Este documento discute la relación entre el deseo y la voluntad en la vida espiritual. Argumenta que el deseo proporciona vitalidad a la voluntad, pero que la voluntad también guía el deseo para evitar excesos. Sin embargo, ni el deseo sin voluntad ni la voluntad sin deseo son saludables; se necesita un equilibrio entre los dos.
2. Abandonarse a los deseos podría llevar
a una vida sin freno, presa de los
impulsos, contraria a los valores por
los que se ha optado.
Un equívoco que exige aclaración
3. El deseo podría también convocar los
sufrimientos más fuertes padecidos en la
vida: Un afecto no correspondido, una
amistad traicionada un gesto
incomprendido de buena voluntad.
4. El deseo no puede
eliminarse tan fácilmente;
sin él, también la voluntad
se debilita.
5. Psicologo Rollo May
El deseo proporciona a la voluntad calor,
contenido, imaginación, juego, frescura y
riqueza.
La voluntad por su parte, proporciona el deseo de
autodirección, la madurez.
La voluntad tutela al deseo, permitiéndole
proseguir sin correr riesgos excesivos.
6. Pero sin deseo La voluntad pierde su savia, su
vitalidad, y tiende a extinguirse en la
autocontradicción.
Si tan solo se da la voluntad sin el deseo, nos
hayamos ante el individuo estéril y neopuritano.
Sin tan solo se da el deseo sin voluntad, estamos
ante el individuo forzado, prisionero, pueril.
Psicologo Rollo May
7. Santo Tomás
La razón no se impone a las tendencias del deseo
y de la agresividad mediante un poder despótico,
que es propicio del señor para con el esclavo, si
no mediante un poder político o real, que es el
que se ejerce con los hombres libres no sometidos
por entero a ordenes.
8. Los deseos y los efectos constituyen, de
hecho, el elemento esencial de la vida
psíquica, intelectual y espiritual, y son
como la fuente de toda actividad.
9. Psicologo Kubie
El deseo, permite llevar a cabo el único
tipo de transformación que es duradero en
la vida, a saber, “cambiar en la capacidad
de cambiar”, lo cual permite volver a poner
orden en el orden.
Por tanto el sentido del deber ocupa un
lugar superior a los deseos.
10. Un ejemplo en la vida espiritual:
la predicación de la cólera de Dios.
En el lugar teológico de la predicación,
se ubica la muerte de Jesús en la cruz,
y desafortunadamente algunas
ocasiones ha sido leída en las
categorías del miedo, la venganza, la
cólera y una justicia retributiva
puramente fiscal.
11. La realidad más importante, es el pecado,
con el castigo consiguiente.
Si el pecado es fruto del odio, exige, por
tanto, un odio correspondiente para
expiarlo; cuanto más grave es el pecado,
tanto más cruel y violenta debe ser la
expiación… Dios se convierte en el verdugo
de Dios.
12. Sin amor, el hombre corre el riesgo de
ponerse en el lugar de Dios.
Somos personas pasionales, por lo que
matar las pasiones sería como impedir el
crecimiento de nuestra humanidad.
13. Nuestro Dios nos ofrece la satisfacción de
un deseo infinito, gratuito como don, es
decir, un modo más profundo.
14. Así es como el deseo se hace
obstáculo cuando es superficial,
cuando se confunde con la necesidad
del momento.
15. Brugués
No se trata de renunciar al deseo en sí
mismo, lo que sería inhumano, sino a se
violencia.
Se trata de morir a la violencia del placer.