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              Para mí
La vida es un momento
           Que ya fue
          En mi vida.
 Ahora es el momento
       Para la fantasía
           En mi vida
           No vivida.
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   PRIMERA PARTE:


CON LOS OJOS CERRADOS
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                     BLANCO

Yo conocí a la señora Angelina abril del año 2010. Estaba en
el cementerio visitando la tumba de un amigo cuando
escuche unos sollozos ahogados cerca de donde yo estaba.
Los minutos pasaron y empecé a preocuparme por           los
ruidos, pues eran casi las seis de la tarde y la persona que
lloraba parecía no calmarse. A esa hora el lugar estaba sin
mucha concurrencia y yo me asome para ver mejor de
quien se trataba. Era una señora de unos cincuenta años,
arrodillada en una tumba hermosamente adornada con
lapida de mármol y un ángel hermoso que la coronaba.
Rosas rojas bordeaban toda la tumba haciéndola destacar
de todas las demás. Me quede colgado viendo la dolorosa
escena cuando percibí que el tiempo seguía pasando y esta
no cambiaba. Decididamente me acerque a la señora y le
ofrecí mi pañuelo limpio. Ella se asusto un poco al verme,
pero con gran educación lo recibió. Yo me quede allí de pie,
en silencio mientras la noble señora se enjugaba sus
lágrimas. Yo me ofrecí respetuosamente a acompañarla
hasta la salida y ella acepto el ofrecimiento. Me comento
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que la tumba visitada era de su hijo, el cual había fallecido
poco antes y ese día era el de su cumpleaños. La señora me
conmovió de manera profunda, tanto, que junto al
cementerio existía una pequeña cafetería y atrevidamente la
invite a tomar un café. Ella acepto y de esa manera
empezamos una amistad que perdura hasta hoy. Conocí la
triste historia de Charly, su hijo y de los acontecimientos
que enmarcaron sus últimos años de vida.


Con el correr del tiempo, un día cualquiera recibí una
llamada de Angelina en la cual me solicitaba cortésmente
una visita. Yo acepte encantado y nos reunimos en su lujosa
vivienda, en las afueras de la ciudad. Allí ella me propone
escribir este libro (Ya ella sabia de mis dotes de pésimo
escritor como lo soy) y yo acepto un poco indeciso del
resultado. Para esta labor, la señora puso a disposición
largas horas de doloroso testimonio, me puso en contacto
con los médicos que trataron a su hijo, en particular el
doctor Rivadeneira, quien toda la vida fue el medico
encargado de Charly. Horas de entrevista con algunas
empleadas de vieja data de la casa quinta, un noble
testimonio de Juanita, novia de Charly y única amiga, de
injusto destino, pues el nunca la recordó, a pesar de ella
6


estar junto a el hasta su muerte, y el material mas delicado,
los diarios del muchacho, los cuales son reproducidos acá,
de manera intacta. Y este es el resultado final…
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                            A


Arrastre mi mano por el fuerte asfalto y de repente ya no vi
nada. Escuche muchas voces y sabia bien, que no estaba en
el paraíso. Muchos brazos me recogieron y fue entonces
cuando descubrieron después de muchos exámenes,
hospitalizaciones y pruebas, que algo tenia yo. Encerrado
en el cuarto del hospital, veía encantado como las sondas se
apareaban entre si y derramaban sus suero por doquier. Las
agujas vueltas jeringas en la mitosis utópica y feliz, se
asomaban por el borde de mi camilla galáctica y con sus
cascos espaciales, dibujaban una sonrisa y luego escupían
algo dentro de mi, que me hacia feliz y tranquilo. El ocaso
era acompañado por la muerte, que siempre llegaba
silenciosa y se sentaba en el sillón de las visitas y se
quedaba contemplándome, todos los días. Yo le relataba
historias sin sentido como esta, pero ella solo cruzaba sus
inexpugnables brazos y contestaba con total interferencia
de silencio. Pasadas las horas, se aburría de escucharme
despierto y se fugaba por debajo de la puerta para ir a
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aterrorizar otros cuartos que se plagaban de sacudidas
violentas y mármol ennegrecido, del cual salían otras cosas
lumínicas y puras que se adentraban en el laberinto
circular, en donde ir a buscar la luz, la cual madre siempre
me ha recomendado que no alcance cuando estoy
encerrado en mis trances particulares e infelices. El olor de
las enfermeras por otro lado, me llevaba a momentos de
total incomodidad en donde yo era como una planta sin
raíz y entonces tenia que pedir auxilio para evacuar mi
clorofila, voltear mis hojas, sacudir las perlas de rocío de las
mañanas y otras cosas que suavemente alejare de este
testimonio. Pastillas, compresas, líquidos sagrados, de todo
recibían las tinieblas de mi entraña y yo me dejaba caer sin
flotar, porque según la ciencia, todo eso me ayudaría.
Entonces prefería apartarme de mi mismo y corría el telar
de mi imaginación y me reunía contigo, para que de todas
esas serpentinas, nacieran valles hermosos en donde
corretear sin estar realmente. Tú me acariciabas con manos
enfundadas en noche y salpicabas de locura la parte sana de
mi cabeza. Tu lengua desgranaba palabras susurradas que
yo atrapaba con una raqueta de lienzo, y luego trataba de
organizar sin suerte alguna. Pero tú solo me decías: Evítalo
porque es inútil. Y aun no entiendo como es eso.             Tu
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espalda me parecía entonces criminal, porque siempre la
dabas cuando yo mas te necesitaba y era cuando me
quedaba con la cara larga hasta el otro día, pues por
desgracia    mía   ya   me   había   otra   vez   despertado
inoportunamente. Para tratar de volver al trance, hacia un
hueco en mi camilla pero entonces llegaba corriendo una
bata blanca y me amarraba con fuerza a los tubos de los
costados y allí quedaba yo, como una pintura de
fragmentos no dibujados, solo se veía algo de color en uno
entre mil.
10




                             B


Bueno. No es tan fácil sentirme envuelto en horas y horas
grises. Atrapado en el reloj del mundo antiguo. Explique
una y otra vez mi condición y nadie me entendió. Nadie
sabe escuchar. Nadie me dijo: Estas perdido. Nadie sabe lo
que es estar perdido y no saben lo que son las horas grises.
Nadie sabe nada de nadie. Estoy esperando aquí en lo alto
de esta colina a que me caiga un rayo de sol. Quiero saber
como se siente el calor. Quiero ver mi clorofila. Quiero
saber lo que es esa caricia. O una caricia. Algo verdadero.
Estoy esperando por el rayo de sol. Vine aquí una tarde y
aun sigo esperando. La colina me conoce y sabe bien lo que
quiero. Todo empezó desde el comienzo. Claro. Como debe
ser. Salí un día de casa y no volví jamás. Radiografía de un
día cualquiera. Salí sin querer saber más de mi familia y con
los años se me fue borrando el apellido. Ya solo tengo un
nombre y es mío. No de ellos. No lo deseo. Camine por
montañas altas y chicas. Por caminos pedregosos y
desiertos. Por un prisma. Por un caminito de rayos láser.
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Por el barro y por la lluvia. Muchos años. Muchos días que
son años en mi mente inquieta e intranquila. Mi mente no
sabe contar las horas. Llegue a algún lugar buscando algo.
Buscando a alguien que encontré y que me encontró. Me
encontró metido en un amperio. Que me perdió, pero que
yo no perdí. Me perdió entre las burbujas del redentor. El
tic tac de los calendarios la cubrió de hojas secas y de
recuerdos inútiles. Yo camine y otro viento que soplaba me
dio en el rostro suavemente y me cambio el rumbo…Yo se.
El amor es siempre tan duro como una piedra que no siente.
Peor yo siento la piedra porque me golpea y me duele ese
contacto. Hiere con la pasión de la mala condición que hace
que ese amar sea como es. El amor siempre muestra su lado
rudo, áspero, invencible. Por hay se empieza a ver el largo
camino de un corazón puro, que se oscurece suavemente. El
sabor de su boca en mi boca fue tan distinto que no puedo
probar ya nada. Hay un sabor a nada en todo lo que tengo
dentro. Todo es cualquier cosa para mí. La noche. Salir a
caminar de noche. Esos bares. La transmisión de un viejo
sintetizador. El elevarse. La risa fácil de la droga dentro de
mí. Otra neurona muerta. Otro día. Lo diferente. El color de
los olores. La maravilla de encontrar. La maravilla de
buscar y no encontrar. Lo loco. Lo cuerdo. Ella. Yo. La
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trampa. La presa. Un cazador furtivo. Todo se me parece al
sabor de un trago. La luz tenue. La muerte. Me sonríe
desconfiada….La muerte. Pero lo sabe bien. Ella si que
conoce mi mitomanía de estar vivo.
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                            C


Casa es el sitio donde vives. Casa en el aire. Casa marcada.
La casa quedo sola, pues madre tuvo que salir y yo prometí
cuidarme. Mentira. No me cuide. Saque yo del viejo bidet
una botella de vino y m encerré en mi cuarto, cerrando la
puerta con un candado hecho de magma, el cual no se
podía tocar, porque si lo hacías, el te adivinaba el futuro.
Me oculte detrás de mis sabanas limpias y empecé yo a
beber como si besara la botella. La cama se hizo hojarasca y
cada movimiento de mi cuerpo se hizo sonoro. Salio de la
botella una inspiración de vieja data y me senté a
garabatear palabras que recogió el bombillo anacrónico que
se sujetaba fuertemente a la lámpara para no caer
entumecido. Entonces deseche yo la idea de ser algo mejor
tan solo en sueños y apague con fuerza inaudita la luz y me
eche de bruces en el suelo frío de mi soledad. Un tronco de
nogal empezó a brotar de ese mismo suelo y su color
naranja se hizo intenso para crear un rumor de sentina en
14


cada espacio, en donde yo me reí como jaguar arponeado
por las notas del piano que ya no esta sonando. Mi cabeza
dio mil vueltas en el carrusel de una infancia sin futuro de
cobre. Maldije en la ebriedad oculta de mi vergüenza por el
destino incorregible y vi como el signo zodiacal de Libra
bajo para sostenerme con cadencia, mientras pesaba mi
vida en su balanza    y me dejaba otra vez intacto en la
penumbra, pues no había encontrado nada extraordinario
en mi. La nausea se hizo gigante y derrame algo de mis
tristes entrañas en el tapete que me había regalado madre.
La botella se hizo añicos, pues al verme así, opto por
suicidarse en el acto y un átomo de ella me corto la mano.
Madre entro entonces y encontrando el tizne de mi
amargura en todas partes, me recogió con dulce rabia y me
abofeteo por ignorante. Yo rumoree algo al techo y ella me
escucho y salio corriendo a su cuarto, mientras las
empleadas me traían otro alcohol más barato para curar la
señal que dejo aquel circulo alocado en mi mano…
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                            D

Desperté impactado por una tormenta de presentimientos,
que inundaron mis ojos y casi me ahogo. Saque un poco la
cabeza por la ventana de mi encierro e intente nadar en
aquel mar, pero recordé de manera tonta que no se nadar y
me hundí de nuevo. Estoy loco y ya me empecé a
acostumbrar a tener que olvidar porque así lo designo el
meñique de Dios. Mi enfermedad incurable me redujo a un
puñado de venas y carne, pero tal vez, ya están sin vida.
Desdibuje mi reflejo en el espejo y mis somnolientas manos
se disfrazaron de coral y me dieron nueva forma. Alargue
ese momento de la mañana hasta que mi madre entro al
cuarto presurosa pues había tenido una pesadilla en la que
yo moría. El reloj de la sala retumbo pendulante y nos aviso
que era hora de desayunar. Madre me abrazo con fuerza y
yo llore de nuevo, hasta alcanzarla adentro de su alma. La
casa daba miedo, pues las cosas registradas en el negativo
de mi mente no se aclaraban ya, e iba olvidando
minuciosamente el por que de todas las cosas que la
habitaban. La empleada del servicio domestico me miro con
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lastima nueva y yo la imagine de plastilina y entrecerrando
los ojos le di forma de globo y la eche al espacio. Subí a mi
cuarto de nuevo y revise con cuidado el cajón ese de la
mesita en donde tenia recortes baratos y preciosos de
historias y poemas con los cuales yo seguía escribiendo mi
desquiciado diario inventado con el cual sostenerme en un
futuro no muy lejano, cuando mi yo no exista y todo lo que
queda son esas palabras deslizadas en hojas blancas, donde
construyo un mundo fantasioso lleno de carteles donde
encontrarme sin sentido, pues nunca he vivido nada de lo
que escribo. Porque estas palabras en el mundo nunca han
existido, porque la llamada mas efectiva al vacío, me entro
a mi y yo conteste desconcentrado. Pero nadie colgó al otro
lado y ahora el paraíso gigante es solo una necedad de mi
perturbación, de la cual yo mismo fui condenado. Cargue la
excepcional bola de mi justicia negligente y quiero ser, lo
que no puedo ser…
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                   AMARILLO

Charly empieza a presentar los síntomas de esquizofrenia y
locura. Olvida con frecuencia las conversaciones sostenidas
con su madre quince minutos antes y esporádicamente
olvida donde esta su habitación. El es consciente de su
situación y por recomendación de su medico empieza a
llevar un diario. En esta etapa los escritos son coherentes y
el los lleva con fecha y hora exactas de cuando los escribió
de manera adrede, pues con frecuencia olvida por completo
estos datos. Esta obsesionado con la literatura y la poesía e
insiste en incluir estos lenguajes en sus diarios. El esta
cambiando de humor constantemente y por momentos se
pone difícil de tratar. Juanita (Novia de Charly) en
particular, es quien más recibe el castigo de esta alteración
de temperamento, pues en varias ocasiones tuvo que salir
de aquella casa, ante el mal trato de parte del muchacho. A
pesar de esto, es ella quien mantiene a Charly provisto de
toda clase de libros, los cuales lee vorazmente, aunque
18


nunca recuerda como llegaron a el. Su enfermedad avanza
velozmente y en solo dos años del diagnostico se le nota el
deterioro mental. Esta primera parte va del 15 de febrero de
1992 al 20 de septiembre de 1995 aproximadamente.
Angelina viaja en dos ocasiones al exterior en busca de
tratamiento efectivo para su hijo, pero sin ningún resultado.
Juanita disfruta breve lapsos de amor con Charly, aunque,
por alguna razón, el nunca la menciona en sus escritos e
insiste que nunca tuvo amor alguno en su vida. Esta
situación por momentos la afligía, pero se daba ánimos
nuevamente y continuaba firme en su determinación de
estar junto a el, pasara lo que pasara. Para este momento,
me entero que Charly siempre fue un chico enfermo, pues
nació con un tumor cerebral que lo mantuvo convaleciente
durante toda su vida. Misma razón que degenero todas las
dolencias posteriores.    A continuación reproduzco las
primeras hojas de sus diarios (Incluyo solamente las hojas
que para mi son las mas relevantes)
19




                            E


Entonces quise para un futuro, creer que recordaba yo un
amor que nunca tuve y para eso describí con frenesí un
gran parlante de tu boca. Tú me llevaste por medio de la
enorme satisfacción de poder arder a tu lado y entregarnos
al mar del sediento, que se convirtió en barro, porque todo
ahora era   amor. Trace con tiza china un mapa mental
donde dejarme llevar por la felicidad impostora y envidiosa
que me alberga siempre, y pensé que esa mujer preciosa,
salida del póster colgado en mi pared con propaganda
gaseosa y curvilínea era mi mujer y por no sentir mareo me
deje llevar por aquella farsa. Avance decidido en el camino
incorruptible de describir tus cabellos y tu delgadez, tu
blusa azul pálido, que no se por que siempre llevaste puesta
y los pantalones que yo arrancaba en mi precipitación
figurativa, en la cual yo efectivamente copulaba con ella.
Un violín de gruesas notas enredo las palabras en el papel y
desconsolado, dibuje un pequeño barco con el nombre:
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Farewell y una mano de despedida agitada que me decía
adiós, pues yo deseaba mas que nada, saber como se sentía
la despedida femenina y la fragmentación volátil de mil
trozos del alma que se queda sola, errante y dolorida. La
secuencia finalmente fue interrumpida por el llamado a la
puerta y la entrada de mi medico particular, que quería
saber yo como había seguido. Decidí entonces encogerme a
proporciones milimétricas y riendo por lo bajo fui a
esconderme como un niño travieso, detrás del vaso de agua
que deje olvidado en el suelo, hace tiempo. Escuche a mi
madre afanada comentándole que cada día andaba yo peor
y que a veces veía en mi mirada que yo no la reconocía. Me
salieron entonces unas aletas uniformes y fui yo un pez en
tierra firme. Empecé a moverme angustiado pues fuera del
agua no viviría mucho tiempo y fue cuando una luz extraña
me volvió a traer en si y cayendo en cuenta, acaba de tener
un ataque epiléptico. El doctor alumbraba mis corneas con
la pequeña linterna y mi cuarto volvió a su posición
original, cuando entre el y mi madre, me ayudaron a
levantar…
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                            F


Fe perdida. Brazos caídos. Pena. La casa es un cascaron
ahora. La casa es mi amor. La casa es mi alma. La casa es mi
mente. Esta vacía por dentro. No hay vida. No hay aire. No
hay nada. Rasguño las paredes con fuerza y ni el polvo se
deja ver. Ya no sangran mas mis uñas. Ya no tengo aliento.
Estoy solo. Abandonado. Estoy maldito. Ella olvido este
lugar y ahora parece una tumba olvidada. Esparcida.
Desteñida del alba. No se en que puto mundo giro ahora.
Todo es extraño. Respirar. Ver. Vivir. Sus manos ya no
están entre mis manos. Nadie dice basta. Ella ya se fue y no
dijo nada. Todos los lugares de mi morada huelen a su
ausencia. Algo se esta muriendo en mi casa. La enorme sala
llena de nada. Las sillas volcadas y la pequeña mesa de
centro. La enorme lámpara de pie, ya no esta en pie. Un
cuadro torcido, que antes era un paisaje, ahora es una
enorme mancha enmarcada. Cuatro esquinas habitadas de
abandono. Y polvo. Y mugre. Y dolor. Algo se esta
muriendo en mi casa. La escalera que conduce al piso
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superior, ya sin forma. Ella ya no se apoya en sus peldaños.
Ya nadie la sube. Solo su recuerdo, como un espectro, pasa
veloz y se escucha el crujir, muy tenue. Tal vez lo que cruje
son mis huesos. La escalera no cruje. Yo lo se. Estoy
mintiendo. Esta haciendo frió y estoy muy solo. ¿Dónde
esta el barandal de la escalera? ¿Se lo llevo ella? No me dejo
nada. No me dejo ni siquiera mi alma, para que me
acompañara. Algo se esta muriendo en mi casa. El cuarto
principal, con una cama que es como una enorme piedra
fría y costosa, donde nadie se recuesta. Un edredón que aun
conserva el olor del frío. Unas sabanas que no son blancas,
que no son nada. Las almohadas abiertas, destruidas,
destripadas por mis lágrimas, que vienen de adentro. Que
son de verdad. Lagrimas de un hombre que sufre sin saber
sufrir, como todo lo que hace un hombre. Siempre sin saber
nada. La pequeña mesita de noche, con el cajoncito por
fuera. Ya no guarda joyas. No guarda remedios para la tos.
Ni guarda remedios para la gripe. Ni guarda remedios para
el trauma de la ausencia. No tengo remedio. No tengo
asidero. Mi cabeza rodó en el suelo y se me perdió. Ya no la
encuentro. Ya no la tengo. Algo se esta muriendo en mi
casa. El baño, que antes era siempre tan relajante, ahora es
un nido de ratas. Bajan por las tuberías. Apestan mi hogar.
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Apestan lo que era un hogar. Apestan lo que sea esto. No se
como llamarlo. No me importa. No me importan las ratas,
ni lo que pueda habitar en un baño abandonado, sucio,
maloliente y encarnado de lama verde. Mi cara esta igual.
Soy un desastre. Lo se. No tengo baño. No tengo remedio.
No me importa. Estoy solo. No tengo que aparentar. No
tengo que esperar nada de nadie. Es solo un silencio. Es
solo esto. Algo se esta muriendo en mi casa. La cocina ya
sin lumbre, ya sin movimiento. Fría. Ausente de todo.
Nadie entra allí desde hace tiempo. Me da miedo entrar. No
se que voy a encontrar. Ya no simboliza nada en mi cabeza.
No trae algún recuerdo. No la ven mis ojos. La cocina no
existe. Nunca tuve cocina. No se que es una cocina. Algo se
esta muriendo en mi casa.


Yo.
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                            G


Grandilocuencia que salio de su boca y me engaño. Salio de
la boca de ella. Ella es un alfil, una reina, un tablero de
ajedrez de baldosa. Ella esta siempre sentada al borde del
agua. Piensa en la arena. Piensa como una sirena. Sirena
loca. Hermosa es ella. Acurruca a todas las conchas en el
borde mientras el agua se las lleva. Les cuenta historias de
Poseidón cuando era joven. De Poseidón cuando era algo.
Se sumerge y como es ella, se que no vive en castillos de
arena. Escucha con atención y sus ojos miran y sonríen
suavemente. Baila entre las algas y cabalga un caballito de
mar plateado. No le gustan los arrecifes. Les tiene miedo.
No habla con las ballenas. Siente respeto y solo mira como
pasan sabiamente. Recostada en las tortugas, llena con
letras de oro su diario de mantarrayas y lo cierra con
cuidado. Tiene instinto de supervivencia. Tiene las manos
heladas. Estrellas marinas intentan alcanzarla, pero corre
sobre las aguas con gracia y escapa. Se ondula con las olas
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como el cabello de dios. Así viaja solitaria por los mares y
no sabe que yo no se buscarla tan lejos. No se atraparla con
una red infinitamente cocida a punta de anhelos y
respuestas entrecortadas. Ella solo deriva sin brújula, sin
norte, sin espejada. No arponea la duda su corazón y su
inocencia son burbujas agitadas que vuelven borrosa el
agua verde. El agua azul. El agua salada. Su espiral no es
ordinaria. Es tan fino que solo su capa lo sabe con certeza.
Sus piernas son un canal por donde todo transita: barcos,
fauna marina, dioses ocultos bajo el agua, mi vida. Mi
insignificante vida. Un balbuceo en el medio de sus
palabras. Un guiño imperceptible en las cataratas de sus
ojos marinos, que vierten lluvia fresca. Su tornado son
malas noches de insomnio donde todo se le revuelve y la
ponen extraña. Extraño paraje. Extraña justa de focas
juguetonas. Entonces se vuelve un sonámbulo y llama
barcos y galeones a sus cuevas, de donde no vuelven jamás,
porque ella no despierta. Se encierra en la brisa de sus días,
para olvidar. Y me olvida. Y es tan de raíz su deseo, que yo
no existo. Yo no tengo vida en su vida. Todo siempre y por
supuesto, hecho inocentemente por ella en su atmósfera…
Ella me dejo, porque estoy enfermo. Estoy desahuciado. Yo
no sirvo para nada.
26




                             H


Huí. Huí en mi imaginación, como lo hago siempre.
Empecé a imaginar. Empecé a buscar en mis extrañas
entrañas. Y así llegue entonces a un pequeño pueblo.
Pequeña comarca. Un asentamiento. Las casas eran todas
del mismo color. Un color que no se como se llama. No
tengo idea. Todas las puertas y las ventanas están cerradas.
No hay diferencia de una calle con otra. Calle muy chica,
por cierto. Calle empedrada como un símil. Calle
radioactiva. Calle botánica. Me quede entonces parado en el
medio de la vía, colgado en las pequeñas terrazas de cada
vivienda. Ni una señal de vida. Ni un respiro. Ni una
sombra de abril. De repente creo escuchar un susurro. Un
pequeño lamento. Y es que hay un niño escondido debajo
de una banca. Esta mirando. Esta metamorfeandose. Me
dirijo lentamente hacia el y sus ojos llorosos me miran
curiosos y reflexivos. Otra ves los ojos. Siempre los ojos. Un
silencio me cruzo y se llevo dentelladas de mí. Me
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tambaleaba un poco. Me recuperaba. Llegue a la banca y
me agache para verlo más de cerca. Tenía un viejo muñeco
entre sus manos. Un payaso con los ojos borrados. Traje
desleído. Risa transparente. Dientes de plata. Tan triste
como la mano que lo sostiene. El niño entonces, como un
resorte salta y corre rápidamente por las pequeñas calles.
Yo lo llamo pero no cede. Yo lo sigo y no cedo. Entonces
cedo. Dejo que se vaya. El pobre esta asustado. No me di
cuenta y el sol ya no esta. La luna tampoco esta. Solo un
toldo   oscuro y sin estrellas me        cobija.   Pasa una
circunferencia de aire y me quedo quieto mientras transita.
Respiro profundo. Estoy mas tranquilo. Estoy menos
muerto. Camino por todas partes y en una hora ya he
conocido todo el pueblo. No hay nadie. Esta vacío. Como
yo. Me quedo sentado junto a la carretera esperando que
alguien pase y me recoja de aquel sitio. Pasa una hora.
Pasan dos horas. Tengo sed. Tengo sueño. Tengo todo lo
que quiero. Me quedo dormido por momentos. Me
despierto dormido. Tengo miedo. ¿Y que? No siento
vergüenza de nada. El amanecer me sorprende en un flash
violeta. Suena a lo lejos los cascos de un animal. También se
agudiza la sinfonía de un chirrido. La alborada. Ya no tan
violeta ni tan violenta. Es una carreta lo que se ve. Estoy
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salvado. Estoy atrapado. Me paro en la mitad del camino
para que se detenga. Quiero estar seguro. Soy inseguro. Un
anciano viene afanado y se queda mirándome. Esta
investigándome. Esta despellejándome. Me hace una seña y
yo me subo. Aprieta la rienda y avanza veloz. Como a un
millón de años luz. Como a tiro de yegua. Yo le pregunto
por ella. El mira fijamente hacia el camino. Como si no
respirara. Como si no entendiera. Me quedo en vilo
esperando respuesta. Dice que no le pregunte. Ella ya paso
por ese pueblo. Ahora los que eran habitantes están
muertos dentro de sus casas. Ahora son de cristal. Yo le
digo que vi un niño. El me mira entristecido. Me niega con
la cabeza y baja la mirada. Una lágrima se asoma. Un
diluvio viene en camino. Todo se ha dormido. Estoy
llorando por la mujer que ya no tengo. Soy un hombre que
se esta quedando ciego y que ya se quedo sin amor.


Estoy solo.
29




                              I


Inmaculadamente volví de una de tantas veces del hospital
y de inmediato me encerré en mi habitación. No quería
pensar más en mí. No quería pensar mas en lo que me
estaba pasando. Recurro a mi precaria ansia de fantasías y
corrí en ellas. Entonces corrí y corrí hasta caer vencido.
Corrí hasta alejarme del azul de aquel cristal. Corrí por ir
detrás de ti. Caí vencido por estar detrás de ti. Vine como el
río que se seco por debajo de la tierra. Vine como el día que
se acabo antes de tiempo. Vine flotando, por purísima
casualidad. Cada cosa es una boca loca llena de viento.
Cada cosa que pierdo me recuerda a ti. Cada cosa pura, no
es de la tristeza. Cada cosa estúpida que hago me recuerda
lo estúpido que fui. Cada rostro que sufre me recuerda tu
rostro. Cada dardo da en el blanco, si se aprende.
Pequeñísimas cosas que no alcanzo a ver en la palma de mi
mano. Pequeñas canciones susurradas en mí oído de
invierno. Microbios no. No me gustan. No se por que no los
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entiendo. No puedo alejarme de la señal. No puedo dejar de
recordarla con morbo. Con pasión. Con cansancio. Suena la
vieja corneta de todos los días y me vuelvo a levantar. Es la
misma maldita hora del desayuno y estoy sentado solo. ¿El
cereal o una forma de vida? No tengo hambre y como. No
tengo aliento y lloro. No tengo alma y vivo. ¿Las cosas que
esperaron donde están? ¿Dónde esta todo lo que pedimos
una vez? Todo es una mentira. Solo ella era real. Era irreal.
No se que era. Ella estaba siempre sentada tocando su arpa
y sus canciones me elevaron fácilmente. ¿Si?... Ella contaba
los colores en su cuerpo con la gracia que la hacia un arco
iris ante mis ojos. La violencia de su sexo con mi sexo fue la
usina de la cual yo robaba luz cada día. Luz fantasma. Luz
de revólveres disparados. Todos acertaron .Todos dieron en
mi. Y me hirieron. Y me mataron. Y estoy muerto. Muerto
por instinto. Muerto porque ella lo quiso. Muerto infinito.
Después ella se fue hasta el fondo de un mar lejano y yo no
la espere. ¿Quién fue el egoísta? Ella es tan extraña que
siento que no se quien es y yo la conozco. Nadie sabe como
es en su adentro. Es todas y es ninguna. Es enfermiza y no
me gusta y no la amo. ¿No?... Pero soy de ella. Este viaje
comenzó al salir en su búsqueda y el viaje termino sin ella.
Ahora estoy en esta tonta colina solo como un idiota y el
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maldito rayo de sol no sale para que me alumbre. No me
alumbra. No puedo creer que este hablando de esto. No
puedo creer que mi mente haya creado todo esto.
Simplemente, yo ya no creo…
32




                       VERDE

(Escrito por Charly)


Empecé a escribir este diario a sabiendas que no podría
hacerlo por mucho tiempo y en contra de los deseos de
madre, que no entendía mi necesidad de hacer esto. Como
yo no tengo vida me estoy inventando una que funcione
para mi gusto. Siempre disfrute esas novelas donde todo
era oscuro y melancólico. Siempre disfrute las canciones
que hablan de lo que no se pudo superar. Esa muralla
infranqueable: El amor, el dolor, el abandono, el recuerdo,
lo inevitable. Eso quiero para mis recuerdos sin recuerdo. El
doctor me dijo que escribiera mí día a día, así yo, de alguna
forma, combatiría mi enfermedad nueva. Una mas para el
montón. Sin contar con el hecho que de alguna manera mi
esquizofrenia, paranoia, soledad y amargura, junto con los
medicamentos para mi tumor cerebral, pastillas para la
depresión y ese interés malsano en hacerme daño,
terminaran enloqueciéndome mas aun, así que no se que
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saldrá de esta escritura, pero lo haré nada mas que por mi.
Así si alguien lee este diario, yo lo engañare con algo que
nunca ocurrió: Mi vida. Espero poder entender lo que pasa
cuando llegue algún momento así, para ver si puedo
detectar en sus caras que los he engañado. Para ver si
puedo ver como es, borrarse la historia y pegarse otra, sin
sobresaltos.
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                              J


Jacarandas ostentosas de anexos del cielo le dan sombra. La
dosis de morfina que sube por mi cuerpo me aleja de todo,
y todo sigue dando vueltas en torno a ella. Ella esta
contenta, alimentando a los grifos en el terraplén. Se levanta
con ellos en un pequeño vuelo y juguetean con las ondas
del viento. No conocen de dolores. No conocen de miedos.
No me conocen. No se si esta desnuda o estoy vetado y no
la veo. Ella si que tiene misterio. Ella es sin duda mejor que
yo. Ella es sideral. Ella fue creada con pedazos de Venus.
Fondos verdes encantadores y sepia la mirada. La hace
sentirse ensoñadora. ¡Mira que si sabe como hacer las cosas!
Si yo pudiera hablar…Ausente e impermeable a la soledad.
Buena mujer. Buena descarga. Buena proyección de luz y
sombra. Dios dará razón del por que la hizo así. Parpadeo
un instante y ya casi ni la veo. Se me perdió en el horizonte,
con los grifos. Aleteo fluorescente. Viento celeste. Me quedo
pisando ramitas secas que no se rompen. Todo el bosque es
de plástico. La primavera es neutrónica. Va a empezar a
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llover. La lluvia es miel. Aquí vienen las abejas. Venganza
exacta. Piquete incomprensible y doloroso. Mejor me
escondo aquí debajo de esta saliente de fuego. No entiendo
por que el sol se me volvió sangre y miedo… ¿A que hora
vendrá de su paseo diurno? Humedad residual. Caldo de
ríos sagrados. Quisiera leer este libro que traje hoy
conmigo, pero deje en casa el microscopio. Me recuesto en
la pared tan curva, y cierro los ojos. Pienso en ella. Pienso
un poco en su presencia digital. Tan caliente, irradiando
microondas. La Gioconda sin boca. Estoy husmeando bajo
el velo de un fantasma. No hay nada. ¿A que le tienen
miedo? Todo este sitio lo llaman Babilonia. El paraje es tan
tranquilo. Me quedo distraído observando una enorme
oruga. Hasta puedo decir que siento afecto. Rasga la tierra y
chupa de la humedad que emana. Esta convulsionando.
Esta saliendo algo. Miro atento y de repente vuela una rata
enorme, y cruza el umbral enloquecida. La miel deja de caer
y queda suspendida. Todo pasa en un momento. No se si
respiro o estoy clavado en mi lugar. Pierdo mi brillo y tomo
un aspecto de color desvanecido. Entonces escucho un
ruido lejano y todo cambia de nuevo. Ella esta de vuelta. La
piel de mi cuello recupera lentamente su color. Mi
penicilina de rouge. Detrás del grupo que vuelve, se acerca
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un torniquete. Un Cosmigon.       Una tormenta. Viene
asustada. Veo sombras. Esta llorando. Algo paso. Estuvo
dando una vuelta por el mundo real…Y la realidad se le ha
venido encima.
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                            K

“Kassandra, Kassandra…” Empezó a entonar el bafle de la
disco. Salimos a bailar y desentone torpemente en la pista
de baile de los ratones. Ella me miro divertida y
abochornada mientras yo me desnudaba explosivamente,
porque iba por el todo o nada. Deambule con mi sequito de
larvas por todas las mesas mientras tú te quedabas
asombrada de mis agallas. Fingí remordimiento de erección
y oculte mi pene de nuevo en el bolsillo de mi piel
escamosa. Nos sentamos en el juramento de nunca más
volvernos a dejar entrar y yo escogí la canción de violines
mas dulces para ti, peor no se pudo escuchar completa
porque cayo rodando descuartizado un diabético del
segundo piso. Los manjares servidos en aquella recepción
tomaron vida cocinada y se enfrentaron en un duelo a
muerte con los comensales de panzas rebosantes por el
humo del tabaco, el champagne y la hambruna del alma
que los acompañaba junto a sus gruesas billeteras repletas
de deseos de gente pobre. Tu dijiste: No mas, y
desaparecimos de la toma y me llevaste en un transitorio
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tubo de filtraciones elementales de calor y compañía a las
ruinas del coloso de rodas. Yo contemple un pedazo de su
cabeza y descubrí algunas boronas pegadas que eran sus
pensamientos. Desdoblamos las pequeñas rocas y leímos su
contenido en voz alta como el cosmos mismo. Alguien se
molesto por lo tarde de la hora y nos mando callar con una
bofetada de necedades traídas del polo norte. Tú enfriaste
tu cuello por salvarme y yo devolví diligente el favor con
una penetración infinita. Un solo de conga africana se dejo
escuchar en un callejón oculto y corrimos las paredes para
no ser molestados. Me acuerdo que digeriste una revista y
me antojaste de cortarme el rostro con tus uñas. Tú echaste
a correr divertida y yo seguí tus curvas hasta que te
enroscaste por completo. Los días pasaron y no parábamos
de rodar. Me dijiste: Te amo, y yo voltee mis ojos para ver el
espectáculo de mi corazón emanando luz. Emanando vida.
Emanando semen semiperlado. Luego nos abrazamos y
retiramos la cinta magnetofonía de la licuadora. El silencio
se hizo cuchara de madera y nos comimos el uno al otro
hasta caer despresados. Una voz me trae de nuevo a la
realidad. Es la enfermera, que me suministra las pastillas
con un poco de agua. Es mi vida, que me abofetea para
decirme: “Reacciona ya”… Es la vida…
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                             L


Las cosas se están poniendo feas. Cada vez veo menos y
madre no me confiesa lo que yo ya se: Me voy a quedar
ciego. El tumor en mi cabeza genero mas cosas y ahora
hasta la vista me abandona. Esta mañana entro mi doctor y
yo ya no lo recordé. Pero según el, es el de toda mi vida.
Mis enfermedades avanzan en total armonía y sincronía y
eso me hace feliz. Al menos algo es constante en mi vida.
Me da miedo no poder seguir escribiendo, cada vez es más
complicado: La vista borrosa, la mano que tiembla, la
creatividad que se esfuma…Tengo miedo. Nací en una
víspera de año nuevo. Mi padre murió sin verme nacer y
madre se quedo solo conmigo. Pobre madre. Meses después
se me detecto un tumor cerebral. Adorno encefaloideo.
Adorno mortal. Madre heredo fortuna y desde siempre
conocí   los   hospitales,   médicos,   medicamentos    y
aislamiento. Crecí con mucho cuidado. Quieto mas que
nada. La educación primaria, intermitente, interrumpida
por mis desmayos infantiles y los afanes de madre en la
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trilogía: Hogar, escuela, hospital. No amigos. Los niños se
aterraban cuando me veían caer desplomado y nadie quiso
jugar conmigo. Llego la pubertad y mis primeras erecciones
fueron mas conocidas por las enfermeras del hospital que
por mi. Llegaron los quince años y la oportunidad de
extirpar el tumor. No se pudo. Comprometería mi vida.
Tumor de singular precisión en mi cabeza, pues no me dejo
vegetal al acto. No. Yo podía vivir. Si, claro… Me fue
convirtiendo en planta poco a poco, pues crecía a la par
conmigo. Envidioso. Los doctores pronosticaron a madre
que con el tiempo este huésped no invitado me traería
consecuencias. Me pasaría la cuenta. Y así empezó todo.
Termine el bachillerato más por terquedad y agallas, que
por otra cosa. La otra cosa fue el regalo del cartón por parte
de mis maestros, pues permanecía tanto tiempo en el
hospital por mis desmayos si cura alguna, que perdí todas
las asignaturas de plano. Pero la lastima todo lo puede y me
pude graduar…desde un cuarto del hospital. El día de la
graduación estaba yo entre suero y radiografías. Más
radiografías. De tanto verlas me conozco más interior que
exteriormente. Me gusta la lectura. Fue mi aislamiento. Mi
paz. Mi compañía. Y como en estos casos todo viene
acompañado, yo me ayude sabiamente deprimiéndome.
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Solución: Medicamento para la depresión. Resultado:
Adicción al mismo. Una tableta, estoy OK. Cero tabletas:
día amargo. Dos tabletas: Mareo rotundo. Tres o más:
Sobredosis. Una nueva temporada en el hospital aderezada
con   lavado     intestinal,   recriminaciones,   Psiquiatra.
Diagnostico: Desequilibrio mental, debido a la poca
ortodoxa vida que llevaba. Paciente con una tendencia a
deprimirse y evadir la realidad. Altamente autodestructivo.
De estas sesiones termine yo con poco sueño. Cura:
Medicamentos para dormir. Resultado poco original: Otra
adicción. Mi cuerpo se convirtió en una tómbola llena de
pastillas. Sonajero andante. Cuando me di cuenta de esto ya
había pasado yo los veinte años. Sin amigos, ni amores, ni
sueños…Nada. Cualquier actividad que yo emprendiera
era rápidamente desplazada por los desmayos y las
semanas hospitalarias. Mi tumor se adelanto un poco a mí y
ahora resulta que olvidare lo poco que he vivido. Los
médicos dicen: Puede ser por el tumor que afecta zonas del
cerebro ligadas a estos comportamientos. Yo digo: Todo
esto es una mierda. Los médicos dicen: No podemos
determinar la naturaleza del mismo y por lo tanto, hacemos
lo que esta a nuestro alcance para atacarlo. Yo digo: Silencio
por favor, quiero dormir…
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                           M


Madre me regalo una medallita de un corcel de cumpleaños
y yo de inmediato imagine que salía a cabalgar en el.
Cabalgaba por las avenidas manchadas de árboles de
mármol y edificios vegetales. Corrí asíncrono con mi
caballo por la infantil ternura de la rabia. Rabia menor.
Rabia telequinetica. Rabia radial. Rabia del alma. La
estupidez de permanecer tanto tiempo dormido me hizo
tener sed y bebí de un solo trago tu sangre. Ahora puedo
decir que eres mía. Ahora puedo escuchar esa voz que me
dice: ven. Ahora puedo repudiar las demás frases sin
importancia de conversaciones transitorias que tuviste
conmigo solo porque se antojo así. Antojo destructor de
lenguas. Antojo de histeria. Antojo ambulatorio. Antes solo
solía sentarme a esperarte en los parpados del sonido,
ahora con mi corcel estoy preparado para romper el cristal
y llegar a tu vereda. Algebraicamente puede detectar el
cosquilleo de tu coxis desnudo y allí me dirigí. Pinte con
un pincel de mala marca lo que vi, y sorprendido, divise
que era un horizonte recién nacido. Pinte otras cosas por
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descuido y ahora intento ubicar de nuevo el cordón que se
inundo de luz, ese mismo con el que me amarrabas para
quererme. Lo tome cercanamente y lo ate a mis zapatos.
Entonces no pudiste verme anclado al suelo. Dios se
molesto y me mando a dormir. Yo me recosté en mi cama
refunfuñando y me quede dormido sanamente. Tú entraste
a hurtadillas en mi adormilamiento y besaste mi frente con
alegría. Yo me metí en tu boca en tu descuido y me acune
en tus dientes blancos. Me levante a la medianoche y mire
al fondo. Pero no vi nada y yo cruce los dedos, y entonces
todo fue cierto. Me convertí en una llaga de tus labios y me
revisaste con el ojo del corazón. Me puse un antifaz y pase
por su lado saludando descaradamente. El destrozo fue
menor y ahora tú te ríes en unas vacaciones a las que yo no
fui, porque estábamos peleando. Una mandrágora fue
fumada en las Bahamas y yo presentí que habías conocido a
alguien más. Entonces llore con dolor y el dolor se hizo
materia y nos dimos aliento jugando a reconfortarnos hasta
el otro día. Ese otro día llego y tu viniste a visitarme y me
dijiste: “Ya no te amo” y después te fuiste. Yo me quede
acurrucado en el rincón más oscuro de mi vida, con una
tormenta de nieve digital detrás de mí. Por eso ahora
siempre lloro.
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                            N


Nadaba en mi mismo entre gotas farmacéuticas para mi
glaucoma y entonces me vi reflejado en una sombra.
Entonces abrí la puerta y me deje llevar por la corriente de
aire que pasaba. Ya no estaba solo. Había nacido de corrido.
Había nacido de noche. Di tres pasos largos y llegue muy
lejos. A miles de kilómetros de mi casa. Estaba en un
terreno destapado. Terreno de terrones. Terreno doblado
como una sabana. Allí me encontré con mi inocencia. Nos
quedamos un momento mirándonos fijamente y luego ella
siguió su camino, y yo el mío. A lo lejos se escuchaba un
aullido largo y muy sentido. Era la voz de los hombres sin
amor. A medida que caminaba los escuchaba mas y mas
fuerte. Entonces decidí cambiar el rumbo y me dirigí hacia
el este. Este es el mundo. Y el mundo ya esta listo. Listo
para la espera. Listo para mí. El mundo ya esta justo.
Injusto. Justo lo contrario. Injusto el destino. Mundo
ocupado. Mundo de mierda. Mañana nacerán otras flores.
Nacerán marchitas. Nacerán muertas. No nacerán. Mundo
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lleno de gente. No veo a nadie. No me veo a mí. No veo
porque mis ojos ya no saben como hacerlo. No veo porque
tengo los ojos cerrados por dentro. Como las almas. Como
las penas. Como mis venas. Por dentro. Mundo del
capricho. Mundo de muros altos y horribles. Mundo
enfermo. No agonizante. Mundo malo. Brutalidad de
pensar y no saber expresar lo que se piensa. Brutalidad de
sentir y no actuar como se siente. Brutalidad de las horas
que pasan indiferentes entre vueltas y vueltas.          La
severidad de la escala de sol menor me desentono en la
ropa y ahora voy a desnudarme para posarle a la nada, que
quiere dibujarme con palmotadas de humo blanco.
Marquesina oriental costosa, para rascarles la espalda a los
cerdos. ¿Y mi inocencia donde esta?... ¿Donde estas ¿Dónde
estoy?...
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                            O


Ojos. Mi vida se basa en mis ojos. Soñé con ellos anoche.
Con ellos y contigo. Tu habitación estaba llena de ojos que
no paraban de mirarme. Se quedaron sin parpadear, como
una droga que ama la enfermedad del adicto. Como un
núcleo que sufre de mitosis espontánea y se va volviendo
un uno, un cien, un otro yo que viene de otro. Yo deposite
mi sangre en un recipiente oscuro y los papeles bebieron
sedientos de mí, hasta maldecirme por estupido. Por
tarado. Por ser yo. Tu foto estaba como siempre junto a la
ventana dándome droga. Dándome mentiras. Dándome
lunas. Yo me tatué el dolor de no saber en donde estabas
con un cigarrillo de presentimientos. Las cenizas caían en
desorden sobre todos los ojos que me rodeaban y yo me reí
como si eso fuera algo importante. La casa se empezó a
derretir y apenas salí saltando cuando me tropecé con un
arlequín. Este ejecuto un solo de guitarra brillante y luego
me lo enseño con delicadeza. Yo me entretuve en ver las
semillas que desprendían los mangos secos del árbol de
infortunios y las recogí guardándolas todas en mi
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sombrero. El karma de meterme en lo que no me importa
me rozo la espalda y yo asustado, me escondí en la cueva
del lobo. En lo más oscuro me rugió una rana y me arrojo
sus entrañas para que me fuera. Yo me moleste
sobremanera y salve mi espíritu tocando las ansias del
demente que era yo. Grite tu nombre entre la multitud de
ecos que se atropellaban unos con otros pidiendo permiso.
La cueva se detuvo y yo me baje con prisa. La ruleta marco
entonces el 7 rojo y me gane una fortuna. Un millón de
cruces para mí solo. Yo las clave todas en los montes
disponibles, menos en el gólgota, porque allí ya habían tres
crucifijos observándome. Yo pase respetuoso y en silencio
deje yo una flor de sabiduría. Luego me devolví a los
acantilados verdes cuando de repente me alegre de verte
flotando. Tú estiraste tus brazos y yo adivine sagazmente el
camino y me desaparecí. Y me perdí. Y voy perdido
haciéndole una encuesta a los altos pinos del lugar de la
mancha, de cuyo nombre no puedo ya acordarme. Y me
desperté y ya no puedo volver a dormirme. Ya no puedo
ser yo. Ya no puedo nada.
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                            P

Primero recordar. Recuerdo. Eso soy en este mundo. Un
recuerdo. Ahora recuerdo. Recuerdo el tiempo en que todo
ocurrió. Recuerdo mis venas y mis carnes abiertas.
Recuerdo mis bujías encantadas de entrañas. Ya no existen
más. Todo se lo llevo el paso del tiempo. Recuerdo las risas
y los subterráneos. Y el sol redondo y la media luna. Y los
cables y las secuencias. Alguien me cambio las reglas del
mundo y ya no queda nada que me pertenezca. Ah si, ella
lo cambio todo. Que cercano es el vacío ahora. La arena
negra ya de estar, cubrió mis manos. Y el futuro para mi ya
no existe, porque ya no tengo esperanza. Y el presente para
mí ya no existe, porque no lo quiero vivir. Y el pasado para
mí ya no existe, porque no hay quien me recuerde. Y es que
yo no existo, porque soy un recuerdo. Los días tal vez
vengan por mí. Pero aun así, soy un recuerdo de la bóveda
celeste. Cosmos y guías incandescentes. Y estoy esperando
el cansancio. Quiero todo lo anormal que me saque el alma
del cuerpo. La grieta de la galaxia. Sin sutura. Busco los
ojos. Ahora quiero saber todo lo de los ojos. Meteoros de
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pupilas enfermas. Planetas de corneas vencidas, secándose
al sol. Iris enfermos, defectuosos, tapando las estrellas como
una tela barata y corrompida. Quiero que todos dejen de
hablar. Quiero encontrar el silencio. Quiero jugar con las
amebas. Pero… ¿Qué es lo que yo quiero? Si nadie me
quiere no se por que yo puedo llegar a saber como es querer
si el ser querido no vino conmigo en mi manual de trampas
para los dedos de la vida en donde las ratas han caído
pensando que era yo una buena carnada y no era cierto. No
quiero. Si. He decidido que así no quiero. No quiero vivir
así pero desde mucho antes que yo viniera al mundo ya
estaba descrito que así seria mi ruta y no vivo en un jardín
de primavera ni en una fabula caprichosa y feliz. No se si
mi mundo sea el real, pero la luz es suave y yo me arropo
con ella todas las noches y la destejo todos los días. Mis
manos ahora son de marfil y me peino con cepillos de carey
que madre me trajo del África suroccidental. África infinita.
África negra. Suelo asfixiar con estas manos mías que ya les
describí antes, todo lo que amo porque no se amar de otro
modo. Porque no quiero que nadie me deje, pero siempre
me dejan solo, con un sonido de violín de radio de fondo.
Mi amor siempre se hacha a perder, y yo no quepo en el
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congelador, para darle mas espacio a su caducidad. Todo es
una total mierda.
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                            Q


Quietud de aire. Madre me ha llevado a retozar a la
hacienda que compro a las afueras de la ciudad. Me ha
llevado a caminar por la colina que esta frente al establo.
Siento como toda la naturaleza viene a mí, en forma de
caricia. Todo es una fiesta. Danza sobre el suelo de arcilla
un vientecillo de monte verde verdísimo. Estoy aquí. Solo y
perdido. Los álamos se movieron un poco y en su vaivén se
dibujo una mano loca. Grande y rara, esa es su forma. Rodé
cuesta abajo y me golpee el rostro mil veces con las piedras
más pequeñas y filosas. Caí espantado y dolorido a la vera
del camino y la sangre de estas heridas se enredaron en mis
ojos y plantaron su semilla. Nació un árbol. Nació una
pared. Nació un minuto. Y vino hasta mí, por puro
prejuicio. Por nada más. Camine por el sendero que se
escondía debajo de la maleza y aparecía otra vez mas
adelante. Y mas adelante. ¡Que calor hace! Siento que me
estoy mutando en la hierba. Miro al cielo y se muy bien que
estoy perdido todavía. La música de los animales que se
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arrastran se empieza a escuchar cada vez más fuerte. La
cascarilla de los árboles me hace caer de costado. La herida
de la lanza me duele. Utilizo el minuto que vino hasta mi
por puro prejuicio y creo un vació. Creo una nada. Yo soy la
nada. Y entonces, como en un embudo, todo empieza a
girar violentamente y a decantarse por ese vació. Todo se
fuga. Yo también me siento absorbido. Caigo. Salta un
conejo al lado mío. Abro los ojos. Estoy en alguna parte.
Todo esta en alguna parte. El conejo esta cojo. No camina
una mierda. Esta sufriendo. Esta sonriendo. Se detiene un
momento y me mira. Ojos rojos. Hermosos. La hierba
también es roja. Me repongo por instantes y descubro que
todo esta rojo. Los árboles y las paredes son rojas. Ya mis
ojos están rojos. Todo viene de mis ojos. Estoy cojeando.
Estoy retrazado para todo y no me pongo en el momento.
Me hace falta algo de tiempo. Me hace falta un minuto. Hoy
estoy cansado. Hoy todo esta cansado. La medalla en mi
cuello de tanto estar colgada en mí. El sol que parpadea y
quiere irse a dormir temprano. Antes del ocaso. Ocaso mi
vida, que se apaga y oscurece. Oscuro el día, que no
repunta ni en la alborada. Cansado yo, de estar cansado.
Las puertas se abren y se cierran en mí adentro, y procuran
hacer mucho ruido. Nadie ha encendido una vela y no veo
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nada. Tal vez me voy a caer mecido entre los brazos del
viento encerrado en mi habitación extraña, que es mi cárcel,
que es mi cráneo. Me da risa lo que se llora. Lloro porque
no tengo remedio. Lloro porque estoy cansado. Veo las
imágenes mas duras, lo que se desprende de mi mente y
baja por mi tórax rompiéndome el corazón y la entraña. Ya
vi   el   amanecer.   Ya   es   mañana.   Maravillosamente
maravillado de poder ver un nuevo día. Todo lo que hice
estuvo mal. Todo lo que hago no lo enmienda. Poner una
cura infecta la herida, caldeada al rayo potente de los ojos.
Esos ojos que no miran. Esos ojos que dan miedo. Ojos de
mirada perdida. Me quedo quieto. Me quedo a un lado. No
dormir. No entender. Todo un no, que se arrepiente de
negarlo. Hoy todo esta cansado. Mi torbellino esta nublado
de la imagen más perdida. Mi causa. Ya no tengo estilo. Ese
se fue con tu rostro en el verano. Verano no tan caliente,
más bien templado. Sin arena en los pies ni carnaval de
palabras. Nadie dice que me extraña. Nadie rueda en los
segundos de mi tiempo. Cambia el silencio en mis oídos,
tan gastados de escuchar susurros de estrellas allá pegadas
en el muro del firmamento. Estaba escondido entre las
letras. Fui desterrado de los libros de mi historia personal
de tajo. Nadie puede verme y ahí están los ojos. ¿Para que
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son los ojos? Nadie sabe como soy por dentro. Yo ya estoy
aquí. Nadie toca hoy a mi puerta, y ya es mañana. Entonces
reacciono. Madre me agarra del cuello de la camisa y me
grita. Me había desmayado…
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                            R


Raíces de espuma que caen del cielo. Estaba sembrando
espinas en greda seca y vi con asombro que un resplandor
quebró los pétalos de las rosas que estaba desechando en el
olvido. Me senté perturbado debajo de un volcán y
precipite mil lágrimas con furia al comprender que yo no
era un jardinero. Entonces camine descalzo por los viejos
desiertos y encontré un pedazo de vidrio. Puse en uno de
sus extremos una cuerda y me entretuve haciéndolo volar
en la noche. Pero al llegar el día un haz de luz de verdad
quebró el vidrio y me quede como un tonto abrazando la
penumbra. Comprendí que yo no era un niño. Mi alma se
harto de esto y se fue dejándome solo. Llegaste tú y
acompañaste mi cuerpo vacío de tantas cosas hasta la
vuelta del planeta Urano. Pusiste una mano sobre mi
hombro y te despediste con dulzura. Mi alma retorno a mí y
traía nuevas alas, convirtiéndome en un halcón. Tú eras la
liebre y yo intente cazarte con fragilidad. Tú soplaste mi
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rostro y me mostraste el fracaso de mi intención. Me mute
con tu faz y del antifaz volátil de tu sangre encontré con
alegría que ya no te amaba. Deje tus anhelos militares en
otro país y tu no querías irte, entonces te ayude
empujándote con un trabalenguas que me vendieron en el
supermercado a un precio de dos por uno. Mi salud me
hizo entonces convertirme por ratos en una tortuga
atrapada bajo los zapatos de todos los que me querían
ayudar y me hacían mover el ojo hacia arriba, para decir
que si y a los lados, para decir que no. Yo los apreté con
fuerza y todos pensaron que yo me había vuelto mudo. Y
me descifraron las ruinas del futuro, con un mazo tejido a
mano por mi amiga la escritora. Se lo vendió a madre por
tres millones y medio de pesos y ahora madre no se
acuerda en donde lo dejo. Es posible que se haya quedado
guardado en un libro de muchas páginas con forma de
auriculares. Y ese libro tú te lo llevaste cuando yo te dije:
No te amo. Y se te oscurecieron las plumas de pavo real y
mi amiga imaginaria me dijo: Eres un pendejo. Y también se
fue. Y yo me quede solo con toda la complacencia de mi
conciencia inocente de no ser culpable. Y así, de paso, otro
día paso por el cenit y me di cuenta, mientras mi glaucoma
ocular avanzaba, que yo no nací para mirar.
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                             S



Si. Yo ya había muerto. Y tú caminaste por los dinteles más
bajos hasta llegar donde yo estaba dormido. Desenterraste
mis restos con una canción de bits lentos que resonó a lo
largo de tu espalda. Ya iba a amanecer y tú deslizaste esos
labios carnosos por mi piel reseca, hasta que el calor de tu
aliento llego al hueco donde antes habitaba un alma. Tu
dejaste una nota perfumada y luego dejaste de nuevo mis
despojos mortales en la tumba y te elevaste fácil por el
medio de los álamos gigantes que custodiaban el calor de
esa mañana impertinente que nos descubrió en susurros…
No lo se. En algún punto empecé a tener alucinaciones
extrañas, tal vez causadas por el efecto de tantos narcóticos
de venta legal y con formula medica en mi cuerpo. Al
principio me aterraban y yo transmitía estas experiencias a
madre. Ella se alteraba y me miraba con temor. Finalmente
las callé, pues debido a mis antecedentes depresivos y al
diagnostico Psiquiátrico, preferí hacerlo para no terminar
enclaustrado en un manicomio. Al menos ahora puedo
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estar en casa por temporadas. Los diarios que llevo están
repletos de estas visiones llevadas de la mano por el
miligramaje de las pastillas que consumo. El contenido de
las páginas de mi diario es escondido cautelosamente de los
ojos de madre, pues si los leyera, seguro terminaría yo en
una clínica de reposo. Llevare este deseo hasta donde
pueda, pues estuve leyendo casos sobre mi nueva
enfermedad olvidadiza y con el tiempo temblare tanto que
no tendré control de mi cuerpo y mis recuerdos se irán
desapareciendo sin vuelta. Veremos hasta donde puedo
llegar…Igual, no se para que lo escribo, si nadie me conoce
aparte del cuerpo medico, madre y los empleados de la
casa, así que, ¿Para quién escribo yo esto? No se para quien
escribo, si la gente que yo quiero que me lea, nunca me
entiende. Y la gente que dice que sabe, no desea que se le
enseñe nada. Y yo no escribo para mí, pues dentro de algún
tiempo no podré leer esto. Y cayendo en cuenta, el reloj de
hielo de mi estudio dio las cuatro y no existe ni tetera, ni te,
ni mesa de centro ni bizcochos ni malvaviscos. Entonces
quise yo tener la aparición del ángel Gabriel y pedirle el
favor me prestara algo de dinero para ir a la tienda a
comprarme un kilo de mariposas. La vieja herida que me
acompaña me recordó sufrir y yo acepte, cual lazarillo en
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venta   y   me    hice   daño    con   mis   presentimientos
improvisados. Nació una jungla de mis brazos y me llene
de malaria en mis venas, hasta que un leopardo enorme me
hizo reír con sus acrobacias sureñas y me sentí mejor. Y me
acosté a dormir entre las ramas de la mata de sábila del
jardín de madre, hasta el otro día.


Mañana me van a hospitalizar de nuevo.
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                             T

Tendré que esperar a que a lejanía se acerque a mí y pueda
decir: Estoy bien. Ella sabe que yo se que ella sabe lo que
pasa. Ella ya sabe que estoy enfermo y como a mi no me
gusta la lastima, entro a mi casa en las tardes por la
ventana. Salto la pared cambiando a forma mística y soy un
gato que no sabe caminar en cuatro patas. El servicio
domestico sospecha, pero me da vía libre. Un majestuoso
sonido de blancas del piano llega hasta mis oídos rumiantes
y yo me dejo guiar por la encantadora melodía que me lleva
hasta el gallinero en donde una sombra preciosa de blancos
guantes ejecuta su concierto. Yo me apago la luz interna y
dejo penetrar a través de mi piel el suceso musical que se
abre y me muestra señalándome con el dedo de una
corchea, el camino hasta el cielo. Despierto de mi éxtasis en
una ambulancia a toda velocidad por la avenida principal,
pues madre la llamo al ver que yo me había desmayado y
no reaccionaba. Estuve semanas atrapado en el abrigo de la
ciencia y los TAC de la cabeza. Recibí todo tipo de
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atenciones de las radiografías y los especialistas que me
examinaban como un túnel repleto de brisa, que nos hace
entrecerrar los ojos y poner una mano en el mentón, para
adornar la acción de estar analizando algo que no tiene ya
respuesta. Ella zarpara mañana a algún puerto de lava y me
pregunto: ¿Cómo dormirá ella? Es probable que su propio
fuego la refresque en la zona mas caliente de la brisa del
subsuelo. Ella ya no me llama. Ella ya no me escribe. Ella ya
no me quiere. Solo fue un instante entre almas. Solo fue un
pequeño vacío en el cual yo me las ingenie para
decepcionarla. Y ella ya no quiere saber más de mí. Y yo no
quiero saber más de mí. Una locomotora dibujada con
crayones en blanco y negro me esta alumbrando y me va a
estrellar. Yo no puedo moverme. Alguien me dijo, días
después, que casi me muero ese día en la cama del hospital.
Yo no me acuerdo de eso. Solo recordé su sonrisa preciosa
de mujer amada por mí, y la perturbación de la madrugada,
mientras nos abrazábamos.
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                            U

Un amanecer. Otro amanecer. Y así sucesivamente entre mi
espacio de cuatro paredes que son como una jaula de
frialdad descomunal y se le llama cuarto. Habitación. O lo
que sea. Estoy acá sin poder salir porque si salgo, me
muero. Y el doctor le dijo a madre que era en serio.
Entonces me encerraron acá y con esta pijama me siento
como un preso de una caricatura mentirosa y desdoblada.
Metí mis manos en los bolsillos y me cambiaron los dedos
por candados y yo no tengo llaves para soltarme de tantas
cosas. Tres moscas verdes están zumbando en mi negro
cuarto y yo las escucho y me alivia hacerlo porque es una
señal de que aun estoy con vida. Yo aprendí a sufrir de la
mejor manera posible. Y a veces es algo duro reconocerlo. O
decirlo. O sentirlo. Pero yo soy un poco mas maduro que
antes y lo acepto con la resignación de un moribundo
desahuciado. Las campanas de una iglesia lejana están
sonando y el atardecer repleto de polvo de estrellas
decapitadas enceguece el panorama de disculpas que me
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llegaron en un sobre sin fondo de todos los amigos,
conocidos y demás que me decían que no me podían visitar
pero que estaban pendientes de mí, desde la distancia. Y es
esa distancia hermafrodita la que yo deseo mantener entre
ellos y yo. Distancia raquítica. Distancia de necesidad.
Distancia de magnificencia. Es una cuestión de entender de
qué se trata todo esto. Yo no comprendo, por eso derrapo
entre las hojas blancas y escribo sin detenerme jamás,
Porque de hacerlo, es probable que Dios me diga: ¡Te pille!
Y yo me muera. Cada noche espero la venida e la muerte
subida en un castor púrpura, pero esta no llega. Siento que
toda mi vida es un teatro de extrema crueldad. Mis sienes
se desgarran como papel mantequilla y se calcan con las
cosas del lado malo de mi pensamiento. La luna me dice:
“Esta noche no” Y se va y las tinieblas abortan resplandores
y me quedo sumido en la mas enceguecedora almohada,
clavado de sutilezas y lagrimas de perfume que me salen de
mis ojos que se van marchitando como las nubes de Júpiter.
A veces vomito respuestas de mis entrañas y mi baño se
tapona como un vino seco al que no le sale el corcho. No
puedo dejar de sentirme triste y esa necesidad de mi alma
de estar así, me lleva a deducir que yo soy un loco de
remate. Loco anestesiado. Loco lunático. Loco de sulfato
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ferroso. Un lamento se cuelga de mi pared cada madrugada
y no deja de lamentarse plañideramente hasta el despunte
del sol en el horizonte del globo terráqueo de porcelana que
madre me regalo para que estudiara los sitios a los que
nunca iré y que de seguir así, nunca tendré oportunidad de
ver. Me estoy muriendo con un estilo depurado de tornillos
y garlopas. Me estoy quedando ciego como un ciclope sin
ojo. El pasto que rumen las vacas cada mañana susurra
entre si y me dice: “Te veo mal” Y lo hacen solo para
molestarme, porque tengo yo cara de hormiga republicana.
La gelatina se estaba aguando y yo me congele con ella
hasta que se me entumecieron los dedos y la tuve que
soltar. Las banditas de caucho me entretienen mientras los
días pasan acá, en mi dormitorio, y mis manos se me están
agrietando de tanto sostener mi rostro, ungido de pena.
Ungido de amargura. Ungido de mí.
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                              V

Ver. Es algo que cada día se hace complicado. Yo quiero
que tú vuelvas a mí como en los días buenos. La etiqueta de
mi amor es canjeable por un camino, trocha o sendero. La
malteada intergaláctica se te regó en los pechos pero no
quieres que yo vaya a saborearte.    Las conclusiones me
dejaron tres opciones en la ruleta cuadrada y yo escogí la
más errónea. Y tú no vuelves a mí, porque estoy enfermo.
Me abandonaste como el otoño deja de lado el látigo de la
playa y se va de amoríos con el atracadero. Y eso me parece
precioso. Es como un barco de oro que no se hunde, porque
tiene brazos y va nadando. Las cigarras están otra vez
cantando coros gregorianos en el jardín de la casa, pero no
me puedo asomar, porque las margaritas me tienen
amenazado de muerte si me asomo por allá. Entonces me
quedo envuelto en la envoltura de un caramelo crujiente y
desechado. Las cosas de la realidad superan a la verdad. Y
si lo pienso, tengo razón. El descalabro de un minuto me
hizo llevarlo a urgencias medicas, pero no lo pudieron
revivir. Y ese minuto murió en mí, y ahora mis horas van
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cojeando sin dirección de un lado a otro como una gárgola
que patina sobre el hielo seco de la primavera en Calcuta. El
dolor saco un lienzo en blanco y me dibujo en pose de
batalla, con los brazos caídos y la absolución haciéndome
bromas. Ella me hace falta y negar que la extraño es como
dar la vuelta al mundo en ochenta días montado en un
cortaúñas. La busco en mis recuerdos gratinados y se me
escurre entre el arrepentimiento, la rabia y la injustificada
pose de mártir que me quedo en las huellas de mis zapatos,
cuando camino descalzo sobre el techo de mi cama. La
vibración de la sabana se hace continua y solo cuando
eyaculo esta desparece y me encierro con vergüenza en la
ducha y me lavo bien con un candelabro para disipar el olor
a juventud desperdigada entre remedios caseros, medicina
costosas, revistas de goma y vaso pitillos de gelatina blanca
con borde azul. Si alguien se pusiera en mi lugar solo un
instante seria como Atlas engañando a Hércules por un
momento, pero sin manzanas doradas. Yo lo dejaría allí, a
ver como se las arreglaría. Un fantasma calvo viene de ves
en cuando y me hace la visita, mientras yo pienso que es
hora de irme a dormir y soñar con moteles baratos y
mujeres del mismo coste. Le doy las gracias por anticipado
y le muestro la salida con un movimiento certero con los
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dedos de mis pies. El siempre se va algo molesto pero
después de unos días lo vuelvo a tener por acá, y la escena
se repite como una bebida alcohólica en un convento a las
dos de la mañana. Todo es tan pretencioso que este encierro
por momentos recibe mis gracias por mostrarme el mundo
como no es, porque cuando piensas mal, aciertas, y es así.
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                            W

¡Wow! El final se va de mí y yo no le creo. Me estoy
entumeciendo y la resaca del destino me hace doler la
cabeza. Tantas veces corrí detrás de mí y me quede en un
círculo infernal que me retorció como una toalla recién
lavada. La manera de energía en que la gente se reúne ya
no es mía. No puedo acercarme demasiado a la humanidad
porque soy como puntos suspensivos de una almendra que
se quiebra al caer al pantano de resentimientos sociales. La
impresión de manejar con nada de destacamento mi vida
me paso factura y yo pague con insinuaciones sexuales a
chicas que no existen sino en mi imaginación. Una melodía
se hizo letra romántica. Letra de papel. Letra de fusíón. Mi
sensibilidad dejo de ser atractiva cuando descubrí con
mucha pena que era un universo eterno adentro de mí, pero
afuera todo era café con crema, en una mesa, olvidado y
frío. Nadie viene a mí porque nadie sabe que yo existo y me
impacta el cerebro el carboncillo con la punta rota y no
puedo salir de mí hacia los demás, porque estoy enfermo,
porque estoy aislado y porque nadie quiere hacer conexión
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conmigo. Simbólicamente baje un ángel del cielo y le exigí
compañía, pero el a cambio me pidió la capa mas nueva que
tenia. Yo no tenia ninguna y le arroje mis cortinas en llamas
y el sonrío complacido de ver que yo era un avaro. Me llevo
a pesar con el a otros sitios y descubrí ciudades enormes
que no dejaron estampitas postales ni reflectores de azúcar.
El creador nos miro como medio reflexivo, medio
malhumorado y yo me convertí en una pintura. Llego otro
dibujo parecido a un mamarracho y me quede conversando
con el hasta que le diluvio de gas nos hizo tomar cada uno
su camino. El sol se fue a dormir y las nubes corretearon
libres y desnudas en los pormenores de la tarde que era
solo una idea divina, convertida en paisaje terrenal y
humano. Me ligue de nuevo        a   mi soledad y abrí mis
agonizantes ojos en la habitación por enésima vez, solo,
influenciable por el temor, permeable al miedo de morirme,
contagiable al desespero de la soledad y a las agujas, que
me sonríe levemente y se saborean de mis venas,
agujereadas por ellas, extirpadas de su verdadera esencia,
imantadas de líquidos. La impresión de saberme enfermo
me derrota al final de mi batalla y madre no sabe como
confortarme. Y ella, ella, la querida, que nunca mas volvió a
mi porque estaba untada de miel y algún panal la tomo
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para si y yo me quede descontento y exterminado como un
mundo salvaje impulsado por su propia gente hacia la
destrucción. Yo ahora trabajo en mi mismo en pulirme la
boca para no decir ya mayor cosa, pues no tengo nada que
decir. Solo te pido, dolor, acompáñame, quédate un rato
más. Quédate hasta el alba.
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                            X

X. La concebida cruz echada de lado. ¿Puedes ver el polvo
de mi conciencia? Cierra los ojos para verme. Estira tus
oídos para oírme. La sangre se seca en la colcha de mi
almohada y no tiene importancia. Algo raro me esta
pasando. Tu odio no vino a verme y me hace falta. He
salido después de tantos mese de nuevo a la calle, apoyado
en un bastón de viento frío y en una boca de glorieta que no
me habla. Los globos rojos están pegados al techo de mi
cuerpo. El mármol de algunas casas me sentencia
profanaciones de muerte en mi tumba futura. Yo me hago a
un costado y dejo pasar los mil ciempiés que van de apuros
al   laburo.   Alguien   agradece   en   el   telón   de   las
conversaciones de fondo para cualquier desgracia animada.
La mantequilla de la vial Láctea me ayuda en el desayuno
para comer mas despacio a las seis de la tarde. Mi vida es
un completo caos y la templanza de la cuerda de mi
vibración antisonora no llega más a tus manos. Yo no se si
te amo o no. Eso es un cuento de hadas sin hadas.          El
eclipse se cayo en mil pedazos y de esos pedazos rotos se
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reconstruyo mi enfermo amor por ti, pegado con cinta de
enmascarar y almidón de yuca de platino. Me baño siempre
a las tres de la mañana para acostarme a dormir de nuevo,
cansado, sufrido, pero muy limpio. La ambición del
technicolor de tus piernas me envolvió en una maraña
vaginal y depositaste tu almíbar en mí, y me intoxique de
locura y paraísos perdidos en las páginas rotas del
evangelio de Judas. El alojamiento de tu corazón me cerró
las puertas y yo corrí furtivo a otra hospitalización acuñada
por el cincel de mi tumor cerebral y otras fallas motoras en
mí adentro. Soy un experimento fallido de Dios y ahora no
se que va a pasar. Tantos años de enfermedad me dejaron
sin amigos, sin novia, sin vida. Solo yo, mi enfermedad y
madre. Todo me da duro, pero el desamor, me desploma
como una pluma en la luna, caída de algún carruaje de ovni
jubilado y paseador. Ella me dejo después de algún tiempo
de enterarse de mi enfermedad. Ella me saco de su vida
como la basura cuando pasa el camión los martes y jueves a
las siete de la noche. Mañana me sacaran otras pruebas
más. Tantos años de diagnósticos de lo que ya se sabe: O
me voy a morir, o me voy a quedar ciego. De cualquier
manera, me da igual. No tengo elección, por eso no puedo
decir lo contrario, porque de hacerlo gritaría tan fuerte que
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la escotilla del universo se quebraría en varias partes no
contables y se escurriría el polvo del Big Bang hasta renacer
todo de nuevo. Yo también quisiera renacer en una
micromolécula. En un segundo. En una lagrima. En otro
rumbo. Otra vida. Otro espacio. En otro.


En otro yo.
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                             Y

Ya viene la marioneta vil de tus días de lluvia. Ya se acerca
cojeando la despedida. Te vas de mi lado para volver solo
en forma de reproches incongruentes y resbaladizos como
mi saliva en mi paladar de corcho. Un jamás se metió
debajo de la puerta y en forma de sobre se enredo entre mi
correspondencia y yo no quiero leer nada. El doctor se
acerca con los resultados en la mano y yo lo diviso entre
borrosas visiones y una tos de altar sin dioses. Madre con
ojos enrojecidos me aprieta fuerte la mano derecha y yo se
que mi destino esta cruzado y sentenciado. El doctor aclara
que el tumor de mi cabeza sigue creciendo y me voy a
quedar ciego en menos de seis meses. Un colibrí se quedo
detenido en el espacio plástico de una jarra para jugo y yo
ni quise llorar. Madre si lloro. Y mucho. Llanto subterráneo.
Llanto de quinientos días. Llanto bicentenario. El doctor
explico cosas que ni con un gancho de destazar cerdos
hubiese podido yo entender y voltee a ver una margarita
siendo polinizada por una comadreja. Sabía yo que tenia
que capturar la mayor cantidad de visiones posibles antes
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que la oscuridad se apoderara de mí para no dejar ningún
retorno por fuera de sus sabanas de terciopelo y sangre.
Abrí los ojos como si quisiera que se me salieran pero ellos,
bostezaron y llenaron otro sudoku en un memorable tarde
de septiembre entre lamentos de hospital, lagrimas de
madre y mi resignación perdedora y derrotada. Nada de lo
que había visto en el mundo se me había quedado en la
memoria y no eran horas de ponerme al corriente. Cada vez
veía más borrones y claroscuros en mis inspecciones
visuales y a veces maldecía en voz alta, como música neutra
para   el   silencio   de   la   clínica.   Los   doctores   me
recomendaban reposo y mermelada de cabra, para endulzar
mi amargura, pero yo hacia gestos pueriles y cabeceaba,
haciéndome el despierto, pero no, estaba yo mas dormido
que el sol a las doce de la noche en Budapest. Una ficha
grande de ajedrez con forma de caballo corrió en diagonales
hacia mí y me corono un peón. Yo no entendí la jugada y
todo termino en tablas. Así fueron mis pactos con la vida.
Así fue mi destino sellado al nacer. El pegante de mi tumor
cerebral se hizo entonces concreto y me derrumbo las dos
torres gemelas en mi cara, que son mis ojos, los cuales se
apagaran como una bombilla que termino de dar luz y
ahora se distiende a fundirse excitada. ¿Qué va a ser de mi
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cuando tenga que condenarme a quedarme quito donde me
dejen porque no voy a ver? Y no quiero aprender a caminar
con bastones. No quiero leer en braille. No quiero gafas
grandes negras que tapen mi rostro. No quiero volver a
ponerme de pie después de que me quede ciego. Ya no me
quiero a mí, por ser tan deficiente en temas de salud. En
temas de vida. En temas del ama. Todos me señalaran con
un dedo rígido y dirán: ¡Es un inútil! Y acertaran porque así
será. La juventud me paso por el lado intentando no hacer
ruido y ahora me enrolla el abatimiento del eclipse
definitivo de mi existencia. Ya no reconoceré a nadie y solo
me bastara con imaginar. Ya no quiero esto. Ya no quiero
nada.


No quiero ni mierda.
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                            Z

Zapatico roto, cámbialo por otro. Así decía la canción
infantil que ya no volveré a entonar jamás, pues no podré
ver ningún zapato. La semana pasada me llevaron de
urgencia al hospital, pues me caí desvanecido en las
escaleras de mi casa y madre me encontró convulsionando
una danza de plugins en forma de payasos grises una y otra
vez. El tumor de mi cabeza esta pariendo otros tumores y la
comunidad entera me quiere desterrar de mi mismo. Ya
casi no veo nada. Estoy acostado boca arriba y si a duras
penas puedo ver el techo, es una suerte. Madre va y viene y
habla con los especialistas, pero yo se que de hoy no paso.
Ya no voy a ver más. Yo llame a madre temprano y le pedí
que se quedara todo el día conmigo. Quiero verla hasta que
ya no pueda. Quiero llevarme su rostro para siempre en las
cavernas oscuras de mis recuerdos descalzos. Hoy seré
rebautizado con un nuevo nombre: “Ciego” Hoy es el
comienzo del final de mi vida hasta hoy. Y como nunca he
tenido vida es como terminar lo que ya se había acabado
desde el principio. Quiero llorar. Quiero abrir la puerta de
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emergencia de mi ser y saltar al vacío redondo de mi
cuadriculada pena. Hoy e intentado grabarme en el cerebro
de espuma de mi cabeza todo lo que medio he podido ver.
Ya no lo veré más. Estoy derramando lágrimas gruesas,
extrañas, saladas, transparentes. Estoy haciendo las paces
con la luz del día, una vez, por siempre jamás. Tengo
miedo. Lo confieso. Y no me da pena decir que la tritura de
mis corneas me aqueja una parte desconocida de mi parte
no explorada. La fantasía me voló. La fantasía me ha
rebosado. La realidad me ha dejado a un costado. Entonces
ocurre. La luminosidad se empieza a disminuir como un
foco que gradualmente es apagado. Ya no veo más. Quiero
gritar, pero no puedo. Lo último que veo es el rostro de
madre. Esta hecho. Me he quedado ciego. Escucho que
madre me pregunta lo que ya presiente. Levanto la mano a
tientas y siento la suya que apreta fuerte la mía.   Los   dos
lloramos y yo le doy gracias a Dios de tener a madre a mi
lado. Ella será la mano amiga que me guíe entre las
tinieblas. Ella será mis ojos.


Soy un ciego.
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   SEGUNDA PARTE:


CON LOS OJOS ABIERTOS
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                           AZUL

Los días pasan y Charly continúa desmejorando. Entra y
sale   de   los   hospitales   psiquiátricos   constantemente.
Esporádicamente experimenta episodios de epilepsia y su
ánimo se hace cada vez más depresivo. Ya han pasado casi
dos años desde el inicio de su trastorno y Juanita recuerda
que Charly a veces se quejaba de ver todo borroso. Los
desmayos siguen siendo la constante de este periodo, a
causa del tumor. Angelina recuerda esos años con especial
cariño, pues a pesar de todo, el todavía sostiene
conversaciones de manera normal con ella y realizan
pequeños viajes a Europa. El contenido de los diarios
empieza a volverse mas extraño, probablemente por las
alucinaciones sufridas por el muchacho. Angelina me
sostiene que nunca percibió que su hijo estuviese
escribiendo los diarios y Juanita me confiesa que era ella
quien cada noche en su visita diaria se llevaba el diario a su
casa y lo cuidaba diligentemente, llevándolo de nuevo al
otro día. Para este momento es necesario que en algunos
días ella le recuerde a Charly que debe escribir, pues el no
tiene ni idea que lo esta haciendo, pero al leerlos, algo en su
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mente lo trae de vuelta y continua haciéndolo. Lo que nadie
me pudo responder jamás fue como para esta época, Charly
empieza a tener problemas con la bebida. En varias
ocasiones fue encontrado ebrio en su habitación y Angelina
tuvo que desocupar la casa de todo vestigio de alcohol, el
cual traía graves consecuencias para el, como desmayos y
convulsiones mas repetitivas, sin contar son el hecho de
tener que soportar su ira y rabietas al no encontrar botella
de licor alguna en la casa. Juanita empieza a sentir que esta
situación la afecta gravemente y empieza a ir solo dos o tres
veces por semana a visitarlo, razón por la cual se empieza a
ver merma en la regularidad de los escritos. Para este
momento, ellos ya no tienen relación alguna, pues ella
decide alejarse un poco y el jamás le reclamo por hacerlo.
Ella se dedica exclusivamente a acompañarlo y darle apoyo.
Aunque según Juanita, para el, ella era invisible. En este
momento empiezo a notar que muchas paginas no
contienen comentario o sentimiento alguno, razón por la
cual las omitiré. Nuevamente muestro a continuación solo
algunas paginas, para mi, las mas dicientes y en las cuales
Charly deja ver por momentos que esta mas lucido que
cualquiera, a pesar de la naturaleza extraña de sus
consignas.
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Antes de ese uno entre mil, yo era un uno entre otro, y
etcétera. Ahora rebozo de oscuridad derretida en chocolate
y he aprendido, poco a poco, a percibir ese destello de vida
de ánimas que no se puede ver con los ojos. He aprendido a
reconocerme, pasándome la mano por el rostro y con
sorpresa he descubierto que yo no era como lo pensaba. A
tientas empiezo a entender que de mi se desgrana algo de
humanidad, y eso es como una bengala diminuta pariendo
bujías en medio de esta caverna infinita. Esta madrugada
me pase los dedos por el pecho y encontré algo que nunca
había notado que estaba allí. Y ese algo es mi alma. Estaba
tibia y dolorida, pero allí estaba. Yo la toque con ternura y
ella debio sentir ese infinito amor que yo le daba, pues el
dolor empezó a desaparecer y finalmente pude quedarme
dormido. Estoy triste. Estoy hecho un completo degrade.
Estoy deshecho. Y quiero sentirme mejor. Quiero llenarme
de alguna ilusión. Quisiera que la vida me regalara unos
acordes de jazz alterados y de esta manera, cambiar el
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rumbo de mi yo interno, que también es externo, pues no se
donde termina uno y comienza el otro. Hoy esta lloviendo.
Lo escucho. Y percibo también la sinfonía impecable de las
gotas de agua cayendo presurosas y estallando en el suelo.
Solo hasta el día de hoy, me he dado cuenta que la lluvia
tiene un olor muy particular. Huele como a agua
fosforescente y violeta. Pero más bien me gusta. Quisiera
estar en medio de todas esas gotas agarrandolas de la mano
y danzando por fuera del tapete de terciopelo de la
inmunda soledad que me rodea. Quisiera chispear el
mundo con todo lo que tengo adentro cuando me estrellase
en el pavimento grosero y atravesado. Pero eso no pasa.
Madre llego con la comida y todo me supo delicioso,
mientras ella, paciente y cariñosamente, me daba de comer,
cucharada tras cucharada. La comida tiene un sabor y un
olor inimaginables para mí hasta ahora. Tanto así que
empecé a asociar ciertos aromas con colores que yo me voy
imaginado en la estufa triangular de los dragones. Hasta
ahora el único color que no me gusta es el gris, pues es el
que se me viene a la mente cuando escucho el reloj correr y
dar vueltas sin freno una y otra vez como una avispa que
esta sacándole polen a una lapida marrón. . Esto no es fácil.
Nadie dijo que lo seria…
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Balísticamente la muerte es una fisura plomiza en la cien o
en una parte vital del cuerpo humano. La bala es como un
cromosoma que embadurna de muerte todo a su paso. En
mi caso particular, esa bala es la oscuridad y me atravesó
por la mitad de mi otro lado y en medio de esa
inconsistencia de hemoglobina, me ha sabido partir en
fragmentos hexagonales hasta dejarme completamente
tendido en la lona, como un avestruz que acaba de ser
noqueada por un cactus de mar. La realidad solo se parece
en parte a la verdad, y esta inconsistencia literaria se
presume como verdadera, solo en la contingencia de que lo
real solo es presumible como tangible en una mentira falsa.
Los sentimientos se calibran ahora en mi pecho con un
tester de baja denominación, que se puede conseguir en
cualquier cigarrería de pueblo agrio. Las pestañas inútiles
de mis ojos están jubiladas y todos los días salen a mis
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parpados a solearse y jugar domino con cartas de naipe con
sabor a fresa. Supongo que debo tener lagañas de oro,
aunque madre todos los días me asea con cuidado, como
una planta de sombra, o una serpiente emplumada. Un
candado de papel mantequilla baja en grasa se ha puesto
seductoramente en mi boca de raíces tupidas y alógenas, y
ya no quiero ni hablar. Por ahí a veces percibo el aroma de
las visitas que vienen a darme apoyo en el momento difícil
y yo solo me limito a asentir con la parte frontal de mi
cerebro. Yo se. Soy un altanero, pero es que así me siento
mas incomodo, por eso lo hago. Anoche soñé con ella de
nuevo. Me estoy volviendo alérgico a no contar siempre lo
mismo. Estaba sentada debajo de un ciempiés y yo le sacudí
la pereza y me devolvió una bofetada labial que me dejo los
labios pegados de miel de cocodrilos insensatos. Ella corría
con carcajadas despresadas en tres o cuatro pedazos y yo
iba detrás de ella, recogiendo la absurda bohemia de
esperar lo que ya había llegado, pero uno no se da cuenta.
Entonces su cuerpo se transformo en un piano de cola y yo
sople fuerte este instrumento, pero no sonó. Entonces llego
un hada de pantano y se burlo de mi cara sin afeitar y mi
paso cansado y me dijo que yo era un perdedor. Que los
pianos no se soplaban. Se golpeaban fuerte con palitos de
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madera. Yo no encontré estos y tome lo primero que tenía a
la mano y ese algo era mi amor, y le di duro al piano con
eso, pero en vez de sonar se derritió y yo me quede, en
medio de un círculo color terracota, encendiendo velas de
pasto con esa resina. Así me desperté llorando y vomitando
una sustancia que no se que será, pues, por cosas del
destino, soy un ciego.   Y ahora soy como una tortuga,
atrapada en su propio caparazón de aserrín. Soy como un
prisionero, aquí, en la oscuridad eterna que ahora yo llamo
casa.
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Cada vez que percibo ese circulo en mi mano, como una
cicatriz amiga, me doy cuenta de lo cuadrado que es el
mundo. Respirar bajo el agua es para las aves y volar a
miles de metros de altura es para los caballos. Yo prefiero
arrastrarme. De hecho llevo algunas semanas practicándolo.
He logrado subir y bajar las escaleras de mi casa hasta la
sala, de ida y de vuelta, mientras percibo las miradas de los
empleados de la casa y los de madre, que me ven con la
lastima de una lámpara que se rompe y no da luz. Ellos no
perciben que yo en realidad me divierto haciendo esto y
estoy dibujando con un lapicero que no escribe, cada rincón
de mi guarida. Se poderosamente bien que al terminar la
escalera hay una mesa con olor a cedro rojo y que encima
de ella siempre las empleadas dejan marchitar unos
claveles, en contra de los deseos de madre, que les
recomienda cambiarlos día por medio. Se que frente a la
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puerta de mi cuarto se encuentra una ventana que ilumina
el corredor y por la que se filtra el verde olor de el jardín y
los cigarrillos de marihuana que fuma a escondidas uno de
los jardineros, pues aunque intente disimular su olor con la
colonia barata que usa, yo percibo claramente que es el
quien fuma. Un día de estos voy a animarlo a que me lleve
a probar algo de yerba con el, para desleír mis dendritas y
dejarme llevar por la animosidad de una tontería natural
que conecta las trampas que dejo Dios escondidas en
nuestros cuerpos. Así podré aprender más de este nuevo
mundo en el cual más que un explorador, soy un aborigen
por descubrir. La otra tarde estaba en el cuarto de la
limpieza y encontré una manguera y con ella hice un viaje
más bien raro por toda la geografía de una de las
empleadas del servicio, la cual entro y al verme, cerro la
puerta con pestillo. Yo no le dije nada, pero ella empezó a
tocarme abajo con energía y me empezó a besar con una
saliva barata y condimentada. Yo no se por que lo hizo pero
sentí como me bajaba el pantalón e introducía lo mío en una
zona caliente y olorosa, como toda ella. Gemía como un
radio que no sintoniza bien la señal y cabalgo encima de mi,
como una loba cazando un cubo de plástico. Luego me
limpio y me ayudo a subir a mi cuarto y se despidió con un
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beso más bien cariñoso, mientras yo pensaba si decir algo o
no, pero finalmente no le dije nada. Si madre se llega a
enterar la correrá de inmediato, y por ahora no quiero que
se vaya. Me gustaría saber cual es su nombre. Por ahora, la
registrare en mi banco de memoria virtual de cartulina,
como XXX. Hace mucho no sentía lo que es un orgasmo
dentro de una mujer. Es como llenar un bombillo con agua
y encenderlo. Es toda una explosión. Se siente una conexión
extraña con todas las partes del cuerpo. Es como un día de
verano, y de repente cae una granizada. Uno no entiende
nada. Pero ahí esta. Ante esta confusión, con forma de plato
de porcelana, me quedare dormido.
90




Das lo que puedas dar, pero no ser otro diferente. No se
puede ser otro. Eso se aprende en la academia de las mil
mascaras quemadas de vino. Yo lo aprendo en la
incongruencia sonora de mis quejidos rebuscados de mi
mismo. Y corrí encandelillado de sombras por toda la plaza
sepia de un cuadro mal construido de una canción bohemia
y   cabaretera   apuntalada   con   cemento   de   sorpresa,
necesidad, dolor y algo de pericia intermitente. Disfrute un
canario posado en la rama del árbol de la entrada de la casa
de madre. Me canto mejor que cualquier opera de violines
de plástico quemado. Me llevo de estas semanas el aroma
sutil, pero descarado, de las montañas lejanas que no puedo
ver, pues estoy ciego. Un arrullo de ardillas verdes me
reconforta en la parte lateral de mi cerebro repleto de
estrellas y me abre la mente para poder seguirme a mí.
Ahora todo se trata de mí. Alguien pasa por mi lado y su
aroma delata que es madre. Algo se mueve debajo del sofá
91


y por su sonido sé que es una cucaracha de metal, oxidada
y vieja. Todo esta vacío dentro de la colcha del universo de
mi memoria repleta y sulfurada de presentimientos en
forma de corazones de cristal rojo, cortados, pegados y
abandonados en la masacre final del viaje que realice con
una chica que me desprecio por ser yo un ciego. Ella no me
enseño a ver. No me enseño ni mierda. A sufrir como un
imbecil. Y ahí gente bendita que dice que sufrir es bueno.
Pues yo no me como ni mi propia mierda a cucharadas.
Que lo hagan los que tiene mas autoestima. Yo no. Yo
vengo diseñado de una manera más casera. Yo vengo de un
acorde mas alterado, pero no es de jazz, ni de ninguna de
esas cosas. Yo me le solté la mano al manto de María y me
perdí en el templo a los doce años solares y todavía nadie
me encuentra, porque yo le dije: “Déjalo ser” Y así fue. La
única suerte fue no haberme quedado tirado de espaldas en
alguno de los pilares, con un tarro de lata al lado,
escuchando como caen las limosnas. Yo recibo otras, las del
día a día. Y con eso vivo. Pero a veces me dan ganas de dar
el giro…
92




                     VIOLETA

La singularidad de la enfermedad de Charly se convierte en
todo   un   enigma   medico.   Además    de   padecer   de
esquizofrenia, la enfermedad avanza en el a pasos
agigantados y se combina con dolencias venidas de su
tumor y periodos depresivos que convierten todo en una
confusión dentro de el, y para los profesionales que lo
tratan. Juanita me cuenta que en ocasiones veía en el,
actitudes absurdas, como que actuaba si estuviese ciego,
pero eran intermitentes y poco duraderos. También Charly
empieza a preguntar por su padre, y por familiares que ya
murieron. Juanita indica que en lo mas singular era que por
momentos el parecía despojarse de toda dolencia y se le
veía mas normal que cualquiera. Era en esas ocasiones en
las cuales Charly aprovechaba para sentarse a llenar su
diario con una devoción impresionante. Ella me cuenta que
espiaba los escritos y se daba cuenta que hablaba de ella,
pero de una forma muy soñadora. El quería tener una vida
de novela, pero su condición nunca se lo permitía, por eso
llenaba su diario con historias que en muchas ocasiones la
93


hacían llorar, pero no por el hecho de no contar las cosas
como realmente ocurrieron, sino por no poder darle a
Charly esas situaciones en su vida real.
94




En trance perpetuo de mujer desquiciada y repleta de
dolores y masturbación enaltecedora de mantras extraños
de la promiscuidad secreta de emanación. Así vivía yo.
Atrapado del recuerdo de ella. Es inevitable. Ha pasado
mucho tiempo pero yo no levanto cabeza, espíritu ni dobles
de hoja de pergamino jadeante de tinta alcohólica y
marchita de peces muertos. Un animal de proporciones más
bien estrambóticas se me aparece en sueños y me sugiere
utilizar un pedal de distorsiones metafísicas en mi vida.
Entonces desperté con una sed de beber arena caliente y a la
mañana siguiente le dije yo a madre que quería saber más
acerca de la vida después de la muerte. Madre se extraño de
mis peticiones y me dijo que no. Que eso no era para mí.
Entonces empecé yo a hablar del tema a hurtadillas con
nuestra   vieja   ama   de   llaves,   que   me   sugirió   un
envolvimiento extra sensorio de mi alma con el mundo
95


detrás de los espejos. A la medianoche la vieja esta me saco
del cuarto con cuidado de hacer mucho ruido, o eso pensé
yo, porque creo que todo el universo se despertó con mi
puesta en vertical. Me llevo a la parte trasera de la cocina y
empezó con rezos extraños y encendió un sahumerio de
poca monta que casi me hace atravesar la galaxia a nado,
escapando de tan nauseabundo aroma. Receto para mi,
oraciones chamánicas y en lengua poco conocida para mí.
Entonces empezó un trance un poco extraño pues nuestra
querida ama de llaves empezó a practicarme un sexo oral
con e cual no quede yo muy conforme y pude sentir
minutos después el olor de mi semen siento aplicado con
sumo cuidado en el cutis de esta señora. Yo me subí la
cremallera y ella encendió un cigarrillo mientras ponía mis
manos en sus senos marchitos y prometía para mi,
incondicional afecto y fidelidad, a cambio del producto
viscoso de mis testículos. Yo le pedí que me llevara de
nuevo a mi cuarto y ella pido que yo lo pensara. Después
de estar de nuevo en la soledad de mi ama, pensaba en lo
particular de mi nueva situación: Todas las empleadas de la
casa querían tener sexo conmigo, estando yo lisiadamente
ciego. ¿Por qué? No había explicación racional. Tal vez el
hecho de ver un hombre sometido y reducido las excitaba y
96


el tener el control les hacia perder la cordura. De todas
formas esas cosas me entretienen banalmente y eso no esta
mal. Tengo que pasar el tiempo amorfo de alguna forma.
No me preocupo: A estas alturas, poco o nada creo yo en
nada.
97




Fermento la idea de que soy yo el que se esta muriendo en
mi casa. De todos modos es cierto. Tan cierto como un
águila de cristal trepando en la selva de concreto de África
del este. Siento esa sensación de suponer algo de ventaja
que no existe y ahora voy en una caída interminablemente
corta a tocar fondo. Me deprimo con mucha facilidad y
paso días y noches calentando mi saliva con mis dedos
resecos. Lloro sin motivo alguno y no duermo. No sueño
despierto. No recupero fuerza. No salgo. No entro. Un todo
no que es una mierda de dos letras pegada en la pared
blanca de otro. No en mi pared. En la de otro. Cada vez más
y más solo suspendo mi cabeza en el borde la puerta y
quiero que alguien la abra afanado y la rompa como una
nuez de oro y plata en varias partes. Pero no pasa. Madre
me cuida. Y yo no estoy. Existo, pero no estoy. Soy solo un
sueño en Deja Vu de alguien que no pudo ser y quiere
borrar su otro ser con mi ser para ser o no ser, pero esa no
Mi Otro Yo Viene De Otro - Rafael Bejarano
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  • 1. 1
  • 2. 2 Para mí La vida es un momento Que ya fue En mi vida. Ahora es el momento Para la fantasía En mi vida No vivida.
  • 3. 3 PRIMERA PARTE: CON LOS OJOS CERRADOS
  • 4. 4 BLANCO Yo conocí a la señora Angelina abril del año 2010. Estaba en el cementerio visitando la tumba de un amigo cuando escuche unos sollozos ahogados cerca de donde yo estaba. Los minutos pasaron y empecé a preocuparme por los ruidos, pues eran casi las seis de la tarde y la persona que lloraba parecía no calmarse. A esa hora el lugar estaba sin mucha concurrencia y yo me asome para ver mejor de quien se trataba. Era una señora de unos cincuenta años, arrodillada en una tumba hermosamente adornada con lapida de mármol y un ángel hermoso que la coronaba. Rosas rojas bordeaban toda la tumba haciéndola destacar de todas las demás. Me quede colgado viendo la dolorosa escena cuando percibí que el tiempo seguía pasando y esta no cambiaba. Decididamente me acerque a la señora y le ofrecí mi pañuelo limpio. Ella se asusto un poco al verme, pero con gran educación lo recibió. Yo me quede allí de pie, en silencio mientras la noble señora se enjugaba sus lágrimas. Yo me ofrecí respetuosamente a acompañarla hasta la salida y ella acepto el ofrecimiento. Me comento
  • 5. 5 que la tumba visitada era de su hijo, el cual había fallecido poco antes y ese día era el de su cumpleaños. La señora me conmovió de manera profunda, tanto, que junto al cementerio existía una pequeña cafetería y atrevidamente la invite a tomar un café. Ella acepto y de esa manera empezamos una amistad que perdura hasta hoy. Conocí la triste historia de Charly, su hijo y de los acontecimientos que enmarcaron sus últimos años de vida. Con el correr del tiempo, un día cualquiera recibí una llamada de Angelina en la cual me solicitaba cortésmente una visita. Yo acepte encantado y nos reunimos en su lujosa vivienda, en las afueras de la ciudad. Allí ella me propone escribir este libro (Ya ella sabia de mis dotes de pésimo escritor como lo soy) y yo acepto un poco indeciso del resultado. Para esta labor, la señora puso a disposición largas horas de doloroso testimonio, me puso en contacto con los médicos que trataron a su hijo, en particular el doctor Rivadeneira, quien toda la vida fue el medico encargado de Charly. Horas de entrevista con algunas empleadas de vieja data de la casa quinta, un noble testimonio de Juanita, novia de Charly y única amiga, de injusto destino, pues el nunca la recordó, a pesar de ella
  • 6. 6 estar junto a el hasta su muerte, y el material mas delicado, los diarios del muchacho, los cuales son reproducidos acá, de manera intacta. Y este es el resultado final…
  • 7. 7 A Arrastre mi mano por el fuerte asfalto y de repente ya no vi nada. Escuche muchas voces y sabia bien, que no estaba en el paraíso. Muchos brazos me recogieron y fue entonces cuando descubrieron después de muchos exámenes, hospitalizaciones y pruebas, que algo tenia yo. Encerrado en el cuarto del hospital, veía encantado como las sondas se apareaban entre si y derramaban sus suero por doquier. Las agujas vueltas jeringas en la mitosis utópica y feliz, se asomaban por el borde de mi camilla galáctica y con sus cascos espaciales, dibujaban una sonrisa y luego escupían algo dentro de mi, que me hacia feliz y tranquilo. El ocaso era acompañado por la muerte, que siempre llegaba silenciosa y se sentaba en el sillón de las visitas y se quedaba contemplándome, todos los días. Yo le relataba historias sin sentido como esta, pero ella solo cruzaba sus inexpugnables brazos y contestaba con total interferencia de silencio. Pasadas las horas, se aburría de escucharme despierto y se fugaba por debajo de la puerta para ir a
  • 8. 8 aterrorizar otros cuartos que se plagaban de sacudidas violentas y mármol ennegrecido, del cual salían otras cosas lumínicas y puras que se adentraban en el laberinto circular, en donde ir a buscar la luz, la cual madre siempre me ha recomendado que no alcance cuando estoy encerrado en mis trances particulares e infelices. El olor de las enfermeras por otro lado, me llevaba a momentos de total incomodidad en donde yo era como una planta sin raíz y entonces tenia que pedir auxilio para evacuar mi clorofila, voltear mis hojas, sacudir las perlas de rocío de las mañanas y otras cosas que suavemente alejare de este testimonio. Pastillas, compresas, líquidos sagrados, de todo recibían las tinieblas de mi entraña y yo me dejaba caer sin flotar, porque según la ciencia, todo eso me ayudaría. Entonces prefería apartarme de mi mismo y corría el telar de mi imaginación y me reunía contigo, para que de todas esas serpentinas, nacieran valles hermosos en donde corretear sin estar realmente. Tú me acariciabas con manos enfundadas en noche y salpicabas de locura la parte sana de mi cabeza. Tu lengua desgranaba palabras susurradas que yo atrapaba con una raqueta de lienzo, y luego trataba de organizar sin suerte alguna. Pero tú solo me decías: Evítalo porque es inútil. Y aun no entiendo como es eso. Tu
  • 9. 9 espalda me parecía entonces criminal, porque siempre la dabas cuando yo mas te necesitaba y era cuando me quedaba con la cara larga hasta el otro día, pues por desgracia mía ya me había otra vez despertado inoportunamente. Para tratar de volver al trance, hacia un hueco en mi camilla pero entonces llegaba corriendo una bata blanca y me amarraba con fuerza a los tubos de los costados y allí quedaba yo, como una pintura de fragmentos no dibujados, solo se veía algo de color en uno entre mil.
  • 10. 10 B Bueno. No es tan fácil sentirme envuelto en horas y horas grises. Atrapado en el reloj del mundo antiguo. Explique una y otra vez mi condición y nadie me entendió. Nadie sabe escuchar. Nadie me dijo: Estas perdido. Nadie sabe lo que es estar perdido y no saben lo que son las horas grises. Nadie sabe nada de nadie. Estoy esperando aquí en lo alto de esta colina a que me caiga un rayo de sol. Quiero saber como se siente el calor. Quiero ver mi clorofila. Quiero saber lo que es esa caricia. O una caricia. Algo verdadero. Estoy esperando por el rayo de sol. Vine aquí una tarde y aun sigo esperando. La colina me conoce y sabe bien lo que quiero. Todo empezó desde el comienzo. Claro. Como debe ser. Salí un día de casa y no volví jamás. Radiografía de un día cualquiera. Salí sin querer saber más de mi familia y con los años se me fue borrando el apellido. Ya solo tengo un nombre y es mío. No de ellos. No lo deseo. Camine por montañas altas y chicas. Por caminos pedregosos y desiertos. Por un prisma. Por un caminito de rayos láser.
  • 11. 11 Por el barro y por la lluvia. Muchos años. Muchos días que son años en mi mente inquieta e intranquila. Mi mente no sabe contar las horas. Llegue a algún lugar buscando algo. Buscando a alguien que encontré y que me encontró. Me encontró metido en un amperio. Que me perdió, pero que yo no perdí. Me perdió entre las burbujas del redentor. El tic tac de los calendarios la cubrió de hojas secas y de recuerdos inútiles. Yo camine y otro viento que soplaba me dio en el rostro suavemente y me cambio el rumbo…Yo se. El amor es siempre tan duro como una piedra que no siente. Peor yo siento la piedra porque me golpea y me duele ese contacto. Hiere con la pasión de la mala condición que hace que ese amar sea como es. El amor siempre muestra su lado rudo, áspero, invencible. Por hay se empieza a ver el largo camino de un corazón puro, que se oscurece suavemente. El sabor de su boca en mi boca fue tan distinto que no puedo probar ya nada. Hay un sabor a nada en todo lo que tengo dentro. Todo es cualquier cosa para mí. La noche. Salir a caminar de noche. Esos bares. La transmisión de un viejo sintetizador. El elevarse. La risa fácil de la droga dentro de mí. Otra neurona muerta. Otro día. Lo diferente. El color de los olores. La maravilla de encontrar. La maravilla de buscar y no encontrar. Lo loco. Lo cuerdo. Ella. Yo. La
  • 12. 12 trampa. La presa. Un cazador furtivo. Todo se me parece al sabor de un trago. La luz tenue. La muerte. Me sonríe desconfiada….La muerte. Pero lo sabe bien. Ella si que conoce mi mitomanía de estar vivo.
  • 13. 13 C Casa es el sitio donde vives. Casa en el aire. Casa marcada. La casa quedo sola, pues madre tuvo que salir y yo prometí cuidarme. Mentira. No me cuide. Saque yo del viejo bidet una botella de vino y m encerré en mi cuarto, cerrando la puerta con un candado hecho de magma, el cual no se podía tocar, porque si lo hacías, el te adivinaba el futuro. Me oculte detrás de mis sabanas limpias y empecé yo a beber como si besara la botella. La cama se hizo hojarasca y cada movimiento de mi cuerpo se hizo sonoro. Salio de la botella una inspiración de vieja data y me senté a garabatear palabras que recogió el bombillo anacrónico que se sujetaba fuertemente a la lámpara para no caer entumecido. Entonces deseche yo la idea de ser algo mejor tan solo en sueños y apague con fuerza inaudita la luz y me eche de bruces en el suelo frío de mi soledad. Un tronco de nogal empezó a brotar de ese mismo suelo y su color naranja se hizo intenso para crear un rumor de sentina en
  • 14. 14 cada espacio, en donde yo me reí como jaguar arponeado por las notas del piano que ya no esta sonando. Mi cabeza dio mil vueltas en el carrusel de una infancia sin futuro de cobre. Maldije en la ebriedad oculta de mi vergüenza por el destino incorregible y vi como el signo zodiacal de Libra bajo para sostenerme con cadencia, mientras pesaba mi vida en su balanza y me dejaba otra vez intacto en la penumbra, pues no había encontrado nada extraordinario en mi. La nausea se hizo gigante y derrame algo de mis tristes entrañas en el tapete que me había regalado madre. La botella se hizo añicos, pues al verme así, opto por suicidarse en el acto y un átomo de ella me corto la mano. Madre entro entonces y encontrando el tizne de mi amargura en todas partes, me recogió con dulce rabia y me abofeteo por ignorante. Yo rumoree algo al techo y ella me escucho y salio corriendo a su cuarto, mientras las empleadas me traían otro alcohol más barato para curar la señal que dejo aquel circulo alocado en mi mano…
  • 15. 15 D Desperté impactado por una tormenta de presentimientos, que inundaron mis ojos y casi me ahogo. Saque un poco la cabeza por la ventana de mi encierro e intente nadar en aquel mar, pero recordé de manera tonta que no se nadar y me hundí de nuevo. Estoy loco y ya me empecé a acostumbrar a tener que olvidar porque así lo designo el meñique de Dios. Mi enfermedad incurable me redujo a un puñado de venas y carne, pero tal vez, ya están sin vida. Desdibuje mi reflejo en el espejo y mis somnolientas manos se disfrazaron de coral y me dieron nueva forma. Alargue ese momento de la mañana hasta que mi madre entro al cuarto presurosa pues había tenido una pesadilla en la que yo moría. El reloj de la sala retumbo pendulante y nos aviso que era hora de desayunar. Madre me abrazo con fuerza y yo llore de nuevo, hasta alcanzarla adentro de su alma. La casa daba miedo, pues las cosas registradas en el negativo de mi mente no se aclaraban ya, e iba olvidando minuciosamente el por que de todas las cosas que la habitaban. La empleada del servicio domestico me miro con
  • 16. 16 lastima nueva y yo la imagine de plastilina y entrecerrando los ojos le di forma de globo y la eche al espacio. Subí a mi cuarto de nuevo y revise con cuidado el cajón ese de la mesita en donde tenia recortes baratos y preciosos de historias y poemas con los cuales yo seguía escribiendo mi desquiciado diario inventado con el cual sostenerme en un futuro no muy lejano, cuando mi yo no exista y todo lo que queda son esas palabras deslizadas en hojas blancas, donde construyo un mundo fantasioso lleno de carteles donde encontrarme sin sentido, pues nunca he vivido nada de lo que escribo. Porque estas palabras en el mundo nunca han existido, porque la llamada mas efectiva al vacío, me entro a mi y yo conteste desconcentrado. Pero nadie colgó al otro lado y ahora el paraíso gigante es solo una necedad de mi perturbación, de la cual yo mismo fui condenado. Cargue la excepcional bola de mi justicia negligente y quiero ser, lo que no puedo ser…
  • 17. 17 AMARILLO Charly empieza a presentar los síntomas de esquizofrenia y locura. Olvida con frecuencia las conversaciones sostenidas con su madre quince minutos antes y esporádicamente olvida donde esta su habitación. El es consciente de su situación y por recomendación de su medico empieza a llevar un diario. En esta etapa los escritos son coherentes y el los lleva con fecha y hora exactas de cuando los escribió de manera adrede, pues con frecuencia olvida por completo estos datos. Esta obsesionado con la literatura y la poesía e insiste en incluir estos lenguajes en sus diarios. El esta cambiando de humor constantemente y por momentos se pone difícil de tratar. Juanita (Novia de Charly) en particular, es quien más recibe el castigo de esta alteración de temperamento, pues en varias ocasiones tuvo que salir de aquella casa, ante el mal trato de parte del muchacho. A pesar de esto, es ella quien mantiene a Charly provisto de toda clase de libros, los cuales lee vorazmente, aunque
  • 18. 18 nunca recuerda como llegaron a el. Su enfermedad avanza velozmente y en solo dos años del diagnostico se le nota el deterioro mental. Esta primera parte va del 15 de febrero de 1992 al 20 de septiembre de 1995 aproximadamente. Angelina viaja en dos ocasiones al exterior en busca de tratamiento efectivo para su hijo, pero sin ningún resultado. Juanita disfruta breve lapsos de amor con Charly, aunque, por alguna razón, el nunca la menciona en sus escritos e insiste que nunca tuvo amor alguno en su vida. Esta situación por momentos la afligía, pero se daba ánimos nuevamente y continuaba firme en su determinación de estar junto a el, pasara lo que pasara. Para este momento, me entero que Charly siempre fue un chico enfermo, pues nació con un tumor cerebral que lo mantuvo convaleciente durante toda su vida. Misma razón que degenero todas las dolencias posteriores. A continuación reproduzco las primeras hojas de sus diarios (Incluyo solamente las hojas que para mi son las mas relevantes)
  • 19. 19 E Entonces quise para un futuro, creer que recordaba yo un amor que nunca tuve y para eso describí con frenesí un gran parlante de tu boca. Tú me llevaste por medio de la enorme satisfacción de poder arder a tu lado y entregarnos al mar del sediento, que se convirtió en barro, porque todo ahora era amor. Trace con tiza china un mapa mental donde dejarme llevar por la felicidad impostora y envidiosa que me alberga siempre, y pensé que esa mujer preciosa, salida del póster colgado en mi pared con propaganda gaseosa y curvilínea era mi mujer y por no sentir mareo me deje llevar por aquella farsa. Avance decidido en el camino incorruptible de describir tus cabellos y tu delgadez, tu blusa azul pálido, que no se por que siempre llevaste puesta y los pantalones que yo arrancaba en mi precipitación figurativa, en la cual yo efectivamente copulaba con ella. Un violín de gruesas notas enredo las palabras en el papel y desconsolado, dibuje un pequeño barco con el nombre:
  • 20. 20 Farewell y una mano de despedida agitada que me decía adiós, pues yo deseaba mas que nada, saber como se sentía la despedida femenina y la fragmentación volátil de mil trozos del alma que se queda sola, errante y dolorida. La secuencia finalmente fue interrumpida por el llamado a la puerta y la entrada de mi medico particular, que quería saber yo como había seguido. Decidí entonces encogerme a proporciones milimétricas y riendo por lo bajo fui a esconderme como un niño travieso, detrás del vaso de agua que deje olvidado en el suelo, hace tiempo. Escuche a mi madre afanada comentándole que cada día andaba yo peor y que a veces veía en mi mirada que yo no la reconocía. Me salieron entonces unas aletas uniformes y fui yo un pez en tierra firme. Empecé a moverme angustiado pues fuera del agua no viviría mucho tiempo y fue cuando una luz extraña me volvió a traer en si y cayendo en cuenta, acaba de tener un ataque epiléptico. El doctor alumbraba mis corneas con la pequeña linterna y mi cuarto volvió a su posición original, cuando entre el y mi madre, me ayudaron a levantar…
  • 21. 21 F Fe perdida. Brazos caídos. Pena. La casa es un cascaron ahora. La casa es mi amor. La casa es mi alma. La casa es mi mente. Esta vacía por dentro. No hay vida. No hay aire. No hay nada. Rasguño las paredes con fuerza y ni el polvo se deja ver. Ya no sangran mas mis uñas. Ya no tengo aliento. Estoy solo. Abandonado. Estoy maldito. Ella olvido este lugar y ahora parece una tumba olvidada. Esparcida. Desteñida del alba. No se en que puto mundo giro ahora. Todo es extraño. Respirar. Ver. Vivir. Sus manos ya no están entre mis manos. Nadie dice basta. Ella ya se fue y no dijo nada. Todos los lugares de mi morada huelen a su ausencia. Algo se esta muriendo en mi casa. La enorme sala llena de nada. Las sillas volcadas y la pequeña mesa de centro. La enorme lámpara de pie, ya no esta en pie. Un cuadro torcido, que antes era un paisaje, ahora es una enorme mancha enmarcada. Cuatro esquinas habitadas de abandono. Y polvo. Y mugre. Y dolor. Algo se esta muriendo en mi casa. La escalera que conduce al piso
  • 22. 22 superior, ya sin forma. Ella ya no se apoya en sus peldaños. Ya nadie la sube. Solo su recuerdo, como un espectro, pasa veloz y se escucha el crujir, muy tenue. Tal vez lo que cruje son mis huesos. La escalera no cruje. Yo lo se. Estoy mintiendo. Esta haciendo frió y estoy muy solo. ¿Dónde esta el barandal de la escalera? ¿Se lo llevo ella? No me dejo nada. No me dejo ni siquiera mi alma, para que me acompañara. Algo se esta muriendo en mi casa. El cuarto principal, con una cama que es como una enorme piedra fría y costosa, donde nadie se recuesta. Un edredón que aun conserva el olor del frío. Unas sabanas que no son blancas, que no son nada. Las almohadas abiertas, destruidas, destripadas por mis lágrimas, que vienen de adentro. Que son de verdad. Lagrimas de un hombre que sufre sin saber sufrir, como todo lo que hace un hombre. Siempre sin saber nada. La pequeña mesita de noche, con el cajoncito por fuera. Ya no guarda joyas. No guarda remedios para la tos. Ni guarda remedios para la gripe. Ni guarda remedios para el trauma de la ausencia. No tengo remedio. No tengo asidero. Mi cabeza rodó en el suelo y se me perdió. Ya no la encuentro. Ya no la tengo. Algo se esta muriendo en mi casa. El baño, que antes era siempre tan relajante, ahora es un nido de ratas. Bajan por las tuberías. Apestan mi hogar.
  • 23. 23 Apestan lo que era un hogar. Apestan lo que sea esto. No se como llamarlo. No me importa. No me importan las ratas, ni lo que pueda habitar en un baño abandonado, sucio, maloliente y encarnado de lama verde. Mi cara esta igual. Soy un desastre. Lo se. No tengo baño. No tengo remedio. No me importa. Estoy solo. No tengo que aparentar. No tengo que esperar nada de nadie. Es solo un silencio. Es solo esto. Algo se esta muriendo en mi casa. La cocina ya sin lumbre, ya sin movimiento. Fría. Ausente de todo. Nadie entra allí desde hace tiempo. Me da miedo entrar. No se que voy a encontrar. Ya no simboliza nada en mi cabeza. No trae algún recuerdo. No la ven mis ojos. La cocina no existe. Nunca tuve cocina. No se que es una cocina. Algo se esta muriendo en mi casa. Yo.
  • 24. 24 G Grandilocuencia que salio de su boca y me engaño. Salio de la boca de ella. Ella es un alfil, una reina, un tablero de ajedrez de baldosa. Ella esta siempre sentada al borde del agua. Piensa en la arena. Piensa como una sirena. Sirena loca. Hermosa es ella. Acurruca a todas las conchas en el borde mientras el agua se las lleva. Les cuenta historias de Poseidón cuando era joven. De Poseidón cuando era algo. Se sumerge y como es ella, se que no vive en castillos de arena. Escucha con atención y sus ojos miran y sonríen suavemente. Baila entre las algas y cabalga un caballito de mar plateado. No le gustan los arrecifes. Les tiene miedo. No habla con las ballenas. Siente respeto y solo mira como pasan sabiamente. Recostada en las tortugas, llena con letras de oro su diario de mantarrayas y lo cierra con cuidado. Tiene instinto de supervivencia. Tiene las manos heladas. Estrellas marinas intentan alcanzarla, pero corre sobre las aguas con gracia y escapa. Se ondula con las olas
  • 25. 25 como el cabello de dios. Así viaja solitaria por los mares y no sabe que yo no se buscarla tan lejos. No se atraparla con una red infinitamente cocida a punta de anhelos y respuestas entrecortadas. Ella solo deriva sin brújula, sin norte, sin espejada. No arponea la duda su corazón y su inocencia son burbujas agitadas que vuelven borrosa el agua verde. El agua azul. El agua salada. Su espiral no es ordinaria. Es tan fino que solo su capa lo sabe con certeza. Sus piernas son un canal por donde todo transita: barcos, fauna marina, dioses ocultos bajo el agua, mi vida. Mi insignificante vida. Un balbuceo en el medio de sus palabras. Un guiño imperceptible en las cataratas de sus ojos marinos, que vierten lluvia fresca. Su tornado son malas noches de insomnio donde todo se le revuelve y la ponen extraña. Extraño paraje. Extraña justa de focas juguetonas. Entonces se vuelve un sonámbulo y llama barcos y galeones a sus cuevas, de donde no vuelven jamás, porque ella no despierta. Se encierra en la brisa de sus días, para olvidar. Y me olvida. Y es tan de raíz su deseo, que yo no existo. Yo no tengo vida en su vida. Todo siempre y por supuesto, hecho inocentemente por ella en su atmósfera… Ella me dejo, porque estoy enfermo. Estoy desahuciado. Yo no sirvo para nada.
  • 26. 26 H Huí. Huí en mi imaginación, como lo hago siempre. Empecé a imaginar. Empecé a buscar en mis extrañas entrañas. Y así llegue entonces a un pequeño pueblo. Pequeña comarca. Un asentamiento. Las casas eran todas del mismo color. Un color que no se como se llama. No tengo idea. Todas las puertas y las ventanas están cerradas. No hay diferencia de una calle con otra. Calle muy chica, por cierto. Calle empedrada como un símil. Calle radioactiva. Calle botánica. Me quede entonces parado en el medio de la vía, colgado en las pequeñas terrazas de cada vivienda. Ni una señal de vida. Ni un respiro. Ni una sombra de abril. De repente creo escuchar un susurro. Un pequeño lamento. Y es que hay un niño escondido debajo de una banca. Esta mirando. Esta metamorfeandose. Me dirijo lentamente hacia el y sus ojos llorosos me miran curiosos y reflexivos. Otra ves los ojos. Siempre los ojos. Un silencio me cruzo y se llevo dentelladas de mí. Me
  • 27. 27 tambaleaba un poco. Me recuperaba. Llegue a la banca y me agache para verlo más de cerca. Tenía un viejo muñeco entre sus manos. Un payaso con los ojos borrados. Traje desleído. Risa transparente. Dientes de plata. Tan triste como la mano que lo sostiene. El niño entonces, como un resorte salta y corre rápidamente por las pequeñas calles. Yo lo llamo pero no cede. Yo lo sigo y no cedo. Entonces cedo. Dejo que se vaya. El pobre esta asustado. No me di cuenta y el sol ya no esta. La luna tampoco esta. Solo un toldo oscuro y sin estrellas me cobija. Pasa una circunferencia de aire y me quedo quieto mientras transita. Respiro profundo. Estoy mas tranquilo. Estoy menos muerto. Camino por todas partes y en una hora ya he conocido todo el pueblo. No hay nadie. Esta vacío. Como yo. Me quedo sentado junto a la carretera esperando que alguien pase y me recoja de aquel sitio. Pasa una hora. Pasan dos horas. Tengo sed. Tengo sueño. Tengo todo lo que quiero. Me quedo dormido por momentos. Me despierto dormido. Tengo miedo. ¿Y que? No siento vergüenza de nada. El amanecer me sorprende en un flash violeta. Suena a lo lejos los cascos de un animal. También se agudiza la sinfonía de un chirrido. La alborada. Ya no tan violeta ni tan violenta. Es una carreta lo que se ve. Estoy
  • 28. 28 salvado. Estoy atrapado. Me paro en la mitad del camino para que se detenga. Quiero estar seguro. Soy inseguro. Un anciano viene afanado y se queda mirándome. Esta investigándome. Esta despellejándome. Me hace una seña y yo me subo. Aprieta la rienda y avanza veloz. Como a un millón de años luz. Como a tiro de yegua. Yo le pregunto por ella. El mira fijamente hacia el camino. Como si no respirara. Como si no entendiera. Me quedo en vilo esperando respuesta. Dice que no le pregunte. Ella ya paso por ese pueblo. Ahora los que eran habitantes están muertos dentro de sus casas. Ahora son de cristal. Yo le digo que vi un niño. El me mira entristecido. Me niega con la cabeza y baja la mirada. Una lágrima se asoma. Un diluvio viene en camino. Todo se ha dormido. Estoy llorando por la mujer que ya no tengo. Soy un hombre que se esta quedando ciego y que ya se quedo sin amor. Estoy solo.
  • 29. 29 I Inmaculadamente volví de una de tantas veces del hospital y de inmediato me encerré en mi habitación. No quería pensar más en mí. No quería pensar mas en lo que me estaba pasando. Recurro a mi precaria ansia de fantasías y corrí en ellas. Entonces corrí y corrí hasta caer vencido. Corrí hasta alejarme del azul de aquel cristal. Corrí por ir detrás de ti. Caí vencido por estar detrás de ti. Vine como el río que se seco por debajo de la tierra. Vine como el día que se acabo antes de tiempo. Vine flotando, por purísima casualidad. Cada cosa es una boca loca llena de viento. Cada cosa que pierdo me recuerda a ti. Cada cosa pura, no es de la tristeza. Cada cosa estúpida que hago me recuerda lo estúpido que fui. Cada rostro que sufre me recuerda tu rostro. Cada dardo da en el blanco, si se aprende. Pequeñísimas cosas que no alcanzo a ver en la palma de mi mano. Pequeñas canciones susurradas en mí oído de invierno. Microbios no. No me gustan. No se por que no los
  • 30. 30 entiendo. No puedo alejarme de la señal. No puedo dejar de recordarla con morbo. Con pasión. Con cansancio. Suena la vieja corneta de todos los días y me vuelvo a levantar. Es la misma maldita hora del desayuno y estoy sentado solo. ¿El cereal o una forma de vida? No tengo hambre y como. No tengo aliento y lloro. No tengo alma y vivo. ¿Las cosas que esperaron donde están? ¿Dónde esta todo lo que pedimos una vez? Todo es una mentira. Solo ella era real. Era irreal. No se que era. Ella estaba siempre sentada tocando su arpa y sus canciones me elevaron fácilmente. ¿Si?... Ella contaba los colores en su cuerpo con la gracia que la hacia un arco iris ante mis ojos. La violencia de su sexo con mi sexo fue la usina de la cual yo robaba luz cada día. Luz fantasma. Luz de revólveres disparados. Todos acertaron .Todos dieron en mi. Y me hirieron. Y me mataron. Y estoy muerto. Muerto por instinto. Muerto porque ella lo quiso. Muerto infinito. Después ella se fue hasta el fondo de un mar lejano y yo no la espere. ¿Quién fue el egoísta? Ella es tan extraña que siento que no se quien es y yo la conozco. Nadie sabe como es en su adentro. Es todas y es ninguna. Es enfermiza y no me gusta y no la amo. ¿No?... Pero soy de ella. Este viaje comenzó al salir en su búsqueda y el viaje termino sin ella. Ahora estoy en esta tonta colina solo como un idiota y el
  • 31. 31 maldito rayo de sol no sale para que me alumbre. No me alumbra. No puedo creer que este hablando de esto. No puedo creer que mi mente haya creado todo esto. Simplemente, yo ya no creo…
  • 32. 32 VERDE (Escrito por Charly) Empecé a escribir este diario a sabiendas que no podría hacerlo por mucho tiempo y en contra de los deseos de madre, que no entendía mi necesidad de hacer esto. Como yo no tengo vida me estoy inventando una que funcione para mi gusto. Siempre disfrute esas novelas donde todo era oscuro y melancólico. Siempre disfrute las canciones que hablan de lo que no se pudo superar. Esa muralla infranqueable: El amor, el dolor, el abandono, el recuerdo, lo inevitable. Eso quiero para mis recuerdos sin recuerdo. El doctor me dijo que escribiera mí día a día, así yo, de alguna forma, combatiría mi enfermedad nueva. Una mas para el montón. Sin contar con el hecho que de alguna manera mi esquizofrenia, paranoia, soledad y amargura, junto con los medicamentos para mi tumor cerebral, pastillas para la depresión y ese interés malsano en hacerme daño, terminaran enloqueciéndome mas aun, así que no se que
  • 33. 33 saldrá de esta escritura, pero lo haré nada mas que por mi. Así si alguien lee este diario, yo lo engañare con algo que nunca ocurrió: Mi vida. Espero poder entender lo que pasa cuando llegue algún momento así, para ver si puedo detectar en sus caras que los he engañado. Para ver si puedo ver como es, borrarse la historia y pegarse otra, sin sobresaltos.
  • 34. 34 J Jacarandas ostentosas de anexos del cielo le dan sombra. La dosis de morfina que sube por mi cuerpo me aleja de todo, y todo sigue dando vueltas en torno a ella. Ella esta contenta, alimentando a los grifos en el terraplén. Se levanta con ellos en un pequeño vuelo y juguetean con las ondas del viento. No conocen de dolores. No conocen de miedos. No me conocen. No se si esta desnuda o estoy vetado y no la veo. Ella si que tiene misterio. Ella es sin duda mejor que yo. Ella es sideral. Ella fue creada con pedazos de Venus. Fondos verdes encantadores y sepia la mirada. La hace sentirse ensoñadora. ¡Mira que si sabe como hacer las cosas! Si yo pudiera hablar…Ausente e impermeable a la soledad. Buena mujer. Buena descarga. Buena proyección de luz y sombra. Dios dará razón del por que la hizo así. Parpadeo un instante y ya casi ni la veo. Se me perdió en el horizonte, con los grifos. Aleteo fluorescente. Viento celeste. Me quedo pisando ramitas secas que no se rompen. Todo el bosque es de plástico. La primavera es neutrónica. Va a empezar a
  • 35. 35 llover. La lluvia es miel. Aquí vienen las abejas. Venganza exacta. Piquete incomprensible y doloroso. Mejor me escondo aquí debajo de esta saliente de fuego. No entiendo por que el sol se me volvió sangre y miedo… ¿A que hora vendrá de su paseo diurno? Humedad residual. Caldo de ríos sagrados. Quisiera leer este libro que traje hoy conmigo, pero deje en casa el microscopio. Me recuesto en la pared tan curva, y cierro los ojos. Pienso en ella. Pienso un poco en su presencia digital. Tan caliente, irradiando microondas. La Gioconda sin boca. Estoy husmeando bajo el velo de un fantasma. No hay nada. ¿A que le tienen miedo? Todo este sitio lo llaman Babilonia. El paraje es tan tranquilo. Me quedo distraído observando una enorme oruga. Hasta puedo decir que siento afecto. Rasga la tierra y chupa de la humedad que emana. Esta convulsionando. Esta saliendo algo. Miro atento y de repente vuela una rata enorme, y cruza el umbral enloquecida. La miel deja de caer y queda suspendida. Todo pasa en un momento. No se si respiro o estoy clavado en mi lugar. Pierdo mi brillo y tomo un aspecto de color desvanecido. Entonces escucho un ruido lejano y todo cambia de nuevo. Ella esta de vuelta. La piel de mi cuello recupera lentamente su color. Mi penicilina de rouge. Detrás del grupo que vuelve, se acerca
  • 36. 36 un torniquete. Un Cosmigon. Una tormenta. Viene asustada. Veo sombras. Esta llorando. Algo paso. Estuvo dando una vuelta por el mundo real…Y la realidad se le ha venido encima.
  • 37. 37 K “Kassandra, Kassandra…” Empezó a entonar el bafle de la disco. Salimos a bailar y desentone torpemente en la pista de baile de los ratones. Ella me miro divertida y abochornada mientras yo me desnudaba explosivamente, porque iba por el todo o nada. Deambule con mi sequito de larvas por todas las mesas mientras tú te quedabas asombrada de mis agallas. Fingí remordimiento de erección y oculte mi pene de nuevo en el bolsillo de mi piel escamosa. Nos sentamos en el juramento de nunca más volvernos a dejar entrar y yo escogí la canción de violines mas dulces para ti, peor no se pudo escuchar completa porque cayo rodando descuartizado un diabético del segundo piso. Los manjares servidos en aquella recepción tomaron vida cocinada y se enfrentaron en un duelo a muerte con los comensales de panzas rebosantes por el humo del tabaco, el champagne y la hambruna del alma que los acompañaba junto a sus gruesas billeteras repletas de deseos de gente pobre. Tu dijiste: No mas, y desaparecimos de la toma y me llevaste en un transitorio
  • 38. 38 tubo de filtraciones elementales de calor y compañía a las ruinas del coloso de rodas. Yo contemple un pedazo de su cabeza y descubrí algunas boronas pegadas que eran sus pensamientos. Desdoblamos las pequeñas rocas y leímos su contenido en voz alta como el cosmos mismo. Alguien se molesto por lo tarde de la hora y nos mando callar con una bofetada de necedades traídas del polo norte. Tú enfriaste tu cuello por salvarme y yo devolví diligente el favor con una penetración infinita. Un solo de conga africana se dejo escuchar en un callejón oculto y corrimos las paredes para no ser molestados. Me acuerdo que digeriste una revista y me antojaste de cortarme el rostro con tus uñas. Tú echaste a correr divertida y yo seguí tus curvas hasta que te enroscaste por completo. Los días pasaron y no parábamos de rodar. Me dijiste: Te amo, y yo voltee mis ojos para ver el espectáculo de mi corazón emanando luz. Emanando vida. Emanando semen semiperlado. Luego nos abrazamos y retiramos la cinta magnetofonía de la licuadora. El silencio se hizo cuchara de madera y nos comimos el uno al otro hasta caer despresados. Una voz me trae de nuevo a la realidad. Es la enfermera, que me suministra las pastillas con un poco de agua. Es mi vida, que me abofetea para decirme: “Reacciona ya”… Es la vida…
  • 39. 39 L Las cosas se están poniendo feas. Cada vez veo menos y madre no me confiesa lo que yo ya se: Me voy a quedar ciego. El tumor en mi cabeza genero mas cosas y ahora hasta la vista me abandona. Esta mañana entro mi doctor y yo ya no lo recordé. Pero según el, es el de toda mi vida. Mis enfermedades avanzan en total armonía y sincronía y eso me hace feliz. Al menos algo es constante en mi vida. Me da miedo no poder seguir escribiendo, cada vez es más complicado: La vista borrosa, la mano que tiembla, la creatividad que se esfuma…Tengo miedo. Nací en una víspera de año nuevo. Mi padre murió sin verme nacer y madre se quedo solo conmigo. Pobre madre. Meses después se me detecto un tumor cerebral. Adorno encefaloideo. Adorno mortal. Madre heredo fortuna y desde siempre conocí los hospitales, médicos, medicamentos y aislamiento. Crecí con mucho cuidado. Quieto mas que nada. La educación primaria, intermitente, interrumpida por mis desmayos infantiles y los afanes de madre en la
  • 40. 40 trilogía: Hogar, escuela, hospital. No amigos. Los niños se aterraban cuando me veían caer desplomado y nadie quiso jugar conmigo. Llego la pubertad y mis primeras erecciones fueron mas conocidas por las enfermeras del hospital que por mi. Llegaron los quince años y la oportunidad de extirpar el tumor. No se pudo. Comprometería mi vida. Tumor de singular precisión en mi cabeza, pues no me dejo vegetal al acto. No. Yo podía vivir. Si, claro… Me fue convirtiendo en planta poco a poco, pues crecía a la par conmigo. Envidioso. Los doctores pronosticaron a madre que con el tiempo este huésped no invitado me traería consecuencias. Me pasaría la cuenta. Y así empezó todo. Termine el bachillerato más por terquedad y agallas, que por otra cosa. La otra cosa fue el regalo del cartón por parte de mis maestros, pues permanecía tanto tiempo en el hospital por mis desmayos si cura alguna, que perdí todas las asignaturas de plano. Pero la lastima todo lo puede y me pude graduar…desde un cuarto del hospital. El día de la graduación estaba yo entre suero y radiografías. Más radiografías. De tanto verlas me conozco más interior que exteriormente. Me gusta la lectura. Fue mi aislamiento. Mi paz. Mi compañía. Y como en estos casos todo viene acompañado, yo me ayude sabiamente deprimiéndome.
  • 41. 41 Solución: Medicamento para la depresión. Resultado: Adicción al mismo. Una tableta, estoy OK. Cero tabletas: día amargo. Dos tabletas: Mareo rotundo. Tres o más: Sobredosis. Una nueva temporada en el hospital aderezada con lavado intestinal, recriminaciones, Psiquiatra. Diagnostico: Desequilibrio mental, debido a la poca ortodoxa vida que llevaba. Paciente con una tendencia a deprimirse y evadir la realidad. Altamente autodestructivo. De estas sesiones termine yo con poco sueño. Cura: Medicamentos para dormir. Resultado poco original: Otra adicción. Mi cuerpo se convirtió en una tómbola llena de pastillas. Sonajero andante. Cuando me di cuenta de esto ya había pasado yo los veinte años. Sin amigos, ni amores, ni sueños…Nada. Cualquier actividad que yo emprendiera era rápidamente desplazada por los desmayos y las semanas hospitalarias. Mi tumor se adelanto un poco a mí y ahora resulta que olvidare lo poco que he vivido. Los médicos dicen: Puede ser por el tumor que afecta zonas del cerebro ligadas a estos comportamientos. Yo digo: Todo esto es una mierda. Los médicos dicen: No podemos determinar la naturaleza del mismo y por lo tanto, hacemos lo que esta a nuestro alcance para atacarlo. Yo digo: Silencio por favor, quiero dormir…
  • 42. 42 M Madre me regalo una medallita de un corcel de cumpleaños y yo de inmediato imagine que salía a cabalgar en el. Cabalgaba por las avenidas manchadas de árboles de mármol y edificios vegetales. Corrí asíncrono con mi caballo por la infantil ternura de la rabia. Rabia menor. Rabia telequinetica. Rabia radial. Rabia del alma. La estupidez de permanecer tanto tiempo dormido me hizo tener sed y bebí de un solo trago tu sangre. Ahora puedo decir que eres mía. Ahora puedo escuchar esa voz que me dice: ven. Ahora puedo repudiar las demás frases sin importancia de conversaciones transitorias que tuviste conmigo solo porque se antojo así. Antojo destructor de lenguas. Antojo de histeria. Antojo ambulatorio. Antes solo solía sentarme a esperarte en los parpados del sonido, ahora con mi corcel estoy preparado para romper el cristal y llegar a tu vereda. Algebraicamente puede detectar el cosquilleo de tu coxis desnudo y allí me dirigí. Pinte con un pincel de mala marca lo que vi, y sorprendido, divise que era un horizonte recién nacido. Pinte otras cosas por
  • 43. 43 descuido y ahora intento ubicar de nuevo el cordón que se inundo de luz, ese mismo con el que me amarrabas para quererme. Lo tome cercanamente y lo ate a mis zapatos. Entonces no pudiste verme anclado al suelo. Dios se molesto y me mando a dormir. Yo me recosté en mi cama refunfuñando y me quede dormido sanamente. Tú entraste a hurtadillas en mi adormilamiento y besaste mi frente con alegría. Yo me metí en tu boca en tu descuido y me acune en tus dientes blancos. Me levante a la medianoche y mire al fondo. Pero no vi nada y yo cruce los dedos, y entonces todo fue cierto. Me convertí en una llaga de tus labios y me revisaste con el ojo del corazón. Me puse un antifaz y pase por su lado saludando descaradamente. El destrozo fue menor y ahora tú te ríes en unas vacaciones a las que yo no fui, porque estábamos peleando. Una mandrágora fue fumada en las Bahamas y yo presentí que habías conocido a alguien más. Entonces llore con dolor y el dolor se hizo materia y nos dimos aliento jugando a reconfortarnos hasta el otro día. Ese otro día llego y tu viniste a visitarme y me dijiste: “Ya no te amo” y después te fuiste. Yo me quede acurrucado en el rincón más oscuro de mi vida, con una tormenta de nieve digital detrás de mí. Por eso ahora siempre lloro.
  • 44. 44 N Nadaba en mi mismo entre gotas farmacéuticas para mi glaucoma y entonces me vi reflejado en una sombra. Entonces abrí la puerta y me deje llevar por la corriente de aire que pasaba. Ya no estaba solo. Había nacido de corrido. Había nacido de noche. Di tres pasos largos y llegue muy lejos. A miles de kilómetros de mi casa. Estaba en un terreno destapado. Terreno de terrones. Terreno doblado como una sabana. Allí me encontré con mi inocencia. Nos quedamos un momento mirándonos fijamente y luego ella siguió su camino, y yo el mío. A lo lejos se escuchaba un aullido largo y muy sentido. Era la voz de los hombres sin amor. A medida que caminaba los escuchaba mas y mas fuerte. Entonces decidí cambiar el rumbo y me dirigí hacia el este. Este es el mundo. Y el mundo ya esta listo. Listo para la espera. Listo para mí. El mundo ya esta justo. Injusto. Justo lo contrario. Injusto el destino. Mundo ocupado. Mundo de mierda. Mañana nacerán otras flores. Nacerán marchitas. Nacerán muertas. No nacerán. Mundo
  • 45. 45 lleno de gente. No veo a nadie. No me veo a mí. No veo porque mis ojos ya no saben como hacerlo. No veo porque tengo los ojos cerrados por dentro. Como las almas. Como las penas. Como mis venas. Por dentro. Mundo del capricho. Mundo de muros altos y horribles. Mundo enfermo. No agonizante. Mundo malo. Brutalidad de pensar y no saber expresar lo que se piensa. Brutalidad de sentir y no actuar como se siente. Brutalidad de las horas que pasan indiferentes entre vueltas y vueltas. La severidad de la escala de sol menor me desentono en la ropa y ahora voy a desnudarme para posarle a la nada, que quiere dibujarme con palmotadas de humo blanco. Marquesina oriental costosa, para rascarles la espalda a los cerdos. ¿Y mi inocencia donde esta?... ¿Donde estas ¿Dónde estoy?...
  • 46. 46 O Ojos. Mi vida se basa en mis ojos. Soñé con ellos anoche. Con ellos y contigo. Tu habitación estaba llena de ojos que no paraban de mirarme. Se quedaron sin parpadear, como una droga que ama la enfermedad del adicto. Como un núcleo que sufre de mitosis espontánea y se va volviendo un uno, un cien, un otro yo que viene de otro. Yo deposite mi sangre en un recipiente oscuro y los papeles bebieron sedientos de mí, hasta maldecirme por estupido. Por tarado. Por ser yo. Tu foto estaba como siempre junto a la ventana dándome droga. Dándome mentiras. Dándome lunas. Yo me tatué el dolor de no saber en donde estabas con un cigarrillo de presentimientos. Las cenizas caían en desorden sobre todos los ojos que me rodeaban y yo me reí como si eso fuera algo importante. La casa se empezó a derretir y apenas salí saltando cuando me tropecé con un arlequín. Este ejecuto un solo de guitarra brillante y luego me lo enseño con delicadeza. Yo me entretuve en ver las semillas que desprendían los mangos secos del árbol de infortunios y las recogí guardándolas todas en mi
  • 47. 47 sombrero. El karma de meterme en lo que no me importa me rozo la espalda y yo asustado, me escondí en la cueva del lobo. En lo más oscuro me rugió una rana y me arrojo sus entrañas para que me fuera. Yo me moleste sobremanera y salve mi espíritu tocando las ansias del demente que era yo. Grite tu nombre entre la multitud de ecos que se atropellaban unos con otros pidiendo permiso. La cueva se detuvo y yo me baje con prisa. La ruleta marco entonces el 7 rojo y me gane una fortuna. Un millón de cruces para mí solo. Yo las clave todas en los montes disponibles, menos en el gólgota, porque allí ya habían tres crucifijos observándome. Yo pase respetuoso y en silencio deje yo una flor de sabiduría. Luego me devolví a los acantilados verdes cuando de repente me alegre de verte flotando. Tú estiraste tus brazos y yo adivine sagazmente el camino y me desaparecí. Y me perdí. Y voy perdido haciéndole una encuesta a los altos pinos del lugar de la mancha, de cuyo nombre no puedo ya acordarme. Y me desperté y ya no puedo volver a dormirme. Ya no puedo ser yo. Ya no puedo nada.
  • 48. 48 P Primero recordar. Recuerdo. Eso soy en este mundo. Un recuerdo. Ahora recuerdo. Recuerdo el tiempo en que todo ocurrió. Recuerdo mis venas y mis carnes abiertas. Recuerdo mis bujías encantadas de entrañas. Ya no existen más. Todo se lo llevo el paso del tiempo. Recuerdo las risas y los subterráneos. Y el sol redondo y la media luna. Y los cables y las secuencias. Alguien me cambio las reglas del mundo y ya no queda nada que me pertenezca. Ah si, ella lo cambio todo. Que cercano es el vacío ahora. La arena negra ya de estar, cubrió mis manos. Y el futuro para mi ya no existe, porque ya no tengo esperanza. Y el presente para mí ya no existe, porque no lo quiero vivir. Y el pasado para mí ya no existe, porque no hay quien me recuerde. Y es que yo no existo, porque soy un recuerdo. Los días tal vez vengan por mí. Pero aun así, soy un recuerdo de la bóveda celeste. Cosmos y guías incandescentes. Y estoy esperando el cansancio. Quiero todo lo anormal que me saque el alma del cuerpo. La grieta de la galaxia. Sin sutura. Busco los ojos. Ahora quiero saber todo lo de los ojos. Meteoros de
  • 49. 49 pupilas enfermas. Planetas de corneas vencidas, secándose al sol. Iris enfermos, defectuosos, tapando las estrellas como una tela barata y corrompida. Quiero que todos dejen de hablar. Quiero encontrar el silencio. Quiero jugar con las amebas. Pero… ¿Qué es lo que yo quiero? Si nadie me quiere no se por que yo puedo llegar a saber como es querer si el ser querido no vino conmigo en mi manual de trampas para los dedos de la vida en donde las ratas han caído pensando que era yo una buena carnada y no era cierto. No quiero. Si. He decidido que así no quiero. No quiero vivir así pero desde mucho antes que yo viniera al mundo ya estaba descrito que así seria mi ruta y no vivo en un jardín de primavera ni en una fabula caprichosa y feliz. No se si mi mundo sea el real, pero la luz es suave y yo me arropo con ella todas las noches y la destejo todos los días. Mis manos ahora son de marfil y me peino con cepillos de carey que madre me trajo del África suroccidental. África infinita. África negra. Suelo asfixiar con estas manos mías que ya les describí antes, todo lo que amo porque no se amar de otro modo. Porque no quiero que nadie me deje, pero siempre me dejan solo, con un sonido de violín de radio de fondo. Mi amor siempre se hacha a perder, y yo no quepo en el
  • 50. 50 congelador, para darle mas espacio a su caducidad. Todo es una total mierda.
  • 51. 51 Q Quietud de aire. Madre me ha llevado a retozar a la hacienda que compro a las afueras de la ciudad. Me ha llevado a caminar por la colina que esta frente al establo. Siento como toda la naturaleza viene a mí, en forma de caricia. Todo es una fiesta. Danza sobre el suelo de arcilla un vientecillo de monte verde verdísimo. Estoy aquí. Solo y perdido. Los álamos se movieron un poco y en su vaivén se dibujo una mano loca. Grande y rara, esa es su forma. Rodé cuesta abajo y me golpee el rostro mil veces con las piedras más pequeñas y filosas. Caí espantado y dolorido a la vera del camino y la sangre de estas heridas se enredaron en mis ojos y plantaron su semilla. Nació un árbol. Nació una pared. Nació un minuto. Y vino hasta mí, por puro prejuicio. Por nada más. Camine por el sendero que se escondía debajo de la maleza y aparecía otra vez mas adelante. Y mas adelante. ¡Que calor hace! Siento que me estoy mutando en la hierba. Miro al cielo y se muy bien que estoy perdido todavía. La música de los animales que se
  • 52. 52 arrastran se empieza a escuchar cada vez más fuerte. La cascarilla de los árboles me hace caer de costado. La herida de la lanza me duele. Utilizo el minuto que vino hasta mi por puro prejuicio y creo un vació. Creo una nada. Yo soy la nada. Y entonces, como en un embudo, todo empieza a girar violentamente y a decantarse por ese vació. Todo se fuga. Yo también me siento absorbido. Caigo. Salta un conejo al lado mío. Abro los ojos. Estoy en alguna parte. Todo esta en alguna parte. El conejo esta cojo. No camina una mierda. Esta sufriendo. Esta sonriendo. Se detiene un momento y me mira. Ojos rojos. Hermosos. La hierba también es roja. Me repongo por instantes y descubro que todo esta rojo. Los árboles y las paredes son rojas. Ya mis ojos están rojos. Todo viene de mis ojos. Estoy cojeando. Estoy retrazado para todo y no me pongo en el momento. Me hace falta algo de tiempo. Me hace falta un minuto. Hoy estoy cansado. Hoy todo esta cansado. La medalla en mi cuello de tanto estar colgada en mí. El sol que parpadea y quiere irse a dormir temprano. Antes del ocaso. Ocaso mi vida, que se apaga y oscurece. Oscuro el día, que no repunta ni en la alborada. Cansado yo, de estar cansado. Las puertas se abren y se cierran en mí adentro, y procuran hacer mucho ruido. Nadie ha encendido una vela y no veo
  • 53. 53 nada. Tal vez me voy a caer mecido entre los brazos del viento encerrado en mi habitación extraña, que es mi cárcel, que es mi cráneo. Me da risa lo que se llora. Lloro porque no tengo remedio. Lloro porque estoy cansado. Veo las imágenes mas duras, lo que se desprende de mi mente y baja por mi tórax rompiéndome el corazón y la entraña. Ya vi el amanecer. Ya es mañana. Maravillosamente maravillado de poder ver un nuevo día. Todo lo que hice estuvo mal. Todo lo que hago no lo enmienda. Poner una cura infecta la herida, caldeada al rayo potente de los ojos. Esos ojos que no miran. Esos ojos que dan miedo. Ojos de mirada perdida. Me quedo quieto. Me quedo a un lado. No dormir. No entender. Todo un no, que se arrepiente de negarlo. Hoy todo esta cansado. Mi torbellino esta nublado de la imagen más perdida. Mi causa. Ya no tengo estilo. Ese se fue con tu rostro en el verano. Verano no tan caliente, más bien templado. Sin arena en los pies ni carnaval de palabras. Nadie dice que me extraña. Nadie rueda en los segundos de mi tiempo. Cambia el silencio en mis oídos, tan gastados de escuchar susurros de estrellas allá pegadas en el muro del firmamento. Estaba escondido entre las letras. Fui desterrado de los libros de mi historia personal de tajo. Nadie puede verme y ahí están los ojos. ¿Para que
  • 54. 54 son los ojos? Nadie sabe como soy por dentro. Yo ya estoy aquí. Nadie toca hoy a mi puerta, y ya es mañana. Entonces reacciono. Madre me agarra del cuello de la camisa y me grita. Me había desmayado…
  • 55. 55 R Raíces de espuma que caen del cielo. Estaba sembrando espinas en greda seca y vi con asombro que un resplandor quebró los pétalos de las rosas que estaba desechando en el olvido. Me senté perturbado debajo de un volcán y precipite mil lágrimas con furia al comprender que yo no era un jardinero. Entonces camine descalzo por los viejos desiertos y encontré un pedazo de vidrio. Puse en uno de sus extremos una cuerda y me entretuve haciéndolo volar en la noche. Pero al llegar el día un haz de luz de verdad quebró el vidrio y me quede como un tonto abrazando la penumbra. Comprendí que yo no era un niño. Mi alma se harto de esto y se fue dejándome solo. Llegaste tú y acompañaste mi cuerpo vacío de tantas cosas hasta la vuelta del planeta Urano. Pusiste una mano sobre mi hombro y te despediste con dulzura. Mi alma retorno a mí y traía nuevas alas, convirtiéndome en un halcón. Tú eras la liebre y yo intente cazarte con fragilidad. Tú soplaste mi
  • 56. 56 rostro y me mostraste el fracaso de mi intención. Me mute con tu faz y del antifaz volátil de tu sangre encontré con alegría que ya no te amaba. Deje tus anhelos militares en otro país y tu no querías irte, entonces te ayude empujándote con un trabalenguas que me vendieron en el supermercado a un precio de dos por uno. Mi salud me hizo entonces convertirme por ratos en una tortuga atrapada bajo los zapatos de todos los que me querían ayudar y me hacían mover el ojo hacia arriba, para decir que si y a los lados, para decir que no. Yo los apreté con fuerza y todos pensaron que yo me había vuelto mudo. Y me descifraron las ruinas del futuro, con un mazo tejido a mano por mi amiga la escritora. Se lo vendió a madre por tres millones y medio de pesos y ahora madre no se acuerda en donde lo dejo. Es posible que se haya quedado guardado en un libro de muchas páginas con forma de auriculares. Y ese libro tú te lo llevaste cuando yo te dije: No te amo. Y se te oscurecieron las plumas de pavo real y mi amiga imaginaria me dijo: Eres un pendejo. Y también se fue. Y yo me quede solo con toda la complacencia de mi conciencia inocente de no ser culpable. Y así, de paso, otro día paso por el cenit y me di cuenta, mientras mi glaucoma ocular avanzaba, que yo no nací para mirar.
  • 57. 57 S Si. Yo ya había muerto. Y tú caminaste por los dinteles más bajos hasta llegar donde yo estaba dormido. Desenterraste mis restos con una canción de bits lentos que resonó a lo largo de tu espalda. Ya iba a amanecer y tú deslizaste esos labios carnosos por mi piel reseca, hasta que el calor de tu aliento llego al hueco donde antes habitaba un alma. Tu dejaste una nota perfumada y luego dejaste de nuevo mis despojos mortales en la tumba y te elevaste fácil por el medio de los álamos gigantes que custodiaban el calor de esa mañana impertinente que nos descubrió en susurros… No lo se. En algún punto empecé a tener alucinaciones extrañas, tal vez causadas por el efecto de tantos narcóticos de venta legal y con formula medica en mi cuerpo. Al principio me aterraban y yo transmitía estas experiencias a madre. Ella se alteraba y me miraba con temor. Finalmente las callé, pues debido a mis antecedentes depresivos y al diagnostico Psiquiátrico, preferí hacerlo para no terminar enclaustrado en un manicomio. Al menos ahora puedo
  • 58. 58 estar en casa por temporadas. Los diarios que llevo están repletos de estas visiones llevadas de la mano por el miligramaje de las pastillas que consumo. El contenido de las páginas de mi diario es escondido cautelosamente de los ojos de madre, pues si los leyera, seguro terminaría yo en una clínica de reposo. Llevare este deseo hasta donde pueda, pues estuve leyendo casos sobre mi nueva enfermedad olvidadiza y con el tiempo temblare tanto que no tendré control de mi cuerpo y mis recuerdos se irán desapareciendo sin vuelta. Veremos hasta donde puedo llegar…Igual, no se para que lo escribo, si nadie me conoce aparte del cuerpo medico, madre y los empleados de la casa, así que, ¿Para quién escribo yo esto? No se para quien escribo, si la gente que yo quiero que me lea, nunca me entiende. Y la gente que dice que sabe, no desea que se le enseñe nada. Y yo no escribo para mí, pues dentro de algún tiempo no podré leer esto. Y cayendo en cuenta, el reloj de hielo de mi estudio dio las cuatro y no existe ni tetera, ni te, ni mesa de centro ni bizcochos ni malvaviscos. Entonces quise yo tener la aparición del ángel Gabriel y pedirle el favor me prestara algo de dinero para ir a la tienda a comprarme un kilo de mariposas. La vieja herida que me acompaña me recordó sufrir y yo acepte, cual lazarillo en
  • 59. 59 venta y me hice daño con mis presentimientos improvisados. Nació una jungla de mis brazos y me llene de malaria en mis venas, hasta que un leopardo enorme me hizo reír con sus acrobacias sureñas y me sentí mejor. Y me acosté a dormir entre las ramas de la mata de sábila del jardín de madre, hasta el otro día. Mañana me van a hospitalizar de nuevo.
  • 60. 60 T Tendré que esperar a que a lejanía se acerque a mí y pueda decir: Estoy bien. Ella sabe que yo se que ella sabe lo que pasa. Ella ya sabe que estoy enfermo y como a mi no me gusta la lastima, entro a mi casa en las tardes por la ventana. Salto la pared cambiando a forma mística y soy un gato que no sabe caminar en cuatro patas. El servicio domestico sospecha, pero me da vía libre. Un majestuoso sonido de blancas del piano llega hasta mis oídos rumiantes y yo me dejo guiar por la encantadora melodía que me lleva hasta el gallinero en donde una sombra preciosa de blancos guantes ejecuta su concierto. Yo me apago la luz interna y dejo penetrar a través de mi piel el suceso musical que se abre y me muestra señalándome con el dedo de una corchea, el camino hasta el cielo. Despierto de mi éxtasis en una ambulancia a toda velocidad por la avenida principal, pues madre la llamo al ver que yo me había desmayado y no reaccionaba. Estuve semanas atrapado en el abrigo de la ciencia y los TAC de la cabeza. Recibí todo tipo de
  • 61. 61 atenciones de las radiografías y los especialistas que me examinaban como un túnel repleto de brisa, que nos hace entrecerrar los ojos y poner una mano en el mentón, para adornar la acción de estar analizando algo que no tiene ya respuesta. Ella zarpara mañana a algún puerto de lava y me pregunto: ¿Cómo dormirá ella? Es probable que su propio fuego la refresque en la zona mas caliente de la brisa del subsuelo. Ella ya no me llama. Ella ya no me escribe. Ella ya no me quiere. Solo fue un instante entre almas. Solo fue un pequeño vacío en el cual yo me las ingenie para decepcionarla. Y ella ya no quiere saber más de mí. Y yo no quiero saber más de mí. Una locomotora dibujada con crayones en blanco y negro me esta alumbrando y me va a estrellar. Yo no puedo moverme. Alguien me dijo, días después, que casi me muero ese día en la cama del hospital. Yo no me acuerdo de eso. Solo recordé su sonrisa preciosa de mujer amada por mí, y la perturbación de la madrugada, mientras nos abrazábamos.
  • 62. 62 U Un amanecer. Otro amanecer. Y así sucesivamente entre mi espacio de cuatro paredes que son como una jaula de frialdad descomunal y se le llama cuarto. Habitación. O lo que sea. Estoy acá sin poder salir porque si salgo, me muero. Y el doctor le dijo a madre que era en serio. Entonces me encerraron acá y con esta pijama me siento como un preso de una caricatura mentirosa y desdoblada. Metí mis manos en los bolsillos y me cambiaron los dedos por candados y yo no tengo llaves para soltarme de tantas cosas. Tres moscas verdes están zumbando en mi negro cuarto y yo las escucho y me alivia hacerlo porque es una señal de que aun estoy con vida. Yo aprendí a sufrir de la mejor manera posible. Y a veces es algo duro reconocerlo. O decirlo. O sentirlo. Pero yo soy un poco mas maduro que antes y lo acepto con la resignación de un moribundo desahuciado. Las campanas de una iglesia lejana están sonando y el atardecer repleto de polvo de estrellas decapitadas enceguece el panorama de disculpas que me
  • 63. 63 llegaron en un sobre sin fondo de todos los amigos, conocidos y demás que me decían que no me podían visitar pero que estaban pendientes de mí, desde la distancia. Y es esa distancia hermafrodita la que yo deseo mantener entre ellos y yo. Distancia raquítica. Distancia de necesidad. Distancia de magnificencia. Es una cuestión de entender de qué se trata todo esto. Yo no comprendo, por eso derrapo entre las hojas blancas y escribo sin detenerme jamás, Porque de hacerlo, es probable que Dios me diga: ¡Te pille! Y yo me muera. Cada noche espero la venida e la muerte subida en un castor púrpura, pero esta no llega. Siento que toda mi vida es un teatro de extrema crueldad. Mis sienes se desgarran como papel mantequilla y se calcan con las cosas del lado malo de mi pensamiento. La luna me dice: “Esta noche no” Y se va y las tinieblas abortan resplandores y me quedo sumido en la mas enceguecedora almohada, clavado de sutilezas y lagrimas de perfume que me salen de mis ojos que se van marchitando como las nubes de Júpiter. A veces vomito respuestas de mis entrañas y mi baño se tapona como un vino seco al que no le sale el corcho. No puedo dejar de sentirme triste y esa necesidad de mi alma de estar así, me lleva a deducir que yo soy un loco de remate. Loco anestesiado. Loco lunático. Loco de sulfato
  • 64. 64 ferroso. Un lamento se cuelga de mi pared cada madrugada y no deja de lamentarse plañideramente hasta el despunte del sol en el horizonte del globo terráqueo de porcelana que madre me regalo para que estudiara los sitios a los que nunca iré y que de seguir así, nunca tendré oportunidad de ver. Me estoy muriendo con un estilo depurado de tornillos y garlopas. Me estoy quedando ciego como un ciclope sin ojo. El pasto que rumen las vacas cada mañana susurra entre si y me dice: “Te veo mal” Y lo hacen solo para molestarme, porque tengo yo cara de hormiga republicana. La gelatina se estaba aguando y yo me congele con ella hasta que se me entumecieron los dedos y la tuve que soltar. Las banditas de caucho me entretienen mientras los días pasan acá, en mi dormitorio, y mis manos se me están agrietando de tanto sostener mi rostro, ungido de pena. Ungido de amargura. Ungido de mí.
  • 65. 65 V Ver. Es algo que cada día se hace complicado. Yo quiero que tú vuelvas a mí como en los días buenos. La etiqueta de mi amor es canjeable por un camino, trocha o sendero. La malteada intergaláctica se te regó en los pechos pero no quieres que yo vaya a saborearte. Las conclusiones me dejaron tres opciones en la ruleta cuadrada y yo escogí la más errónea. Y tú no vuelves a mí, porque estoy enfermo. Me abandonaste como el otoño deja de lado el látigo de la playa y se va de amoríos con el atracadero. Y eso me parece precioso. Es como un barco de oro que no se hunde, porque tiene brazos y va nadando. Las cigarras están otra vez cantando coros gregorianos en el jardín de la casa, pero no me puedo asomar, porque las margaritas me tienen amenazado de muerte si me asomo por allá. Entonces me quedo envuelto en la envoltura de un caramelo crujiente y desechado. Las cosas de la realidad superan a la verdad. Y si lo pienso, tengo razón. El descalabro de un minuto me hizo llevarlo a urgencias medicas, pero no lo pudieron revivir. Y ese minuto murió en mí, y ahora mis horas van
  • 66. 66 cojeando sin dirección de un lado a otro como una gárgola que patina sobre el hielo seco de la primavera en Calcuta. El dolor saco un lienzo en blanco y me dibujo en pose de batalla, con los brazos caídos y la absolución haciéndome bromas. Ella me hace falta y negar que la extraño es como dar la vuelta al mundo en ochenta días montado en un cortaúñas. La busco en mis recuerdos gratinados y se me escurre entre el arrepentimiento, la rabia y la injustificada pose de mártir que me quedo en las huellas de mis zapatos, cuando camino descalzo sobre el techo de mi cama. La vibración de la sabana se hace continua y solo cuando eyaculo esta desparece y me encierro con vergüenza en la ducha y me lavo bien con un candelabro para disipar el olor a juventud desperdigada entre remedios caseros, medicina costosas, revistas de goma y vaso pitillos de gelatina blanca con borde azul. Si alguien se pusiera en mi lugar solo un instante seria como Atlas engañando a Hércules por un momento, pero sin manzanas doradas. Yo lo dejaría allí, a ver como se las arreglaría. Un fantasma calvo viene de ves en cuando y me hace la visita, mientras yo pienso que es hora de irme a dormir y soñar con moteles baratos y mujeres del mismo coste. Le doy las gracias por anticipado y le muestro la salida con un movimiento certero con los
  • 67. 67 dedos de mis pies. El siempre se va algo molesto pero después de unos días lo vuelvo a tener por acá, y la escena se repite como una bebida alcohólica en un convento a las dos de la mañana. Todo es tan pretencioso que este encierro por momentos recibe mis gracias por mostrarme el mundo como no es, porque cuando piensas mal, aciertas, y es así.
  • 68. 68 W ¡Wow! El final se va de mí y yo no le creo. Me estoy entumeciendo y la resaca del destino me hace doler la cabeza. Tantas veces corrí detrás de mí y me quede en un círculo infernal que me retorció como una toalla recién lavada. La manera de energía en que la gente se reúne ya no es mía. No puedo acercarme demasiado a la humanidad porque soy como puntos suspensivos de una almendra que se quiebra al caer al pantano de resentimientos sociales. La impresión de manejar con nada de destacamento mi vida me paso factura y yo pague con insinuaciones sexuales a chicas que no existen sino en mi imaginación. Una melodía se hizo letra romántica. Letra de papel. Letra de fusíón. Mi sensibilidad dejo de ser atractiva cuando descubrí con mucha pena que era un universo eterno adentro de mí, pero afuera todo era café con crema, en una mesa, olvidado y frío. Nadie viene a mí porque nadie sabe que yo existo y me impacta el cerebro el carboncillo con la punta rota y no puedo salir de mí hacia los demás, porque estoy enfermo, porque estoy aislado y porque nadie quiere hacer conexión
  • 69. 69 conmigo. Simbólicamente baje un ángel del cielo y le exigí compañía, pero el a cambio me pidió la capa mas nueva que tenia. Yo no tenia ninguna y le arroje mis cortinas en llamas y el sonrío complacido de ver que yo era un avaro. Me llevo a pesar con el a otros sitios y descubrí ciudades enormes que no dejaron estampitas postales ni reflectores de azúcar. El creador nos miro como medio reflexivo, medio malhumorado y yo me convertí en una pintura. Llego otro dibujo parecido a un mamarracho y me quede conversando con el hasta que le diluvio de gas nos hizo tomar cada uno su camino. El sol se fue a dormir y las nubes corretearon libres y desnudas en los pormenores de la tarde que era solo una idea divina, convertida en paisaje terrenal y humano. Me ligue de nuevo a mi soledad y abrí mis agonizantes ojos en la habitación por enésima vez, solo, influenciable por el temor, permeable al miedo de morirme, contagiable al desespero de la soledad y a las agujas, que me sonríe levemente y se saborean de mis venas, agujereadas por ellas, extirpadas de su verdadera esencia, imantadas de líquidos. La impresión de saberme enfermo me derrota al final de mi batalla y madre no sabe como confortarme. Y ella, ella, la querida, que nunca mas volvió a mi porque estaba untada de miel y algún panal la tomo
  • 70. 70 para si y yo me quede descontento y exterminado como un mundo salvaje impulsado por su propia gente hacia la destrucción. Yo ahora trabajo en mi mismo en pulirme la boca para no decir ya mayor cosa, pues no tengo nada que decir. Solo te pido, dolor, acompáñame, quédate un rato más. Quédate hasta el alba.
  • 71. 71 X X. La concebida cruz echada de lado. ¿Puedes ver el polvo de mi conciencia? Cierra los ojos para verme. Estira tus oídos para oírme. La sangre se seca en la colcha de mi almohada y no tiene importancia. Algo raro me esta pasando. Tu odio no vino a verme y me hace falta. He salido después de tantos mese de nuevo a la calle, apoyado en un bastón de viento frío y en una boca de glorieta que no me habla. Los globos rojos están pegados al techo de mi cuerpo. El mármol de algunas casas me sentencia profanaciones de muerte en mi tumba futura. Yo me hago a un costado y dejo pasar los mil ciempiés que van de apuros al laburo. Alguien agradece en el telón de las conversaciones de fondo para cualquier desgracia animada. La mantequilla de la vial Láctea me ayuda en el desayuno para comer mas despacio a las seis de la tarde. Mi vida es un completo caos y la templanza de la cuerda de mi vibración antisonora no llega más a tus manos. Yo no se si te amo o no. Eso es un cuento de hadas sin hadas. El eclipse se cayo en mil pedazos y de esos pedazos rotos se
  • 72. 72 reconstruyo mi enfermo amor por ti, pegado con cinta de enmascarar y almidón de yuca de platino. Me baño siempre a las tres de la mañana para acostarme a dormir de nuevo, cansado, sufrido, pero muy limpio. La ambición del technicolor de tus piernas me envolvió en una maraña vaginal y depositaste tu almíbar en mí, y me intoxique de locura y paraísos perdidos en las páginas rotas del evangelio de Judas. El alojamiento de tu corazón me cerró las puertas y yo corrí furtivo a otra hospitalización acuñada por el cincel de mi tumor cerebral y otras fallas motoras en mí adentro. Soy un experimento fallido de Dios y ahora no se que va a pasar. Tantos años de enfermedad me dejaron sin amigos, sin novia, sin vida. Solo yo, mi enfermedad y madre. Todo me da duro, pero el desamor, me desploma como una pluma en la luna, caída de algún carruaje de ovni jubilado y paseador. Ella me dejo después de algún tiempo de enterarse de mi enfermedad. Ella me saco de su vida como la basura cuando pasa el camión los martes y jueves a las siete de la noche. Mañana me sacaran otras pruebas más. Tantos años de diagnósticos de lo que ya se sabe: O me voy a morir, o me voy a quedar ciego. De cualquier manera, me da igual. No tengo elección, por eso no puedo decir lo contrario, porque de hacerlo gritaría tan fuerte que
  • 73. 73 la escotilla del universo se quebraría en varias partes no contables y se escurriría el polvo del Big Bang hasta renacer todo de nuevo. Yo también quisiera renacer en una micromolécula. En un segundo. En una lagrima. En otro rumbo. Otra vida. Otro espacio. En otro. En otro yo.
  • 74. 74 Y Ya viene la marioneta vil de tus días de lluvia. Ya se acerca cojeando la despedida. Te vas de mi lado para volver solo en forma de reproches incongruentes y resbaladizos como mi saliva en mi paladar de corcho. Un jamás se metió debajo de la puerta y en forma de sobre se enredo entre mi correspondencia y yo no quiero leer nada. El doctor se acerca con los resultados en la mano y yo lo diviso entre borrosas visiones y una tos de altar sin dioses. Madre con ojos enrojecidos me aprieta fuerte la mano derecha y yo se que mi destino esta cruzado y sentenciado. El doctor aclara que el tumor de mi cabeza sigue creciendo y me voy a quedar ciego en menos de seis meses. Un colibrí se quedo detenido en el espacio plástico de una jarra para jugo y yo ni quise llorar. Madre si lloro. Y mucho. Llanto subterráneo. Llanto de quinientos días. Llanto bicentenario. El doctor explico cosas que ni con un gancho de destazar cerdos hubiese podido yo entender y voltee a ver una margarita siendo polinizada por una comadreja. Sabía yo que tenia que capturar la mayor cantidad de visiones posibles antes
  • 75. 75 que la oscuridad se apoderara de mí para no dejar ningún retorno por fuera de sus sabanas de terciopelo y sangre. Abrí los ojos como si quisiera que se me salieran pero ellos, bostezaron y llenaron otro sudoku en un memorable tarde de septiembre entre lamentos de hospital, lagrimas de madre y mi resignación perdedora y derrotada. Nada de lo que había visto en el mundo se me había quedado en la memoria y no eran horas de ponerme al corriente. Cada vez veía más borrones y claroscuros en mis inspecciones visuales y a veces maldecía en voz alta, como música neutra para el silencio de la clínica. Los doctores me recomendaban reposo y mermelada de cabra, para endulzar mi amargura, pero yo hacia gestos pueriles y cabeceaba, haciéndome el despierto, pero no, estaba yo mas dormido que el sol a las doce de la noche en Budapest. Una ficha grande de ajedrez con forma de caballo corrió en diagonales hacia mí y me corono un peón. Yo no entendí la jugada y todo termino en tablas. Así fueron mis pactos con la vida. Así fue mi destino sellado al nacer. El pegante de mi tumor cerebral se hizo entonces concreto y me derrumbo las dos torres gemelas en mi cara, que son mis ojos, los cuales se apagaran como una bombilla que termino de dar luz y ahora se distiende a fundirse excitada. ¿Qué va a ser de mi
  • 76. 76 cuando tenga que condenarme a quedarme quito donde me dejen porque no voy a ver? Y no quiero aprender a caminar con bastones. No quiero leer en braille. No quiero gafas grandes negras que tapen mi rostro. No quiero volver a ponerme de pie después de que me quede ciego. Ya no me quiero a mí, por ser tan deficiente en temas de salud. En temas de vida. En temas del ama. Todos me señalaran con un dedo rígido y dirán: ¡Es un inútil! Y acertaran porque así será. La juventud me paso por el lado intentando no hacer ruido y ahora me enrolla el abatimiento del eclipse definitivo de mi existencia. Ya no reconoceré a nadie y solo me bastara con imaginar. Ya no quiero esto. Ya no quiero nada. No quiero ni mierda.
  • 77. 77 Z Zapatico roto, cámbialo por otro. Así decía la canción infantil que ya no volveré a entonar jamás, pues no podré ver ningún zapato. La semana pasada me llevaron de urgencia al hospital, pues me caí desvanecido en las escaleras de mi casa y madre me encontró convulsionando una danza de plugins en forma de payasos grises una y otra vez. El tumor de mi cabeza esta pariendo otros tumores y la comunidad entera me quiere desterrar de mi mismo. Ya casi no veo nada. Estoy acostado boca arriba y si a duras penas puedo ver el techo, es una suerte. Madre va y viene y habla con los especialistas, pero yo se que de hoy no paso. Ya no voy a ver más. Yo llame a madre temprano y le pedí que se quedara todo el día conmigo. Quiero verla hasta que ya no pueda. Quiero llevarme su rostro para siempre en las cavernas oscuras de mis recuerdos descalzos. Hoy seré rebautizado con un nuevo nombre: “Ciego” Hoy es el comienzo del final de mi vida hasta hoy. Y como nunca he tenido vida es como terminar lo que ya se había acabado desde el principio. Quiero llorar. Quiero abrir la puerta de
  • 78. 78 emergencia de mi ser y saltar al vacío redondo de mi cuadriculada pena. Hoy e intentado grabarme en el cerebro de espuma de mi cabeza todo lo que medio he podido ver. Ya no lo veré más. Estoy derramando lágrimas gruesas, extrañas, saladas, transparentes. Estoy haciendo las paces con la luz del día, una vez, por siempre jamás. Tengo miedo. Lo confieso. Y no me da pena decir que la tritura de mis corneas me aqueja una parte desconocida de mi parte no explorada. La fantasía me voló. La fantasía me ha rebosado. La realidad me ha dejado a un costado. Entonces ocurre. La luminosidad se empieza a disminuir como un foco que gradualmente es apagado. Ya no veo más. Quiero gritar, pero no puedo. Lo último que veo es el rostro de madre. Esta hecho. Me he quedado ciego. Escucho que madre me pregunta lo que ya presiente. Levanto la mano a tientas y siento la suya que apreta fuerte la mía. Los dos lloramos y yo le doy gracias a Dios de tener a madre a mi lado. Ella será la mano amiga que me guíe entre las tinieblas. Ella será mis ojos. Soy un ciego.
  • 79. 79 SEGUNDA PARTE: CON LOS OJOS ABIERTOS
  • 80. 80 AZUL Los días pasan y Charly continúa desmejorando. Entra y sale de los hospitales psiquiátricos constantemente. Esporádicamente experimenta episodios de epilepsia y su ánimo se hace cada vez más depresivo. Ya han pasado casi dos años desde el inicio de su trastorno y Juanita recuerda que Charly a veces se quejaba de ver todo borroso. Los desmayos siguen siendo la constante de este periodo, a causa del tumor. Angelina recuerda esos años con especial cariño, pues a pesar de todo, el todavía sostiene conversaciones de manera normal con ella y realizan pequeños viajes a Europa. El contenido de los diarios empieza a volverse mas extraño, probablemente por las alucinaciones sufridas por el muchacho. Angelina me sostiene que nunca percibió que su hijo estuviese escribiendo los diarios y Juanita me confiesa que era ella quien cada noche en su visita diaria se llevaba el diario a su casa y lo cuidaba diligentemente, llevándolo de nuevo al otro día. Para este momento es necesario que en algunos días ella le recuerde a Charly que debe escribir, pues el no tiene ni idea que lo esta haciendo, pero al leerlos, algo en su
  • 81. 81 mente lo trae de vuelta y continua haciéndolo. Lo que nadie me pudo responder jamás fue como para esta época, Charly empieza a tener problemas con la bebida. En varias ocasiones fue encontrado ebrio en su habitación y Angelina tuvo que desocupar la casa de todo vestigio de alcohol, el cual traía graves consecuencias para el, como desmayos y convulsiones mas repetitivas, sin contar son el hecho de tener que soportar su ira y rabietas al no encontrar botella de licor alguna en la casa. Juanita empieza a sentir que esta situación la afecta gravemente y empieza a ir solo dos o tres veces por semana a visitarlo, razón por la cual se empieza a ver merma en la regularidad de los escritos. Para este momento, ellos ya no tienen relación alguna, pues ella decide alejarse un poco y el jamás le reclamo por hacerlo. Ella se dedica exclusivamente a acompañarlo y darle apoyo. Aunque según Juanita, para el, ella era invisible. En este momento empiezo a notar que muchas paginas no contienen comentario o sentimiento alguno, razón por la cual las omitiré. Nuevamente muestro a continuación solo algunas paginas, para mi, las mas dicientes y en las cuales Charly deja ver por momentos que esta mas lucido que cualquiera, a pesar de la naturaleza extraña de sus consignas.
  • 82. 82 Antes de ese uno entre mil, yo era un uno entre otro, y etcétera. Ahora rebozo de oscuridad derretida en chocolate y he aprendido, poco a poco, a percibir ese destello de vida de ánimas que no se puede ver con los ojos. He aprendido a reconocerme, pasándome la mano por el rostro y con sorpresa he descubierto que yo no era como lo pensaba. A tientas empiezo a entender que de mi se desgrana algo de humanidad, y eso es como una bengala diminuta pariendo bujías en medio de esta caverna infinita. Esta madrugada me pase los dedos por el pecho y encontré algo que nunca había notado que estaba allí. Y ese algo es mi alma. Estaba tibia y dolorida, pero allí estaba. Yo la toque con ternura y ella debio sentir ese infinito amor que yo le daba, pues el dolor empezó a desaparecer y finalmente pude quedarme dormido. Estoy triste. Estoy hecho un completo degrade. Estoy deshecho. Y quiero sentirme mejor. Quiero llenarme de alguna ilusión. Quisiera que la vida me regalara unos acordes de jazz alterados y de esta manera, cambiar el
  • 83. 83 rumbo de mi yo interno, que también es externo, pues no se donde termina uno y comienza el otro. Hoy esta lloviendo. Lo escucho. Y percibo también la sinfonía impecable de las gotas de agua cayendo presurosas y estallando en el suelo. Solo hasta el día de hoy, me he dado cuenta que la lluvia tiene un olor muy particular. Huele como a agua fosforescente y violeta. Pero más bien me gusta. Quisiera estar en medio de todas esas gotas agarrandolas de la mano y danzando por fuera del tapete de terciopelo de la inmunda soledad que me rodea. Quisiera chispear el mundo con todo lo que tengo adentro cuando me estrellase en el pavimento grosero y atravesado. Pero eso no pasa. Madre llego con la comida y todo me supo delicioso, mientras ella, paciente y cariñosamente, me daba de comer, cucharada tras cucharada. La comida tiene un sabor y un olor inimaginables para mí hasta ahora. Tanto así que empecé a asociar ciertos aromas con colores que yo me voy imaginado en la estufa triangular de los dragones. Hasta ahora el único color que no me gusta es el gris, pues es el que se me viene a la mente cuando escucho el reloj correr y dar vueltas sin freno una y otra vez como una avispa que esta sacándole polen a una lapida marrón. . Esto no es fácil. Nadie dijo que lo seria…
  • 84. 84 Balísticamente la muerte es una fisura plomiza en la cien o en una parte vital del cuerpo humano. La bala es como un cromosoma que embadurna de muerte todo a su paso. En mi caso particular, esa bala es la oscuridad y me atravesó por la mitad de mi otro lado y en medio de esa inconsistencia de hemoglobina, me ha sabido partir en fragmentos hexagonales hasta dejarme completamente tendido en la lona, como un avestruz que acaba de ser noqueada por un cactus de mar. La realidad solo se parece en parte a la verdad, y esta inconsistencia literaria se presume como verdadera, solo en la contingencia de que lo real solo es presumible como tangible en una mentira falsa. Los sentimientos se calibran ahora en mi pecho con un tester de baja denominación, que se puede conseguir en cualquier cigarrería de pueblo agrio. Las pestañas inútiles de mis ojos están jubiladas y todos los días salen a mis
  • 85. 85 parpados a solearse y jugar domino con cartas de naipe con sabor a fresa. Supongo que debo tener lagañas de oro, aunque madre todos los días me asea con cuidado, como una planta de sombra, o una serpiente emplumada. Un candado de papel mantequilla baja en grasa se ha puesto seductoramente en mi boca de raíces tupidas y alógenas, y ya no quiero ni hablar. Por ahí a veces percibo el aroma de las visitas que vienen a darme apoyo en el momento difícil y yo solo me limito a asentir con la parte frontal de mi cerebro. Yo se. Soy un altanero, pero es que así me siento mas incomodo, por eso lo hago. Anoche soñé con ella de nuevo. Me estoy volviendo alérgico a no contar siempre lo mismo. Estaba sentada debajo de un ciempiés y yo le sacudí la pereza y me devolvió una bofetada labial que me dejo los labios pegados de miel de cocodrilos insensatos. Ella corría con carcajadas despresadas en tres o cuatro pedazos y yo iba detrás de ella, recogiendo la absurda bohemia de esperar lo que ya había llegado, pero uno no se da cuenta. Entonces su cuerpo se transformo en un piano de cola y yo sople fuerte este instrumento, pero no sonó. Entonces llego un hada de pantano y se burlo de mi cara sin afeitar y mi paso cansado y me dijo que yo era un perdedor. Que los pianos no se soplaban. Se golpeaban fuerte con palitos de
  • 86. 86 madera. Yo no encontré estos y tome lo primero que tenía a la mano y ese algo era mi amor, y le di duro al piano con eso, pero en vez de sonar se derritió y yo me quede, en medio de un círculo color terracota, encendiendo velas de pasto con esa resina. Así me desperté llorando y vomitando una sustancia que no se que será, pues, por cosas del destino, soy un ciego. Y ahora soy como una tortuga, atrapada en su propio caparazón de aserrín. Soy como un prisionero, aquí, en la oscuridad eterna que ahora yo llamo casa.
  • 87. 87 Cada vez que percibo ese circulo en mi mano, como una cicatriz amiga, me doy cuenta de lo cuadrado que es el mundo. Respirar bajo el agua es para las aves y volar a miles de metros de altura es para los caballos. Yo prefiero arrastrarme. De hecho llevo algunas semanas practicándolo. He logrado subir y bajar las escaleras de mi casa hasta la sala, de ida y de vuelta, mientras percibo las miradas de los empleados de la casa y los de madre, que me ven con la lastima de una lámpara que se rompe y no da luz. Ellos no perciben que yo en realidad me divierto haciendo esto y estoy dibujando con un lapicero que no escribe, cada rincón de mi guarida. Se poderosamente bien que al terminar la escalera hay una mesa con olor a cedro rojo y que encima de ella siempre las empleadas dejan marchitar unos claveles, en contra de los deseos de madre, que les recomienda cambiarlos día por medio. Se que frente a la
  • 88. 88 puerta de mi cuarto se encuentra una ventana que ilumina el corredor y por la que se filtra el verde olor de el jardín y los cigarrillos de marihuana que fuma a escondidas uno de los jardineros, pues aunque intente disimular su olor con la colonia barata que usa, yo percibo claramente que es el quien fuma. Un día de estos voy a animarlo a que me lleve a probar algo de yerba con el, para desleír mis dendritas y dejarme llevar por la animosidad de una tontería natural que conecta las trampas que dejo Dios escondidas en nuestros cuerpos. Así podré aprender más de este nuevo mundo en el cual más que un explorador, soy un aborigen por descubrir. La otra tarde estaba en el cuarto de la limpieza y encontré una manguera y con ella hice un viaje más bien raro por toda la geografía de una de las empleadas del servicio, la cual entro y al verme, cerro la puerta con pestillo. Yo no le dije nada, pero ella empezó a tocarme abajo con energía y me empezó a besar con una saliva barata y condimentada. Yo no se por que lo hizo pero sentí como me bajaba el pantalón e introducía lo mío en una zona caliente y olorosa, como toda ella. Gemía como un radio que no sintoniza bien la señal y cabalgo encima de mi, como una loba cazando un cubo de plástico. Luego me limpio y me ayudo a subir a mi cuarto y se despidió con un
  • 89. 89 beso más bien cariñoso, mientras yo pensaba si decir algo o no, pero finalmente no le dije nada. Si madre se llega a enterar la correrá de inmediato, y por ahora no quiero que se vaya. Me gustaría saber cual es su nombre. Por ahora, la registrare en mi banco de memoria virtual de cartulina, como XXX. Hace mucho no sentía lo que es un orgasmo dentro de una mujer. Es como llenar un bombillo con agua y encenderlo. Es toda una explosión. Se siente una conexión extraña con todas las partes del cuerpo. Es como un día de verano, y de repente cae una granizada. Uno no entiende nada. Pero ahí esta. Ante esta confusión, con forma de plato de porcelana, me quedare dormido.
  • 90. 90 Das lo que puedas dar, pero no ser otro diferente. No se puede ser otro. Eso se aprende en la academia de las mil mascaras quemadas de vino. Yo lo aprendo en la incongruencia sonora de mis quejidos rebuscados de mi mismo. Y corrí encandelillado de sombras por toda la plaza sepia de un cuadro mal construido de una canción bohemia y cabaretera apuntalada con cemento de sorpresa, necesidad, dolor y algo de pericia intermitente. Disfrute un canario posado en la rama del árbol de la entrada de la casa de madre. Me canto mejor que cualquier opera de violines de plástico quemado. Me llevo de estas semanas el aroma sutil, pero descarado, de las montañas lejanas que no puedo ver, pues estoy ciego. Un arrullo de ardillas verdes me reconforta en la parte lateral de mi cerebro repleto de estrellas y me abre la mente para poder seguirme a mí. Ahora todo se trata de mí. Alguien pasa por mi lado y su aroma delata que es madre. Algo se mueve debajo del sofá
  • 91. 91 y por su sonido sé que es una cucaracha de metal, oxidada y vieja. Todo esta vacío dentro de la colcha del universo de mi memoria repleta y sulfurada de presentimientos en forma de corazones de cristal rojo, cortados, pegados y abandonados en la masacre final del viaje que realice con una chica que me desprecio por ser yo un ciego. Ella no me enseño a ver. No me enseño ni mierda. A sufrir como un imbecil. Y ahí gente bendita que dice que sufrir es bueno. Pues yo no me como ni mi propia mierda a cucharadas. Que lo hagan los que tiene mas autoestima. Yo no. Yo vengo diseñado de una manera más casera. Yo vengo de un acorde mas alterado, pero no es de jazz, ni de ninguna de esas cosas. Yo me le solté la mano al manto de María y me perdí en el templo a los doce años solares y todavía nadie me encuentra, porque yo le dije: “Déjalo ser” Y así fue. La única suerte fue no haberme quedado tirado de espaldas en alguno de los pilares, con un tarro de lata al lado, escuchando como caen las limosnas. Yo recibo otras, las del día a día. Y con eso vivo. Pero a veces me dan ganas de dar el giro…
  • 92. 92 VIOLETA La singularidad de la enfermedad de Charly se convierte en todo un enigma medico. Además de padecer de esquizofrenia, la enfermedad avanza en el a pasos agigantados y se combina con dolencias venidas de su tumor y periodos depresivos que convierten todo en una confusión dentro de el, y para los profesionales que lo tratan. Juanita me cuenta que en ocasiones veía en el, actitudes absurdas, como que actuaba si estuviese ciego, pero eran intermitentes y poco duraderos. También Charly empieza a preguntar por su padre, y por familiares que ya murieron. Juanita indica que en lo mas singular era que por momentos el parecía despojarse de toda dolencia y se le veía mas normal que cualquiera. Era en esas ocasiones en las cuales Charly aprovechaba para sentarse a llenar su diario con una devoción impresionante. Ella me cuenta que espiaba los escritos y se daba cuenta que hablaba de ella, pero de una forma muy soñadora. El quería tener una vida de novela, pero su condición nunca se lo permitía, por eso llenaba su diario con historias que en muchas ocasiones la
  • 93. 93 hacían llorar, pero no por el hecho de no contar las cosas como realmente ocurrieron, sino por no poder darle a Charly esas situaciones en su vida real.
  • 94. 94 En trance perpetuo de mujer desquiciada y repleta de dolores y masturbación enaltecedora de mantras extraños de la promiscuidad secreta de emanación. Así vivía yo. Atrapado del recuerdo de ella. Es inevitable. Ha pasado mucho tiempo pero yo no levanto cabeza, espíritu ni dobles de hoja de pergamino jadeante de tinta alcohólica y marchita de peces muertos. Un animal de proporciones más bien estrambóticas se me aparece en sueños y me sugiere utilizar un pedal de distorsiones metafísicas en mi vida. Entonces desperté con una sed de beber arena caliente y a la mañana siguiente le dije yo a madre que quería saber más acerca de la vida después de la muerte. Madre se extraño de mis peticiones y me dijo que no. Que eso no era para mí. Entonces empecé yo a hablar del tema a hurtadillas con nuestra vieja ama de llaves, que me sugirió un envolvimiento extra sensorio de mi alma con el mundo
  • 95. 95 detrás de los espejos. A la medianoche la vieja esta me saco del cuarto con cuidado de hacer mucho ruido, o eso pensé yo, porque creo que todo el universo se despertó con mi puesta en vertical. Me llevo a la parte trasera de la cocina y empezó con rezos extraños y encendió un sahumerio de poca monta que casi me hace atravesar la galaxia a nado, escapando de tan nauseabundo aroma. Receto para mi, oraciones chamánicas y en lengua poco conocida para mí. Entonces empezó un trance un poco extraño pues nuestra querida ama de llaves empezó a practicarme un sexo oral con e cual no quede yo muy conforme y pude sentir minutos después el olor de mi semen siento aplicado con sumo cuidado en el cutis de esta señora. Yo me subí la cremallera y ella encendió un cigarrillo mientras ponía mis manos en sus senos marchitos y prometía para mi, incondicional afecto y fidelidad, a cambio del producto viscoso de mis testículos. Yo le pedí que me llevara de nuevo a mi cuarto y ella pido que yo lo pensara. Después de estar de nuevo en la soledad de mi ama, pensaba en lo particular de mi nueva situación: Todas las empleadas de la casa querían tener sexo conmigo, estando yo lisiadamente ciego. ¿Por qué? No había explicación racional. Tal vez el hecho de ver un hombre sometido y reducido las excitaba y
  • 96. 96 el tener el control les hacia perder la cordura. De todas formas esas cosas me entretienen banalmente y eso no esta mal. Tengo que pasar el tiempo amorfo de alguna forma. No me preocupo: A estas alturas, poco o nada creo yo en nada.
  • 97. 97 Fermento la idea de que soy yo el que se esta muriendo en mi casa. De todos modos es cierto. Tan cierto como un águila de cristal trepando en la selva de concreto de África del este. Siento esa sensación de suponer algo de ventaja que no existe y ahora voy en una caída interminablemente corta a tocar fondo. Me deprimo con mucha facilidad y paso días y noches calentando mi saliva con mis dedos resecos. Lloro sin motivo alguno y no duermo. No sueño despierto. No recupero fuerza. No salgo. No entro. Un todo no que es una mierda de dos letras pegada en la pared blanca de otro. No en mi pared. En la de otro. Cada vez más y más solo suspendo mi cabeza en el borde la puerta y quiero que alguien la abra afanado y la rompa como una nuez de oro y plata en varias partes. Pero no pasa. Madre me cuida. Y yo no estoy. Existo, pero no estoy. Soy solo un sueño en Deja Vu de alguien que no pudo ser y quiere borrar su otro ser con mi ser para ser o no ser, pero esa no