Germania. Años 7 al 9 d.C. En medio del tupido bosque europeo, se desplazaban los “Guerreros Fantasmas”, las antiguas fuerzas especiales de la actual Alemania.
Los Guerreros Fantasmas. Por Javier Vargas Guarategua
1. LOS GUERREROS FANTASMAS
14 DE FEBRERO DE 1879
POR JAVIER VARGAS GUARATEGUA
Germania. Años 7 al 9 d.C. En medio
del tupido bosque europeo, se
desplazaban los “Guerreros
Fantasmas”, las antiguas fuerzas
especiales de la actual Alemania. Se
trataba de una multitud fanática de
expertos adiestrados en la guerra
nocturna. Eran hombres que podían
desplazarse silenciosamente a
través del bosque y que habían
cazado desde que eran niños. Ahora
no cazaban ciervos, ni osos, ni
jabalíes, sino que soldados romanos.
En el siglo I de nuestra era, la antigua
Roma envió un enorme ejército
contra ellos. El desenlace aún
resuena en la historia. Los soldados
romanos quedaron atrapados en la
trampa perfecta, el emperador
romano Augusto se quedó desolado,
pues era un fracaso personal,
además, de una gran derrota
política.
En el siglo I d.C., la actual Alemania
era un lugar salvaje e inhóspito. Todavía era un bosque antiguo, profundo y oscuro, el
paradigma del paisaje de los pueblos bárbaros. Era una región enclavada en el limes, la
frontera septentrional del imperio romano conocida como Germania. Para los
romanos esta zona era la última frontera, el fin del mundo. Estaba más lejos de la
civilización de Roma de lo que se podía imaginar. Cuando los legionarios romanos se
adentraban en este escenario sus mentes se llenaban de pesadillas. Allí, las tribus
germanas locales eran violentas, hostiles, peligrosas e independientes, pues sus
comunidades estaban vagamente estructuradas y tenían un gran sentido de libertad.
Los miembros individuales de las tribus germanas se consideraban a sí mismos
“hombres libres”.
Los guerreros germanos estaban adiestrados en el manejo de diversas armas y eran
famosos por luchar con lanzas. De hecho, la palabra “germania” proviene de la antigua
Armin verabschiedet sich von Thusnelda.
Retrato de Johannes Gehrts. 1884
2. palabra GAR, que significa “lanza” en protogermánico. En muchos sentidos Germania
era “la tierra de los lanceros”.
Una lanza es un arma realmente efectiva. Lo que consigue una lanza es incrementar el
alcance de un guerrero. Esto significa que puede apuntar a la cara, los pies o a
cualquier parte descubierta del cuerpo del enemigo y acertar. Por eso se le ha utilizado
desde el paleolítico con puntas de piedra, hasta más recientemente con el uso de una
bayoneta la final de un fusil. También, aprendieron a utilizar la onda, otra arma
formidable. Es pura ciencia aplicada. Lo único que hacía el guerrero era doblar la
longitud de su brazo y así le daba el doble de potencia de que si la lanzase con la mano,
y al añadir el movimiento giratorio ganaba aún más potencia. Con la práctica se
convertía en un arma terriblemente precisa. Un guerrero experimentado podía acertar
a 100 ó 200 metros de un objetivo del tamaño de una cabeza, efectuando 10 a 20
lanzamientos por minuto. A menudo estas devastadoras armas se combinaban con un
misil aun más letal, la jabalina, que tenía un alcance entre 10 y 50 metros. No es un
arma enorme, de largo alcance, pero es perfecta para el bosque. Por último, está el
arma más básica de todas, el garrote. Esta era un arma muy eficaz. A pesar de la
armadura que llevaban los romanos, el garrote dejaba huella. Podía romper huesos y
causar una conmoción cerebral, incluso con un casco puesto. Para el combate sucio y
directo habían pocas armas como esta. Todas ellas constituyeron un poderoso arsenal
que todo guerrero germano había utilizado desde la infancia. Sus músculos movían
estas armas de memoria, convirtiéndolas en la extensión de su propio cuerpo. Pero,
fueron aún más letales en manos de un grupo concreto de combatientes, los
“Guerreros Fantasmas”. Estos formaban un grupo de fuerzas especiales de élite. Eran
una fuerza agresiva de gran movilidad y gran motivación, pero, sobre todo, estaban
familiarizados con el terreno. Era una unidad de operaciones ocultas de guerreros
germanos entrenados específicamente para el combate nocturno. Se dice, además,
que fueron una de las primeras fuerzas de combate en utilizar el camuflaje de cuerpo
entero, algo muy habitual para las fuerzas especiales de hoy en día, lo que demuestra
que ciertas cosas han permanecido igual a lo largo de los tiempos. El camuflaje y la
ocultación han sido un elemento fundamental del arte de la guerra y de la
Arminius Quelle brunnentempel en Paderbor Bad Lippspringe,
Alemania.
3. supervivencia en el campo de batalla. Pintaban sus caras, armas, armaduras y escudos
de negro, con el hollín de sus cacerolas de cocina y las cenizas de sus fogatas. Era un
camuflaje instantáneo. Podía crear la misma clase de patrones moteados que vemos
en los tejidos de camuflaje modernos. Así difuminaban su forma y, al hacerlo, era más
difícil que el ojo humano los reconociera de noche. Sabían, por tanto, como utilizar la
oscuridad a su favor. Estaban acostumbrados a operar con bajos niveles de
luminosidad. Conocían los trucos, algunos muy sencillos como doblar la rodilla para
observar al enemigo, para que la silueta del adversario se dibujara contra la luz. El cielo
nocturno siempre es más luminoso que el suelo. Eran maestros del sigilo. Al igual que
las fuerzas especiales de hoy en día, estaban adiestrados para acercarse
silenciosamente y matar.
Para los romanos, estos
combatientes nocturnos
eran una fuente de leyendas,
miedo e incluso terror.
Aparecían de entre los
árboles como por arte de
magia y atacaban de
repente; golpeaban con
fuerza y desaparecían antes
de que los legionarios
supieran “qué les había
pasado”. Eran un arma obvia
y, sobre todo, psicológica. El
camuflaje y la ocultación,
que consistían en aprovechar
la ventaja del conocimiento
local, además de ser un proceso psicológico íntimo, el propio acto de pintarse la cara,
el cuello, las manos, las orejas, era como añadirse una capa adicional de defensa. Por
este acto, el soldado se encerraba en sí mismo y sabía que todo se iba a volver real.
Por tanto, nada ha cambiado, pues la noche sigue siendo amiga de los agentes de
operaciones especiales. Los “Guerreros Fantasmas” eran el equivalente de los equipos
de operaciones especiales de la actualidad. Formaban un grupo rebelde de temibles
combatientes que escapaban del control de Roma. Es una situación que al Imperio
romano, acostumbrado al poder total, le resulta difícil de aceptar.
En el año 7 d.C. el emperador romano Augusto decidió que había llegado el momento
de sofocar a las hordas bárbaras germanas y someterlas al imperio. Creyó conocer al
hombre perfecto para tal misión, Publio Quintilio Varo, legado y uno de los mejores
generales de su época. Era el hombre adecuado, en el momento adecuado y para el
trabajo adecuado. Para Varo, dominar Germania parecía una misión sencilla. Desplegó
los ampliamente probados métodos de Roma para la colonización de tierras
extranjeras. A medida que el imperio se había expandido, los romanos absorvieron a
sus habitantes locales y les pusieron uniformes romanos. Para ello, cogían a los
miembros más destacados de las tribus, los llevaban al redil de Roma y les mostraban
los beneficios de la civilización romana. La idea era que se convirtieran, en cierto
modo, en embajadores de la dominación romana entre sus propios pueblos. Estos
Bosque de Teutoburgo.
4. guerreros asimilados, denominados “Auxiliares”,
aprendían entonces a luchar al estilo romano.
En Germania, Varo estaba convencido que había
encontrado al Auxiliar capaz de ayudarle a
contener a las hordas germanas. Se trataba del
comandante de la poderosa tribu de los
queruscos, que vivían al noroeste del país, cerca
de la actual Hanover. Se llamaba Arminio, tenía
28 años y había pasado la mayor parte de su vida
adulta en el ejército romano. Calificado de
brillante por varios autores latinos de su época,
llegó a alcanzar la dignidad de ciudadano. Roma
le había proporcionado una excelente formación
militar, y era considerado amigo y aliado. Pero
Arminio no era el súbdito leal que aparentaba
ser. Había viajado a lo largo y ancho del Imperio
romano y presenció el violento impacto de la
dominación romana. Roma era un puño de hierro
en un guante de hierro y Arminio odiaba la idea
de que esto le pueda ocurrir a su pueblo. Los
deseos de resistencia empezaron a madurar en su cerebro. Arminio se guardó esos
pensamientos, pero en secreto ideó los planes que conducirían a Varo a una batalla
histórica y mortal contra los “Guerreros Fantasmas”.
Hoy en día, Minden (en el noroeste de Alemania) es un bonito pueblo a orillas del río
Wesser; hace dos mil años era el campamento de verano de Varo. A finales del año 8
d.C., Arminio comenzó a preparar sus planes y se reunió con los jefes de los clanes de
los marsos, los chatti y los brúcteros, entre otras tribus, para advertirles sobre los
planes de Roma para colonizar sus tierras. No era una tarea sencilla, ya que los
germanos de aquellos tiempos no eran como lo son hoy día; no eran tan eficientes ni
trabajadores, sino que desordenados, vagos, indisciplinados, primitivos, insoportables
y pendencieros, incapaces de hacer algo sin cometer errores. La genialidad de Arminio
radicó en poner orden sobre toda esta turba, para llevarla a la victoria sobre el
equivalente de lo que sería hoy el US Army, el Ejército de los EE.UU. Convertir a esas
tribus díscolas -aunque sólo fuera para una misión- en un ejército letal y eficaz en un
período muy breve de tiempo, fue una hazaña napoleónica.
El ejército romano, en lo que se refiere a la guerra convencional, fue la máquina militar
más poderosa del mundo antiguo, con la mejor tecnología, inmensamente
disciplinados y altamente entrenado. Luchando en campo abierto, en el primer siglo
d.C., los romanos ganaban practicamente siempre. La clave para la victoria para los
germanos consistía en atraer a los romanos a una situación en la que todo su potencial
resultara inútil. La única forma de derrotarlos era atraerlos a un terreno difícil y, una
vez allí, iniciar una estrategia de guerrillas, de ataques aislados contra ellos. Los
germanos debían enfrentarse a los romanos estrictamente a su manera, utilizando
todas las ventajas que tenían a su disposición, como el conocimiento del terreno, de
las rutas, de su propio pueblo y de sus capacidades, sumados a una buena
La batalla del bosque de
Teutoburgo o Varusschlacht.
Otto Albert Koch. 1909
5. coordinación e inteligencia. El lugar elegido por Arminio fue el bosque de Teutoburgo o
Varusschlcht, en la actual Baja Sajonia alemana.
Aquí, entre una arbolada colina a un lado y un pantano al otro, el camino se estrecha
ba convirtiéndose en un cuello de botella natural. Esto significaba que el ejército
romano no podría marchar en su formación normal. Al no poder marchar en frentes de
diez hombres, a lo sumo lo podrían hacer de a cinco o seis, sintiendose ligeramente
incómodos, ya que no era su manera habitual de hacer las cosas. Aquí los romanos
quedarían atrapados. Arminio tendría
libertad para atacarles de día y de
noche. Será entonces cuando los
“Guerreros Fantasmas” entren en
acción.
A finales del verano del año 9 d.C., las
fuerzas romanas partieron desde
Minden, siempre vigilados por los
espías germanos. Al penetrar en el
bosque, Arminio se separó de Varo y
sus legiones, y se reunió con sus
hombres en los alrededores. Las
fuerzas romanas se componian de tres
legiones, las denominadas XVII, XVIII y
XIX.
Arminio ordenó la construcción de
una muralla en las laderas de más de
400 metros de largo y perfectamente
camuflada con el entorno. El dominio
del terreno formaba parte básica del
adiestramiento y de la práctica de las
operaciones ocultas de guerra. Era
absolutamente fundamental ubicar
buenos emplazamientos para el
principal grupo de ataque y los
equipos de apoyo. No todos los soldados requerían necesariamente de un árbol para
esconderse, pero si necesitaban una ladera o un borde natural sobre el terreno. Era
una operación compleja de varias fases y no podía ejecutarla cualquiera.
El plan de Arminio consistió en atacar a la columna romana en varios puntos,
dividiéndola en secciones; romper las comunicaciones entre la vanguardia y la
retaguardia, y obligar a cada sección a luchar de forma aislada. Cuentan algunos
historiadores que los germanos habían fracturado los árboles que rodeaban el camino,
pero sin llegar a talarlos. Cuando estalló una gran tormenta, los germanos
aprovecharon la ocasión para derribar los árboles cortados sobre las legiones y
someterlas a una intensa lluvia de lanzas, jabalinas y piedras. Después, se abalanzaron
sobre el desordenado ejército romano, desde diferentes frentes, en un definitivo
cuerpo a cuerpo. El caos en la formación romana fue absoluto. Las fuerzas enfrentadas
eran similares (unos 20.000 romanos contra 15.000 germanos). Aunque los romanos
Monumento a Arminio, denominado
Hermannsdenkmal.
6. intentaron reagruparse en campo abierto, cuando volvían al bosque eran nuevamente
derrotados. Los soldados romanos cayeron en la trampa perfecta. La batalla continuó
hasta el anochecer y, finalmente, Arminio dió la orden de retirada. La noche cayó
sobre un ejército romano desconcertado y desmoralizado. La táctica normal de los
romanos habría sido instalarse y montar un campamento, pero Varo, preocupado de
no poder escapar del bosque con vida, optó por seguir adelante. Fue la hora de los
“Guerreros Fantasmas”. Fijaron su mirada en la noche, preparando sus ojos para la
oscuridad. Camuflaron sus armas para impedir que brillaran bajo la luz de la luna.
Silenciosamente –como fantasmas- reptaron entre los árboles, conociendo cada
sonido y cada sombra. Así, sorprendieron a los romanos en su desplazamiento
nocturno. Lo primero que veía el legionario eran el blanco de los ojos del germano y su
espada cayendo rápidamente sobre él. Surgieron de la oscuridad como por arte de
magia. Los romanos nunca se habían enfrentado a algo parecido; no sabían si a lo que
se enfrentan correspondía a guerreros, o a espíritus. Estas legiones estaban sometidas
a un gran estrés psicológico, pues no era el tipo de combate para el que estaban
adiestradas y no sabían qué estaba pasando. Los “Guerreros Fantasmas” causaron
estragos entre las legiones romanas y posteriormente desaparecieron antes del alba.
Al día siguiente, los germanos atacaron de nuevo, infligiendo todo el daño posible con
una superioridad local abrumadora. Para ello se requería una movilidad y una
flexibilidad, un mando y un control que todavía hoy resultan extraordinarios. El día fue
seguido de otra noche aterradora. La estrategia de Arminio era la guerra constante, ya
que quería desgastar a las legiones romanas y asegurarse de que no tuvieran la
oportunidad de contraatacar. A la tercera mañana, los romanos estaban
desperdigados por todo el bosque, y las legiones -exhaustas- estaban desmanteladas y
aisladas. Las fuerzas romanas se desmoronaron. Mientras Varo contemplaba la
carnicería, la derrota lo miraba a los ojos. En sólo tres días el Imperio romano había
perdido el 10% de sus fuerzas de combate. Fue tal la vergüenza, que las legiones XVII,
XVIII y XIX fueron eliminadas del ejército romano y nunca volvieron a utilizarse, pues
ningún soldado hubiese querido servir en dichas unidades.
En Teutoburgo murieron casi todos los romanos, mientras los germanos tuvieron bajas
muy inferiores. Varo se suicidó antes de caer en manos germanas, quienes le cortaron
igualmente la cabeza y se la enviaron a Augusto, en Roma, donde fue enterrado con
honores. El desatre del bosque de Teutoburgo convulsionó la vida militar y política de
Roma, y está considerada, posiblemente, como el mayor fracaso militar de su historia.
Hoy en día, en Alemania, la victoria en el bosque de Teutoburgo se recuerda con un
monumento a Arminio. En el escenario de la batalla se ha reconstruido el muro
defensivo de Arminio. Los Guerreros Fantasma germanos se han convertido en una
leyenda para las nuevas generaciones…