Un tierno relato escrito por Luis Bermer, donde una madre protege a su hijo de la visión de un ser que representa un oscuro futuro, y a la propia muerte.
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
El cielo sobre nosotros
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EL CIELO SOBRE NOSOTROS
La amplia plataforma se elevaba constantemente sobre el pilar metálico que
tomaba como único eje, eterno en su ascensión hasta perderse entre las distantes
nubes grisáceas. Allí, apilados azarosamente por toda su extensión, hallábanse
los recursos necesarios para que la mujer y su hijo disfrutasen de una vida
sosegada. La mujer cuidaba a su pequeño, prodigándole todo su amor; lo
alimentaba, lo aseaba, le cantaba tiernas canciones melódicas para tranquilizarle y
facilitar su descanso. Ella le enseñó a contemplar el milagro de la belleza que
esperaba en el lejano cielo sobre sus cabezas y a expandir su imaginación, más
allá de las brumas que ocultaban las cumbres del inalcanzable horizonte. Juntos
reían cuando pequeñas criaturas voladoras cruzaban las distancias dejando a su
paso un halo de minúsculas partículas de colores, que se difuminaban
envolviéndolos en un mágico instante de pura fantasía. Por la noche hablaban con
su amiga Luna y contaban las caprichosas estrellas una por una, llamándolas por
su nombre, jugando a descubrir las figuras que para ellos dibujaban sobre el
firmamento con tinta de luz blanca.
En ocasiones, cuando el pequeño dormía cobijado por la noche, la mujer
miraba en la única dirección que su hijo desconocía. Miraba hacia abajo, donde, a
pesar de la creciente lejanía, podían distinguirse con claridad los círculos de
ámbar que eran los ojos de aquella monstruosidad inmensa, oscura, y sus
repugnantes fauces siempre abiertas, imperturbable en su infinita paciencia.
Entonces la mujer apartaba la vista, secando con el dorso de las manos las
lágrimas que corrían por sus mejillas. Nunca dejó escapar el más mínimo sollozo
que pudiese perturbar el sueño de su hijo.
Una mañana, la mujer cogió en brazos a su pequeño y, mirándole fijamente
a los ojos, le preguntó:
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-¿Me quieres, hijo mío?
-Te quiero mucho, mamá –respondió inmediatamente.
-Si de verdad me quieres...¿Harás un pequeño favor que yo te pida?
-Sí, mamá.
-¿Me prometes que nunca mirarás hacia abajo? ¿Me lo prometes, cariño
mío?
-Claro que sí, mamá, te lo prometo –y se abrazó a su cuello con fuerza.
El tiempo pasaba lentamente, y las nubes parecían, sólo parecían, estar un
poquito más cerca. El pequeño maduraba imperceptiblemente al mismo tiempo
que su madre envejecía de igual modo. Mas la alegría siempre se mantuvo
resplandeciente por encima de las demás cosas.
Cierto momento, cuando un atardecer teñía con su presencia el perenne
azul del cielo, el hijo hizo una pregunta a su madre:
-Mamá...¿Qué hay allá abajo?
-Mi querido hijo, existen preguntas que no pueden ser contestadas; debes
confiar en tu madre, que te dio la vida. ¿Recuerdas tu promesa?
-Sí, mamá –y besó sus mejillas.
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Llegó un día como otro cualquiera, en que las nubes parecían, sólo
parecían, estar al alcance de la mano. Aquel día la mujer se encontraba débil,
blancos cabellos enmarcaban su joven rostro cubierto de arrugas, no podía
incorporar su cuerpo. Su hijo estaba arrodillado a su lado.
-Hijo mío...¿Me prometes que nunca, nunca mirarás hacia abajo? ¿me lo
prometes, cariño? –susurró su voz cansada.
-Sí, madre...
El niño cerró suavemente con su mano aquellos ojos anegados en lágrimas
que desconocía, que humedecieron su piel, que sintió como suyas.
Cuentos de terror de Luis Bermer