Una lectura personal y política de la condición de los venezolanos como sujetos que han sido vejados en sus cuerpos y desnacionalizados por el Estado que controla su país.
1. En el MAMBO de Bogotá, tomé una foto
de la fotografía “This photograph is my
proof”, mientras pensaba en los
regímenes autocráticos que controlan
nuestros cuerpos.
Pensaba en las fotografías que no tomé
en Argentina.
Pensaba en mi amigos que recién
iniciaron este año su viaje de expatriados.
Quebrados.
Autocracia. Control biopolítico.
Iria Puyosa
2018
2. «... el fin del sistema no se logra cuando, incluso
bajo el más monstruoso terror, la población se
torna voluntariamente coordinada, es decir,
cuando abandona sus derechos políticos.
El propósito de un sistema arbitrario es destruir
los derechos civiles de toda la población, que en
definitiva se torna tan fuera de la ley en su
propio país como los apátridas y los que
carecen de un hogar.
La destrucción de los derechos del hombre, la
muerte en el hombre de la persona jurídica, es
un prerrequisito para dominarle enteramente.»
Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo.
3. «... lo que rehúye la
comprensión humana y la
experiencia humana —los
sufrimientos, es decir, lo que
transforma a los hombres en
"animales que no se quejan".»
Hannah Arendt. Los orígenes del
totalitarismo.
4. «... migraciones de grupos que, a diferencia de
sus más afortunados predecesores (...) no fueron
bien recibidos en parte alguna ni pudieron ser
asimilados en ningún lugar. Una vez que
abandonaron su país quedaron sin abrigo; una vez
que abandonaron su Estado se tornaron
apátridas; una vez que se vieron privados de sus
derechos humanos carecieron de derechos y se
convirtieron en la escoria de la Tierra. Nada de lo
que se estaba haciendo, por estúpido que fuera y
por muchos que fuesen los que lo sabían y los que
preveían sus consecuencias, pudo ser deshecho o
evitado. Cada acontecimiento poseía la
irrevocabilidad de un juicio final, de un juicio no
formulado por Dios ni por el diablo, sino
considerado más bien como la expresión de una
irremediable y estúpida fatalidad.»
Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo.
5. «(...) la pérdida de la nacionalidad privaba a las
personas no sólo de protección, sino también
de toda identidad claramente establecida y
oficialmente reconocida, un hecho del cual eran
muy exacto símbolo los febriles esfuerzos por
obtener al menos un certificado de nacimiento
del país que les desnacionalizó; uno de sus
problemas quedaba resuelto cuando lograban
el grado de distinción que rescataba a un
hombre de la amplia multitud innominada.
Sólo la fama respondería eventualmente a la
repetida queja de los refugiados de todos los
estratos sociales de que "aquí nadie sabe quién
soy yo"; y es cierto que las posibilidades de un
refugiado famoso mejoran de la misma manera
que un perro con un nombre tiene más
probabilidades de sobrevivir que un simple
perro callejero que es tan sólo un perro.»
Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo.
6. «Cuanto más eran excluidos del
Derecho en cualquier forma, más
tendían a buscar una reintegración en lo
nacional, en su propia comunidad
nacional. Los refugiados fueron sólo los
primeros en insistir en su nacionalidad y
en defenderse contra los intentos de
unirles con otros apátridas. Desde
entonces ni un solo grupo de refugiados
o de personas desplazadas ha dejado
jamás de desarrollar una furiosa y
violenta conciencia de grupo y de clamar
por sus derechos como —y sólo como—
[venezolanos].»
Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo.
7. Este es el curioso fenómeno que lleva a que
quienes nunca nos identificamos con una
"Patria", al ser convertidos en ex-patriados
nos veamos forzados a integrarnos a un
grupo de identidad nacional al cual está
atada colectivamente nuestra
supervivencia.
Como expatriados y migrantes
perdemos parte de nuestra preciada
individualidad.
8. «En una situación en donde la línea
divisoria entre la ficción y la realidad
queda enturbiada por la
monstruosidad y la consistencia
interna de la acusación, para
resistirse a la tentación de
someterse a la simple posibilidad
abstracta de culpa, no sólo se
necesita la fuerza de carácter para
soportar constantes amenazas, sino
una gran confianza en la existencia
de seres humanos semejantes —
parientes, amigos o vecinos— que
no crean nunca en esa "historia".»
Hannah Arendt. Los orígenes del
totalitarismo.
9. «Hay una solidaridad entre
hombres como tales que hace a
cada uno responsable de todo el
agravio y de toda la injusticia del
mundo, especialmente de los
crímenes que suceden en su
presencia o con su conocimiento.
Si no hago lo que puedo para
impedirlos soy también culpable.
Si no arriesgo mi vida para impedir
el asesinato de otros, sino que me
quedo como si nada, me siento
culpable de un modo que no es
adecuadamente comprensible por
la vía política y moral”.»
Karl Jaspers. La cuestión de la culpa alemana.
Hinweis der Redaktion
Registro – Control Biopolitico Captahuellas electorales – 2012Alimentos racionados - 2016 Carnet de la Patria - 2017
Cuerpos sufrientes. Enfermedad – Hambre – Represión – Tortura
Franklin Brito 2004 - 201030 de agosto de 2010
Proceso único en Latinoamérica
No somos migrantes económicos como los ecuatorianos
No somos desplazados de una guerra como los colombianos
No somo perseguidos políticos como los del cono sur Somos personadas privadas del ejercicio de sus DDHH por el Estado que controla su país de origen. Somos como los judíos en la Polonia ocupada por Stalin. En 2002, ya Chávez nos llamaba apátridas. Ahora lo somos.
Identidad
Vínculos rotos – Identidad desdibujada . Necesidad de pertenencia