Este documento es una recopilación de 150 cuentos cortos. Incluye un índice con los títulos de cada cuento y una breve introducción al primer cuento titulado "Estaba escrito". El documento provee una variedad de cuentos cortos sobre temas como la amistad, el amor, la vida y las lecciones de vida.
1. Recopilación de 150 cuentos
para pensar y emocionarse.
Edición Octubre de 2006
Córdoba, Argentina
2.
3. Indice
1. Estaba escrito 1
2. La mejor entrevista 2
3. El vendedor estrella 3
4. El circulo del noventa y nueve 4
5. El sabio y el niño 7
6. Carta de un padre a su hijo 8
7. Dios hace todo para mejor 10
8. Un amigo fiel 12
9. Eddie and Michael 14
10. !Amor verdadero! 16
11. El gran debate 19
12. El placer de enseñar 21
13. El portero del prostíbulo 23
14. Un Ángel 27
15. Amar es darse todo 28
16. Su nombre era Fleming 29
17. Este es Jim reportándose 30
18. La pregunta más importante 31
19. Auxilio en la lluvia 32
20. Los obstáculos en nuestro camino 33
21. Donando sangre 34
22. El hijo 35
23. El Amor Verdadero 37
24. No todo es como lo vemos 39
25. El andinista 40
26. Jerry 41
27. Hermanos 43
28. Los problemas del Mundo 45
29. El Verdadero Valor del Anillo 46
30. Una hermosa historia de amor 47
31. Mi nombre es Alberto 48
32. La cajita dorada 50
33. Un vaso de leche 51
34. Una amistad de la secundaria para recordar 52
35. La puerta 54
36. El milagro de la canción 55
37. La ciudad de los pozos 57
38. Mil perritos 59
39. La actitud de una mula 60
40. ¿Ya fuiste al barbero? 61
41. ¿Cuanto ganas por hora? 62
42. Su nombre era la señorita Thompson 63
43. Un grupo de ranas 66
44. El sueño de María 67
45. La vaquita 68
46. Historia de un ángel 69
47. Reflejo de la vida 70
48. El anillo 71
4. 49. ¿Qué eres? 73
50. La paz perfecta 74
51. Aprender a volar 75
52. El buscador 76
53. Naranjas al Personal 78
54. Un recurso valioso 79
55. Un cumpleaños muy especial 80
56. El corazón perfecto 82
57. El árbol confundido 83
58. Damón y Pitias 84
59. El heredero 86
60. ¿Dónde escondieron La Felicidad? 88
61. Los tres ancianos 89
62. Virtudes Choice 90
63. La vasija agrietada 93
64. ¡Gracias, Emilia! 94
65. La mentira descubierta 95
66. Se buscan profesores 96
67. Hola amigo 98
68. El árbol de los problemas 100
69. A quién estás cargando aún? 101
70. La llamada de un Amigo 102
71. El cachorro 103
72. Dar tiempo al tiempo!!! 104
73. El único recuerdo que permanece 105
74. La más bella flor 106
75. Las tres pipas 108
76. Carta para Ruth 109
77. El Violinista 111
78. Hoy tengo que jugar 112
79. Cómo templar el acero 114
80. Que bello es vivir 115
81. Estaba seguro de que vendrías 116
82. Los tres consejos 117
83. El Rey Arturo 120
84. El eco de la vida 122
85. El Elefante Encadenado 123
86. ¿Dónde están sus muebles? 124
87. Rescatando una Estrella 125
88. La asamblea de herramientas 126
89. Ahora lo Entiendo 127
90. La Canasta Vacía 128
91. Sensibilidad 130
92. El Sabio y el Rey 131
93. El segundo traje 132
94. Las herramientas del diablo 134
95. Vive como creas que es mejor 135
96. Todos somos iguales a los ojos de Dios 136
97. Fe verdadera 137
98. La pintura de la santa cena 138
99. Aprende a escuchar los susurros 140
5. 100. Buen ejemplo de utilidad 141
101. Buen ejemplo de humildad 142
102. Raíces profundas 143
103. Delante de Dios 145
104. El jorobado 146
105. El ruido de la carreta 148
106. Cosas de chicos 149
107. Los tiempos difíciles 150
108. Vivir como las flores 151
109. El naufragio 152
110. Un astrólogo muy ingenioso 153
111. Un interrogatorio insólito 154
112. El León y el Mosquito luchador 156
113. El sentido de Contar 157
114. Soltar plumas 158
115. La historia de Tres Pequeños Arboles 159
116. Pesebre de amor 161
117. Sábanas 162
118. Descubriendo el verdadero miedo 163
119. Las cucharas 165
120. Confrontación 166
121. El todo en todo 167
122. Un vaso con agua 168
123. Afila tu discernimiento 169
124. El mendigo que confesó a Juan Pablo II 170
125. El florero de porcelana 171
126. Comparte tu maiz 172
127. No te rindas 173
128. El Apariencias 174
129. Gente de Campo 175
130. La actitud interior 176
131. El pescador satisfecho 177
132. Venciendo el desánimo 178
133. El mercader y los camellos 180
134. La Escalera 181
135. Hay una ratonera en la casa 182
136. El Hachero 183
137. La brasa solitaria 184
138. El Secreto de la Felicidad 185
139. Aprendiz de Samurai 188
140. El Examen 193
141. Vendo Casa 194
142. ¿A quien pertenece el obsequio? 195
143. El Frasco lleno 196
144. Las Nueve Vacas 197
145. El Rey y el Pobre 200
146. La naturaleza es así 202
147. El hielo roto 204
148. La silla 205
149. El rey de casi-todo 207
150. Ángeles en el callejón 208
6. 1
Estaba escrito
Un acaudalado hombre de negocios salió de su oficina. Al dirigirse a
su automóvil, donde lo esperaba su chofer, tropezó con una figura alta y
encapuchada. El millonario, irritado, miró a su alrededor y vió que aquella
figura lo contemplaba con asombro. Entonces el enojo del hombre dio paso
al horror cuando se percató que estaba observando el rostro de la Muerte, y
supo que si no escapaba moriría.
Corrió a su auto y le ordenó al chofer que lo llevara lo más rápidamente al
aeropuerto, donde alquiló un jet. El aparato voló toda la noche y, tras
aterrizar, el hombre de negocios pidió un helicóptero para trasladarse a las
regiones más recógnitas de las montañas. Por último contrató a un guía
para que lo condujera a un valle remoto y, cuando amaneció, se internó
arrastrándose en la oscuridad de una caverna. La Muerte nunca me
encontrará aquí, pensó, y comenzó a relajarse.
En ese instante, un dedo huesudo le dio unos golpecitos en el hombro.
“Felicidades”, dijo la helada voz. “Estaba escrito que nos encontraríamos en
esta caverna hoy, al despuntar la aurora. Por eso me sorprendí tanto
anoche al verte en el otro lado del mundo. Pero veo con gusto que, si bien
con los minutos contados, acudiste a nuestra cita”.
7. 2
La mejor entrevista
Una vez un hombre muy afortunado había conseguido la mejor
entrevista de su vida: iba a entrevistar ni más ni menos que a Dios. Esa
tarde el hombre llegó a su casa dos horas antes se arregló con sus mejores
ropas, lavó su automóvil e inmediatamente salió de su hogar. Manejó por la
avenida principal rumbo a su cita, pero en el trayecto cayó un aguacero que
produjo un embotellamiento de tránsito y quedó varado. El tiempo
transcurría , eran las 7:30 y la cita era a las 8:00 horas. Repentinamente le
tocaron el cristal de la ventanilla y al voltear vió a un chiquito de unos
nueve años ofreciéndole una caja llena de alfajores. El hombre sacó algún
dinero de su bolsillo y cuando lo iba a entregar al niño ya no lo encontró.
Miró hacia el suelo y ahí estaba, en medio de un ataque de epilepsia. El
hombre abrió la puerta e introdujo al niño como pudo al automóvil.
Inmediatamente buscó salir del embotellamiento y lo logró, dirigiéndose al
hospital más cercano. Ahí entregó al niño, y después de pedir que lo
atendieran de la mejor forma posible, se disculpó con el doctor y salió
corriendo para tratar de llegar a su cita con Dios. Sin embargo el hombre
llegó diez minutos tarde y Dios ya no estaba. El hombre se ofendió y le
reclamó al cielo:
- Dios mío, te has dado cuenta, no he llegado a tiempo por el niño, no me
pudiste esperar. ¿Qué significan 10 minutos para un ser eterno como tú?
Desconsolado se quedó sentado en su automóvil; de pronto lo deslumbró
una luz y vió en ella la carita del niño a quien auxilió. Vestía el mismo
suetercito deshilachado, pero ahora tenía el rostro iluminado de bondad. El
hombre, entonces, escuchó en su interior una voz:
- Hijo mío, no te pude esperar y salí a tu encuentro.
8. 3
El vendedor estrella
Resulta que hay un vendedor en su primer día de trabajo en una
tienda de artículos varios, cuando termina el día, su jefe le pregunta como
le ha ido con las ventas, a lo que el noble vendedor responde: pues muy
bien... hice una sola venta!
Cómo?, Una sola venta? Pero si el promedio de ventas es de 30 o 40 por
día!
Si, pero la venta fue de 300.000 dólares!
300.000 dólares? Y que vendiste
Bueno, mire... Resulta que primero le vendí un anzuelo chiquito, un anzuelo
mas grande y uno de esos todos coloridos... pero le dije que tan buenos
anzuelos merecían una caña buena... así que le vendí dos chicas y una
enorme, también le vendí la carnada, y como todo eso no lo iba a llevar en
la mano le vendí también una hermosa valija para los artículos de pesca.
Como estaba medio nublado le dije que no se descuidara de la lluvia por lo
que el hombre decidió comprar también, un par de botas, un capuchón de
lluvia y todo un conjunto impermeable, nos pusimos a hablar y tampoco
tenía linterna ni radio por lo que también se llevo eso... le pregunte que
donde pescaba y me dijo que le gustaba la pesca de mar... y le ofrecí el
bote con motor fuera de borda... que también compro..... cuando se iba me
dijo: Pero este bote me va a rayar todo el auto! Entonces le ofrecí una Land
Rover 4x4 que le encanto... como iba a estar en el bote y el auto le quedaba
en el puerto le instalamos un equipo de seguridad de ultima generación... y
como la pesca era mar adentro también decidió llevarse unas cuantas redes!
El jefe atormentado le dijo: Y todo eso se lo vendió porque vino a comprar
un par de anzuelos?
¿Anzuelos? No, el tipo vino a comprar toallas femeninas "Siempre Libre" y
entonces yo le dije: Ya que se te arruino el fin de semana... ? Por que no te
vas de pesca?
9. 4
El circulo del noventa y nueve
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como
todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer
el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de
juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para
con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar.
- Paje -le dijo- ¿cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad?
- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
- No hay ningún secreto, Alteza!
- No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores
que una mentira.
- No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
- ¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿por qué?
- Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra
permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa
que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su
Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos
algunos gustos, ¿cómo no estar feliz?
- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-. Nadie
puede ser feliz por esas razones que has dado!!!!
- Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo,
pero no hay nada que yo esté ocultando...
-Vete, vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba
como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de
prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los
cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó
su conversación de la mañana.
- ¿Por qué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.
- ¿Fuera del círculo?
- Así es.
- ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
- Así es.
- ¿Y cómo salió?
- ¿Nunca entró?
- ¿Qué circulo es ese?
- El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo?
- Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
10. - Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito,
solito.
- ¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta.
- Entonces no entrará.
- No lo podrá evitar.
- ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese
ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
- Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para
poder entender la estructura del círculo?
- Sí
- Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de
cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
- ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
- Hasta la noche.
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron
hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí
esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el
hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es
tuyo" Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie
cómo lo encontraste. "
Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a
esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de
unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la
bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra
el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana
para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa
y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la
bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una
montaña de monedas de oro! El, que nunca había tocado una de estas
monedas, tenia hoy una montaña de ellas para él.
El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la
vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así,
jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez,
dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis.... y mientras sumaba 10,
20,30, 40, 50, 60.... hasta que formó la última pila: 9 monedas!!! Su
mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso
y finalmente la bolsa. "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de
las otras y confirmó que era más baja.
5
- Me robaron -gritó- me robaron, malditos!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació
sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la
mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba
que había 99 monedas de oro "sólo 99". "99 monedas. Es mucho dinero",
11. pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número
completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la
misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían
vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el
que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y
mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la
bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda
número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a
trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más.
Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien
monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir
tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero
extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.
"Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa
que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de
todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría
trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en
siete años reuniría el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar
al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas
monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para
vender....
Vender....Vender....Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de
invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en
cuatro años de sacrificios llegaría a sumo a cien. El rey y el sabio,
volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99..... Durante
los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron
aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las
puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
- ¿Qué te pasa? -preguntó el rey de buen modo.
- Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su
juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era
agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.
6
....
Todos nosotros hemos sido educados en esta falsa ideología: siempre nos
falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que
se tiene. Pero que pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos
diéramos cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por
ciento del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro,
que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo
una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que jalemos del
carro. Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga
igual.......eternamente igual!....
12. 7
El sabio y el niño
En el lejano oriente había un sabio.
Este hombre tenía la sabiduría en plenitud.
Había dedicado toda su vida a tener esa sabiduría.
Pero en el mismo lugar también había un niño.
Este niño quería engañar al viejito sabio.
Y para conseguirlo, tomaba diferentes objetos entre sus manitas, iba con el
sabio y le decía:
- A ver viejillo sabio, ¿ qué tengo entre mis manos ?.
El sabio con mucha paciencia le decía:
- Sabes, tienes una piedrita roja.
El niño comenzó a desesperarse porque cada vez que se presentaba con
este sabio, le adivinaba las cosas que tenía entre las manos:
- tienes una canica.
- tienes una luciérnaga.
- tienes una bolita blanca.
Pero en una ocasión en que el niño salía de estar con el sabio pensó.
Tengo que engañar a este sabio. Yo se que no es sabio, pero, cómo le hago.
¡ Ya se ! buscaré un árbol y me subiré a él. Es lógico que en ese árbol
encuentre un nido, pues bien, buscaré el nido. Obviamente en ese nido
tendrá que haber pajaritos, pues bien, tomaré un pajarito entre mis manos
e iré con el sabio y le preguntaré: A ver, viejillo sabio, ¿ qué tengo entre mis
manos ?.
Como el dice que es un sabio me dirá: tienes un pajarito.
Entonces yo le preguntaré: ¿ está vivo o está muerto ?.
Si el me dice, está vivo, lo voy a comenzar a apretar hasta matarlo, abriré
las manos y le diré, no mira está muerto.
Pero si me dice, está muerto, entonces abro las manos y le digo, no mira
está vivo.
Ante estos pensamientos el niño se pone muy contento por poder engañar
al sabio.
Y cuando a los niños se les mete algo a la cabeza hasta no lograrlo, así es
que el pequeño busca el árbol, encuentra el nido, también encuentra el
pajarito lo toma entre su manos y....
- a ver viejillo sabio, ¿ qué es lo que tengo entre mis manos ?.
El viejito le responde:
- sabes, tienes un pajarito.
El niño, se pone contento por ver que el plan va viento en popa. Y le dice:
- es cierto. Yo se que tú eres un sabio grande, que nada es imposible para
ti.
Que nadie en la tierra tiene esa sabiduría que sale por tus mismos poros,
pero dime:
- ¿ está vivo o está muerto ?.
El viejito sabio, conservando su serenidad, le dice: LA DECISIÓN ES TUYA.
13. 8
Carta de un padre a su hijo
Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba
de mal humor. Te regañé porque te estabas tardando demasiado en
desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te
reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y
entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te levanté por los
cabellos y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de
inmediato. Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto
llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo solo te
advertí que no te portaras mal.
Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te
encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y
estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la
ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus
padres para vestirte.
Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras
marchabas delante de mí te indiqué que caminaras erguido. Más tarde
continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa.
A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie
furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que
no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto.
Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había
exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero
no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de
indignación, mostrarse sumiso y arrepentido? Luego escuché unos
golpecitos en la puerta. "Adelante" dije adivinando que eras tú.
Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación.
Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte?
No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que
me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos
cariñosamente. Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza
de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me
diste un beso suavemente en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba.
"Hasta mañana, papito" me dijiste. ¿Qué es lo que estaba haciendo?,
¿porqué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte
como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y
ciertamente no eras igual. Tú tenías unas cualidades de las que yo carecía:
eras legítimo, puro, bueno y sobre todo, sabías demostrar amor. ¿Porqué
me costaba tanto trabajo?, ¿porqué tenía el hábito de estar siempre
enojado? ¿Qué es lo que me estaba aburriendo? Yo también fui niño.
¿Cuándo fue que comencé a contaminarme? Después de un rato entré a tu
habitación y encendí una lámpara con cuidado. Dormías profundamente. Tu
hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda,
tu aspecto indefenso como el de un bebé. Me incliné para rozar con mis
14. labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener el
sollozo y cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te
inmutaste. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Te cubrí
cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.
Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los
padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que,
pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida.
9
15. 10
Dios hace todo para mejor
Un monarca tenía un ministro célebre por su sabiduría y desde lejos
venían a consultarlo. A todos aquellos que en la desgracia y la aflicción le
pedían consejo y consuelo, invariablemente les decía: "Dios hace todo para
mejor".
Un día, el rey llevó a su ministro a cazar a la jungla. Al lacear una fiera, el
soberano y su favorito se alejaron de la comitiva real terminando por
extraviarse en el corazón del bosque inmenso.
Al mediodía, el calor se hizo insoportable. Desesperado y hambriento, el rey
se sumió en el desconsuelo bajo la sombra de un árbol.
Ministro gimió mis fuerzas se acaban y tengo un hambre horrible. Intenta
buscarme algo de comer.
El ministro fue a recoger frutas que le ofreció a su amo, pero éste, en un
acceso de febril glotonería, hizo un mal movimiento con su cuchillo y se
cortó un dedo.
¡Ay, cómo me duele, ministro! ¡Qué dolor! gritó apretándose el dedo
cortado, que sangraba.
El otro se contentó con decirle muy tranquilo: "Dios hace todo para mejor".
Tales palabras exasperaron al rey, que ya estaba furioso por el
contratiempo. Loco de rabia, se abalanzó sobre el ministro y lo hizo rodar a
punta de golpes, mientras aullaba: "¡Cretino miserable! ¡Estoy harto de tu
filosofía! Estoy padeciendo los peores sufrimientos y lo único que sabes
decirme como consuelo es: `¡Dios hace todo para mejor!' ¡Vete al diablo!
¡No quiero verte nunca más ni oír hablar de ti!"
El ministro se retiró de inmediato, repitiendo muy tranquilo: "Dios hace todo
para mejor".
Solo, el monarca se confeccionó un vendaje con un trozo de su túnica, en
medio de amargos pensamientos.
De pronto, dos robustos mozos surgieron entre la espesura precipitándose
sobre él y lo ataron con rapidez. El rey no estaba en condiciones de batirse,
y los hombres eran verdaderos colosos.
¿Cuáles son vuestras intenciones? ¿Qué queréis de mí?, preguntó el
soberano aterrado.
Te ofreceremos en sacrificio a nuestra Diosa Kali. Todos los años, en esta
fecha, acostumbramos a rendirle un homenaje así. Y, justamente,
buscábamos una víctima adecuada, cuando un azar propicio nos guió hasta
ti.
16. ¡Esto es imposible! protestó el cautivo, horrorizado. ¡Vosotros no sabéis
frente a quién estáis! ¡Soy el rey de este país! ¡Soltadme!
¡Ah, qué bien! exclamaron los dos gigantes . Nuestra venerada Madre Kali
estará muy contenta cuando vea qué importante personaje le ofreceremos
este año. Y ahora, ¡vamos! ¡Síguenos! Cualquier resistencia será inútil.
El monarca, aterrado, fue arrastrado hasta el templo de la diosa y
depositado sobre el altar. El sacerdote se aprestaba a levantar su puñal,
cuando reparó en el vendaje aún ensangrentado que tenía la víctima.
Después de constatar que al rey le faltaba un pedazo de dedo, lo hizo liberar
de inmediato, diciendo: "Este individuo no es digno de nuestra gran diosa.
Debemos ofrecerle a Kali un hombre entero, bien constituido. Este de nada
sirve. ¡Que se vaya!"
El rey se fue rápidamente, feliz de haber escapado a una suerte tan funesta.
Y se puso a recordar las palabras de su ministro: "Dios hace todo para
mejor". ¿Acaso en esos momentos no estaría despedazado en el altar de
Kali, si no se hubiera cortado un dedo a causa de una infeliz distracción?
Reprochándose, en verdad, la forma de cómo había insultado y golpeado a
su consejero, recorrió el bosque llamando al ministro para reparar la
injusticia con rapidez. Por fin, descubrió al sabio, que meditaba en un claro
del bosque. El rey lo abrazó llorando, mientras le suplicaba perdón por su
error. Luego, le contó su aventura y cómo los adoradores de Kali lo habían
libertado gracias a su mutilación.
Señor, nada tengo que perdonarle dijo el ministro y usted no me ha
ofendido. Al contrario, soy yo quien le debo la vida. Si usted no me hubiera
echado, también habría sido capturado y los devotos de la diosa me
hubiesen inmolado a mí en su lugar, porque mi cuerpo está intacto. De
modo que, en verdad, "Dios hace todo para mejor".
11
Del libro Los Locos por Dios de P. Ravignant
17. 12
Un amigo fiel
Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle..
Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta que los tres habían
muerto en un accidente. Hay veces que lleva un tiempo para que los
muertos se den cuenta de su nueva condición...
La caminata era muy larga, cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban
empapados en sudor y con mucha sed...
Necesitaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron
un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con
bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba
agua cristalina...
El caminante se dirigió al hombre, que desde una garita, cuidaba de la
entrada...
- Buen día - dijo el caminante
- Buen día - respondió el hombre
- ¿Qué lugar es este, tan lindo? - pregunto el caminante
- Esto es el cielo - fue la respuesta
- Que bueno que nosotros llegamos al cielo, estamos con mucha sed, dijo el
caminante
- Usted puede entrar a beber agua a voluntad - dijo el guardián, indicándole
la fuente...
- Mi caballo y mi perro también están con sed..
- Lo lamento mucho - le dijo el guarda - Aquí no se permite la entrada de
animales...
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Mas el no
bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su
camino...
Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio
multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un
portón viejo semiabierto. El portón daba a un camino de tierra, con árboles
de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles,
un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero,
parecía que dormía...
- Buen día - dijo el caminante
- Buen día - respondió el hombre
- Estamos con mucha sed, yo, mi caballo y mi perro...
- Hay una fuente en aquellas piedras - dijo el hombre indicando el lugar -
Pueden beber a voluntad...
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed...
- Muchas gracias - dijo el caminante al salir...
- Vuelvan cuando quieran - respondió el hombre
- A propósito - dijo el caminante - ¿cuál es el nombre de este lugar?
- Cielo - respondió el hombre..
- ¿Cielo? ¡Mas si el hombre en la guardia de al lado del portón de mármol
me dijo que allí era el cielo!
- Aquello no es el cielo, aquello es el infierno..
El caminante quedó perplejo..
- Mas entonces - dijo el caminante - esa información falsa debe causar
grandes confusiones..
18. - De ninguna manera - respondió el hombre - En verdad ellos nos hacen un
gran favor. Porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus
mejores amigos..
13
19. 14
Eddie and Michael
Durante un fin de semana en un Casino de un Hotel de Atlantic City,
Nueva Jersey, una mujer se ganó una cubeta llena de monedas de
veinticinco centavos de dólar. Decidió tomarse un descanso para ir a cenar
con su esposo en el comedor del hotel, pero primero quería guardar en su
cuarto la cubeta con las monedas.
"Ya vuelvo, le dijo a su esposo, guardo esto y nos vamos a cenar". Se dirigió
al ascensor y cuando intentó entrar, vio que ya dos hombres estaban
adentro.
Ambos eran negros. Uno de ellos era grande, muy grande...una mole
intimidante y presionaba el botón que mantenía la puerta abierta. La mujer
se congeló en la puerta del ascensor. Su primer pensamiento fue: !Estos dos
negros me van a robar!. Su siguiente pensamiento fue: !No seas racista,
ellos parecen unos caballeros amables! Pero sus estereotipos raciales eran
muy poderosos y el miedo la mantuvo inmovilizada. Permaneció parada y
mirando fijamente a ambos hombres.
Se sentía angustiada, aturdida, avergonzada. Rogó que ellos no pudieran
leer sus pensamientos, pero sabía que seguramente sabían lo que le
pasaba. Su vacilación en entrar con ellos al ascensor era demasiada obvia.
Se sonrojó. Sabía que no podía permanecer parada ante ellos, por lo que
con un gran esfuerzo dio un primer paso hacia el ascensor y luego otro y
otro, hasta lograr entrar.
Evitando el contacto visual con ellos, se volteó rápidamente y quedó de
frente a la puerta, con los dos negros detrás de ella.
¡Sus temores se incrementaron! La puerta se había cerrado, pero el
ascensor no se movía. El pánico la consumía. !Dios mío, pensó, estoy
atrapada y a punto de ser robada! Su corazón latía apresuradamente.
Sudaba por cada poro de su piel.
Luego, uno de los hombres dijo: !!Al piso!! Su instinto de supervivencia le
aconsejó: !!Haz lo que te digan. No opongas resistencia por una cubeta llena
de monedas. Piensa en tu integridad física!! Lanzó la cubeta hacia arriba,
extendió sus brazos y se tiró de cabeza sobre la alfombra del piso del
ascensor y cerró sus ojos con firmeza. Una lluvia de monedas cayó sobre
ella. Rogó a Dios que los dos negros tomaran las monedas y que no le
hicieran daño. Pasaron unos segundos que le parecieron interminables. Oyó
que uno de los dos hombres, le dijo cortésmente:
"Señora, si nos dice a que piso se dirige, presionaremos el botón
correspondiente". El que lo dijo tuvo problemas en articular las palabras.
Estaba tratando muy vigorosamente de no soltar una carcajada.
Ella abrió los ojos, levantó la cabeza y miró hacia arriba a ambos negros.
Ellos le ofrecieron sus manos para ayudarla a levantarse. Confundida,
trastabilló hasta lograr ponerse de pie. El más bajo de los dos le dijo:
20. "Cuando le dije a mi amigo "al piso", quise decir que debería presionar el
botón de nuestro piso. No quise decir que usted se arrojara al piso, señora."
El hombre se estaba mordiendo los labios. Era obvio que a duras penas
podía contener las carcajadas que se revolvían incontenibles en su interior.
Ella pensó: "Dios mío, he hecho el gran ridículo." Estaba muy humillada
para poder hablar. Deseaba lograr emitir una disculpa, pero no le salían las
palabras.
Como se le pide disculpas a dos respetables caballeros con quienes te
comportasteis como si te fueran a robar? No sabía que decir, apenas logró
tartamudear el número de su piso.
Entre los tres recogieron las monedas y rellenaron la cubeta. Cuando el
ascensor llegó al piso de ella, los dos hombres insistieron en acompañarla
hasta la puerta de su habitación. Ella caminaba muy inestablemente y los
dos hombres temían que ella no lograría llegar hasta el final del corredor.
En frente a la puerta de su habitación, ellos le desearon que tuviese una
buena noche. Mientras ella se escurría dentro de su cuarto, podía oír las
grandes carcajadas de ambos hombres caminando hacia el ascensor. La
mujer se cepilló el traje, se peinó y logró calmarse y controlarse. Bajó a
cenar con su esposo.
Al día siguiente, un ramo de flores fue llevado a su habitación: una docena
de rosas. La tarjeta del ramo decía:
"Muchas gracias por las mejores carcajadas que hemos tenido en muchos
años."
15
Eddie Murphy y Michael Jordan
21. 16
!Amor verdadero!
El día en que María José nació, en verdad no sentí gran alegría
porque la decepción que sentía parecía ser más grande que el gran
acontecimiento que representa tener hijo. Yo quería un varón. A los dos
días de haber nacido, fui a buscar a mis dos mujeres, una lucía pálida y la
otra radiante y dormilona.
En pocos meses me deje cautivar por la sonrisa de María José y por el negro
de su mirada fija y penetrante, fue entonces cuando empecé a amarla con
locura, su carita, su sonrisa y su mirada no se apartaban ni un instante de
mi pensamiento, todo se lo quería comprar, la miraba en cada niño o niña,
hacia planes, todo sería para mi María José.
Este relato era contado a menudo por Randolf, según decía el mismo. Una
tarde estaba mi familia y la de Randolf haciendo un picnic a la orilla de una
laguna cerca de casa y la niña entabla una conversación con su papá, todos
escuchábamos.
Papi, cuando cumpla quince años, ¿ Cuál será mi regalo?.
Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que falta mucho
para esta fecha?.
Bueno papi, tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca
lo he visto por aquí.
La conversación se extendía y todos participamos de ella. Al caer el sol
regresamos a nuestras casas.
Una mañana me encontré con Randolf enfrente del colegio donde estudiaba
su hija quien ya tenia catorce años. El hombre se veía muy contento y la
sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostró el registro
de calificaciones de María José, eran notas impresionantes, ninguna bajaba
de veinte puntos y los estímulos que les habían escrito sus profesores eran
realmente conmovedores, felicité al dichoso padre y lo invite a un café.
María José ocupaba todo el espacio en casa, en la mente y en el corazón de
la familia, especialmente el de su padre. Fue un domingo muy temprano
cuando nos dirigíamos a misa, cuando María José tropezó con algo, eso
creímos todos, y dio un traspié, su papá la agarra de inmediato para que no
cayera. Ya instalados en nuestros asientos, vimos como María José fue
cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento. La tome
en brazos mientras su padre, buscaba un taxi y la llevamos al hospital.
Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su
hija padecía de una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón,
pero no era algo definitivo, que debía practicarle otras pruebas para llegar a
un diagnóstico firme. Los días iban transcurriendo, Randolf renunció a su
trabajo para dedicarse al cuidado de María José, su madre quería hacerlo
pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los
22. de él. Una mañana Randolf se encontraba al lado de su hija cuando ella le
pregunta:
¿Voy a morir, no es cierto?. Te lo dijeron los médicos.
No mi amor, no vas a morir. Dios que es tan grande, no permitiría que
pierda lo que más he amado en el mundo respondió el padre.
¿Van a algún lugar?, ¿Pueden ver desde lo alto a las personas queridas?.
Sabes si pueden volver?
Bueno hija, respondió, en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo
sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola. Estando en el mas allá
buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el
viento para venir a verte.
17
¿Al viento?. Replicó María José. ¿Y como lo harías?.
No tengo la menor idea hija, sólo sé que si algún día muero, sentirás que
estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese
tus mejillas.
Ese mismo día por la tarde, llamaron a Randolf, el asunto era grave, su hija
estaba muriendo, necesitaban un corazón pues el de ella no resistiría sino
unos quince o veinte días más. ¡Un corazón!. ¿Dónde hallo un corazón?. Lo
venden en la farmacia acaso, en el supermercado, o en una de esas grandes
tiendas que propagandean por radio y televisión
¡Un corazón!. ¿Donde?
Ese mismo mes, María José cumpliría sus quince años. Fue el viernes por la
tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar.
El domingo por la tarde, ya María José estaba operada. Todo salió como los
médicos lo habían planeado. ¡Éxito total!.
Sin embargo, Randolf no había vuelto por el hospital y María José lo
extrañaba muchísimo. Su mamá le decía que ya que todo estaba bien y que
será el papá quien trabajaría para sostener la familia, María José
permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían
querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo
hicieron.
Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los
ojos llenos de lágrimas le entrego una carta de su padre.
María José, mi gran amor:
"Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón fuerte
latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron.
No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no poder estar a tu
lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir sentí que yo también
moriría contigo, y me preguntaba qué podía hacer?…Después de pensar y
23. sentir mil cosas dentro de mí, decidí finalmente que la mejor manera de
hacer algo por ti era darle respuesta a una pregunta que me hiciste cuando
tenías diez años y a la cual no respondí.
Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho.
Te regalo mi vida entera, sin condición alguna para que hagas con ella lo
que creas que es mejor, sintiendo muchas cosas bellas y sabiendo que en el
mundo lo más importante es que quieras vivir, ¡Vive hija!. Te amo !!!….
También quiero que sepas que hoy, mañana y siempre estaré a tu lado,
siempre. Te Amo y siempre de amaré, porque eres lo más grande y
hermoso que Dios me ha dado… siempre estaré contigo, siempre TE
AMARE…
María José lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente, fue al
cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá, lloró como nadie la ha
hecho y susurró:
Papi ahora puedo comprender cuanto me amabas, yo también te amo
aunque nunca te lo dije. Por eso también comprendo la importancia de
decir "TE AMO". Y te pido perdón por haber guardado silencio"…en ese
instante las copas de los árboles se movieron suavemente y cayeron
algunas flores.
Sintió María José que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca besó
sus mejillas. Alzó la mirada al cielo sintiendo una paz inmensa y dio gracias
a Dios por eso. Se levantó y caminó a casa con la alegría de saber que lleva
en su corazón "el amor más grande del mundo"…
18
24. 19
El gran debate
Hace muchos años, allá por la Edad Media, los consejeros del Papa
recomendaron a éste que desterrara a los judíos de Roma. Según ellos,
resultaba indecoroso que aquellas personas vivieran tan ricamente en el
corazón mismo del mundo católico. Así pues, se redactó y fue promulgado
un edicto de expulsión, para general consternación de los judíos, que sabían
que, dondequiera que fuesen, no podían esperar un trato mejor que el que
les obligaba a salir de Roma. De manera que suplicaron al Papa que
reconsiderara su decisión. El Papa, que era un hombre ecuánime, les hizo
una propuesta un tanto arriesgada: debían elegir a alguien para que
discutiera el asunto con él mismo en público y, si salía victorioso del debate,
los judíos podrían quedarse.
Los judíos se reunieron a considerar la propuesta. Rechazarla significaba la
expulsión. Aceptarla significaba exponerse a una derrota segura, porque ¿
quién iba a vencer en un debate en el que el Papa era juez y parte a la vez
?. Sin embargo, no había más remedio que aceptar.
Ahora bien, resultaba imposible encontrar a un voluntario dispuesto a
debatir con el Papa: la responsabilidad de cargar sobre sus hombros con el
destino de los judíos era más de lo que cualquier hombre podía soportar.
Pero, cuando el portero de la sinagoga se dio cuenta de lo que ocurría, se
presentó ante el Gran Rabino y se ofreció como voluntario para representar
a su pueblo en el debate. - ¿ El portero ?, exclamaron los demás rabinos
cuando lo supieron. - ¡ Imposible !.
- Está bien, dijo el Gran Rabino, - ninguno de nosotros está dispuesto a
hacerlo; de manera que , o lo hace el portero o no hay debate. Y así, a falta
de otra persona, se designó al portero para que celebrara el debate con el
Papa.
Llegado el gran día, el Papa se sentó en un trono en la plaza de San Pedro,
rodeado de sus cardenales y en presencia de una multitud de obispos,
sacerdotes y fieles.
Al poco tiempo llegó la pequeña comitiva de delegados judíos, con sus
negros ropajes y sus largas barbas, rodeando al portero de la sinagoga.
Quedaron el uno al otro, y el debate comenzó. El Papa alzó solamente un
dedo hacia el cielo y trazó un amplio arco en el aire. Inmediatamente el
portero señaló con énfasis hacia el suelo. El papa pareció quedar
desconcertado. Entonces volvió a alzar su dedo con mayor solemnidad aún y
lo mantuvo firmemente ante el rostro del portero. Este, a su vez, alzó
inmediatamente tres dedos y los mantuvo con la misma firmeza frente al
Papa, el cual pareció asombrarse de aquel gesto. Entonces el Papa deslizó
una de sus manos entre sus ropajes y extrajo una manzana. El portero, por
su parte, sin pensarlo dos veces, introdujo su mano en la bolsa de papel que
llevaba consigo y sacó de ella una delgada torta de pan. Entonces el Papa
exclamó con voz potente: -¡ El representante judío ha ganado el debate.
Queda revocado, pues, el edicto.
Los dirigentes judíos rodearon inmediatamente al portero y se lo llevaron,
mientras los cardenales se apiñaban atónitos en torno al Papa. - ¿ Qué ha
sucedido, Santidad?, le preguntaron. - Nos ha sido imposible seguir el
rapidísimo toma y daca del debate.... El Papa se enjugó el sudor de su
frente y dijo: - Ese hombre es un brillante teólogo y un maestro del debate.
25. Yo comencé señalando con un gesto de mi mano la bóveda celeste, como
dando a entender que el universo entero pertenece a Dios; y él señaló hacia
abajo con su dedo, recordándome que hay un lugar llamado infierno donde
el demonio es el único soberano. Entonces alcé yo un dedo para indicar que
Dios es uno. ¡Imagínense mi sorpresa cuando le ví alzar a él tres dedos
indicando que ese Dios uno se manifiesta por igual en tres personas,
suscribiendo con ello nuestra doctrina sobre la Trinidad!. Sabiendo que no
podía vencer a ese genio de la teología, intenté, por último, desviar el
debate hacia otro terreno, y para ello saqué una manzana, dando a
entender que, según los más modernos descubrimientos, la tierra es
redonda. Pero, al instante, él sacó una torta de pan ázimo para recordarme
que, de acuerdo a la Biblia, la tierra es plana. De manera que no he tenido
más remedio que reconocer su victoria...
Para entonces, los judíos habían llegado ya a su sinagoga. - ¿ Qué es lo que
ha ocurrido ?, le preguntaron perplejos al portero, el cual daba muestras de
estar indignado.
- ¡ Toda ha sido un montón de tonterías !, respondió. - Veréis: primero, el
Papa hizo un gesto con su mano como para indicar que todos los judíos
teníamos que salir de Roma. De modo que yo señalé con el dedo hacia
abajo para darle a entender con toda claridad que no pensábamos
movernos. Entonces él me apunta amenazadoramente con un dedo como
diciéndome: ¡ No te pongas loco !. Y yo le señalo a él con tres dedos para
decirle que él era tres veces más loco que nosotros, por haber ordenado
arbitrariamente que saliéramos de Roma. Entonces veo que él saca su
almuerzo, y yo saco el mío.
Por lo general la realidad no es lo que es, sino lo que nosotros hemos
decidido que sea...
20
26. 21
El placer de enseñar
En aquel tiempo, Jesús subió con los discípulos a la montaña, y tras
sentarlos a su alrededor, se puso a enseñarles, diciendo:
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los
cielos.
Bienaventurados los mansos. Bienaventurados los limpios de corazón.
Bienaventurados los misericordiosos. Bienaventurados los que tienen sed de
justicia.
Bienaventurados los perseguidos. Bienaventurados los que sufren.
Alégrense y estén contentos, que su recompensa será grande en el cielo".
Entonces preguntó Simón Pedro:
- ¿Tenemos que aprendernos este rollo?
Y Andrés añadió:
- ¿Tenemos que copiar todo esto o nos lo darás por apuntes?
Y Santiago:
- ¿Hay que hacer algún trabajo de esto?
Y Felipe:
- Yo no tengo cuaderno.
Y Lucas:
- ¿Podrías darnos un ejemplo?
Y Marcos:
- ¿Podrías dibujarnos un modelo?
Y Mateo:
- ¿Puedo ir al baño?
Y Judas:
- Esto no sirve para nada. ¿Qué tiene que ver esto con la vida real? (Judas
tenia vocación de Ingeniero).
Entonces uno de los fariseos allí presentes, tras pedir a Jesús el diseño
Curricular Base, más los proyectos Curriculares específicos, le inquirió:
- ¿Cuál es tu proyecto de modelo educador integrador y comprensivo, y tus
objetivos en el campo cognitivo?
A lo que otro fariseo añadió:
- Tras oír tus palabras, no se si estas a favor de la Reforma o pretendes ir
contra ella. Aclárame además cuantos puntos dan por asistir a tu charla.
Uno de los saduceos comentó:
27. - Más le valdría dejarse de protagonismos y redactar con tus colegas un
P.E.C. (Proyecto de Enseñanza Curricular) aplicable a todo el distrito de
Galilea.
22
Y un escriba protestó:
- Si quiere trabajar como Orientador, que primero haga el curso o te
nombre como tal el ministerio, previo informe del Claustro y del inspector.
Un esenio que escuchaba todos estos comentarios, alzando la voz, dijo:
- En verdad les digo que yo sé más, enseño mejor, tengo muchos mas años
de experiencia y saqué la carrera con las mejores notas, mi expediente es
mucho más brillante.
Y un centurión romano que vigilaba posibles alborotos, avisó:
- Este no es más que un frustrado, un resabiado, un manipulador y un
demagogo. Además, carece de realismo político.
Uno de los padres de los discípulos protestó:
- No me parece que esta sea una forma adecuada de ejercer la labor
tutorial.
Y la madre de Juan se lamentó:
- Los padres, como siempre, quedamos marginados en sus planes de
enseñanza.
Y los padres de Pedro musitaron:
- Con estos maestros no vamos a tener dinero suficiente para pagar tantas
academias y clases particulares.
Y la C.A.P.D.J. (Coordinadora de Asociaciones de Padres de Discípulos de
Jesús) - sector renovado- redactó un escrito de protesta, exigiendo que se
tomaran medidas urgentes contra él.
Y la Secretaria Departamental de Educación de Judea-Samaria (D.P.E.J.S.)
le abrió un expediente por incompetente y por no estar registrado.
El colectivo de Escribas y Doctores (C.E.D.) de Jerusalén le acuso de
intrusionismo profesional, declarándole persona non grata en la ciudad.
Y los discípulos de Jesús (D.J.) se alegraron, porque no tuvieron que asistir
más a clase durante aquel año, pues no había para mandarle un reemplazo.
Y Jesús lloró.
28. 23
El portero del prostíbulo
No había en aquel pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado
que el de portero del prostíbulo... Pero ¿qué otra cosa podía hacer ese
hombre?
De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra
actividad ni oficio. En realidad era su puesto porque su padre había sido el
portero de ese prostíbulo, y también antes el padre de su padre.
Durante décadas el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se
pasaba de padres a hijos.
Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con
inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el
negocio.
Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas
instrucciones.
Al portero le dijo:
- A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una
planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día
por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué
corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con
los comentarios que usted crea convenientes.
El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo, pero...
- Me encantaría satisfacerlo, señor- balbuceó- pero yo... yo no sé leer ni
escribir.
- ¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a
otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar que usted
aprenda a escribir, por lo tanto...
- Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida,
también mi padre y mi abuelo...
No lo dejó terminar.
- Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le
vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que
tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Qué tenga suerte.
Y sin más, se dio vuelta y se fue.
29. El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que
podía llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a su casa, por primera
vez, desocupado. ¿Qué hacer?
Recordó que a veces en el prostíbulo cuando se rompía una cama o se
arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las
ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podía
ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.
Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos
clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de
herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero que había
recibido.
En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había ferretería,
y que debería viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a
realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.
A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había
terminado de quitarse las botas cuando llamaron a su casa. Era su vecino.
24
- Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.
- Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me
quedé sin empleo...
- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.
- Está bien.
A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta.
- Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?
- No yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de
mula.
- Hagamos un trato - dijo el vecino - Yo le pagaré a usted los dos días de
ida y los dos días de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin
trabajar. ¿Qué le parece?
Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días...
Aceptó.
Volvió a montar su mula.
Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.
- Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?
30. 25
- Sí...
- Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días
de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no
todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.
El ex - portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza,
un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.
"...No todos disponemos de cuatro días para hacer compras", recordaba.
Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer
herramientas.
En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la
indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De
paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes.
La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje.
Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba
lo que necesitaban sus clientes.
Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las
herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un
galpón.
Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después una
vidriera, el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo.
Todos estaban contentos y compraban en su negocio.
Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él
era un buen cliente.
Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos
preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.
Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las
cabezas de los martillos.
Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego
fueron los clavos y los tornillos...
Sucedió que en diez años, aquel hombre se transformó con honestidad y
trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más
poderoso de la región.
Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases,
decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría además de
lectoescritura, las artes y los oficios más prácticos de la época.
31. El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la
escuela y una importante cena de agasajo para su fundador.
A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la cuidad y el intendente lo
abrazó y le dijo:
- Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de
poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.
- El honor sería para mí -dijo el hombre- . Creo que nada me gustaría más
que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.
- ¿Usted? -dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo- ¿Usted no sabe
leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni
escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera hecho si hubiese
sabido leer y escribir?
- Yo se lo puedo contestar -respondió el hombre con calma-. Si yo hubiera
sabido leer y escribir... sería portero del prostíbulo!!!
26
....
Es el cuento de un hombre común...Quizás muchas veces nos esforzamos
demasiado en "tener que" hacer algo. Si lo hacemos con placer y
cambiamos ese "tener que" por "elijo ser", seguramente las cosas van a ser
distintas.
32. 27
Un Ángel
Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer, le
dijo a Dios:
- me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero ..... ¿ Cómo viviré
tan pequeño e indefenso que soy?.
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te esta esperando: el te
cuidara.
- pero dime: aquí, en el cielo, no hago mas que cantar y sonreir, eso basta
para ser feliz.
- Tu ángel te cantara, te sonreirás todos los días, y tu sentirás su amor y
serás feliz.
- ¿y como entenderé lo que la gente me diga, si no conozco el extraño
idioma que hablan los hombres?.
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas
escuchar, y con mucha paciencia y cariño te enseñara a hablar.
- Y ¿qué haré cuando quiera hablar contigo?.
- Tu ángel te juntara las manitos y te enseñara a orar.
- he oído que en la Tierra hay hombres malos.... ¿quién me defenderá?.
- Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.
- pero estaré siempre triste por que no te veré mas Señor.
- Tu ángel te hablara de mí, y te enseñara el camino para regresar a mi
presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces
terrestres, y el niño presuroso, repetía suavemente:
- Dios mío, si ya me voy dime el nombre. ¡Cómo se llama mi ángel!.
- Su nombre no importa, tu le dirás MAMÁ.
33. 28
Amar es darse todo
El hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle
distraídamente.
Una niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la
vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado
objeto. Entró en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul.
- Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?.- dice ella.
El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó:
- ¿Cuánto dinero tienes?
Sin dudar, ella saco del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue
deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz:
- ¿Eso da?
Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa.
- Sabe, quiero dar este regalo a mi hermana mayor.
Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo
para ella. Es el cumpleaños de ella y tengo el convencimiento que quedara
feliz con el collar que es del color de sus ojos.
El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, envolvió
con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.
- Tome, dijo a la niña. Lleve con cuidado.
Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo.
Aun no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y
maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el
ya conocido envoltorio deshecho e indagó:
- ¿Este collar fue comprado aquí?
- Sí señora.
- ¿Y cuánto costó?
- ¡Ah!, hablo el dueño del negocio. El precio de cualquier producto de mi
tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.
La joven continuó: "Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas. El
collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo".
El hombre tomo el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó
la cinta y lo devolvió a la joven.
- Ella pagó el precio mas alto que cualquier persona puede pagar.
- ELLA DIO TODO LO QUE TENIA.
El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz
emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño
envoltorio.
....
La verdadera donación es darse por entero, sin restricciones. La gratitud de
quien ama no coloca límites para los gestos de ternura. Se siempre
agradecido pero no esperes el reconocimiento de nadie. Gratitud con amor
no sólo reanima a quien recibe, como reconforta a quien ofrece.
34. 29
Su nombre era Fleming
Su nombre era Fleming y él era un pobre agricultor inglés. Un día,
mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escucho a alguien
pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus
herramientas y corrió hacia el pantano. Allí, enterrado hasta la cintura en el
lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando y luchando tratando de
liberarse del lodo. El agricultor Fleming salvo al niño de lo que pudo ser una
muerte lenta y terrible.
El próximo día, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del
agricultor inglés. Un noble inglés, elegantemente vestido, se bajó del
vehículo y se presentó a si mismo como el padre del niño que Fleming había
salvado.
"Yo quiero recompensarlo" dijo el noble inglés. "Usted salvo la vida de mi
hijo."
"No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice," respondió el
agricultor inglés, rechazando la oferta. En ese momento el propio hijo del
agricultor salió a la puerta de la casa de la familia. "¿Es ese su hijo?"
preguntó el noble inglés.
"Si," respondió el agricultor lleno de orgullo.
"Le voy a proponer un trato. Déjeme llevarme a su hijo y ofrecerle una
buena educación. Si él es parecido a su padre crecerá hasta convertirse en
un hombre del cual usted estará muy orgulloso." El agricultor acepto.
Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming el agricultor se graduó de la
Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital en Londres, y se convirtió en un
personaje conocido a través del mundo, el notorio Sir Alexander Fleming, el
descubridor de la Penicilina.
Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía.
¿Que lo salvo? La Penicilina.
¿El nombre del noble ingles? Randolph Churchill.
¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.
....
Alguien dijo una vez: Siempre recibimos a cambio, lo mismo que ofrecemos.
35. 30
Este es Jim reportándose
Un sacerdote estaba dando un recorrido por la iglesia al mediodía. Al
pasar por el altar decidió quedarse cerca de éste, para ver quien había
venido a orar. En ese momento se abrió la puerta y el sacerdote frunció el
entrecejo al ver a un hombre acercándose por el pasillo. El hombre estaba
sin afeitarse desde hacía varios días; vestía una camisa rasgada, tenía el
abrigo gastado cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar. El hombre
se arrodilló, inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los
siguientes días, el mismo hombre, siempre a mediodía, entraba a la Iglesia,
se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir. El sacerdote, un poco
temeroso, empezó a sospechar que se trataba de un ladrón, por lo que un
día se puso en la puerta de la Iglesia y cuando el hombre se disponía a salir
le preguntó: ¿Qué haces aquí? El hombre dijo que trabajaba cerca y que
tenía media hora libre de almuerzo y aprovechaba ese momento para orar.
“Solo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica queda un poco lejos,
así que me arrodillo y digo:
“Señor: solo vine nuevamente para contarte Jesús, qué feliz me haces
cuando me liberas de mis pecados; no sé muy bien rezar, pero pienso en ti
todos los días, así que Jesús, este es Jim reportándose”.
El sacerdote, sintiéndose un tonto, le dijo a Jim que estaba bien y
que era bienvenido a la Iglesia cuando quisiera. El sacerdote se inclinó ante
el altar, sintió dentro de su corazón derretirse con el gran calor del amor y
encontró a Jesús. Mientras lágrimas corrían por sus mejillas, en su corazón
repetía la plegaria de Jim :
“SOLO VINE PARA DECIRTE SEÑOR JESÚS, CUAN FELIZ SOY DESDE QUE TE
ENCONTRÉ A TRAVÉS DE MI SEMEJANTE Y ME LIBERASTE DE MIS
PECADOS. NO SE MUY BIEN COMO ORAR, PERO PIENSO EN TI TODOS LOS
DÍAS, ASÍ QUE JESÚS, SOY YO REPORTÁNDOME”.
Cierto día, el sacerdote notó que el viejo Jim no había vuelto; los
días siguieron pasando sin que Jim volviese para orar. Continuaba ausente ,
por lo que el padre comenzó a preocuparse. Hasta que un día, fue a la
fábrica a preguntar por él. Allí le dijeron que él estaba enfermo; que pese a
que los médicos estaban muy preocupados por su estado de salud, todavía
creían que tenía un chance de sobrevivir. Desde que Jim ingresó en el
hospital tuvo muchos cambios; él sonreía todo el tiempo y su alegría era
contagiosa. La enfermera jefe no podía entender por qué Jim estaba tan
feliz, ya que nunca había recibido flores, ni tarjetas, ni visitas... El
sacerdote se acercó al lecho de Jim y la enfermera dijo: “Ningún amigo ha
venido a visitarlo; él no tiene a quien recurrir”. Sorprendido, el viejo Jim dijo
con una sonrisa: “La enfermera está equivocada porque ella no puede saber
que todos los días desde que llegué aquí, a mediodía, un querido amigo mío
viene, se sienta aquí en la cama, me agarra de las manos, se inclina sobre
mí y me dice:
“SOLO VINE PARA DECIRTE, JIM, LO FELIZ QUE HE SIDO DESDE QUE
ENCONTRÉ TU AMISTAD Y TE LIBERÉ DE TUS PECADOS. SIEMPRE ME
GUSTÓ OÍR TUS ORACIONES; PIENSO EN TI CADA DÍA, ASÍ QUE JIM, ESTE
ES JESÚS REPORTÁNDOSE”.
36. 31
La pregunta más importante.
Durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, nuestro
profesor nos dio un examen sorpresa. Yo era un estudiante consciente y leí
rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la última: Cuál es el nombre
de la mujer que limpia la escuela?
Seguramente esto era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a
la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de
cincuenta años, pero?, como iba yo a saber su nombre? Entregué mi
examen, dejando la última pregunta en blanco.
Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última
pregunta contaría para la nota del examen. Absolutamente, dijo el profesor.
En sus carreras ustedes conocerán muchas personas.
Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque sólo
les sonrían y digan: Hola! Yo nunca olvidé esa lección. También aprendí que
su nombre era Dorothy.
37. 32
Auxilio en la lluvia.
Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afro-americana, de edad
avanzada estaba parada en el acotamiento de una autopista de Alabama,
tratando de soportar una fuerte tormenta. Su carro se había descompuesto
y ella necesitaba desesperadamente que la llevaran. Toda mojada, ella
decidió detener el próximo carro.
Un joven blanco se detuvo a ayudarla, a pesar de todo los conflictos que
habían ocurrido durante los 60.
El joven la llevó a un lugar seguro, la ayudó a obtener asistencia y la puso
en un taxi. Ella parecía estar bastante apurada.
Ella anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue.
Siete días pasaron, cuando tocaron la puerta de su casa. Para su sorpresa,
un televisor pantalla gigante a color le fue entregado por correo a su casa.
Tenía una nota especial adjunta al paquete.
Esta decía: Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche.
La lluvia anegó no sólo mi ropa sino mi espíritu.
Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de
mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por
ayudarme y por servir a otros desinteresadamente. Sinceramente: La
Señora de Nat King Cole.
No esperes nada a cambio y lo recibirás
38. 33
Los obstáculos en nuestro camino.
Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un
camino.
Entonces se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca.
Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y
simplemente le dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de
no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la
piedra grande del camino. Entonces un campesino vino, y llevaba una carga
de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso
y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y
fatigarse mucho, lo logró.
Mientras recogía su carga de vegetales, él notó una cartera en el piso, justo
donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y
una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que
removiera la piedra del camino. El campesino aprendió lo que los otros
nunca entendieron.
Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la condición de uno.
Si alguna vez caes levántate y sigue adelante
39. 34
Donando sangre.
Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un
Hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz quien sufría de una
extraña enfermedad.
Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una transfusión de
sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a
la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos necesarios para
combatir la enfermedad. El doctor explicó la situación al hermano de la niña,
y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. Yo lo vi
dudar por sólo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir: Sí, lo
haré, si eso salva a Liz.
Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado
de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros lo asistíamos a él y a su
hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña.
Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Él miró al
doctor y le preguntó con voz temblorosa: A qué hora empezaré a morirme?
Siendo sólo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le
daría toda su sangre a su hermana. Y aún así se la daba.
Da todo por quien ames. Actitud, después de todo, es todo.
40. 35
El hijo
Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de
todo en su colección; desde Picasso hasta Raphael. Muy a menudo, se
sentaban juntos a admirar sus obras de arte. Desgraciadamente, el hijo fue
a la guerra.
Fue muy valiente y murió en la batalla mientras rescataba a otro soldado.
El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo.
Un mes más tarde, justo antes de la navidad, alguien tocó a la puerta. Un
joven con un gran paquete en sus manos dijo al padre:
“Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la
vida. Él salvó muchas vidas ese día, y me estaba llevando a un lugar
seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo así
instantáneamente.
Él hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte. El muchacho
extendió los brazos para entregar el paquete; “Yo sé que esto no es mucho,
yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que
usted recibiera esto.”
El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven
soldado. El contempló con profunda admiración la manera en que el soldado
había capturado la personalidad de su hijo en la pintura.
El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los
suyos propios se arrasaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y
ofreció pagarle por el cuadro. “OH no, señor, yo nunca podría pagarle lo
que su hijo hizo por mí. Es un regalo. El padre colgó el retrato arriba de la
repisa de su chimenea.
Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el
retrato de su hijo, antes de mostrar su famosa galería.
El hombre murió unos meses más tarde y se anunció una subasta con todas
sus pinturas que poseía. Mucha gente importante e influyente acudió con
grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la colección.
Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeó su mazo
para dar inicio a la subasta. “Empezaremos los remates con este retrato del
hijo”.
¿Cuánto ofrecen por este retrato? Hubo un gran silencio. Entonces una voz
del fondo de la habitación gritó:
¡Queremos ver las pinturas famosas! “¡Olvídese de esa!” Sin embargo el
subastador persistió: ¿Alguien ofrece algo por esta pintura? $100.00,
$200.00 “Otra voz gritó con enojo: “No venimos por esa pintura”
“Venimos por los Van Goghs, los Rembrandts. ¡Vamos a las ofertas de
41. verdad! Pero aún así el subastador continuaba su labor: “¡El Hijo!” “¡El
Hijo!” ¿Quién se lleva a El Hijo? Finalmente, una voz se oyó desde muy
atrás de la habitación: ¡Yo doy $10 dólares por la pintura!
Era el viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un hombre muy pobre,
era lo único que podía ofrecer. “Tenemos $10 ¿Quién da $20? gritó el
subastador.
La multitud se estaba enojando mucho, no querían la pintura del hijo.
Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias
colecciones. El subastador golpeó por fin el mazo: “Va a la una, va a la
dos, VENDIDA POR $10.00 DLS.
“Empecemos la colección” gritó uno. El subastador soltó su mazo y dijo: lo
siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llegó a su final. ¿Pero,
que de las pinturas?, dijeron los interesados. “- Lo siento, contestó el
subastador, cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me dijo de
un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenía permitido
revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura
de EL HIJO sería subastada. Aquel que la comprara heredaría
absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas
pinturas.” “¡El hombre que compró a EL HIJO se queda con todo!”
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42. 37
El Amor Verdadero....
Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que
estaban en contra del matrimonio.
Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero
sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando
éste se apaga, en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.
El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relato lo siguiente:
" Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las
escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto.
Cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a
la camioneta.
A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el
hospital.
Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido. Durante el sepelio, mi
padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró.
Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y
nostalgia recordamos hermosas anécdotas.
El pidió a mi hermano teólogo que le dijera, donde estaría mamá en ese
momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte,
conjeturó cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con gran atención.
De pronto pidió: "llévenme al cementerio". "Papá" respondimos " Son las
11 de la noche! No podemos ir al cementerio ahora!" Alzó la voz y con una
mirada vidriosa dijo: "No discutan conmigo por favor, no discutan con el
hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años". Se
produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más.
Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna
llegamos a la lápida.
Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena
conmovidos: "Fueron 55 buenos años ...saben?, Nadie puede hablar del
amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una
mujer así".
Hizo una pausa y se limpio la cara. "Ella y yo estuvimos juntos en aquella
crisis, cambio de empleo", continuó, "hicimos el equipaje cuando vendimos
la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a
nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida
de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos
hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y
perdonamos nuestros errores...
Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, saben por qué?, porque se fue
antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de
quedarse sola después de mi partida . Seré yo quien pase por eso, y le doy
gracias a Dios.
43. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera..."
Cuando mi padre termino de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro
empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo esta bien
hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".
Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del
romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, mas bien se
vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente
comprometidas.
Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron
debatirle, ese tipo de amor era algo que no conocían.
38
....
El tiempo no espera a nadie. Atesora cada momento que tienes. Lo
atesoraras mucho más si lo compartes con alguien especial.
44. 39
No todo es como lo vemos
Estaba una vez esta señora en una estación de trenes porque tenía
que hacer un viaje muy, muy largo. Y no va que cuando llega la hora de
partir se informa que su tren tenía, al menos, dos horas de retraso, por lo
que se dirigió al kiosco y compró un paquete de galletitas, una coca y una
revista, y se fue a sentar a uno de los bancos cerca del andén.
No hacía mucho que había comenzado a leer la revista cuando un joven se
sentó en el otro extremo del banco, abrió un periódico y tomó una galletita
del paquete.
La mujer, asombrada, no pudo más que atribuir esa osadía a la falta de
valores de la juventud de estos días. Pero no quiso darle demasiada
importancia y continuó leyendo su revista.
Minutos mas tarde, el joven tomo una segunda galletita. Esta vez se sintió
ofendida y tomó ella misma una galletita, esperando que el joven la mirara
y cuando esto ocurrió, con destellos en la mirada, la mordió indignada.
El joven le sonrió.
"Que descarado, el muy vago!!" pensó ella. Y siguió leyendo, confiada en
que la historia no se repetiría.
Pero se equivocaba: al rato el chico agarró nuevamente el paquete de
galletitas y tomó una tercera. Mirándola y siempre sonriéndole.
La señora, fuera de si, tomo otra galletita. Y la escena se repitió una y otra
vez hasta que finalmente sólo quedaba una galletita. Ella pensó "el muy
descarado no se va a comer mi ultima galletita".
Y él, como leyéndole la mente, tomo el paquete casi vacío, tomó la última
galletita, la partió en dos y, al tiempo que le sonreía, le entrego una mitad a
la señora .
A todo esto, la mujer sintió que se anunciaba su tren, así que tomo sus
cosas y se decidió a embarcar.
Una vez ubicada en su asiento (que daba a una ventana, muy cerca de
donde momentos había estado sentada) observó al joven que aún
permanecía allí. No podía quitarse de la mente el episodio ocurrido.
El tren se puso en marcha y comenzaba a dar sus primeros y lentos pasos.
Tenía sed, pues había deglutido las galletitas a toda prisa y sin disfrutarlas.
Agarro la cartera con el fin de buscar la gaseosa, y mientras revolvía
encontró, junto a la gaseosa, el paquete de galletitas que había comprado.
Miro desesperada por la ventana, y pudo ver como aquel joven tomaba sus
cosas y emprendía su partida.
45. 40
El andinista
Cuentan que un andinista, desesperado por conquistar el Aconcagua,
inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para
él solo y por lo tanto subió sin compañeros.
Empezó a subir, pero se le fue haciendo tarde y no se preparó para acampar
sino que decidió seguir subiendo, empecinado en llegar a la cima.
Oscureció y la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya
no se podía ver absolutamente nada.
Todo era negro y la visibilidad era nula; las estrellas estaban cubiertas por
las nubes y no había luna.
Subiendo por un acantilado, a sólo cien metros de la cima, se resbaló y se
desplomó por los aires. Caía a una velocidad vertiginosa y sólo podía ver
veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad
y la terrible sensación de sentir la proximidad del final.
Seguía cayendo y en esos angustiosos momentos pasaron por su mente
todos sus gratos y no tan gratos momentos; de repente sintió un tirón tan
fuerte que casi lo parte en dos.
Sí, como todo andinista experimentado, había clavado estacas de seguridad
a una larguísima soga que lo amarraba a la cintura.
En esos momentos de quietud, y luego de estar un tiempo suspendido en el
aire, no le quedó más que gritar:
- ¡Ayúdame Dios mío...!
Entonces una voz grave y profunda que provenía desde el cielo le
contestó:
- ¿Qué quieres que haga hijo?
- Sálvame Dios mío.
-¿Realmente crees que te pueda salvar?
- Por supuesto Señor.
- Entonces corta la cuerda que te sostiene...
Hubo un momento de silencio. El hombre se aferró más a la cuerda y se
quedó pensando en aquella locura que le proponía Dios.
Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron muerto a un
andinista, sosteniendo con fuerza una cuerda... a tan sólo dos metros del
suelo.
46. 41
Jerry
Jerry era el tipo de persona que te encantaría odiar. Siempre estaba
de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le
preguntaba como le iba, el respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un
gemelo.
El era un gerente único porque tenia varias meseras que lo habían seguido
de restaurante en restaurante. La razón por la que las meseras seguían a
Jerry era por su actitud. El era un motivador natural.
Si un empleado tenía un mal día, Jerry estaba ahí para decirle al empleado
como ver el lado positivo de la situación.
Ver este estilo realmente me causo curiosidad, así que un día fui a buscar a
Jerry y le pregunte: "No lo entiendo... no es posible ser una persona
positiva todo el tiempo... como lo haces..." Jerry respondió: Cada mañana
me despierto y me digo a mi mismo, Jerry, tienes dos opciones hoy: Puedes
escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Escojo
estar de buen humor.
Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una victima o
aprender de ello. Escojo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mi
para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de
la vida. Escojo el lado positivo de la vida.
" Si... claro... pero no es tan fácil" (proteste).
" Si lo es" dijo Jerry. "Todo en la vida es acerca de elecciones".
Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tu eliges
como reaccionas a cada situación. Tu eliges como la gente afectara tu
estado de animo. Tu eliges estar de buen humor o mal humor. En resumen:
"TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA".
Reflexione en lo que Jerry me dijo. Poco tiempo después, dejé la industria
de restaurantes para iniciar mi propio negocio.
Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Jerry cuando tenía que
hacer una elección en la vida en vez de reaccionar con ella.
Varios años mas tarde, me enteré que Jerry hizo algo que nunca debe
hacerse en un negocio de restaurante. Dejó la puerta de atrás abierta una
mañana y fue asaltado por 3 ladrones armados. Mientras trataba de abrir la
caja fuerte, su mano temblando por el nerviosismo, yerró la combinación.
Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon.
Con mucha suerte, Jerry fue encontrado relativamente pronto y llevado de
emergencia a una clínica. Después de 18hs. de cirugía y semanas de terapia
intensiva, Jerry fue dado de alta aún con fragmentos de bala en su cuerpo.
47. Me encontré con Jerry seis meses después del accidente y cuando le
pregunte como estaba, me respondió: "Si pudiera estar mejor, tendría un
gemelo". Le pregunte que paso por su mente en el momento del asalto.
Contestó:"Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con
llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso recordé que tenia 2
opciones:
Podía elegir vivir o podía elegir morir. "Elegí vivir".
"No sentiste miedo ", le pregunté.
Jerry continuó: "Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que
iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones
en las caras de los médicos y de las enfermeras, realmente me asuste...
podía leer en sus ojos: Es hombre muerto. Supe entonces que debía tomar
acción..."
"Que hiciste?" pregunté. "Bueno... uno de los médicos me preguntó si era
alérgico a algo y respirando profundo grite SI, a las balas... Mientras reían
les dije: Estoy escogiendo vivir... opérenme como si estuviera vivo, no
muerto".
Jerry vivió por la maestría de los médicos pero sobre todo por su asombrosa
actitud. Aprendí de que cada día tenemos la elección de vivir plenamente.
La actitud, al final, lo es todo.
42
48. 43
Hermanos
No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas
adyacentes tuvieron un conflicto.
Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos
hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y
bienes en forma continua.
Esta larga y beneficiosa colaboración termino repentinamente. Todo
comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser
una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de
palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamo a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a
un hombre con herramientas de carpintero:
"Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted
requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser
de ayuda en eso".
"Si", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted".
Mire al otro lado del arroyo en aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de
hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera
entre nosotros y el tomo su maquinaria y desvió el cauce del arroyo para
que quedara entre nosotros. Bueno, el pudo haber hecho esto para
enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de
desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca, una
cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca mas."
El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde
están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregare
un trabajo que lo dejara satisfecho."
El hermano mayor le ayudo al carpintero a reunir todos los materiales y
dejo la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo.
El carpintero trabajo duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca
del ocaso, cuando el granjero regreso, el carpintero justo había terminado
su trabajo.
El granjero quedo con los ojos completamente abiertos, su quijada cayo. No
había ninguna cerca de dos metros!!! En su lugar había un puente, un
puente que unía las dos granjas a través del arroyo!!! Era una fina pieza de
arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y
abrazando a su hermano le dijo:
49. "Eres un gran persona, mira que construir este hermoso puente después de
lo que he hecho y dicho !!".
Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el
carpintero tomaba sus herramientas y se marchaba.
"No, espera!", le dijo el hermano mayor. "Quédate unos cuantos días. Tengo
muchos proyectos para ti", le dijo el hermano mayor al carpintero.
"Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por
construir"...
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50. 45
Los problemas del Mundo
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo,
estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su
laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7
años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.
El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a
otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle
con el objetivo de distraer su atención. De repente se encontró con una
revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.
Con unas tijeras recorto el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de
cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "como te gustan los rompecabezas, te
voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie".
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero
no fue así.
Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba
calmadamente.
"Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo."
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su
edad haya conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.
Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza
de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba
completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares.
¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
- Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?
- Papá, yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la
revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre.
Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí
sabía como era.
Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había
arreglado al mundo.
51. 46
El Verdadero Valor del Anillo
- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo
fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que
soy torpe y bastante tonto.
¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
- Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi
propio problema. Si quisieras ayudarme tú a mi, yo podría resolver este
tema con más rapidez, y después, tal vez te pueda ayudar.
- Encantado - titubeó el muchacho, pero sintió otra vez que era
desvalorizado y sus necesidades postergadas.-
- Bien - asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo
pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó.
- Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debes
vender este anillo, y es necesario que obtengas por él la mayor suma
posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con
esa moneda lo más rápido posible.
El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban
con algún interés, hasta que decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, unos se reían, otros daban
vuelta la cara y un viejito le explico que una moneda de oro era muy valiosa
para entregarla a cambio del anillo.
Después de ofrecer la joya a más de cien personas y abatido por su fracaso,
montó su caballo y regresó.
Entró en la habitación y dijo:
- Maestro lo siento, no pude conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera
conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar
a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- ¡Que importante lo que dijiste, joven amigo! - Contestó sonriente el
maestro. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a
montar y vete al joyero. ¿Quien mejor que él para saberlo? Dile que
quisieras vender el anillo, y pregúntale cuanto te da por él ; pero no importa
cuanto te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con el anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo, lo miró con la lupa, lo pesó y luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho que si lo quiere vender ya, no puedo darle más
que 58 monedas de oro.
- ¿¿58 monedas?? - exclamó el joven.
- Si - replicó el joyero- se que con el tiempo podríamos obtener hasta 70,
pero si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo.
Tu eres como este anillo: una joya valiosa y única, y como tal solo puede
evaluarte verdaderamente un experto. ¿Que haces por la vida pretendiendo
que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano
izquierda.
52. 47
Una hermosa historia de amor
John Raymer se levantó del banco, arreglando su uniforme, y
estudió la multitud de gente que se abría paso hacia la Gran Estación
Central. Buscó la chica cuyo corazón el conocía pero cuya cara nunca había
visto, la chica de la rosa. Su interés en ella había comenzado 13 meses
antes, en una Biblioteca de Florida. Tomando un libro del estante, se
encontró intrigado, no por las palabras del libro, sino por las notas escritas
en el margen. La escritura suave reflejaba un alma pensativa y una mente
brillante. En la parte del frente del libro descubrió el nombre de la dueña
anterior, la señorita Hollys Maynell. Con tiempo y esfuerzo localizó su
dirección. Ella vivía en Nueva York. El le escribió una carta para presentarse
y para invitarla a corresponderle. Al día siguiente, John fue enviado por
barco para servir en la Segunda Guerra Mundial. Durante un año y un mes,
los dos se conocieron a través del correo, y un romance fue creciendo. John
le pidió una fotografía, pero ella se negó. Ella sentía que si a él de verdad le
importaba, no importaría como ella luciera. Cuando por fin llego el día en
que él regresaría de Europa, ellos arreglaron su primer encuentro: a las
7:00 pm en la Gran Estación Central de Nueva York. "Tu me reconocerás"
dijo ella, "por la rosa roja que llevare en la solapa". Así que a las 7 John
estaba en la estación buscándola. Dejaré que el señor Raymer les diga lo
que sucedió: "Una joven mujer vino hacia mí, su figura alta y esbelta. Su
cabello rubio y rizado se encontraba detrás de sus delicadas orejas; sus ojos
eran azules como flores. Sus labios y su mentón tenían una gentil firmeza y
en su traje verde pálido eran como la primavera en vida. Yo comencé a
caminar hacia ella sin darme cuenta que no llevaba la rosa. Mientras me
movía, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios: "Vas por mi vía,
marinero?" Murmuró ella. Casi incontrolablemente dí un paso hacia ella y
entonces ví a Hollis Maynell. Estaba parada casi directamente detrás de la
chica. Una mujer, ya pasada de sus 40, con cabello grisáceo bajo un
sombrero gastado. Era mas que regordeta, sus pies con gruesos tobillos
descansaban en zapatos de suela baja. La chica en el traje verde se iba
rápidamente. Sentí como si me partiera en dos: mi deseo tan agudo de
seguirla, y a la vez tan profundo mi anhelo por la mujer cuyo espíritu me
había acompañado y apoyado. Y ahí estaba ella. Su pálida y rolliza cara era
gentil y sensible, sus ojos grises tenían un brillo cálido y amigable. No
vacilé. Mis dedos apretaron la pequeña y usada copia de cuero del libro que
era para identificarme con ella. Esto no sería amor, pero sería algo
preciado, algo quizá mejor que el amor, una amistad por la que había y
debía estar siempre agradecido. Cuadré mis hombros, saludé y le ofrecí el
libro a la mujer, aunque mientras hablaba, me sentí ahogado por la
amargura de mi decepción. "Soy el Teniente John Raymer, y usted debe ser
la Srta. Maynell. Estoy muy contento que me pudiera conocer; ¿la puedo
llevar a cenar?" La cara de la mujer se ensancho en una sonrisa tolerante.
"No se de que se trata esto hijo" ella respondió, "pero la señorita de traje
verde que se acaba de ir me rogó que usara esta rosa en mi abrigo. Y ella
dijo que si usted me invitaba a cenar yo le diría que lo esta esperando en el
restaurante del frente. Ella dijo que era una clase de prueba!". No es difícil
de entender y admirar la sabiduría de la Srta. Maynell. La verdadera
naturaleza de un corazón se ve en su respuesta a lo no atractivo.