Las universidades se originaron en la antigua Grecia y se expandieron durante la Edad Media en Europa. Los estudios incluían filosofía, teología, derecho y medicina. Las principales universidades fueron las de Bolonia y París. Los estudiantes eran generalmente hombres maduros y los exámenes eran públicos. Las universidades han evolucionado a través de los siglos para admitir nuevas áreas de estudio y técnicas como la imprenta.
2. Resumen:
Universidades del siglo XXI
Los antecedentes de la universidad occidental se deben remontar en la Grecia antigua.
La Academia era una asociación de carácter semirreligioso, orientada hacia la
formación de la juventud aristocrática. Su curriculum incluía gimnasia, danza, canto,
lira y poesía, matemáticas, dialéctica y retórica u oratoria.
El estudio de las ciencias y de la filosofía no había sido institucionalizado. Los romanos
adoptaron el modelo helenístico de educación, pero incorporaron en él, como áreas de
estudio, el griego clásico y la gramática latina. Sin embargo, a nivel de la educación que
pudiéramos llamar “superior”, los romanos concedieron la mayor importancia a la
oratoria y la jurisprudencia.
Entre el siglo IV d.C. y el comienzo del XII la educación en Europa se vería reducida a
las actividades de algunas congregaciones monásticas. El nivel de estos estudios
contrasta con el de los centros que los árabes habían establecido en las ciudades
españolas de Córdoba, Sevilla, Toledo, Granada, etc. Los programas seguidos en estos
centros incluían estudios más avanzados en álgebra, ciencias políticas y filología etc.
Algo que llama la atención al respecto de la educación superior musulmana en España
es su capacidad para integrar la enseñanza y la innovación tecnológica, pues a ellos se
les acredita la invención de productos y técnicas que fueron aprovechados para el
desarrollo de la agro-industria, la navegación, la metalurgia y la producción de textiles y
cerámicas.
En 1158, para proteger a los estudiantes que iban de un sitio a otro en Europa en pos de
tales estudios, el Sacro Emperador Romano Federico Barbaroja otorgó un número de
privilegios e inmunidades a estos estudiantes. La internacionalidad del sistema estaba
garantizada por el compartimiento de una lengua común, el latín clásico, cuyo
aprendizaje era central en la formación que previamente recibían los estudiantes. En el
nivel de los estudios superiores, se llamaba entonces determinativo a los estudios a nivel
de bachillerato, licencia descendí a los estudios siguientes y doctoratus a los estudios
máximos.
Las dos grandes universidades de la época fueron la de Boloña (Universitá degli Studi
di Bologna) y la de París (Université de París). La de Boloña fue establecida a finales
del siglo XI, con una facultad en la que se estudiaba derecho civil y canónico. En el
siglo XIII se establecieron las facultades de medicina y filosofía (o artes liberales). En el
siglo XVII se organizó la facultad de ciencia. Por su parte, la Universidad de París fue
organizada alrededor de 1170 a partir de las escuelas catedráticas de Notre Dame.
Gracias al apoyo papal se convirtió en el gran centro de enseñanza de la teología
ortodoxa cristiana. Durante el siglo XIV la Universidad se dividía ya en cuatro
facultades; tres “superiores” (Teología, Derecho canónico y Medicina) y una “inferior”.
Cada facultad era regida por un Decano, “aquel que preside a diez profesores
sacerdotes”) y toda la Universidad por un Rector, que terminó siendo el Decano de la
Facultad de Artes.
3. Los estudiantes de estas universidades eran, por lo general, hombres en edad madura.
Para obtener la licencia descendí se debía tener por lo menos 21 años (en París, antes de
los 35). Las universidades tenían sillas o cátedras cuyos ocupantes rentan derecho a
ejercerlas de por vida. Los cursos consistían generalmente de collado (exposiciones) y
preferiblemente de lecho. Las clases solían desarrollarse de octubre a Semana Santa y
después de Semana Santa hasta finales de junio. Los exámenes eran públicos.
La historia de la universidad es también una historia humana. En ella alternan los
triunfos y los fracasos de muchos hombres, algunos de los cuales pagaron con su vida
su profunda obsesión por el conocimiento, obsesión que les hacía saltarse las barreras
de los comportamientos permitidos. Entonces eran encendidos los debates sobre si los
ángeles habían sido creados antes que el cielo o sobre la procedencia de la esposa de
Caín o, incluso, la legitimidad de ejecutar a alguien o no. Hasta el segundo renacimiento
de Europa, especialmente en los siglos XVI y XVII las grandes universidades del
continente preservarían un perfil bastante conservador. Entonces fueron decisivos el
legado árabe que Europa recibió a través de España, la invención de la imprenta (que
por ciento no fue inicialmente bienvenida por los profesores que alegaban que, teniendo
cada quien una copia de los manuales y textos de estudio, los estudiantes no iban a tener
necesidad de ir a los recintos de clases) y la independencia progresiva del profesorado
universitario del dominio eclesiástico. La Universidad que había comenzado en el
estudio de la filosofía y luego de la teología, emprendería el estudio formal de la
ciencia. No seria sino tiempo después cuando admitiría como área de estudios las que
hoy asociamos con el saber técnico de las ingenieras.
Deberíamos concluir entonces infiriendo varios mensajes: Primero, que la Edad Media
no pudo haber sido tan oscura -como suele afirmarse- si en ella se inventaron las
universidades. Segundo, que la universidad es el producto de un fuerte idealismo
histórico que se afinca en la creencia de la liberación del hombre por la vía del
conocimiento. Tercero, que la universidad se encuentra en la simiente de todos los
aciertos del hombre occidental y contemporáneo, al que no sólo ha educado sino
también transmitido la herencia de quienes le precedieron en la obra civilizatoria. Se le
llama así Alma Mater porque de ella se nutre esencialmente el optimismo que llamamos
futuro.
“La investigación de la verdad es, en un sentido, difícil; pero, en otro, fácil. Lo prueba
el hecho de que nadie la pueda poseer completamente ni equivocarse del todo, sino que
cada uno dice algo sobre la Naturaleza; y aunque individualmente sea poco o nada lo
que contribuye a ella, de todos reunidos se forma una cierta grandeza”. Aristóteles,
Metafísica, 993a 30-b4
La Constitución Política de la República del Ecuador promulgada en agosto de 1998 y
La. Ley de Educación Superior en mayo del 2000, son las normas que definen a la
Educación superior en el Ecuador: El Sistema Nacional de Educación Superior está
conformado por universidades y escuelas politécnicas, creadas por ley; y, por los
institutos superiores técnicos y tecnológicos, creados por el Consejo Nacional de
Educación Superior (CONESUP). Las instituciones del Sistema Nacional de
4. Educación Superior Ecuatoriano tienen como misión la búsqueda de la verdad, el
desarrollo de las culturas universal y ancestral ecuatoriana, de la ciencia y tecnología,
mediante la docencia, la investigación y la vinculación con la colectividad.
Criterio Personal:
A través del tiempo vemos visto como las universidades han ido creciendo, con cada
una de sus dificultades, y que aunque los tiempos han cambiado el espíritu luchador del
universitario no, es una lucha constante para poder lograr lo que pretendemos, y los
ideales que se quiere alcanzar. En nuestro país hay mucho camino por recorrer para
lograr una educación superior de alto rendimiento y competitividad, pero al igual que
las universidades pasadas todo es con el tiempo que aprenderemos a ir cambiando para
mejor y perder llegar hacer como las universidades de primer mundo.
Maira Alexandra Rodríguez Godoy.
Aula: 303