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trasladar las reglas de un dominio privado y particular hasta lograr adecuarlas al ámbito público y
universal. Para ello se sigue habitualmente un modelo que Collins formaliza en siete pasos:
    •   En primer lugar, para lograr la replicabilidad se eliminan todos los aspectos secundarios que no
        tengan que ver directamente con la cuestión que se considera durante el proceso de replicación.
    •   A continuación, se descartan todas las actividades que no se consideren estrictamente
        científicas.
    •   En un tercer momento, no se consideran como relevantes aquellos otros intentos de replicación
        y contraste llevados a cabo por personas que no muestren un currículo comme il faut .Lo que
        permite descartar como oponentes dignos de consideración a una enorme multitud de posibles
        interlocutores críticos.
    •   Se prosigue, eliminando del proceso de replicación a todas aquellas iniciativas que no se
        atengan al modelo del experimento en una u otra de sus versiones.
    •   La quinta etapa consiste en descartar como posible replicación digna de tenerse en cuenta, a
        todos aquellos experimentos que no sean un calco exacto y minucioso del experimento original.
    •   Durante la sexta etapa, se dividen los experimentos que restan en dos categorías: los que se
        consideran como positivos y los que se evalúan como negativos. En esta valoración final como
        experimento fracasado o exitoso, intervienen de hecho todo el cuerpo de creencias que
        asumidas de forma consciente o no por los propios científicos, permiten descartar cualquier otro
        argumento alternativo que podría permitir considerar los resultados como relevantes o no.
    •   Por último, en este largo y parsimonioso proceso, llega el momento de tener que decidir si el
        experimento original ha logrado o no, ser replicado. Y como habitualmente, los resultados
        alcanzados incluyen una mezcla de casos positivos y negativos, la decisión final se decantará en
        uno u otro sentido, en función de la “propensión previa de los científicos a creer o no en el
        fenómeno en cuestión”. (Lamo de Espinosa et. al., 1994:552)


        Si a esto le sumamos las diez proposiciones con las que resume Collins la actividad de
experimentación y replicación, el resultado viene a ser un proceso marcado por la circularidad, en el que
los resultados apropiados sólo pueden ser alcanzados mediante procedimientos estrictos que a su vez




                             Silvia Giménez Rodríguez                 - 30 -
sólo pueden ser considerados como tales una vez que se han completado y han dado lugar a resultados
competentemente desarrollados.
        Por todo ello, Collins defiende la existencia de un modelo de conocimiento científico que él
denomina cultural y que implica la existencia de un conjunto de parámetros sociales y políticos que son
asumidos tácitamente por la comunidad científica y que intervienen en la legitimación del conocimiento,
para distinguirlo del llamado modelo algorítmico que afirma la posibilidad de que existan reglas exactas e
inequívocas que permitirían la copia precisa y fiel de un experimento incluso en un tiempo y unas
circunstancias sociales totalmente alejadas del primero. Compartir el mismo sustrato cultural puede
convertirse pues en condición sine qua non para llegar a alcanzar el marchamo de cientificidad que la
persona empeñada en tareas de experimentación científica anda persiguiendo.
        Por todo ello, puesto que los datos admiten diferentes interpretaciones, y puesto que la cuestión
de la replicabilidad está condenada a la circularidad explicativa, resulta esencial estudiar los
procedimientos que se utilizan para cerrar y dar por finiquitados los debates o controversias científicas.
En este sentido, muchas veces las razones aducidas para cerrar el debate son más bien las
consecuencias del propio proceso de cierre que, en general, y mucho más a medida que pasa el tiempo,
tienden a favorecer los intereses de la versión vencedora, de modo que lo que antaño era sólo una
posible explicación entre otras muchas, acaba adquiriendo la consistencia de una verdad “autoevidente”
por sí misma.
        En ese proceso de cierre, intervienen todos los grupos de interés que, ya al interior de la propia
comunidad científica, tienden a ordenar, controlar y canalizar los debates en congresos, reuniones y
forums especializados evitando que la cuestión en disputa se desboque y acabe excediendo los cauces
más o menos restringidos y convenientes. La cuestión inevitable del poder se hace presente en cada
momento del debate científico, llegado el momento de la admisión de papers en un congreso, para
publicar o no en determinadas revistas, para lograr convencer al mayor número de partidarios sobre las
bondades de la argumentación propia y la locura disparatada de la versión contraria, para conseguir el
acceso a los medios de comunicación o a los recursos económicos para poder proseguir la investigación,
para dar visibilidad a los resultados, etc. En este sentido, resulta crucial el papel que juegan un número
relativamente pequeño de personas que Collins denomina como el core set, un pequeño grupo de entre
dos a cincuenta personas “que está formado por el conjunto de aliados y enemigos que interactúan
mediante las estrategias anteriormente citadas, y con el fin de cerrar la controversia científica en uno u



                            Silvia Giménez Rodríguez                  - 31 -
otro sentido, y con ello, certificar o rechazar las propuestas efectuadas” (Lamo de Espinosa et. al.,
1994:556). Al interior de este círculo restringido y distante marcado por la “lejanía del encantamiento”
respecto del tiempo social e histórico en el que viven los demás mortales, se produce la sentencia más o
menos consensuada sobre la certeza que se pretende científica y que acaba siendo considerada como
metodológicamente incuestionable.



1.5. Marco de referencia para la Sociología de la controversia del SIDA

         Después de las aportaciones teóricas sintetizadas en este capítulo y considerando que no han
de ser excluyentes al ser empleadas para interpretar el conocimiento científico, llegamos a la siguiente
conclusión:
         En la sociología del conocimiento existen dos problemas básicos tal y como plantea Collins: uno
de ellos es el problema de las reglas constitutivas, es decir, explicar el particularismo de la ciencia como
actividad social. Y el otro problema es el de las reglas reguladoras, es decir, los procesos reales que
generan y validan el conocimiento científico y estructuran la vida científica. Si bien Collins considera que
el programa mertoniano debería ocuparse del primero, y la nueva sociología del conocimiento científico
debería hacerse cargo del segundo, haciéndonos eco de la aportación de Lamo de Espinosa (1994:577),
consideramos que lo más apropiado sería el cruce entre ambas líneas teóricas para conseguir explicar de
manera más completa desde la sociología, la vida científica y en particular el estudio de las controversias
científicas.




                             Silvia Giménez Rodríguez                  - 32 -
CAPÍTULO 2 HIPÓTESIS VÍRICA DEL SIDA



2.1. Etiología

         Los antecedentes del origen oficial del SIDA se remontan a un artículo publicado un mes de junio
del año 1981 en la ciudad de Atlanta (Georgia, EE.UU.), cuando el Centro para el Control de
Enfermedades Infecciosas de aquel país (CDC, Centers for Disease Control) emitió un informe sobre un
nuevo tipo de neumonía diagnosticado en los últimos ocho meses, con base en el recuento administrativo
de los datos que le eran enviados procedentes de todos los estados de la Unión. En esos ocho meses, se
había solicitado en cinco ocasiones isotiocianato de pentamidina1 como producto terapéutico de elección
ante la extraña infección de cinco jóvenes de raza blanca, homosexuales activos, con infecciones previas
confirmadas por laboratorio de citomegalovirus (CMV) y cándida en mucosas, repartidos en tres
hospitales distintos de la ciudad de Los Angeles (California). Se trataba de una infección por un protozoo,
Pneimocystis Cariniii2, hasta aquel momento sólo advertido como agente oportunista de infecciones en
enfermos con gran merma en el sistema inmunológico, en la mayoría de los casos consecuencia de un
tratamiento persistente con inmunodepresores o en la fase terminal de algún cáncer (CDC, 1981:250-
252). El fármaco utilizado se encontraba en experimentación, era tóxico y únicamente se utilizaba en el
CDC de Atlanta al no estar comercializado, lo que demuestra la excepcionalidad de aquella neumonía,
extraña en la patología humana.
         Paralelamente, se observó tanto en California como en Nueva York (Gottlieb; Schroff; Schanker
et. al., 1981) un incremento en población joven (alrededor de 30 años) y homosexual, de casos de




1 En el período comprendido entre noviembre de 1967 y diciembre de 1979 sólo se había solicitado dicho
medicamento en dos ocasiones, para tratar enfermos que no presentaban otra infección colateral.
2 Pneimocystis Carinii (PCP), considerado hasta hace pocos años como un protozoo y reclasificado recientemente

como un hongo. Germen ubicuo en los mamíferos que se transmite por vía respiratoria. La infección se adquiere
durante la infancia permaneciendo latente hasta que se produzca un deterioro de la inmunidad celular. Las
localizaciones extrapulmonares se reducen a pacientes previamente infectados por el hongo o que estuvieran
sometidos a tratamiento agudo o profiláctico con pentamidina inhalada. Las manifestaciones clínicas más
importantes que presenta son tos seca, fiebre y disnea progresiva. En pacientes que reciben la pentamidina
inhalada como profiláctico es más frecuente encontrar alteraciones predominantes en los vértices pulmonares
(CADAFALCH – FUSTER, 1998)



                             Silvia Giménez Rodríguez                   - 33 -


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  • 1. trasladar las reglas de un dominio privado y particular hasta lograr adecuarlas al ámbito público y universal. Para ello se sigue habitualmente un modelo que Collins formaliza en siete pasos: • En primer lugar, para lograr la replicabilidad se eliminan todos los aspectos secundarios que no tengan que ver directamente con la cuestión que se considera durante el proceso de replicación. • A continuación, se descartan todas las actividades que no se consideren estrictamente científicas. • En un tercer momento, no se consideran como relevantes aquellos otros intentos de replicación y contraste llevados a cabo por personas que no muestren un currículo comme il faut .Lo que permite descartar como oponentes dignos de consideración a una enorme multitud de posibles interlocutores críticos. • Se prosigue, eliminando del proceso de replicación a todas aquellas iniciativas que no se atengan al modelo del experimento en una u otra de sus versiones. • La quinta etapa consiste en descartar como posible replicación digna de tenerse en cuenta, a todos aquellos experimentos que no sean un calco exacto y minucioso del experimento original. • Durante la sexta etapa, se dividen los experimentos que restan en dos categorías: los que se consideran como positivos y los que se evalúan como negativos. En esta valoración final como experimento fracasado o exitoso, intervienen de hecho todo el cuerpo de creencias que asumidas de forma consciente o no por los propios científicos, permiten descartar cualquier otro argumento alternativo que podría permitir considerar los resultados como relevantes o no. • Por último, en este largo y parsimonioso proceso, llega el momento de tener que decidir si el experimento original ha logrado o no, ser replicado. Y como habitualmente, los resultados alcanzados incluyen una mezcla de casos positivos y negativos, la decisión final se decantará en uno u otro sentido, en función de la “propensión previa de los científicos a creer o no en el fenómeno en cuestión”. (Lamo de Espinosa et. al., 1994:552) Si a esto le sumamos las diez proposiciones con las que resume Collins la actividad de experimentación y replicación, el resultado viene a ser un proceso marcado por la circularidad, en el que los resultados apropiados sólo pueden ser alcanzados mediante procedimientos estrictos que a su vez Silvia Giménez Rodríguez - 30 -
  • 2. sólo pueden ser considerados como tales una vez que se han completado y han dado lugar a resultados competentemente desarrollados. Por todo ello, Collins defiende la existencia de un modelo de conocimiento científico que él denomina cultural y que implica la existencia de un conjunto de parámetros sociales y políticos que son asumidos tácitamente por la comunidad científica y que intervienen en la legitimación del conocimiento, para distinguirlo del llamado modelo algorítmico que afirma la posibilidad de que existan reglas exactas e inequívocas que permitirían la copia precisa y fiel de un experimento incluso en un tiempo y unas circunstancias sociales totalmente alejadas del primero. Compartir el mismo sustrato cultural puede convertirse pues en condición sine qua non para llegar a alcanzar el marchamo de cientificidad que la persona empeñada en tareas de experimentación científica anda persiguiendo. Por todo ello, puesto que los datos admiten diferentes interpretaciones, y puesto que la cuestión de la replicabilidad está condenada a la circularidad explicativa, resulta esencial estudiar los procedimientos que se utilizan para cerrar y dar por finiquitados los debates o controversias científicas. En este sentido, muchas veces las razones aducidas para cerrar el debate son más bien las consecuencias del propio proceso de cierre que, en general, y mucho más a medida que pasa el tiempo, tienden a favorecer los intereses de la versión vencedora, de modo que lo que antaño era sólo una posible explicación entre otras muchas, acaba adquiriendo la consistencia de una verdad “autoevidente” por sí misma. En ese proceso de cierre, intervienen todos los grupos de interés que, ya al interior de la propia comunidad científica, tienden a ordenar, controlar y canalizar los debates en congresos, reuniones y forums especializados evitando que la cuestión en disputa se desboque y acabe excediendo los cauces más o menos restringidos y convenientes. La cuestión inevitable del poder se hace presente en cada momento del debate científico, llegado el momento de la admisión de papers en un congreso, para publicar o no en determinadas revistas, para lograr convencer al mayor número de partidarios sobre las bondades de la argumentación propia y la locura disparatada de la versión contraria, para conseguir el acceso a los medios de comunicación o a los recursos económicos para poder proseguir la investigación, para dar visibilidad a los resultados, etc. En este sentido, resulta crucial el papel que juegan un número relativamente pequeño de personas que Collins denomina como el core set, un pequeño grupo de entre dos a cincuenta personas “que está formado por el conjunto de aliados y enemigos que interactúan mediante las estrategias anteriormente citadas, y con el fin de cerrar la controversia científica en uno u Silvia Giménez Rodríguez - 31 -
  • 3. otro sentido, y con ello, certificar o rechazar las propuestas efectuadas” (Lamo de Espinosa et. al., 1994:556). Al interior de este círculo restringido y distante marcado por la “lejanía del encantamiento” respecto del tiempo social e histórico en el que viven los demás mortales, se produce la sentencia más o menos consensuada sobre la certeza que se pretende científica y que acaba siendo considerada como metodológicamente incuestionable. 1.5. Marco de referencia para la Sociología de la controversia del SIDA Después de las aportaciones teóricas sintetizadas en este capítulo y considerando que no han de ser excluyentes al ser empleadas para interpretar el conocimiento científico, llegamos a la siguiente conclusión: En la sociología del conocimiento existen dos problemas básicos tal y como plantea Collins: uno de ellos es el problema de las reglas constitutivas, es decir, explicar el particularismo de la ciencia como actividad social. Y el otro problema es el de las reglas reguladoras, es decir, los procesos reales que generan y validan el conocimiento científico y estructuran la vida científica. Si bien Collins considera que el programa mertoniano debería ocuparse del primero, y la nueva sociología del conocimiento científico debería hacerse cargo del segundo, haciéndonos eco de la aportación de Lamo de Espinosa (1994:577), consideramos que lo más apropiado sería el cruce entre ambas líneas teóricas para conseguir explicar de manera más completa desde la sociología, la vida científica y en particular el estudio de las controversias científicas. Silvia Giménez Rodríguez - 32 -
  • 4. CAPÍTULO 2 HIPÓTESIS VÍRICA DEL SIDA 2.1. Etiología Los antecedentes del origen oficial del SIDA se remontan a un artículo publicado un mes de junio del año 1981 en la ciudad de Atlanta (Georgia, EE.UU.), cuando el Centro para el Control de Enfermedades Infecciosas de aquel país (CDC, Centers for Disease Control) emitió un informe sobre un nuevo tipo de neumonía diagnosticado en los últimos ocho meses, con base en el recuento administrativo de los datos que le eran enviados procedentes de todos los estados de la Unión. En esos ocho meses, se había solicitado en cinco ocasiones isotiocianato de pentamidina1 como producto terapéutico de elección ante la extraña infección de cinco jóvenes de raza blanca, homosexuales activos, con infecciones previas confirmadas por laboratorio de citomegalovirus (CMV) y cándida en mucosas, repartidos en tres hospitales distintos de la ciudad de Los Angeles (California). Se trataba de una infección por un protozoo, Pneimocystis Cariniii2, hasta aquel momento sólo advertido como agente oportunista de infecciones en enfermos con gran merma en el sistema inmunológico, en la mayoría de los casos consecuencia de un tratamiento persistente con inmunodepresores o en la fase terminal de algún cáncer (CDC, 1981:250- 252). El fármaco utilizado se encontraba en experimentación, era tóxico y únicamente se utilizaba en el CDC de Atlanta al no estar comercializado, lo que demuestra la excepcionalidad de aquella neumonía, extraña en la patología humana. Paralelamente, se observó tanto en California como en Nueva York (Gottlieb; Schroff; Schanker et. al., 1981) un incremento en población joven (alrededor de 30 años) y homosexual, de casos de 1 En el período comprendido entre noviembre de 1967 y diciembre de 1979 sólo se había solicitado dicho medicamento en dos ocasiones, para tratar enfermos que no presentaban otra infección colateral. 2 Pneimocystis Carinii (PCP), considerado hasta hace pocos años como un protozoo y reclasificado recientemente como un hongo. Germen ubicuo en los mamíferos que se transmite por vía respiratoria. La infección se adquiere durante la infancia permaneciendo latente hasta que se produzca un deterioro de la inmunidad celular. Las localizaciones extrapulmonares se reducen a pacientes previamente infectados por el hongo o que estuvieran sometidos a tratamiento agudo o profiláctico con pentamidina inhalada. Las manifestaciones clínicas más importantes que presenta son tos seca, fiebre y disnea progresiva. En pacientes que reciben la pentamidina inhalada como profiláctico es más frecuente encontrar alteraciones predominantes en los vértices pulmonares (CADAFALCH – FUSTER, 1998) Silvia Giménez Rodríguez - 33 - Anterior Inicio Siguiente