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AIRES DE LIBERTAD                         omenzamos un nuevo año. 2010. Una nueva vuelta
AMIGOS DE LA POESÍA                       de hoja del calendario, el comienzo de una nueva
                                      década. ¿Qué nos deparará? ¿Cuáles son nuestros
EL MUNDO DE LA POESÍA                 propósitos para esta nueva etapa?


                                      N
JARDÍN DE AMISTAD Y POESÍA
                                             o podemos saberlo, pero podemos saber lo que
JOSXAVI                                      nos ha traído este año que ha acabado. Hace doce
                                      meses, en nuestro sexto número, éramos precisamente
L A D Y H A L C ÓN
                                      seis los foros participantes. Durante este año, hemos
M I NI F I C C I O NE S               doblado, y superado, ese número. Nuevas comunidades
                                      nacieron, o nos han acompañado durante un trecho de
PIENSA EN VERSO
                                      este camino que atraviesa nuestro virtual paisaje
POETAS MODERNOS                       literario. Un ir y venir de compañeros con ganas de
                                      participar, de hacer cosas, y de compartir sus frutos con
POETAS UNIVERSALES
                                      el resto. Hemos crecido, y madurado.
RI M A ND O
S A B O R A RT Í S T I C O
SOMOS POESÍA
                                      T    ambién podemos anunciaros nuestros propósitos
                                           para este nuevo año. Vamos a seguir mejorando,
                                      ofreciendo a las diversas comunidades digitales la
                                      posibilidad de exponer sus mejores colaboraciones,
                                      favoreciendo el intercambio de ideas, y tendiendo un
                                      puente entre todas ellas para disfrute vuestro, y nuestro.
   S up l e m e nt o :
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                                      E    n tercer lugar, para los amantes del microrrelato,
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                                      hace una semana un concurso conjunto. Podéis ver las
                                      bases AQUÍ y AQUÍ. ¡Aún estáis a tiempo de participar
ARTE PARA COMPARTIR
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                                           publicará la                                ;
                                      os confirmaremos la fecha exacta en cuanto nos sea
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                                      JAVIER HERNÁNDEZ
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




Si tú quieres ser dichoso,
pues debes vivir cantando,                     DIN-DON.DIN.DON
no lo sientas doloroso                         mimos de algodón
si tu canto no es hermoso                       Te subo te bajo
que se logra practicando.                  Te arrullo en esta canción
Cántale a la vida andando                      Lucecita de ángel
y que tu canto deslumbre                        plumita de Dios
a los que estén escuchando,                    Piel de terciopelo
y que vivas alegrando                            Aroma en flor
a toda la muchedumbre.                         En vuelo de aves
A penar no te acostumbre                     Con suave murmullo
que te llena de mentira,                       Te enviaron a mí
deja que el canto te alumbre                   Y sobre mi pecho
y te sientas en la cumbre                    Te abrazo con mimos
sin llenar tu vida de ira.                    Llenos de emoción

Canta así tu alma suspira                     Tierno duendecito
y tu vida no es tormento,                     Que robas besitos
                                              Vestidos de dulces
siempre a la música admira,                     En tu corazón
de las penas te retira
con ella nunca un lamento.                     En un cofrecito
                                             Los tienes guardados
Serás libre como el viento,                    Con una sonrisa
nunca seas mal agüero                          Se abren y salen
que vives en sufrimiento,                     Mil besos buscando
alegra tu pensamiento                         La luz de mi amor
canta al igual que el jilguero.
                                                                        Atlantida
                    Anita/Miriana


   Hoy, sumérgete en mi vida,
   toca mi piel, te convida         Mi Dios le impone votos de pobreza,
   a beberla en sus contornos       al hombre cuyo sino por defecto
   a sentirnos los bochornos.       le manda con nosotros al dilecto,
                                    al pobre en su dolor y en su tristeza.
   De toda visión hermosa
   logremos el verso y prosa.       Sería menester que su belleza
   Ven con tus pausados pasos       bajara con el cejo circunspecto,
   sin pensar en los fracasos.      si bien le sobra paño a su intelecto,
                                    él, para adoctrinar la gente, reza.
   Esculpe con fe las horas
   y dime que tú me adoras,         Ustedes que no oyeron la doctrina,
   granujo bésame el alma           no encuentran la piedad en esta vida,
   que deseo amarte en calma.       ¿No veis que está cansada la mezquina?
   Nos diremos las verdades         Que para procrear engendra vida
   tachando infidelidades,          ¡Oh Madre!, Fiel mujer de fe divina,
   matando entonos y miedo          la vida que nació, surcando herida.
   en ese beso que cedo.
                                                            Marta Marques
                  Maricruz Díaz
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




Una tarde de sábado,
en la paz del viento y mis cabellos al azar,
desperezando el aire.
He doblado el pensamiento,
tras la emoción de la aurora.
En el ritmo de las horas,
su quietud cabalística me induce
a transpolar mi sombra
fermentando el paso.
Soy la que soy ahora,
ardor y luna,
brisa y roca fragmentada
ciclo de algas y caracolas
elevando su bullir eléctrico hasta la saliva.
Mis ojos han traspasado los fotones
danza sin fin en la unidad de mi cuerpo con el todo.
Regreso a la luz que me germina.
                                                No hay flores más hermosas
Tal vez sea así la forma de cerrar el armario   que las que tus manos toca
olvidarme de los bigotes de la vecina,          dándoles vida y amor tus ojos
de su andar clandestino y su boca manipuladora. son dos luceros hermosos
He de ver la paja en mi ojo,                         Das amor sin que nadie lo pida
el inmenso madero que he apilado al pie de la fogata iluminas mis días y mi vida
que habrá de regresar a su ceniza.                   llevando a ella dicha y alegría
                                                     con flores multicolores te entrego
He creado aquello que atraviesa mi pensamiento,
aquello que me hería,                                Mi alma mi vida y mi corazón
que me helaba el cuerpo                              te amare toda la vida y cuando
la desesperanza se ha ido,                           muera seguiré amándote acoge
pavesa instantánea en el punto de la tarde.          mi alma en tu santo seno cobijame
Soy tan nueva que no me reconozco,                     Con tu manto sagrado dame el descanso
la sonrisa se me ha volteado hacia dentro,             eterno y permíteme seguir escribiendo
como un camino que se despliega,                       para ti en este tu día te doy las gracias
un abrazo que envuelve,                                por todo lo que me has dado sin merecerlo
un costado que alberga
venga lo que venga,                                    Gracias Santa Madre Maria de Guadalupe
porque en la hoguera se ha producido el milagro.       Tu que esta en el cielo ruega
                                Leticia de santos      por nosotros y perdona nuestros pecados.
                                                                                      Ocervant
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

   Ya lo empecé… ayúdame a seguir…
   No es fácil, pero es de todos.
   Hay un universo de soledad y es de tantos que no conozco, y de los que si conozco.
   … y si nos animamos?
   Que no haya nadie solo en estas fiestas, que todos seamos Uno., al menos en nuestro
   foro, y en todos los que se dignifiquen en la realidad humana, como nuestro sentir…el
   sentir del Amor real.
   Ayudemos a los que están solos, que tal vez, seamos nosotros mismos también.
   No solo es un pedido… es una súplica al mismo tiempo, y el despertar de que nos
   necesitamos cada vez mas.
                                                                                  Luis Introna




Lloro por la vida,
despacio, como lloran los árboles
por una rama perdida,
igual que la telaraña en los ojos de los sueños   He compartido,
-como niños presos en la noche                    el otoño de parda simetrìa,
con angustia colgados de la luna llena-;          la noche tàcita en la piel desnuda,
                                                  el beso del viento en las caderas,
despacio, como lloran los rosales,                el vaho anònimo en invierno,
con el color de las horas                         el tremor del llanto silencioso,
por un soplo de estrellas                         el precipicio hondo de un deseo,
-como el crepúsculo con piernas dobladas          el verso de amor crucificado,
que oyen de la hierba verde                       el hambre de una miga de ternura,
brotar la sangre que no habla-;                   el bullicio remoto de los grillos,
igual que un verso                                el rumor insomne de la carne,
rompiendo las coronas de palabras,                el canto triste de la lluvia,
anclado en las trincheras del recuerdo,           las voces en busca de tu nombre,
empapado en los pañuelos de oscura tierra         el polvo inerte y mudo de una muerte,
y en silencio,                                    la magnolia espesa de mi sangre,
cubierto de rascacielos durmiendo;                la soledad en la nieve del despecho,
                                                  el reflejo congelado de un silencio,
lloro,                                            la sonrisa en el latir de un te quiero,
esperando el viento extraño,                      la fe que sostiene mis cimientos,
el regreso del reloj con puños de acero;          la angostura de una lengua envenenada,
despacio, con lágrimas amargas                    el desgarro de un amor inalcanzable,
y con dulzura,                                    la daga filosa de un desengaño,
con el paso firme en el frasco de cristal         tanta vida en el racimo de los labios,
contenido en el último punto                      dèjenme ahora al menos...los sueños intactos,
de la línea.                                      después buscaré el resto de mis años...
                            Ricardo Serna G                             Paloma G. castellanos
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




   Apoyaba el arma en su sien izquierda.
   El leve contacto del caño con su piel arrebató los recuerdos de antaño; se sintió
tranquila, o mejor, vaciada. Aquel dolor de estómago ancestral desapareció y su
respiración fue urdiéndose ligera, suave como el terciopelo azul de sus sueños
extraviados.
   Antes de gatillar, alzó los ojos y el cristal de la ventana, que la enfrentaba indiferente,
le ofreció el rostro. Un semblante sin faz, sin rasgos, un óvulo sin límites y una mirada
contundente.
   Creyéndose ya en los estribos fugaces de la partida, dejó caer el brazo asesino y
observó. De alguna extraña manera, los rostros se sucedían vertiginosamente,
reemplazándose uno al otro; a medida que atizaba el ánimo, la visión develaba múltiples
imágenes: niños, jóvenes, ancianos, mujeres, hombres, cabellos, narices, cierta barba, un
bigote, un par de aretes. Si parecía una maravillosa gárgola, donde habitaban, juntos y
simultáneamente, todos los rostros. Y una mirada, la misma en cientos de semblantes
diferentes. La mirada, un murmullo, tal vez, una agonía.
   La joven se acercó con esmerada lentitud a la ventana, rozó con la pulpa de sus dedos
el cristal; quemaba. Inmóvil, intentó volver a descubrir las efigies en aquel punto vacío del
infinito transparente. Advirtió, entonces, que sólo a cierta distancia ellas aparecían y se
alejó.
   Algunos cuentan que Ana estuvo de pie hasta que, débil, se desplomó; otros afirman
que Ana encontró la rendija que la condujo al otro lado; hay quienes aseguran a grandes
voces que Ana enloqueció y que su esquizofrenia la salvó de la muerte; yo, que he oído
tanto, creo que Ana tuvo que morir para comprender la semejanza entre la quimera y la
paz.
   Lo cierto es que la jovencita nunca había planeado su muerte, aunque sabía, en lo
profundo, que cuando se le hiciera insoportable cada alborada, moriría. Así es como
aceptó, gustosa, la pequeña arma que su padre le hubo obsequiado, aduciendo defensa
personal, y la guardó (no la escondió) en el rincón más cercano a ella: entre la cruz de
Jesús y el diccionario de hechicería.
   Aquella noche, cuando las postreras imágenes la sorprendieron, le llevó tiempo
comprender que apenas era su enfermiza imaginación que la revelaba a través de un
sucio vidrio que apenas refractaba la luz amarilla del farol callejero y recogía reflejos
informes. Un simple jugueteo de luces y sombras; enfureció al sentirse traicionada.
   Retornó, entonces, el dolor, y los recuerdos se agazaparon a su pecho. El temblor de
los labios, el enrojecimiento de sus manos. Bajo un impulso inconmensurable, alzó el
arma del suelo y, sin siquiera apuntar, se disparó. La bala perforó, sin embargo, la sien
izquierda tan certeramente como si una aureola maléfica la hubiera circundado antes de
llegar.
   Y cayó, de bruces en la oscuridad.
   Ana nunca fue hallada. Nadie escuchó el estruendo de la detonación. Se convirtió en
una presunción, y por ello, es inmortal.
   Nadie lloró. Nadie la extrañó, ni la extraña todavía. Pero, su vida cobró sentido en su
muerte: alimenta el diálogo y la pasión de quienes aún especulan sobre ella. Aunque no
exista un motivo, ni un germen deslizado, ni lógica razonable, Ana es hoy una hermosa
excusa para amanecer.
                                                                              Mónica Maud
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

    Cuando caiga la noche                          Cerraré los ojos para soñarte
    y sea tu recuerdo                              para beber lo besos de tu boca
    el que habite mi cuerpo                        para que tus manos
    Cuando la luna ilumine                         transiten por mi cuerpo
    el camino de tu partida                        y sentir el placer
    Te amaré en silencio, amor                     de tus labios en mi piel
    Te amaré en silencio                           Te amaré en silencio, amor
    Cuando las estrellas                           Te amaré en silencio
    me griten tu nombre                            Tomaré el sueño azul que me regalaras
    y mis ojos                                     para viajar hasta tu lecho
    se cieguen con tu imagen                       y cobijarme entre tus brazos
    Cuando el viento                               Besaré tu frente
    borre tus huellas de la arena                  Deslizaré mis manos
    y se lleve con él, el aroma de tu piel         dibujando tu contorno
    Te amaré en silencio, amor                     rozaran mis labios tu pecho desnudo
    Te amaré en silencio                           ...Y...
    Pronunciaré tu nombre                          Me sentiré más sola que nunca
    muy por lo bajo                                El día mato la noche
    entre lagrimas                                 y así murio mi sueño.
    para que no me escuchen                        Te amaré en silencio, amor
                                                   Te amaré en silencio
    Partitor de la música celeste.                 No lo olvides nunca
    Que brotas toda luz de la existencia                                    Mónica Suhurt
    y enjambras universos en los cielos
    cuajándolos de polen y de vida.
    Que de siempre edificas esa alianza
    selladora del cuerpo con el alma.
    Cuida de esta semilla que reviertes                 Creo que el paraíso está bien cerca,
    en la cambiante forma del camino                    en nuestras propias manos,
    y hazla senda que lleve a tu destino.               tal vez en la otra esquina,
    Ilumínanos siempre con tu faro                      y nada de distancias siderales.
    forjador espíritu de esperanza.                     De todos los posibles paraísos
    Ayúdanos a mantenerla abierta                       el que más nos deslumbra
    y guiándonos siempre hacia tu puerta                tal vez está en nosotros
    la palma de la mano que nos diste.                  y hemos de saber
                                                        dónde encontrar las llaves
                          José Francisco                para abrirlo y entrar
                                                        a tomar posesión
                                                        del árbol de la vida.
Recuerdas?
Yo recuerdo la tarde en tus ojos azules.                Y si sabemos, como sabemos,
Sus veleros de fragua, deshojándose simples,            las claves y los caminos
habían atracado en tu cabello suelto,                   que hemos de seguir hasta encontrar
cual minúsculos labios, y un sin fin de galaxias        el árbol de la vida,
en tu boca tenían desvestida la risa.                   y la cuestión parece
                                                        no encerrar muchos misterios,
En mis manos, en cambio, aullaban las horas             ¿cómo es que somos tantos
y eran sombras mis ojos hospedando temblores;           los que seguimos siendo desgraciados
era el miedo que suda un montón de veredas              a pesar de tener aquí muy cerca
donde crecen historias sobre pueblos heridos,           ese gran paraíso?
habitante de un mundo de pegasos enfermos.
                                                        Ese es el misterio
Recuerdo.                                               que más me insomnia
Yo recuerdo tus manos,                                  y que cuando pretendo esclarecer
la aridez de mis labios detenida en tu copa,            me proporciona siempre
la mirada del guardia, los papeles, sonidos,            la doliente certeza de que el hombre
y esas cosas que obligan a cubrirse los nombres,        no es tan inteligente
recuerdo lo más mío, lo más nuestro,                    como va pregonando.
de lo hermosa que estabas, danzando en la memoria,
mientras todos los muros trituraban mi rostro.                                     JuanPablo
                                        cesar lucil
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




                                                  Tengo miedo de no ser benevolente
                                                  de luchar por una amor incandescente
                                                  de vivir sobre arenas ya movedizas
                                                  De andar en llantos, cubiertos de sonrisas
                                                  de andar sendas sobre paso ya vividos
                                                  de callar los sentimientos ya nacidos
                                                  Tengo miedo de no ver mi cruel destino
                                                  de andar pérdida como anda un pobre niño
                                                  de ofrecer mi mano esperando un cariño-
                                                  De entregarme sin reservas ni medidas
                                                  y abrir el daño que aun guardo en mis heridas
                                                  de abrirme por completo a repleto pecho
                                                  Y sentir la mano ingrata del desprecio
                                                  tengo miedo de callar , ser una loza
                                                  donde todos mis sentimientos se ahogan
                                                  miedo de quedar por los años perdida
Al llegar al paroxismo de la nada                 de hacerme insensible ,a hechos y la vida
el cuerpo se estremece de dolor                   de perder el amor, la naturaleza
por las acerbas lágrimas,                         Tengo miedo de andar sobre paso incierto
pegadas en la piel de sus hermanos                que pueda el amor hacerme sentir celos
por las lenguas sin sabor de la vergüenza. de que los años me tornen egoísta
Se descubre el monje la tonsurada cabeza De poder hacerme inmune, al mal ajeno
y trasluces en el cuero, esputos                  de pensar en justo egoísmo indebido
andrajosos de mentiras                            de no saber decir , ha tiempo te quiero
como una coerción, oscura y cansada.              no hacer feliz con quien viva mí destino
Comprendes que las olas, son los suspiros del mar hoy este sentir es amigo, enemigo
y que ya no dejan huella tus pisadas              me dice que eres el regalo mas querido
porque el hombre concluye su final                amor deseo vivir,..Feliz contigo
entre rosas rojas de metralla.                                                   Francis falcón
Ya se escuchan los lamentos de las aves
en murmullos alterados por el humo.
Las bestias se negaron a callar
y gritan sus pavuras por el valle.
El hombre atenaza las entrañas de sus deudos
con lascivia dibujada en la mirada.
Nada puede salvar al hijo pródigo,                                Déjame contemplar tu mirada,
malversó su heredad entre orgasmos                        tu mirada donde las nubes se dilatan,
incoherentes.                                      la que atraviesa el vuelo dulce de los pájaros,
Huyó mi sombra del brazo del espanto               bellos pájaros tristes con alas de naufragio
y este saco de carne sobre huesos                                          que regresan del frío
se cansó de elegir entre el negro y el blanco.           para morir tendidos en las cumbres...
                                                               Déjame embriagarme con tu voz,
                  SAFE CREATIVE 0912135109766         tu profunda voz que desgarra el espacio,
                                                                   que me hiere y me apacigua,
                                                                                 tu profunda voz
                                                                que hace palpitar las estrellas...
                                                         Déjame enajenarme con tu esplendor
                                                                           para olvidar la tierra
                                                                                 y su memoria...
                                                                   En tu sombra déjame dormir,
                                                                   reponerme cerca de tu alma.
                                                                     Déjame la eternidad entera
                                                            la eternidad entera para quererte...
                                                                                   Ana.M.M.N
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

La noche es blanca
y del Norte se acerca otra borrasca.                              La navidad de mi pueblo
Espero el crepúsculo,                                             la que recuerdan los pobres,
el crepúsculo espero,                                             esa que llora la ausencia
que traiga la luz                                                 y resiste los calores,
a mis ojos ciegos.                                                entre tuscas y chañares
                                                                  y el calor de los mil soles,
Las calles con sus estrellas                                      pasa rozando el candor
anuncian la Nochebuena,                                           de niños cara de cobre,
pero no hay villancicos que suenan,                               viene cantando la copla
ni pastorcillos.                                                  pero ella no usa tambores,
Sólo gente presurosa y embozada,                                  usa la caja chayera
y el manzano de enfrente                                          y con el rustico acorde,
de hojas peladas,                                                 lanza el lamento preciso
pareciera que hiciese mofa de la invernada.                       junto la voz y hace acople,
Los niños de mi casa                                              formando un eco ancestral
están callados.                                                   para gritar sin aprontes
Y en el absoluto silencio que me rodea,                           el clamor de nuestra tierra
sólo puedo escuchar,                                              y el diaguita le responde
el rítmico latir del alma mía                                     desde el fondo de los tiempos
en un adagio divino de armonía.                                   como el tronco irriga el brote.
                                                                  La navidad de mi tierra
                              Pura Losada                         entre tomillos y flores,
                   en el crepúsculo del 21/12/2010
                  desde su barrio de La Milagrosa
                                                                  está colgada en los cerros,
                                                                  se yergue en suelo salobre
                                                                  con el aroma de albaca
                                                                  y un carnaval de colores.
                                                                  Los pesebres que se lucen
                                                                  en vidriera hacen capote
     intentar querernos                                           con melancólico ritmo
                                        Dame la oportunidad       los villancicos que se oyen
Es que te amo bella flor                De poder llegar a tu alma
Si no hay forma de entendernos Y mi ser tendrá la calma           en esta noche sagrada,
¡JAMÁS TE HABLARÉ DE AMOR!                                        y un coro de niños pobres
                                        Al saber de tu bondad.    cantarán por las esquinas
Lo que siempre te repito                Tendrás dicha en realidad con sus boquitas de bronce,
No es capricho o terquedad              En su mágico esplendor    esa canción mas urgente
Es la más pura verdad                   Más si te agobia el temor con los mágicos sabores,
Pues tu afecto necesito.                No sabrás de mi ambrosía, del reclamo de justicia,
Tu nombre lo llevo escrito              Y si lo nuestro se enfría la que calma los dolores.
Aunque no podamos vernos                JAMAS TE HABLARÉ DE AMOR
Solo se que al conocernos                                                  Issar Ramon Aguilera
                                No soy quién para obligarte                        (Corazón de Poeta)
Me diste la fe perdida,         Pues la unión es natural               Todos los derechos reservados
Y en vista que eres mi vida     Más de ti no hay nada igual
¡TE PIDO INTENTAR QUERERNOS! que imposible es compararte
Yo te he contado mi historia    Más si nunca fuera parte
Más de ti no lo se todo         De tu noble corazón
Pero lucho codo a codo          Así sea una ilusión
Para llenarte de gloria.        Te seguiré recordando,
Anhelo ser de tu noria          Y eternamente adorando
Horizonte de candor             HASTA EN OTRA DIMENSIÓN.
Y en razón a mi furor           Si lograras comprenderme
Regalarte mil albricias,        Así como yo te entiendo
Y si insisto en tus caricias    Poco a poco irás sabiendo
ES QUE TE AMO BELLA FLOR.       Que sin ti no se valerme.
Lo que yo siento mujer          Déjame a diario perderme
Probémoslo de verdad            En tu mundo sin quebrantos
Si hay sincera afinidad         Y así existan desencantos
Seré en ti un amanecer.         Hoy como antes te amaré,
Más con el fuego de ayer        Y por siempre viviré
Tendrás mil goces eternos       ADMIRANDO TUS ENCANTOS!
Y si hay oscuros inviernos              Fidel Alcántara Lévano
Trataré de resignarme,                                2009-12-17
Y te prometo alejarme
SI NO HAY FORMA DE ENTENDERNOS.
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




                                  Si en nuestra vida no existiera
                                  el silencio redondo para dejar volar al alma desnuda
                                  por la órbita del pensamiento
                                  en la luz musical del espíritu,
                                  seríamos como esqueleto de mariposa
                                  moliendo vida en capullo ciego.
                                  Si no pudiéramos libar el licor sediento
                                  de la nostalgia, la lámpara del firmamento,
                                  sería como el niño sin pecho donde amamantarse
                                  Si se acallara el suspiro en la guarida
Una rosa y un clavel.             de ideas moribundas más valiera no haber nacido.
¿Dónde está mi gitanilla
con su blanca mantilla            Si el alma no huyera por las veredas del alfabeto
y su carita de miel?              entre la bruma y la vía alucinada de la palabra
Por el campo de trigo             no encontraríamos la coordenada perfecta
entre las espigas se fue.         para llegar hasta el polo de la nostalgia a colgar
La rosa se ha secado              en un copo de nube el dolor de horas antiguas.
también el clavel.                Si no sangrara la voz, el grito quedaría preso
                                  entre el cintillo de las ojeras que la noche reclama,
      Francisco Montoro           invidente ante un universo minusválido.
  ©Reservados derechos de autor
                                  Sino fuera porque existen almas afines,
                                  deseosas de compartir en comunión
                                  la tertulia de la vida, en hojas de exilio,
                                  sería imposible emprender el viaje imaginario
                                  en barca de papel hacia el océano infinito
                                  para eternizar momentos.
                                  Sigamos prendiendo luces, escribiendo en servilletas,
                                  galopando en caballitos, bailando entre cornisas
                                  como Peter Pan y Campanita,
                                  navegantes del desierto rumbo al puerto de Poesía,
                                  anclando en el muelle del sentimiento
                                  para abrir con la llave del corazón una vez más
                                  el sagrado recinto donde los bardos,
                                  se encuentran entre papel y carboncillo.
                                                                        Gabriela Portal
                                                                       Derechos Reservados
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

     Hoy me reí de mi pensamiento
     me dije: porque no pintar en versos
     y levanté mi pluma para escribir esto
     Me hable en la noche: porque no soñar lo posible
     y abrí mis ojos para buscar lo permitido
     Me propuse reír con el adiós
     y no supe deshacerme de los recuerdos
     Me insinúe con la lluvia y llore en susurros
     suspire en gemidos y admire a la luna
     ella, me sonreía con su aura de luz
     El pensamiento seguía asumiendo la verdad
     no quería desvanecerse por un amor
     Sentí la necesidad de arrancar el cielo a pedazos
     porque no hay otro que el de sus fotos
     En el andar del pensamiento, me exigí ser libre
     y al encontrarme con sitios lejanos del alma
     volví a escribir estos versos febril
     dejé de callar en el tintero
     y dejé de querer prolongar el final de un sentimiento
                                       Copyright © BETSABE
                            Reservados todos los derechos de autor




                                               Sí supieras
                                               como late el corazón,
                                               rebosante de alegría,
                                               al escuchar tu voz,
                                               convertida en poesía.
                                               Es tu mente alucinante
                                               la que habla.
                                               Es el tiempo en su sonido
                                               que recorre y acompaña
                                               mi nostalgia y alegría.
                                               Es la dicha que me entregas
                                               en palabras,
                                               vida mía.
                                               Es arrullo soñador
                                               que camina por tu alma.
                                               Es deseo que recorre
                                               trayectorias de tu sangre,
                                               explotando en tus labios
                                               en esferas de ilusión y esperanza.
                                               Es la llama que me alcanza,
                                               con sabor de tu querer,
                                               son ternuras de tu nombre
                                               con perfume de mujer.
                                               Son tus frases,
                                               esas nubes
                                               en un cielo de emoción,
                                               bellas notas,
                                               de una mágica canción.
                                                             Leonardo Sáenz Baez
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010


   Un ruido me despertó, me devolvió la conciencia. Había estado tirada allí quién
sabe cuánto tiempo.
   Estaba empapada, llovía torrencialmente, los truenos hacían temblar la tierra y el
cielo parecía abrirse en dos con cada relámpago.
   Caminé, caminé sin rumbo, sin saber adónde iba ni de dónde venía.
   Parecía que mi mente se había quedado vacía. Solo un fuerte aroma a cerezos
permanecía en mis sentidos.
   ¿Qué estaba haciendo allí si me aterran las tormentas?
   ¿Cómo llegué hasta allí?
   Alguien pasó a mi lado y tendió la mano para ayudarme. No sabía quien era,
pero algo me llamaba la atención en él.
   Colgaba en su cuello una piedrita color índigo.
   Tenía una mirada serena, ingenua, que me daba confianza.
   Los truenos y relámpagos me hacen estremecer. Les tengo pánico.
   Nunca, jamás, saldría en un día así.
   Él no pronunció una palabra, pero su mirada me transmite paz y me dejo guiar
por sus pasos.
   Se lo ve seguro, decidido hacia donde dirigirse.
   En pocos pasos llegamos a un hermoso jardín lleno de cerezos, el perfume me
invadía completamente.
   La lluvia comenzó a parar. El cielo se abrió y la tormenta se dispersó.
   Parecía que el haber llegado allí, hacía que todo volviera a la normalidad.
   Me soltó la mano y caminó hacia la casa. Yo seguí detrás de él.
   Me detengo frente a uno de los cerezos y ahí comencé a recordar.
   Las imágenes caen en mi mente como diapositivas. Una tras otra hasta formar la
película completa.
   Estaba frente a uno de los cerezos y contemplaba todo el jardín.
   Me maravillaba con las flores, pajaritos, mariposas que revoloteaban a mí
alrededor.
   Miré el cielo, el sol. Mis perros saltaban tras las mariposas,
   Mis hijos jugaban con la pelota.
   Entonces me hice una pregunta.
   ¿Cómo sería este mundo si Dios no existiera?
   Solo sentí que me desplomaba y no recuerdo más hasta que un trueno me hizo
volver en sí.
   Cuando giré para hablarle, ya no estaba.
   Entonces mi hijo menor me dijo: ¿Qué te sucede mamá? Hace rato estás ahí
parada inmóvil.
   __Nada hijo, estoy bien. ¿Dónde está el señor que vino conmigo?
   ___ ¿Qué señor mamá?
   __El que vino conmigo, mi amor.
   __No mami, nadie vino. “hace rato estás acá inmóvil”.
   Comencé a preocuparme. ¿Como podía ser que una persona se esfume así, como
si nada?
   ¿Y mientras llovía que hacían?__ le pregunté.
   __Mami no llovió, me dijo.
   Más preocupada aún, caminé hacia la casa y al subir el primer escalón hacia la
entrada vi en el piso la piedrita índigo.
   Hasta el día de hoy me pregunto que pasó.
   Sospecho que Dios me contestó la pregunta que le hice.
   Me mostró un mundo oscuro y tenebroso pero también mandó un ángel que me
rescató.
   Yo creo que los dos mundos conviven.
   Si buscamos a Dios, seguro será un mundo lleno de luz y sin tormentas.
                                                                  monica beneroso
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




Buenosh díash vechinita,      Pelóname vechinita               Pelo tambén ‘toy contenta,
quelo contigo jugal,          te dalé mushosh globitosh,       polque aplendishte a volal,
invítame a tu cachita         shecalé tu laglimita             eshtalé de ti muy chelca
luego a la mía pashal.        y te dalé mish beshitosh.        aunque te voy a extlañal.
To te invito a mi catita      Te peldono, toy muy wena         Cho también voy a extlañalte
atí podemos cugal             pelo no pelees más               amiguita de mi amol
pelo no plesto mis tites      polque las nenitas lindas        acá te chevo chelquita
ni a mi gato ni a mamá.       ton amigas le veldá              le mi tliste colachón.
¡Pléshtame tu muñequita       Vamonosh a mi cachita            ¿Quén halalá tush tlenchitash?
que la quelo yo calgal        y a comel te invitalé,           ¿Quén enchuchialá tu cama?
¡te jalalé la tlenchita       te quelo muchio amiguita         ¡Quelo shel tu vechinita!
shi no la quelesh pleshtal!   pol shiemple te cuidalé.         ¡Elesh mi amiga del alma!
¡Ay me tila le la tlenza      Voy coliendo a tu catita         Hablá muchos chiquitines
ay que lolol que me la!       polque me gusta cugal            que jalalán mis tlenchitas
¿Po qué me pegas tan fete?    y lompelte tus muñecas           me enchuchiarán la pollela
¡Te acuzo con mi papá!        ¡la la la la la la la!           ¡Comelán mi comidita!
¡Yo quelo tu paletita         Dennchita, yo ‘toy muy tlishte   Shelemosh shiemple
shi no me dash glitalé,       polque muy lejosh te vash,       amiguitash,
pala que oiga mi mamita       la muñeca que me dishte          amiguitash lococó,
tu camita enshushalé!         la ablashalé muchio másh.        Dennchita, te quelo muchio.
                                                               ¡Y también te quelo cho!
¡Eles mala, no te quelo!      No tes tiste pilcuchera
¡No te voy a invital más!     mi caliño quelalá                              Pili González y Denn
Te pego con mi plumelo        agaladito a tu falda                             (Dueto) 1ra.y2da partes
¡Te vas, te vas y te vas!     y a la paled del poltal                                         (México)




                          Que tienes en tus manos de encanto,
                          que me gobierna en un nido de besos,
                          la suavidad de la clara es lírico canto,
                           si me das la sonrisa de tus senderos.
                           Que tienen los párpados de tus ojos,
                          que me adormecen en alegría eterna,
                          la luz que brindas el abrir de tu boca,
                           es pasión eterna en adoquines rojos.
                       Si tuviese la magia de tu dulzura desnuda,
                       acabaría siendo tuyo como alma en gozo,
                      me fundiría con tu astro dulce de alma pura.
                        Para estar siempre con el roce hermoso
                       de tu silueta que me baña de fiel dulzura,
                       quiero entrar en tu piel con amor celoso.
                                                           Jose Xavier
                                                                 (Ecuador)
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

   La oscuridad de la noche, sólo rota por los reflejos de neón y el resplandor de los
escaparates adornados con motivos navideños, creaba un falso ambiente de alegría que lo
inundaba todo.
  El ruido infernal producido por los incesante cláxones de los coches atrapados en un
monumental atasco, castigaban implacablemente sus oídos hasta producirle un agudo
dolor. Aquella mañana había amanecido con un fuerte dolor de cabeza, presagio de las
migrañas que padecía con frecuencia desde tiempo atrás.
   La noche era gélida… El intenso frío penetraba a través de sus huesos. Había olvidado
cuando comenzó a caminar ensimismado en sus pensamientos hasta perder la noción del
tiempo.
   Cada vez se le hacía más difícil avanzar entre la multitud, era como andar contra
corriente entre la marea humana; el griterío era ensordecedor, a su alrededor numerosas
familias realizaban sus últimas compras de Reyes, algunos padres llevaban a sus hijos
para dar la bienvenida a los Reyes Magos y para asegurarse de que ellos habrían recibido
sus cartas.
  Después de grandes esfuerzos consiguió llegar a su destino. Al abrir la puerta le recibió
una agradable ola de calor que tuvo la virtud de aliviar el frió de su castigado cuerpo
durante las últimas horas.
  Subió hasta la planta 8 del edificio que albergaba uno de los más grandes centros
comerciales de la ciudad, se detuvo ante una puerta donde una placa de metal anunciaba
PRIVADO, franqueando dicha puerta se dirigió hacia el vestuario del personal, ésta se
componía de una amplia y limpia sala dividida por pequeñas cabinas individuales, algo
parecida a los camerinos de los teatros.
   Depositó un pequeño maletín sobre la mesita de su "camerino" y se dispuso a cambiar
su indumentaria de ciudadano anónimo por la de Rey Baltasar, comenzó con el maquillaje
de la cara que, poco a poco, fue tomando la apariencia de “Negro”, en una ocasión no
recordaba dónde había leído que ninguno de los reyes magos era de color, pero bueno,
eso no importaba ahora, sólo era un trabajo como otro cualquiera y no venía al caso
“buscar tres pies al gato”.
  Una vez concluido el maquillaje, se dispuso a vestir su enjuto cuerpo con la vestimenta
adecuada compuesta de amplios pantalones bombachos de color verde, camisola blanca y
casaca dorada, amén de unas puntiagudas botas de terciopelo rojo, con las que calzó sus
doloridos y cansados pies. Rematando su transformación con una llamativa corona para
adornar su doliente cabeza.
    El ascensor le bajó hasta la planta de calle en cuya puerta le esperaba un destartalado
sillón de madera, que bien le habría servido para hacer con él una hoguera y calentar así
su maltrecho y aterido cuerpo. Sentado en semejante “trono” se preparó para pasar las
próximas cuatro horas por las que le habrían de dar la suma de veinte euros que le
servirían para poder comer un par de días más.
   Aquel pensamiento le dio ánimos para seguir haciendo frente a la tortura que
significaba la subsistencia diaria de un “sintecho” y tal vez mañana alguien le contrataría
como payaso para amenizar la fiesta de un afortunado niño rico, durante la cual él tendría
que doblegar su ánimo para enjugar el llanto de su alma mientras su maquillada faz, tal
vez de Payaso, reiría y reiría para alegrar la vida de los demás.
  A la mañana siguiente la portada de un prestigioso diario daba la triste noticia…:
   “Hallado un vagabundo (disfrazado de Rey Mago) muerto en la puerta de unos grandes
almacenes… Los primeros informes médicos del SAMUR indican que su muerte fue
provocada por las bajas temperaturas que anoche azotaron Madrid”…
                                                                      Roberto Santamaría
                                                                                (España)
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010
Yo hice de tu cuerpo
un altar para adorarlo con antojos,                  Tú,
por que me gusta jugar en sus pampas;                Nombre que te agitas en mi mente
así me espine                                        ¿Qué sucede? ¿Qué quieres?
con abrojos.                                         Contéstame nombre de mujer,
                                                     ¿Por qué invades mi paz otra vez?
Doy de beber a mis anchas                            ¿Es que quieres mi querer?
en la vertiente de tus ojos.                         Este lo tienes ya desde antes de nacer.
Me gusta sembrar mi sed                              Yo no sé qué quieres mujer
en el asador                                         confusión lograste en mi,
de tus labios rojos;                                 pasiones despertaste en mi ser,
repasando las costuras de tu piel                    alegrías recordaste
con el tren de mis dedos locos.                      y me has hecho soñar una vez más
                                                     con aquella sonrisa que hoy me das.
No hay domingo
sin que sea lunes                                    Yo no recuerdo nombre de mujer
todos los días,                                      cuántas noches en vela pasé,
para celebrar con tus encantos                       cuántas veces en mi cama giré
la misa de mi amor.                                  buscando el descanso de mi ser.
Mas si estos versos                                  Vienes otra vez
profanan tu dolor.                                   y me alertas que aquí estás
                                                     y que debo conquistar a la mujer
Celebrare en secreto el castigo por mi error, y      que dueña de ti es.
si el misterio de la noche
aniquilara con sus vientos mis silencios…                                        Chocolatin
                                                                                        (USA)
Me guardaré el dulzor de tus besos
en la sacristía del más lindo adiós.
                                         Onírico
                                            (Perú)



                          Hoy comienza una nueva navidad
                         las estrellas brillan hoy rutilantes,
                          guían el sendero a los caminantes
                           que oficiarán en pía cristiandad.
                         Una vez más se olvidará la ofensa,
                              haremos gala de fastuosidad
                             olvidaremos nuestra rivalidad,
                            la misa del gallo dará dispensa.
                        Siempre, al comenzar un nuevo año
                          haremos gala de nueva promesa,
                         palabra dada, que sin quedar presa
                           para siempre, causará el mismo
                                         engaño.
                          Al emigrante vemos cual extraño,
                       a nuestro hermano como un enemigo,
                           sin dudarlo tendremos el castigo
                        y a nosotros volverá en propio daño,
                         El rencor de tu corazón destierra,
                           por la paz brindaremos este día,
                           para que pronto acabe la agonía
                       de tanta guerra que asola esta tierra.
                          No sentir por el prójimo empatía
                       ni tener el apego a nuestro hermano,
                      te aseguro que no es de buen cristiano,
                         y no estás con tu Dios en armonía.
                              Así, el niño Dios se alegrará
                           inundará la tierra de gran amor,
                         desterrará de este mundo el dolor,
                        y un nuevo mundo en paz renacerá.
                                            Roberto Santamaría
                                                       (España)
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




Supongamos, por un momento, que el tiempo se entretuvo...
y bailó la danza del vientre
en zócalos y mercados,
regateó por zuecos y bufandas,
olió clavo, comino y canela,
soñó, por un momento, que era un niño
tomando teta
y sonriendo, con dos dientes, a la vida.
Por un momento : supongamos
que el tiempo se entretuvo en la vereda,
que bañó sus muslos prietos en el río,
que de pronto le amanecieron los deseos
de la luna
siempre desnuda en los remansos...
siempre desnuda en los recodos
donde se sueña amor tocándolo con las manos.
Supongamos...sí, sí : mientras llueve
supongamos
que el tiempo se acurruca en el pasado.
Anuncia a voz en grito que no corre :
- " ¡No existen los años...!".
Supongamos, solo supongamos :
no existen los años
y solo el amor crece regado por los sueños,
acariciado por las manos,
besado por los labios,
bañado por los mares...
y abrigado en el presente.
Sí...pero eso es : Solo supongamos
que el amor no se detuvo
ni en esquinas ni en barrancos
mientras abrazaba farolas
y se dejaba abrazar por mirlos blancos
y por la sonrisa de Dios...
que de tanta sonrisa
olvidó el mañana en un cesto de mimbre
y se apuntó con el tiempo a
"solo supongamos".
                    Pascual López Sánchez
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010



Dejaron su miga, que nadie reconocía por ser pura
entre ruidos que encogían
hasta las mangas.
Giraron sus ansias, tatuando libertades envueltas de mentiras.
Y todo un mar de hermanos
levantaba sus puños hacia el cielo
donde las fábulas se consumen, en hálitos de muerte.
Llevaban a Dios en el pecho
y entre alambres de púa, soñaban su pan.
Después y mucho antes de mi carne
nos quemaron la infancia en hornos crematorios
que aún humean en las conciencias de uno que otro bien nacido.
Vuelven año tras año, las ráfagas de aire con olor a muerte.
¿Quién se robó la sonrisa amarilla de mi abuelo?
¿Lleva tu mano alguna joya de mi abuela?
¿Acaso hay en tu memoria algún mínimo rezo de perdón?
Nada llevan mis manos que no me pertenezca
y este azul de mi mirada es por herencia
que tú, ni ningún otro podrá robarme jamás.
                                              Rossana Arellano




                     Quisiera yo saber por qué motivo
                     consume mi diario
                     esta ansiedad vital y cotidiana,
                     lacerante martillo de mi infeliz sosiego,
                     por qué a ti se te escapa la presencia
                     en la oratoria austera de un silencio.
                     Escucho atentamente la voz de tus cofrades
                     y se me van sus ecos
                     confusos en el viento.
                     Yo demando la voz en tu garganta,
                     en vivo y en directo reclamo así tu encuentro,
                     y se me agota el grito
                     sin que me asista el verbo.
                     No sé, quizás el tiempo alegue en su defensa
                     razones que la duda y su indeciso credo
                     eluden en su desoladora incertidumbre.
                     Tal vez comprenda entonces por qué, ya serenado,
                     el ansia me cauteriza el alma,
                     me libera del trámite superfluo
                     y me convoca al fin a un fronterizo sueño:
                     sobrevivir contigo este tormento .
                                                               Vicente F. Cortés
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




   El profesor Afinio Nepote resumía para sus alumnos la primera semana de cálculo
infinitesimal, los límites de las funciones continuas.
   —Es muy sencillo, chicos. Ya hemos visto como se resuelven las
indeterminaciones. Así, en el primer caso, tenemos que repartir nada entre nadie.
¿Qué cantidad de nada toca a cada uno de estos nadie? Esa es la primera
indeterminación, que, tal y como hemos visto, puede tener las siguientes
respuestas: toca uno a cada uno de los nadie, toca tres a cada uno, no le toca nada
a nadie o le toca todo a nadie. Sólo hay que resolver la indeterminación como os he
enseñando, hallando los ceros del polinomio, y el límite del cociente cuando el
número se aproxima a cero tanto como queramos.
   Dió una calada a la tiza, e hizo ademán de expulsar una voluta de humo: le salió
un cero perfecto. Los chicos abrían la boca, unos admirados, otros bostezando, otros
babeando dormidos. Pero que conste que todos abrían la boca.
   —Y ahora, el segundo caso: se trata de resolver las indeterminaciones del infinito.
—Hizo una pausa, sonrió y miró al crucifijo con gesto compungido, encogiendo los
hombros, y prosiguió —Para responder al interrogante de cómo repartiríamos todo lo
que hay entre todos los que son, en el supuesto de que el universo no sea finito, ¿a
cuánto tocamos cada uno de ese todo? Ya sabéis que la respuesta puede ser a uno,
a dos, a tres cuartos, a nada para todos o a todo para cada uno, porque de todas
ellas hemos puesto ejemplos. Hay que calcular el límite cuando la cantidad la
podamos hacer tan grande como queramos.
   Apagó la tiza aplastándola contra la pizarra y terminó ante sus boquiabiertos
alumnos, dando la espalda al Cristo:
   —Porque amigos, cuando tengamos un cociente indeterminado no hay que mirar
al cielo y esperar respuestas, hay que hacer los cálculos necesarios, paso a paso,
para resolver este tipo de indeterminaciones y eso os vale para la vida en general.
¿Alguna duda?
                                                                    Holbein el joven




   Se oyen carcajadas en la habitación continua, un olor a perfume estéril se desliza
bajo la puerta. Nadie entiende porque las nebulosas no son más que cataratas en
puro declive de lágrimas subyugadas. Estas risas aun persisten, los duendes han
encontrado una morada en la infinitésima parte de este sueño. Alguien espera
romper las cadenas, aun en la habitación la frialdad de los gestos pretenden emular
la distancia de unos poetas que deambulan entre el estiércol y la cruel verdad de lo
inusual. Es tarde, debemos partir, aun estas manos extendidas pretenden resarcir
todo el dolor de sus vástagos.
   Quisiera no oír más estas carcajadas, pero son endémicas, son el lastre de
millares de ojos rebuscando en el olvido inicuo de esos labios reventados.
   Es tarde, ya lo se, me lo ha confirmado esa luz vertical que ahuyenta a los
transeúntes, que se mofa de los intelectuales. No pretendo huir, las luciérnagas
alumbraran el sendero, ya es la hora, ven toca mi alma, no hay un lugar más hostil
que el olvido
                                                                       Fausto Aybar
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

   Se levanto temprano aquella mañana, que parecía ser cálida. Salió con la habitual
serenidad,camino a través de la feria sintiendo los olores que impregnaban el aire.
   Se podía oír ya desde lejos los gritos de los vendedores. Los árboles estaban
florecidos y las ventanas cubiertas del colorido de las macetas cubiertas de
flores.Una pequeña fuente dejaba sentir el ruido del agua caer casi… casi como un
adagio.Tenía los cabellos atados y anteojos de sol, llevaba puesta una remera
blanca, unos jeans y zapatillas también blancas. Una cartera cruzaba su torso,
llevaba además una bella sonrisa.
   Llegó al lugar del encuentro y se detuvo por un instante con las manos en los
bolsillos, lo miró desde una distancia no muy cercana con la certeza que en
cualquier momento la vería.Comenzó a soplar una dulce brisa, él se lleno de una
sensación maravillosa, giro su cabeza y un brillo lo atrapo cuando la vio. El tiempo
se detuvo por algunos instantes, instantes interminables… y él le sonrió. Desde
siempre pensó que aceptar el destino pertenecía solo a uno mismo, se levantó, abrió
sus brazos y el tiempo del acercamiento aparecía, un largo silencio amoroso
desapareció en aquel abrazo
                                                                           Civetta




   Aves. Me despertaron las aves. Zorzales, calandrias, gorriones, gaviotas,
avutardas, chotacabras, ruiseñores, cóndores, teros, urracas, gavilanes, halcones,
torcazas, microscopios, gansos, lechuzas, locomotoras, cardenales, golondrinas,
palomas, pianos, aguiluchos, faisanes, colchones, elefantes, búhos, retro
escavadoras, el pato Donald… por cierto, demoro un poco en despertar
completamente.
                                                               Guillermo Iglesias
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




                             La última vez que se leyó
                             Despertó conciencias. De
Tras la pelota corriendo    Eso hace ya algunos años.
Los niños están jugando,                    L. Cuevas
Del mongolito burlando
Y de su lado huyendo.
Juegan alegres riendo,
Una y otra vez chutando,
Más a él le están dañando
Pero no lo están sintiendo.
¿Pues como jugar con él
Si tan tonto y torpe es?
Perderíamos tiempo ¿verdad?
¡Pobre sonrisa triste
Que para ellos no existe
Ni le tienen caridad¡
Peinado con ralla al lado,
Con traje blanco vistiendo,
Al lado, el padre, leyendo,
Un poquillo separado.
Ni siquiera le ha mirado,
Tampoco lo está atendiendo
Y eso que le está diciendo
¡me encuentro desamparado¡
Solo, sentado en el banco,
Con su mirar claro y franco,
Pasa las horas del día,            Y a una persona le dio¡               Mas el niño ni cuenta se daba,
Y ya casi anocheciendo             ¡Papá¡ ¿Quieres jugar tú?             Jugando tras el balón contento;
Se pone en pie sonriendo           Con su lengua de trapo invitaba       No cesaba de chutar ni un momento
Pues se acerca compañía.           A su papá que, indiferente,           Y cada vez, con más alegría saltaba.
Se le acerca un forastero          Jamás con él fue consecuente          El padre, sonriente le miraba
Y al “peque” queda mirando         Y más bien, molesto, lo esquivaba.    Y dándose cuenta del portento,
Con su mano acariciando            Con brío el niño de su mano tiraba    Mil gracias, en alas del viento,
Cual alegre mensajero.             ¡juega, papá¡ pedía suplicante,       A lo alto del cielo a Dios enviaba.
Le habla con amor el viajero       Pero nunca llegaba aquel instante     Asió fuerte al niño de la mano
Y el niño, sus manitas alargando   Y es que su padre jamás lo deseaba.   Y dijote muy alegre y ufano:
Como a jugar invitando,            Miróle el Forastero con fijeza        Solo ¡jamás volverás a estar¡
Le sonríe plañidero.               Reprobándole su dureza                Pues gracias al Forastero
¿No hay quien juegue contigo?      Y aquella mirada le venció.           Mi hijo tiene un compañero
¡Pues vas a jugar conmigo¡         Mil reproches en un momento           Con el que siempre jugar.
¡Lo pasaremos muy bien¡            Llenaron al hombre de sentimiento     Al hijo en sus brazos alzaba,
Volvió con una pelota              Y su mirada al suelo bajó.            Dando, alegre, vueltas alrededor
Chutando una vez tras otra:        Muy triste y arrepentido              Al tiempo que un resplandor
¿Quién más quiere jugar, quién?    Con gran pesar lloró;                 Rasgando las nubes, asomaba.
Hacia ellos otro niño se acercó    El mongolito le miró                  Y cuanto más vueltas daba
Y así jugaron los tres,            Al tiempo entristecido.               Abrazando a su hijo con amor,
Le dio a veces un traspiés         Con un beso agradecido                Veía la imagen de Dios
Pero nadie le riñó.                Las lágrimas le secó                  Cuando, el niño, feliz, le miraba.
Agradecido se sonrió               Y su padre sonrió                     Y más y más vueltas dando,
Chutó una y otra vez               Habiéndole comprendido.               Con sonrisas y llorando,
Y sin saber el porqué              Con él se puso a jugar                A un tiempo iba diciendo:
Al Forastero abrazó.               ¡y que extraño, del lugar             “¡Gracias, Dios mío, por la lección
Dióle un beso en la mejilla        Ni rastro del Forastero¡              Pues nada tiene comparación
De una forma muy sencilla          ¿Dónde están los que jugando          Con ver a mi hijo riendo¡”
En señal de gratitud.              Te estaban a ti enseñando?                        Luis Cuevas López
¡La pelota se escapó               ¿Dónde está tu compañero?
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010


                                                Mi Niño Dios que has nacido
                                                en el portal de Belén,
                                                por la noche adormecido,
                                                una rosa y un clavel
                                                que cantan con un suspiro
                                                tan dulce como la miel.
                                                Y, ¡que suenen las campanas,
                                                que ha nacido el Redentor!,
                                                ¡campesinos, cortesanas,
                                                reyes, estrellas y sol!,
                                                todos unidos proclaman
                                                la llegada del Señor.
                                                ¿Qué te puedo regalar?,
                                                si eres como el firmamento,
                                                tan grande para llorar,
                                                tan pobre como un lamento,
                                                importante como el mar,
                                                tan intenso como el viento.
                                                Rey de reyes chiquitito
                                                blanco como una azucena,
                                                ¡qué retrato más bonito
Hay colores que recuerdan amores.               al llegar la Nochebuena!,
Si, como aquellos con los que he amado.         entre pajas y granizo,
Hay colores que transmiten dolores.             hielo, frío y luna llena,
Son como aquellos por los que he llorado        en un pesebre bendito
Tu pelo, reluciente como el oro .               nace un Rey lleno de pena.
Tu boca, roja y dulce como miel ,
blanca, amorosa y nívea tu piel;                ¿Qué te puedo regalar?
son los colores que de ti atesoro .             si tú eres un lucero,
                                                paz, amor y realidad
Hay colores que te llenan de rabia.             como un mensaje en el cielo.
Esos que a tu vida cambian matiz…               Que ha llegado Navidad
Cuando la tarde se pintó de gris                y mis manos son de hielo,
donde te perdí en tormenta de sabbia.*          ¿qué te puedo regalar?,
Pero también , hay muy bellos colores           sino pobrezas y miedo.
que te atrapan en fluidos hipocampos ,
como esos que reivindican temores;              Ten piedad Niño Jesús
otros en los que corres contra campos;          de inocentes que te piden
esos de gentes que sufren el hambre;            paz, amor, dulzura y luz,
que mueren en las panchinas* sin techos         y que nunca se te olvide
por el desdén, la ignorancia del hombre,        que imperfectos somos cruz,
por la injusticia del tiempo maltrecho.         esa cruz en la que mueres,
                                                y con perfecta quietud
Esos que a niños roban inocencia,               tu destino no detienes.
los que ven la gente del tercer mundo;
por culpa de los grandes sin conciencia         Ten piedad mi Niño lindo
que los hacen vivir cual vagabundos.            de los que sienten tristeza,
Hay colores llenos de iniquidad,                que necesitan cariño,
fiestas , adulación y consumismo;               dulzuras, sol y belleza.
son los colores de la navidad                   Niño vestido de armiño
de gente sin escrúpulos ni altruismo.           dando ejemplo de pobreza,
Hay colores sin árbol de regalos,               ¡venid a adorar al Niño!
con luz en los ojos, buen corazón               coronando a su cabeza,
y en el alma hay colores de intervalos          entre pajas me arrodillo
regalan manjar por buena razón.                 ante toda tu grandeza.
Agrega un puesto más a tu mesa                  ¿Qué te puedo regalar?,
y dale abrigo , comida y ternura                yo solo te puedo amar.
si, porque tú eres don y fortaleza
y el pobre es JESUS que piedad murmura.                          Maria del Mar
                          Mirqueya Columna
                          Reservados derechos
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

Caminando hacia Belen                       Van y viene por las calles,
arreciitos de frio                          niños portando juguetes,
van San José y la virgen                    todos, todos van riendo
sin el niño, que aun no ha nacido.          felices y muy contentos,
                                            mientras Ramsés sólo mira
No tiene donde parir                        un juguete obsoleto;
ni un médico a su lado                      que patean los gendarmes
lo unico que consiguieron                   que va rodando en el suelo.
fue éste un humilde establo.                se acerca ya las doce,
                                            la hora del nacimiento
No me metas más prisa                       del niño Jesús en un establo,
no me hables de futuro                      pues el nació como pobre
no puedo llevarte en coche                  siendo el Rey del Cielo,
solo puedo llevarte en burro.               hoy van muchos por las calles
                                            van llevando sus panteones
A las doce de la noche                      Todos van pensando en chocolate,
nace un rubio y hermoso niño                en los sándwich de pavo,
viene a salvar al mundo                     y el sólo esta pidiendo
el pequeño que ha nacido.                   un pan por pavor…
La estrella que los ha guiado               que tengo hambre tengo frío.
avisa a los pastores,                       Por fin se conduele una pobre,
ha nacido el niño de Dios                   que limosnas a conseguido
el redentor de los hombres.                 le deja unas monedas…
                                            unos pancitos duros,
En el portal se reunen                      el recoge a su pecho
numerosos pastorcillos                      pero luego rueda por el suelo,
para traerle al niño                        al verlo gritan sus amigos,
ropa y algunos panecillos.                  se fue, ¡ Ramsés se ha ido!
                                            comamos nosotros su pan
Dos mil años han pasado                     llorando y llorando se quedaron dormidos.
y dicen que fue verdad                      Suenan las doce de la noche
desde entonces se celebra                   y unos ebrios empedernidos,
el dia de navidad.                          con la cerveza en la mano,
                             Mayka          cantan a grandes voces
                                            ¡ Esta noche es noche buena.
                                            a celebrarlos amigos!
                                            Mientras en el suelo yace
                                            un niño muerto de hambre y frío.
                                            La verdadera navidad se celebra
                                            cuando Jesús ha nacido
                                            en el corazón del hombre
                                            y se comparte con todos
                                            lo el te ha bendecido.
                                                                      Adita: HADITA

                                     Caes desde el fondo de tus ojos
                                     como sutil gota que, impasible,
                                     se detiene ante mi ávida mirada.
                                     Caes desde la nieve, palpitando
                                     corazones que huyen de todo
                                     y que a todo se enfrentan por un beso.
                                     Caen ante mí, ¡oh, fugaces quimeras!
                                     tus espacios, tus leyes,ed
                                     una lágrima que, herida, sabe de destierros
                                     y, a lo lejos, tu última palabra;
                                     caen desde el centro de tu pecho enmudecido
                                     sobre frutales que pronto tornaran al fruto,
                                     sobre la tierra que se expande en barros
                                     y que se llevará el tiempo en memorias perdidas.
                                     Caes desde mí, desde el infinito
                                     horizonte que me aterra,
                                     desde la calle que me mira con ojos infelices.
                                     Caes y así empapas mis besos
                                     en posición de espera para siempre.
                                                                         José Cercas
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




   Levanté la mirada y caí rendida de desolación. Cuán grande era la casa, con sus
habitaciones desnudas y húmedas por donde corría el viento frío de la tarde de agosto.
   Un agosto ventoso y huraño.
   Pensé, no sé porqué, en mi amigo Antonio, que estaría - seguramente - aguardando las
campanadas de las cinco de la tarde para ir a misa, y salir luego de ella, a las siete, entre los
empujones de la gente apurada; distraído él, con los ojos marcados por profundas ojeras, se
dejaría empujar. Pobre...
   Nada podía hacer ya Antonio; los oficios religiosos no le servían, sin embargo prefería el olor
a incienso de la iglesia, que le producía un modo distinto de tristeza a aquella otra, tan bien
conocida desde sus veinte años (ahora tenía treinta y cuatro), aquella tristeza que le hacía
reclinar su cabeza sobre el respaldo del sofá, mientras Frank Sinatra cantaba “A mi manera”, y
un hilo de conversación, entre él y su propio yo, se apagaba en el momento de encender un
cigarrillo.
   Sonó el timbre.
   Era Consuelo, con su crisis de asma. Parecía una aparición frente al portón de mi casa.
   Un estornino amarilláceo que la escuchó estornudar levantó el vuelo hacia el cielo; deseé
entonces (siempre he sentido una profunda aflicción por los asmáticos) que los pulmones
atormentados por la asfixia de mi pobre amiga se liberaran, y su carga fuera llevada por aquel
pájaro que partía, aleteando con fuerza y vitalidad, hacia la claridad del firmamento.
   La hice entrar. Y me contó. Y se sabe que contar es reunir los muebles ajados de la casa, el
polvo de los pedestales, el desaparecimiento del repartidor de gas, la humedad de la tarde, los
ácaros de las gavetas, la pérdida de los biblioratos, todo, en suma, en un suspiro largo, que de
por sí lo dice todo. ¿No es cierto, acaso?
   Ah..., le dije tomándole de las manos, que estaban frías. Caminamos.
   Le comenté que la semana pasada había sufrido un nuevo ataque de melancolía.
   Los ataques suelen ser terribles. Pareciera que la enfermedad bajara hasta mí desde la
rama pálida del jazminero que crece junto a mi ventana; peor aún, pareciera que la misma
rama se metiera en mi interior; suelo sentir cómo caen de mi boca aquellos jazmines salivosos
las veces que hablo. Hablo para quejarme, sin saber qué me duele, ni dónde, aunque me duele
y mucho.
  Ay, vivo tan sola. Cuando enfermo no está nadie en la casa para prepararme un té de
chamomilla o tilo, ni para decirme que quizás estoy exagerando, ni para prometerme que ya
pasará este ruido molesto de puertas que se abren, rechinantes, en mi interior, aunque no hay
modo de cerrarlas pues se sabe que ellas obedecen a los espíritus rebeldes.
   Por las puertas abiertas entra no solamente la lluvia, con un olor a sal de alta mar, sino las
formas delgadas de algunas personas a quienes no conozco y que me observan con
atrevimiento; ellas ven en mi melancolía la asquerosa figura de un araña; me es tan fácil
darme cuenta de que aquellas personas sienten temor de mí, pero allí están, embelesadas con
mi estado melancólico que avanza sobre sus patas peludas (sus pobres y horribles patas de
arácnido) en una enloquecida huida hacia cualquier parte, porque, insecto al fin, la observación
de tantos ojos humanos moviliza su instinto de conservación, su pánico a los zapatillazos...
   Consuelo notó mi abatimiento. Ya se sabe que dos personas tristes no hacen más que
mirarse y suspirar por lo mucho que se entienden y lo poco que pueden hacer el uno por el
otro.
   - Te queda bonito ese rouge purpurino. Y esa blusa celeste combina con tus zuecos, porque
los corchos... - me dijo, y había en su voz aquel sonido de violín que subía de tono o se
languidecía según el nerviosismo con que el arco hacía vibrar las cuerdas.
  Ah... la obra de arte de sus pobres bronquios.
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    Hace tiempo se me había ocurrido una idea. Y se la comenté.
    Mis amigos, marcados por la depresión o la melancolía, solían aparecer por mi casa con
frecuencia. Formaría el club de los melancólicos, entonces. La decisión estaba echada.
    Los requisitos, exagerados desde luego, los escribí en un papel que guardé dentro de una
carpeta. Estas extravagancias (¿o debo decir locuras?) se me ocurrieron: Amar el arte en
cualquiera de sus expresiones. Concebir la vida como un disgusto, un desaire, un piano de
cola que cargamos sobre las espaldas a donde quiera que vayamos, sea lluvioso o húmedo el
estado atmosférico; entender la perra vida como una forma de existir donde el suicidio podría
considerarse, un domingo, a la hora cinco, como una oportunidad de escape. Esquivar a los
felices, que suelen hacer la existencia imposible con sus chistes groseros y sus risas que
ruedan como pelotas de tenis hasta nuestros pies. Resumir el mundo en la forma de un tren
de infinito viaje, sin posibilidad de bajarse en alguna estación, con un paisaje a propósito de
un tren para suicidas: un sol negro alumbrando los cactus de brazos deformados y los cuervos
volando encima de un silo abandonado y oscuro del cual el pueblo, superticioso, prefería no
hablar.
    Consuelo se entusiasmó con la idea.
    - Estás loca, pero nunca dudé de tu genialidad - dijo.
    El club se formó como se forma cualquier club.
    Cada sábado, la casa se convertía en el refugio perfecto de mis amigos.
    Caían a las cinco en punto. Antonio hablaba y no paraba, y todos los escuchábamos en
silencio, o sea, en estado de rendición. A mí, no sé por qué, se me presentaban en la mente
hongos gigantes y una fila de hormigas rojas que el viento de la calle no conseguía barrer,
cuando él hablaba. Antonio iba secando el sudor de su frente con un pañuelo de satén, y eso
le daba, por momentos, cierta importancia de catedrático o de pastor anglicano, aunque la
realidad es que sólo hablaba y hablaba, tapiándonos. Pero cierta vez, en el punto más
desordenado de su perorata, dijo algo que nos emocionó: “Algún día seremos felices. Se los
aseguro”.
   Felicitas, de cara redonda y blanca, levantaba la mano a menudo pidiendo turno para
hablar; su ansiedad provocaba un descontento generalizado dentro de los miembros del club;
ella no les hacía caso (no podía hacerles caso, mas bien) y allí estaba, dale que dale,
contando, mientras se comía las uñas, que quería un novio para espantar su soledad. El novio
no aparecía, decía, porque su imagen de artista plástica impresionaba a los caballeros
acostumbrados a tratar con las mujeres simples, tranquilas, de maquillaje tupido y faldas muy
cortas, que tenían en la cabeza la idea de una sola aspirina para encarar el mundo.
   “Tomo alprazolán tres veces al día con agua carbonatada; la mitad de la angustia se me va
con el medicamento”, decía, y nos miraba durante un largo rato a los ojos como pidiendo
absolución. Casi todos los integrantes del club consumíamos medicina de receta controlada
pero no nos atrevíamos a contarlo. ¿Temor a qué? No lo sé.
   - Te quedarás solterona - le decía Margarita, con el orgullo de su cutis de loza y la liviandad
de su cabellera rubiácea; un gajo de su cabello espinoso usaba para pasarlo a menudo por su
largo cuello. Tic nervioso. Margarita hacía terapia con un sicólogo, sin resultado, porque casi
todas las entrevistas pasaban por un juego de seducción. Pero ¿por qué iba con vestidos de
profundo escote y un despilfarro de perfume en sus axilas a las sesiones sabiendo a lo que se
exponía? Los sicólogos y psiquiatras suelen enamorarse a menudo de sus pacientes. Eso se
dice.
   Santiago, alto, con bigote breve, poeta de los raros, ya llevaba veinte años en la
melancolía. Era adicto a la cafeína. Abriendo y cerrando con cuidado las puertas de las gavetas
de mi cocina, se preparaba una jarra de café, apenas llegaba. Y luego, ligeramente eufórico,
se presentaba en la sala, se sentaba en su butaca preferida, la de respaldo con forma de
exágono. Al rato prendía un cigarrillo y leía una obra literaria.
   Cuando leía su poema, los demás empezaban a hablar en voz baja. Esas impertinencias,
esos cuchicheos, ese zumbido de abejorros eran un desacato a las reglas y me disgustaban
bastante. Una tarde de filosa llovizna, Santiago leyó un soneto alejandrino dedicado a Van
Gogh; cuchicheaban los miembros del club, y era tal el desorden, que me largué a llorar.
   El sábado siguiente nos sorprendió con el silencio.
   Estoy buscando que madure un poema dedicado a los cocuyos. No tengo nada para hoy; lo
siento - dijo. Y nos quedamos mirándonos absortos. Como sea, extrañábamos su figura alta
inclinándose en un acto de reverencia ante cada rima de su poesía.
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  En fin; las cosas caminaban solas. Creo que fuimos progresando.
   Empezamos a buscar la manera de ser razonables. Covenimos en que un tiempo no mayor
de veinte minutos era más que suficiente para las exposiciones.
   Consuelo vino contenta un día. “Se me pasó el asma”, dijo. Y agregó: “La fraternidad del
ambiente ha hecho un milagro sobre mis bronquios. Estoy curada. Adiós a la cortisona, a la
efedrina y a las sesiones de inhalación de sustancias volátiles”. Nunca más apareció. La
aguardábamos sábado tras sábado; sonaba el timbre, nos apiñábamos junto a la ventana
sacando las cabezas, y no, no era ella, sino otro miembro del club.
   Ah... la ingratitud de los melancólicos.
   Juan, de mirada sombría y uñas largas, nos sorprendió durante una sesión comentándonos
que prefería la compañía de los gatos a la de una mujer. Era buen mozo y ganaba algo de
dinero vendiendo pinturas de peces, de limazas y de cámbaros, cada domingo, frente a los
portones de la gente rica.
   Se sabe cómo funciona la operación o la venta: el artista, vestido de indigencia, pasea con
sus obras por las veredas de los millonarios, y ellos, seducidos por los colores refulgentes de
la pintura, compran los cuadros sin pensar.
   - No; yo no me caso - suspiró Juan.
   - No es bueno que el hombre esté solo - dijo Felicitas, quien estaba secretamente
enamorada de él. Su voz tenía la emoción del escándalo.
   - Pero yo no estoy solo; tengo a mis gatos. Son todos tan hábiles. No hacen más que
aguardarme pacientemente cuando salgo a la calle en busca de dinero. Y me reciben con sus
artes y sus maneras milenarias que yo sólo sé corresponder con un largo silbido - respondió.
   Sin embargo, a partir de ese día, Juan empezó a observar a Felicitas con más claridad. Eso
lo descubrió el club al instante. Sus ojos se posaban a menudo en su blusa transparente bajo
la cual sus senos se mantenían muy apretados dentro de unos corpiños negros.
   Una tarde los vimos llegar juntos. Y tomados de la mano. Y era que llegaban y no llegaban
porque se echaban chistes y bromas y otros cuentos que los desternillaban de risa;
demoraban una eternidad sus pasos para observarse mejor y pincharse.
   El hecho, mejor dicho el noviazgo, ameritaba un ágape, brindis. Así lo decidimos.
   Y el brindis se organizó solo. Aparecieron las palomitas de maíz, el olor de las papas
freídas, el calor de las empanadas recalentadas, los tragos de gaseosas, los helados que
Antonio fue a comprar de la esquina con una sonrisa fresca en el rostro. Nos divertimos tanto.
   Los novios estaban radiantes. Y yo estaba feliz. Me ponía de buen humor que se amaran,
así, a su manera. Ella reclinaba su cabeza sobre los hombros de Juan, y él se entretenía con
sus cabellos.
   A veces se besaban en la boca. Y entonces todos jugábamos a que volvíamos
inmediatamente las caras hacia otro lado, para escondernos de aquellas escenas atrevidas.
   Ah..., qué diversiones de niños, aquellas.
   El noviazgo de Juan y Felicitas era un logro, una orquídea florecida repentinamente en un
tronco amenazado por las plantas biofritas, el mejor puntaje del club de los melancólicos.
   Pero hubo otra sorpresa.
   Antonio y Margarita cayeron un sábado, media hora después de las cinco, con la novedad
de que deseaban casarse.
   - ¿Cómo? - dijimos.
   Ellos se abrazaron fuertemente por toda explicación.
   Alguien fumó y tosió aparatosamente. Yo quise hacer un análisis de la situación, magnífica,
ciertamente, pero compleja e inesperada desde el sentido común, pues respondíamos a una
mentalidad, a un perfil sicológico, rasgados por la angustia y la neurosis. Pero preferí callar.
La melancolía era, por lo visto, una caja de pandora.
   Ah... Margarita empezó a moverse al compás del tema musical “Imagine” de los Beatles. Se
veía feliz y bella y sobre todo triunfante. Arrojó su gorra con visera azul sobre una rinconera.
Fue abriendo su blusa a rayas, botón por botón. Pasó varias veces su mano larga y blanca por
su vientre, y como por arte de magia, la forma de la criatura, su hijo escondido bajo la faja
desenrollada lentamente, reveló un embarazo de tres o cuatro meses.
   “Ah...”, dijimos todos. Y nos entró un sentimiento inexplicable.
   Un niño se añadía a nuestras vidas.
   Y éramos sus padres y sus madres.
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   A la noche, Consuelo me llamó. Otra vez le habían vuelto los pitidos. De nuevo sus
bronquios se llenaban de mucosidades. Había un estornino en sus pulmones.
   Algo parecido al miedo agitó mi corazón.
   No sabía qué decirle. No le iría a contar, por supuesto, que en los últimos tiempos me
hallaba recuperada. Eso sería una descortesía.
   - Vuelve a las reuniones - le aconsejé.
   Un sí, una aceptación suya que sonaba al piar lastimero de un gorrión caído de su nido, oí
del otro lado del tubo.
   El sábado siguiente un clima de armonía iba y venía por las paredes de la sala.
   Santiago leyó un soneto de su creación. Y lo aplaudimos aunque no nos agradaron esos
endecasílabos suyos que cabalgaban sin musicalidad, pasando del trote a la estampida. Pero
fue él mismo, quien oyéndose, cayó en la cuenta de la falta, del imperdonable error, pues dijo:
¡Qué desastre!
   A veces pensaba que debía tomarme una vacación, ir a algún sitio donde el clima fuera
beneficioso para las grandes fumadoras como yo. Pero no. Acababa quedándome en la casa, y
hacía como que no me quedaba, los sábados, cuando los miembros del club tocaban
desesperadamente el timbre una y otra vez.
   Solía escucharlos.
   “Se habrá pegado un tiro”.
   “No digas eso”
   “Deberíamos llamar a la policía”.
   Y no; no llamaban a la policía, por suerte.
   Sábado tras sábado, allí estaban, insistentes cual llovizna callejera. Cuando llovía, se
metían debajo de sus paraguas negros; eran nuevas aves oscuras engendradas por esta
naturaleza anárquica marcada por la contaminación de la atmósfera y el
gran agujero de la capa de ozono.
   Me enloquecían con los continuos timbrazos. Una tarde no pude más
y abrí la puerta. Entraron. No me dijeron nada. Comprendieron mi
conflicto. Este es el estilo de gente como nosotros en cualquier trato.
   Ahora faltan diez minutos para que ellos lleguen.
   Debo estar hermosa esta tarde porque me sacarán una fotografía
para colgarla luego en la pared de piedras de jade de la chimenea. Un
color especial, cuando las leñas son consumidas lentamente por el
fuego, se va desplazando (casi con vida, pareciera) por la chimenea
ecológica. De hecho, ella es algo así como el sitio de Dios en mi casa.
   El epígrafe lo escribí yo misma y será leído por Santiago cuando se
descubra oficialmente la foto: Guadalupe Sánchez, Presidenta del
Primer Club de los Melancólicos.
                                                                              Delfina Acosta


       En banco verde sobre el pavimento
        y en maceta de flores despintada
         la cabeza de un niño reclinada
       revuelve con dolor su pensamiento.
       La infancia duerme sobre la gastada
       promesa que se pierde con el viento
       dormido sobre alfombra de lamento
      con sueños que al final no le dan nada.
          Aquel pequeño niño con acento
       inocente, en la inmensa madrugada,
           resigna su actitud desesperada
       reteniendo el dolor, calla el lamento.
       ¡La lágrima, la estrella del momento!
        En un presentimiento, la conciencia
          reclina su fatal triste presencia,
       en la ausencia de amor y desengaños
      que la vida, fraguó en sus tiernos años,
         en el débil crisol, de su inocencia.
                       Gallardo Chambonnet
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

                                                Llegaste al ocaso
                                                de mi vida como el amparo,
Estáis vivos cuando vuestras obras              del fuego ardiente que tenazmente
Son como campanitas que anuncian                alumbraba los escombros
Un amanecer lleno de amor.                      de un corazón en reparo,
Estáis muertos cuando vuestras obras            que para sanar te esperaba.
son obstáculos que dificultan tu andar.
                                                Llegaste cuando las líneas
La vida y la muerte siguen nuestros pasos       en mi frente anuncian el paraíso
Con cánticos alegres o tristes melodías,        ¡Mas no importa!
Completando así el destino de los seres.        Mis años en otoño
Algunos fueron éxitos vestidos de fracasos      gozan de tu primavera.
y otros fracasos que brillaron como éxitos.
                                                Llegaste tarde a mi vida
La persona extraordinaria es humilde,           porque Dios así lo quiso
va dejando huellas de sabia pobreza,            y fue para dedicarte mi vida entera.
Siembra en la verdad los frutos del hambre.
Amigos del mundo que dan esperanzas,            La existencia que me queda
Aun que la desesperanza nuble el camino.        rebosará de amor y alegría.
                                                Mucha paz y ternura me espera
Personas extraordinarias que dan amor           para gozar en tu compañía.
A pesar de tener su sabia escasamente.
Alientan a otros a seguir adelante,             Y si parto primero a la eterna vida,
Mientras ellos mismos están detenidos           mientras llegas
En busca de un nuevo horizonte…                 levantaré nuestro regazo;
                                                para seguirnos amando
Si acaso tropezáis con estas personas,          en la tierra prometida
Tiéndeles tu mano pues son ángeles caídos.      donde te recibiré
Cobíjalos en tu corazón y ya no estarás solo.   con un beso y un abrazo.
Restaura sus heridas y alimenta su cuerpo
que tu alma agradecerá el tibio gesto.                             Amauri Mayorga
Hay muchos que ofrecen ayuda,
Mas nunca concretan sus obras planeadas,
Se engañan a sí mismos dicen ser nobles,
Comparten las sobras que no quieren usar,
Son Mortales que creen en la inmortalidad.        ¡Blanco papel! Tú me matas,
                                                  casto color que tortura,
Los motivos para ayudar son nobles,               cuando muestras mi amargura
Pero muchos se encienden solo por un día.         mis sentimientos delatas.
Luego se apagan no se pueden mantener.
Ayudar es participar con sabiduría,               ¡Albo matiz!... Que me retas
Para que las obras tengan sostenibilidad.         cuando las musas ausentes,
                                                  diezman pasiones dolientes
Las personas extraordinarias viven solas,         que son llantos de poetas.
Ayudan a sus semejantes y callan sus obras.
Son ángeles humanos que cuidan de los demás,      Venzo mi dolor,... y escribo,
Como raíz del vida construyen cimientes,          mancillo, y al folio ultrajo,
Son verdaderos héroes en la necesidad.            verso que será legajo
                                                  de todo lo que percibo...
                   IVAN CARRASCO AKIYAMA
                                                  ¡Tú! folio! que al fin vencido
                                                  pierdes toda tu blancura,
                                                  el trazo de mi escritura
                                                  os contará lo vivido.
                                                          ©Roberto Santamaría
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010




                     C e r t a m e n d e Na vi d a d 2 0 0 9
                                          Ga n a d o r e s
                                          *
Cien casitas de rústico diseño            *Hoy *
balcones simulados entre flores,          *de nuevo *
de papel ilusión de mil colores,          *llega Navidad.*
para darle ese brillo navideño.           *Un íntimo regocijo *
                                          *florece anhelante en el alma *
De papel ilusión de mil colores           *y feliz se desborda a borbollones,*
como eran nuestros sueños infantiles, *cual si fuera un cristalino manantial,*
sencillos, pequeños y pueriles,           *que se riega por el paisaje y se acrecienta *
un tropel de ternuras y candores          *con la calidez infinita de nuestro corazón.*
Sencillos, pequeños y pueriles            *La ilusión renace como esperanza *
anhelos que el pesebre recogía            *en el espíritu perenne del tiempo *
y en el alma de niña percibía,            *Es la Navidad *
los ángeles sonriéndome gentiles.         *La alegría es campana *
                                          *que resuena, sencilla y delirante.*
Y en el alma de niña percibía             *Sonora y festiva melodía que acompaña,*
que el amor de Jesús era infinito         *los villancicos y canciones que entonamos *
y ese niño de yeso dormidito,             *a la espera de la natividad del divino niño Dios.*
me llenó para siempre de alegría          *Cuántos recuerdos de niñez se visten de melancolía *
                                          *regresan con la nostalgia del tiempo que se fue,*
Y ese niño de yeso dormidito              *invaden lo recóndito del alma que risueña,*
recuerdo inolvidable de la infancia,      *se refugia en la evocación.*
conserva de mi ayer, sutil fragancia,     *Es la Navidad *
nostalgia del hogar, amor bendito         *noche de paz *
                                          *noche de amor *
                       Martha Senovia *Noche eterna *
                                          *con su magia *
                                          *y cristiandad *
                                          *Y en esta Navidad de alegría sin igual *
                                          *que sean nuestros sueños hermosa realidad *
                                          *para el año que se acerca nos traiga mucha paz.*
Me seduces Navidad con tu alegría         *********************************************

aunque esté mi corazón,                                                          Martha Senovia Velásquez
hecho pedazos,
más el hechizo divino me arrebata,
la tristeza que finjo está vencida.
He dejado en el pesebre la nostalgia
escondida en la magia del paisaje
y en el árbol con sus luces tan brillantes,
las gotas de mi llanto están colgando.
Hoy que evoco el ayer, ya tan lejano
percibo junto a mí, sutil aliento
son los seres amados que se han ido,
y acompañan mis horas de añoranza,
con la luz celestial que tiene el alma.
Me abrumas Navidad y para siempre
mientras haya un recuerdo en la memoria
cada vez que llegue Nochebuena,
al altísimo una oración elevaré
                 Martha Senovia Velásquez
Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010

                                 Llegas con el invierno, perfumada de escarcha,
                                 como aquél pequeñito que nació en un portal
                                 y aterido de frío nos dejó un gran mensaje
                                 que vuelve un año y otro contigo Navidad.
                                 Pero es que ese mensaje queda en segundo plano,
                                 se nos pone en los ojos como un negro antifaz,
                                 que nos nubla la vista con el brillo de luces
                                 que engalanan las calles de toda la ciudad.
                                 Y olvidamos que hay niños que se mueren de hambre
                                 que este mundo nos trata de forma desigual,
                                 que hay guerras, injusticias, mucha gente que sufre
   Frente al árbol, cada día,    que no sabe siquiera que aquí existe la paz.
  cuando llegaba diciembre,
      me colmaba la ilusión      Hay niños que no sueñan con los tres Reyes Magos,
   esperando por los Reyes.      que no tienen regalos ni una noche especial,
   Lleno de luces y adornos      niños que como techo tienen a las estrellas
 que mi madre, dulcemente,       y que duermen pensando si podrán despertar
         lo ponía para mí
   y abajo un bello pesebre.                                          Aurora Zarco
     Así me pasé la infancia
  de Navidad tierna, alegre,
 hasta un año en que la vida
   cambió todo de repente.
    Y no estuvo en Navidad
  mi compañero de siempre.
  Fue un año terrible y duro,
     de políticas y muertes
    que por fin, al terminar,
   trajo mi paz en su cierre.
     Mas mi árbol ahí quedó
en la historia y sin juguetes,
  cuando al paso de los años
 otro hermoso tuve al frente
    para entregarle mi amor
por la criatura en mi vientre.
 Otra vez, por largo tiempo,
   parecía que era indemne
   y que en todas Navidades
      volvería alegremente
  de estrella, bolas, figuras,
    campanas y cascabeles.
    Pero así no fue tampoco
  y mi árbol no tuvo suerte,
    porque nadie en soledad
    hacer alguno se atreve.
      Él es como la familia
que a su símbolo se adhiere.         Mansamente sentada en un pollino,
                                     tras su esposo, por valles y montañas,
Pero el tiempo sigue y pasa,         va María, Jesús en las entrañas,
  como ocurre a los reveses,         ungida del propósito divino.
   pues Navidad es cada año
    y conmigo se envejece.           Puerta a puerta, con fe de peregrino,
 Entonces, nacen los nietos.         buscando compasión de almas extrañas,
     y surgen otros placeres         encuentra entre las míseras cabañas
  al ver cómo mi árbol brilla        un establo, José, junto al camino.
     en sus ojitos de nenes.
 Y ahí está, como si un mago         Ella calla. La estela de un cometa
 lo convirtiera en un duende         parado sobre el cielo de Belén
  que en mi vida apareciera          le ilumina la dulce faz inquieta
 cuando el camino no duele.          con plata de su rastro de satén.
   Diciembre llega de nuevo
   y mi árbol sigue presente         Y, sin que su inocencia niña quiebre,
       trayendo felicidad,           luz de luz, nace Dios en un pesebre.
 como fue aquel del pesebre
                   Elena Guede                                         Artesana
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  • 1.
  • 2. C o l a b o r a n: Edi t o r i a l C AIRES DE LIBERTAD omenzamos un nuevo año. 2010. Una nueva vuelta AMIGOS DE LA POESÍA de hoja del calendario, el comienzo de una nueva década. ¿Qué nos deparará? ¿Cuáles son nuestros EL MUNDO DE LA POESÍA propósitos para esta nueva etapa? N JARDÍN DE AMISTAD Y POESÍA o podemos saberlo, pero podemos saber lo que JOSXAVI nos ha traído este año que ha acabado. Hace doce meses, en nuestro sexto número, éramos precisamente L A D Y H A L C ÓN seis los foros participantes. Durante este año, hemos M I NI F I C C I O NE S doblado, y superado, ese número. Nuevas comunidades nacieron, o nos han acompañado durante un trecho de PIENSA EN VERSO este camino que atraviesa nuestro virtual paisaje POETAS MODERNOS literario. Un ir y venir de compañeros con ganas de participar, de hacer cosas, y de compartir sus frutos con POETAS UNIVERSALES el resto. Hemos crecido, y madurado. RI M A ND O S A B O R A RT Í S T I C O SOMOS POESÍA T ambién podemos anunciaros nuestros propósitos para este nuevo año. Vamos a seguir mejorando, ofreciendo a las diversas comunidades digitales la posibilidad de exponer sus mejores colaboraciones, favoreciendo el intercambio de ideas, y tendiendo un puente entre todas ellas para disfrute vuestro, y nuestro. S up l e m e nt o : DIFUSIÓN NOTICIAS DE LOS FOROS E n tercer lugar, para los amantes del microrrelato, los foros Minificciones y Sabor Artístico iniciaron hace una semana un concurso conjunto. Podéis ver las bases AQUÍ y AQUÍ. ¡Aún estáis a tiempo de participar ARTE PARA COMPARTIR para el de este mes! ¡Os esperamos! YOGA Y SALUD F inalmente, os recordamos que en breve se publicará la ; os confirmaremos la fecha exacta en cuanto nos sea 1 6 d e e ne r o , 2 0 1 0 posible, así que permanezcan conectados a nuestro Sabor Artístico - la Revista, canal. nº 18 del Foro Sabor Artístico está licenciada bajo Creative ¡ Gr a c i a s ! Y ¡ B u e n a v i d a a t o d o s ! Commons Reconocimiento - No comercial - Compartir bajo la misma licencia 3.0 Unported License. Sabor Artístico - la Revista, SABOR ARTÍSTICO, LA REVISTA nº 18 by Foro Sabor Artístico is saborartistico@hotmail.com saborartistico@gmail.com licensed under a Creative Commons Attibution - Non SABOR ARTÍSTICO, EL FORO Commercial - ShareAlike under http://saborartistico.foroespana.com/ the same 3.0 Unported License. D I RE C C I Ó N EDICIÓN Y MAQUETACIÓN E d ua r d o C o r t e s e A me l i a P r i e t o COLABORADORES: María de Lourdes González, LEONOR LEBEDINSKY Y JAVIER HERNÁNDEZ
  • 3. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Si tú quieres ser dichoso, pues debes vivir cantando, DIN-DON.DIN.DON no lo sientas doloroso mimos de algodón si tu canto no es hermoso Te subo te bajo que se logra practicando. Te arrullo en esta canción Cántale a la vida andando Lucecita de ángel y que tu canto deslumbre plumita de Dios a los que estén escuchando, Piel de terciopelo y que vivas alegrando Aroma en flor a toda la muchedumbre. En vuelo de aves A penar no te acostumbre Con suave murmullo que te llena de mentira, Te enviaron a mí deja que el canto te alumbre Y sobre mi pecho y te sientas en la cumbre Te abrazo con mimos sin llenar tu vida de ira. Llenos de emoción Canta así tu alma suspira Tierno duendecito y tu vida no es tormento, Que robas besitos Vestidos de dulces siempre a la música admira, En tu corazón de las penas te retira con ella nunca un lamento. En un cofrecito Los tienes guardados Serás libre como el viento, Con una sonrisa nunca seas mal agüero Se abren y salen que vives en sufrimiento, Mil besos buscando alegra tu pensamiento La luz de mi amor canta al igual que el jilguero. Atlantida Anita/Miriana Hoy, sumérgete en mi vida, toca mi piel, te convida Mi Dios le impone votos de pobreza, a beberla en sus contornos al hombre cuyo sino por defecto a sentirnos los bochornos. le manda con nosotros al dilecto, al pobre en su dolor y en su tristeza. De toda visión hermosa logremos el verso y prosa. Sería menester que su belleza Ven con tus pausados pasos bajara con el cejo circunspecto, sin pensar en los fracasos. si bien le sobra paño a su intelecto, él, para adoctrinar la gente, reza. Esculpe con fe las horas y dime que tú me adoras, Ustedes que no oyeron la doctrina, granujo bésame el alma no encuentran la piedad en esta vida, que deseo amarte en calma. ¿No veis que está cansada la mezquina? Nos diremos las verdades Que para procrear engendra vida tachando infidelidades, ¡Oh Madre!, Fiel mujer de fe divina, matando entonos y miedo la vida que nació, surcando herida. en ese beso que cedo. Marta Marques Maricruz Díaz
  • 4. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Una tarde de sábado, en la paz del viento y mis cabellos al azar, desperezando el aire. He doblado el pensamiento, tras la emoción de la aurora. En el ritmo de las horas, su quietud cabalística me induce a transpolar mi sombra fermentando el paso. Soy la que soy ahora, ardor y luna, brisa y roca fragmentada ciclo de algas y caracolas elevando su bullir eléctrico hasta la saliva. Mis ojos han traspasado los fotones danza sin fin en la unidad de mi cuerpo con el todo. Regreso a la luz que me germina. No hay flores más hermosas Tal vez sea así la forma de cerrar el armario que las que tus manos toca olvidarme de los bigotes de la vecina, dándoles vida y amor tus ojos de su andar clandestino y su boca manipuladora. son dos luceros hermosos He de ver la paja en mi ojo, Das amor sin que nadie lo pida el inmenso madero que he apilado al pie de la fogata iluminas mis días y mi vida que habrá de regresar a su ceniza. llevando a ella dicha y alegría con flores multicolores te entrego He creado aquello que atraviesa mi pensamiento, aquello que me hería, Mi alma mi vida y mi corazón que me helaba el cuerpo te amare toda la vida y cuando la desesperanza se ha ido, muera seguiré amándote acoge pavesa instantánea en el punto de la tarde. mi alma en tu santo seno cobijame Soy tan nueva que no me reconozco, Con tu manto sagrado dame el descanso la sonrisa se me ha volteado hacia dentro, eterno y permíteme seguir escribiendo como un camino que se despliega, para ti en este tu día te doy las gracias un abrazo que envuelve, por todo lo que me has dado sin merecerlo un costado que alberga venga lo que venga, Gracias Santa Madre Maria de Guadalupe porque en la hoguera se ha producido el milagro. Tu que esta en el cielo ruega Leticia de santos por nosotros y perdona nuestros pecados. Ocervant
  • 5. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Ya lo empecé… ayúdame a seguir… No es fácil, pero es de todos. Hay un universo de soledad y es de tantos que no conozco, y de los que si conozco. … y si nos animamos? Que no haya nadie solo en estas fiestas, que todos seamos Uno., al menos en nuestro foro, y en todos los que se dignifiquen en la realidad humana, como nuestro sentir…el sentir del Amor real. Ayudemos a los que están solos, que tal vez, seamos nosotros mismos también. No solo es un pedido… es una súplica al mismo tiempo, y el despertar de que nos necesitamos cada vez mas. Luis Introna Lloro por la vida, despacio, como lloran los árboles por una rama perdida, igual que la telaraña en los ojos de los sueños He compartido, -como niños presos en la noche el otoño de parda simetrìa, con angustia colgados de la luna llena-; la noche tàcita en la piel desnuda, el beso del viento en las caderas, despacio, como lloran los rosales, el vaho anònimo en invierno, con el color de las horas el tremor del llanto silencioso, por un soplo de estrellas el precipicio hondo de un deseo, -como el crepúsculo con piernas dobladas el verso de amor crucificado, que oyen de la hierba verde el hambre de una miga de ternura, brotar la sangre que no habla-; el bullicio remoto de los grillos, igual que un verso el rumor insomne de la carne, rompiendo las coronas de palabras, el canto triste de la lluvia, anclado en las trincheras del recuerdo, las voces en busca de tu nombre, empapado en los pañuelos de oscura tierra el polvo inerte y mudo de una muerte, y en silencio, la magnolia espesa de mi sangre, cubierto de rascacielos durmiendo; la soledad en la nieve del despecho, el reflejo congelado de un silencio, lloro, la sonrisa en el latir de un te quiero, esperando el viento extraño, la fe que sostiene mis cimientos, el regreso del reloj con puños de acero; la angostura de una lengua envenenada, despacio, con lágrimas amargas el desgarro de un amor inalcanzable, y con dulzura, la daga filosa de un desengaño, con el paso firme en el frasco de cristal tanta vida en el racimo de los labios, contenido en el último punto dèjenme ahora al menos...los sueños intactos, de la línea. después buscaré el resto de mis años... Ricardo Serna G Paloma G. castellanos
  • 6. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Apoyaba el arma en su sien izquierda. El leve contacto del caño con su piel arrebató los recuerdos de antaño; se sintió tranquila, o mejor, vaciada. Aquel dolor de estómago ancestral desapareció y su respiración fue urdiéndose ligera, suave como el terciopelo azul de sus sueños extraviados. Antes de gatillar, alzó los ojos y el cristal de la ventana, que la enfrentaba indiferente, le ofreció el rostro. Un semblante sin faz, sin rasgos, un óvulo sin límites y una mirada contundente. Creyéndose ya en los estribos fugaces de la partida, dejó caer el brazo asesino y observó. De alguna extraña manera, los rostros se sucedían vertiginosamente, reemplazándose uno al otro; a medida que atizaba el ánimo, la visión develaba múltiples imágenes: niños, jóvenes, ancianos, mujeres, hombres, cabellos, narices, cierta barba, un bigote, un par de aretes. Si parecía una maravillosa gárgola, donde habitaban, juntos y simultáneamente, todos los rostros. Y una mirada, la misma en cientos de semblantes diferentes. La mirada, un murmullo, tal vez, una agonía. La joven se acercó con esmerada lentitud a la ventana, rozó con la pulpa de sus dedos el cristal; quemaba. Inmóvil, intentó volver a descubrir las efigies en aquel punto vacío del infinito transparente. Advirtió, entonces, que sólo a cierta distancia ellas aparecían y se alejó. Algunos cuentan que Ana estuvo de pie hasta que, débil, se desplomó; otros afirman que Ana encontró la rendija que la condujo al otro lado; hay quienes aseguran a grandes voces que Ana enloqueció y que su esquizofrenia la salvó de la muerte; yo, que he oído tanto, creo que Ana tuvo que morir para comprender la semejanza entre la quimera y la paz. Lo cierto es que la jovencita nunca había planeado su muerte, aunque sabía, en lo profundo, que cuando se le hiciera insoportable cada alborada, moriría. Así es como aceptó, gustosa, la pequeña arma que su padre le hubo obsequiado, aduciendo defensa personal, y la guardó (no la escondió) en el rincón más cercano a ella: entre la cruz de Jesús y el diccionario de hechicería. Aquella noche, cuando las postreras imágenes la sorprendieron, le llevó tiempo comprender que apenas era su enfermiza imaginación que la revelaba a través de un sucio vidrio que apenas refractaba la luz amarilla del farol callejero y recogía reflejos informes. Un simple jugueteo de luces y sombras; enfureció al sentirse traicionada. Retornó, entonces, el dolor, y los recuerdos se agazaparon a su pecho. El temblor de los labios, el enrojecimiento de sus manos. Bajo un impulso inconmensurable, alzó el arma del suelo y, sin siquiera apuntar, se disparó. La bala perforó, sin embargo, la sien izquierda tan certeramente como si una aureola maléfica la hubiera circundado antes de llegar. Y cayó, de bruces en la oscuridad. Ana nunca fue hallada. Nadie escuchó el estruendo de la detonación. Se convirtió en una presunción, y por ello, es inmortal. Nadie lloró. Nadie la extrañó, ni la extraña todavía. Pero, su vida cobró sentido en su muerte: alimenta el diálogo y la pasión de quienes aún especulan sobre ella. Aunque no exista un motivo, ni un germen deslizado, ni lógica razonable, Ana es hoy una hermosa excusa para amanecer. Mónica Maud
  • 7. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Cuando caiga la noche Cerraré los ojos para soñarte y sea tu recuerdo para beber lo besos de tu boca el que habite mi cuerpo para que tus manos Cuando la luna ilumine transiten por mi cuerpo el camino de tu partida y sentir el placer Te amaré en silencio, amor de tus labios en mi piel Te amaré en silencio Te amaré en silencio, amor Cuando las estrellas Te amaré en silencio me griten tu nombre Tomaré el sueño azul que me regalaras y mis ojos para viajar hasta tu lecho se cieguen con tu imagen y cobijarme entre tus brazos Cuando el viento Besaré tu frente borre tus huellas de la arena Deslizaré mis manos y se lleve con él, el aroma de tu piel dibujando tu contorno Te amaré en silencio, amor rozaran mis labios tu pecho desnudo Te amaré en silencio ...Y... Pronunciaré tu nombre Me sentiré más sola que nunca muy por lo bajo El día mato la noche entre lagrimas y así murio mi sueño. para que no me escuchen Te amaré en silencio, amor Te amaré en silencio Partitor de la música celeste. No lo olvides nunca Que brotas toda luz de la existencia Mónica Suhurt y enjambras universos en los cielos cuajándolos de polen y de vida. Que de siempre edificas esa alianza selladora del cuerpo con el alma. Cuida de esta semilla que reviertes Creo que el paraíso está bien cerca, en la cambiante forma del camino en nuestras propias manos, y hazla senda que lleve a tu destino. tal vez en la otra esquina, Ilumínanos siempre con tu faro y nada de distancias siderales. forjador espíritu de esperanza. De todos los posibles paraísos Ayúdanos a mantenerla abierta el que más nos deslumbra y guiándonos siempre hacia tu puerta tal vez está en nosotros la palma de la mano que nos diste. y hemos de saber dónde encontrar las llaves José Francisco para abrirlo y entrar a tomar posesión del árbol de la vida. Recuerdas? Yo recuerdo la tarde en tus ojos azules. Y si sabemos, como sabemos, Sus veleros de fragua, deshojándose simples, las claves y los caminos habían atracado en tu cabello suelto, que hemos de seguir hasta encontrar cual minúsculos labios, y un sin fin de galaxias el árbol de la vida, en tu boca tenían desvestida la risa. y la cuestión parece no encerrar muchos misterios, En mis manos, en cambio, aullaban las horas ¿cómo es que somos tantos y eran sombras mis ojos hospedando temblores; los que seguimos siendo desgraciados era el miedo que suda un montón de veredas a pesar de tener aquí muy cerca donde crecen historias sobre pueblos heridos, ese gran paraíso? habitante de un mundo de pegasos enfermos. Ese es el misterio Recuerdo. que más me insomnia Yo recuerdo tus manos, y que cuando pretendo esclarecer la aridez de mis labios detenida en tu copa, me proporciona siempre la mirada del guardia, los papeles, sonidos, la doliente certeza de que el hombre y esas cosas que obligan a cubrirse los nombres, no es tan inteligente recuerdo lo más mío, lo más nuestro, como va pregonando. de lo hermosa que estabas, danzando en la memoria, mientras todos los muros trituraban mi rostro. JuanPablo cesar lucil
  • 8. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Tengo miedo de no ser benevolente de luchar por una amor incandescente de vivir sobre arenas ya movedizas De andar en llantos, cubiertos de sonrisas de andar sendas sobre paso ya vividos de callar los sentimientos ya nacidos Tengo miedo de no ver mi cruel destino de andar pérdida como anda un pobre niño de ofrecer mi mano esperando un cariño- De entregarme sin reservas ni medidas y abrir el daño que aun guardo en mis heridas de abrirme por completo a repleto pecho Y sentir la mano ingrata del desprecio tengo miedo de callar , ser una loza donde todos mis sentimientos se ahogan miedo de quedar por los años perdida Al llegar al paroxismo de la nada de hacerme insensible ,a hechos y la vida el cuerpo se estremece de dolor de perder el amor, la naturaleza por las acerbas lágrimas, Tengo miedo de andar sobre paso incierto pegadas en la piel de sus hermanos que pueda el amor hacerme sentir celos por las lenguas sin sabor de la vergüenza. de que los años me tornen egoísta Se descubre el monje la tonsurada cabeza De poder hacerme inmune, al mal ajeno y trasluces en el cuero, esputos de pensar en justo egoísmo indebido andrajosos de mentiras de no saber decir , ha tiempo te quiero como una coerción, oscura y cansada. no hacer feliz con quien viva mí destino Comprendes que las olas, son los suspiros del mar hoy este sentir es amigo, enemigo y que ya no dejan huella tus pisadas me dice que eres el regalo mas querido porque el hombre concluye su final amor deseo vivir,..Feliz contigo entre rosas rojas de metralla. Francis falcón Ya se escuchan los lamentos de las aves en murmullos alterados por el humo. Las bestias se negaron a callar y gritan sus pavuras por el valle. El hombre atenaza las entrañas de sus deudos con lascivia dibujada en la mirada. Nada puede salvar al hijo pródigo, Déjame contemplar tu mirada, malversó su heredad entre orgasmos tu mirada donde las nubes se dilatan, incoherentes. la que atraviesa el vuelo dulce de los pájaros, Huyó mi sombra del brazo del espanto bellos pájaros tristes con alas de naufragio y este saco de carne sobre huesos que regresan del frío se cansó de elegir entre el negro y el blanco. para morir tendidos en las cumbres... Déjame embriagarme con tu voz, SAFE CREATIVE 0912135109766 tu profunda voz que desgarra el espacio, que me hiere y me apacigua, tu profunda voz que hace palpitar las estrellas... Déjame enajenarme con tu esplendor para olvidar la tierra y su memoria... En tu sombra déjame dormir, reponerme cerca de tu alma. Déjame la eternidad entera la eternidad entera para quererte... Ana.M.M.N
  • 9. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 La noche es blanca y del Norte se acerca otra borrasca. La navidad de mi pueblo Espero el crepúsculo, la que recuerdan los pobres, el crepúsculo espero, esa que llora la ausencia que traiga la luz y resiste los calores, a mis ojos ciegos. entre tuscas y chañares y el calor de los mil soles, Las calles con sus estrellas pasa rozando el candor anuncian la Nochebuena, de niños cara de cobre, pero no hay villancicos que suenan, viene cantando la copla ni pastorcillos. pero ella no usa tambores, Sólo gente presurosa y embozada, usa la caja chayera y el manzano de enfrente y con el rustico acorde, de hojas peladas, lanza el lamento preciso pareciera que hiciese mofa de la invernada. junto la voz y hace acople, Los niños de mi casa formando un eco ancestral están callados. para gritar sin aprontes Y en el absoluto silencio que me rodea, el clamor de nuestra tierra sólo puedo escuchar, y el diaguita le responde el rítmico latir del alma mía desde el fondo de los tiempos en un adagio divino de armonía. como el tronco irriga el brote. La navidad de mi tierra Pura Losada entre tomillos y flores, en el crepúsculo del 21/12/2010 desde su barrio de La Milagrosa está colgada en los cerros, se yergue en suelo salobre con el aroma de albaca y un carnaval de colores. Los pesebres que se lucen en vidriera hacen capote intentar querernos con melancólico ritmo Dame la oportunidad los villancicos que se oyen Es que te amo bella flor De poder llegar a tu alma Si no hay forma de entendernos Y mi ser tendrá la calma en esta noche sagrada, ¡JAMÁS TE HABLARÉ DE AMOR! y un coro de niños pobres Al saber de tu bondad. cantarán por las esquinas Lo que siempre te repito Tendrás dicha en realidad con sus boquitas de bronce, No es capricho o terquedad En su mágico esplendor esa canción mas urgente Es la más pura verdad Más si te agobia el temor con los mágicos sabores, Pues tu afecto necesito. No sabrás de mi ambrosía, del reclamo de justicia, Tu nombre lo llevo escrito Y si lo nuestro se enfría la que calma los dolores. Aunque no podamos vernos JAMAS TE HABLARÉ DE AMOR Solo se que al conocernos Issar Ramon Aguilera No soy quién para obligarte (Corazón de Poeta) Me diste la fe perdida, Pues la unión es natural Todos los derechos reservados Y en vista que eres mi vida Más de ti no hay nada igual ¡TE PIDO INTENTAR QUERERNOS! que imposible es compararte Yo te he contado mi historia Más si nunca fuera parte Más de ti no lo se todo De tu noble corazón Pero lucho codo a codo Así sea una ilusión Para llenarte de gloria. Te seguiré recordando, Anhelo ser de tu noria Y eternamente adorando Horizonte de candor HASTA EN OTRA DIMENSIÓN. Y en razón a mi furor Si lograras comprenderme Regalarte mil albricias, Así como yo te entiendo Y si insisto en tus caricias Poco a poco irás sabiendo ES QUE TE AMO BELLA FLOR. Que sin ti no se valerme. Lo que yo siento mujer Déjame a diario perderme Probémoslo de verdad En tu mundo sin quebrantos Si hay sincera afinidad Y así existan desencantos Seré en ti un amanecer. Hoy como antes te amaré, Más con el fuego de ayer Y por siempre viviré Tendrás mil goces eternos ADMIRANDO TUS ENCANTOS! Y si hay oscuros inviernos Fidel Alcántara Lévano Trataré de resignarme, 2009-12-17 Y te prometo alejarme SI NO HAY FORMA DE ENTENDERNOS.
  • 10. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Si en nuestra vida no existiera el silencio redondo para dejar volar al alma desnuda por la órbita del pensamiento en la luz musical del espíritu, seríamos como esqueleto de mariposa moliendo vida en capullo ciego. Si no pudiéramos libar el licor sediento de la nostalgia, la lámpara del firmamento, sería como el niño sin pecho donde amamantarse Si se acallara el suspiro en la guarida Una rosa y un clavel. de ideas moribundas más valiera no haber nacido. ¿Dónde está mi gitanilla con su blanca mantilla Si el alma no huyera por las veredas del alfabeto y su carita de miel? entre la bruma y la vía alucinada de la palabra Por el campo de trigo no encontraríamos la coordenada perfecta entre las espigas se fue. para llegar hasta el polo de la nostalgia a colgar La rosa se ha secado en un copo de nube el dolor de horas antiguas. también el clavel. Si no sangrara la voz, el grito quedaría preso entre el cintillo de las ojeras que la noche reclama, Francisco Montoro invidente ante un universo minusválido. ©Reservados derechos de autor Sino fuera porque existen almas afines, deseosas de compartir en comunión la tertulia de la vida, en hojas de exilio, sería imposible emprender el viaje imaginario en barca de papel hacia el océano infinito para eternizar momentos. Sigamos prendiendo luces, escribiendo en servilletas, galopando en caballitos, bailando entre cornisas como Peter Pan y Campanita, navegantes del desierto rumbo al puerto de Poesía, anclando en el muelle del sentimiento para abrir con la llave del corazón una vez más el sagrado recinto donde los bardos, se encuentran entre papel y carboncillo. Gabriela Portal Derechos Reservados
  • 11. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Hoy me reí de mi pensamiento me dije: porque no pintar en versos y levanté mi pluma para escribir esto Me hable en la noche: porque no soñar lo posible y abrí mis ojos para buscar lo permitido Me propuse reír con el adiós y no supe deshacerme de los recuerdos Me insinúe con la lluvia y llore en susurros suspire en gemidos y admire a la luna ella, me sonreía con su aura de luz El pensamiento seguía asumiendo la verdad no quería desvanecerse por un amor Sentí la necesidad de arrancar el cielo a pedazos porque no hay otro que el de sus fotos En el andar del pensamiento, me exigí ser libre y al encontrarme con sitios lejanos del alma volví a escribir estos versos febril dejé de callar en el tintero y dejé de querer prolongar el final de un sentimiento Copyright © BETSABE Reservados todos los derechos de autor Sí supieras como late el corazón, rebosante de alegría, al escuchar tu voz, convertida en poesía. Es tu mente alucinante la que habla. Es el tiempo en su sonido que recorre y acompaña mi nostalgia y alegría. Es la dicha que me entregas en palabras, vida mía. Es arrullo soñador que camina por tu alma. Es deseo que recorre trayectorias de tu sangre, explotando en tus labios en esferas de ilusión y esperanza. Es la llama que me alcanza, con sabor de tu querer, son ternuras de tu nombre con perfume de mujer. Son tus frases, esas nubes en un cielo de emoción, bellas notas, de una mágica canción. Leonardo Sáenz Baez
  • 12. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Un ruido me despertó, me devolvió la conciencia. Había estado tirada allí quién sabe cuánto tiempo. Estaba empapada, llovía torrencialmente, los truenos hacían temblar la tierra y el cielo parecía abrirse en dos con cada relámpago. Caminé, caminé sin rumbo, sin saber adónde iba ni de dónde venía. Parecía que mi mente se había quedado vacía. Solo un fuerte aroma a cerezos permanecía en mis sentidos. ¿Qué estaba haciendo allí si me aterran las tormentas? ¿Cómo llegué hasta allí? Alguien pasó a mi lado y tendió la mano para ayudarme. No sabía quien era, pero algo me llamaba la atención en él. Colgaba en su cuello una piedrita color índigo. Tenía una mirada serena, ingenua, que me daba confianza. Los truenos y relámpagos me hacen estremecer. Les tengo pánico. Nunca, jamás, saldría en un día así. Él no pronunció una palabra, pero su mirada me transmite paz y me dejo guiar por sus pasos. Se lo ve seguro, decidido hacia donde dirigirse. En pocos pasos llegamos a un hermoso jardín lleno de cerezos, el perfume me invadía completamente. La lluvia comenzó a parar. El cielo se abrió y la tormenta se dispersó. Parecía que el haber llegado allí, hacía que todo volviera a la normalidad. Me soltó la mano y caminó hacia la casa. Yo seguí detrás de él. Me detengo frente a uno de los cerezos y ahí comencé a recordar. Las imágenes caen en mi mente como diapositivas. Una tras otra hasta formar la película completa. Estaba frente a uno de los cerezos y contemplaba todo el jardín. Me maravillaba con las flores, pajaritos, mariposas que revoloteaban a mí alrededor. Miré el cielo, el sol. Mis perros saltaban tras las mariposas, Mis hijos jugaban con la pelota. Entonces me hice una pregunta. ¿Cómo sería este mundo si Dios no existiera? Solo sentí que me desplomaba y no recuerdo más hasta que un trueno me hizo volver en sí. Cuando giré para hablarle, ya no estaba. Entonces mi hijo menor me dijo: ¿Qué te sucede mamá? Hace rato estás ahí parada inmóvil. __Nada hijo, estoy bien. ¿Dónde está el señor que vino conmigo? ___ ¿Qué señor mamá? __El que vino conmigo, mi amor. __No mami, nadie vino. “hace rato estás acá inmóvil”. Comencé a preocuparme. ¿Como podía ser que una persona se esfume así, como si nada? ¿Y mientras llovía que hacían?__ le pregunté. __Mami no llovió, me dijo. Más preocupada aún, caminé hacia la casa y al subir el primer escalón hacia la entrada vi en el piso la piedrita índigo. Hasta el día de hoy me pregunto que pasó. Sospecho que Dios me contestó la pregunta que le hice. Me mostró un mundo oscuro y tenebroso pero también mandó un ángel que me rescató. Yo creo que los dos mundos conviven. Si buscamos a Dios, seguro será un mundo lleno de luz y sin tormentas. monica beneroso
  • 13. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Buenosh díash vechinita, Pelóname vechinita Pelo tambén ‘toy contenta, quelo contigo jugal, te dalé mushosh globitosh, polque aplendishte a volal, invítame a tu cachita shecalé tu laglimita eshtalé de ti muy chelca luego a la mía pashal. y te dalé mish beshitosh. aunque te voy a extlañal. To te invito a mi catita Te peldono, toy muy wena Cho también voy a extlañalte atí podemos cugal pelo no pelees más amiguita de mi amol pelo no plesto mis tites polque las nenitas lindas acá te chevo chelquita ni a mi gato ni a mamá. ton amigas le veldá le mi tliste colachón. ¡Pléshtame tu muñequita Vamonosh a mi cachita ¿Quén halalá tush tlenchitash? que la quelo yo calgal y a comel te invitalé, ¿Quén enchuchialá tu cama? ¡te jalalé la tlenchita te quelo muchio amiguita ¡Quelo shel tu vechinita! shi no la quelesh pleshtal! pol shiemple te cuidalé. ¡Elesh mi amiga del alma! ¡Ay me tila le la tlenza Voy coliendo a tu catita Hablá muchos chiquitines ay que lolol que me la! polque me gusta cugal que jalalán mis tlenchitas ¿Po qué me pegas tan fete? y lompelte tus muñecas me enchuchiarán la pollela ¡Te acuzo con mi papá! ¡la la la la la la la! ¡Comelán mi comidita! ¡Yo quelo tu paletita Dennchita, yo ‘toy muy tlishte Shelemosh shiemple shi no me dash glitalé, polque muy lejosh te vash, amiguitash, pala que oiga mi mamita la muñeca que me dishte amiguitash lococó, tu camita enshushalé! la ablashalé muchio másh. Dennchita, te quelo muchio. ¡Y también te quelo cho! ¡Eles mala, no te quelo! No tes tiste pilcuchera ¡No te voy a invital más! mi caliño quelalá Pili González y Denn Te pego con mi plumelo agaladito a tu falda (Dueto) 1ra.y2da partes ¡Te vas, te vas y te vas! y a la paled del poltal (México) Que tienes en tus manos de encanto, que me gobierna en un nido de besos, la suavidad de la clara es lírico canto, si me das la sonrisa de tus senderos. Que tienen los párpados de tus ojos, que me adormecen en alegría eterna, la luz que brindas el abrir de tu boca, es pasión eterna en adoquines rojos. Si tuviese la magia de tu dulzura desnuda, acabaría siendo tuyo como alma en gozo, me fundiría con tu astro dulce de alma pura. Para estar siempre con el roce hermoso de tu silueta que me baña de fiel dulzura, quiero entrar en tu piel con amor celoso. Jose Xavier (Ecuador)
  • 14. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 La oscuridad de la noche, sólo rota por los reflejos de neón y el resplandor de los escaparates adornados con motivos navideños, creaba un falso ambiente de alegría que lo inundaba todo. El ruido infernal producido por los incesante cláxones de los coches atrapados en un monumental atasco, castigaban implacablemente sus oídos hasta producirle un agudo dolor. Aquella mañana había amanecido con un fuerte dolor de cabeza, presagio de las migrañas que padecía con frecuencia desde tiempo atrás. La noche era gélida… El intenso frío penetraba a través de sus huesos. Había olvidado cuando comenzó a caminar ensimismado en sus pensamientos hasta perder la noción del tiempo. Cada vez se le hacía más difícil avanzar entre la multitud, era como andar contra corriente entre la marea humana; el griterío era ensordecedor, a su alrededor numerosas familias realizaban sus últimas compras de Reyes, algunos padres llevaban a sus hijos para dar la bienvenida a los Reyes Magos y para asegurarse de que ellos habrían recibido sus cartas. Después de grandes esfuerzos consiguió llegar a su destino. Al abrir la puerta le recibió una agradable ola de calor que tuvo la virtud de aliviar el frió de su castigado cuerpo durante las últimas horas. Subió hasta la planta 8 del edificio que albergaba uno de los más grandes centros comerciales de la ciudad, se detuvo ante una puerta donde una placa de metal anunciaba PRIVADO, franqueando dicha puerta se dirigió hacia el vestuario del personal, ésta se componía de una amplia y limpia sala dividida por pequeñas cabinas individuales, algo parecida a los camerinos de los teatros. Depositó un pequeño maletín sobre la mesita de su "camerino" y se dispuso a cambiar su indumentaria de ciudadano anónimo por la de Rey Baltasar, comenzó con el maquillaje de la cara que, poco a poco, fue tomando la apariencia de “Negro”, en una ocasión no recordaba dónde había leído que ninguno de los reyes magos era de color, pero bueno, eso no importaba ahora, sólo era un trabajo como otro cualquiera y no venía al caso “buscar tres pies al gato”. Una vez concluido el maquillaje, se dispuso a vestir su enjuto cuerpo con la vestimenta adecuada compuesta de amplios pantalones bombachos de color verde, camisola blanca y casaca dorada, amén de unas puntiagudas botas de terciopelo rojo, con las que calzó sus doloridos y cansados pies. Rematando su transformación con una llamativa corona para adornar su doliente cabeza. El ascensor le bajó hasta la planta de calle en cuya puerta le esperaba un destartalado sillón de madera, que bien le habría servido para hacer con él una hoguera y calentar así su maltrecho y aterido cuerpo. Sentado en semejante “trono” se preparó para pasar las próximas cuatro horas por las que le habrían de dar la suma de veinte euros que le servirían para poder comer un par de días más. Aquel pensamiento le dio ánimos para seguir haciendo frente a la tortura que significaba la subsistencia diaria de un “sintecho” y tal vez mañana alguien le contrataría como payaso para amenizar la fiesta de un afortunado niño rico, durante la cual él tendría que doblegar su ánimo para enjugar el llanto de su alma mientras su maquillada faz, tal vez de Payaso, reiría y reiría para alegrar la vida de los demás. A la mañana siguiente la portada de un prestigioso diario daba la triste noticia…: “Hallado un vagabundo (disfrazado de Rey Mago) muerto en la puerta de unos grandes almacenes… Los primeros informes médicos del SAMUR indican que su muerte fue provocada por las bajas temperaturas que anoche azotaron Madrid”… Roberto Santamaría (España)
  • 15. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Yo hice de tu cuerpo un altar para adorarlo con antojos, Tú, por que me gusta jugar en sus pampas; Nombre que te agitas en mi mente así me espine ¿Qué sucede? ¿Qué quieres? con abrojos. Contéstame nombre de mujer, ¿Por qué invades mi paz otra vez? Doy de beber a mis anchas ¿Es que quieres mi querer? en la vertiente de tus ojos. Este lo tienes ya desde antes de nacer. Me gusta sembrar mi sed Yo no sé qué quieres mujer en el asador confusión lograste en mi, de tus labios rojos; pasiones despertaste en mi ser, repasando las costuras de tu piel alegrías recordaste con el tren de mis dedos locos. y me has hecho soñar una vez más con aquella sonrisa que hoy me das. No hay domingo sin que sea lunes Yo no recuerdo nombre de mujer todos los días, cuántas noches en vela pasé, para celebrar con tus encantos cuántas veces en mi cama giré la misa de mi amor. buscando el descanso de mi ser. Mas si estos versos Vienes otra vez profanan tu dolor. y me alertas que aquí estás y que debo conquistar a la mujer Celebrare en secreto el castigo por mi error, y que dueña de ti es. si el misterio de la noche aniquilara con sus vientos mis silencios… Chocolatin (USA) Me guardaré el dulzor de tus besos en la sacristía del más lindo adiós. Onírico (Perú) Hoy comienza una nueva navidad las estrellas brillan hoy rutilantes, guían el sendero a los caminantes que oficiarán en pía cristiandad. Una vez más se olvidará la ofensa, haremos gala de fastuosidad olvidaremos nuestra rivalidad, la misa del gallo dará dispensa. Siempre, al comenzar un nuevo año haremos gala de nueva promesa, palabra dada, que sin quedar presa para siempre, causará el mismo engaño. Al emigrante vemos cual extraño, a nuestro hermano como un enemigo, sin dudarlo tendremos el castigo y a nosotros volverá en propio daño, El rencor de tu corazón destierra, por la paz brindaremos este día, para que pronto acabe la agonía de tanta guerra que asola esta tierra. No sentir por el prójimo empatía ni tener el apego a nuestro hermano, te aseguro que no es de buen cristiano, y no estás con tu Dios en armonía. Así, el niño Dios se alegrará inundará la tierra de gran amor, desterrará de este mundo el dolor, y un nuevo mundo en paz renacerá. Roberto Santamaría (España)
  • 16. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Supongamos, por un momento, que el tiempo se entretuvo... y bailó la danza del vientre en zócalos y mercados, regateó por zuecos y bufandas, olió clavo, comino y canela, soñó, por un momento, que era un niño tomando teta y sonriendo, con dos dientes, a la vida. Por un momento : supongamos que el tiempo se entretuvo en la vereda, que bañó sus muslos prietos en el río, que de pronto le amanecieron los deseos de la luna siempre desnuda en los remansos... siempre desnuda en los recodos donde se sueña amor tocándolo con las manos. Supongamos...sí, sí : mientras llueve supongamos que el tiempo se acurruca en el pasado. Anuncia a voz en grito que no corre : - " ¡No existen los años...!". Supongamos, solo supongamos : no existen los años y solo el amor crece regado por los sueños, acariciado por las manos, besado por los labios, bañado por los mares... y abrigado en el presente. Sí...pero eso es : Solo supongamos que el amor no se detuvo ni en esquinas ni en barrancos mientras abrazaba farolas y se dejaba abrazar por mirlos blancos y por la sonrisa de Dios... que de tanta sonrisa olvidó el mañana en un cesto de mimbre y se apuntó con el tiempo a "solo supongamos". Pascual López Sánchez
  • 17. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Dejaron su miga, que nadie reconocía por ser pura entre ruidos que encogían hasta las mangas. Giraron sus ansias, tatuando libertades envueltas de mentiras. Y todo un mar de hermanos levantaba sus puños hacia el cielo donde las fábulas se consumen, en hálitos de muerte. Llevaban a Dios en el pecho y entre alambres de púa, soñaban su pan. Después y mucho antes de mi carne nos quemaron la infancia en hornos crematorios que aún humean en las conciencias de uno que otro bien nacido. Vuelven año tras año, las ráfagas de aire con olor a muerte. ¿Quién se robó la sonrisa amarilla de mi abuelo? ¿Lleva tu mano alguna joya de mi abuela? ¿Acaso hay en tu memoria algún mínimo rezo de perdón? Nada llevan mis manos que no me pertenezca y este azul de mi mirada es por herencia que tú, ni ningún otro podrá robarme jamás. Rossana Arellano Quisiera yo saber por qué motivo consume mi diario esta ansiedad vital y cotidiana, lacerante martillo de mi infeliz sosiego, por qué a ti se te escapa la presencia en la oratoria austera de un silencio. Escucho atentamente la voz de tus cofrades y se me van sus ecos confusos en el viento. Yo demando la voz en tu garganta, en vivo y en directo reclamo así tu encuentro, y se me agota el grito sin que me asista el verbo. No sé, quizás el tiempo alegue en su defensa razones que la duda y su indeciso credo eluden en su desoladora incertidumbre. Tal vez comprenda entonces por qué, ya serenado, el ansia me cauteriza el alma, me libera del trámite superfluo y me convoca al fin a un fronterizo sueño: sobrevivir contigo este tormento . Vicente F. Cortés
  • 18. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 El profesor Afinio Nepote resumía para sus alumnos la primera semana de cálculo infinitesimal, los límites de las funciones continuas. —Es muy sencillo, chicos. Ya hemos visto como se resuelven las indeterminaciones. Así, en el primer caso, tenemos que repartir nada entre nadie. ¿Qué cantidad de nada toca a cada uno de estos nadie? Esa es la primera indeterminación, que, tal y como hemos visto, puede tener las siguientes respuestas: toca uno a cada uno de los nadie, toca tres a cada uno, no le toca nada a nadie o le toca todo a nadie. Sólo hay que resolver la indeterminación como os he enseñando, hallando los ceros del polinomio, y el límite del cociente cuando el número se aproxima a cero tanto como queramos. Dió una calada a la tiza, e hizo ademán de expulsar una voluta de humo: le salió un cero perfecto. Los chicos abrían la boca, unos admirados, otros bostezando, otros babeando dormidos. Pero que conste que todos abrían la boca. —Y ahora, el segundo caso: se trata de resolver las indeterminaciones del infinito. —Hizo una pausa, sonrió y miró al crucifijo con gesto compungido, encogiendo los hombros, y prosiguió —Para responder al interrogante de cómo repartiríamos todo lo que hay entre todos los que son, en el supuesto de que el universo no sea finito, ¿a cuánto tocamos cada uno de ese todo? Ya sabéis que la respuesta puede ser a uno, a dos, a tres cuartos, a nada para todos o a todo para cada uno, porque de todas ellas hemos puesto ejemplos. Hay que calcular el límite cuando la cantidad la podamos hacer tan grande como queramos. Apagó la tiza aplastándola contra la pizarra y terminó ante sus boquiabiertos alumnos, dando la espalda al Cristo: —Porque amigos, cuando tengamos un cociente indeterminado no hay que mirar al cielo y esperar respuestas, hay que hacer los cálculos necesarios, paso a paso, para resolver este tipo de indeterminaciones y eso os vale para la vida en general. ¿Alguna duda? Holbein el joven Se oyen carcajadas en la habitación continua, un olor a perfume estéril se desliza bajo la puerta. Nadie entiende porque las nebulosas no son más que cataratas en puro declive de lágrimas subyugadas. Estas risas aun persisten, los duendes han encontrado una morada en la infinitésima parte de este sueño. Alguien espera romper las cadenas, aun en la habitación la frialdad de los gestos pretenden emular la distancia de unos poetas que deambulan entre el estiércol y la cruel verdad de lo inusual. Es tarde, debemos partir, aun estas manos extendidas pretenden resarcir todo el dolor de sus vástagos. Quisiera no oír más estas carcajadas, pero son endémicas, son el lastre de millares de ojos rebuscando en el olvido inicuo de esos labios reventados. Es tarde, ya lo se, me lo ha confirmado esa luz vertical que ahuyenta a los transeúntes, que se mofa de los intelectuales. No pretendo huir, las luciérnagas alumbraran el sendero, ya es la hora, ven toca mi alma, no hay un lugar más hostil que el olvido Fausto Aybar
  • 19. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Se levanto temprano aquella mañana, que parecía ser cálida. Salió con la habitual serenidad,camino a través de la feria sintiendo los olores que impregnaban el aire. Se podía oír ya desde lejos los gritos de los vendedores. Los árboles estaban florecidos y las ventanas cubiertas del colorido de las macetas cubiertas de flores.Una pequeña fuente dejaba sentir el ruido del agua caer casi… casi como un adagio.Tenía los cabellos atados y anteojos de sol, llevaba puesta una remera blanca, unos jeans y zapatillas también blancas. Una cartera cruzaba su torso, llevaba además una bella sonrisa. Llegó al lugar del encuentro y se detuvo por un instante con las manos en los bolsillos, lo miró desde una distancia no muy cercana con la certeza que en cualquier momento la vería.Comenzó a soplar una dulce brisa, él se lleno de una sensación maravillosa, giro su cabeza y un brillo lo atrapo cuando la vio. El tiempo se detuvo por algunos instantes, instantes interminables… y él le sonrió. Desde siempre pensó que aceptar el destino pertenecía solo a uno mismo, se levantó, abrió sus brazos y el tiempo del acercamiento aparecía, un largo silencio amoroso desapareció en aquel abrazo Civetta Aves. Me despertaron las aves. Zorzales, calandrias, gorriones, gaviotas, avutardas, chotacabras, ruiseñores, cóndores, teros, urracas, gavilanes, halcones, torcazas, microscopios, gansos, lechuzas, locomotoras, cardenales, golondrinas, palomas, pianos, aguiluchos, faisanes, colchones, elefantes, búhos, retro escavadoras, el pato Donald… por cierto, demoro un poco en despertar completamente. Guillermo Iglesias
  • 20. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 La última vez que se leyó Despertó conciencias. De Tras la pelota corriendo Eso hace ya algunos años. Los niños están jugando, L. Cuevas Del mongolito burlando Y de su lado huyendo. Juegan alegres riendo, Una y otra vez chutando, Más a él le están dañando Pero no lo están sintiendo. ¿Pues como jugar con él Si tan tonto y torpe es? Perderíamos tiempo ¿verdad? ¡Pobre sonrisa triste Que para ellos no existe Ni le tienen caridad¡ Peinado con ralla al lado, Con traje blanco vistiendo, Al lado, el padre, leyendo, Un poquillo separado. Ni siquiera le ha mirado, Tampoco lo está atendiendo Y eso que le está diciendo ¡me encuentro desamparado¡ Solo, sentado en el banco, Con su mirar claro y franco, Pasa las horas del día, Y a una persona le dio¡ Mas el niño ni cuenta se daba, Y ya casi anocheciendo ¡Papá¡ ¿Quieres jugar tú? Jugando tras el balón contento; Se pone en pie sonriendo Con su lengua de trapo invitaba No cesaba de chutar ni un momento Pues se acerca compañía. A su papá que, indiferente, Y cada vez, con más alegría saltaba. Se le acerca un forastero Jamás con él fue consecuente El padre, sonriente le miraba Y al “peque” queda mirando Y más bien, molesto, lo esquivaba. Y dándose cuenta del portento, Con su mano acariciando Con brío el niño de su mano tiraba Mil gracias, en alas del viento, Cual alegre mensajero. ¡juega, papá¡ pedía suplicante, A lo alto del cielo a Dios enviaba. Le habla con amor el viajero Pero nunca llegaba aquel instante Asió fuerte al niño de la mano Y el niño, sus manitas alargando Y es que su padre jamás lo deseaba. Y dijote muy alegre y ufano: Como a jugar invitando, Miróle el Forastero con fijeza Solo ¡jamás volverás a estar¡ Le sonríe plañidero. Reprobándole su dureza Pues gracias al Forastero ¿No hay quien juegue contigo? Y aquella mirada le venció. Mi hijo tiene un compañero ¡Pues vas a jugar conmigo¡ Mil reproches en un momento Con el que siempre jugar. ¡Lo pasaremos muy bien¡ Llenaron al hombre de sentimiento Al hijo en sus brazos alzaba, Volvió con una pelota Y su mirada al suelo bajó. Dando, alegre, vueltas alrededor Chutando una vez tras otra: Muy triste y arrepentido Al tiempo que un resplandor ¿Quién más quiere jugar, quién? Con gran pesar lloró; Rasgando las nubes, asomaba. Hacia ellos otro niño se acercó El mongolito le miró Y cuanto más vueltas daba Y así jugaron los tres, Al tiempo entristecido. Abrazando a su hijo con amor, Le dio a veces un traspiés Con un beso agradecido Veía la imagen de Dios Pero nadie le riñó. Las lágrimas le secó Cuando, el niño, feliz, le miraba. Agradecido se sonrió Y su padre sonrió Y más y más vueltas dando, Chutó una y otra vez Habiéndole comprendido. Con sonrisas y llorando, Y sin saber el porqué Con él se puso a jugar A un tiempo iba diciendo: Al Forastero abrazó. ¡y que extraño, del lugar “¡Gracias, Dios mío, por la lección Dióle un beso en la mejilla Ni rastro del Forastero¡ Pues nada tiene comparación De una forma muy sencilla ¿Dónde están los que jugando Con ver a mi hijo riendo¡” En señal de gratitud. Te estaban a ti enseñando? Luis Cuevas López ¡La pelota se escapó ¿Dónde está tu compañero?
  • 21. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Mi Niño Dios que has nacido en el portal de Belén, por la noche adormecido, una rosa y un clavel que cantan con un suspiro tan dulce como la miel. Y, ¡que suenen las campanas, que ha nacido el Redentor!, ¡campesinos, cortesanas, reyes, estrellas y sol!, todos unidos proclaman la llegada del Señor. ¿Qué te puedo regalar?, si eres como el firmamento, tan grande para llorar, tan pobre como un lamento, importante como el mar, tan intenso como el viento. Rey de reyes chiquitito blanco como una azucena, ¡qué retrato más bonito Hay colores que recuerdan amores. al llegar la Nochebuena!, Si, como aquellos con los que he amado. entre pajas y granizo, Hay colores que transmiten dolores. hielo, frío y luna llena, Son como aquellos por los que he llorado en un pesebre bendito Tu pelo, reluciente como el oro . nace un Rey lleno de pena. Tu boca, roja y dulce como miel , blanca, amorosa y nívea tu piel; ¿Qué te puedo regalar? son los colores que de ti atesoro . si tú eres un lucero, paz, amor y realidad Hay colores que te llenan de rabia. como un mensaje en el cielo. Esos que a tu vida cambian matiz… Que ha llegado Navidad Cuando la tarde se pintó de gris y mis manos son de hielo, donde te perdí en tormenta de sabbia.* ¿qué te puedo regalar?, Pero también , hay muy bellos colores sino pobrezas y miedo. que te atrapan en fluidos hipocampos , como esos que reivindican temores; Ten piedad Niño Jesús otros en los que corres contra campos; de inocentes que te piden esos de gentes que sufren el hambre; paz, amor, dulzura y luz, que mueren en las panchinas* sin techos y que nunca se te olvide por el desdén, la ignorancia del hombre, que imperfectos somos cruz, por la injusticia del tiempo maltrecho. esa cruz en la que mueres, y con perfecta quietud Esos que a niños roban inocencia, tu destino no detienes. los que ven la gente del tercer mundo; por culpa de los grandes sin conciencia Ten piedad mi Niño lindo que los hacen vivir cual vagabundos. de los que sienten tristeza, Hay colores llenos de iniquidad, que necesitan cariño, fiestas , adulación y consumismo; dulzuras, sol y belleza. son los colores de la navidad Niño vestido de armiño de gente sin escrúpulos ni altruismo. dando ejemplo de pobreza, Hay colores sin árbol de regalos, ¡venid a adorar al Niño! con luz en los ojos, buen corazón coronando a su cabeza, y en el alma hay colores de intervalos entre pajas me arrodillo regalan manjar por buena razón. ante toda tu grandeza. Agrega un puesto más a tu mesa ¿Qué te puedo regalar?, y dale abrigo , comida y ternura yo solo te puedo amar. si, porque tú eres don y fortaleza y el pobre es JESUS que piedad murmura. Maria del Mar Mirqueya Columna Reservados derechos
  • 22. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Caminando hacia Belen Van y viene por las calles, arreciitos de frio niños portando juguetes, van San José y la virgen todos, todos van riendo sin el niño, que aun no ha nacido. felices y muy contentos, mientras Ramsés sólo mira No tiene donde parir un juguete obsoleto; ni un médico a su lado que patean los gendarmes lo unico que consiguieron que va rodando en el suelo. fue éste un humilde establo. se acerca ya las doce, la hora del nacimiento No me metas más prisa del niño Jesús en un establo, no me hables de futuro pues el nació como pobre no puedo llevarte en coche siendo el Rey del Cielo, solo puedo llevarte en burro. hoy van muchos por las calles van llevando sus panteones A las doce de la noche Todos van pensando en chocolate, nace un rubio y hermoso niño en los sándwich de pavo, viene a salvar al mundo y el sólo esta pidiendo el pequeño que ha nacido. un pan por pavor… La estrella que los ha guiado que tengo hambre tengo frío. avisa a los pastores, Por fin se conduele una pobre, ha nacido el niño de Dios que limosnas a conseguido el redentor de los hombres. le deja unas monedas… unos pancitos duros, En el portal se reunen el recoge a su pecho numerosos pastorcillos pero luego rueda por el suelo, para traerle al niño al verlo gritan sus amigos, ropa y algunos panecillos. se fue, ¡ Ramsés se ha ido! comamos nosotros su pan Dos mil años han pasado llorando y llorando se quedaron dormidos. y dicen que fue verdad Suenan las doce de la noche desde entonces se celebra y unos ebrios empedernidos, el dia de navidad. con la cerveza en la mano, Mayka cantan a grandes voces ¡ Esta noche es noche buena. a celebrarlos amigos! Mientras en el suelo yace un niño muerto de hambre y frío. La verdadera navidad se celebra cuando Jesús ha nacido en el corazón del hombre y se comparte con todos lo el te ha bendecido. Adita: HADITA Caes desde el fondo de tus ojos como sutil gota que, impasible, se detiene ante mi ávida mirada. Caes desde la nieve, palpitando corazones que huyen de todo y que a todo se enfrentan por un beso. Caen ante mí, ¡oh, fugaces quimeras! tus espacios, tus leyes,ed una lágrima que, herida, sabe de destierros y, a lo lejos, tu última palabra; caen desde el centro de tu pecho enmudecido sobre frutales que pronto tornaran al fruto, sobre la tierra que se expande en barros y que se llevará el tiempo en memorias perdidas. Caes desde mí, desde el infinito horizonte que me aterra, desde la calle que me mira con ojos infelices. Caes y así empapas mis besos en posición de espera para siempre. José Cercas
  • 23. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Levanté la mirada y caí rendida de desolación. Cuán grande era la casa, con sus habitaciones desnudas y húmedas por donde corría el viento frío de la tarde de agosto. Un agosto ventoso y huraño. Pensé, no sé porqué, en mi amigo Antonio, que estaría - seguramente - aguardando las campanadas de las cinco de la tarde para ir a misa, y salir luego de ella, a las siete, entre los empujones de la gente apurada; distraído él, con los ojos marcados por profundas ojeras, se dejaría empujar. Pobre... Nada podía hacer ya Antonio; los oficios religiosos no le servían, sin embargo prefería el olor a incienso de la iglesia, que le producía un modo distinto de tristeza a aquella otra, tan bien conocida desde sus veinte años (ahora tenía treinta y cuatro), aquella tristeza que le hacía reclinar su cabeza sobre el respaldo del sofá, mientras Frank Sinatra cantaba “A mi manera”, y un hilo de conversación, entre él y su propio yo, se apagaba en el momento de encender un cigarrillo. Sonó el timbre. Era Consuelo, con su crisis de asma. Parecía una aparición frente al portón de mi casa. Un estornino amarilláceo que la escuchó estornudar levantó el vuelo hacia el cielo; deseé entonces (siempre he sentido una profunda aflicción por los asmáticos) que los pulmones atormentados por la asfixia de mi pobre amiga se liberaran, y su carga fuera llevada por aquel pájaro que partía, aleteando con fuerza y vitalidad, hacia la claridad del firmamento. La hice entrar. Y me contó. Y se sabe que contar es reunir los muebles ajados de la casa, el polvo de los pedestales, el desaparecimiento del repartidor de gas, la humedad de la tarde, los ácaros de las gavetas, la pérdida de los biblioratos, todo, en suma, en un suspiro largo, que de por sí lo dice todo. ¿No es cierto, acaso? Ah..., le dije tomándole de las manos, que estaban frías. Caminamos. Le comenté que la semana pasada había sufrido un nuevo ataque de melancolía. Los ataques suelen ser terribles. Pareciera que la enfermedad bajara hasta mí desde la rama pálida del jazminero que crece junto a mi ventana; peor aún, pareciera que la misma rama se metiera en mi interior; suelo sentir cómo caen de mi boca aquellos jazmines salivosos las veces que hablo. Hablo para quejarme, sin saber qué me duele, ni dónde, aunque me duele y mucho. Ay, vivo tan sola. Cuando enfermo no está nadie en la casa para prepararme un té de chamomilla o tilo, ni para decirme que quizás estoy exagerando, ni para prometerme que ya pasará este ruido molesto de puertas que se abren, rechinantes, en mi interior, aunque no hay modo de cerrarlas pues se sabe que ellas obedecen a los espíritus rebeldes. Por las puertas abiertas entra no solamente la lluvia, con un olor a sal de alta mar, sino las formas delgadas de algunas personas a quienes no conozco y que me observan con atrevimiento; ellas ven en mi melancolía la asquerosa figura de un araña; me es tan fácil darme cuenta de que aquellas personas sienten temor de mí, pero allí están, embelesadas con mi estado melancólico que avanza sobre sus patas peludas (sus pobres y horribles patas de arácnido) en una enloquecida huida hacia cualquier parte, porque, insecto al fin, la observación de tantos ojos humanos moviliza su instinto de conservación, su pánico a los zapatillazos... Consuelo notó mi abatimiento. Ya se sabe que dos personas tristes no hacen más que mirarse y suspirar por lo mucho que se entienden y lo poco que pueden hacer el uno por el otro. - Te queda bonito ese rouge purpurino. Y esa blusa celeste combina con tus zuecos, porque los corchos... - me dijo, y había en su voz aquel sonido de violín que subía de tono o se languidecía según el nerviosismo con que el arco hacía vibrar las cuerdas. Ah... la obra de arte de sus pobres bronquios.
  • 24. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Hace tiempo se me había ocurrido una idea. Y se la comenté. Mis amigos, marcados por la depresión o la melancolía, solían aparecer por mi casa con frecuencia. Formaría el club de los melancólicos, entonces. La decisión estaba echada. Los requisitos, exagerados desde luego, los escribí en un papel que guardé dentro de una carpeta. Estas extravagancias (¿o debo decir locuras?) se me ocurrieron: Amar el arte en cualquiera de sus expresiones. Concebir la vida como un disgusto, un desaire, un piano de cola que cargamos sobre las espaldas a donde quiera que vayamos, sea lluvioso o húmedo el estado atmosférico; entender la perra vida como una forma de existir donde el suicidio podría considerarse, un domingo, a la hora cinco, como una oportunidad de escape. Esquivar a los felices, que suelen hacer la existencia imposible con sus chistes groseros y sus risas que ruedan como pelotas de tenis hasta nuestros pies. Resumir el mundo en la forma de un tren de infinito viaje, sin posibilidad de bajarse en alguna estación, con un paisaje a propósito de un tren para suicidas: un sol negro alumbrando los cactus de brazos deformados y los cuervos volando encima de un silo abandonado y oscuro del cual el pueblo, superticioso, prefería no hablar. Consuelo se entusiasmó con la idea. - Estás loca, pero nunca dudé de tu genialidad - dijo. El club se formó como se forma cualquier club. Cada sábado, la casa se convertía en el refugio perfecto de mis amigos. Caían a las cinco en punto. Antonio hablaba y no paraba, y todos los escuchábamos en silencio, o sea, en estado de rendición. A mí, no sé por qué, se me presentaban en la mente hongos gigantes y una fila de hormigas rojas que el viento de la calle no conseguía barrer, cuando él hablaba. Antonio iba secando el sudor de su frente con un pañuelo de satén, y eso le daba, por momentos, cierta importancia de catedrático o de pastor anglicano, aunque la realidad es que sólo hablaba y hablaba, tapiándonos. Pero cierta vez, en el punto más desordenado de su perorata, dijo algo que nos emocionó: “Algún día seremos felices. Se los aseguro”. Felicitas, de cara redonda y blanca, levantaba la mano a menudo pidiendo turno para hablar; su ansiedad provocaba un descontento generalizado dentro de los miembros del club; ella no les hacía caso (no podía hacerles caso, mas bien) y allí estaba, dale que dale, contando, mientras se comía las uñas, que quería un novio para espantar su soledad. El novio no aparecía, decía, porque su imagen de artista plástica impresionaba a los caballeros acostumbrados a tratar con las mujeres simples, tranquilas, de maquillaje tupido y faldas muy cortas, que tenían en la cabeza la idea de una sola aspirina para encarar el mundo. “Tomo alprazolán tres veces al día con agua carbonatada; la mitad de la angustia se me va con el medicamento”, decía, y nos miraba durante un largo rato a los ojos como pidiendo absolución. Casi todos los integrantes del club consumíamos medicina de receta controlada pero no nos atrevíamos a contarlo. ¿Temor a qué? No lo sé. - Te quedarás solterona - le decía Margarita, con el orgullo de su cutis de loza y la liviandad de su cabellera rubiácea; un gajo de su cabello espinoso usaba para pasarlo a menudo por su largo cuello. Tic nervioso. Margarita hacía terapia con un sicólogo, sin resultado, porque casi todas las entrevistas pasaban por un juego de seducción. Pero ¿por qué iba con vestidos de profundo escote y un despilfarro de perfume en sus axilas a las sesiones sabiendo a lo que se exponía? Los sicólogos y psiquiatras suelen enamorarse a menudo de sus pacientes. Eso se dice. Santiago, alto, con bigote breve, poeta de los raros, ya llevaba veinte años en la melancolía. Era adicto a la cafeína. Abriendo y cerrando con cuidado las puertas de las gavetas de mi cocina, se preparaba una jarra de café, apenas llegaba. Y luego, ligeramente eufórico, se presentaba en la sala, se sentaba en su butaca preferida, la de respaldo con forma de exágono. Al rato prendía un cigarrillo y leía una obra literaria. Cuando leía su poema, los demás empezaban a hablar en voz baja. Esas impertinencias, esos cuchicheos, ese zumbido de abejorros eran un desacato a las reglas y me disgustaban bastante. Una tarde de filosa llovizna, Santiago leyó un soneto alejandrino dedicado a Van Gogh; cuchicheaban los miembros del club, y era tal el desorden, que me largué a llorar. El sábado siguiente nos sorprendió con el silencio. Estoy buscando que madure un poema dedicado a los cocuyos. No tengo nada para hoy; lo siento - dijo. Y nos quedamos mirándonos absortos. Como sea, extrañábamos su figura alta inclinándose en un acto de reverencia ante cada rima de su poesía.
  • 25. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 En fin; las cosas caminaban solas. Creo que fuimos progresando. Empezamos a buscar la manera de ser razonables. Covenimos en que un tiempo no mayor de veinte minutos era más que suficiente para las exposiciones. Consuelo vino contenta un día. “Se me pasó el asma”, dijo. Y agregó: “La fraternidad del ambiente ha hecho un milagro sobre mis bronquios. Estoy curada. Adiós a la cortisona, a la efedrina y a las sesiones de inhalación de sustancias volátiles”. Nunca más apareció. La aguardábamos sábado tras sábado; sonaba el timbre, nos apiñábamos junto a la ventana sacando las cabezas, y no, no era ella, sino otro miembro del club. Ah... la ingratitud de los melancólicos. Juan, de mirada sombría y uñas largas, nos sorprendió durante una sesión comentándonos que prefería la compañía de los gatos a la de una mujer. Era buen mozo y ganaba algo de dinero vendiendo pinturas de peces, de limazas y de cámbaros, cada domingo, frente a los portones de la gente rica. Se sabe cómo funciona la operación o la venta: el artista, vestido de indigencia, pasea con sus obras por las veredas de los millonarios, y ellos, seducidos por los colores refulgentes de la pintura, compran los cuadros sin pensar. - No; yo no me caso - suspiró Juan. - No es bueno que el hombre esté solo - dijo Felicitas, quien estaba secretamente enamorada de él. Su voz tenía la emoción del escándalo. - Pero yo no estoy solo; tengo a mis gatos. Son todos tan hábiles. No hacen más que aguardarme pacientemente cuando salgo a la calle en busca de dinero. Y me reciben con sus artes y sus maneras milenarias que yo sólo sé corresponder con un largo silbido - respondió. Sin embargo, a partir de ese día, Juan empezó a observar a Felicitas con más claridad. Eso lo descubrió el club al instante. Sus ojos se posaban a menudo en su blusa transparente bajo la cual sus senos se mantenían muy apretados dentro de unos corpiños negros. Una tarde los vimos llegar juntos. Y tomados de la mano. Y era que llegaban y no llegaban porque se echaban chistes y bromas y otros cuentos que los desternillaban de risa; demoraban una eternidad sus pasos para observarse mejor y pincharse. El hecho, mejor dicho el noviazgo, ameritaba un ágape, brindis. Así lo decidimos. Y el brindis se organizó solo. Aparecieron las palomitas de maíz, el olor de las papas freídas, el calor de las empanadas recalentadas, los tragos de gaseosas, los helados que Antonio fue a comprar de la esquina con una sonrisa fresca en el rostro. Nos divertimos tanto. Los novios estaban radiantes. Y yo estaba feliz. Me ponía de buen humor que se amaran, así, a su manera. Ella reclinaba su cabeza sobre los hombros de Juan, y él se entretenía con sus cabellos. A veces se besaban en la boca. Y entonces todos jugábamos a que volvíamos inmediatamente las caras hacia otro lado, para escondernos de aquellas escenas atrevidas. Ah..., qué diversiones de niños, aquellas. El noviazgo de Juan y Felicitas era un logro, una orquídea florecida repentinamente en un tronco amenazado por las plantas biofritas, el mejor puntaje del club de los melancólicos. Pero hubo otra sorpresa. Antonio y Margarita cayeron un sábado, media hora después de las cinco, con la novedad de que deseaban casarse. - ¿Cómo? - dijimos. Ellos se abrazaron fuertemente por toda explicación. Alguien fumó y tosió aparatosamente. Yo quise hacer un análisis de la situación, magnífica, ciertamente, pero compleja e inesperada desde el sentido común, pues respondíamos a una mentalidad, a un perfil sicológico, rasgados por la angustia y la neurosis. Pero preferí callar. La melancolía era, por lo visto, una caja de pandora. Ah... Margarita empezó a moverse al compás del tema musical “Imagine” de los Beatles. Se veía feliz y bella y sobre todo triunfante. Arrojó su gorra con visera azul sobre una rinconera. Fue abriendo su blusa a rayas, botón por botón. Pasó varias veces su mano larga y blanca por su vientre, y como por arte de magia, la forma de la criatura, su hijo escondido bajo la faja desenrollada lentamente, reveló un embarazo de tres o cuatro meses. “Ah...”, dijimos todos. Y nos entró un sentimiento inexplicable. Un niño se añadía a nuestras vidas. Y éramos sus padres y sus madres.
  • 26. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 A la noche, Consuelo me llamó. Otra vez le habían vuelto los pitidos. De nuevo sus bronquios se llenaban de mucosidades. Había un estornino en sus pulmones. Algo parecido al miedo agitó mi corazón. No sabía qué decirle. No le iría a contar, por supuesto, que en los últimos tiempos me hallaba recuperada. Eso sería una descortesía. - Vuelve a las reuniones - le aconsejé. Un sí, una aceptación suya que sonaba al piar lastimero de un gorrión caído de su nido, oí del otro lado del tubo. El sábado siguiente un clima de armonía iba y venía por las paredes de la sala. Santiago leyó un soneto de su creación. Y lo aplaudimos aunque no nos agradaron esos endecasílabos suyos que cabalgaban sin musicalidad, pasando del trote a la estampida. Pero fue él mismo, quien oyéndose, cayó en la cuenta de la falta, del imperdonable error, pues dijo: ¡Qué desastre! A veces pensaba que debía tomarme una vacación, ir a algún sitio donde el clima fuera beneficioso para las grandes fumadoras como yo. Pero no. Acababa quedándome en la casa, y hacía como que no me quedaba, los sábados, cuando los miembros del club tocaban desesperadamente el timbre una y otra vez. Solía escucharlos. “Se habrá pegado un tiro”. “No digas eso” “Deberíamos llamar a la policía”. Y no; no llamaban a la policía, por suerte. Sábado tras sábado, allí estaban, insistentes cual llovizna callejera. Cuando llovía, se metían debajo de sus paraguas negros; eran nuevas aves oscuras engendradas por esta naturaleza anárquica marcada por la contaminación de la atmósfera y el gran agujero de la capa de ozono. Me enloquecían con los continuos timbrazos. Una tarde no pude más y abrí la puerta. Entraron. No me dijeron nada. Comprendieron mi conflicto. Este es el estilo de gente como nosotros en cualquier trato. Ahora faltan diez minutos para que ellos lleguen. Debo estar hermosa esta tarde porque me sacarán una fotografía para colgarla luego en la pared de piedras de jade de la chimenea. Un color especial, cuando las leñas son consumidas lentamente por el fuego, se va desplazando (casi con vida, pareciera) por la chimenea ecológica. De hecho, ella es algo así como el sitio de Dios en mi casa. El epígrafe lo escribí yo misma y será leído por Santiago cuando se descubra oficialmente la foto: Guadalupe Sánchez, Presidenta del Primer Club de los Melancólicos. Delfina Acosta En banco verde sobre el pavimento y en maceta de flores despintada la cabeza de un niño reclinada revuelve con dolor su pensamiento. La infancia duerme sobre la gastada promesa que se pierde con el viento dormido sobre alfombra de lamento con sueños que al final no le dan nada. Aquel pequeño niño con acento inocente, en la inmensa madrugada, resigna su actitud desesperada reteniendo el dolor, calla el lamento. ¡La lágrima, la estrella del momento! En un presentimiento, la conciencia reclina su fatal triste presencia, en la ausencia de amor y desengaños que la vida, fraguó en sus tiernos años, en el débil crisol, de su inocencia. Gallardo Chambonnet
  • 27. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Llegaste al ocaso de mi vida como el amparo, Estáis vivos cuando vuestras obras del fuego ardiente que tenazmente Son como campanitas que anuncian alumbraba los escombros Un amanecer lleno de amor. de un corazón en reparo, Estáis muertos cuando vuestras obras que para sanar te esperaba. son obstáculos que dificultan tu andar. Llegaste cuando las líneas La vida y la muerte siguen nuestros pasos en mi frente anuncian el paraíso Con cánticos alegres o tristes melodías, ¡Mas no importa! Completando así el destino de los seres. Mis años en otoño Algunos fueron éxitos vestidos de fracasos gozan de tu primavera. y otros fracasos que brillaron como éxitos. Llegaste tarde a mi vida La persona extraordinaria es humilde, porque Dios así lo quiso va dejando huellas de sabia pobreza, y fue para dedicarte mi vida entera. Siembra en la verdad los frutos del hambre. Amigos del mundo que dan esperanzas, La existencia que me queda Aun que la desesperanza nuble el camino. rebosará de amor y alegría. Mucha paz y ternura me espera Personas extraordinarias que dan amor para gozar en tu compañía. A pesar de tener su sabia escasamente. Alientan a otros a seguir adelante, Y si parto primero a la eterna vida, Mientras ellos mismos están detenidos mientras llegas En busca de un nuevo horizonte… levantaré nuestro regazo; para seguirnos amando Si acaso tropezáis con estas personas, en la tierra prometida Tiéndeles tu mano pues son ángeles caídos. donde te recibiré Cobíjalos en tu corazón y ya no estarás solo. con un beso y un abrazo. Restaura sus heridas y alimenta su cuerpo que tu alma agradecerá el tibio gesto. Amauri Mayorga Hay muchos que ofrecen ayuda, Mas nunca concretan sus obras planeadas, Se engañan a sí mismos dicen ser nobles, Comparten las sobras que no quieren usar, Son Mortales que creen en la inmortalidad. ¡Blanco papel! Tú me matas, casto color que tortura, Los motivos para ayudar son nobles, cuando muestras mi amargura Pero muchos se encienden solo por un día. mis sentimientos delatas. Luego se apagan no se pueden mantener. Ayudar es participar con sabiduría, ¡Albo matiz!... Que me retas Para que las obras tengan sostenibilidad. cuando las musas ausentes, diezman pasiones dolientes Las personas extraordinarias viven solas, que son llantos de poetas. Ayudan a sus semejantes y callan sus obras. Son ángeles humanos que cuidan de los demás, Venzo mi dolor,... y escribo, Como raíz del vida construyen cimientes, mancillo, y al folio ultrajo, Son verdaderos héroes en la necesidad. verso que será legajo de todo lo que percibo... IVAN CARRASCO AKIYAMA ¡Tú! folio! que al fin vencido pierdes toda tu blancura, el trazo de mi escritura os contará lo vivido. ©Roberto Santamaría
  • 28. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 C e r t a m e n d e Na vi d a d 2 0 0 9 Ga n a d o r e s * Cien casitas de rústico diseño *Hoy * balcones simulados entre flores, *de nuevo * de papel ilusión de mil colores, *llega Navidad.* para darle ese brillo navideño. *Un íntimo regocijo * *florece anhelante en el alma * De papel ilusión de mil colores *y feliz se desborda a borbollones,* como eran nuestros sueños infantiles, *cual si fuera un cristalino manantial,* sencillos, pequeños y pueriles, *que se riega por el paisaje y se acrecienta * un tropel de ternuras y candores *con la calidez infinita de nuestro corazón.* Sencillos, pequeños y pueriles *La ilusión renace como esperanza * anhelos que el pesebre recogía *en el espíritu perenne del tiempo * y en el alma de niña percibía, *Es la Navidad * los ángeles sonriéndome gentiles. *La alegría es campana * *que resuena, sencilla y delirante.* Y en el alma de niña percibía *Sonora y festiva melodía que acompaña,* que el amor de Jesús era infinito *los villancicos y canciones que entonamos * y ese niño de yeso dormidito, *a la espera de la natividad del divino niño Dios.* me llenó para siempre de alegría *Cuántos recuerdos de niñez se visten de melancolía * *regresan con la nostalgia del tiempo que se fue,* Y ese niño de yeso dormidito *invaden lo recóndito del alma que risueña,* recuerdo inolvidable de la infancia, *se refugia en la evocación.* conserva de mi ayer, sutil fragancia, *Es la Navidad * nostalgia del hogar, amor bendito *noche de paz * *noche de amor * Martha Senovia *Noche eterna * *con su magia * *y cristiandad * *Y en esta Navidad de alegría sin igual * *que sean nuestros sueños hermosa realidad * *para el año que se acerca nos traiga mucha paz.* Me seduces Navidad con tu alegría ********************************************* aunque esté mi corazón, Martha Senovia Velásquez hecho pedazos, más el hechizo divino me arrebata, la tristeza que finjo está vencida. He dejado en el pesebre la nostalgia escondida en la magia del paisaje y en el árbol con sus luces tan brillantes, las gotas de mi llanto están colgando. Hoy que evoco el ayer, ya tan lejano percibo junto a mí, sutil aliento son los seres amados que se han ido, y acompañan mis horas de añoranza, con la luz celestial que tiene el alma. Me abrumas Navidad y para siempre mientras haya un recuerdo en la memoria cada vez que llegue Nochebuena, al altísimo una oración elevaré Martha Senovia Velásquez
  • 29. Sabor Artístico, la Revista - Nº 18 - Enero 2010 Llegas con el invierno, perfumada de escarcha, como aquél pequeñito que nació en un portal y aterido de frío nos dejó un gran mensaje que vuelve un año y otro contigo Navidad. Pero es que ese mensaje queda en segundo plano, se nos pone en los ojos como un negro antifaz, que nos nubla la vista con el brillo de luces que engalanan las calles de toda la ciudad. Y olvidamos que hay niños que se mueren de hambre que este mundo nos trata de forma desigual, que hay guerras, injusticias, mucha gente que sufre Frente al árbol, cada día, que no sabe siquiera que aquí existe la paz. cuando llegaba diciembre, me colmaba la ilusión Hay niños que no sueñan con los tres Reyes Magos, esperando por los Reyes. que no tienen regalos ni una noche especial, Lleno de luces y adornos niños que como techo tienen a las estrellas que mi madre, dulcemente, y que duermen pensando si podrán despertar lo ponía para mí y abajo un bello pesebre. Aurora Zarco Así me pasé la infancia de Navidad tierna, alegre, hasta un año en que la vida cambió todo de repente. Y no estuvo en Navidad mi compañero de siempre. Fue un año terrible y duro, de políticas y muertes que por fin, al terminar, trajo mi paz en su cierre. Mas mi árbol ahí quedó en la historia y sin juguetes, cuando al paso de los años otro hermoso tuve al frente para entregarle mi amor por la criatura en mi vientre. Otra vez, por largo tiempo, parecía que era indemne y que en todas Navidades volvería alegremente de estrella, bolas, figuras, campanas y cascabeles. Pero así no fue tampoco y mi árbol no tuvo suerte, porque nadie en soledad hacer alguno se atreve. Él es como la familia que a su símbolo se adhiere. Mansamente sentada en un pollino, tras su esposo, por valles y montañas, Pero el tiempo sigue y pasa, va María, Jesús en las entrañas, como ocurre a los reveses, ungida del propósito divino. pues Navidad es cada año y conmigo se envejece. Puerta a puerta, con fe de peregrino, Entonces, nacen los nietos. buscando compasión de almas extrañas, y surgen otros placeres encuentra entre las míseras cabañas al ver cómo mi árbol brilla un establo, José, junto al camino. en sus ojitos de nenes. Y ahí está, como si un mago Ella calla. La estela de un cometa lo convirtiera en un duende parado sobre el cielo de Belén que en mi vida apareciera le ilumina la dulce faz inquieta cuando el camino no duele. con plata de su rastro de satén. Diciembre llega de nuevo y mi árbol sigue presente Y, sin que su inocencia niña quiebre, trayendo felicidad, luz de luz, nace Dios en un pesebre. como fue aquel del pesebre Elena Guede Artesana