bück y Booth “a diferencia de nuestra consideración por las reliquias santas de hoy, las personas de la prehistoria no parecen haberse centrado en restos hu- manos muy antiguos o del pasado lejano de los ancestros, sino que estaban preocupados por los restos de aquellos que se mantenían vivos en su memoria”.Al parecer, no seguían unas pautas determinadas, pues en ocasio- nes los incineraban para utilizar sus cenizas, en otras los desenterraban y trituraban o bien los descarnaban y los dejaban descomponer. Pero uno de los hallazgos más sorprendente y hasta poético ocurrió en Wiltshire, el con- dado donde se encuentra el monumento megalítico de Stonehenge, construido hace unos 5.000 años. Aquí fue encontrado un fé- mur que había sido cuidadosamente tallado, pulido y convertido en una especie de ins- trumento musical. Después de un tiempo de uso, el instrumento fue enterrado, acaso con los restos del músico, junto a hachas de pie- dra y bronce, un trozo de hueso, un colmillo y un objeto ceremonial con puntas. Hasta ahora el instrumento musical más an- tiguo que se conocía es la llamada “flauta de Divje Babe”, hecha con el fémur de un oso cavernario presuntamente por un nean- dertal hace unos 40.000 años. El hallazgo se produjo en 1995, por un equipo a cargo de Iván Truck, al oeste de Eslovenia en una cueva muy próxima al río Idrijca llamada de Divje Babe o Cueva de las mujeres salvajes, en alusión a las brujas que, según los lugare- ños habitaban en ese lugar. El instrumento, de 133,6 mm de largo está roto por sus ex- tremos y conserva dos de los posibles cuatro o cinco agujeros que tenía, de 9,7 y 9 mm de diámetro separados 35 mm entre sí. No obstantes estos detalles, algunos científicos dudan de que el instrumento fuese fábrica de un hombre primitivo y antes bien piensan que los agujeros resultan de los colmillos de otro animal. En el número 145 de la revista “Arqueología mexicana”, Davide Dominici, investigador del Departamento de Historia y Culturas de la Universidad de Bolonia (Italia) da cuenta de un instrumento musical mixteco halla- do en el siglo XVI y fabricado con el fémur izquierdo de un hombre adulto. Se trata de un omichicahuaztli, en lengua náhuatl, un idiófono de fricción, que los pueblos mesoa- mericanos utilizaban en ceremonias rituales relacionadas con la guerra, el funeral de un guerrero, el culto a los antepasados o en sa- crificios. Quizás, más allá de su valor arqueológico, la importancia de estos hallazgos radique en que, desde que tomó conciencia de sí, el ser humano se ha preguntado por el misterio de su existencia, la caducidad de su existencia en el mundo y la forma de dialogar con quie- nes migran al más allá, y en esas preguntas le han llevado a componer las notas capaces de entrar en el corazón del misterio. 1. Paleolítico. Periodo prehistórico (2,59 millones de años a 12.000 años) caracterizado por el uso de las pri- meras herramientas de piedra tallada, la práctica de la caza, la pesca, la recolección, el nomadismo y la apari- ción de las primeras manifestaciones artísticas. 2. Computarizada es la forma correcta en castellano dado que procede del verbo “computar”. La forma “computerizada” es un anglicismo que procede de “computer” (computadora). ARQUEOLOGÍA
  • 7. El Corredor Mediterráneo / Página 7 DICCIONARIO DE AUTOBIOGRAFÍAS INTELECTUALES. RED DEL PENSAMIENTO ALTERNATIVO. de Hugo E. Biagini . (dir.), Se conjugan en esta obra diversos perfiles bio- gráficos de la vasta Red de Pensamiento Alter- nativo que, desde diversas trincheras y niveles académicos, ha problematizado una cosmovi- sión que pretende legitimar la concentración de riquezas, el Estado gendarme, la contami- nación y devastación ambiental, las posturas tecnocráticas y etnocéntricas, el proceso de modernización elitista, el pensamiento único o pensamiento cero, la mentalidad donde prima el tener en lugar del ser, el espíritu depredador a ultranza. Estamos aludiendo en definitiva al en- juiciamiento de la deshumanizadora ideología neoliberal, a un discurso férreamente estructu- rado y asociable a la mercadofilia capitalista, a los modelos hegemónicos en crisis de la globa- lización y la recolonización del mundo. Frente a dicho conglomerado conservador, hi- postasiado como lo políticamente correcto, se convoca en el libro aquello que ha solido inter- pretarse como las principales ideas, tendencias o sensibilidades progresistas, a las cuales nos hemos permitido reformular y desarrollar bajo la impronta del pensamiento alternativo. Entre los rearmes categoriales en juego, destacamos al saber crítico y liberador, a una ética de la so- lidaridad, al principio de la soberanía popular, a un Estado providente, a una economía social y una justicia distributiva, a una política exte- rior de neutralidad e integración continental, al respeto a la naturaleza y al uso racional de sus recursos. Todo ese último andamiaje posicional se halla sustentado en una cultura emancipadora, con identidades positivas y apertura hacia la otre- dad, donde innumerables actores y subjetivi- dades se encarnan en una sucesión de ismos y corrientes existenciales: desde el obrerismo, feminismo y juvenilismo, al indigenismo, el black power, el ambientalismo, las redes co- munitarias y otros movimientos reivindicado- res. Las modalidades alternativas se matizan dimensionalmente al pasar de la negatividad a las propuestas de quiebre y a una radical in- novación, las cuales recorren los estadios de la contestación, el gradualismo o el salto en pro- fundidad. América Latina, no solo se insinúa en esa tesitura con su trasfondo cuestionador y utópico sino también como una región afirma- tiva y plasmadora. Culmina con este volumen un ambicioso plan de trabajo sobre el pensamiento alternativo que ha sido acreditado por organismos científicos nacionales (PICT 9572 Agencia y PIP 143 Co- nicet), quienes consideraron que dicho plan podía cubrir un apreciable vacío en la produc- ción bibliográfica alusiva. Se trata de un pro- yecto que dio lugar al lanzamiento de varios volúmenes que, más allá de otras publicacio- nes afines, suman unas 3000 páginas, a saber: El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, tomo I. Identidad, utopía, integración (1900-1930), y tomo II, Obrerismo, vanguardia, justicia social (1900-1960). La tercera entrega de esa serie apareció como El pensamiento alternativo en la Argentina contemporánea. Derechos humanos, resistencia, emancipación (1960-2015), precedido por nuestro Dicciona- rio del pensamiento alternativo y su respectiva Addenda. Esta obra de referencias, redactada por un nutrido equipo interdisciplinario, ha sido vastamente caracterizada: • como un trabajo original y minucioso en tor- no al derecho a la utopía y a un orbe mejor; • como provisto de nuevas palabras epocales y de respuestas a un orden jerárquico desde el campo teórico y los movimientos civiles; • como un recurso político y pedagógico que pretende identificar los heterogéneos lenguajes implicados. Dicha investigación procuró trasuntar, en líneas generales, una narrativa contrahegemónica a escala intra y supra regional. En resumidas cuentas, a todo el caudal te- mático del pensamiento alternativo, se le ha añadido una primicia textual: este novedoso diccionario, que contiene la vida y obra de un heterogéneo elenco intergeneracional que ha compuesto nuestra red intelectual y ha partici- pado de sus ediciones. Entre ese elenco pueden evocarse a figuras muy consagradas como la de Enrique Dussel junto a numerosas presencias irradiadoras, locales o de extramuros. Asimismo, contrariando los usos canónicos en materia autobiográfica, no se ha ceñido la participación solo a quienes han alcanzado la senectud –como suele practicarse–, por hallar- nos en un proyecto en el cual han confluido miembros de diferentes edades, procedencias y formaciones. Tampoco se han adoptado pautas demasiado restrictivas para la redacción de los textos, ni seguimos al pie de la letra los pará- metros productivistas, dándose cabida a otras facetas externas a la de la propia obra, para ha- cer también hincapié en las ideas particulares o en significativos aspectos vivenciales. En rigor, hemos enfatizado a algunas casas de estudios y a sus portavoces, sea por factores operativos sea por hallarse afincados en esos sitios más expo- nentes del proyecto en sí. No se incorpora al presente libro, como un apéndice especial, la desbordante producción sobre pensamiento alternativo que, redactada por diferentes autores aquí biografiados, ha compuesto los cinco volúmenes editados so- bre el particular a cargo de la editorial Biblos en cooperación con la Universidad Nacional de Lanús, una producción que no ha dejado de ser aludida en los mismos textos. Tampoco se ha anexado, por su vastedad, la nómina de entidades a las cuales pertenecen nuestros res- pectivos colaboradores, quienes han citado por lo común en sus entradas a los propios lugares de pertenencia. Diversos partícipes sectoriales han contribuido a nutrir otros espacios colindantes, como los encuentros implementados por el Corredor de las Ideas y que, más allá de sus publicaciones en papel, pueden localizarse en las mismas pá- ginas de esa entidad –dentro de su capítulo pa- raguayo (http://corredordelasideas.org/encuen- tros-anteriores)– o en otros portales como http:// pacarinadelsur.com/home/mallas/1484-corre- dor-de-las-ideas-del-cono-sur y http://www.ce- cies.org/articulo.asp?id=558. Los participantes convocados, personales o institucionales, han provenido de Argentina, Alemania, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Italia, Japón, México, Nicaragua, Perú, Portugal, Rusia, Uruguay yVenezuela. Los principales emprendimientos responsables de este volumen han sido, junto a la Univer- sidad Nacional de Lanús, el Centro de Educa- ción, Ciencia y Sociedad (CECIES) sumados al auspicio formal de varias organizaciones y voceros: la Asociación Iberoamericana de Fi- losofía Práctica, la Casa Museo de la Reforma Universitaria, el Centro de Estudios Interdisci- plinarios de Nuestra América, el Corredor de las Ideas del Cono Sur, la editora Nova Harmo- nia, el Proyecto Ensayo Hispánico o las revistas Le Monde Diplomatique, Pacarina del Sur, SO- LAR, Utopía y Praxis Latinoamericana. El mayor agradecimiento a quienes nos han acompañado en esta empresa desde diversos orígenes e inclinaciones: intelectuales consu- mados, distinguidos académicos e investigado- res reconocidos o en formación, todos los cua- les han procurado asignarle al texto una tónica que oscila entre la erudición y el ensayismo. H. E. B. Universidad Nacional de Lanús, 2020.
  • 8. El Corredor Mediterráneo / Página 8 EN EL INTENSO AHORA PASA UNTREN Por Juan Salinero Mi hijo es fanático de los trenes, algo muy extraño en un país donde casi no los hay. Vivo en el sur de la ciudad y las viejas vías quedan a unas pocas cuadras de mi casa, así que cada vez que suena la bocina del tren hay que salir rápido a verlo pasar. En un lugar donde se carece de bellos paisajes, ver pasar el tren es toda una experiencia: los vecinos salen con sus hijos en brazos y saludan al maquinista, los niños un poco más grandes siguen a la locomotora en sus bicicletas. Un completo espec- táculo. Juguetes, figuritas, vías de madera, miniaturas que poco tienen que ver con nuestra realidad cotidiana, son los divertimentos preferidos de mi hijo. En el interior de nuestro país práctica- mente no hay trenes de pasajeros y sólo algunas grandes em- presas poseen líneas férreas propias. ¿Cuál es el misterio que hace que mi hijo y muchos otros niños amen los trenes? Segu- ramente hay algo magnánimo, algún espíritu de la (ya antigua) modernidad, de una industrialización que nos sigue atrayen- do, quizás los poderosos materiales de acero, hierro y carbón, siguen llamándonos desde lugares recónditos del tiempo. Una obra de ingeniería que rápidamente se convirtió en el símbolo de todo lo que la humanidad podía hacer. Desde el nacimiento de esta máquina gigante, el arte y la filo- sofía siempre le han prestado atención y la han cargado de sig- nificación en distintos sentidos. Marx llamaba a la revolución “el tren de la historia”, luego Walter Benjamin decía que para salvarnos de la catástrofe del tecnocapitalismo era necesario tirar el freno de mano de ese mismo tren. En el cine, el tren es un elemento capital en muchos sentidos: una de las primeras películas de los Hermanos Lumière (quie- nes inventaron el cine) se llamó “La llegada del tren”. Tam- bién hay otra película entrañable, de Buster Keaton, llamada “El maquinista de La General” que data del año 1926, donde puede verse al hombre de la cara de piedra hacer mil y una piruetas alrededor de la locomotora, allí también se observa cuando un gigantesco tren se desmorona junto a un puente, aún hoy la escena logra un gran impacto visual y emotivo. Hace un par de años, el sanjuanino Mariano Donoso Makows- ky estrenó un bellísimo documental titulado “Buenos Aires al Pacífico”, éste versa sobre un monumental proyecto de unir Buenos Aires con Valparaíso, trazando una línea férrea entre los dos océanos; como era de prever, quedó inconcluso, pero la idea sigue rondando fantasmagóricamente hasta nuestros días. Entre esos espectros se encuentran los antiguos andenes, los tremendos galpones ferroviarios y los viejos trabajadores que todavía dan testimonio de una época que prometía pro- greso indefinido. El documental es muy potente en términos visuales, dos esce- nas son sumamente conmovedoras: en una de ellas se muestra una secuencia de “La llegada del tren”, para pegarse con imá- genes del antiguo noticiero “Sucesos argentinos”, en donde se ve el avance de una locomotora con cientos de obreros subidos a ella con la bandera argentina: eran los trenes na- cionalizados en el gobierno de Perón. Las imágenes de dos situaciones inaugurales ponen la piel de gallina, nos llaman a un futuro de grandeza. La otra escena, resulta muy llamativa también, y es cuando el documental pasa del blanco y negro al color. Allí se muestra a un tren de carga actual, despintado y oxidado. Ésta mezcla la modernidad que muestra el color y el tren en decadencia, despliega una infinita nostalgia. Dicha contradicción entre la promesa de progreso y una realidad co- rroída, es la imagen viva de los trenes de hoy y de un estado espiritual actual que se ha acostumbrado a muy poco. La película de Donoso deja entrever la magnanimidad del pro- yecto ferroviario de unión de dos océanos. Creo que el regreso del tren en un país tan grande como el nuestro traería una re- novación del espíritu nacional. No hace falta leer a Scalabrini Ortiz para darse cuenta de la importancia del ferrocarril. Cual- quier proyecto nacional, a futuro, debería comenzar por la re- construcción del tren como imagen de un progreso posible. Las potencialidades que tenemos como nación van en busca de unas vías férreas que nos acerquen entre los poblados, que nos permitan vivenciar las distintas zonas de nuestro país y que nos ayuden a estar cerca. El ferrocarril, en nuestro país, tal como lo pensó y planificó el siglo XIX, potenciaba el extractivismo: todas las líneas termina- ban en el puerto de Buenos Aires. Quizás el próximo paso se- ría un ferrocarril diversificado que conecte cereales y personas por diferentes regiones, quizás desde allí podamos reconstruir un espíritu que nos permita ser un país mucho más justo. Cuando veo a mi hijo pasar un largo rato jugando con su pe- queño tren, comienzo a soñar un país en donde el tren sea un hecho cotidiano, que, junto con las locomotoras de madera, los niños puedan disfrutar de la magnificencia de un tren que los lleve hacia donde ellos deseen ir. La Columna