La utopía tecnológica de ciudades más participativas e inclusivas con la ayuda de la tecnología se reduce a añicos cuando precisamente esas tecnologías se despliegan para el propósito contrario, cuando erosionan derechos fundamentales en lugar de avanzarlos. Los sistemas de vigilancia locales están expandiéndose rápidamente por Latinoamérica, pero poco se hace para explora y avanzar el potencial social de la transformación digital . Mucho antes y mucho más rápido que los marcos regulatorios de protección de la privacidad y de datos personales adecuados, avanzan sistemas de control de comportamiento urbano; sin mecanismos democráticos, consultas comunitarias o vecinales para determinar su necesidad e idoneidad. Se trata de sistemas sofisticados y efímeros, que requieren actualizaciones y mantenimientos costosos y reportan beneficios vagos. La capa digital debe, y puede, ser mucho más que un sistema de cámaras y eficiencia y es precisamente esa esfera la que debemos exigir, ocupar, aprovechar. Herramientas de voz, de participación, de interacción y cocreación con las demás personas son el futuro que queremos crear.