Tema 8.- PROTECCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN.pdf
Político Militar
1. COMENTARIO DE TEXTO 3 – EL POLÍTICO MILITAR
El texto ante el cual nos encontramos es un fragmento de un ensayo (desarrollo de un tema de
forma libre y personal) de historia política titulado España, ensayo de historia contemporánea
que se reeditó en 1979, revisado por el autor. El autor es Salvador de Madariaga, diplomático
e historiador de ideología liberal. Se trata de un ensayo crítico e historiográfico, fuente
secundaria y de naturaleza político-social, que se refiere al papel de los militares y a su
implicación política en la España durante el siglo XIX. El punto de vista del autor es crítico con
su actuación. Está dirigido a la comunidad científica (expertos) y al público interesado en
temas de historia.
El texto que vamos a analizar es una ácida reflexión sobre el carácter y papel de los militares
en la política española durante el siglo XIX y en los denominados pronunciamientos. El autor
citando las figuras de los generales Narváez y O`Donnell expresa su crítica contra estos
militares que deciden entrar en la política sin ninguna preparación y los caracteriza con los
siguientes rasgos: patriotas sin formación intelectual que deciden enmendar a los “charlatanes
de la política” a través del único método que conocen, el ejercicio de la fuerza. Eran liberalitas
(algunos moderados otros progresistas), y el autor del texto les califica de reaccionarios
porque, en realidad, sólo aspiran a imponer su voluntad. No transigen con la libertad de prensa
y tampoco son o muy o nada religiosos.
La presencia activa de los militares en la vida política de España se intensificó durante la
implantación del Liberalismo, pero ya se daba en el siglo XVIII, cuando los Capitanes Generales
contaban con amplias atribuciones en sus zonas y disfrutaban de fueros propios al igual que
nobleza y clero. Sin embargo, el procedimiento de intervención armada conocido como
Pronunciamiento comenzó en la primera mitad del siglo XIX y tuvo a las guerras de la
Independencia (1808-1814) y Carlista (1833-1840) como algunas de las causas de la fuerte
implicación de los militares en la vida civil española del siglo XIX. Los generales Baldomero
Espartero y Ramón Mª Narváez, éste último mencionado en el texto, fueron los ejemplos más
conocidos de los llamados espadones, políticos intervencionistas que ocuparán la presidencia
del gobierno junto al general Leopoldo O’Donnell durante el reinado de Isabel II. Juan Prim y
Francisco Serrano lo serán durante el sexenio democrático, y Pavía y Martínez Campos
inaugurarán la Restauración con sus acciones golpistas. Los generales desarrollaron su papel a
la cabecera del Consejo de Ministros, como miembros activos del Senado, o como personajes
de gran influencia dentro del Consejo de Estado. También ejercieron una gran influencia
dentro de la Corte, y entraron incluso en el círculo más íntimo de la reina. De esta forma, el
régimen isabelino fue un sistema político en el que los militares marcaron su impronta.
Estos militares tuvieron gran influencia en sus respectivos partidos políticos, y en los grupos
sociales que los apoyaban, de forma que contribuyeron a desarrollar esa red de relaciones
clientelares
Esta importante influencia de los militares en el proyecto político doctrinario (liberalismo
doctrinario: intento de conciliar la Monarquía absoluta con las Revolución francesa, y la
autoridad con la libertad) tiene una cierta lógica, sobre todo si tenemos en cuenta que el
reinado de Isabel II se inició con una guerra civil, la I Guerra Carlista, la cual generó por una
parte una capa de burgueses y rentistas agradecidos con el régimen liberal, y un ejército que
empezaba a hipertrofiarse y que necesitaba un papel en la nueva sociedad, habida cuenta de
2. la derrota en los conflictos por el mantenimiento del statu quo en el continente americano.
Esta nueva ocupación sería el mantenimiento de unas estructuras políticas esencialmente
autoritarias que necesitaban del concurso de una institución que monopolizara la fuerza. Esta
institución sería el ejército.
Pese a lo lógico que era el recurso de los ideólogos políticos a los generales para hacer
viables sus propuestas, este hecho implicaba un permanente peligro de subversión. Teniendo
en cuenta que Isabel II recurrió permanentemente a los moderados para formar gobierno (y
como consecuencia para formar el Congreso), los progresistas se retrajeron, motivo por el cual
recurrieron al pronunciamiento para acceder al poder (por ejemplo Vicalvarada en 1854). Y,
como los líderes políticos eran militares, tenían a su alcance con facilidad los medios para
pronunciarse. Entre el generalato el sentimiento de fidelidad personal, así como el de rivalidad
también personal, eran las notas predominantes. No era el caso del sistema político de 1876,
donde la Corona era la cabeza del Ejército, y por ello los militares le debían indefectiblemente
fidelidad. En el sistema isabelino, que podríamos calificar de doctrinarismo ingenuo,
adolescente y por ello excesivamente radical, los generales le imprimieron esa impronta de
radicalidad y de romanticismo que le separó del sistema de la Restauración, más maduro,
estable y precavido.
Los PRONUNCIAMIENTOS fueron sublevaciones protagonizadas por grupos de militares
encabezados por un líder de prestigio. Pretendían provocar un cambio de gobierno mediante
la fuerza, y contaban además con apoyo civil.
Ante el descontento con un gobierno, comenzaba una conspiración en la que participaban
militares y en ocasiones personalidades civiles. El día acordado, un alto mando del ejército leía
a la tropa del cuartel donde tenía el mando un manifiesto político en el que denunciaba la
situación, y daba su apoyo a un partido político en cuyo nombre actuaba. Si no encontraba
resistencia, el pronunciamiento triunfaba y se producía un cambio de gobierno. En caso
contrario, se procedía a una represión contra todos los implicados que acababa con el
fusilamiento de los organizadores o el exilio. Durante el siglo XIX se produjeron
pronunciamientos de todo tipo. Algunos protagonistas fueron Lazy, De León, O’Donnell, Prim,
Serrano. El último fue el del general Villacampa en 1896, de signo republicano.
La importancia y significado de los pronunciamientos militares en la España Contemporánea
son grandes. Representan una particularidad de la aplicación del liberalismo político en la
España del XIX, fenómeno que se conoce como el pretorianismo español, que consiste en
que las diferentes facciones políticas confían en los militares para alcanzar el poder
mediante los pronunciamientos, y los políticos gobernantes se apoyan en la fuerza militar
ante todo para mantenerse en el poder. El cambio político procede entonces casi siempre de
pronunciamientos, lo que sería un síntoma de la debilidad del liberalismo español.
A esto habría que añadir otros factores, como la parcialidad de la corona hacia determinados
partidos políticos, el sistema electoral corrupto que se basaba en el sufragio censitario, y la
insuficiente e inoperante burguesía, frente a las clases populares urbanas y campesinos que
amenazaban con romper este marco para participar en igualdad en el marco político. Así, los
militares se convertían en defensores de la estabilidad política, económica y social. Y
añadiendo la ideología romántica, en purificadores ante la corrupción del poder civil o la
amenaza popular.
Los continuos pronunciamientos del período isabelino se transformaron en alzamientos
militares, y ya entrado el siglo XX, en golpes de Estado: Miguel Primo de Rivera en 1923
3. (reinado de Alfonso XIII), y Emilio Mola y Francisco Franco en 1936, contra la II República., que
determinarían importantes etapas de la historia de España.
En el corto periodo de tiempo de 1836 y 1868 se dieron lugar trece pronunciamientos
militares, algunos tuvieron éxito y otros acabaron fracasando. Pero, a pesar de esta
intervención de los militares en política, eso no trajo consigo un despegue definitivo del Estado
liberal sino que reveló sus más profundas debilidades internas. Y, sin embargo, hay que
destacar que el papel del Ejército en la sociedad democrática actual ha cambiado respecto a
estos hechos de forma considerable, adaptándose y actuando en consecuencia, respecto a su
misión y compromiso de salvaguardar el Estado democrático, sin interferir en su
funcionamiento político interno natural. Además el autor forma parte de la oposición
democrática al franquismo y escribe el texto en primera persona.