UNIDAD DIDÁCTICA PLÁSTICA: Color, líneas y puntos - Parte II -
Expresión excrita noche en el cementerio trabajo aliumnos
1. Expresión excrita
Textos
narrativos
Historias en
el cementerio
Trabajos alumnos/as 6º-a
·31 de octubre 2012
2. C. P. “Ntra. Sra. del Patrocinio”
MILAGRO (Navarra)
AVENTURA EN EL CEMENTERIO
Un 01 de Octubre de 2012 el curso de 6º de un colegio fue de excursión a un museo.
Al entrar al edificio cuatro niños, Julia, Rebeca, Raúl y Alejandro, todos muy amigos,
se asomaron a la ventana. Observaron asombrados un gran cementerio que despertó
la curiosidad de los cuatro.
Siguieron la visita por el museo, cuando de pronto Rebeca, Alejandro y Raúl se dieron
cuenta de que Julia no estaba en el grupo. La buscaron, y desde la ventana que daba al
terrorífico cementerio vieron a su amiga. Los
tres decidieron ir a buscarla y se marcharon sin
avisar a los profesores.
Cuando llegaron al cementerio encontraron a
Julia llorando, les contó que le había podido la
curiosidad y se había escapado a visitar el
cementerio sin que nadie la viera además se
había roto un tobillo. Alejandro la llevó a
caballito hasta la salida pero… la puerta del
cementerio estaba cerrada y no podían abrirla.
Todos se asustaron mucho, era ya tarde y estaba oscureciendo.
Rebeca, que era muy pesimista, y muy asustadiza empezó a decir que algo malo les iba
a pasar, que los muertos saldrían de sus tumbas y cosas por el estilo. Raúl que era un
niño moreno, alto y fuerte, tuvo que enfrentarse a ella para que se callase; el dijo que
nada malo ocurriría, les echarían de menos y que les buscarían, pero terminando la
frase oyeron un ruido extraño. Raúl, que tenía un llavero de linterna, alumbró en la
dirección del ruido y... allí había una gata con tres gatitos.
Los niños jugaron un rato con ellos y decidieron que cada uno de ellos adoptaría un
gatito, la madre sería para Raúl ya que parecía que el niño era al que menos miedo le
daban. Todo ese rato jugando hizo que el tiempo se les pase volando y que no se dieran
cuenta de que ya era de noche.
A lo lejos pudieron ver unas luces que se movían hacia ellos… Eran sus padres, sus
profesores y la policía.
Se habían metido en un buen lío.
Iria Santamaría García 6ºA
2-11-2012
3. UNA NOCHE TENEBROSA
Érase una vez cuatro amigas inseparables; Sandra era rubia, alta y delgada, María
tenía el pelo largo negro y liso, era bajita y delgada, Paula tenía el pelo y los ojos de
color castaño y Marta era pelirroja y llevaba gafas.
Un día decidieron ir al cementerio, pero no eligieron bien el día, ya que era treinta y
uno de octubre, la noche de Halloween y
además con luna llena. Es una noche en la que
todos los espíritus merodean por las calles sin
que podamos verlos gracias a sus poderes. Esa
noche, como habían acordado las cuatro se
presentaron en el cementerio. Al entrar, cada
una se puso a buscar las tumbas de las
personas que quería. Sandra les había dicho a
sus amigas que a las diez se reunirían en el
gran árbol que había en el centro del
cementerio.
Dadas las diez en punto, las niñas fueron al árbol, pero faltaba una…!SANDRA¡. A las
demás se les hizo muy extraño por que Sandra siempre era muy puntual; María que era
muy nerviosa empezó a pensar que le había podido suceder, Marta dijo que a lo mejor
se la había comido un zombi, pero Paula que era la mas tranquila sugirió que se
separaran para buscar a su amiga, Marta y María se negaron, por que estaban muy
asustadas. Entonces Paula les dijo que fueran todas juntas. Dieron las once de la
noche y todavía no la habían encontrado. Al cabo de un rato, oyeron unos gritos que
parecían proceder del otro lado del cementerio. Las niñas se dirigieron hacia el lugar.
Al llegar allí no vieron nada, así que pensaron que era su imaginación, lo raro era que
todavía escuchaban los gritos y mucho más fuertes que antes. Al caminar unos pasos
más, Marta cayó a un agujero que había en el suelo, parecía una tumba sin cerrar y allí
estaba Sandra.
María y Paula fueron a buscar ayuda pero lo único que consiguieron fue una cuerda. Al
volver al cementerio tiraron la cuerda para que se atara Sandra ya que pesaba
poquísimos, cuando la sacaron, volvieron a tirar la cuerda para sacar a Marta. Las
cuatro amigas decidieron llenar de tierra el agujero para que a nadie le sucediera lo
mismo, Sandra les contó lo sucedido y regresaron todas a sus casas.
Juliana Sofía Correa Galvis 6ºA
4. Un gran secreto en la noche de halloween
Quedaban diez minutos para que se terminaran las clases, cada segundo que pasaba,
miraba y miraba mi reloj ilusionada, pero cada vez que lo miraba, se me hacía más larga
la clase, y de repente, ¡triiiiiing!, era el sonido de la sirena que marcaba el final de las
clases, enseguida cogí mi mochila y salí como un cohete, iba corriendo, hasta que me
encontré con mi mejor amiga, y nos pusimos a hablar sobre lo qué íbamos a hacer, a
dónde íbamos a ir en la noche de Halloween.
Llegué a casa, cogí
rápidamente el teléfono fijo
y me puse a llamar a todas
mis amigas, llamé a todas, no
iba a dejar a ninguna de lado,
sería de mala educación. A
algunas les dejaron salir, y a
otras, o estaban castigadas o
no les dejaban salir. Ya
quedaba poco para que
anocheciera, así que fui a mi
habitación y me puse mi
disfraz, que era de bruja, cuando terminé de disfrazarme, salí de casa y me encontré
con mis amigas en el sitio que habíamos quedado, y no nos poníamos de acuerdo, así que
tras discutir un buen rato, decidimos ir al cementerio. A algunas se les quedó la cara
de, yo no me atrevo ir vosotras, y de las diecisiete que estábamos, solo siete
decidimos ir al cementerio, es decir, a las otras diez, les dio miedo, y se fueron a
pedir caramelos de casa en casa.
Nosotras seguimos caminando hasta llegar al cementerio, en el que al entrar, de
repente se nos abrió la puerta del cementerio, todas se asustaron, una amiga mía
llamada Marta y yo, les dijimos que habría sido el viento, ya que había bastante aire.
Entramos, y vimos muchas tumbas alumbradas con calabazas que tenían dentro una
vela encendida. Seguimos andando, hasta que de repente se fueron apagando las velas
poco a poco, ya que hacía bastante aire. Nos pusimos a correr, hasta que una de mis
amigas se dio cuenta de que había traído dos linternas nocturnas, las sacó, y seguimos
nuestro camino. La chica que estaba delante, se paró y se quedó de piedra, entonces
me puse delante, y comprobé lo que le había pasado, entonces ante mis ojos vi, unas
luces, parecía que era una casa, en la que tenían una luz encendida. Ninguna de las
5. chicas quería entrar, así que les dije que iría yo, y entonces Marta se puso delante de
mí y dijo que me acompañaría.
Cogimos las linternas y nos pusimos en marcha, cada vez que estábamos más cerca de
aquella casa, se oía un ruido, cada vez más fuerte, parecía una voz femenina. Cuando
llegamos, vimos que unas palomas rodeaban la parte de arriba de la casa, y en seguida
pensamos que aquel ruido que habíamos oído habían sido las palomas, pero las palomas,
no hacían nada, se quedaban mirándonos un buen rato, pero mientras eso pasaba el
ruido de aquella voz femenina se repetía una y otra vez, decía unas palabras, que no se
entendían, pero que parecía, que alguien estuviera pidiendo ayuda. Marta me miró, y
me dijo que ya que estábamos tan cerca que deberíamos seguir, para descubrir aquel
ruido que habíamos escuchado, y para saber qué había dentro de esa casa, que
secretos podía llegar a tener.
Así que entramos, y dentro de la casa había muchas puertas, pero yo me di la vuelta, y
entonces encontré el interruptor de la luz, le di y se encendieron todas las luces de
las casas, decidimos subir las escaleras, e investigar lo que había dentro de ellas, pero
mientras subíamos las escaleras, Marta le dio a algún sitio o botón que había
encontrado en las escaleras y la escalera empezó a moverse, hasta que se fue hacia
bajo y cuando nos dimos cuenta, nos encontrábamos en un sitio que no conocíamos
estábamos perdidas, nos levantamos y seguimos andando, y vimos unas luces en las que
se oían varias voces, y muchas risas, parecía que no eramos las únicas en esa casa,
Marta se arrepintió, así que me dijo que quería irse, que se había arrepentido de
haber venido, así que le dije que no nos iba a pasar nada, que recordara que los
fantasmas y todos los demás, solo existían en un sitio, y ese sitio eran los cuentos.
Entramos en esa habitación, y en ella encontramos a unas niñas, se quedaron
mirándonos, y pronto nos vieron salieron corriendo, o mejor dicho volando, entonces yo
grité. Les dije que habíamos llegado aquí por casualidad, entonces se relajaron, y
vinieron hacía nosotras, y nos explicaron su existencia, dijeron que solo eran cuatro
almas inofensivas, que dormían bajo tierra todo un año, menos un día, que era el día de
Halloween, en el que podían salir de sus tumbas, y disfrutar por lo menos un día, entre
ellas, festejando y disfrutando de su libertad, pero luego nos explicaron que todo lo
que nos habían contado no era una cosa que se podía irse, contando en público, ya que
vendrían cada vez más personas a investigar, hasta descubrirlas. Para ellas y para
nosotras, desde ahora y para siempre, tendría que ser era un secreto que jamás
tendrá que ser revelado. Cuando salimos de aquella casa, y llegamos hasta las chicas, lo
primero qué hicieron fueron preguntarnos que habíamos visto, nosotras les dijimos que
no habíamos visto nada especial, solo era una simple e insignificante casa. Así que,
fuimos a buscar a las demás, y seguimos nuestra noche de Halloween que aun no
habíamos terminado.
JESSICA REYES 6ºA
6. HALLOWEEN
Miércoles, 31 de octubre, noche de Halloween. Hacía una noche buenísima para
ser octubre, entonces decidimos disfrazarnos toda la cuadrilla y salir a dar una vuelta,
unos de esqueleto, otros de zombies…etc.
Para que fuera una noche un poco más especial, estuvimos hablando haber qué
podíamos hacer para divertirnos y a la vez asustarnos un poco, que de eso se trataba,
de disfrutar de la fiesta de Halloween. Después de un rato discutiendo dónde ir,
decidimos hacernos los valientes y decidimos ir al cementerio.
Conforme íbamos llegando, nos íbamos imaginando historias, ¿os imagináis si nos
encierran dentro, y si nos aparece un espíritu?.....y todos riéndonos.
Una vez en la puerta del cementerio,
unos decidimos entrar, pero otros, al final
decidieron que se quedaban fuera, por si
acaso (lo que pasa es que estaban muertos de
miedo).
Los más valientes, que solo fuimos cinco,
nos fuimos adentrando en el cementerio poco
a poco, cuando de repente oímos que la puerta
del cementerio se cerró de un fuerte golpe.
Hicimos intención de echar a correr,
pero pensamos que eran nuestros propios
amigos, los que se habían quedado afuera, que
pretendían asustarnos.
La cara ya nos empezaba a cambiar de
color. Nos mirábamos y nos reíamos, pero yo creo que nos reíamos por no llorar.
Seguimos para adentro, y de repente vimos pasar algo rápido.
- Ahhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!! Gritamos todos a la vez, ¿qué ha sido eso?
- Tranquilos, dijo Juan, ha sido un simple gato nada más, que se ha cruzado.
Despacio, poco a poco nos fuimos hacia las tumbas que había más adentro,
entonces aunque ninguno decía nada, empezamos a sentir miedo, que digo miedo,
pánico, pero haber quién era el cobarde que decía que tenía miedo, así que todos
calladitos y para adentro.
Al llegar casi al final del cementerio, otra vez vimos una sombra, esta vez
echamos a correr como locos, unos para un lado, y otros para otro. Aún fue peor,
porque acabamos separándonos y nos quedamos por un lado tres y por otro lado dos.
7. - ¿Qué ha sido eso? Parecía la sombra de un muerto, tenemos que salir de aquí
pitando, dijo Carlos.
- Tranquilos, habrá sido otro gato, el cementerio está lleno de gatos que pasan
la noche aquí.
- ¿Dónde están los demás? Se nos han despistado y seguro que están muy
asustados, hay que ir a buscarlos, ¡vamos!
Echamos a correr como locos, no se nos veían los pies, cuanto más corríamos más
ruidos se oían por todas partes, y que yo sepa, los gatos maúllan, no hablan, y yo lo que
oía eran voces, pero voces reales.
- ¡Hay que salir de aquí, pero ya! Grité con todas mis fuerzas.
Parecía que no llegábamos nunca a la salida del cementerio, corríamos y corríamos
pero no llegábamos. No es que no llegáramos, sino que del miedo que teníamos, se nos
hizo el camino eterno.
¡Por fin, la puerta! Al llegar a ella nos encontramos con los otros dos que faltaban,
y era tal las ganas que teníamos de salir, que no os podéis imaginar el tapón que
hicimos en la puerta. Nos empujábamos unos a los otros para ver quién era el que
antes salía.
¡Por fin fuera!, salíamos tan blancos
que parecíamos zombis de verdad, no
nos hacía falta ni habernos disfrazado,
solo con los asustados que estábamos,
ya valía.
Al salir, allí estaban muertos de
risa los amigos que se habían quedado
fuera, y es que resulta, que los ruidos
que estábamos oyendo y las sombras,
habían sido ellos. Se reían sin parar y
nos decían, ¿pues no sois tan
valientes?, jajajajaja.
No reaccionamos, porque todavía teníamos el susto en el cuerpo, nos quedamos un
rato sin hablar, pero cuando nos dimos cuenta de lo que nos habían hecho, dijimos:
¡LA VENGANZA SERA TERRIBLEEEEEEEEEEE!
Lo que sí os aseguro, es que nunca, nunca más, volveré hacerme el valiente, y
menos en un cementerio.
Iván Los Arcos. 6ºA
8. En la noche de Halloween, una cuadrilla de amigos y amigas salieron al pueblo a pedir
caramelos por las casas. Iván que era uno de los niños de la cuadrilla, decidió contarles
que si se apuntaban a ir al cementerio. Todos dudaron pero al final dijeron que si iban
a ir al cementerio. Era una noche escalofriante y de luna llena.
Cuando llegaron allá vieron que la puerta era grandísima se asustaron un poco pero
entraron como hombres y mujeres que eran. Carmen que era una de las niñas, era muy
tímida así que se fue corriendo a casa, pero cuando llegó Carmen a la puerta del
cementerio para salir vio una sombra. Fue a ver qué pasaba y era un monstruo que
había cogido a una persona, para comérsela con un calderón. Ella grito y sus amigos
acudieron rápidamente. El monstruo la miró y se fue corriendo. Luego de que se
hubiese escapado el monstruo, llegaron los niños entonces ellos se quedaron
alucinados por qué pensaban que le habían tomado el pelo, pero ella dijo que era
verdad.
Carmen les dijo que siguieran las
huellas. Cuando acabaron las huellas
miraron en frente y el monstruo
estaba en un árbol subido, Iván tiró
una piedra y le dio en toda la cabeza.
El monstruo se cayó del árbol,
estaba inconsciente. Los amigos de
Carmen les pidieron perdón y al
final llamaron a la policía. La policía
vino lo más rápido posible. Cogieron
al monstruo y se lo llevaron, la
policía les dijeron a los niños
muchas gracias. Se fueron a casa y se contaron a sus padres todo lo que había pasado.
Andrés Felipe Macedo Alves 6ºA