2. Principios básicos aplicables a la red y a la gestión de contenidos
1. La interactividad
El concepto de interactividad se aproxima al potencial colaborativo que está detrás del uso
de las tecnologías. La noción de interactividad explica Berners-Lee (2000), no hace
referencia únicamente al acto interactivo sino que describe el valor sustantivo que ofrece
la evolución de Internet y su potencial social a través de la consolidación de redes de gestión
del conocimiento, de tal forma que la interactividad no sólo refuerza la capacidad de
transferir datos, sino que asigna valor al proceso social de intercambio y a la construcción
colectiva. Berners-Lee (2000) señala que:
Deberíamos ser capaces no sólo de encontrar cualquier tipo de documento
en la Web, sino de crear cualquier clase de documento fácilmente.
Deberíamos no sólo poder interactuar con otras personas, sino crear con
otras personas. La interactividad es el proceso de hacer cosas o resolver
problemas juntos (p. 156).
2. La inteligencia colectiva
Este es un concepto desarrollado ampliamente por Pierre Lévy (2004) en el libro Inteligencia
colectiva: por una antropología del ciberespacio. En este trabajo define la inteligencia
colectiva como la capacidad que tiene un grupo de personas de colaborar para decidir sobre
su propio futuro, así como la posibilidad de alcanzar colectivamente sus metas en un
contexto de alta complejidad. La inteligencia colectiva parte del principio de que cada
persona sabe sobre algo, por tanto nadie tiene el conocimiento absoluto. Es por ello que es
fundamental la inclusión y participación de los conocimientos en colectivo. Desde esta
perspectiva, el ciberespacio, por el entorno de coordinación horizontal sin jerarquías,
favorece la sinergia de inteligencias colectivas y además moviliza las habilidades-
experiencias-competencias de las personas, tal como enfatiza la teoría de gestión del
conocimiento.
Pierre Lévy (2004) explica que este intelecto colectivo es una especie de sociedad anónima
a la que cada accionario aporta como capital su conocimiento, sus conversaciones, su
capacidad de aprender y enseñar. Esta suma de inteligencias no se somete ni se limitan a
las inteligencias individuales, sino, por el contrario, las exalta, las hace fructificar y les abre
nuevas potencias. Plantea así que el contexto virtual se enriquece en esta idea de diálogo y
3. cooperación cuyo resultado es un saber enriquecido por las individualidades de cada
participante.
3. Las multitudes inteligentes
Este es un concepto desarrollado por Rheingold (2003), de cuyas publicaciones se puede
destacar Multitudes inteligentes: la próxima revolución social. En este trabajo el autor
explica que la comunidad virtual es parecida a un ecosistema de subculturas y grupos
constituidos espontáneamente. La comunidad virtual conforma una especie de ecosistema
de subculturas que se podrían comparar con cultivos de microorganismos que se
reproducen y de agrupan de manera espontánea.
Johnson (2001) plantea que en estas comunidades funciona la idea de inteligencia
emergente, en la que la puesta en sociedad permite que se aprenda de las partes. Pone
como ejemplo las ciudades, donde, dice este autor, estas poseen un tipo de inteligencia
emergente, una habilidad para almacenar y recuperar información, de reconocer y
responder a los patrones del comportamiento humano "Nosotros contribuidos a esa
inteligencia, pero es casi imposible para nosotros percibir esa colaboración, porque
nuestras vidas se extienden en otra escala" (Johnson, 2001, p. 100).
Las redes sociales desarrolladas como Facebook son un espacio en el que surgen grupos y
comunidades que funcionan como multitudes inteligentes, donde se crean espacios para
debatir, compartir, generar tramas de opinión y movilizaciones colectivas. Tal es el caso de
la primavera árabe en el que periodistas y ciudadanos pudieron establecer comunicación
violando los uros virtuales a través de las redes sociales como Facebook.
4. La arquitectura de la participación
Este concepto se refiere a la estructura reticular que soporta la web, que se potencia en la
medida en que más personas las utilizan; esta tecnología pone como centro de desarrollo
al usuario y no a la tecnología. La estructura tecnológica se expande de manera conjunta
con las interacciones sociales de los sujetos que utilizan Internet. De acuerdo con esta
premisa, cada vez que una persona crea un enlace la red se complejiza y al mismo tiempo
se enriquece. La idea central de una arquitectura de la participación se basa en el principio
de que las nuevas tecnologías potencian el intercambio y la colaboración entre usuarios.
Cobo y Pardo (2007) indican que las cualidades de la Web 2.0 es que provee de
innumerables instrumentos de cooperación, que no sólo aceleran las interacciones sociales
4. entre personas que se encuentran separadas por las dimensiones del tiempo o el espacio,
sino que además su estructura reticular promueve la gestación de espacios abiertos a la
colaboración y la inteligencia colectiva gracias a que muchos interactúan con muchos.
Además, la arquitectura de la participación sobre la que se construye la Web 2.0 brinda
nuevas herramientas de empoderamiento y al mismo tiempo de democratización en cuanto
al intercambio del conocimiento. Esta arquitectura de la participación da cuenta de un
cambio tecnológico, pero, más aún, de un cambio social que ofrece a las comunidades la
posibilidad de contar con herramientas que multipliquen las formas en que se genera y
distribuye el conocimiento. Desde esta perspectiva la pieza clave está en la participación y
en la colaboración.
Referencias bibliográficas
Berners-Lee, T. (2000). Tejiendo la red: El inventor del World Wide Web nos descubre su
origen. Madrid: Siglo XXI.
Cobo, C. y Pardo H. (2007). Planeta web 2.0: Inteligencia colectiva o medios fast food.
México: Flacso
Rheingold, H. (2003). Smart Mobs: The Next Social Revolution. Cambridge: Perseus Books
Group.
Pierre, L. (2004). Inteligencia colectiva, por una antropología del ciberespacio. Organización
Panamericana de la salud.
https://ciudadanosconstituyentes.files.wordpress.com/2016/05/lc3a9vy-pierre-
inteligencia-colectiva-por-una-antropologc3ada-del-ciberespacio-2004.pdf
Johnson, S. (2001). Emergence: The connected lives of ants, brains, cities and software.
London: Penguin Books.