2. Consta esta exposición de 1000 autorretratos, 1000 formas
diferentes de mirarse, de imaginarse, de creerse… 588
maneras diferentes de expresarse y de ser.
Y es precisamente esa diversidad de conceptos,
procedimientos, formas… con sus aciertos y desaciertos
técnicos, con sus torpezas y virtuosismos, con sus
correcciones, rectificaciones… lo que enriquece y define el
lenguaje plástico, dotando a cada creación, de la singular
expresividad que caracteriza al matiz personal.
Es por esto, que resulta imprescindible la aceptación de la
“diversidad” en el hecho creativo, a fin de lograr una
sincera interpretación de este. De no ser así, se impediría
una certera percepción, siempre influenciada por nuestras
intransigencias y prejuicios.
Un correcto concepto sobre uno mismo es el punto de
partida para afrontar cualquier otro objetivo. Considero
pues, el lenguaje de la creatividad plástica, como un
acertado medio para llevar a cabo este ejercicio de
autodefinición personal, y mucho más cuando los “artistas”
que realizan estas obras se encuentran entre los 13 y los 16
años de edad, difícil fase evolutiva donde la constitución de
la personalidad requiere de acertados pilares.
Aunque pudiera parecer superficial el ejercicio, ya que se
trata de una auto-definición formal basada en una
percepción externa, atiende a uno de los temas más
problemáticos en estas edades, como es el de la imagen
corporal.
Resulta obvio, que esta, ya está establecida desde bastante
antes, pero llegada la etapa en la que se encuentran se les
hace necesario revisar y rehacer la imagen de su cuerpo,
Caballo de batalla de la asignatura de educación plástica y
visual, en la que se han realizado estos trabajos, es el
plantear un valor, de los sociales puede que el más
primitivo, la transigencia, bajo el prisma del lenguaje
plástico, y con una finalidad interpretativa.
No se trata tanto de saber pintar, o dibujar, se trata de
aprender a observar, aprender a descifrar los mensajes
visuales que cada vez más utilizan los medios de
comunicación contemporáneos, y sobre todo, se trata de
aprender a juzgar y argumentar con la tolerancia que da el
respeto a la diversidad.
Conseguir unos objetivos tan ambiciosos y genéricos como
estos, requiere de pequeños pasos previos, de igual
importancia e insalvables, como es el de trabajar sobre una
correcta aceptación personal.
de forma que la preocupación por el propio físico,
fundamentalmente su atractivo, pasa a ocupar un primer
plano. No resulta extraño, por tanto, que basen sus
descripciones personales en referencias meramente
físicas.
Es importante, pues, trabajar la aceptación personal a este
nivel, puesto que es considerable la importancia que tiene
una correcta autoimagen corporal en la formación del
autoconcepto y la autoestima.
Se trata de marcar unas pautas que les guíen en la
necesidad que les impera por valorarse exteriormente, se
trata de aprovechar sus relativas torpezas técnicas para
igualarlos visualmente, se trata de mostrarles que hay
infinitas formas de mirarse, y que las singularidades físicas
no son defectos, sino características que los conforman
como exclusivos.
Se trata de mirarse lúdicamente, de jugar con su imagen,
con el objetivo de matizar el grado de importancia que
ellos le dan a ésta, se trata de explorar diversas
posibilidades procedimentales y técnicas, mostrándoles la
riqueza del lenguaje plástico, se trata de imaginar y de
crear, se trata en cierto modo, de luchar contra el ejemplo
mediático que nos acerca a un idealizado concepto
globalizador del cuerpo, se trata de aceptarse y aceptar.
Y todo ello de manera pública sin miedos, mostrándose tal
y como son, bajo una rotunda afirmación:¡ASÍ ME VEO
YO!.