“Invertir es sencillo, pero no fácil”, dijo Warren Buffett. Esto significa que debería ser sencillo comprender cómo las inversiones son eficaces: compras activos por menos de su valor intrínseco y los vendes cuando cotizan por su valor o por encima de su valor. Sin embargo, la gama de tendencias conductuales que presentamos los seres humanos tienden a impedirnos hacer lo que sabemos que deberíamos hacer.
El optimismo se encuentra arraigado en la psique humana. Y esta tendencia a sobreestimar nuestras capacidades se ve amplificada por la autoatribución y la ilusión de control: pensamos que podemos influir en el resultado de las cosas. Por este motivo, la industria de la inversión parece obsesionada con acumular información y tratar de adivinar el futuro inmediato, arrastrada por un exceso de confianza. Así, con una media de tenencia de las acciones de seis meses, centrarse en el corto plazo es la actitud dominante en la industria, incompatible en última instancia con cualquier visión fundamental y analítica de los negocios objeto de inversión.
Apartarse del rebaño provoca miedo y dolor. Pero ir contra corriente es esencial para realizar inversiones de éxito a largo plazo. No es fácil ir contra corriente. Se requieren tres condiciones: el valor de ser diferentes; ser un pensador crítico; y tener la perseverancia y las agallas para mantenerte fiel a tus principios. Para conseguirlo, es decisivo concentrarnos en el proceso, en el conjunto de reglas que rigen nuestras inversiones, y codificarlo para obligarnos a seguirlo.
2. PROPÓSITO DEL AUTOR
Psicología financiera
Entendiéndonos a nosotros mismos y la forma en
que tomamos las decisiones normalmente, podemos
construir nuestro propio proceso sistemático para
tomar las decisiones adecuadas.
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PROPÓSITO
3. CONTENIDO
La opción fácil
Los adolescentes tienen una destacable capacidad
para elegir la opción fácil hoy y aplazar la dura y difícil
hasta mañana. Algunos de nosotros crecemos
perfeccionando esa capacidad y tomamos aún más
decisiones equivocadas de adultos.
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CONTENIDO
4. CONTENIDO
Optimismo e ilusión de control
El optimismo se encuentra arraigado en la
psique humana. Y esta tendencia a sobreestimar
nuestras capacidades se ve amplificada por la
ilusión de control: pensamos que podemos influir
en el resultado. La industria de la inversión parece
obsesionada en tratar de adivinar el futuro,
arrastrada por un exceso de confianza.
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CONTENIDO
5. CONTENIDO
Analistas, no pronosticadores
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CONTENIDO
Como señaló Ben Graham: “el análisis debe ser
perspicaz, no profético”. Si a los analistas se les llama
analistas y no pronosticadores, es por algo. Todos los
inversores deberían dedicarse a entender la
naturaleza del negocio y su valor intrínseco, en lugar
de perder el tiempo tratando de adivinar el futuro
incognoscible.
6. CONTENIDO
Historias negativas
Las acciones depreciadas tienen una historia
negativa, y la gente las evita por ese motivo, cuando,
por lo general, suponen una inversión preferible a
largo plazo. La solución es centrarnos en los hechos,
no en las historias.
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CONTENIDO
7. CONTENIDO
Autoatribución
La tendencia a la autoatribución consiste en el
hábito de atribuir los buenos resultados a nuestra
habilidad como inversores, mientras que culpamos
de los malos a otros factores o personas.
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CONTENIDO
8. CONTENIDO
Corto plazo
La media de tenencia de una acción hoy es de seis
meses. Centrarse en el corto plazo es incompatible
con cualquier visión analítica y fundamental de las
inversiones. La acción continua, motivada por el ruido
ambiente, nos convierte en operadores en vez de
inversores.
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CONTENIDO
9. CONTENIDO
Apartarse del rebaño
Apartarse del rebaño provoca miedo y dolor.
Pero ir contra corriente es esencial para realizar
inversiones de éxito. No es fácil ir contra corriente. Se
requieren tres condiciones: el valor de ser diferentes;
ser un pensador crítico; y tener la perseverancia y las
agallas para mantenerte fiel a tus principios.
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CONTENIDO
10. CONCLUSIÓN
El Proceso
La gran solución es concentrarnos en el
proceso. El proceso es el conjunto de reglas que
rigen nuestras inversiones, y codificarlo nos
obliga a seguirlo con disciplina y convicción.
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CONCLUSIÓN