El documento describe la apatía y desorientación del autor frente a la rutina diaria y el bombardeo constante de información. A pesar de sentirse inmune al principio, al salir a la calle su resistencia se quiebra ante el desprecio por la diferencia que presencia. Por la tarde, ya exhausto, desciende ayudado de clichés hasta desplomarse en la impavidez, donde la oscuridad de la noche le permite descansar de la oscilación de percepciones.

1. La apatía del día
No estar seguro de nada
Dudar constantemente de la decisión anterior
Seguir la rutina de afrontar las consecuencias de lo hecho, deshecho
El desengaño de saberse desorientado en esta existencia
Ayer desperté con absurdos animos
Me creí inmaculado y resistente
El bombardeo sistemático de información fatua
Supondría no más que una distracción.
Es un flujo continuo de sensaciones
El muro de contención parece soportarlo
Me lleno de elucubrados accesos a la felicidad
Parezco inmune al destrozo de la mente consciente
Mi resistencia toca su cenit al pisar la calle
Un desbordamiento de lo social resquebraja el cristal
Atestiguo la caída del humanismo
Presencio el desprecio por la diferencia, lo otro
Y he aquí el encuentro entre mis íntimos deseos y mi aparente calma
Nefasto choque de consecuencias inverosímiles
Rompo con la calma matutina y a mitad del día estremezco

2. Pero entrego mi endeble armonía al vaivén del dolor citadino
Comparto el descenso con fútil colaboración
Sigo el patrón de indiferencia que respiro en el sórdido aire
Las paredes luctuosas, los rostros pesimistas
Mi exhausto convencimiento en un cambio rotundo
Desciendo la tarde ayudado del cliché
Miro al sol de mañana y lo encuentro risible, cursi
Arribo a la puerta de la impavidez y me desplomo
Ni un muerto en la esquina logra despertarme ahora
La noche pesada es escenario adecuado
Esa oscilación de percepciones ahora descansa
Una historia escrita en papel recibirá mi fatiga
La ebriedad derretirá el dolor de medio día
Juan Merchán
2014