1. 1
DE: JAIME DIAZ PAGE -MÉXICO-
SEPTIEMBRE 2013
ESCRITO 96
EL PLAN DE DIOS PARA ELAJUSTADOR Y EL HOMBRE
Amados hermanos y amigos estudiantes de El Libro de Urantia, los saludo y me dirijo
a ustedes con mucho respeto, sólo con el deseo de ayudar. Estas palabras son una especie de
recordatorio para los que tenemos varios años de leer y estudiar la Revelación de Urantia,
la cual contiene el plan espiritual del Padre Eterno para nosotros, sus hijos e hijas. Tomemos
conciencia de que la sola lectura y estudio de la revelación no equivale a la salvación de
nuestra alma morontial, así tan sólo encontraremos las pautas a seguir para la
sobrevivencia de nuestra personalidad en el universo.
Hermanos y hermanas, no debiéramos crear confianza y dejar pasar el tiempo sin
realizar el esfuerzo espiritual que nos pide el Padre Eterno a través de nuestro amado
Padre Creador Jesús de Nazaret, porque esa situación no es nada conveniente para la
sobrevivencia de nuestra alma. La consigna es crecer y crecer de la mano de Dios, del
Espíritu. El crecimiento es espiritual, en el cual debemos llegar a hacer la voluntad de
Dios y conocerlo durante nuestra vida humana; sólo mediante estos parámetros podremos
trasladar el asiento de nuestra identidad temporal desde la mente al alma morontial y
conocer la verdad divina mediante la experiencia espiritual con Dios, mediante un contacto
real y efectivo con él, pues Dios vive en nuestra mente, él es el reino de Dios dentro de
nosotros.
Jesús nos pide experiencia espiritual viva con la divinidad, no meras creencias.
Cuando por medio de la técnica para la autorrealización espiritual -oración-adoración-
llegamos a conocer a Dios, esta experiencia queda grabada en nuestra alma de manera
imborrable, trayéndonos una enorme felicidad, aumentando automáticamente nuestra fe en
Dios. Esta fe es la que quiere Jesús que nosotros desarrollemos: la fe viviente y
experiencial. Cuando Dios se manifiesta en nosotros, en espíritu y en verdad es la
experiencia más maravillosa que podemos tener en nuestra vida, cuando él se hace presente,
todo nuestro ser, incluso el cuerpo físico, vibra con fuerza y felicidad, llegando nosotros a
derramar lágrimas de amor y dicha por tan maravilloso regalo de nuestro Padre Celestial.
Lo escrito aquí es verdad y todos podemos comprobarlo si lo deseamos, sólo
necesitamos fe, regularidad y devoción al inclinarnos ante Dios Padre y su Hijo Jesús.
Cuando estas cosas suceden, nos convertimos en fieles servidores de Dios, compartiendo
con nuestro prójimo las dádivas divinas recibidas en nuestros encuentros amorosos con
nuestro espíritu divino interior, el Ajustador del Pensamiento. Al asociarnos con Dios
grandes cosas pueden sucedernos y de hecho nos suceden.
El plan divino del Padre Universal consiste en que nosotros nos fusionemos con
su espíritu, integrando un solo y nuevo ser. Este es el camino para lograr la
sobrevivencia del alma y la fusión con el Espíritu divino, no existe otro. Tomemos
conciencia de la necesidad de vivir nuestra vida de la mano del Espíritu, cooperando de
manera entusiasta con él. Entonces, daremos a nuestra vida material la atención necesaria y
2. 2
nada más; y a Dios nuestro Señor le daremos todo nuestro amor, fe, devoción y gratitud
permanente, sabiendo que todo lo que demos al Señor se incrementará con creces en
nuestra vida, inspirando nuestra mente y ennobleciendo nuestra alma, enriqueciendo nuestra
personalidad con las cualidades supremas. Tomemos conciencia del gran plan de Dios para
nuestro Espíritu residente y para nuestro yo humano.
Recordemos que Dios envió su espíritu a morar dentro de nuestra mente para
poder transformar nuestra naturaleza humana en divina, para transformar lo
imperfecto en perfecto y lo material en espiritual. Que el Espíritu que nos habita tiene
identidad, pero no personalidad; nosotros tenemos personalidad pero no identidad
permanente. El Espíritu anhela poseer nuestra personalidad que es un Don de Dios para
nosotros, integrando un solo ser. Nuestro Espíritu residente nos ama mucho, nos respeta y
anhela ser uno con nosotros; anhelemos ser uno con él. El desea que cooperemos con él
para que la unión eterna sea una realidad.
El alma es el vehículo que necesita nuestra personalidad para vivir eternamente.
El alma es capaz de poseer valores divinos en aumento, asemejándose al Espíritu interior
que nos habita. El alma tiene capacidad para fusionarse con el Espíritu residente. El único
medio para hacer esto una realidad, es la comunión con Dios lo más regular posible, en la
cual nuestra alma recibe las cualidades divinas para la sobrevivencia, dotándonos de
verdadero discernimiento espiritual, amor, valor, tolerancia, compasión etc.,
mejorando nuestro carácter.
Parece que cada uno de nosotros está solo, pero no es así; en cada uno de nosotros
existen 2 seres, uno humano y otro divino, el ser divino vive en nuestra mente, adonde
vamos él va, el es testigo de todo lo que hacemos, el nos conoce perfectamente bien, sabe lo
que nos falta para unirnos a él, trabaja incansablemente para que tomemos conciencia de
Dios, pero no le ayudamos mucho. Este escrito tiene el propósito de fomentar la
cooperación con nuestro Espíritu interior, que nos ama con amor infinito y desea
guiarnos hacia la autorrealización espiritual.
Recordemos que somos mortales, no inmortales, pero podemos ser inmortales si
lo deseamos, si establecemos una alianza perdurable con el Espíritu. Si durante nuestra vida
no atendemos al Espíritu y no atesoramos en el alma los valores divinos de sobrevivencia,
entonces podemos dejar de ser, de existir, después de la muerte física. En verdad creo que
nadie desea dejar de ser, pero esto es una cuestión personal, es una elección de nuestra
personalidad. Vale la pena el esfuerzo de buscar a Dios con regularidad amor y fe. Lo
que hagamos en la Tierra lo recibiremos multiplicado en los cielos superiores que nos
esperan y que son una grandiosa realidad.
Cuando oramos y adoramos a Dios Padre, conocemos la verdad al elevarnos a
los altos niveles de comprensión de la Divinidad y de la comunión con ella. La verdad
divina está viva, se siente, se vive, tiene una existencia experiencial en la mente, no se
define con palabras. Este hecho se torna una realidad gracias a dos factores divinos que
actúan al unísono sobre el mundo, estos son: el Espíritu de la Verdad y el Espíritu Santo
que han sido derramados al mundo por Cristo Jesús y el Espíritu Creativo de nuestro