2. Un día, estando Jesús
orando en cierto lugar,
acabada la oración, le
dijo uno de sus
discípulos: Señor,
enséñanos a orar […]
Jesús le respondió:
cuando os pongáis a
orar, decid: Padre,
santificado sea tu
nombre. ..
Lucas 11, 1-13
3. El ejemplo de Jesús
En su intensa vida misionera, Jesús siempre encuentra
tiempo para nutrir su vida interior. No se podría explicar
su energía incansable sin esos momentos de paz y
sosiego que dedica a comunicarse con el Padre.
Sus discípulos, viéndolo, quieren aprender...
4. Padre
Es la primera palabra. ¿Cómo confiar en Dios si no lo
consideramos padre, bueno, tierno, cercano?
Si no nos sentimos hijos, no podremos vivir la sintonía y
la comunión con él, como Jesús la vive.
5. Su nombre santo
Jesús nos ofrece una
imagen de Dios muy lejana
del Dios implacable y
fiscalizador.
Dios nos ama y respeta
nuestra libertad.
Nos da la vida, nos cuida,
nos educa.
Santificar su nombre
significa imitarlo y procurar
vivir la santidad cada día.
Jesús es nuestro modelo.
6. Venga tu reino
Es el deseo de que Dios reine, en nuestro corazón, en
nuestra vida, en el mundo entero.
Su reino es allí donde hay amor, justicia, paz.
El Padrenuestro resume el mensaje del Nuevo
Testamento: cada cristiano está llamado a trabajar por
este Reino de Dios en el mundo.
7. Danos el pan de cada día
Más allá del pan material, necesitamos alimentar el
alma. Esta petición significa: danos la fuerza necesaria
para alimentarnos de ti. Danos alegría de vivir, amistad,
compañía, el pan existencial que necesitamos para
crecer como personas y ser pan para los demás.
8. Perdona nuestras ofensas…
¡Cuesta tanto perdonar! Pero el perdón es intrínseco de
Dios. Si no aceptamos su capacidad infinita de perdonar
no podremos comprender su bondad. Y él siempre nos
está perdonando. Sin el perdón no podemos vivir ni
avanzar. Necesitamos ser perdonados y perdonar.
Perdonar es vibrar al unísono con el corazón de Jesús.
9. Saber recibir el perdón
Tan importante es dar como recibir el perdón. Esta es
quizás nuestra asignatura pendiente. Nuestro corazón
agrietado es orgulloso y no resolvemos asuntos
pendientes. Necesitamos ser más humildes para poder
crecer. Necesitamos abrir el corazón al perdón,
¡siempre!
10. Pedid y se os dará
No podemos iniciar ningún proyecto si antes no confiamos. Y
es la confianza la que nos llevará a pedir, a llamar, a caminar
para llegar a nuestra meta. Muchos males tienen su raíz en la
desconfianza: miedo, ambivalencia, mentira. Incluso
enfermedades psicosomáticas. Contra esto, la fe da una
fuerza interior inmensa.
11. Dios confía en nosotros
Lo más extraordinario es que ¡Dios confía en nosotros!
Si Adán falló a la confianza, Jesús ha restaurado
plenamente la amistad entre Dios y la humanidad. La
desconfianza provocó la caída; la confianza de Jesús
hace posible la redención.
12. Confiar en Dios nos llevará a confiar en los demás:
la familia, los buenos amigos, la Iglesia…
Y en las intuiciones de nuestro propio corazón.
Creamos, de verdad, que Dios nos ama.