2. Todo lo que os voy a
contar sucedió en el
pueblo de Rieiro, cerca
del Río Xallas, una noche
de HALLOWEEN. Y fue de
esta manera:
Paula de diez años y su
hermano Ángel,
despertaron
súbitamente. Unas voces
misteriosas venían desde
el río.
- Abracadabra pata de
cabra.
3. -¿Has oído?, preguntaba Ángel
a Paula aterrorizado desde a
su cama, cubriéndose la cara
con el edredón.
-Si, Ángel, las he oído-
respondía la niña, muy
asustada. ¿Qué puede ser?
- No lo sé, Paula. Tengo miedo,
mucho miedo.
El perro Pataquieta ladraba
como nunca. El gato Mocoliso
maullaba alborotado. El loro
Selvatutía no dejaba de
repetir: “Me pica el pico”.
Vamos a ver qué está
pasando- insistía Laura. No
seas miedica
4. Los dos hermanos, en
pijama, saltaron de sus
colchones y se asomaron a
la ventana. Desde allí
contemplaron el río Xallas.
Las truchas sacaban sus
cabezas por entre el agua y
repetían con fuerza y ganas:
-ABRACADABRA, PATA DE
CABRA.
-¡Son las truchas! Dijeron los
dos al mismo tiempo.
-Creo que las truchas están
embrujadas, dijo Ángel.
Parlotean como las
personas.
5. Fue cuando apareció ante la vista
de los chiquillos aquel barco
fantasma. Un velero gigante. Todo
iluminado. Con muchas bombillas,
con los colores del arco iris.
Las truchas callaron.
Del buque salía una música
fantástica. El que la escuchaba se
ponía contento, olvidaba sus
penas y repetía sin cesar, alegre:
“ABRACADABRA, PATA DE CABRA”
-¿Ves lo que yo veo, Ángel?
- Sí, claro que sí.
Y los dos hermanos llevados no se
por qué fuerza interior
comenzaron a repetir:
ABRACADABRA, PATA DE CABRA”.
Pero el barco pronto desapareció.
Tal vez al verse descubierto, huyó.
6. Los dos hermanos volvieron a
la cama. La noche siguiente
ocurrió lo mismo: las truchas,
el barco… Pero esta vez la
música hechizada los atraía
hacia el río.
Ángel y Paula, cogidos de la
mano, alegres, felices,
llegaron hasta el río. De
repente aparecieron dos
caballos de mar ¡en un río!
Se dirigieron a los niños y les
dijeron en perfecto
castellano:
- Venid. Montad sobre
nuestros lomos. No tengáis
miedo.
7. Los niños obedecieron.
Montaron en ellos y
fueron transportados
hasta el mismo casco
del barco.
La música era cada vez
más
Una voz suave, delicada,
dulce, habló desde la
cubierta:
-¡Subid! Que suban los
niños!
8. Ángel y Paula alzaron su
mirada hacia arriba y vieron a
una bruja. Se trataba de
Makelena. La gran bruja y
madre de todas las brujas y
brujos. La creadora de la
magia. La única capaz de
convertir a un elefante en
hormiga, de hacer hablar a las
orejas de la gente, de saber
todo aquello que a uno le
gustaría ver y oír.
Makelena arrojó a las aguas su
sombrero y dijo:
-¡Que se monten en él los
niños y suban!
Y así fue como llegaron a la
cubierta del buque.
9. Allí había muchos brujos
y brujas, de todos los
colores y de todos los
países. Los recibieron
con aplausos, abrazos y
besos. Hubo mucha
fiesta. Bailes y más
comida.
A una señal de Makelena
llegaron volando por el
aire unos brujos que
traían libros. Libros
nuevos, viejos, de poesía,
de aventuras, de
misterio, de teatro...
10. Los depositaban
en una máquina
licuadora que iba
exprimiendo sus
hojas y sacando
por un tubo
especial el zumo
de sus letras.
12. Al beberlo se
convirtieron en niños
libro.
Los hechiceros besaron a
los niños. Se despidieron
de ellos. Luego, los
caballos marinos los
transportaron de vuelta
a casa donde fueron muy
felices y soñaban todas
las noches con las
historias que estaban
escritas en los libros.
Todo gracias al zumo de
los hechiceros.
13. Cuando se publica un nuevo
libro, los niños exprimen sus
hojas como si fuesen naranjas
y beben la sustancia de las
letras. Y como son generosos
comparten esta experiencia
con sus compañeros de
colegio y así todos acaban
tomando de aquel zumo
especial.
Y el barco de los brujos, según
dicen los que lo han visto
alguna vez, se ha convertido
en un libro flotante. Un libro
que navega por todos los
mares y ríos del mundo,
buscando a niños y mayores
que quieran subirse a él.