1. LA CELESTINA
ADAPTACIÓN
HUERTO DE MELIBEA
NARRADOR- Entrando Calixto, joven noble, a una huerta en busca de su halcón,
halló a Melibea, doncella de alto linaje, de la cual quedó prendado por su belleza
y su juventud.
CALIXTO- Oh, en esto veo Melibea la gracia y grandeza de Dios.
MELIBEA- ¿En qué, Calixto?
CALIXTO- En dar poder a la naturaleza de que te dotase de tan perfecta hermosura,
y que a mi secreto dolor pudiese manifestarse.
MELIBEA- ¿Por gran premio tienes tú éste, Calixto?
CALIXTO- Tanto, que si Dios me diese un lugar en el cielo, no lo tomaría.
MELIBEA- Pues más galardón te daré yo si perseveras
CALIXTO- ¡Oh, mis aventurados oídos, lo que acaban de escuchar!
MELIBEA- ¡Vete, vete de aquí torpe, que mi paciencia no puede tolerar tus
palabras!
CALIXTO- Iré como aquel contra quien la adversa Fortuna pone su estudio con
odio cruel.
*
CALIXTO- ¡Sempronio, Sempronio! ¿Dónde estará este maldito?
SEMPRONIO- Aquí estoy, señor.
NARRADOR- Calixto explica a Sempronio el amor que siente por la dulce Melibea.
Sempronio, viendo que puede sacar provecho en este asunto, le comenta a su
amo que puede hablar con una tal Celestina, una vieja puta alcahueta, y le
asegura que ésta puede conseguir que Melibea se enamore de Calixto.
Desesperado, Calixto le pregunta cómo lo haría.
SEMPRONIO- Yo te diré. Hace días que conozco en esta vecindad a una vieja
barbuda que se hace llamar Celestina: hechicera, astuta; aunque también esconde
una maldad, y es que son más de cinco mil virgos los que han pasado por ella en
esta ciudad.
CALIXTO- ¿Y yo podría hablarle?
SEMPRONIO- ¡Claro! Yo te la traeré hasta tu casa y tú le contarás tus penas para
que ella les sepa dar remedio.
CALIXTO- ¿Y tardarás?
SEMPRONIO- No, quede Dios contigo.
CALIXTO- ¡Y contigo vaya! Oh todopoderoso Dios, guía a Sempronio para que
convierta mi pena y mi tristeza en gozo.
*
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2. NARRADOR- En su andadura, Sempronio encuentra por casualidad a Celestina, a
quien informa sobre los males de Calixto.
SEMPRONIO- ¡Oh madre mía! Estate atenta a lo que voy a contarte e imagina lo
que voy a decirte, y no derroches tus pensamientos en muchas partes, que quien
en muchos lugares lo pone en ninguno lo tiene.
CELESTINA- Abrevia y ve al hecho, que vanamente se dice por muchas palabras lo
que por pocas se puede entender: ve al grano!
SEMPRONIO- Allá voy: mi amo Calixto arde en amores por Melibea; por eso nos
necesita a ti y a mí, y por eso nos tenemos que aprovechar de él.
Le he dicho que hablaría contigo y que iríamos a su casa presto.
CELESTINA- Bien dices Sempronio, y me alegro de tus noticias. Vayamos, pues, a
casa de tu amo.
CASA DE CALIXTO
NARRADOR- Una vez en casa de Calixto, Pármeno advierte a su amo quién es la
vieja que espera en la puerta con Sempronio.
CALIXTO- ¿Cómo sabes tú quién es esa vieja alcoholada? ¿acaso la conoces,
Pármeno?
PÁRMENO- Hace años, mi madre, mujer pobre, moraba en su vecindad, y me dio a
Celestina por sirviente, aunque ella ya no me conoce, por lo poco que la serví.
Sin embargo, Celestina tiene sus oficios, los cuales debes saber, porque es una
alcahueta y una hechicera, además de perfumera, lavandera; remedia amores
para que se quieran bien.
Tanto es así, que venían a ella hombres y mujeres, y para conseguir sus hechizos
les demandaba el pan por donde mordían, su ropa, sus cabellos… ¡todo burla y
mentira!
CALIXTO- Bien está, Pármeno. Avisado estoy de ti, y téngotelo en gracia.
Pero que la envidia de Sempronio no me complique la vida, que si para él hubo
promesa de recompensa, tampoco faltará para ti.
*
NARRADOR- Celestina y Sempronio entran en casa de Calixto y hablan con él de
sus negocios.
Calixto alaba exageradamente a la alcahueta, y ésta no hace caso de sus
lisonjeras palabras.
CALIXTO- ¡Oh vejez virtuosa! ¡oh virtud envejecida! ¡oh gloriosa esperanza de mi
deseado fin! Deseo llegar a ti y besar esas manos llenas de remedio
CELESTINA- (dirigiéndose a Sempronio) - Sempronio, dile a tu amo que vaya
cerrando la boca y vaya abriendo la bolsa.
CASA DE CELESTINA
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3. NARRADOR- Después de ir Celestina a casa de Calixto, realiza un conjro para
convencer a Melibea.
CELESTINA- Yo te conjuro, triste Plutón, señor de la profundidad infernal,
emperador de la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles.
Yo, Celestina, te conjuro por la virtud y fuerza de estas bermejas letras, por la
áspera ponzoña de las víboras con las que fue hecho este aceite y con el cual
unto este hilado.
Te conjuro para que obedezcas a mi voluntad y hagas que Melibea lo compre
para que se entregue al amor de Calixto.
NARRADOR- Así, con toda su confianza puesta en Plutón, Celestina se dirige a
casa de Melibea para iniciar el curso de sus negocios.
CASA DE MELIBEA
(SE OYE CÓMO TOCAN A UNA PUERTA)
LUCRECIA- Celestina, madre, bienvenida seas, ¿qué te trae por estos barrios que
no acostumbras pisar?
ALISA- ¿Con quién hablas, Lucrecia?
LUCRECIA- Con aquella vieja de la cuchillada, que solía vivir aquí en las tenerías a
la cuesta del río.
ALISA- Dime su nombre si lo sabes…
LUCRECIA- Celestina es su nombre
ALISA- Algo me vendrá a pedir, dile que entre…
CELESTINA- Señora, que la gracia de Dios quede con vos y con vuestra noble hija.
ALISA- Melibea, quédate con esta mujer, que ya me parece tarde para visitar a mi
hermana…
CELESTINA- (dirigiéndose a Alisa) - Señora, de Dios seas perdonada, que en buena
compañía queda tu hija.
(dirigiéndose a Melibea)- Dios la deje gozar de su noble juventud y florida
mocedad, que es donde más placeres y deleites se alcanzan; porque la vejez no
es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, congoja continua,
pena de lo presente y vecina de la muerte.
NARRADOR- Después de esto, Celestina nombra a Calixto por casualidad y pide a
Melibea ayuda para él. Melibea responde alterada, pero al final accede.
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4. MELIBEA- ¡Ya, ya, ya, no me digas más! Desvergonzada barbuda. Quemada seas
alcahueta falsa, hechicera, enemiga de la honestidad.
CELESTINA- (En hora mala vine acá si me falta mi conjuro)
MELIBEA- ¿Qué dices? Habla que te pueda oír. ¿Tienes alguna disculpa que pueda
satisfacer mi enojo y excusar mi osadía?
CELESTINA- Una oración que le dijeron a Calixto que sabías para el dolor de
muelas. Eso te vine a pedir.
MELIBEA- Y si querías eso, ¿por qué no lo dijiste antes con esas mismas palabras?
CELESTINA- Señora, porque mi limpio motivo me hizo suponer que no habrías de
sospechar mal.
MELIBEA- Bueno, no hay tiempo para escribirte la oración, pues vendrá mi madre
antes. Ven mañana por ella muy secretamente.
NARRADOR- Celestina se dirige a casa de Calixto; por el camino habla consigo
misma, atribuyendo su éxito tanto al conjuro realizado como a su poder de
oratoria.
Por el camino, se encuentra con Sempronio, y éste intenta convencerla para que
no diga nada a Calixto, con el fin de aumentar así sus beneficios.
Entonces, Celestina deja entrever que quiere para ella todos los beneficios y que
no piensa pagarles. Sempronio desconfía de ella.
*
CASA DE AREÚSA
NARRADOR- Celestina conversa con Pármeno e intenta convencerle para que éste
se lleve bien con ella. De ello hablan.
Para ganar su confianza, Celestina le dice que puede hacer que conquiste a
Areúsa.
Esa misma noche, Celestina y Pármeno se acercan a casa de Areúsa. Celestina
sube mientras Pármeno aguarda.
CELESTINA- (dirigiéndose a Pármeno)- Esa es la ventana de Areúsa. Atiende y
espera debajo de esta escalera. Yo subiré para ver qué podemos hacer con lo
hablado.
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AREÚSA- ¿Quién anda ahí? ¿quién sube a tal hora a mi cama?
CELESTINA- Una enamorada tuya, aunque vieja
AREÚSA- Tía señora, ¿qué buena venida es ésta tan tarde? Ya me desnudaba para
acostarme e irme a la cama.
CELESTINA- Éntrate en la cama, que desde allí hablaremos.
AREÚSA- Me siento muy mal todo el día; así que es necesidad más que vicio lo
que me ha hecho acostarme en la cama.
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5. CELESTINA- ¿qué dolor, mis amores? ¿te burlas de mí?
AREÚSA- No me burlo, sino que ha cuatro horas me muero de la madre, que la
tengo subida en los pechos, que me quiere sacar del mundo. Que no soy tan
viciosa como piensas.
NARRADOR- Tras comentarle a Celestina sus dolencias, la alcahueta habla a
Areúsa sobre Pármeno.
CELESTINA- Ya sabes lo que de Pármeno te he dicho. Se me queja de que no
quieres verle aún. No sé por qué, sino porque sabes que le quiero bien y que lo
tengo por hijo.
AREÚSA- No vives, tía señora, engañada.
CELESTINA- No lo sé, a las obras creo; pero el amor nunca se paga sino con puro
amor, y las obras con obras. Ya sabes que Pármeno y Sempronio sirven a
Calixto, a quien tú conoces bien.
AREÚSA- ¡Amarga de mí, y si nos ha oído!
CELESTINA- No lo ha hecho. Voy a hacerle subir, y quiero que le conozcas y
hables y muestres buena cara, y si te parece, que él goce de ti y tú de él, que
aunque él gane mucho, tú no pierdes nada.
*
CASA DE CELESTINA
NARRADOR- Sempronio y Areúsa comen en casa de Celestina. Allí mismo, en
medio de la comida, Sempronio riñe con Areúsa y ésta se marcha de la mesa.
Celestina, razonando, pone calma entre la disputa.
SEMPRONIO (hablando a Celestina)- Tía señora, a todos nos sabe bien comiendo y
hablando, porque después no habrá tiempo para entender los amores de nuestro
amo Calixto y la gentil y bella Melibea.
AREÚSA- Mal provecho te dé lo que has dicho… ¿gentil? ¿Melibea gentil? Esa
hermosura se puede comprar en una tienda por una moneda.
Si es hermosa es por los atavíos que trae. Hasta yo soy más hermosa que vuestra
Melibea. (se marcha de la mesa)
Las riquezas las hacen a estas hermosas y ser alabadas, que no las gracias de su
cuerpo. Ninguna cosa está más lejos de la verdad que la vulgar opinión.
SEMPRONIO- Mirad, Calixto es caballero, y Melibea hijadalgo, y así, que los
nacidos por linaje se buscan unos a otros.
AREÚSA- Ruin sea quien por ruin se hace; las obras hacen linaje, que al fin todos
somos hijos de Adán y Eva.
Procure ser cada uno bueno por sí, y no vaya a buscar en la nobleza de sus
antepasados la virtud.
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6. CELESTINA- Hijos, por mi vida, que cesen estas razones de enojo, y tú, Areúsa,
vuelve a la mesa y deja tus enfados.
[suena la puerta]
CELESTINA- Y ahora, dejad esta razón, que entra Lucrecia.
NARRADOR- Tras estas discusiones, llega Lucrecia, y Areúsa arremete contra ella
y contra las criadas que viven en casa de esos señores. Celestina le da la razón a
Areúsa.
Finalmente, las discrepancias se resuelven y la comida acaba apaciblemente.
Celestina, acompañada por Lucrecia, se dirige a casa de Melibea.
*
CASA DE MELIBEA
NARRADOR- En casa de Melibea, Celestina habla con ella. Melibea, tras muchas
vacilaciones, le confiesa su amor por Calixto.
Así, Celestina cita a Melibea con Calixto esa misma noche. Entonces, la
alcahueta se dirige a casa de Calixto y le avisa para que asista a su cita con
Melibea.
CASA DE CALIXTO
Ya en casa de Calixto, éste paga a la puta alcahueta con una cadena de oro,
como recompensa.
CASA DE MELIBEA
NARRADOR- Calixto acude por vez primera al encuentro de su enamorada. Allí, en
la ventana, Lucrecia y Melibea esperan su llegada.
(Calixto llega con Pármeno y Sempronio)
CALIXTO- ¡Oh señora mía, esperanza de mi gloria, descanso y alivio de mi pena;
alegría de mi corazón!
MELIBEA- Señor Calixto, tu mucho merecer, tus extremadas gracias han obrado
que tuviera noticias de vos. Mas, debo decirte que las rejas impiden nuestro
gozo, las cuales yo maldigo.
CALIXTO- ¿Cómo, señora mía, y mandas que consienta a un palo impedir nuestro
gozo?
MELIBEA- ¿Acaso quieres, amor mío, perderme a mí y dañar mi fama? Por favor,
no sueltes las riendas a la voluntad.
CALIXTO- ¡Oh mezquino yo, señora, debo partir! Los ángeles queden contigo; mi
venida será, como ordenaste, por el huerto.
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7. CALLE Y CASA DE CELESTINA
NARRADOR- Sempronio se despide de Calixto y se dirigen a casa de Celestina, con
el único fin de cobrar su parte de la cadena de oro que Calixto dio a la alcahueta
como pago por sus favores.
Allí, se desencadena una fuerte discusión sobre el reparto de la cadena.
(Pármeno y Sempronio acorralan a Celestina, que está con Elicia)
SEMPRONIO- Celestina, danos las dos partes que nos corresponden por la cadena
de nuestro amo Calixto, ¡vieja ladrona!
CELESTINA- ¿Quién soy yo, Sempronio? Vivo de mi oficio como cada oficial del
suyo, muy limpiamente. Así que déjame aquí con mi fortuna.
(dirigiéndose a Pármeno)- Y tú, Pármeno, no te creas que por saber secretos de
mi pasado me tienes atada de pies y manos… Si queréis el dinero, váis y se lo
pedís a vuestro amo.
PÁRMENO- ¡Qué dices vieja alcahueta! ¡no me hinches las narices con esas
memorias, no vaya a ser que te envíe con ellas!
SEMPRONIO- ¡Ah puta ladrona! Da voces, da gritos, que como no nos des lo
prometido, te llevaremos hasta el fin de los días…
CELESTINA- ¡Justicia, vecinos! ¡que me matan en mi casa estos rufianes!
SEMPRONIO- ¡Rufianes! Espera que yo te haré ir al infierno con cartas.
[matan a Celestina con sus espadas y se van corriendo]
CELESTINA- ¡Confesión!
ELICIA- ¡Oh crueles enemigos! En mal poder os veáis. Muerta es mi madre y mi
bien todo.
[Pármeno y Sempronio se dirigen hacia las ventanas. Saltan y se matan. Imagen
de los dos en el suelo agonizando]
*
HUERTO DE MELIBEA
NARRADOR- Cuando acontece la noche, Melibea está en su huerto esperando
impaciente a su enamorado. Calixto llega acompañado por sus nuevos criados,
Tristán y Sosia, que quedan fuera.
[imágenes de los enamorados]
NARRADOR- Tras una larga conversación en la que Melibea pide a Calixto el
respeto por su virginidad, finalmente, la dulce Melibea acaba cediendo a los
encantos de Calixto.
Ido Calixto, Melibea queda arrepentida de su acto.
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CASA DE AREÚSA
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8. NARRADOR- Elicia, muy afectada, va a casa de Areúsa a contarle todo lo
acontecido.
ELICIA- ¡Gran dolor, grandes pérdidas! Sempronio y Pármeno ya no viven; ya no
son en este mundo, ya son libres de esta triste vida… y Celestina, a quien tú bien
conoces, aquella que yo tenía por madre, aquella con quien yo me honraba entre
mis iguales y por quien yo era conocida en toda la ciudad… La mataron en mi
regazo, ¡mil cuchilladas le dieron!
AREÚSA- ¿Quién la mató? ¿cómo murieron Pármeno y Sempronio?
ELICIA- Tú lo sabrás, hermana; y también sabrás que Celestina mediaba entre los
amores de Calixto y la loca de Melibea, todo por intervención de Sempronio; y
luego le pagaban por ello.
Bien, Calixto le dio a la desdichada una cadena de oro, y Celestina no quiso
repartirla entre Pármeno y Sempronio, como era lo acordado.
Pármeno y Sempronio, muy enfadados, cogieron sus espadas y se abalanzaron
sobre ella sin parar de darle cuchilladas.
AREÚSA- ¡Oh desdichada mujer! Acabar de esta manera… Y de ellos, ¿qué me
dices? ¿cómo murieron?
ELICIA- Ellos, como habían cometido el crimen, huyendo de la justicia, saltaron
de las ventanas y murieron.
AREÚSA- ¡Oh Pármeno! ¡Oh mi amor! Qué lástima no haberlo conocido antes…
Elicia, ataja tus lágrimas, limpia tus ojos y vuelve a tu vida… tengo un plan para
vengarnos…
*
CASA DE AREÚSA
NARRADOR- Areúsa, enojada por el injusto sufrimiento de su amiga, propone
pedir ayuda a Centurio, viejo amigo de ella y asesino, para que mate a Calixto y
vengue así las muertes inocentes de sus amigos.
[aparecen imágenes de este encuentro entre Areúsa y Centurio]
*
CASA DE MELIBEA
NARRADOR- Tristán y Sosia acompañan a Calixto a su concertada cita con
Melibea. Ésta les espera en su huerto con Lucrecia.
CALIXTO- ¡Oh mi señora y mi bien todo! Oh salteada melodía, oh gozoso rato!
¡oh corazón mío!
MELIBEA- ¿Dónde estabas, dulce sol? ¿Dónde tenías tu claridad escondida?
NARRADOR- Durante su conversación amorosa, Calixto oye a sus criados
vociferar. Debido a su preocupación por lo que les puede estar pasando, Calixto
se marcha y baja para ver si hay algún problema, con tal mala suerte que durante
su descenso resbala con un escalón, y del aparatoso accidente muere despeñado.
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9. Calixto en el suelo
SOSIA- ¡Oh mi señor y mi bien muerto, oh mi señor y nuestra honra, ¡despeñado!
Oh triste muerte, ¡y sin confesión!
NARRADOR- Melibea, ante tanto escándalo, descubre el cadáver de Calixto y se
aterroriza, quedando destrozada por el fallecimiento de su amado.
MELIBEA- ¡oh desconsolada de mí! ¿qué es esto? Mi bien y mi placer todo se ha
ido… mi alegría es perdida, mi gloria se consume
NARRADOR- Mientras, Lucrecia avisa a Pleberio, quien llega presto.
HUERTO DE MELIBEA
PLEBERIO- ¡Hija mía! ¡qué dolor puede ser que iguale con ver yo el tuyo! Tu
madre está sin seso al oír tu mal… Hija, mi bien amada y querida del viejo
padre; que Dios no te ponga en desesperación, cruel tormento de esta tu
enfermedad y pasión.
Si tú me cuentas tu mal, luego será remediado, que ni faltarán medicinas ni
médicos ni sirvientes para buscar tu salud.
No me fatigues más, no me atormentes y dime qué sientes.
MELIBEA- Una mortal llaga en el corazón que no me consiente hablar.
PLEBERIO- Temprano cobraste los sentimientos de la vejez. La mocedad toda
suele ser placer y alegría. Alegrarte has con tu madre; descansará tu pena.
MELIBEA- Oye, padre viejo, mis últimas palabras: muchos días han pasado que
penaba por mí un caballero llamado Calixto, quien descubrió su pasión por mí a
una astuta y sagaz mujer llamada Celestina, la cual, de su parte venida a mí, sacó
mi secreto amor de mi pecho; descubrí a ella lo que a mi querida madre
encubría.
Él mucho me quería, y vencida de su amor, le di entrada en tu casa y perdí la
virginidad.
Y, como de la fortuna mudable estuviese dispuesto según su desordenada
costumbre… como las paredes eran altas, la noche oscura y la escalera fina, y
sus sirvientes no eran diestros en aquel género de servicio… él bajó apresurado
para ver un ruido que sonaba en la calle con sus criados, con tal mala fortuna
que pisó en falso y cayó, muriendo en la caída y cortando mi esperanza.
Su suerte convida a la mía. ¡Oh mi amo y mi señor! Calixto, espérame, que allí
voy. (Muere Melibea. )
NARRADOR- Pleberio avisa a su esposa Elisa de la trágica muerte de su hija
Melibea.
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10. En un largo parlamento lleno de dolor, Pleberio afirma preferir su muerte a la de
su joven hija; no acusa a Melibea de la pérdida de su honor, sino de haberlo
dejado solo.
Pleberio confiesa que todo lo que ha ganado y trabajado lo ha hecho por ella;
atribuye el fallecimiento de su hija al poder del amor, y se queja del mundo y las
desgracias de la vida que en él acarrean.
FIN
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