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J

lo mejor de lectura

TAHAR BEN
JELLOUN
para El Mundo
de El Mundo
nº12. 1 de abril de 2022
Ideas. Debates. Libros. Arte. Música. Teatro. Cine.
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4 LALECTURA
Latinoamérica es Occidente pese a los victimistas, dice
CarlosGranés, autor de una gran historia política y
cultural de la región. Otra cosa es que la búsqueda febril
de la identidad haya llevado a despreciar la democracia
“América
Latina está en
un momento
peligroso”
En Delirio americano (Taurus),
Carlos Granés propone una mi-
rada original a América Latina
durante el siglo XX, que, para él,
se extiende entre la independen-
cia cubana de 1898 y la muerte
de Fidel Castro, en 2016. Centra-
do en el vínculo entre el mundo
artístico (poetas, intelectuales,
pintores) y el poder político (cau-
dillos, guerrilleros, militares y de-
mócratas), el libro funciona co-
mo una enciclopedia de arte, co-
mo una obra heterodoxa de his-
toria y como un ensayo sobre la
singularidad latinoamericana,
tan apasionada de la violencia y
del poder personal. Colombiano
de nacimiento y residente espa-
ñol desde hace varias décadas,
Granés es un hombre anfibio que
comunica como pocos las dos ori-
llas del Atlántico en que se habla
español (y portugués).
PREGUNTA. ¿Es Latinoamérica
parte de Occidente?
RESPUESTA. La polémica surge
de las universidades norteame-
ricanas que intentan excluir Amé-
rica Latina de Occidente y ubi-
carla como víctima, por la colo-
nización, el capitalismo salvaje,
la esclavitud... No comparto esas
hipótesis. América Latina forma
parte claramente de Occidente
por lengua, religión y hábitos. To-
dos los procesos de Occidente re-
suenan en América Latina.
P.¿El tema más relevante no se-
ría la fractura racial que atravie-
sa la historia del continente?
R.Hay una fractura racial que em-
pieza en la conquista que no he-
mos solucionado. Los proyectos
de nación, también los más inclu-
sivos, como el mexicano, no han
logrado hacer sentir a todo el
mundo que pertenece a una mis-
ma comunidad, lo que provoca
el distanciamiento de amplios
sectores con el Estado y sus ins-
tituciones. Eso es un problema
que los liberales no han sabido
resolver y que los populistas ex-
plotan de forma efectiva.
P. En el siglo XX América Lati-
na sufre una doble influencia to-
talitaria de Europa, el fascismo
y el comunismo, que entorpe-
cen su desarrollo democrático
y nublan el debate intelectual
hasta el presente.
R.El siglo XX arranca en Améri-
ca Latina con la ilusión del pro-
greso. Los jóvenes poetas se sor-
prenden de la manera en que sus
ciudades se transforman gracias
La academia de EEUU quieren ubicar a Lati-
noamérica como víctima, pero somos parte
de Occidente por lengua, religión y hábitos”
al telégrafo, al automóvil, a las
nuevas tecnologías. Y paralela-
mente empiezan a despreciar a
la democracia como un sistema
anacrónico. Huidobro llegó a de-
cir que era «un colchón de pape-
les dormidos». En ese ambiente,
el fascismo y el comunismo se-
ducen a los jóvenes artistas. A
medida que avanza la década de
los veinte, los que eran más na-
cionalistas acaban pactando con
el fascismo y los más internacio-
nalistas acaban seducidos por la
idea de la revolución proletaria.
P.José Martí luchaba contra dos
poderes: la metrópoli española
y Estados Unidos como fuerza
emergente.
R.Martí vivió en Nueva York y vio
que Estados Unidos tenía pulsio-
nes imperiales en el Caribe, que
estaba a la caza de «poner su ga-
rra», como dirían los modernis-
tas. Creía que una Cuba indepen-
diente podría resistir mejor a las
pretensiones de Estados Unidos.
Martí quería liberarse de Espa-
ña, pero era consciente de que la
preocupación mayor de los lati-
noamericanos iba a ser Estados
Unidos. Es curioso que después
de esa guerra, toda una genera-
ción de poetas empieza a añorar
a la madre patria, a reivindicar la
cercanía cultural de América La-
tina con el legado español, a tra-
vés del idioma, de la religión y
del concepto, muy de esa época,
de raza latina.
P.Esa es la hipótesis del urugua-
yo José Enrique Rodó. A mí me
sigue sorprendiendo que un en-
sayo tan pobre como Ariel (1900)
haya tenido esa influencia.
R.Nos dio a los latinoamericanos
un sentido de identidad. Rodó se
inventó un latinoamericano es-
piritual, con genio creativo, poco
preocupado por las cosas mun-
danas; un esteta llamado a dis-
frutar de las más altas creacio-
nes, a entender el misterio de la
mística y, por lo mismo, a despre-
ciar un sistema pedestre, mate-
rial, que favorece solamente el
número, como es la democracia
anglosajona. Encontró la excusa
espiritual a nuestro atraso.
P. La guerra de independencia
de Cuba marca el inicio del si-
glo XX latinoamericano, pero
la otra gran transformación lle-
fotografía
de ANTONIO
HEREDIA
por RICARDO
CAYUELA GALLY
la identidad
latinoamericana
LALECTURA 5
Los muralistas mexicanos idealizan la
Revolución. Diego Rivera pinta juntos a
obreros y campesinos y reescribe la historia”
Tras la guerra de Cuba, una generación
de poetas empieza a añorar a la madre
patria y a reivindicar el legado español”
gará una década después con la
Revolución mexicana. ¿Cuál fue
su influjo en el continente?
R. Con la Revolución mexicana
el arte se convierte en acción. Los
artistas salen de su torre de mar-
fil y son llamados a transformar
la realidad. La Revolución tiene
un efecto irradiador brutal cuan-
do estas ideas se transforman en
un movimiento como el muralis-
mo, que se exporta a toda Amé-
rica Latina y que es una idealiza-
ción. En los murales de Diego Ri-
vera el campesino y el obrero apa-
recen juntos, como si hubieran
peleado en el mismo bando, cuan-
do no fue así. Los obreros estu-
vieron con Carranza y los cam-
pesinos con Zapata o en la Cris-
tiada. Rivera reescribe la histo-
ria. En cambio, los novelistas tu-
vieron una visión desencantada
de la Revolución. Mariano Azue-
la en Los de abajo muestra la au-
sencia de ideales de los subleva-
dos. Martín Luis Guzmán desnu-
da la lucha por el poder de los lí-
deres. Toda la armonía trágica
del muralismo se deshace al aso-
marte a los novelistas.
P.La siguiente estación intelec-
tual latinoamericana sería el
aprismo peruano de Haya de la
Torre y sus polémicas con José
Carlos Mariátegui.
R.Haya de la Torre está influido
por la Revolución mexicana. Pa-
ra él lo que aglutina la unidad la-
tinoamericana contra los yanquis
no es la matriz hispana, sino la
indígena. Somos Indoamérica,
no Hispanoamérica. El caso de
Mariátegui es distinto. Él quiere
aclimatar el marxismo a un con-
texto latinoamericano. Además,
cuando empieza a forjarse el mo-
vimiento fascista, viaja a Italia.
También descubre a Gramsci. Y
a Georges Sorel, que decía que
una revolución sin mitología no
funciona. Vuelve convencido de
que puede crear una forma de
marxismo que responda a las par-
ticularidades de la historia perua-
na. Descubre el comunismo pri-
mitivo y la mitología del incana-
to, imperio capaz de alimentar a
toda su población y de controlar
un amplio territorio. Así, el co-
munismo pasa de ser una idea
extranjera a algo enraizado en la
historia peruana.
6 LALECTURA
P.En los años 30 y 40 se desa-
rrollan tres formas de relacio-
nar el poder con cultura. El mo-
delo mexicano de Lázaro Cár-
denas, el brasileño de Getúlio
Vargas y el argentino de Juan
Domingo Perón.
R.En el caso mexicano, la cultu-
ra sirve para integrar a la nación
a partir del rescate del arte popu-
lar, del muralismo, de la labor
educativa. En los años 30, Siquei-
ros se reconcilia con el poder y
los artistas revolucionarios se
convierten en propagandistas
subvencionados para promover
un arte nacional. En el caso bra-
sileño, Getúlio Vargas nombró de
ministro a Gustavo Capanema,
amigo de Drumond de Andrade,
quien incorporó al servicio del
Estado a prácticamente todos los
vanguardistas. A Lucio Costa y
Oscar Niemeyer, discípulos de Le
Corbusier, les encargó la nueva
sede del Ministerio de Educación,
que se convierte en el símbolo del
Estado Novo y en el inicio de una
amplia renovación urbana con
ecos por toda Latinoamérica. La
paradoja es que se trataba de un
gobierno bajo el influjo fascista
que se moderniza con el trabajo
de dos arquitectos comunistas.
Es el momento donde el arte abs-
tracto tiene cabida en América
Latina. Perón promueve otro ti-
po de alianza. Va a reclutar úni-
camente a aquellos artistas dis-
puestos a mitificarlo como el sal-
vador de la patria. Esa es la ra-
zón por la que el proceso cultu-
ral del peronismo es el más po-
bre de los tres. Todo artista que
quiso mantener su independen-
cia o que quiso seguir experimen-
tando encontró repulsivo el pro-
grama cultural peronista. Borges
fue el símbolo de ese repudio.
P.La siguiente estación sería la
Revolución cubana, con una in-
fluencia incluso mayor que la
mexicana y que pasó por diver-
sas etapas desde la devoción ca-
si universal a la persecución de
toda forma de disidencia.
R. La Revolución cubana ocurre
en el Caribe, donde las democra-
cias y las dictaduras están enfren-
tadas. Figueres y Betancourt con-
tra Trujillo, Somoza y Batista. Fi-
del Castro, que prometió reins-
taurar la Constitución de 1940,
forma parte de esa legión demo-
crática. Así que cuando su expe-
dición libertadora triunfa produ-
ce furor.
P.Esa fascinación con Castro su-
cedía al mismo tiempo que los
fusilamientos de La Cabaña.
R. Desde ese momento fue evi-
dente que había un elemento per-
verso, autoritario y mórbido en
su proceso político. Tan tempra-
no como 1961 da ese discurso a
los intelectuales y les dice «den-
tro de la revolución todo, fuera
de la revolución, nada». Meses
después clausura Lunes de Re-
volución, el suplemento que di-
rigía Cabrera Infante. La excusa
fue el patrocinio de PM, un filme
experimental que mostraba la vi-
da nocturna de La Habana y su
hedonismo. Para los guerrilleros,
aspirantes a ascetas, es una hu-
millación. También ordena la re-
presión del grupo El Puente, de
José María Rodríguez, integrado
en su mayoría por artistas negros.
Bajo la acusación de ser homo-
sexuales fueron llevados a las
UMAP [campos de trabajos for-
zados]. Después está la ruptura
con Carlos Franqui y su destitu-
ción de la revista Revolución, pe-
se a ser quien había acercado a
La Habana a los grandes intelec-
tuales, como Sartre y Simone de
Beauvoir. Todo esto se le perdo-
na a Castro. Con la justificación
de la invasión de Praga en 1968
surgen las primeras protestas.
P.Tras renunciar a la Embajada
de México en la India como pro-
testa por la matanza de Tlate-
lolco, Octavio Paz empieza a ad-
vertir del «cesarismo autorita-
rio» de Castro.
R.La verdadera escisión del apo-
yo intelectual se produce después,
en 1971, con el caso Padilla. La
ilusión de tener un socialismo
que combatiera todas las taras
sociales sin degenerar en una dic-
tadura se desvanece. Desde ese
momento es evidente que Castro
no prevé la pluralidad ni la críti-
ca, ni un sector cultural libre.
P. Una deriva de la revolución
cubana fue el foquismo guerri-
llero que impactó a las clases
media universitarias.
la identidad
latinoamericana
Desde los fusilamientos en La Cabaña fue
evidente que había un elemento autoritario
perverso y mórbido en la Revolución cubana”
CARLOS
GRANÉS
DELIRIO
AMERICANO
Taurus. 600
páginas. 24,90
euros. Ebook:
11,99 euros.
UN VIAJE POR EL
PENSAMIENTO Y
LA POLITICA
Este ambicioso
trabajo de
Carlos Granés
(Bogotá, 1975)
es un recorri-
do intelectual
y político por
el siglo XX de
Latinoamérica
desde la
muerte de José
Martí (1895) a
la de Fidel
Castro (2016).
Un viaje
marcado por la
búsqueda de
una identidad
contrapuesta
a la de la
América
anglosajona
LALECTURA 7
ARRIBA, DE IZQDA.
A DCHA.
JOSÉ CARLOS
MARIÁTEGUI,
PERÚ (1894-1930).
JOSÉ MARTÍ,
CUBA (1853-1895).
JOSÉ ENRIQUE
RODÓ,
URUGUAY (1871-
1917).
JOSÉ
VASCONCELOS,
MÉXICO (1882-
1959)
ABAJO, DE IZQDA.
A DCHA.
VICENTE
HUIDOBRO,
CHILE (1893-1948)
OCTAVIO PAZ,
MÉXICO (1914-
1998)
MARIO VARGAS
LLOSA,
PERÚ (1936)
GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ,
COLOMBIA (1927-
2014)
Admiro a Huidobro, Octavio Paz, Vargas
Llosa y Sergio Ramírez, porque han sido los
únicos en reconocer que se equivocaron”
Hoy Latinoamérica está escindida en dos
bloques, ninguno democrático: uno popular-
nacional y otro nostálgico de las dictaduras”
R.Mataron y se sacrificaron inú-
tilmente. El proceso de los tupa-
maros uruguayos y de los mon-
toneros argentinos es la antesa-
la a la dictadura militar. Se pien-
sa que las guerrillas nacieron en
reacción a los militares, y no es
cierto. Las guerrillas nacieron por
contagio de la Revolución cuba-
na mucho antes. Con los monto-
neros, además, se suele olvidar
su origen católico y nacionalista.
P. ¿Gabriel García Márquez y
Vargas Llosa son dos ejemplos
contrapuestos para entender la
relación entre el intelectual y la
Revolución cubana?
R. García Márquez había tenido
una experiencia europea por los
países socialistas de desencanto.
Antes de que los escritores del
boom se encapricharan con Cu-
ba, él ya sabía qué era el socialis-
mo y no le gustaba. En el Caribe
se vive con vehemencia el odio
al yanqui porque es donde más
se le padeció. Colombia sufrió la
masacre de las bananeras, un hi-
to en la imaginación de García
Márquez. Por eso se entusiasma
con Cuba y colabora con Prensa
Latina. Cuando ve que la revolu-
ción empieza a ser infiltrada por
comunistas, renuncia. Se va a vi-
vir a México y se encierra a es-
cribir Cien años de soledad. Mien-
tras sus compañeros de genera-
ción participan con Casa de las
Américas, son jurados de sus pre-
mios y actúan como embajado-
res culturales de la revolución,
García Márquez se mantiene al
margen. Sin embargo, con el ca-
so Padilla, Carlos Fuentes y Var-
gas Llosa rompen con Castro y
García Márquez, no. La razón es
Cien años de soledad y el éxito
apabullante de la novela. Desde
ahí empieza a coquetear de nue-
vo con Castro. Pero lo hace des-
de un plano de igualdad, no de
subordinación. El líder caribeño
más importante de la historia con
su equivalente en escritor. Un ele-
mento presente en las novelas de
García Márquez es la terquedad.
Todos sus personajes son tercos.
El protagonista de El amor en los
tiempos del cólera es tan necio
que toda la vida busca el amor de
una mujer; Aureliano Buendía
repite la misma guerra una y otra
vez; también el Bolívar de El ge-
neral en su laberinto. La obstina-
ción es el tema de El otoño del
patriarca. Eso es Fidel Castro, eso
es Torrijos. Pero lo que es bueno
para la literatura puede ser terri-
ble para la política, y García Már-
quez no lo entendió. Vargas Llo-
sa, aunque rompe con la Revolu-
ción cubana, no deja de ser de iz-
quierda. Gracias a un viaje a Is-
rael revalora la democracia. Ahí
descubre que una sociedad igua-
litaria, basada en el kibutz, pue-
de ser libre. A finales de los 70
lee a fondo a Popper, a Hayek y
se vuelve un pensador liberal. El
contraste entre Vargas Llosa y
García Márquez es que mientras
García Márquez toda su vida si-
gue siendo un nacionalista, Var-
gas Llosa rompe con las mitolo-
gías latinoamericanas que nos
condenaban a soportar el autori-
tarismo y apuesta por el libre mer-
cado y la democracia para salir
del atraso y el aislamiento.
P. Y en el presente, entre el po-
pulista que encarna el chavis-
mo y las pocas democracias que
resisten, ¿cuál es su visión?
R.Estamos en un panorama peli-
groso. Una escisión que recuer-
da a los años 20 del siglo pasado,
con dos bloques, ninguno demo-
crático. Uno popular-nacional-
vernáculo, que tiene representan-
tes como Castillo, el Boric mapu-
che, Evo Morales, López Obra-
dor. Y otro autoritario-nostálgico
de las dictaduras, con Bolsonaro,
Katz, Bukele o Keiko Fujimori.
P. ¿Quiénes son las figuras inte-
lectuales que más admira en
América Latina y por qué?
R.Vicente Huidobro, Octavio Paz,
Mario Vargas Llosa y Sergio Ra-
mírez, porque han sido los úni-
cos en reconocer que se equivo-
caron. Huidobro se da cuenta de
que su generación, fascinada con
las vanguardias, despreció la de-
mocracia. Paz y Vargas Llosa, que
el comunismo engendra totalita-
rismo, muerte y pobreza, y que
la Revolución cubana es el gra-
no de arena latinoamericano de
este proceso. Y Ramírez, en Adiós,
muchachos, que las ideas que im-
pulsaba como sandinista
conducían al desastre.
8 LALECTURA
El primer ferrocarril español no
fue el que conectó Barcelona y
Mataró en 1848 sino el que unió
en 1837 los 27,5 kilómetros entre
La Habana y Bejucal. Quizá tam-
poco se sepa que la primera lla-
mada telefónica en territorio es-
pañol ocurrió en 1877 también en
Cuba y que en 1880 se envió el
primer telegrama, en este caso
desde Filipinas a España. Estos
tres ejemplos ilustran cómo los
trabajos de ingeniería articularon
la relación entre España y sus te-
rritorios de Ultramar y mejora-
ron las condiciones de vida en las
colonias.
Caminos, puertos, edificios,
puentes construidos sobre piedra
o pontones, embarcaciones, fe-
rrocarriles, presas, alcantarilla-
do, drenaje de humedales, hospi-
tales donde se luchó contra la vi-
ruela... Esa impresionante infraes-
tructura fue levantada por inge-
nieros que añadieron imagina-
ción a sus conocimientos. Algunas
obras aún perviven. De todo ello
se han ocupado Felipe Fernán-
dez-Armesto y Manuel Lucena
Giraldo en el apasionante ensa-
yo Un imperio de ingenieros. Una
historia del Imperio español a tra-
vés de sus infraestructuras (Tau-
rus), que pone en valor un empe-
ño no muy reconocido y apenas
descrito.
«La ingeniería era al principio
obra de autodidactas, sobre todo
de religiosos y militares. Las mi-
siones formaron parte auténtica
de la infraestructura económica,
comunicativa y administrativa
del imperio ultramarino espa-
ñol», comentan a La Lectura Fe-
lipe Ferández-Armesto, catedrá-
tico de Historia, doctor por la
Universidad de Oxford y autor
de estudios como Los conquista-
dores de Occidente y Nuestra
América, y Manuel Lucena Gi-
raldo, investigador del CSIC,
profesor en varias universidades
y autor de Naciones rebeldes.
La osadía de aquellos hom-
bres fue tal que hubo varios estu-
dios (ya en 1534 y 1567) para
acometer las obras del canal de
Panamá (no se inauguró hasta
1914). «Hubo motivos económi-
{
cos pero también discrepancias
entre expertos y cierta compe-
tencia frustrante entre diversas
autoridades a la hora de definir
por dónde debía ir el canal tran-
soceánico y quién pagaría su
costo», dicen los dos estudiosos.
Lospuentes.Los españoles tu-
vieron que quedarse estupefac-
tos ante los puentes suspendidos
de cuerdas o lianas. También se
encontraron que los había de ve-
getales, algunos tan anchos «co-
mo el muslo de una pierna». Las
plantas eran diversas: agave en
casi todos, maguey o pita en la
Nueva España y el Perú, y piqui-
gua en Quito. Se usaron puentes
flotantes, de hasta 90 metros, co-
mo el del lago Titicaca (Bolivia),
hecho con totora, que había que
reemplazar cada seis meses.
Se evolucionó desde los puen-
tes de cal y canto tradicionales
en España a los de pilares de pie-
Caminos, puentes, canales, hospitales...
Las infraestructuras articularon el
imperio desde 1492. Felipe Fernández-
Armesto y Manuel Lucena reivindican
en un ensayo las conquistas técnicas
Cómo los
ingenieros
españoles
forjaron
América
por MANUEL
LLORENTE
UN TREN EN
UNA EXPLO-
TACIÓN DE
AZÚCAR EN
CUBA EN 1857.
MUSEONAVAL
la identidad
latinoamericana
LALECTURA 9
descifrar la mecánica tanto de los
vientos como de las corrientes. El
miedo de los marinos era el no
hallar un viento que facilitara el
regreso a la península. Hernan-
do, el hijo menor de Colón, escri-
bió sobre el pavor de la tripula-
ción y los rumores de amotina-
miento por esa causa. El almiran-
te desveló el sistema eólico del
Atlántico, no así el de la corrien-
te del Golfo, hasta que lo interpre-
tó Antón de Alaminos.
Más difíciles de descodificar
fueron los vientos del Pacífico,
por la inmensidad del océano.
Tres generaciones hubieron de
pasar desde la primera travesía
de Magallanes y Elcano en 1520
hasta que en 1564 Andrés de Ur-
daneta logró la odisea. Partió
desde Nueva España hasta Fili-
pinas y emprendió el tornaviaje
que los dejó en Acapulco: 11.000
millas, el viaje más largo docu-
mentado sin escalas. Cuatro me-
dra y el resto de madera, más rá-
pidos de construir y más eficaces
frente a los terremotos. Causó
asombro el puente de Puebla
(México), que en 1555 medía 25
metros de largo por 8,4 de ancho
y tenía tres arcos, el central era
de 4,15 metros de altura (ade-
más de un pasamanos de mam-
postería).
Fray Andrés de San Miguel
merece un párrafo aparte. Fue
arquitecto, ingeniero hidráulico
y geotécnico y su gran obra fue
el puente de Salvatierra, México:
era de cal y canto, con 14 arcos y
180 metros de largo, cuatro de
ancho, con pretiles, desagües y
troneras. Se construyó en seis
meses en 1652.
Rutas marítimas. Una de las
claves del primer gran imperio
global en tierra y mar fue encon-
trar las rutas que atravesaban el
Atlántico y el Pacífico. Había que
Los autores Felipe Fernández-
Armesto (1950) es catedrático de
Historia, doctor por la Universidad de
Oxford y autor de ensayos como ‘ Las
Américas’ y ‘Civilizaciones’. Manuel
Lucena Giraldo (1961) es investigador
del CSIC, profesor en numerosas
universidades y autor de ‘Naciones
rebeldes’ y ‘82 objetos que cuentan en
un país’. ‘Un imperio de ingenieros’
surgió en unas Jornadas Virreinales de
la Fundación Rafael del Pino en 2001
ses y ocho días tardaron con el
viento a favor. Lo curioso es que
Urdaneta había tomado parte en
el viaje de Magallanes–Elcano, se
ordenó sacerdote después y a los
52 años (y maltrecho) sólo consi-
guieron engañarlo para que de-
jara su enclaustramiento con el
señuelo de que el propósito del
viaje era el de evangelizar Filipi-
nas y no un fin comercial.
Las travesías se realizaron
gracias a la vela cuadrada, que
Colón utilizó en su primer viaje
desde que faenó en Canarias;
hasta entonces se usaba la vela
mixta. El casco de los galeones
cada vez fue más alargado y más
estrecho. Desde 1520 se supera-
ron las cien embarcaciones que
cursaron el Atlántico cada año.
Caminos. El Imperio Romano
fue el espejo en el que se miró la
pléyade de ingenieros españoles.
Fue el fraile Sebastián de Apari-
cio, que llegó a vivir 98 años, el
primer constructor de carros en
la Nueva España, fundamentales
en el transporte de la plata por el
llamado Camino Real de Tierra
Adentro, o Camino de la Plata,
que pasó de los 600 kilómetros
hasta unos 3.000 –partía desde la
Ciudad de México hasta Santa Fe
(Nuevo México, EEUU), con dos
destacados ramales.
Debe tenerse en cuenta que
al comienzo no había animales
de tiro, sólo llamas (en el sur),
que los desniveles eran amplísi-
mos y los caminos mayas esta-
ban abandonados. Pero hacia
1800 el virreinato de Nueva Es-
paña contaba con una red de
27.325 kilómetros, 19.720 sólo
para peatones y cabalgaduras y
7.605 para carromatos. La mejo-
ra de las vías se debió en parte a
la necesidad de lograr harina
procedente de los incipientes
Estados Unidos, mucho mejor y
más barata que la local.
Fortificaciones.La defensa de
las poblaciones se realizó a base
de baluartes y bastiones. El caso
de Cartagena (Colombia) es uno
de los más evidentes: sus mura-
llas tienen 7,62 metros de ancho
por 1,8 de profundidad y una al-
tura de 6,7 metros. Pero, afirman
los dos autores de este ensayo,
UN IMPERIO
DE
INGENIEROS
FELIPE FERNÁN-
DEZ-ARMESTO Y
MANUEL LUCENA
GIRALDO
Taurus. 480
páginas. 24,90
euros. Ebook:
12,99 euros.
10 LALECTURA
la identidad latinoamericana
tanto en los dominios america-
nos como filipinos se dio priori-
dad «a la defensa del comercio y
de las rutas de comunicación an-
tes que a los núcleos poblados».
El incentivo creció ante la gue-
rra con Inglaterra, iniciada en la
década de 1570 y, sobre todo,
tras los saqueos de Francis Dra-
ke. El ingeniero italiano Bautista
Antonelli se encargó de las de-
fensas de Puerto Rico, Cuba, Ve-
racruz y Panamá. En 1599 finali-
zó la construcción de 14 fuertes
en los puertos más
relevantes. Lima fue
amurallada a lo lar-
go de 11.700 metros
y hasta 11 de altura,
con plataformas de
fuego y 15 baluar-
tes. También se pen-
só en que los cam-
pos de trigo limítro-
fes estuvieran a
salvo. Desde 1776,
reinando Carlos III,
se creó el puesto de
«visitador general
de las fortificacio-
nes». El plan de ins-
pección y renova-
ción de los baluartes
corrió a cargo del
ingeniero militar
Agustín Crame y le
llevó tres años.
Puertos. Los inge-
nieros tuvieron que
cimentar bajo el agua
diques,muellesymu-
rallas, a base de ca-
jones flotantes relle-
nos de piedras que
se remolcaban y se
hundían. Veracruz
fue un puerto funda-
mental pues por él
pasaba la plata, cue-
ros, añil, lana, tintes,
maderas de las tierras de ultra-
mar, pero a la vez llegaba desde
la península vino, hierro, trigo y
aceite. Por su dársena circulaban
las nueve décimas partes del co-
mercio de Nueva España. La Ha-
bana, Puerto Cabello (Venezue-
la) y Montevideo fueron también
relevantes en las costas atlánti-
cas, mientras que Acapulco y Val-
paraíso fueron muy importantes
en las del Pacífico.
En 1555 se le-
vantó en Pue-
bla un puente
de 25 metros
de largo por
8,4 de ancho y
con tres arcos;
el central
medía 4,15
metros de alto
Canalización.Fernando el Ca-
tólico, ya en el segundo viaje de
Colón, ordenó que hubiera «uno
que sepa hacer acequias, que no
sea moro». Era necesario levan-
tar molinos, batanes, fábricas, ca-
nales, depósitos de aguas, acue-
ductos, así como drenar humeda-
les. La Ciudad de México, que es-
taba atravesada por decenas de
canales, sufrió al menos seis inun-
daciones entre 1553 y 1795. Se
construían cercas pero surgían
sumideros. En 1629 murieron por
una inundación 30.000 indígenas
y 400 españoles.
Hospitales.Si durante una ge-
neración murió un porcentaje al-
tísimo de nativos por el primer
contacto con los españoles, esto
se debió a las enfermedades más
que al exterminio, pues «a dife-
rencia de los ingleses en Améri-
ca del Norte, cuya economía po-
día prescindir de los nativos ame-
ricanos, los españoles los necesi-
taban», se comenta en el ensayo.
Los españoles sufrieron de mala-
ria, mal de altura, fiebres palúdi-
cas y venéreas. Vázquez de Espi-
nosa dice, en su Compendio y des-
cripción de las Indias occidenta-
les de 1627, que las poblaciones
con más de 300 españoles tenían
su hospital, en ocasiones finan-
ciados por las loterías. Para evi-
tar fricciones entre médicos lai-
cos, religiosos, curanderos e im-
postores se creó la figura del ins-
pector. El primero, Hernando de
Sepúlveda, llegó en 1537.
Viviendas.En toda América se
generalizó la construcción de ca-
sas con patio, pero en ciertos lu-
gares como Lima, que a comien-
zos del siglo XVII contaba con
cerca de 4.000 habitantes, había
mansiones con huerta o jardín
que incluían patios y galerías.
Además de casas con dos pisos
y balcones, también se constru-
yeron corralas de adobe, ladrillo,
madera y quincha: «Una estruc-
tura de madera trenzada con ca-
ñabrava y recubierta de barro que
poseía milagrosas (e imprescin-
dibles) propiedades antisísmi-
cas», se lee en el libro.
Las misiones. Los religiosos
no sólo diseñaron colegios, hos-
pitales e iglesias, también orga-
nizaron sistemas de irrigación y
suministro de agua. Velaron, a su
vez, sobre la sobreexplotación de
los indígenas, sobre todo los do-
minicos.
Las misiones de los jesuitas,
aún más en Paraguay, contaban
con calles empedradas y soporta-
les cuando se consideraban toda
una extravagancia, las aguas fe-
cales de las letrinas se desviaban
hacia riachuelos mediante com-
puertas y las poblaciones tenían
en su centro una plaza de 125
metros de lado, modelo que se
repetía siempre. De hecho se les
achacó la «inflexibilidad de un
modelo único». Los franciscanos
lograron en las zonas de San
Diego y San Francisco plantacio-
nes de trigo, uvas, cítricos y oli-
vos. En 1783 produjeron 22.000
toneladas de grano y en 1775 lle-
garon a tener 427 cabezas
de ganado en sus ranchos.
ARRIBA, PROCE-
SO DE PRODU-
CCIÓN DE TABA-
CO EN ORIZABA
(MÉXICO), HACIA
1785, Y PLANO DEL
GALEÓN NUESTRA
SEÑORA DEL MAR,
1695.ARCHIVO
GENERALDEINDIAS
910820048
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12 LALECTURA
Es difícil retratar a Gabriel Boric. Su imagen no se define todavía.
Esto puede deberse a su juventud, claro. O quizás su perfil borro-
so podría originarse en la inquietud del propio sujeto. En los doce
años de su meteórica carrera, Boric ha cambiado mucho de postu-
ra y de apostura. Hace apenas cinco años, el diputado del Frente
Amplio fustigaba a la centroizquierda gobernante y lucía un pei-
nado de estilo mohicano: entre sus parietales rapados un penacho
hirsuto le recorría el cráneo hasta la nuca. Luego, tras quedar se-
gundo en la primera vuelta de la elección presidencial chilena y
con un Parlamento desfavorable, el candidato Boric trocó sus men-
sajes radicales por otros casi socialdemócratas. Su peinado tam-
bién cambió: pelo cortito, con raya a un lado. En menos de un lus-
tro de luchas por el poder, el discurso de Boric y su imagen física
mutaron casi hasta lo irreconocible.
Lo que importa son las ideas y emociones que bullen dentro de
una cabeza, no el pelo que crece sobre ella. Pero Boric conoce el
valor de los símbolos. Cuando una periodista risueña le preguntó
por ese cambio notorio en su apariencia, nuestro actual presiden-
te le contestó: «Mi corte de pelo mohicano representaba mi rabia.
Pero después aprendí a canalizar esa energía para convertirla en
esperanza transformadora».
Boric confesaba que los cambios en su estilo responden a una in-
tención ideológica. Al político que aspira a triunfar le conviene en-
carnar –incluso en su aparien-
cia– la sensibilidad de sus parti-
darios. Aquel penacho de pelo
erizado expresaba la rabia de
muchos jóvenes chilenos indig-
nados ante las desigualdades so-
ciales. Con ese copete hirsuto Bo-
ric les decía: pese a mi origen
burgués y a mi estirpe inmigran-
te, yo soy como ustedes y estoy
listo para la lucha; juntos toma-
remos «el cielo por asalto».
La revuelta chilena de octu-
bre de 2019 fue protagonizada,
en parte, por unos jóvenes gue-
rreros parecidos a aquel «mohi-
cano». Armados con bombas
molotov quemaron estaciones
del Metro de Santiago, amén de
museos, diarios y bibliotecas,
mientras recibían los perdigonazos de la policía en sus torsos ta-
tuados y en sus ojos que varios perdieron. Boric apoyó decidida-
mente aquella revuelta. (Y llegado al poder retiró de inmediato las
querellas penales contra los acusados de esos desmanes). Sin em-
bargo, Boric también entendió que esa energía callejera debía «ca-
nalizarse» si querían aterrizar, aunque fuera parcial y gradualmen-
te, algunos pedazos del cielo que reclamaban.
Gabriel Boric ganó la Presidencia de la República de Chile pro-
clamando un reformismo gradualista. Su nueva postura incluyó a
sectores de la centroizquierda que gobernó Chile durante más de
dos décadas; muchos decidieron olvidar los desprecios recibidos
de aquel líder joven y sus seguidores cuando eran mohicanos. In-
cluso una parte del empresariado chileno fue tranquilizado por es-
te nuevo Boric que se presenta con los ademanes y hasta el traje
descorbatado de un joven pe-
queñoburgués, tan prudente que
hasta nombró algunos ministros
socialdemócratas.
Tanta metamorfosis ha gene-
rado inevitables desconfianzas.
Partes de su alianza (equivalen-
te en España a Unidas Podemos)
temen que el mohicano Boric se
haya convertido en un Tancre-
di, aquel protagonista juvenil de
la novela El Gatopardo. Tancre-
di pronuncia esa frase tan famo-
sa como cínica: «Si queremos
que todo siga como está, es pre-
ciso que todo cambie». Pero Bo-
ric enseguida desmiente ese «tan-
credismo» regañando al Rey de
España, actuando como un
AMLO del Cono Sur.
Otros, tanto en la centrodere-
cha como en la centroizquierda,
temen que el mohicano sólo ha-
ya hecho un repliegue tácti-
co. Boric se moderará duran-
te unos pocos meses mien-
tras termina su trabajo la
Convención Constitucional
donde tienen mayoría la iz-
quierda dura y la extrema
izquierda. Después, la nue-
va Constitución originará un
Parlamento rediseñado. En
él, escaños reservados para
algunas minorías y un Sena-
do tullido podrían asegurar
una hegemonía para los asal-
tantes del cielo. Si ocurre eso,
¿Boric mantendrá su recien-
te moderación?
Boric, que sabe cambiar
de posturas, podría seguir
haciéndolo. Es posible que
un presidente así de mudable sea
el líder inevitable para un país
que está borrando su sistema po-
lítico y aún no pinta otro. El re-
trato borroso de Boric expresa
esta nueva inestabilidad de Chi-
le. En él vemos nuestra propia
imagen temblorosa, reflejada so-
bre el espejo de agua de es-
ta modernidad líquida.
Carlos Franz es escritor chileno, autor
de Almuerzo de vampiros y Si te vieras
con mis ojos, ambos en Alfaguara
Boric,
retratoborroso
por
Carlos
Franz
GABRIEL BORIC
CELEBRA SU
VICTORIA EN LAS
ELECCIONES
DE 2021.
MARTINBERNETTI/AFP
tribuna
En menos de
un lustro de
luchas por el
poder, el
discurso del
nuevo presi-
dente de Chile
y su imagen
física muta-
ron casi hasta
lo irreconoci-
ble, de “mohi-
cano” rebelde
a pequeñobur-
gués apacible.
Tanta meta-
morfosis ha
generado
inevitables
desconfianzas
Exposiciones muy cerca de ti
Hasta diciembre 2022
Red Itiner
#Expo_RedItiner
comunidad.madrid/cultura
14 LALECTURA
Asimov:robots
asesinos,naves,
psiquiatrasy
otrasnoticias
delfuturo
Enel30aniversariodelamuertede
IsaacAsimovellegadodelgrannovelista
yensayistailuminaunpresentedeudor
desusrotundasvisionestecnológicas
ysuconfianzaenelprogresocientífico
Chernobyl) en el papel de Hari
Seldon, el matemático capaz de
acertar como profeta los grandes
procesos sociales mediante algo-
ritmos y cálculos probabilísticos.
El pelotazo de la televisión ha si-
do criticado por inocular testoste-
rona en unas tramas originales
infinitamente más cerebrales.
Tampoco sorprende constatar
que Asimov sufre el mismo desti-
no que las series de otro maestro
de la ciencia ficción filosófica,
Gene Roddenberry, cuya Star
Trek conoció la ignominia de in-
tentar convertirla en una soap
opera para el cine tipo Star Wars.
Veinte años después de idear
la psicohistoria, en 1964, con
ocasión de la feria universal de
Nueva York, Asimov escribió un
artículo en The New York Times
donde pronosticaba para 2014 la
existencia de ventanas polariza-
das, coches no tripulados, un par
de plantas experimentales de fu-
sión nuclear, paneles solares y te-
léfonos con pantalla que podrían
usarse «no sólo para ver a las
personas a las que llama, sino
también para estudiar documen-
tos y fotografías y leer pasajes de
libros». También alertaba sobre
los peligros de la superpobla-
ción, aunque estimaba que el de-
sarrollo traería un énfasis en las
políticas de control de la natali-
dad, la automatización del traba-
jo, que dejaría a parte de la hu-
manidad sin nada que hacer, y
de una explosión de las enferme-
dades mentales, con el consi-
guiente auge de la psiquiatría,
que según vaticinó sería la profe-
sión con más futuro en las pos-
trimerías del siglo XX y las pri-
meras décadas del XXI. Los lo-
queros y los químicos ejercerían
de nuevos Midas, enriquecidos
por una humanidad a la que em-
pezaría a írsele la olla entre bos-
tezos y falta de empeños.
Las leyes de la robótica.En
su papel de pronosticador, Asi-
mov también escribió sobre la
hipótesis de unos robots no só-
lo capaces de matar personas,
sino de decidir a quién, cómo y
cuándo. Emancipados de los se-
res humanos que los crearon. Pa-
ra evitar el peligro de autómatas
homocidas el escritor estableció
las tres leyes de la robótica. Unas
normas, grabadas a soplete en
el cerebro de silicio de la máqui-
na, que fija en Runaround, de
1942: «Un robot no hará daño a
un ser humano ni, por inacción,
permitirá que un ser humano su-
fra daño»; «un robot debe cum-
plir las órdenes dadas por los se-
res humanos, a excepción de
aquellas que entren en conflicto
con la primera ley»; «un robot
debe proteger su propia existen-
cia en la medida en que esta pro-
tección no entre en conflicto con
la primera o con la segunda ley».
Posteriormente introdujo una
posdata: «Un robot no puede da-
ñar a la humanidad o, por inac-
ción, permitir que la humanidad
sufra daños».
Lejos de esas reglas áureas, la
enloquecida Rusia de un
Kremlin neoimperalista podría
habernos situado cerca de un
presente donde salten por los
aires. Moscú presume de haber
usado en Ucrania robots asesi-
nos, capaces de seleccionar y
aniquilar sus propios objetivos
sin necesidad de que intervenga
un ser humano. La posibilidad
de que la inteligencia artificial
Cumple 30 años en
la muerte Isaac
Asimov, químico
estadounidense, hijo de rusos
exiliados en los años 20, claustro-
fílico y grafómano, autor de 500
libros entre novelas, cuentos y
ensayos, entre otros Yo, Robot.
En 1941 concibió la psicohistoria,
que permitía avizorar el futuro de
grandes masas de población, y
que sería la base de su serie de
novelas La Fundación, donde na-
rra la historia de un imperio ga-
láctico que sirve como espejo y
advertencia de la peripecia hu-
mana. La obsesión predictiva,
con inevitables toques historicis-
tas, tenía todo su sentido en un
mundo espantado por el avance
de la Wehrmacht de Adolf Hitler,
lanzada en la operación Barba-
rroja a las puertas de Leningrado.
Tras el final de la II Guerra Mun-
dial, con el desarrollo de las ar-
mas nucleares, nacería la psico-
sis por evitar el Apocalipsis ató-
mico, cuyo resplandor, merced al
autócrata Vladimir Putin, vuelve
a imantar nuestras pesadillas.
Hoy Fundación ha engendrado
una serie de Apple TV
, protagoni-
zada por Jarel Harris (Mad men,
TRILOGÍA DE
LA
FUNDACIÓN
DeBolsillo.
904 pp
Traducciónde
Pilar Giral Gorina
14,96 euros.
GUÍA DE LA
TIERRA Y EL
ESPACIO
Ariel. 288
páginas.
Traducciónde
Vicente
Villacampa
18,90 euros.
ciencia y ficción
por JULIO
VALDEÓN
YO, ROBOT
Edhasa
352páginas.
Traducciónde
Manuel Bosch
Barret
13euros.
LALECTURA 15
(IA) sea incontrolable ya fue
pronosticada en 2015 por más
de 1.000 expertos en robótica,
científicos y empresarios, cuan-
do firmaron una carta donde
pedían su prohibición: «La tec-
nología de IA», dijeron entonces
Stephen Hawking, Elon Musk,
Steve Wozniak, Jaan Tallinn
(cofundador de Skype) y Demis
Hassabis (Google DeepMind),
«ha llegado a un punto en el
que su despliegue será factible
en unos años, y nos jugamos
mucho: las armas autónomas
han sido descritas como la ter-
cera revolución en la guerra,
después de la pólvora y la ener-
gía nuclear». Y Rusia no estaba
sóla: sólo entre 2016 y 2020 Es-
tados Unidos habría destinado a
tal fin más de 18.000 millones
de dólares. Otroa países impli-
cados son Reino Unido, Israel y
Australia.
Como explicó Ronald Arkin,
científico del Georgia Institute
of Technology, al periodista
Piers Bizony, la clave es desa-
rrollar «un gobernador ético pa-
ra armas autónomas, con pro-
gramación basada en derecho
internacional y práctica militar
adecuada». De momento, desa-
rrollar una máquina dotada de
autonomía moral queda lejos de
nuestras capacidades. Los cien-
tíficos hablan de la caja negra:
la moderna IA improvisa gra-
cias a que previamente recibe
grandes cantidades de datos.
Pero roza lo utópico saber cómo
se procesa ese big data y, por
tanto, corregir o anticipar posi-
bles errores. En palabras del
profesor Yavar Bathaee en el
número de primavera de 2018
del Harvard Journal of Law &
Technology: «No existe una for-
ma sencilla de trazar el proceso
de toma de decisiones de estas
complejas redes de neuronas
artificiales». De hecho, puede
que sea imposible. «Las implica-
ciones de nuestra incapacidad
para comprender el proceso de
toma de decisiones de la IA»,
añadió, «son inmensas en el ca-
so de las pruebas de intención y
causalidad».
Unoptimistairredento.Asi-
mov creía en las bondades del
progreso. Estaba convencido de
que lograríamos imponernos a
cualquier contratiempo fruto del
crecimiento tecnocientífico. «El
nihilismo del cyberpunk puede
encajar mejor el mundo real ac-
tual que la visión utópica de Asi-
mov», escribió en su obituario,
en 1992, John Markoff, autor de
libros como Machines Of Loving
Grace: The Quest for Common
Ground Between Humans and
Robots, «pero estoy seguro de
que en el corazón de todos no-
sotros, científicos, ingenieros, es-
critores y otros, que estuvimos
profundamente influenciados
por su trabajo, existe la esperan-
za de que la visión de Asimov sea
la correcta».
El niño que devoraba histo-
rias gracias a los quioscos que
levantó su padre, Judah, en East
New York, Ridgewood y en el
174 de Windsor Place, acunado
entre periódicos, novelas pulp y
chucherías, soñaba con robots y
estrellas, convencido de que las
mismas herramientas que
hieren pueden salvarnos.
ISAAC ASIMOV,
EN 1970. BETTMANN
16 LALECTURA
José Hierro llena-
ba colegios, aulas
de Universidad,
centros culturales.
Nadie quería per-
derse los recitales
de aquel hombre
de aspecto sencillo, voz grave, ma-
nos enormes, calva brillante y un
cigarrillo entre los dedos.
Aparecía en manga corta o
con un gabán y la antología de
Visor en la mano como todo
equipaje. Al acabar el acto, el
público le pedía «¡otro, otro!»,
como si fuera Leonard Cohen.
Nunca faltaba Réquiem, ese
poema reportaje (así llamaba a
la poesía testimonial): «Manuel
del Río, natural/ de España, ha
fallecido el sábado/ 11 de mayo,
a consecuencia/ de un accidente.
Su cadáver/ está tendido en
D’Agostino/ Fueneral Home.
Haskell. New Jersey/ Se dirá una
misa cantada/ a las 9.30m en St.
Francis...». Seguían unos segun-
dos de silencio y luego los aplau-
sos tronaban. Más tarde llegaba
Alucinación («Amanece. Descal-
zo he salido a pisar los caminos,/
a sentir en la carne desnuda la
escarcha»). O Reportaje («Desde
esta cárcel podría/ verse el mar,
seguirse el giro/ de las gaviotas,
pulsar/ el latir del tiempo vivo»).
Pero con Vida llegaba la apoteo-
sis. Muchos lo repetían en silen-
cio mientras él lo iba desgranan-
do con aquella hondura tan su-
ya: «Después de todo, todo ha
sido nada,/ a pesar de que un
día lo fue todo...».
Para José Hierro (Madrid,
1922-2002) vida y poesía se ali-
mentaban. Escribió siempre,
aunque hubo dos paréntesis que
inquietaron a sus seguidores: los
27 años entre Libro de las
alucinaciones (1964) y Agenda
(1991), y los siete entre éste y
Cuaderno de Nueva York, con el
que logró un reconocimiento y
popularidad hoy difícil de enten-
der. A él no parecían importarle
esos silencios: «La poesía se
escribe siempre que ella quiere,
no cuando uno quiere». Hierro
escribía a diario, otra cosa es
que le convenciera. Cuando es-
taba en Madrid se acercaba an-
dando hasta el bar La Moderna,
en la avenida Ciudad de Barce-
lona, y ajeno a las máquinas tra-
gaperras y la chavalería sacaba
su carpeta con gomas azul reto-
caba y retocaba poemas junto a
una palomita de anís hasta que
se hacía la hora de comer.
“Un instante salvado”. El
ideario de Hierro hay que rastrear-
lo entre sus frases:
– «El poema es un instante sal-
vado del olvido».
– «Yo buscaba equilibrio, ri-
gor sin estridencias, donde las
palabras no fuesen bonitas
sino convincentes».
– «Tenía ante mí a la genera-
por MANUEL
LLORENTE
El 3 de abril se cumplirán cien años del nacimiento
de uno de los poetas más admirados. Como sus
versos, fue leal y comprometido con el vuelo de
la imaginación y con la minucia de lo cotidiano
Vida, misterio
y emoción en
José Hierro
“EL RITMO DE
UN POEMA
ESTÁ EN SU
EQUILIBRIO”
Así explicó
Hierro cómo se
‘cocinaba’ un
poema en 1998,
cuando se editó
‘Cuaderno de
Nueva York’:
“Vas al merca-
do y compras
un pescado
cojonudo y lo
dejas en el
frigorífico:
eso es la
inspiración. Y
un día tienes
hambre, y te
dices ‘voy a ver
qué me hago’.
La elaboración
es la cocina,
aunque te salga
mal. ¿Y el
ritmo? Sería el
punto del plato,
equilibrar el
calor, saber que
tal ingrediente
lo estás
echando en su
momento
oportuno»,
comentó a este
periodista.
Como sin darle
importancia
fotografía
de CARLOS
MIRALLES
ción del 27, deslumbradora.
Pero esa poesía me parecía un
lujo inaceptable. Quería hacer
algo más real, más próximo a
la vida».
– «Lo jodido es no saber dón-
de quieres ir».
– «Nunca sabes si has dicho
lo que querías o no. Pero llega
un momento que dices: no lle-
go a más».
– «El poema tiene sonido y
sentido. El sonido es eso que
puede ser muy claro para la
sensibilidad, pero muy oscuro
para la razón».
– «La herramienta del poeta
es la palabra, y la materia pri-
ma, la palabra».
José Hierro, siempre ligado a
Santander, apenas empezó a
estudiar peritaje porque el gol-
pe de 1936 todo lo desbarató.
Acusado de pertenecer a una
red clandestina de ayuda y so-
corro a los presos, fue encarce-
lado desde septiembre de 1939
(tenía 17 años) hasta enero de
1944. Pasó por siete penales.
«No tuve intención de ocultarlo
ni de contemporizar con el régi-
men franquista. Simplemente
me parecía una ordinariez de-
clarar ‘le voy a contar lo que he
sufrido’… Me parecía patético»,
dijo en 1991 en una entrevista.
Trabajó vendiendo libros a do-
micilio, en una librería de viejo,
colaboró en un diccionario mito-
lógico (se inventó algunos dioses
cuando se le acabó la lista), pasó
por la Editora Nacional, el Minis-
terio de Información, el archivo
de Radio Nacional, ganó una be-
ca de la Fundación Juan March y
fue reconocido con los premios
más destacados: el Adonáis en
1947 por Alegría, en 1957 el de la
Crítica por Cuanto sé de mí, de
nuevo ese galardón en 1964 por
Libro de las alucinaciones, en
1981 el Príncipe de Asturias y el
Cervantes en 1998. Por el cami-
no, más libros: Con las piedras,
con el viento (1950), Quinta del
42 (1953), Agenda (1991) y Cua-
derno de Nueva York (1998).
«Sin haber sido un outsider
con respecto a las tendencias
dominantes en su tiempo, el mé-
rito de Hierro reside en haberlas
asumido con autenticidad y me-
sura», ha escrito de él Guillermo
los
Libros 100 años del autor de ‘Requiem’
LALECTURA 17
Lo primero que hacía al abrir los
ojos era encender la radio. Se
rasuraba los pelillos que aún se
atrevían a asomar por la retaguar-
dia de su cráneo privilegiado. Se
afeitaba y se untaba la cara y la
cabeza con crema Nivea, la azul,
el olor de mi infancia.
Si estábamos en Nayagua, la
casita que él mismo construyó en
los cerros de Chinchón, bajaría a
cavar a la viña, descamisado y con
los pantalones caídos. Se fumaría
un cigarro escondiéndose de mi
abuela y al subir pondría de nuevo
la radio escuchando el concierto de
turno mientras saboreaba el vino
de la cosecha del año anterior, que
cada septiembre daba un par de
miles de litros que apenas alcanza-
ban al año siguiente.
Si era verano estaríamos en
Santander y bajaría a dar clases a
la UIMP con una pequeña hoja de
hiedra enganchada al ojal de la
camisa. A la vuelta traería flores
y después nos iríamos a la playa;
al Camello o la Primera. En El
Camello cogeríamos lapas o erizos
de mar. A veces los abríamos allí
mismo, en las rocas, los comíamos
y devolvíamos los restos al agua.
De todas las cosas que echo de
menos, lo que más añoro es su
ternura, su manera de explicarme y
compartir el mundo, agarrarnos las
manos y apretarlas para que no
hagan falta palabras. Echo de
menos sus ojos, su ingenio, su risa
y cómo se acariciaba con sus
enormes y portentosas manos la
calva para luego apoyar los dedos
índice y anular en su bigote. Y su
voz. Cada vez que le leo puedo oírle
recitando y es como si nunca se
hubiera ido, como si siguiera aquí,
eterno, a mi lado. Solo hay Todo
después de él, nada de Nada.
Tacha Romero es nieta del poeta y dirigió
la Fundación Centro de Poesía José Hierro
Sumodo
decompartir
por Tacha
Romero
Carnero, uno de los nueve noví-
simos de Castellet y en las antí-
podas estéticas de Hierro. Se le
solía incluir en la llamada poesía
social, sin que él estuviera de
acuerdo. No fue un compañero
de viaje de poetas como Gabriel
Celaya, él tenía otro vuelo.
¿‘Entender’ un poema? Así
se aprecia en su evolución: los
libros fueron adquiriendo una ma-
yor complejidad, más misterio.
«A veces creemos que hay que
entender un poema racionalmen-
te y eso es una tontería», dijo a
este periódico en 1998. «Cuando
un grandísimo poeta como Ma-
chado dice ‘en el umbral de un
sueño’... Vamos a ver: ¿los sue-
ños tienen umbral? ¿Qué quiere
decir, en duermevela? Eso son
chorradas, racionalizaciones. El
tema es: aquello funciona o no».
Fue un poeta siempre conven-
cido de la necesidad de la escri-
tura..., al menos para sí mismo.
Ya lo apuntó en el poema Fe de
vida: «Pero estoy aquí. Me mue-
vo,/ vivo. Me llamo José/ Hierro.
Alegría (Alegría/ que está caída
a mis pies)./ Nada en orden. To-
do roto,/ a punto de ya no ser./
Pero toco la alegría,/ porque
aunque todo esté muerto/
yo aún esoy vivo y lo sé».
18 LALECTURA
Versosyrecuerdos
dePepeHierro
100 años del
autor de ‘Réquiem’
LOPE[1]. LA NOCHE.
MARTA[2]
He abierto la ventana. Entra sin hacer ruido
(afuera deja sus constelaciones).
«Buenas noches, Noche».
Pasa las páginas de sombra
en las que todo está ya escrito.
Viene a pedirme cuentas.
«Salí al rayar el alba –digo–.
Lamía el sol las paredes leprosas.
Olía a vino, a miel, a jara»
(Deslumbrada por tanta claridad
ha entornado los ojos).
La llevan mis palabras por calles, ascuas, no lo sé:
oye la plata de las campanadas.
Ante la puerta de la iglesia
me callo, me detengo –entraría conmigo
si yo no me callase, si no me detuviera–;
yo sé bien lo que quiere la Noche;
lo de todas las noches;
si no, por qué habría venido. [...]
de Agenda (1991)
Pepe Hierro es el poeta con el que más he
coincidido haciendo bolos y llegamos a ser
grandes amigos. Al principio, yo era una
veinteañera intimidada por el temperamento
explosivo del gran poeta, que rebosaba
vitalidad, y por su humor salvaje y provocador.
Su talla humana era inmensa, tanto como su
talento poético, pues era generoso y
compasivo, aunque esto último lo encubría,
pues su sensibilidad estaba llena de pudor.
Con estas pinceladas ni siquiera me aproximo
a describir cómo era José Hierro Real, un
hombre que parecía de hierro y era de oro.
EL PASAPORTE
Poco más de 17 años tenía cuando comencé a asistir, lleno
de vergüenza y turbación, a la tertulia literaria que en el
Ateneo de Madrid dirigía José Hierro. Allí estaban
Bousoño, Brines, Gerardo Diego, y otros muchos maestros.
Pocos años después, en la Feria del Libro, escuché que
Hierro estaba firmando ejemplares y le pedí, con rubor de
que me reconociera, que me firmara uno. Era Librodelas
alucinacionesy la dedicatoria: «Para Jesús con el deseo de
que la poesía le siga tentando». Elpasaporte mezcla con
maestría imaginación y realidad, y expresa que el lamento
por los años perdidos se puede transformar en belleza.
DESAFÍO EN VALENCIA
¡A mí vais a decirme
a qué suenan las escolleras
pulsadas por las olas;
qué es lo que canta el cielo
tras su concertación de transparencias;
qué aromas llevan las embarcaciones
a donde no florece el limonero!
¡A mí vais a decírmelo!
¡A mí vais a decirme
que no es la luz que emana de los cuerpos
el origen del mediodía!
Y aquellos nombres –Carolina,
Azucena, Jacinta–,
¡a mí vais a decirme
si fueron nombres de mujeres, barcas
flores! ¡Como si yo no lo supiera,
como si hubiese yo olvidado
qué, quiénes fueron esas sombras
que daban vida a estos espacios mágicos!
¡A mí vais a decírmelo!
Pepe vivió con mucho gozo Valencia, quedó
deslumbrado con este paisaje y esta historia a
pesar del barullo que le impuso la felonía
franquista. En aquel viaje a La Habana que hice
con él pude sorprenderle más de una vez gara-
bateando versos reservados que serían estos.
BLANCA ANDREU
CHUS VISOR
«Tienes estrellas en la frente»,
me hubieran dicho hace unos años gentes desconocidas,
rostros que no he de conocer jamás.
No sé por qué se me ha ocurrido
esto de las estrellas, ni qué quiere decir.
(Habré de recordarlo mañana, cuando sea de día). Y otra idea
que viene y va: es un símbolo,
más bien un argumento para un cuento vulgar.
Tiene que ver con un caballo de cartón y un niño.
(Cuando despierte de la fiebre, al terminar el viaje,
veré que es tema propio para un cuento
con fondo de sonajas, panderos y rabeles.
Un argumento que ya ha sido escrito
cientos de veces, enternecedor, vulgar,
folletinesco). Un niño que soñaba
con un caballo que no tuvo.
Y cuando se hizo hombre lo compró
para vengarse de los años. [...]
de Libro de las alucinaciones (1964)
FERNANDO DELGADO
FUNDACIÓN
CENTRO
DE
POESÍA
JOSÉ
HIERRO
LALECTURA 19
Cuando se cumplen 100 años de la muerte del poeta, cinco amigos
(Blanca Andreu, Luis Alberto de Cuenca, Fernando Delgado, Fanny
Rubio y Chus Visor) escogen uno de sus poemas y comparten viven-
cias, anécdotas y memorias que ilustramos con tres dibujos del autor
1
Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.
Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía).
Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.
Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.
de Alegría (1947)
Alegría inaugura la vivencia central
de José Hierro sometida a
circunstancias históricas que lo
zarandearon vitalmente. Su música
recuerda los sonetos de Lope de Vega
y se ilumina con símbolos
juanramonianos y tonalidades de
Dostoievski y Proust. El poeta que
nos habla sobrevive en la palabra
como experiencia invocativa,
repitiéndose como un estribillo en
importantes poemas posteriores.
EL MUERTO
Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura. [...]
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
de Alegría (1947)
Con Alegría Hierro obtuvo el Adonáis de 1947. Lo he releído
una vez más y he comprobado que conserva la frescura juvenil
con que fue escrito, nos da una idea del dominio abrumador
que el entonces jovencísimo Pepe tenía de la métrica castellana
y hasta de los ritmos grecolatinos basados en sílabas largas y
breves, lo que siempre he admirado en él. Elmuertoes un
poema que juega con los conceptos de alegría y de muerte,
algo profundamente original. Es, además, un poema muy
emocionante, muy tierno, enormemente cómplice con el lector.
FANNY RUBIO
LUIS ALBERTO DE CUENCA
FUNDACIÓN
CENTRO
DE
POESÍA
JOSÉ
HIERRO
FUNDACIÓN
CENTRO
DE
POESÍA
JOSÉ
HIERRO
20 LALECTURA
Detrásde‘CuadernodeNuevaYork’late
larelaciónamorosaqueelpoetaman-
tuvoconlaprofesoraDorisR.Schnabel
por MANUEL
LLORENTE
ba divorciada de un hombre ale-
mán, de ahí el apellido.
La relación se prolongó du-
rante cinco años tanto en Nue-
va York como en Madrid. Una
vez terminado el idilio, mantu-
vieron un trato amistoso hasta
el final de la vida del poeta. Hie-
rro escribió «largas cartas», al-
gunas de las cuales Schnabel
destruyó, otras las guardó y otras
las conserva su hermana en Puer-
to Rico. Doris Raquel Schnabel
había escrito una tesis de licen-
ciatura en inglés, El poeta pas-
tor: Fernando de Herrera y la tra-
dición lírica pastoral en el pri-
mer siglo áureo. Tras la ruptura
publicó en España el libro de
poemas Mujer de piedra y agua
(Ediciones Torremozas) en 2002.
Actualmente vive en Liverpool
(Gran Bretaña).
«Pepe era un poeta que respe-
taba y quería enormemente a su
mujer, Angelines, y a su familia
y por ello nunca rompió con ella.
A pesar de todo era muy enamo-
radizo y tuvo múltiples amantes»,
afirma Dionisio Cañas, autor de
la edición en Cátedra de Libro de
las alucinaciones.
«Doris era una gran amante de
la música clásica, tocaba el piano
que tenía en su apartamento, don-
de Pepe se quedaba con ella du-
rante sus estancias en Nueva York.
Los poemas de Cuaderno de Nue-
va York en los que aparece la mú-
sica están relacionados con pie-
zas que escuchaban juntos. Cuan-
do en el poema Baile a bordo ha-
bla de la cantante Mahalia Jackson
es porque en un bar del puerto de
la ciudad oyó cantar a una can-
tante negra en vivo».
José Hierro no entendió aque-
lla sorpresa del libro. «No sé qué
les ha dado con él. El anterior
[Agenda, 1991] era igual de bue-
no y no le hicieron caso», recuer-
da Munárriz que decía Hierro. El
poemario tuvo también su
versión en braille.
JOSÉ HIERO Y DORIS RAQUEL
SCHNABEL EN NUEVA YORK
EN 1991/2. DIONISIO CAÑAS
«Me estoy muriendo a chorros»,
dijo José Hierro al editor Jesús
Munárriz en una entrega de pre-
mios. «Tengo un libro que quie-
ro sacar antes de que me mue-
ra y quiero que lo publiques».
El libro del que hablaba Hierro
era Cuaderno de Nueva York,
lo editó el sello Hiperión en 1998
y fue, efectivamente, su último
poemario. Jesús Munárriz dice
ahora que llegaron a venderse
entre 15.000 y 20.000
ejemplares.
Pero el libro encierra
un secreto. Hierro des-
liza en él la relación que
mantuvo con Doris Ra-
quel Schnabel, a quien
conoció en el aparta-
mento del crítico y
profesor de origen cu-
bano José Olivio Ji-
ménez en Nueva York
en la primavera de 1991. Dioni-
sio Cañas, poeta, profesor y com-
pañero de Jiménez, fue testigo
de los primeros pasos del affai-
re, que cuenta ahora a La Lectu-
ra, días antes de que lo haga pú-
blico el 27 de abril en un debate
en Espacio Mercado de Getafe.
Ya la dedicatoria del libro su-
giere algo: «A José Olivio Jimé-
nez porque en su casa fraterna
–West Side, 90 Street– cercana al
Hudson se me apareció mágica-
mente la ciudad de Nueva York».
Doris Schnabel era por enton-
ces profesora de español en una
universidad de Manhattan. Tenía
cerca de 60 años y Hierro 71,
«aunque con una vitalidad des-
bordante y un entusiasmo sin fi-
suras», según Cañas. Doris esta-
‘Ensonde
despedida’
abordaelfinal
del‘affaire’
entreelpoeta
ylaprofesora,
ycuyos
primeros
versos
manuscritos
aparecenenla
imagen
superior.“He
vividodías
radiantes/
graciasati”,se
puedeleer
líneasdespués
EL FINAL DEL
‘AFFAIRE’ EN
UN POEMA
No vine solo por decirte
(aunque también) que no volveré nunca,
y que nunca podré olvidarte.
Emprendo la tarea
(imposible, si es que algo hay imposible)
de racionalizar, interpretar, reconstruir y desandar
aquellas fábulas y hechizos
que gracias a ti fueron realidad [...]
EN SON DE DESPEDIDA
100 años del
autor de ‘Réquiem’
El secreto
neoyorquino
de Hierro
FUNDACIÓN
CENTRO
DE POESÍA
JOSÉ HIERRO
15 26 de junio
del
al
de 2022
Dirección musical
José Miguel Pérez-Sierra
Dirección de escena
Alfredo Sanzol
Teatro de la Zarzuela
Música
Francisco Asenjo Barbieri
El Barberillo
de Lavapiés
5 22 de mayo
del
al
de 2022
Dirección musical
Lucas Macías
Dirección de escena
Emilio Sagi
Teatro de la Zarzuela
Música
Manuel Penella
Don Gil
de Alcalá
1 10 de abril
del
al
de 2022
Dirección musical
Guillermo García Calvo
Dirección de escena y escenografía
Paco Azorín
Teatro de la Zarzuela
Música
Isaac Albéniz
The
Magic Opal
22 LALECTURA
Andrés López El mexicano
acaba de alzarse hace unos
días con el 12º Premio
Internacional de Ilustración
ninos valientes. Valores en sí mis-
mos positivos que, en ocasiones,
le restan vida al conjunto y nos
hacen extrañar el libro leído y,
sobre todo, escrito por el puro -
goce de divertir y conmover.
Concluimos, pues, que los ni-
ños leen pero el último informe
de la Fundación Germán Sán-
chez Ruipérez Jóvenes y lectura
(2022) nos advertía de que esta
alentadora tendencia se desplo-
ma cuando los chicos cumplen
los 14. Ya en los años 60 el genial
Gianni Rodari nos advertía con
mucha sorna en Escuela de fan-
tasía (Blackie books) sobre las
variopintas formas de que el niño
odie los libros. Véanse el con-
frontar el libro con la televisión
(sustitúyase por pantalla, table-
ta…), decirle que las generacio-
nes anteriores leían más, no com-
partir la lectura en voz alta o sen-
cillamente, entenderla como una
obligación. Una reflexión para
que, en definitiva, se contemple
tanto el «Enseñar a aprender»
como el «aprender a enseñar».
Pero ¿por qué dejan de leer los
jóvenes? La adolescencia es tiem-
po de cambios y si, al hecho de
estar hiperconectados a las pan-
tallas y redes sociales le suma-
La literatura infantil avanza con
paso firme. No solo lo avala el úl-
timo barómetro sobre hábitos de
lectura publicado por el Gremio
de Editores (FGEE) sino que se
aprecia en los catálogos de gran-
des y pequeñas editoriales que si-
guen ampliando esfuerzos, colec-
ciones y títulos dedicados a los
más pequeños. Llegamos a esta
nueva celebración del Día Inter-
nacional del Libro Infantil y Juveil
que cada 2 de abril recuerda el na-
cimiento de Hans Christian An-
dersen con la industria trabajan-
do a toda máquina. Frente a la edi-
Mientraslaliteraturainfantilbaterécords
deventas,adeterminadaedadesefuror
lectordecae.ConmotivodelDíadela
LiteraturaInfantilyJuvenil–el2deabril–
nospreguntamosporestacontradicción
por CECILIA
FRÍAS
ción en línea de 2021, la Feria del
Libro Infantil de Bolonia ha vuel-
to a su formato presencial; la ma-
yor cita del sector donde se aca-
ba de negociar quiénes serán los
nuevos héroes infantiles, por qué
lecturas apostarán los editores y
qué géneros triunfarán en unos
meses sobre las mesas de nove-
dades. El papel se mantiene incó-
lume como soporte rey y, en cuan-
to a contenidos, criaturas fantás-
ticas e historias con mensajes que
ayudan a reconocer emociones,
educan en la tolerancia y son pro-
tagonizadas por personajes feme-
día del libro infantil y juvenil
¿Porquédejan
deleerlosjóvenes?
LALECTURA 23
Bologna Children’s Book Fair-Fundación SM. Este galardón, concedido en la prestigiosa feria
italiana dedicada a la ilustración del libro infantil y dotado con 15.000 dólares, conlleva también
la creación de un álbum ilustrado que será editado por SM y presentado en la Feria del Libro
Infantil y Juvenil de Bolonia de 2023. Bajo estas líneas puede verse una de sus ilustraciones
Con más de 50
años de expe-
riencia, la
Feria del Libro
Infantil y
Juvenil de
Bolonia,
celebrada en
2022 entre el
21 y el 24 del
pasado marzo,
es el mayor
evento
mundial del
sector. En cada
edición reúne
a más de 1.400
expositores,
consiguiendo
unos 30.000
visitantes
de más de
80 países
EL TEMPLO
DEL LIBRO
INFANTIL
Y JUVENIL
tas cuestiones se contemplan en
la LOMLOE para darle una nue-
va perspectiva a la asignatura de
Lengua y Literatura) colegios e
institutos aúnan fuerzas para
promover la lectura en el aula, ta-
lleres que permitan comentar las
obras, recitales poéticos o en-
cuentros con escritores.
Estos mismos retos son anali-
zados por Paulo Cosín en Para
qué leer (Morata), donde plantea
la necesidad de un pacto social
que promueva la lectura entre los
jóvenes implicando a los distin-
tos agentes del sector del Libro:
del escritor y el editor, al librero,
el profesor, el bibliotecario, la fa-
milia o los medios que tienen el
poder de transmitir una imagen
positiva y actual sobre el libro.
Merece la pena involucrarse
en esta cadena de acciones para
que los jóvenes descubran
el placer de la lectura.
mos la inmediatez de lo digital
frente al esfuerzo de concentra-
ción que implica el libro, el mis-
terio se va desvelando. El que lee
se aísla de la realidad para aden-
trarse en otro mundo, una baza
que jugó en positivo durante los
tiempos del confinamiento (mu-
chos de los jóvenes encuestados
reconocieron el refugio de la lite-
ratura en los meses de encierro).
Y sin embargo, este acto de in-
trospección resulta ahora disua-
sorio porque muchos adolescen-
tes necesitan de la comunidad di-
gital para compartir en tiempo
real cada una de sus actividades.
A todos nos faltan horas. En
esta edad la carga académica
crece y la lectura se arrincona
dentro de las opciones de ocio. Si
en los primeros años fueron los
padres los que no escatimaron el
gasto en cuentos para sus hijos,
ahora el joven decide cuáles se-
rán sus lecturas. Un cambio que
afecta tanto al canal (el consumo
en línea expande sus redes) co-
mo al prescriptor, pues el librero
deja entonces de ser el principal
consejero frente la figura de los
blogueros o booktubers.
El entorno escolar es otro es-
cenario más a tener en cuenta
cuando nos replanteamos cómo
acercar la literatura a los adoles-
centes. ¿Hay que seguir enseñan-
do el canon de nuestras letras
con la cronología y la nacionali-
dad como hoja de ruta o podría-
mos mostrar la interrelación en-
tre distintas artes de una época?
¿Acaso no transmiten una mis-
ma mirada mediante distintos
lenguajes? También es cuestio-
nable si se debe adaptar a los clá-
sicos para una primera toma de
contacto o es una forma de de-
turpar el texto original. Más allá
del debate actual (parece que es-
24 LALECTURA
día del libro infantil y juvenil
Alma
elefante
de
Andrea Maceiras
Ilustraciones de Jordi Solano
Alma
elefante
de
Andrea Maceiras
Ilustraciones de Jordi Solano
Algunos tesoros
tienen cuatro
patas
P
R
E
MIO AN
A
Y
A
P
R
E
MIO AN
A
Y
A
IN F A N TIL
2022
2022
Andrea Maceiras (A Coru-
ña, 1987) ha sido reconoci-
da con el último
Premio Anaya de
literatura infantil
gracias a esta no-
vela que nos lla-
ma a velar por la
naturaleza frente
a los estragos del
turismo y a refle-
xionar sobre la
fuerza que se esconde bajo
la superficie de fragilidad.
Suy tiene diez años y
vive en una aldea perdida
del sudeste asiático. Un te-
rritorio empobrecido que,
sin embargo, supone un
paraíso para el chico. Su
principal tarea consiste en
cuidar de su melliza, una
niña diferente a la que le
cuesta hablar y
parece tener un
don especial para
comunicarse con
los elefantes. To-
do un descubri-
miento que se re-
velará cuando se
encuentren con
Tep, un ejemplar
al que van a sacrificar in-
justamente. Los hermanos
asumirán entonces la mi-
sión de guiarlo en su cami-
no para ponerlo a salvo.
Tanto la Fundación Cuatro-
gatos como la Asociación
de librerías de Es-
paña reconocían a
Cueto Negro
como una de las
mejores novelas
para adolescentes
del pasado año.
Premios que vie-
nen a confirmar a
Mónica Rodríguez
(Oviedo, 1969) como un
nombre imprescindible de
la literatura juvenil actual.
El relato nos lleva hasta
un albergue de la monta-
ña asturiana. Desde la
cercanía de la primera
persona, Cecilia regresa a
los tiempos en que subía
a esquiar a la sierra de
Cueto Negro junto a su
familia y narra el
despertar a una
nueva edad y la
pérdida de la
inocencia al ser
testigo de las mi-
serias del mundo
adulto. Una no-
vela que interpe-
la al lector ante
algunos dilemas vitales y
lo seduce con la maravilla
de aquellas tierras neva-
das, que tan bien conoce
la autora.
Un platillo volante aterriza
sobre la playa de Cádiz. El
gentío se abalan-
za para grabar
con sus móviles
aunque poco des-
pués se descubra
que todas las
imágenes se han
borrado de las
memorias. Los
científicos, enton-
ces, encuentran un manual
en el que los extraterrestres
han trasladado todas las
preguntas que les suscita-
mos los humanos tras años
de minuciosa observación.
¿Qué es un ser humano?,
¿qué tenemos de único? Y
de lo antropológico a lo
social, ¿qué tal os lleváis
los humanos?,
¿hay guerras ne-
cesarias? Pre-
guntas que por
desgracia resul-
tan de plena
actualidad. Un
atlas filosófico
con múltiples iti-
nerarios de lectu-
ra que más que ofrecer
respuestas alienta la curio-
sidad e invita al diálogo
entre el niño y el adulto.
¿Qué cabe en 9 kilómetros?,
le preguntó un día la profe-
sora al chico. Ca-
da mañana sale
de casa cuando
aún está oscuro.
Le gusta caminar
y contar. 9 kiló-
metros, 9.000 me-
tros, que a veces
se hacen incómo-
dos como una
piedra en el zapato o son
dulces cuando atraviesa
brincando los sembrados y
campos del sur chileno.
En 9 kilómetros caben 90
canchas de fútbol, la distan-
cia que separa al protago-
nista de su escuela y que
tantos niños de Perú, Méxi-
co o China deben recorrer
para acceder a
una educación
digna. Un álbum
que concilia nú-
meros y poesía
para reivindicar
la educación co-
mo un derecho
irrenunciable y
celebran el es-
fuerzo de estos chavales
que, al igual que el escritor,
se esfuerzan para no faltar
un solo día a la escuela.
Seleccionamos
cuatrobuenos
títulosparacelebrar
lajornadaliteraria
dedicadaalosmás
pequeños
ALMA DE ELEFANTE
Ilust.de Jordi Solano.
Anaya. 160 páginas. 12,50
euros. A partir de 8 años.
CUETO NEGRO
Lóguez. 176 páginas. 13,95
euros. A partir de 12 años.
¿HAY ALGUIEN AHÍ?
Ellen Duthie y Studio Patten.
Wonder Power. 48 páginas.
18,95 e. A partir de 10 años.
9 KILÓMETROS
Carlos Aguilera y Gabriel
Lyon. Ekaré. 56 páginas.
14,90 e. A partir de 10 años.
LALECTURA 25
El paraíso de mi niñez sigue todavía latiendo en todas esas
horas que dediqué a la lectura. Crecí en una casa luminosa y
llena de libros, con las paredes forradas de estanterías en el pasi-
llo y en todas las habitaciones. Los lomos de los libros con sus títulos
misteriosos me enseñaron el abecedario de la vida que me esperaba.
Palabras que formulaban pensamientos, ideas, tramas, escenarios y
personajes. Los libros son la energía poderosa llena de claves que nos
ayudan a sentirnos menos solos y a ser más felices. Porque estamos
en este mundo rodeados de emociones, expuestos a todo lo que suce-
de, y en muchos sentidos, desvalidos. En la infancia aprendemos a ser
conscientes de lo que significa nuestra propia existencia, descubrimos
la fragilidad de las cosas, el principio y el fin como conceptos. En cada
pregunta que formulamos cuando somos pequeños están los silencios
de los adultos que no saben bien cómo explicarnos la complejidad de
lo que nos rodea. Somos demasiado pequeños para experimentar
todas las posibilidades, y la vida, es una sola que siempre avanza. Por
eso llegan los libros a ayudarnos a generar pensamiento. Pensamien-
to inteligente que requiere reflexión y aprendizaje.
Las lecturas literarias nos sumergen en el espacio creativo del pen-
samiento elaborado. En estos tiempos hay muchas oportunidades lú-
dicas para los más pequeños, las nuevas tecnologías inventan fórmu-
las para entretenerlos, distraerlos de una manera automática, video-
juegos, imágenes, vídeos donde se les pide respuestas impulsivas,
reflejos rítmicos. Les detienen en el instante ensimismado, pero no les
ayudan a pensar, ni a desarrollar ideas empáticas que impliquen
ponerse en el lugar del otro. Muchas veces, de esos entretenimientos
solo sacan frustración, rabia, y adicciones, porque su emocionalidad
se modela en el consumo pasivo de los estímulos donde siempre hay
que ganar, y en muchos casos destruir al contrincante. La lectura lite-
raria implica evolución y desarrollo. Es la literatura la que explica los
sentimientos universales y los describe, la que ofrece pautas sobre las
relaciones humanas y el arraigo existencial compartido.
La imaginación infantil que escucha una leyenda o un poema
adquiere conocimiento, y entiende poco a poco lo matices profundos
de lo que se le relata. El aprendizaje de la lectura otorga seguridad y
poder. Cuando los más pequeños aprenden a leer solos, y en ese pro-
ceso aprecian y disfrutan la lectura, y la convierten en un hábito, su
inteligencia crece. Y lo hará de
manera exponencial, y con ella
su capacidad para tener una vida
mejor en una sociedad suma-
mente tóxica donde los estímulos
del consumo impulsivo anulan el
desarrollo de su creatividad y su
sensibilidad empática.
Conceptos como el amor, la to-
lerancia, el cariño, el respeto, la
curiosidad o la amistad están en
las peripecias vitales de los perso-
najes que habitan en los libros li-
terarios, y que obligan a los más
pequeños a pensar y a sentirse
identificados con los problemas y
las emociones que descubren.
Observar y discernir entre el bien
y el mal, descubrir palabras con
las que podrán expresar sus
ideas, entender e imaginar. Viajar
en el tiempo, viajar en el espacio,
conocer otros universos y otras
vidas, y esforzarse en enunciarlas
juntando cada letra. Haciendo
que el cerebro genere fuerza y se
energice con la lectura.
No leer es como no lavarse los
dientes, ¿no nos cuidamos para
que no se pudran los dientes de
nuestra boca? ¿No nos esforza-
mos para que a nuestros hijos no
les falten las vitaminas y las pro-
teínas, para que sus cuerpos
crezcan sanos y fuertes? ¿No les
damos calcio y hierro? Entonces,
¿por qué dejamos que su cerebro
se ralentice con estímulos pasi-
vos y adictivos? Tal vez sea el
momento de que los adultos con-
templen sus propias vidas y bus-
quen algún libro para sentirse
acompañados y distanciarse de
sus propias frustraciones. Si los
más pequeños ven leer a los ma-
yores, querrán copiar esos hábi-
tos. ¿Por qué no queremos que
los más pequeños tengan un fu-
turo próspero y esperanzado?
No potenciar la lectura, evitar-
la, es una forma de maltrato, y de
desintegración social. La toleran-
cia, el entendimiento, la paz, el
amor, la felicidad, la justicia, los
valores que nos hacen humanos
están en la literatura y hay que
interiorizarlos leyendo desde el
lugar de la infancia. Y la lectura
de los libros infantiles son el gran
paso, el mejor regalo que nuestra
sociedad puede ofrecerles.
Libros, muchos libros literarios
infantiles que les hagan
crecer libres e inteligentes.
Ana Merino esnovelistaypoeta
Unainfancia
lectora
Es la
literatu-
ra la que
explica los
sentimientos
universales y
los describe.
Cuandolos
máspequeños
aprendena
leersuinteli-
genciacrece.
Laliteratura
infantilesel
mejorregalo
quelasociedad
puedeofrecera
unniño.Libros,
muchoslibros
queleshagan
crecerlibres
para niños y niñas
que ya prefieren leer solos
por Ana
Merino
día del libro infantil y juvenil
26 LALECTURA
Es imposible no
conmoverse des-
de las primeras
páginas de La Canción de NOF4
de Raúl Quinto (Cartagena,
1978), aún sin atinar a definir a
qué género pertenece: lo mis-
mo se revela como biografía que
como poema, eclosiona como
ensayo o florece como reflexión
profunda sobre el lenguaje. Este
libro está signado por una
escritura híbrida, poliédrica,
donde confluyen todas las
metáforas posibles.
Quinto nos pasea por la histo-
ria REAL de Fernando Oreste
Nannetti, un iluminado que es-
cribió durante veinte años sobre
los muros del patio del pabellón
penitenciario del manicomio de
Volterra, solo con la punta me-
tálica de la hebilla de su unifor-
me. El señor NANOF o NOF4,
como se nombraba, recibía men-
sajes desde el espacio a través
del sistema mental telepático.
En su libro de piedra alucina-
da de setenta metros de largo (por
dos de alto), Nannetti escribió de
manera salvaje con símbolos que
parecían heridas abiertas y segu-
ramente lo eran: señales, araña-
zos, dibujos, naves espaciales,
observatorios nucleares, letras
con y sin sentido, para mostrar-
nos que el extravío y el olvido
también tienen lenguaje propio.
Nannetti creyó en Dios, aunque
Dios no creyera en él. Porque el
señor NANOF estaba atrozmen-
te solo. Jamás nadie lo visitó.
Nunca. Desde que su madre lo
abandonó en un hospicio a los
siete años. Y ya a los diez estaba
diagnosticado con esquizofrenia
y atiborrado de pastillas.
Solo se interesó por él Aldo
Trafeli, un celador del manico-
mio con sensibilidad de artista,
que se empeñó en conservar el
muro y hacer un minucioso
registro fotográfico antes de que
el grito de Nannetti se conver-
tiera en polvo y arena. Sin él
nada de esto existiría. En este
libro de Quinto, que trasciende
en la edición a la palabra escri-
ta, se puede ver un desplegable
con la foto del muro y un mapa
detallado con explicación de
algunos símbolos.
La Canción de NOF4 no pre-
tende dar respuestas, sino
interpelar desde la duda. Tam-
bién reflexiona sobre el morbo
que produce la locura como
espectáculo y sobre el arte en
estado puro. Pero, sobre todo,
habla sobre la necesidad ani-
mal de comunicarse. De la
palabra como refugio y como
posible muro de salvación: «Las
palabras pueden tocarte y man-
charte. Te pueden acunar en una
canción frente al fuego y bailar
con las sombras temblo-
rosas del otro lado».
Después de huir
de Salem perse-
guida por sus cre-
encias anabaptis-
tas, Deborah Moody llegó a Gra-
vesend, una de las seis colonias
que se formaron en Long Island
a finales del XVII. Allí fundó una
comunidad basada en la libertad
de fe y trazó el mapa de las calles
de esa nueva ciudad, sobre la que
hoy se asienta Brooklyn. El trazar
el mapa urbano fue más que un
acto fundacional: Moody no solo
estaba diseñando la sociedad a la
que aspiraba, sino que se estaba
adueñando del espacio, de la tie-
rra. Ella, la primera gran terrate-
niente de Estados Unidos, reivin-
dicaba la propiedad y el control
del espacio que se habitaba.
Una reivindicación sobre la que
hace énfasis Lucía Lijtmaer (Bue-
nos Aires, 1977) a lo largo de Cau-
terio, obra con la que la periodis-
ta se consagra como novelista. El
personaje de Moody se refleja en
el de la treintañera que vuelve a
Barcelona tras romper con un
hombre machista, controlador, de
izquierdas –¿Quién dijo que esta-
ba reñido una cosa con la otra?–
y cuyo compromiso se convierte
en un trampolín social que lo lle-
va a estar en las filas de un joven
y aparentemente renovador par-
tido. A su regreso a Barcelona, la
protagonista reescribe la historia
a través de las calles que, impreg-
nadas por lo vivido, han dejado
de pertenecerle. La ciudad ha
dejado de pertenecerle.
A través de dos tramas perfec-
tamente ensambladas, Lijtmaer
reflexiona sobre la violencia y la
coacción, pero también sobre la
rebeldía y la posibilidad de una al-
ternativa. Moody escapa, víctima
de la violencia y la persecución,
de Salem. La joven barcelonesa
regresa a la Barcelona de 2014,
ciudad gentrificada, desigual y se-
cuestrada por el turismo, en la que
comienzan a aparecer nuevos dis-
cursos en torno a otros modelos
urbanísticos. Se vislumbra la po-
sibilidad de un cambio, como tam-
bién lo vislumbra Moody cuando
decide asentarse en Gravesend o
lajovenprotagonistacuandoaban-
dona su cínica desesperanza
para construir algo nuevo.
Y porque las novelas no deben
ser lecciones morales –interesan-
te que Anagrama publique Cau-
terio paralelamente a Trilogía de
la pasión, las primeras novelas de
Ariana Harwicz–, Lijtmaer hace
que dicha reconstrucción nazca
de la venganza, del abandono de
la fe y el amor y de la traición a
ciertos ideales. «Carne, sangre,
tierra». Así lo resume Moody y así
sale del hoyo la otra protagonis-
ta, reapropiándose primero de su
cuerpo –«La belleza ya no es uno
de mis objetivos»– y luego de la
ciudad. Esta vez ellas trazan
sus recorridos urbanos.
LUCÍA
LIJTMAER
CAUTERIO
Anagrama. 222
páginas. 18,90
euros. Ebook:
11,99 euros.
por ANNA
MARIA
IGLESIA
RAÚL QUINTO
LA CANCIÓN
DE NOF4
Jekyll & Jill.
128 páginas.
16 euros.
Carne,
sangreytierra
Mezclandopasadoypre-
sente,LucíaLijtmaerexplora
aquílahuidadeldolorcomo
formadesuperviviencia
narrativa
por ADRIANA
BERTORELLI
Laspalabras
depiedrade
unalucinado
Atravésdelaimprobable
obradeunenfermomental,
RaúlQuintoexploraelpapel
delapalabracomorefugio
LALECTURA 27
Quienes creemos
que el destino
principal de la
literatura es la alegría (aunque
sea, claro, una alegría crítica,
experimentada, sabia…: con-
viene desconfiar de la alegría
que no ha sido puesta a prue-
ba), encontramos en la obra de
Bernardo Atxaga (Asteasu,
1951) algo especialmente re-
confortante, por ser un fabula-
dor vocacional que ha hecho
incursiones en el experimenta-
lismo no exactamente por im-
pulso vanguardista ni por afán
de provocar, sino por acucian-
te necesidad de libertad.
Atxaga es alguien que ha ele-
vado la literatura infantil como
muy pocos en el contexto espa-
ñol (durante años me fascinó
aquella imagen de Memorias de
una vaca en la que una monja,
de repente, da una patada a
una zanahoria, y creo que es
una buena definición de la lite-
ratura: una monja dando una
patada a una zanahoria de puro
contento). Es también alguien
que ha escrito muchísima poe-
sía, porque se nota que vive en
ella, pero ha publicado poca,
siempre con autoexigencia.
Es alguien que sabe que ve-
nerar la tradición pasa por
alterarla, y que la gran lección
de la oralidad es que cada nue-
vo cuentacuentos, cada aedo,
cada rapsoda, cada juglar ha
de aportar su voz personal e
incluso iconoclasta a la inter-
minable cadena colectiva. Es
alguien que aunque ha creado
un fascinante universo propio,
muy reconocible, y que se ha
entregado a la imaginación, no
ha vivido en absoluto de espal-
das a la realidad ni a las exi-
gencias que la Historia impone
a todos los escritores (y en su
caso, tratándose de un vasco
de 1951, la Historia ha sido es-
pecialmente imperativa, dra-
máticamente insoslayable).
Es verdad que no todas sus
obras han merecido la misma
calificación sobresaliente, pero
eso es porque se ha arriesga-
do: podría haberse acomodado
en Obaba y vivir de las rentas
que ese atractivo lugar produ-
ce, complaciéndonos a todos
con sucesivas historias llega-
das de allá, pero prefirió explo-
rar otros espacios menos segu-
ros, escribir libros que también
reclamaban ser escritos, con
otros temas y en otros tonos.
No conozco a ningún autor
al que se le note más que a
Atxaga qué libros escribe con
esfuerzo, por no decir con dis-
gusto, y cuáles escribe disfru-
tando, a sus anchas, completa-
mente libre y hasta desatado.
Felizmente, este de hoy es de
los segundos, a pesar de su
título, que insinúa que uno de
sus temas centrales es la muer-
te. Pero Desde el otro lado, de-
liberadamente ambiguo, tam-
bién puede hacer referencia al
hecho de que dos de sus cuatro
textos están narrados por ani-
males, convirtiéndose así en
una especie de fábulas inverti-
das, donde no es un hombre el
que pone a hablar y a actuar a
los animales sino al contrario.
Hace más de un cuarto de
siglo que leímos Dos herma-
nos, y aquél fue el primer des-
lumbramiento que nos llegó
desde Obaba, un relato en el
que un pájaro, unas ardillas,
una serpiente y una oca se tur-
naban para contarnos una his-
toria trágica, pero también
mágica, sobre un muchacho
apuesto, inteligente y trabaja-
dor que tiene sobre sus hom-
bros la carga de su hermano
mayor, un gigantón enfermo
que se encapricha con una de
las chicas del pueblo. Esa nou-
velle figura hoy al frente de es-
te nuevo libro, que se cierra
con un relato rutilante en el
que un búho colabora con la
policía de Reno para aclarar la
muerte de algunos animales.
Ésos son los dos textos en
los que escuchamos a los ani-
males, y enmarcan los otros
dos, contados ya desde la sen-
sibilidad humana, aunque ésta
esté notablemente alterada:
primero un vertiginoso viaje li-
sérgico en el que se nos cuenta
la muerte por cáncer de un
hombre muy joven, y después
un desopilante cuento en el
que asistimos a poco menos
que la profanación del cemen-
terio de Obaba por culpa de
una estrambótica performance
(y en la que reaparecen, no
menos profanados, personajes
de los dos textos anteriores).
Con su particular humor y su
conciencia poética (que a menu-
do se unen, como en el memo-
rable lema «Todas las cosas ra-
ras están en el corral»: p. 172), y
también con algún descuido sin-
táctico («Suelo venir de vez en
cuando»…: p. 134), Atxaga vuel-
ve a hacernos pensar que un es-
tilista puede producir orfebrería
literaria, pero que para alcanzar
la alquimia hay que tener otro
tipo de talento, uno que no se
aprende. Las palabras por sí
solas no bastan: hay que saber
encenderlas. Él, por suer-
te, tiene ese don.
Los orígenes de
Obaba y el don
literario de otra
forma de mirar
Espectrosyanimalessonlospersonajes
delnuevolibrodeBernardoAtxaga, cuatro
relatosquelodevuelvenasusorígenes,en
losquesedancitahumoryconcienciapoética
BERNARDO
ATXAGA
DESDE EL
OTRO LADO
Alfaguara 216
páginas. 17,90
euros. Ebook:
8,99 euros.
RELATOSDEUN
PAÍSVASCOMÍTICO
Nacionaldelas
Letras2019por
“sucontribu-
ciónala
modernización
yproyección
delalengua
vascaatravés
deuna
narrativaque
combinade
manera
brillante
realidady
ficción”,Atxaga
comenzóa
escribircuentos
eneuskeraa
finalesdelos70
alcalordelos
movimientosde
vanguardia.
Prontosurgiría
elterritorio
deObaba,
cuyaobra
cumbre,
‘Obabakoak’,
haexpandido
elimaginario
deunpeculiar
ymágicoPaís
Vascopormás
de26países
por JUAN
MARQUÉS
narrativa
28 LALECTURA
«Ninguno de los
dos se lo contará
a nadie. No habla-
remos de los árboles que adqui-
rieron vida, inspirando negro y
espirando naranja al ritmo en que
las monarcas abrían y cerraban
las alas. Ni de las mariposas que
se nos posaron por toda la piel. Ni
del modo en que resplandecían
bajolatenueluzdelaúltimahora»,
ese es el recuerdo feliz, el momen-
to de mágico entendimiento con
su hermano que la narradora y
protagonista de Bola ocho ateso-
ra. Es el cuento que cierra el
volumen, del mismo nombre de
la escritora Elizabeth Geoghegan
(nacida en Nueva York, vive en
Roma), discípula de Lucia Berlin.
Empiezo por el final para decir
que ese cuento, que es casi una
nouvelle (70 páginas), es
deliberadamente errático y está
hábilmente construido sobre la
alternancia de dos tiempos, deja
el volumen en alto, como hay que
irse de los sitios: con la sensación
de querer volver.
Aquí se exploran las relaciones
familiares, qué pasa cuando tu
héroe, tu hermano mayor, empie-
zaunacaídalibreynoveselmodo
de salvarlo. De eso, y de drogas y
sexo habla este cuento. Pero antes
hay otros siete de diverso tono,
enfoqueytramaquesonunmues-
trario de las capacidades narrati-
vas de Geoghegan. En cuanto al
estilo, por cierto, poco recuerda a
Berlin por mucho que compartan
el realismo. Aunque en muchos
de los cuentos aparecen mujeres
buscándose a sí mismas (el sexo
casisiempreesdecepcionantepor-
que, gatillazos aparte, casi nunca
se comparten expectativas), cues-
ta encontrar un tema dominante
en el volumen. Hay recurrencias
y elementos que reaparecen,
miniobsesiones, guiños entre las
piezas, y quizá el tema que se ele-
va sobre los demás sea precisa-
mente el de un mayor o menor
grado de decepción con la vida.
Elconjuntoderelatossevacom-
pletando con La hora Violeta, en
el que una mujer viaja a Asia para
encontrarse con su novio, que no
ha acudido al aeropuerto a reci-
birla. Mientras ella espera en el
hotel y revisa su correo, se entera
de que ha habido un tsunami al
otro lado del país. Mientras deci-
de si su novio no ha acudido por-
que le ha pillado el tsunami o por
otra razón, conoce a un joven que
la lleva a su pensión.
En El día de la madre, otra
muestra de la destreza de Geoghe-
gan para hacer convivir diferen-
tes líneas temporales, la protago-
nista está en París y recuerda una
noche en Roma, 10 años antes.
Conoció a un chico, pasaron tres
días juntos y quedaron en verse
en Verona. Ahora, en el Pompi-
dou, cree haberlo reconocido: «Ca-
mina entre los grupos de gente
pegada a su audioguía y apiñada
en torno a las obras más famosas,
y avanza para ver el resto de la
ELZABETH
GEOGHEGAN
BOLA OCHO
Traducción de
Blanca Gago.
Nórdica. 296
páginas. 18,95
euros. Ebook:
8,99 euros.
UNAOBSESIÓN
VERTIDAALPAPEL
Entreesta
miscelánea
derelatos
destaca
'Unahistoria
romana',
inspiradoenun
infanticidioreal
quelaautora
presencióenla
capitalitaliana.
“Seguía
preguntán-
domequéle
habíapasadoa
estepadre
jovenpara
cometerun
actotan
terrible”,ha
contado. Años
mástarde,
explicaba,“algo
hizoclicenmi
mentey
terminéel
cuentoen
cuestiónde
días,comosi
lahistoriaya
estuviera
completamente
formadaenmi
subconsciente”
por ALOMA
RODRÍGUEZ
narrativa
Levetratado
dedesencanto
eincertidumbre
ElprimervolumenderelatosdeEliza-
bethGeoghegan,discípuladeLucia
Berlin,esuncrudofrescorealistaque
explora,mezclandohumoryduelo,ale-
griaypérdida,hondasreflexionesvitales
exposición. Conforme va contem-
plando las imágenes, rodeada por
elsuavemurmullodelmuseo,sien-
te cómo el tenso nudo que la ha-
bita va soltándose poco a poco».
Pura Goa Lawah tiene algo de
caricatura del espíritu Come, reza,
ama y de la búsqueda interior, de
los viajeros occidentales que van
a Asia convertidos en cliché pero
no quieren que les llamen «turis-
tas». La viajera es una mujer que
está tratando de asumir su divor-
cio y el hecho de que su exmari-
do esté con otro hombre y acaben
de formar una familia, vientre de
alquiler mediante.
Una historia romana parte de
una noticia trágica (un bebé arro-
jado al Tíber en «la única y verda-
dera nevasca que la Ciudad Eter-
na había visto en los últimos vein-
ticincoaños»)yconstruyelaterrible
historia que culmina en el infan-
ticidio, pero lo hace con distancia,
huyendo del sentimentalismo. En
una entrevista, Geoghegan dijo
que para escribir este cuento se
preguntó qué habría hecho
Flannery O’Connor con un infan-
ticidio. La escritora enseña lo su-
ficiente sin subrayar nada, hace
que acompañemos a los persona-
jes, nos cuela en sus vidas sin juz-
garlos ni disculparlos. Completa
el volumen el tríptico de los chi-
cos: El Chico del Árbol, El Chico
del Críquet, El Chico-Perro, varia-
ciones de un mismo tema: sexo
más bien decepcionante.
Geoghegan se mueve bien en
la distancia media-larga, compo-
ne personajes complejos,
vulnerables y fuertes al mismo
tiempo, con aristas y sobre los
que predomina la sensación de
incertidumbre vital, en el mejor
de los casos. En el peor, el desen-
canto es total. Para dibujarlos re-
chaza el psicologismo, así como
las explicaciones de por qué ha-
cen lo que hacen, sea arrojar a
un bebé al río, sea robar a las es-
tudiantes extranjeras, sea acos-
tarse con el primero que pasa
aunque no les guste demasiado.
Es capaz de escribir sobre la luz
violeta del atardecer y de mos-
trar la sordidez de algunos epi-
sodios. Bola ocho es el primer
libro de Geoghegan que se pu-
blica en España, espere-
mos que pronto haya más.
LALECTURA 29
La física distin-
gue cuatro tipos
de fuerzas con
las que describe el comportamien-
to del Universo: gravitacional,
nuclear débil, electromagnética y
nuclear fuerte. Richard Powers
(Evanston, EEUU, 1957) señala
en Desconcierto una quinta, la in-
teracción paternofilial y, por ex-
tensión, la de los afectos. De esta
lo más sorprendente –que la dife-
rencia del resto de fuerzas– es que
incluso en ausencia del cuerpo
que la origina sigue creando un
campo energético capaz de afec-
tarnos. Powers echa mano en su
decimotercera nove-
la del humanismo de
Saint-Exupéry, la fan-
tasía de Italo Calvino
y la hondura de Cor-
mac McCarthy para
penetrar en las suti-
les complicidades que
se tejen entre un adul-
to y un niño «triste,
singular,enguerracon
este mundo», unidos
por un duelo interior
(la muerte de Aly, pa-
reja y madre, respec-
tivamente) y otro ex-
terior (el Antropoce-
no),yseleecomouna
expansión lírica y pe-
netrante del poema
del polaco Adam Za-
gajewski Intenta ala-
bar el mundo herido.
Theodore Byrne es
un astrobiólogo cuya
tarea es imaginar posibles plane-
tas compatibles con la vida. Cada
variación infinitesimal de sus com-
ponentes sugiere una alternativa
a la espera de ser corroborada me-
diante la observación celeste con
la última tecnología, como el te-
lescopio Kepler, diseñado para
descubrir exoplanetas. Toda la
obra de Powers contrapone este
tipo de proezas del conocimiento
humano con la incapacidad de fre-
nar la erosión del mundo a causa
de nuestra voracidad. Aquí la cien-
cia, que permea todo el texto y no
se limita a explotar sus metáforas
–efecto mariposa, números pri-
mos, teorías cuánticas, principio
de incertidumbre, etc–, es la dis-
ciplina que le permite al padre co-
nectar tanto con el espacio como
con su hijo Robin. Ambos beben
de la misma fuente, la capacidad
de maravillarse, que el pequeño
entona en una suerte de impera-
tivo ético del aquí y ahora: «Escu-
cha eso, me dijo mi hijo. Y conti-
nuó con una frase que nunca
desaparecería: ¿No es increíble el
lugar donde estamos?».
Estas meditaciones íntimas
tienen a la vez una lectura gene-
ral de largo recorrido: «Si un gru-
po de gente, reducido pero crí-
tico, recuperaba el sentido del
parentesco, la economía se con-
vertiría en ecología». Así pues,
como en la física atómica, la fu-
sión crea una energía más po-
derosa y sostenible que la fisión
Los lectores que no estén fami-
liarizados –como quien firma es-
ta reseña– con el nivel de conoci-
mientos y los términos científicos
que planean sobre la novela no
tienen nada que temer. Powers
logra un relato en absoluto abs-
truso y muy seductor al arrojar
luz sobre los puntos en común en-
tre astronomía e infancia: «Am-
bas son viajes por enormes dis-
tancias. Ambas buscan realidades
fuera de su alcance. Ambas teori-
zan mucho y dejan que las posi-
bilidades se multipliquen sin lími-
tes. Ambas funcionan a partir de
la ignorancia. Ambas se envuel-
ven de misterio con el tiempo. Am-
bas comienzan una y otra vez».
Escrita desde el punto de vista
del padre, la voz del hijo –cuya hi-
persensibilidad con la naturale-
za le vale tantos diagnósticos co-
mo psicólogos visita: Asperger,
toc, tdah…– se mezcla en cursiva
con la de su progenitor, y lanza
fascinado preguntas espontáneas
que delatan el modo olvidado de
los adultos de maravillarse ante
el entorno, algo crucial para preo-
cuparse por su preservación: ¿Qué
pasará dentro de mil millones de
años? ¿Cómo vamos a conocer a
los extraterrestres si ni siquiera
conocemos a los pájaros? Si hay
dos billones de estrellas, ¿cómo
es que el cielo noctur-
no no está lleno de
luz? ¿Qué es más
grande, el espacio ex-
terior o el interior?
¿Por qué es tan difícil
que la gente se dé
cuenta de lo que está
pasando…?
El padre decidirá
que el hijo no asista
un tiempo al colegio
–«Todo se habrá
muerto antes de aca-
bar secundaria», le
dice este, preso de la
solastalgia que angus-
tia a la nueva genera-
ción– para explorar
juntos el bosque, don-
de mejor se observa
el firmamento. A esta
pequeña epopeya fa-
miliar se intercala un
hilo argumental más
especulativo: el padre, con tal de
nomedicaralhijoatancortaedad,
lo incluyó a modo de psicoterapia
en un programa experimental, cu-
ya tecnología se conoce como
«neurofeedback decodificado».
Aunando Inteligencia Artificial
que supervisa la actividad cere-
bral y neuroimagen en tiempo real
puede llevarse a un paciente a un
estado neuronal concreto, inclu-
so a que «el cerebro aprenda a pa-
recerse a aquello que ama». Lo
mejor de Desconcierto es la pau-
sada construcción de una nueva
lectura de la experiencia de lo su-
blime: cósmica, primigenia, atem-
poral. Incluso peligrosamente des-
tructora para quien, dotado de un
oído absoluto, capta el can-
to de cisne del planeta.
RICHARD
POWERS
DESCONCIERTO
Trad. de Teresa
Lanero Ladrón
de Guevara. AdN.
368 pp. 18,50
euros. Ebook:
9,99 euros.
RECUPERANDO
UNA GRAN VOZ
Publicadopor
Mondadori
entremediados
delos90ylos
2000,Powers
desapareció
delpanorama
literario.Sería
en2018cuando
AdNdecidiría
apostarpor
‘Elclamorde
losbosques’,
alapostre
ganadoradel
Pulitzer.Tras
esteéxito
vendríala
monumental
yfrenética
‘Orfeo’,donde
lamúsicalleva
lavozcantante.
Yahoraesta
novelasobre
lacomplejidad
denuestro
presenteque
hasidofinalista
en2021del
Bookery
delNational
BookAward
por MARTA
REBÓN
narrativa
Angustia
anteelcanto
decisne
delplaneta
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entre un padre científico y un hijo
hipersensible, Richard Powers
seinternaensunuevanovelaen
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  • 1. TAHAR BEN JELLOUN para El Mundo de El Mundo nº12. 1 de abril de 2022 Ideas. Debates. Libros. Arte. Música. Teatro. Cine.
  • 4. 4 LALECTURA Latinoamérica es Occidente pese a los victimistas, dice CarlosGranés, autor de una gran historia política y cultural de la región. Otra cosa es que la búsqueda febril de la identidad haya llevado a despreciar la democracia “América Latina está en un momento peligroso” En Delirio americano (Taurus), Carlos Granés propone una mi- rada original a América Latina durante el siglo XX, que, para él, se extiende entre la independen- cia cubana de 1898 y la muerte de Fidel Castro, en 2016. Centra- do en el vínculo entre el mundo artístico (poetas, intelectuales, pintores) y el poder político (cau- dillos, guerrilleros, militares y de- mócratas), el libro funciona co- mo una enciclopedia de arte, co- mo una obra heterodoxa de his- toria y como un ensayo sobre la singularidad latinoamericana, tan apasionada de la violencia y del poder personal. Colombiano de nacimiento y residente espa- ñol desde hace varias décadas, Granés es un hombre anfibio que comunica como pocos las dos ori- llas del Atlántico en que se habla español (y portugués). PREGUNTA. ¿Es Latinoamérica parte de Occidente? RESPUESTA. La polémica surge de las universidades norteame- ricanas que intentan excluir Amé- rica Latina de Occidente y ubi- carla como víctima, por la colo- nización, el capitalismo salvaje, la esclavitud... No comparto esas hipótesis. América Latina forma parte claramente de Occidente por lengua, religión y hábitos. To- dos los procesos de Occidente re- suenan en América Latina. P.¿El tema más relevante no se- ría la fractura racial que atravie- sa la historia del continente? R.Hay una fractura racial que em- pieza en la conquista que no he- mos solucionado. Los proyectos de nación, también los más inclu- sivos, como el mexicano, no han logrado hacer sentir a todo el mundo que pertenece a una mis- ma comunidad, lo que provoca el distanciamiento de amplios sectores con el Estado y sus ins- tituciones. Eso es un problema que los liberales no han sabido resolver y que los populistas ex- plotan de forma efectiva. P. En el siglo XX América Lati- na sufre una doble influencia to- talitaria de Europa, el fascismo y el comunismo, que entorpe- cen su desarrollo democrático y nublan el debate intelectual hasta el presente. R.El siglo XX arranca en Améri- ca Latina con la ilusión del pro- greso. Los jóvenes poetas se sor- prenden de la manera en que sus ciudades se transforman gracias La academia de EEUU quieren ubicar a Lati- noamérica como víctima, pero somos parte de Occidente por lengua, religión y hábitos” al telégrafo, al automóvil, a las nuevas tecnologías. Y paralela- mente empiezan a despreciar a la democracia como un sistema anacrónico. Huidobro llegó a de- cir que era «un colchón de pape- les dormidos». En ese ambiente, el fascismo y el comunismo se- ducen a los jóvenes artistas. A medida que avanza la década de los veinte, los que eran más na- cionalistas acaban pactando con el fascismo y los más internacio- nalistas acaban seducidos por la idea de la revolución proletaria. P.José Martí luchaba contra dos poderes: la metrópoli española y Estados Unidos como fuerza emergente. R.Martí vivió en Nueva York y vio que Estados Unidos tenía pulsio- nes imperiales en el Caribe, que estaba a la caza de «poner su ga- rra», como dirían los modernis- tas. Creía que una Cuba indepen- diente podría resistir mejor a las pretensiones de Estados Unidos. Martí quería liberarse de Espa- ña, pero era consciente de que la preocupación mayor de los lati- noamericanos iba a ser Estados Unidos. Es curioso que después de esa guerra, toda una genera- ción de poetas empieza a añorar a la madre patria, a reivindicar la cercanía cultural de América La- tina con el legado español, a tra- vés del idioma, de la religión y del concepto, muy de esa época, de raza latina. P.Esa es la hipótesis del urugua- yo José Enrique Rodó. A mí me sigue sorprendiendo que un en- sayo tan pobre como Ariel (1900) haya tenido esa influencia. R.Nos dio a los latinoamericanos un sentido de identidad. Rodó se inventó un latinoamericano es- piritual, con genio creativo, poco preocupado por las cosas mun- danas; un esteta llamado a dis- frutar de las más altas creacio- nes, a entender el misterio de la mística y, por lo mismo, a despre- ciar un sistema pedestre, mate- rial, que favorece solamente el número, como es la democracia anglosajona. Encontró la excusa espiritual a nuestro atraso. P. La guerra de independencia de Cuba marca el inicio del si- glo XX latinoamericano, pero la otra gran transformación lle- fotografía de ANTONIO HEREDIA por RICARDO CAYUELA GALLY la identidad latinoamericana
  • 5. LALECTURA 5 Los muralistas mexicanos idealizan la Revolución. Diego Rivera pinta juntos a obreros y campesinos y reescribe la historia” Tras la guerra de Cuba, una generación de poetas empieza a añorar a la madre patria y a reivindicar el legado español” gará una década después con la Revolución mexicana. ¿Cuál fue su influjo en el continente? R. Con la Revolución mexicana el arte se convierte en acción. Los artistas salen de su torre de mar- fil y son llamados a transformar la realidad. La Revolución tiene un efecto irradiador brutal cuan- do estas ideas se transforman en un movimiento como el muralis- mo, que se exporta a toda Amé- rica Latina y que es una idealiza- ción. En los murales de Diego Ri- vera el campesino y el obrero apa- recen juntos, como si hubieran peleado en el mismo bando, cuan- do no fue así. Los obreros estu- vieron con Carranza y los cam- pesinos con Zapata o en la Cris- tiada. Rivera reescribe la histo- ria. En cambio, los novelistas tu- vieron una visión desencantada de la Revolución. Mariano Azue- la en Los de abajo muestra la au- sencia de ideales de los subleva- dos. Martín Luis Guzmán desnu- da la lucha por el poder de los lí- deres. Toda la armonía trágica del muralismo se deshace al aso- marte a los novelistas. P.La siguiente estación intelec- tual latinoamericana sería el aprismo peruano de Haya de la Torre y sus polémicas con José Carlos Mariátegui. R.Haya de la Torre está influido por la Revolución mexicana. Pa- ra él lo que aglutina la unidad la- tinoamericana contra los yanquis no es la matriz hispana, sino la indígena. Somos Indoamérica, no Hispanoamérica. El caso de Mariátegui es distinto. Él quiere aclimatar el marxismo a un con- texto latinoamericano. Además, cuando empieza a forjarse el mo- vimiento fascista, viaja a Italia. También descubre a Gramsci. Y a Georges Sorel, que decía que una revolución sin mitología no funciona. Vuelve convencido de que puede crear una forma de marxismo que responda a las par- ticularidades de la historia perua- na. Descubre el comunismo pri- mitivo y la mitología del incana- to, imperio capaz de alimentar a toda su población y de controlar un amplio territorio. Así, el co- munismo pasa de ser una idea extranjera a algo enraizado en la historia peruana.
  • 6. 6 LALECTURA P.En los años 30 y 40 se desa- rrollan tres formas de relacio- nar el poder con cultura. El mo- delo mexicano de Lázaro Cár- denas, el brasileño de Getúlio Vargas y el argentino de Juan Domingo Perón. R.En el caso mexicano, la cultu- ra sirve para integrar a la nación a partir del rescate del arte popu- lar, del muralismo, de la labor educativa. En los años 30, Siquei- ros se reconcilia con el poder y los artistas revolucionarios se convierten en propagandistas subvencionados para promover un arte nacional. En el caso bra- sileño, Getúlio Vargas nombró de ministro a Gustavo Capanema, amigo de Drumond de Andrade, quien incorporó al servicio del Estado a prácticamente todos los vanguardistas. A Lucio Costa y Oscar Niemeyer, discípulos de Le Corbusier, les encargó la nueva sede del Ministerio de Educación, que se convierte en el símbolo del Estado Novo y en el inicio de una amplia renovación urbana con ecos por toda Latinoamérica. La paradoja es que se trataba de un gobierno bajo el influjo fascista que se moderniza con el trabajo de dos arquitectos comunistas. Es el momento donde el arte abs- tracto tiene cabida en América Latina. Perón promueve otro ti- po de alianza. Va a reclutar úni- camente a aquellos artistas dis- puestos a mitificarlo como el sal- vador de la patria. Esa es la ra- zón por la que el proceso cultu- ral del peronismo es el más po- bre de los tres. Todo artista que quiso mantener su independen- cia o que quiso seguir experimen- tando encontró repulsivo el pro- grama cultural peronista. Borges fue el símbolo de ese repudio. P.La siguiente estación sería la Revolución cubana, con una in- fluencia incluso mayor que la mexicana y que pasó por diver- sas etapas desde la devoción ca- si universal a la persecución de toda forma de disidencia. R. La Revolución cubana ocurre en el Caribe, donde las democra- cias y las dictaduras están enfren- tadas. Figueres y Betancourt con- tra Trujillo, Somoza y Batista. Fi- del Castro, que prometió reins- taurar la Constitución de 1940, forma parte de esa legión demo- crática. Así que cuando su expe- dición libertadora triunfa produ- ce furor. P.Esa fascinación con Castro su- cedía al mismo tiempo que los fusilamientos de La Cabaña. R. Desde ese momento fue evi- dente que había un elemento per- verso, autoritario y mórbido en su proceso político. Tan tempra- no como 1961 da ese discurso a los intelectuales y les dice «den- tro de la revolución todo, fuera de la revolución, nada». Meses después clausura Lunes de Re- volución, el suplemento que di- rigía Cabrera Infante. La excusa fue el patrocinio de PM, un filme experimental que mostraba la vi- da nocturna de La Habana y su hedonismo. Para los guerrilleros, aspirantes a ascetas, es una hu- millación. También ordena la re- presión del grupo El Puente, de José María Rodríguez, integrado en su mayoría por artistas negros. Bajo la acusación de ser homo- sexuales fueron llevados a las UMAP [campos de trabajos for- zados]. Después está la ruptura con Carlos Franqui y su destitu- ción de la revista Revolución, pe- se a ser quien había acercado a La Habana a los grandes intelec- tuales, como Sartre y Simone de Beauvoir. Todo esto se le perdo- na a Castro. Con la justificación de la invasión de Praga en 1968 surgen las primeras protestas. P.Tras renunciar a la Embajada de México en la India como pro- testa por la matanza de Tlate- lolco, Octavio Paz empieza a ad- vertir del «cesarismo autorita- rio» de Castro. R.La verdadera escisión del apo- yo intelectual se produce después, en 1971, con el caso Padilla. La ilusión de tener un socialismo que combatiera todas las taras sociales sin degenerar en una dic- tadura se desvanece. Desde ese momento es evidente que Castro no prevé la pluralidad ni la críti- ca, ni un sector cultural libre. P. Una deriva de la revolución cubana fue el foquismo guerri- llero que impactó a las clases media universitarias. la identidad latinoamericana Desde los fusilamientos en La Cabaña fue evidente que había un elemento autoritario perverso y mórbido en la Revolución cubana” CARLOS GRANÉS DELIRIO AMERICANO Taurus. 600 páginas. 24,90 euros. Ebook: 11,99 euros. UN VIAJE POR EL PENSAMIENTO Y LA POLITICA Este ambicioso trabajo de Carlos Granés (Bogotá, 1975) es un recorri- do intelectual y político por el siglo XX de Latinoamérica desde la muerte de José Martí (1895) a la de Fidel Castro (2016). Un viaje marcado por la búsqueda de una identidad contrapuesta a la de la América anglosajona
  • 7. LALECTURA 7 ARRIBA, DE IZQDA. A DCHA. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, PERÚ (1894-1930). JOSÉ MARTÍ, CUBA (1853-1895). JOSÉ ENRIQUE RODÓ, URUGUAY (1871- 1917). JOSÉ VASCONCELOS, MÉXICO (1882- 1959) ABAJO, DE IZQDA. A DCHA. VICENTE HUIDOBRO, CHILE (1893-1948) OCTAVIO PAZ, MÉXICO (1914- 1998) MARIO VARGAS LLOSA, PERÚ (1936) GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, COLOMBIA (1927- 2014) Admiro a Huidobro, Octavio Paz, Vargas Llosa y Sergio Ramírez, porque han sido los únicos en reconocer que se equivocaron” Hoy Latinoamérica está escindida en dos bloques, ninguno democrático: uno popular- nacional y otro nostálgico de las dictaduras” R.Mataron y se sacrificaron inú- tilmente. El proceso de los tupa- maros uruguayos y de los mon- toneros argentinos es la antesa- la a la dictadura militar. Se pien- sa que las guerrillas nacieron en reacción a los militares, y no es cierto. Las guerrillas nacieron por contagio de la Revolución cuba- na mucho antes. Con los monto- neros, además, se suele olvidar su origen católico y nacionalista. P. ¿Gabriel García Márquez y Vargas Llosa son dos ejemplos contrapuestos para entender la relación entre el intelectual y la Revolución cubana? R. García Márquez había tenido una experiencia europea por los países socialistas de desencanto. Antes de que los escritores del boom se encapricharan con Cu- ba, él ya sabía qué era el socialis- mo y no le gustaba. En el Caribe se vive con vehemencia el odio al yanqui porque es donde más se le padeció. Colombia sufrió la masacre de las bananeras, un hi- to en la imaginación de García Márquez. Por eso se entusiasma con Cuba y colabora con Prensa Latina. Cuando ve que la revolu- ción empieza a ser infiltrada por comunistas, renuncia. Se va a vi- vir a México y se encierra a es- cribir Cien años de soledad. Mien- tras sus compañeros de genera- ción participan con Casa de las Américas, son jurados de sus pre- mios y actúan como embajado- res culturales de la revolución, García Márquez se mantiene al margen. Sin embargo, con el ca- so Padilla, Carlos Fuentes y Var- gas Llosa rompen con Castro y García Márquez, no. La razón es Cien años de soledad y el éxito apabullante de la novela. Desde ahí empieza a coquetear de nue- vo con Castro. Pero lo hace des- de un plano de igualdad, no de subordinación. El líder caribeño más importante de la historia con su equivalente en escritor. Un ele- mento presente en las novelas de García Márquez es la terquedad. Todos sus personajes son tercos. El protagonista de El amor en los tiempos del cólera es tan necio que toda la vida busca el amor de una mujer; Aureliano Buendía repite la misma guerra una y otra vez; también el Bolívar de El ge- neral en su laberinto. La obstina- ción es el tema de El otoño del patriarca. Eso es Fidel Castro, eso es Torrijos. Pero lo que es bueno para la literatura puede ser terri- ble para la política, y García Már- quez no lo entendió. Vargas Llo- sa, aunque rompe con la Revolu- ción cubana, no deja de ser de iz- quierda. Gracias a un viaje a Is- rael revalora la democracia. Ahí descubre que una sociedad igua- litaria, basada en el kibutz, pue- de ser libre. A finales de los 70 lee a fondo a Popper, a Hayek y se vuelve un pensador liberal. El contraste entre Vargas Llosa y García Márquez es que mientras García Márquez toda su vida si- gue siendo un nacionalista, Var- gas Llosa rompe con las mitolo- gías latinoamericanas que nos condenaban a soportar el autori- tarismo y apuesta por el libre mer- cado y la democracia para salir del atraso y el aislamiento. P. Y en el presente, entre el po- pulista que encarna el chavis- mo y las pocas democracias que resisten, ¿cuál es su visión? R.Estamos en un panorama peli- groso. Una escisión que recuer- da a los años 20 del siglo pasado, con dos bloques, ninguno demo- crático. Uno popular-nacional- vernáculo, que tiene representan- tes como Castillo, el Boric mapu- che, Evo Morales, López Obra- dor. Y otro autoritario-nostálgico de las dictaduras, con Bolsonaro, Katz, Bukele o Keiko Fujimori. P. ¿Quiénes son las figuras inte- lectuales que más admira en América Latina y por qué? R.Vicente Huidobro, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa y Sergio Ra- mírez, porque han sido los úni- cos en reconocer que se equivo- caron. Huidobro se da cuenta de que su generación, fascinada con las vanguardias, despreció la de- mocracia. Paz y Vargas Llosa, que el comunismo engendra totalita- rismo, muerte y pobreza, y que la Revolución cubana es el gra- no de arena latinoamericano de este proceso. Y Ramírez, en Adiós, muchachos, que las ideas que im- pulsaba como sandinista conducían al desastre.
  • 8. 8 LALECTURA El primer ferrocarril español no fue el que conectó Barcelona y Mataró en 1848 sino el que unió en 1837 los 27,5 kilómetros entre La Habana y Bejucal. Quizá tam- poco se sepa que la primera lla- mada telefónica en territorio es- pañol ocurrió en 1877 también en Cuba y que en 1880 se envió el primer telegrama, en este caso desde Filipinas a España. Estos tres ejemplos ilustran cómo los trabajos de ingeniería articularon la relación entre España y sus te- rritorios de Ultramar y mejora- ron las condiciones de vida en las colonias. Caminos, puertos, edificios, puentes construidos sobre piedra o pontones, embarcaciones, fe- rrocarriles, presas, alcantarilla- do, drenaje de humedales, hospi- tales donde se luchó contra la vi- ruela... Esa impresionante infraes- tructura fue levantada por inge- nieros que añadieron imagina- ción a sus conocimientos. Algunas obras aún perviven. De todo ello se han ocupado Felipe Fernán- dez-Armesto y Manuel Lucena Giraldo en el apasionante ensa- yo Un imperio de ingenieros. Una historia del Imperio español a tra- vés de sus infraestructuras (Tau- rus), que pone en valor un empe- ño no muy reconocido y apenas descrito. «La ingeniería era al principio obra de autodidactas, sobre todo de religiosos y militares. Las mi- siones formaron parte auténtica de la infraestructura económica, comunicativa y administrativa del imperio ultramarino espa- ñol», comentan a La Lectura Fe- lipe Ferández-Armesto, catedrá- tico de Historia, doctor por la Universidad de Oxford y autor de estudios como Los conquista- dores de Occidente y Nuestra América, y Manuel Lucena Gi- raldo, investigador del CSIC, profesor en varias universidades y autor de Naciones rebeldes. La osadía de aquellos hom- bres fue tal que hubo varios estu- dios (ya en 1534 y 1567) para acometer las obras del canal de Panamá (no se inauguró hasta 1914). «Hubo motivos económi- { cos pero también discrepancias entre expertos y cierta compe- tencia frustrante entre diversas autoridades a la hora de definir por dónde debía ir el canal tran- soceánico y quién pagaría su costo», dicen los dos estudiosos. Lospuentes.Los españoles tu- vieron que quedarse estupefac- tos ante los puentes suspendidos de cuerdas o lianas. También se encontraron que los había de ve- getales, algunos tan anchos «co- mo el muslo de una pierna». Las plantas eran diversas: agave en casi todos, maguey o pita en la Nueva España y el Perú, y piqui- gua en Quito. Se usaron puentes flotantes, de hasta 90 metros, co- mo el del lago Titicaca (Bolivia), hecho con totora, que había que reemplazar cada seis meses. Se evolucionó desde los puen- tes de cal y canto tradicionales en España a los de pilares de pie- Caminos, puentes, canales, hospitales... Las infraestructuras articularon el imperio desde 1492. Felipe Fernández- Armesto y Manuel Lucena reivindican en un ensayo las conquistas técnicas Cómo los ingenieros españoles forjaron América por MANUEL LLORENTE UN TREN EN UNA EXPLO- TACIÓN DE AZÚCAR EN CUBA EN 1857. MUSEONAVAL la identidad latinoamericana
  • 9. LALECTURA 9 descifrar la mecánica tanto de los vientos como de las corrientes. El miedo de los marinos era el no hallar un viento que facilitara el regreso a la península. Hernan- do, el hijo menor de Colón, escri- bió sobre el pavor de la tripula- ción y los rumores de amotina- miento por esa causa. El almiran- te desveló el sistema eólico del Atlántico, no así el de la corrien- te del Golfo, hasta que lo interpre- tó Antón de Alaminos. Más difíciles de descodificar fueron los vientos del Pacífico, por la inmensidad del océano. Tres generaciones hubieron de pasar desde la primera travesía de Magallanes y Elcano en 1520 hasta que en 1564 Andrés de Ur- daneta logró la odisea. Partió desde Nueva España hasta Fili- pinas y emprendió el tornaviaje que los dejó en Acapulco: 11.000 millas, el viaje más largo docu- mentado sin escalas. Cuatro me- dra y el resto de madera, más rá- pidos de construir y más eficaces frente a los terremotos. Causó asombro el puente de Puebla (México), que en 1555 medía 25 metros de largo por 8,4 de ancho y tenía tres arcos, el central era de 4,15 metros de altura (ade- más de un pasamanos de mam- postería). Fray Andrés de San Miguel merece un párrafo aparte. Fue arquitecto, ingeniero hidráulico y geotécnico y su gran obra fue el puente de Salvatierra, México: era de cal y canto, con 14 arcos y 180 metros de largo, cuatro de ancho, con pretiles, desagües y troneras. Se construyó en seis meses en 1652. Rutas marítimas. Una de las claves del primer gran imperio global en tierra y mar fue encon- trar las rutas que atravesaban el Atlántico y el Pacífico. Había que Los autores Felipe Fernández- Armesto (1950) es catedrático de Historia, doctor por la Universidad de Oxford y autor de ensayos como ‘ Las Américas’ y ‘Civilizaciones’. Manuel Lucena Giraldo (1961) es investigador del CSIC, profesor en numerosas universidades y autor de ‘Naciones rebeldes’ y ‘82 objetos que cuentan en un país’. ‘Un imperio de ingenieros’ surgió en unas Jornadas Virreinales de la Fundación Rafael del Pino en 2001 ses y ocho días tardaron con el viento a favor. Lo curioso es que Urdaneta había tomado parte en el viaje de Magallanes–Elcano, se ordenó sacerdote después y a los 52 años (y maltrecho) sólo consi- guieron engañarlo para que de- jara su enclaustramiento con el señuelo de que el propósito del viaje era el de evangelizar Filipi- nas y no un fin comercial. Las travesías se realizaron gracias a la vela cuadrada, que Colón utilizó en su primer viaje desde que faenó en Canarias; hasta entonces se usaba la vela mixta. El casco de los galeones cada vez fue más alargado y más estrecho. Desde 1520 se supera- ron las cien embarcaciones que cursaron el Atlántico cada año. Caminos. El Imperio Romano fue el espejo en el que se miró la pléyade de ingenieros españoles. Fue el fraile Sebastián de Apari- cio, que llegó a vivir 98 años, el primer constructor de carros en la Nueva España, fundamentales en el transporte de la plata por el llamado Camino Real de Tierra Adentro, o Camino de la Plata, que pasó de los 600 kilómetros hasta unos 3.000 –partía desde la Ciudad de México hasta Santa Fe (Nuevo México, EEUU), con dos destacados ramales. Debe tenerse en cuenta que al comienzo no había animales de tiro, sólo llamas (en el sur), que los desniveles eran amplísi- mos y los caminos mayas esta- ban abandonados. Pero hacia 1800 el virreinato de Nueva Es- paña contaba con una red de 27.325 kilómetros, 19.720 sólo para peatones y cabalgaduras y 7.605 para carromatos. La mejo- ra de las vías se debió en parte a la necesidad de lograr harina procedente de los incipientes Estados Unidos, mucho mejor y más barata que la local. Fortificaciones.La defensa de las poblaciones se realizó a base de baluartes y bastiones. El caso de Cartagena (Colombia) es uno de los más evidentes: sus mura- llas tienen 7,62 metros de ancho por 1,8 de profundidad y una al- tura de 6,7 metros. Pero, afirman los dos autores de este ensayo, UN IMPERIO DE INGENIEROS FELIPE FERNÁN- DEZ-ARMESTO Y MANUEL LUCENA GIRALDO Taurus. 480 páginas. 24,90 euros. Ebook: 12,99 euros.
  • 10. 10 LALECTURA la identidad latinoamericana tanto en los dominios america- nos como filipinos se dio priori- dad «a la defensa del comercio y de las rutas de comunicación an- tes que a los núcleos poblados». El incentivo creció ante la gue- rra con Inglaterra, iniciada en la década de 1570 y, sobre todo, tras los saqueos de Francis Dra- ke. El ingeniero italiano Bautista Antonelli se encargó de las de- fensas de Puerto Rico, Cuba, Ve- racruz y Panamá. En 1599 finali- zó la construcción de 14 fuertes en los puertos más relevantes. Lima fue amurallada a lo lar- go de 11.700 metros y hasta 11 de altura, con plataformas de fuego y 15 baluar- tes. También se pen- só en que los cam- pos de trigo limítro- fes estuvieran a salvo. Desde 1776, reinando Carlos III, se creó el puesto de «visitador general de las fortificacio- nes». El plan de ins- pección y renova- ción de los baluartes corrió a cargo del ingeniero militar Agustín Crame y le llevó tres años. Puertos. Los inge- nieros tuvieron que cimentar bajo el agua diques,muellesymu- rallas, a base de ca- jones flotantes relle- nos de piedras que se remolcaban y se hundían. Veracruz fue un puerto funda- mental pues por él pasaba la plata, cue- ros, añil, lana, tintes, maderas de las tierras de ultra- mar, pero a la vez llegaba desde la península vino, hierro, trigo y aceite. Por su dársena circulaban las nueve décimas partes del co- mercio de Nueva España. La Ha- bana, Puerto Cabello (Venezue- la) y Montevideo fueron también relevantes en las costas atlánti- cas, mientras que Acapulco y Val- paraíso fueron muy importantes en las del Pacífico. En 1555 se le- vantó en Pue- bla un puente de 25 metros de largo por 8,4 de ancho y con tres arcos; el central medía 4,15 metros de alto Canalización.Fernando el Ca- tólico, ya en el segundo viaje de Colón, ordenó que hubiera «uno que sepa hacer acequias, que no sea moro». Era necesario levan- tar molinos, batanes, fábricas, ca- nales, depósitos de aguas, acue- ductos, así como drenar humeda- les. La Ciudad de México, que es- taba atravesada por decenas de canales, sufrió al menos seis inun- daciones entre 1553 y 1795. Se construían cercas pero surgían sumideros. En 1629 murieron por una inundación 30.000 indígenas y 400 españoles. Hospitales.Si durante una ge- neración murió un porcentaje al- tísimo de nativos por el primer contacto con los españoles, esto se debió a las enfermedades más que al exterminio, pues «a dife- rencia de los ingleses en Améri- ca del Norte, cuya economía po- día prescindir de los nativos ame- ricanos, los españoles los necesi- taban», se comenta en el ensayo. Los españoles sufrieron de mala- ria, mal de altura, fiebres palúdi- cas y venéreas. Vázquez de Espi- nosa dice, en su Compendio y des- cripción de las Indias occidenta- les de 1627, que las poblaciones con más de 300 españoles tenían su hospital, en ocasiones finan- ciados por las loterías. Para evi- tar fricciones entre médicos lai- cos, religiosos, curanderos e im- postores se creó la figura del ins- pector. El primero, Hernando de Sepúlveda, llegó en 1537. Viviendas.En toda América se generalizó la construcción de ca- sas con patio, pero en ciertos lu- gares como Lima, que a comien- zos del siglo XVII contaba con cerca de 4.000 habitantes, había mansiones con huerta o jardín que incluían patios y galerías. Además de casas con dos pisos y balcones, también se constru- yeron corralas de adobe, ladrillo, madera y quincha: «Una estruc- tura de madera trenzada con ca- ñabrava y recubierta de barro que poseía milagrosas (e imprescin- dibles) propiedades antisísmi- cas», se lee en el libro. Las misiones. Los religiosos no sólo diseñaron colegios, hos- pitales e iglesias, también orga- nizaron sistemas de irrigación y suministro de agua. Velaron, a su vez, sobre la sobreexplotación de los indígenas, sobre todo los do- minicos. Las misiones de los jesuitas, aún más en Paraguay, contaban con calles empedradas y soporta- les cuando se consideraban toda una extravagancia, las aguas fe- cales de las letrinas se desviaban hacia riachuelos mediante com- puertas y las poblaciones tenían en su centro una plaza de 125 metros de lado, modelo que se repetía siempre. De hecho se les achacó la «inflexibilidad de un modelo único». Los franciscanos lograron en las zonas de San Diego y San Francisco plantacio- nes de trigo, uvas, cítricos y oli- vos. En 1783 produjeron 22.000 toneladas de grano y en 1775 lle- garon a tener 427 cabezas de ganado en sus ranchos. ARRIBA, PROCE- SO DE PRODU- CCIÓN DE TABA- CO EN ORIZABA (MÉXICO), HACIA 1785, Y PLANO DEL GALEÓN NUESTRA SEÑORA DEL MAR, 1695.ARCHIVO GENERALDEINDIAS
  • 11. 910820048 www.editorialcirculorojo.com | info@editorialcirculorojo.com ¿QUIERES PUBLICAR UN LIBRO? 14 años de experiencia y 20000 libros publicados son nuestra garantía - Valoración gratuita del texto. - Publicidad, marketing, agente literario internacional, asesoramiento... - Plataforma para consultar y cobrar las ventas sin intermediarios. - Firma ejemplares en las ferias del libro (Madrid, Barcelona...). - Participación en nuestros Premios Círculo Rojo. - Distribución física en 4400 librerías.
  • 12. 12 LALECTURA Es difícil retratar a Gabriel Boric. Su imagen no se define todavía. Esto puede deberse a su juventud, claro. O quizás su perfil borro- so podría originarse en la inquietud del propio sujeto. En los doce años de su meteórica carrera, Boric ha cambiado mucho de postu- ra y de apostura. Hace apenas cinco años, el diputado del Frente Amplio fustigaba a la centroizquierda gobernante y lucía un pei- nado de estilo mohicano: entre sus parietales rapados un penacho hirsuto le recorría el cráneo hasta la nuca. Luego, tras quedar se- gundo en la primera vuelta de la elección presidencial chilena y con un Parlamento desfavorable, el candidato Boric trocó sus men- sajes radicales por otros casi socialdemócratas. Su peinado tam- bién cambió: pelo cortito, con raya a un lado. En menos de un lus- tro de luchas por el poder, el discurso de Boric y su imagen física mutaron casi hasta lo irreconocible. Lo que importa son las ideas y emociones que bullen dentro de una cabeza, no el pelo que crece sobre ella. Pero Boric conoce el valor de los símbolos. Cuando una periodista risueña le preguntó por ese cambio notorio en su apariencia, nuestro actual presiden- te le contestó: «Mi corte de pelo mohicano representaba mi rabia. Pero después aprendí a canalizar esa energía para convertirla en esperanza transformadora». Boric confesaba que los cambios en su estilo responden a una in- tención ideológica. Al político que aspira a triunfar le conviene en- carnar –incluso en su aparien- cia– la sensibilidad de sus parti- darios. Aquel penacho de pelo erizado expresaba la rabia de muchos jóvenes chilenos indig- nados ante las desigualdades so- ciales. Con ese copete hirsuto Bo- ric les decía: pese a mi origen burgués y a mi estirpe inmigran- te, yo soy como ustedes y estoy listo para la lucha; juntos toma- remos «el cielo por asalto». La revuelta chilena de octu- bre de 2019 fue protagonizada, en parte, por unos jóvenes gue- rreros parecidos a aquel «mohi- cano». Armados con bombas molotov quemaron estaciones del Metro de Santiago, amén de museos, diarios y bibliotecas, mientras recibían los perdigonazos de la policía en sus torsos ta- tuados y en sus ojos que varios perdieron. Boric apoyó decidida- mente aquella revuelta. (Y llegado al poder retiró de inmediato las querellas penales contra los acusados de esos desmanes). Sin em- bargo, Boric también entendió que esa energía callejera debía «ca- nalizarse» si querían aterrizar, aunque fuera parcial y gradualmen- te, algunos pedazos del cielo que reclamaban. Gabriel Boric ganó la Presidencia de la República de Chile pro- clamando un reformismo gradualista. Su nueva postura incluyó a sectores de la centroizquierda que gobernó Chile durante más de dos décadas; muchos decidieron olvidar los desprecios recibidos de aquel líder joven y sus seguidores cuando eran mohicanos. In- cluso una parte del empresariado chileno fue tranquilizado por es- te nuevo Boric que se presenta con los ademanes y hasta el traje descorbatado de un joven pe- queñoburgués, tan prudente que hasta nombró algunos ministros socialdemócratas. Tanta metamorfosis ha gene- rado inevitables desconfianzas. Partes de su alianza (equivalen- te en España a Unidas Podemos) temen que el mohicano Boric se haya convertido en un Tancre- di, aquel protagonista juvenil de la novela El Gatopardo. Tancre- di pronuncia esa frase tan famo- sa como cínica: «Si queremos que todo siga como está, es pre- ciso que todo cambie». Pero Bo- ric enseguida desmiente ese «tan- credismo» regañando al Rey de España, actuando como un AMLO del Cono Sur. Otros, tanto en la centrodere- cha como en la centroizquierda, temen que el mohicano sólo ha- ya hecho un repliegue tácti- co. Boric se moderará duran- te unos pocos meses mien- tras termina su trabajo la Convención Constitucional donde tienen mayoría la iz- quierda dura y la extrema izquierda. Después, la nue- va Constitución originará un Parlamento rediseñado. En él, escaños reservados para algunas minorías y un Sena- do tullido podrían asegurar una hegemonía para los asal- tantes del cielo. Si ocurre eso, ¿Boric mantendrá su recien- te moderación? Boric, que sabe cambiar de posturas, podría seguir haciéndolo. Es posible que un presidente así de mudable sea el líder inevitable para un país que está borrando su sistema po- lítico y aún no pinta otro. El re- trato borroso de Boric expresa esta nueva inestabilidad de Chi- le. En él vemos nuestra propia imagen temblorosa, reflejada so- bre el espejo de agua de es- ta modernidad líquida. Carlos Franz es escritor chileno, autor de Almuerzo de vampiros y Si te vieras con mis ojos, ambos en Alfaguara Boric, retratoborroso por Carlos Franz GABRIEL BORIC CELEBRA SU VICTORIA EN LAS ELECCIONES DE 2021. MARTINBERNETTI/AFP tribuna En menos de un lustro de luchas por el poder, el discurso del nuevo presi- dente de Chile y su imagen física muta- ron casi hasta lo irreconoci- ble, de “mohi- cano” rebelde a pequeñobur- gués apacible. Tanta meta- morfosis ha generado inevitables desconfianzas
  • 13. Exposiciones muy cerca de ti Hasta diciembre 2022 Red Itiner #Expo_RedItiner comunidad.madrid/cultura
  • 14. 14 LALECTURA Asimov:robots asesinos,naves, psiquiatrasy otrasnoticias delfuturo Enel30aniversariodelamuertede IsaacAsimovellegadodelgrannovelista yensayistailuminaunpresentedeudor desusrotundasvisionestecnológicas ysuconfianzaenelprogresocientífico Chernobyl) en el papel de Hari Seldon, el matemático capaz de acertar como profeta los grandes procesos sociales mediante algo- ritmos y cálculos probabilísticos. El pelotazo de la televisión ha si- do criticado por inocular testoste- rona en unas tramas originales infinitamente más cerebrales. Tampoco sorprende constatar que Asimov sufre el mismo desti- no que las series de otro maestro de la ciencia ficción filosófica, Gene Roddenberry, cuya Star Trek conoció la ignominia de in- tentar convertirla en una soap opera para el cine tipo Star Wars. Veinte años después de idear la psicohistoria, en 1964, con ocasión de la feria universal de Nueva York, Asimov escribió un artículo en The New York Times donde pronosticaba para 2014 la existencia de ventanas polariza- das, coches no tripulados, un par de plantas experimentales de fu- sión nuclear, paneles solares y te- léfonos con pantalla que podrían usarse «no sólo para ver a las personas a las que llama, sino también para estudiar documen- tos y fotografías y leer pasajes de libros». También alertaba sobre los peligros de la superpobla- ción, aunque estimaba que el de- sarrollo traería un énfasis en las políticas de control de la natali- dad, la automatización del traba- jo, que dejaría a parte de la hu- manidad sin nada que hacer, y de una explosión de las enferme- dades mentales, con el consi- guiente auge de la psiquiatría, que según vaticinó sería la profe- sión con más futuro en las pos- trimerías del siglo XX y las pri- meras décadas del XXI. Los lo- queros y los químicos ejercerían de nuevos Midas, enriquecidos por una humanidad a la que em- pezaría a írsele la olla entre bos- tezos y falta de empeños. Las leyes de la robótica.En su papel de pronosticador, Asi- mov también escribió sobre la hipótesis de unos robots no só- lo capaces de matar personas, sino de decidir a quién, cómo y cuándo. Emancipados de los se- res humanos que los crearon. Pa- ra evitar el peligro de autómatas homocidas el escritor estableció las tres leyes de la robótica. Unas normas, grabadas a soplete en el cerebro de silicio de la máqui- na, que fija en Runaround, de 1942: «Un robot no hará daño a un ser humano ni, por inacción, permitirá que un ser humano su- fra daño»; «un robot debe cum- plir las órdenes dadas por los se- res humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley»; «un robot debe proteger su propia existen- cia en la medida en que esta pro- tección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley». Posteriormente introdujo una posdata: «Un robot no puede da- ñar a la humanidad o, por inac- ción, permitir que la humanidad sufra daños». Lejos de esas reglas áureas, la enloquecida Rusia de un Kremlin neoimperalista podría habernos situado cerca de un presente donde salten por los aires. Moscú presume de haber usado en Ucrania robots asesi- nos, capaces de seleccionar y aniquilar sus propios objetivos sin necesidad de que intervenga un ser humano. La posibilidad de que la inteligencia artificial Cumple 30 años en la muerte Isaac Asimov, químico estadounidense, hijo de rusos exiliados en los años 20, claustro- fílico y grafómano, autor de 500 libros entre novelas, cuentos y ensayos, entre otros Yo, Robot. En 1941 concibió la psicohistoria, que permitía avizorar el futuro de grandes masas de población, y que sería la base de su serie de novelas La Fundación, donde na- rra la historia de un imperio ga- láctico que sirve como espejo y advertencia de la peripecia hu- mana. La obsesión predictiva, con inevitables toques historicis- tas, tenía todo su sentido en un mundo espantado por el avance de la Wehrmacht de Adolf Hitler, lanzada en la operación Barba- rroja a las puertas de Leningrado. Tras el final de la II Guerra Mun- dial, con el desarrollo de las ar- mas nucleares, nacería la psico- sis por evitar el Apocalipsis ató- mico, cuyo resplandor, merced al autócrata Vladimir Putin, vuelve a imantar nuestras pesadillas. Hoy Fundación ha engendrado una serie de Apple TV , protagoni- zada por Jarel Harris (Mad men, TRILOGÍA DE LA FUNDACIÓN DeBolsillo. 904 pp Traducciónde Pilar Giral Gorina 14,96 euros. GUÍA DE LA TIERRA Y EL ESPACIO Ariel. 288 páginas. Traducciónde Vicente Villacampa 18,90 euros. ciencia y ficción por JULIO VALDEÓN YO, ROBOT Edhasa 352páginas. Traducciónde Manuel Bosch Barret 13euros.
  • 15. LALECTURA 15 (IA) sea incontrolable ya fue pronosticada en 2015 por más de 1.000 expertos en robótica, científicos y empresarios, cuan- do firmaron una carta donde pedían su prohibición: «La tec- nología de IA», dijeron entonces Stephen Hawking, Elon Musk, Steve Wozniak, Jaan Tallinn (cofundador de Skype) y Demis Hassabis (Google DeepMind), «ha llegado a un punto en el que su despliegue será factible en unos años, y nos jugamos mucho: las armas autónomas han sido descritas como la ter- cera revolución en la guerra, después de la pólvora y la ener- gía nuclear». Y Rusia no estaba sóla: sólo entre 2016 y 2020 Es- tados Unidos habría destinado a tal fin más de 18.000 millones de dólares. Otroa países impli- cados son Reino Unido, Israel y Australia. Como explicó Ronald Arkin, científico del Georgia Institute of Technology, al periodista Piers Bizony, la clave es desa- rrollar «un gobernador ético pa- ra armas autónomas, con pro- gramación basada en derecho internacional y práctica militar adecuada». De momento, desa- rrollar una máquina dotada de autonomía moral queda lejos de nuestras capacidades. Los cien- tíficos hablan de la caja negra: la moderna IA improvisa gra- cias a que previamente recibe grandes cantidades de datos. Pero roza lo utópico saber cómo se procesa ese big data y, por tanto, corregir o anticipar posi- bles errores. En palabras del profesor Yavar Bathaee en el número de primavera de 2018 del Harvard Journal of Law & Technology: «No existe una for- ma sencilla de trazar el proceso de toma de decisiones de estas complejas redes de neuronas artificiales». De hecho, puede que sea imposible. «Las implica- ciones de nuestra incapacidad para comprender el proceso de toma de decisiones de la IA», añadió, «son inmensas en el ca- so de las pruebas de intención y causalidad». Unoptimistairredento.Asi- mov creía en las bondades del progreso. Estaba convencido de que lograríamos imponernos a cualquier contratiempo fruto del crecimiento tecnocientífico. «El nihilismo del cyberpunk puede encajar mejor el mundo real ac- tual que la visión utópica de Asi- mov», escribió en su obituario, en 1992, John Markoff, autor de libros como Machines Of Loving Grace: The Quest for Common Ground Between Humans and Robots, «pero estoy seguro de que en el corazón de todos no- sotros, científicos, ingenieros, es- critores y otros, que estuvimos profundamente influenciados por su trabajo, existe la esperan- za de que la visión de Asimov sea la correcta». El niño que devoraba histo- rias gracias a los quioscos que levantó su padre, Judah, en East New York, Ridgewood y en el 174 de Windsor Place, acunado entre periódicos, novelas pulp y chucherías, soñaba con robots y estrellas, convencido de que las mismas herramientas que hieren pueden salvarnos. ISAAC ASIMOV, EN 1970. BETTMANN
  • 16. 16 LALECTURA José Hierro llena- ba colegios, aulas de Universidad, centros culturales. Nadie quería per- derse los recitales de aquel hombre de aspecto sencillo, voz grave, ma- nos enormes, calva brillante y un cigarrillo entre los dedos. Aparecía en manga corta o con un gabán y la antología de Visor en la mano como todo equipaje. Al acabar el acto, el público le pedía «¡otro, otro!», como si fuera Leonard Cohen. Nunca faltaba Réquiem, ese poema reportaje (así llamaba a la poesía testimonial): «Manuel del Río, natural/ de España, ha fallecido el sábado/ 11 de mayo, a consecuencia/ de un accidente. Su cadáver/ está tendido en D’Agostino/ Fueneral Home. Haskell. New Jersey/ Se dirá una misa cantada/ a las 9.30m en St. Francis...». Seguían unos segun- dos de silencio y luego los aplau- sos tronaban. Más tarde llegaba Alucinación («Amanece. Descal- zo he salido a pisar los caminos,/ a sentir en la carne desnuda la escarcha»). O Reportaje («Desde esta cárcel podría/ verse el mar, seguirse el giro/ de las gaviotas, pulsar/ el latir del tiempo vivo»). Pero con Vida llegaba la apoteo- sis. Muchos lo repetían en silen- cio mientras él lo iba desgranan- do con aquella hondura tan su- ya: «Después de todo, todo ha sido nada,/ a pesar de que un día lo fue todo...». Para José Hierro (Madrid, 1922-2002) vida y poesía se ali- mentaban. Escribió siempre, aunque hubo dos paréntesis que inquietaron a sus seguidores: los 27 años entre Libro de las alucinaciones (1964) y Agenda (1991), y los siete entre éste y Cuaderno de Nueva York, con el que logró un reconocimiento y popularidad hoy difícil de enten- der. A él no parecían importarle esos silencios: «La poesía se escribe siempre que ella quiere, no cuando uno quiere». Hierro escribía a diario, otra cosa es que le convenciera. Cuando es- taba en Madrid se acercaba an- dando hasta el bar La Moderna, en la avenida Ciudad de Barce- lona, y ajeno a las máquinas tra- gaperras y la chavalería sacaba su carpeta con gomas azul reto- caba y retocaba poemas junto a una palomita de anís hasta que se hacía la hora de comer. “Un instante salvado”. El ideario de Hierro hay que rastrear- lo entre sus frases: – «El poema es un instante sal- vado del olvido». – «Yo buscaba equilibrio, ri- gor sin estridencias, donde las palabras no fuesen bonitas sino convincentes». – «Tenía ante mí a la genera- por MANUEL LLORENTE El 3 de abril se cumplirán cien años del nacimiento de uno de los poetas más admirados. Como sus versos, fue leal y comprometido con el vuelo de la imaginación y con la minucia de lo cotidiano Vida, misterio y emoción en José Hierro “EL RITMO DE UN POEMA ESTÁ EN SU EQUILIBRIO” Así explicó Hierro cómo se ‘cocinaba’ un poema en 1998, cuando se editó ‘Cuaderno de Nueva York’: “Vas al merca- do y compras un pescado cojonudo y lo dejas en el frigorífico: eso es la inspiración. Y un día tienes hambre, y te dices ‘voy a ver qué me hago’. La elaboración es la cocina, aunque te salga mal. ¿Y el ritmo? Sería el punto del plato, equilibrar el calor, saber que tal ingrediente lo estás echando en su momento oportuno», comentó a este periodista. Como sin darle importancia fotografía de CARLOS MIRALLES ción del 27, deslumbradora. Pero esa poesía me parecía un lujo inaceptable. Quería hacer algo más real, más próximo a la vida». – «Lo jodido es no saber dón- de quieres ir». – «Nunca sabes si has dicho lo que querías o no. Pero llega un momento que dices: no lle- go a más». – «El poema tiene sonido y sentido. El sonido es eso que puede ser muy claro para la sensibilidad, pero muy oscuro para la razón». – «La herramienta del poeta es la palabra, y la materia pri- ma, la palabra». José Hierro, siempre ligado a Santander, apenas empezó a estudiar peritaje porque el gol- pe de 1936 todo lo desbarató. Acusado de pertenecer a una red clandestina de ayuda y so- corro a los presos, fue encarce- lado desde septiembre de 1939 (tenía 17 años) hasta enero de 1944. Pasó por siete penales. «No tuve intención de ocultarlo ni de contemporizar con el régi- men franquista. Simplemente me parecía una ordinariez de- clarar ‘le voy a contar lo que he sufrido’… Me parecía patético», dijo en 1991 en una entrevista. Trabajó vendiendo libros a do- micilio, en una librería de viejo, colaboró en un diccionario mito- lógico (se inventó algunos dioses cuando se le acabó la lista), pasó por la Editora Nacional, el Minis- terio de Información, el archivo de Radio Nacional, ganó una be- ca de la Fundación Juan March y fue reconocido con los premios más destacados: el Adonáis en 1947 por Alegría, en 1957 el de la Crítica por Cuanto sé de mí, de nuevo ese galardón en 1964 por Libro de las alucinaciones, en 1981 el Príncipe de Asturias y el Cervantes en 1998. Por el cami- no, más libros: Con las piedras, con el viento (1950), Quinta del 42 (1953), Agenda (1991) y Cua- derno de Nueva York (1998). «Sin haber sido un outsider con respecto a las tendencias dominantes en su tiempo, el mé- rito de Hierro reside en haberlas asumido con autenticidad y me- sura», ha escrito de él Guillermo los Libros 100 años del autor de ‘Requiem’
  • 17. LALECTURA 17 Lo primero que hacía al abrir los ojos era encender la radio. Se rasuraba los pelillos que aún se atrevían a asomar por la retaguar- dia de su cráneo privilegiado. Se afeitaba y se untaba la cara y la cabeza con crema Nivea, la azul, el olor de mi infancia. Si estábamos en Nayagua, la casita que él mismo construyó en los cerros de Chinchón, bajaría a cavar a la viña, descamisado y con los pantalones caídos. Se fumaría un cigarro escondiéndose de mi abuela y al subir pondría de nuevo la radio escuchando el concierto de turno mientras saboreaba el vino de la cosecha del año anterior, que cada septiembre daba un par de miles de litros que apenas alcanza- ban al año siguiente. Si era verano estaríamos en Santander y bajaría a dar clases a la UIMP con una pequeña hoja de hiedra enganchada al ojal de la camisa. A la vuelta traería flores y después nos iríamos a la playa; al Camello o la Primera. En El Camello cogeríamos lapas o erizos de mar. A veces los abríamos allí mismo, en las rocas, los comíamos y devolvíamos los restos al agua. De todas las cosas que echo de menos, lo que más añoro es su ternura, su manera de explicarme y compartir el mundo, agarrarnos las manos y apretarlas para que no hagan falta palabras. Echo de menos sus ojos, su ingenio, su risa y cómo se acariciaba con sus enormes y portentosas manos la calva para luego apoyar los dedos índice y anular en su bigote. Y su voz. Cada vez que le leo puedo oírle recitando y es como si nunca se hubiera ido, como si siguiera aquí, eterno, a mi lado. Solo hay Todo después de él, nada de Nada. Tacha Romero es nieta del poeta y dirigió la Fundación Centro de Poesía José Hierro Sumodo decompartir por Tacha Romero Carnero, uno de los nueve noví- simos de Castellet y en las antí- podas estéticas de Hierro. Se le solía incluir en la llamada poesía social, sin que él estuviera de acuerdo. No fue un compañero de viaje de poetas como Gabriel Celaya, él tenía otro vuelo. ¿‘Entender’ un poema? Así se aprecia en su evolución: los libros fueron adquiriendo una ma- yor complejidad, más misterio. «A veces creemos que hay que entender un poema racionalmen- te y eso es una tontería», dijo a este periódico en 1998. «Cuando un grandísimo poeta como Ma- chado dice ‘en el umbral de un sueño’... Vamos a ver: ¿los sue- ños tienen umbral? ¿Qué quiere decir, en duermevela? Eso son chorradas, racionalizaciones. El tema es: aquello funciona o no». Fue un poeta siempre conven- cido de la necesidad de la escri- tura..., al menos para sí mismo. Ya lo apuntó en el poema Fe de vida: «Pero estoy aquí. Me mue- vo,/ vivo. Me llamo José/ Hierro. Alegría (Alegría/ que está caída a mis pies)./ Nada en orden. To- do roto,/ a punto de ya no ser./ Pero toco la alegría,/ porque aunque todo esté muerto/ yo aún esoy vivo y lo sé».
  • 18. 18 LALECTURA Versosyrecuerdos dePepeHierro 100 años del autor de ‘Réquiem’ LOPE[1]. LA NOCHE. MARTA[2] He abierto la ventana. Entra sin hacer ruido (afuera deja sus constelaciones). «Buenas noches, Noche». Pasa las páginas de sombra en las que todo está ya escrito. Viene a pedirme cuentas. «Salí al rayar el alba –digo–. Lamía el sol las paredes leprosas. Olía a vino, a miel, a jara» (Deslumbrada por tanta claridad ha entornado los ojos). La llevan mis palabras por calles, ascuas, no lo sé: oye la plata de las campanadas. Ante la puerta de la iglesia me callo, me detengo –entraría conmigo si yo no me callase, si no me detuviera–; yo sé bien lo que quiere la Noche; lo de todas las noches; si no, por qué habría venido. [...] de Agenda (1991) Pepe Hierro es el poeta con el que más he coincidido haciendo bolos y llegamos a ser grandes amigos. Al principio, yo era una veinteañera intimidada por el temperamento explosivo del gran poeta, que rebosaba vitalidad, y por su humor salvaje y provocador. Su talla humana era inmensa, tanto como su talento poético, pues era generoso y compasivo, aunque esto último lo encubría, pues su sensibilidad estaba llena de pudor. Con estas pinceladas ni siquiera me aproximo a describir cómo era José Hierro Real, un hombre que parecía de hierro y era de oro. EL PASAPORTE Poco más de 17 años tenía cuando comencé a asistir, lleno de vergüenza y turbación, a la tertulia literaria que en el Ateneo de Madrid dirigía José Hierro. Allí estaban Bousoño, Brines, Gerardo Diego, y otros muchos maestros. Pocos años después, en la Feria del Libro, escuché que Hierro estaba firmando ejemplares y le pedí, con rubor de que me reconociera, que me firmara uno. Era Librodelas alucinacionesy la dedicatoria: «Para Jesús con el deseo de que la poesía le siga tentando». Elpasaporte mezcla con maestría imaginación y realidad, y expresa que el lamento por los años perdidos se puede transformar en belleza. DESAFÍO EN VALENCIA ¡A mí vais a decirme a qué suenan las escolleras pulsadas por las olas; qué es lo que canta el cielo tras su concertación de transparencias; qué aromas llevan las embarcaciones a donde no florece el limonero! ¡A mí vais a decírmelo! ¡A mí vais a decirme que no es la luz que emana de los cuerpos el origen del mediodía! Y aquellos nombres –Carolina, Azucena, Jacinta–, ¡a mí vais a decirme si fueron nombres de mujeres, barcas flores! ¡Como si yo no lo supiera, como si hubiese yo olvidado qué, quiénes fueron esas sombras que daban vida a estos espacios mágicos! ¡A mí vais a decírmelo! Pepe vivió con mucho gozo Valencia, quedó deslumbrado con este paisaje y esta historia a pesar del barullo que le impuso la felonía franquista. En aquel viaje a La Habana que hice con él pude sorprenderle más de una vez gara- bateando versos reservados que serían estos. BLANCA ANDREU CHUS VISOR «Tienes estrellas en la frente», me hubieran dicho hace unos años gentes desconocidas, rostros que no he de conocer jamás. No sé por qué se me ha ocurrido esto de las estrellas, ni qué quiere decir. (Habré de recordarlo mañana, cuando sea de día). Y otra idea que viene y va: es un símbolo, más bien un argumento para un cuento vulgar. Tiene que ver con un caballo de cartón y un niño. (Cuando despierte de la fiebre, al terminar el viaje, veré que es tema propio para un cuento con fondo de sonajas, panderos y rabeles. Un argumento que ya ha sido escrito cientos de veces, enternecedor, vulgar, folletinesco). Un niño que soñaba con un caballo que no tuvo. Y cuando se hizo hombre lo compró para vengarse de los años. [...] de Libro de las alucinaciones (1964) FERNANDO DELGADO FUNDACIÓN CENTRO DE POESÍA JOSÉ HIERRO
  • 19. LALECTURA 19 Cuando se cumplen 100 años de la muerte del poeta, cinco amigos (Blanca Andreu, Luis Alberto de Cuenca, Fernando Delgado, Fanny Rubio y Chus Visor) escogen uno de sus poemas y comparten viven- cias, anécdotas y memorias que ilustramos con tres dibujos del autor 1 Llegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor que el alma existe. Por el dolor, allá en mi reino triste, un misterioso sol amanecía. Era alegría la mañana fría y el viento loco y cálido que embiste. (Alma que verdes primaveras viste maravillosamente se rompía). Así la siento más. Al cielo apunto y me responde cuando le pregunto con dolor tras dolor para mi herida. Y mientras se ilumina mi cabeza ruego por el que he sido en la tristeza a las divinidades de la vida. de Alegría (1947) Alegría inaugura la vivencia central de José Hierro sometida a circunstancias históricas que lo zarandearon vitalmente. Su música recuerda los sonetos de Lope de Vega y se ilumina con símbolos juanramonianos y tonalidades de Dostoievski y Proust. El poeta que nos habla sobrevive en la palabra como experiencia invocativa, repitiéndose como un estribillo en importantes poemas posteriores. EL MUERTO Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca. Yo lo veo muy claro en mi noche completa. Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo, muchos siglos de olvido y de sombra constante, muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura. [...] ¡Será ya primavera allá arriba! Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría no podré morir nunca. Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino no podré morir nunca. Morirán los que nunca jamás sorprendieron aquel vago pasar de la loca alegría. Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos no podré morir nunca. Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí. de Alegría (1947) Con Alegría Hierro obtuvo el Adonáis de 1947. Lo he releído una vez más y he comprobado que conserva la frescura juvenil con que fue escrito, nos da una idea del dominio abrumador que el entonces jovencísimo Pepe tenía de la métrica castellana y hasta de los ritmos grecolatinos basados en sílabas largas y breves, lo que siempre he admirado en él. Elmuertoes un poema que juega con los conceptos de alegría y de muerte, algo profundamente original. Es, además, un poema muy emocionante, muy tierno, enormemente cómplice con el lector. FANNY RUBIO LUIS ALBERTO DE CUENCA FUNDACIÓN CENTRO DE POESÍA JOSÉ HIERRO FUNDACIÓN CENTRO DE POESÍA JOSÉ HIERRO
  • 20. 20 LALECTURA Detrásde‘CuadernodeNuevaYork’late larelaciónamorosaqueelpoetaman- tuvoconlaprofesoraDorisR.Schnabel por MANUEL LLORENTE ba divorciada de un hombre ale- mán, de ahí el apellido. La relación se prolongó du- rante cinco años tanto en Nue- va York como en Madrid. Una vez terminado el idilio, mantu- vieron un trato amistoso hasta el final de la vida del poeta. Hie- rro escribió «largas cartas», al- gunas de las cuales Schnabel destruyó, otras las guardó y otras las conserva su hermana en Puer- to Rico. Doris Raquel Schnabel había escrito una tesis de licen- ciatura en inglés, El poeta pas- tor: Fernando de Herrera y la tra- dición lírica pastoral en el pri- mer siglo áureo. Tras la ruptura publicó en España el libro de poemas Mujer de piedra y agua (Ediciones Torremozas) en 2002. Actualmente vive en Liverpool (Gran Bretaña). «Pepe era un poeta que respe- taba y quería enormemente a su mujer, Angelines, y a su familia y por ello nunca rompió con ella. A pesar de todo era muy enamo- radizo y tuvo múltiples amantes», afirma Dionisio Cañas, autor de la edición en Cátedra de Libro de las alucinaciones. «Doris era una gran amante de la música clásica, tocaba el piano que tenía en su apartamento, don- de Pepe se quedaba con ella du- rante sus estancias en Nueva York. Los poemas de Cuaderno de Nue- va York en los que aparece la mú- sica están relacionados con pie- zas que escuchaban juntos. Cuan- do en el poema Baile a bordo ha- bla de la cantante Mahalia Jackson es porque en un bar del puerto de la ciudad oyó cantar a una can- tante negra en vivo». José Hierro no entendió aque- lla sorpresa del libro. «No sé qué les ha dado con él. El anterior [Agenda, 1991] era igual de bue- no y no le hicieron caso», recuer- da Munárriz que decía Hierro. El poemario tuvo también su versión en braille. JOSÉ HIERO Y DORIS RAQUEL SCHNABEL EN NUEVA YORK EN 1991/2. DIONISIO CAÑAS «Me estoy muriendo a chorros», dijo José Hierro al editor Jesús Munárriz en una entrega de pre- mios. «Tengo un libro que quie- ro sacar antes de que me mue- ra y quiero que lo publiques». El libro del que hablaba Hierro era Cuaderno de Nueva York, lo editó el sello Hiperión en 1998 y fue, efectivamente, su último poemario. Jesús Munárriz dice ahora que llegaron a venderse entre 15.000 y 20.000 ejemplares. Pero el libro encierra un secreto. Hierro des- liza en él la relación que mantuvo con Doris Ra- quel Schnabel, a quien conoció en el aparta- mento del crítico y profesor de origen cu- bano José Olivio Ji- ménez en Nueva York en la primavera de 1991. Dioni- sio Cañas, poeta, profesor y com- pañero de Jiménez, fue testigo de los primeros pasos del affai- re, que cuenta ahora a La Lectu- ra, días antes de que lo haga pú- blico el 27 de abril en un debate en Espacio Mercado de Getafe. Ya la dedicatoria del libro su- giere algo: «A José Olivio Jimé- nez porque en su casa fraterna –West Side, 90 Street– cercana al Hudson se me apareció mágica- mente la ciudad de Nueva York». Doris Schnabel era por enton- ces profesora de español en una universidad de Manhattan. Tenía cerca de 60 años y Hierro 71, «aunque con una vitalidad des- bordante y un entusiasmo sin fi- suras», según Cañas. Doris esta- ‘Ensonde despedida’ abordaelfinal del‘affaire’ entreelpoeta ylaprofesora, ycuyos primeros versos manuscritos aparecenenla imagen superior.“He vividodías radiantes/ graciasati”,se puedeleer líneasdespués EL FINAL DEL ‘AFFAIRE’ EN UN POEMA No vine solo por decirte (aunque también) que no volveré nunca, y que nunca podré olvidarte. Emprendo la tarea (imposible, si es que algo hay imposible) de racionalizar, interpretar, reconstruir y desandar aquellas fábulas y hechizos que gracias a ti fueron realidad [...] EN SON DE DESPEDIDA 100 años del autor de ‘Réquiem’ El secreto neoyorquino de Hierro FUNDACIÓN CENTRO DE POESÍA JOSÉ HIERRO
  • 21. 15 26 de junio del al de 2022 Dirección musical José Miguel Pérez-Sierra Dirección de escena Alfredo Sanzol Teatro de la Zarzuela Música Francisco Asenjo Barbieri El Barberillo de Lavapiés 5 22 de mayo del al de 2022 Dirección musical Lucas Macías Dirección de escena Emilio Sagi Teatro de la Zarzuela Música Manuel Penella Don Gil de Alcalá 1 10 de abril del al de 2022 Dirección musical Guillermo García Calvo Dirección de escena y escenografía Paco Azorín Teatro de la Zarzuela Música Isaac Albéniz The Magic Opal
  • 22. 22 LALECTURA Andrés López El mexicano acaba de alzarse hace unos días con el 12º Premio Internacional de Ilustración ninos valientes. Valores en sí mis- mos positivos que, en ocasiones, le restan vida al conjunto y nos hacen extrañar el libro leído y, sobre todo, escrito por el puro - goce de divertir y conmover. Concluimos, pues, que los ni- ños leen pero el último informe de la Fundación Germán Sán- chez Ruipérez Jóvenes y lectura (2022) nos advertía de que esta alentadora tendencia se desplo- ma cuando los chicos cumplen los 14. Ya en los años 60 el genial Gianni Rodari nos advertía con mucha sorna en Escuela de fan- tasía (Blackie books) sobre las variopintas formas de que el niño odie los libros. Véanse el con- frontar el libro con la televisión (sustitúyase por pantalla, table- ta…), decirle que las generacio- nes anteriores leían más, no com- partir la lectura en voz alta o sen- cillamente, entenderla como una obligación. Una reflexión para que, en definitiva, se contemple tanto el «Enseñar a aprender» como el «aprender a enseñar». Pero ¿por qué dejan de leer los jóvenes? La adolescencia es tiem- po de cambios y si, al hecho de estar hiperconectados a las pan- tallas y redes sociales le suma- La literatura infantil avanza con paso firme. No solo lo avala el úl- timo barómetro sobre hábitos de lectura publicado por el Gremio de Editores (FGEE) sino que se aprecia en los catálogos de gran- des y pequeñas editoriales que si- guen ampliando esfuerzos, colec- ciones y títulos dedicados a los más pequeños. Llegamos a esta nueva celebración del Día Inter- nacional del Libro Infantil y Juveil que cada 2 de abril recuerda el na- cimiento de Hans Christian An- dersen con la industria trabajan- do a toda máquina. Frente a la edi- Mientraslaliteraturainfantilbaterécords deventas,adeterminadaedadesefuror lectordecae.ConmotivodelDíadela LiteraturaInfantilyJuvenil–el2deabril– nospreguntamosporestacontradicción por CECILIA FRÍAS ción en línea de 2021, la Feria del Libro Infantil de Bolonia ha vuel- to a su formato presencial; la ma- yor cita del sector donde se aca- ba de negociar quiénes serán los nuevos héroes infantiles, por qué lecturas apostarán los editores y qué géneros triunfarán en unos meses sobre las mesas de nove- dades. El papel se mantiene incó- lume como soporte rey y, en cuan- to a contenidos, criaturas fantás- ticas e historias con mensajes que ayudan a reconocer emociones, educan en la tolerancia y son pro- tagonizadas por personajes feme- día del libro infantil y juvenil ¿Porquédejan deleerlosjóvenes?
  • 23. LALECTURA 23 Bologna Children’s Book Fair-Fundación SM. Este galardón, concedido en la prestigiosa feria italiana dedicada a la ilustración del libro infantil y dotado con 15.000 dólares, conlleva también la creación de un álbum ilustrado que será editado por SM y presentado en la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia de 2023. Bajo estas líneas puede verse una de sus ilustraciones Con más de 50 años de expe- riencia, la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, celebrada en 2022 entre el 21 y el 24 del pasado marzo, es el mayor evento mundial del sector. En cada edición reúne a más de 1.400 expositores, consiguiendo unos 30.000 visitantes de más de 80 países EL TEMPLO DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL tas cuestiones se contemplan en la LOMLOE para darle una nue- va perspectiva a la asignatura de Lengua y Literatura) colegios e institutos aúnan fuerzas para promover la lectura en el aula, ta- lleres que permitan comentar las obras, recitales poéticos o en- cuentros con escritores. Estos mismos retos son anali- zados por Paulo Cosín en Para qué leer (Morata), donde plantea la necesidad de un pacto social que promueva la lectura entre los jóvenes implicando a los distin- tos agentes del sector del Libro: del escritor y el editor, al librero, el profesor, el bibliotecario, la fa- milia o los medios que tienen el poder de transmitir una imagen positiva y actual sobre el libro. Merece la pena involucrarse en esta cadena de acciones para que los jóvenes descubran el placer de la lectura. mos la inmediatez de lo digital frente al esfuerzo de concentra- ción que implica el libro, el mis- terio se va desvelando. El que lee se aísla de la realidad para aden- trarse en otro mundo, una baza que jugó en positivo durante los tiempos del confinamiento (mu- chos de los jóvenes encuestados reconocieron el refugio de la lite- ratura en los meses de encierro). Y sin embargo, este acto de in- trospección resulta ahora disua- sorio porque muchos adolescen- tes necesitan de la comunidad di- gital para compartir en tiempo real cada una de sus actividades. A todos nos faltan horas. En esta edad la carga académica crece y la lectura se arrincona dentro de las opciones de ocio. Si en los primeros años fueron los padres los que no escatimaron el gasto en cuentos para sus hijos, ahora el joven decide cuáles se- rán sus lecturas. Un cambio que afecta tanto al canal (el consumo en línea expande sus redes) co- mo al prescriptor, pues el librero deja entonces de ser el principal consejero frente la figura de los blogueros o booktubers. El entorno escolar es otro es- cenario más a tener en cuenta cuando nos replanteamos cómo acercar la literatura a los adoles- centes. ¿Hay que seguir enseñan- do el canon de nuestras letras con la cronología y la nacionali- dad como hoja de ruta o podría- mos mostrar la interrelación en- tre distintas artes de una época? ¿Acaso no transmiten una mis- ma mirada mediante distintos lenguajes? También es cuestio- nable si se debe adaptar a los clá- sicos para una primera toma de contacto o es una forma de de- turpar el texto original. Más allá del debate actual (parece que es-
  • 24. 24 LALECTURA día del libro infantil y juvenil Alma elefante de Andrea Maceiras Ilustraciones de Jordi Solano Alma elefante de Andrea Maceiras Ilustraciones de Jordi Solano Algunos tesoros tienen cuatro patas P R E MIO AN A Y A P R E MIO AN A Y A IN F A N TIL 2022 2022 Andrea Maceiras (A Coru- ña, 1987) ha sido reconoci- da con el último Premio Anaya de literatura infantil gracias a esta no- vela que nos lla- ma a velar por la naturaleza frente a los estragos del turismo y a refle- xionar sobre la fuerza que se esconde bajo la superficie de fragilidad. Suy tiene diez años y vive en una aldea perdida del sudeste asiático. Un te- rritorio empobrecido que, sin embargo, supone un paraíso para el chico. Su principal tarea consiste en cuidar de su melliza, una niña diferente a la que le cuesta hablar y parece tener un don especial para comunicarse con los elefantes. To- do un descubri- miento que se re- velará cuando se encuentren con Tep, un ejemplar al que van a sacrificar in- justamente. Los hermanos asumirán entonces la mi- sión de guiarlo en su cami- no para ponerlo a salvo. Tanto la Fundación Cuatro- gatos como la Asociación de librerías de Es- paña reconocían a Cueto Negro como una de las mejores novelas para adolescentes del pasado año. Premios que vie- nen a confirmar a Mónica Rodríguez (Oviedo, 1969) como un nombre imprescindible de la literatura juvenil actual. El relato nos lleva hasta un albergue de la monta- ña asturiana. Desde la cercanía de la primera persona, Cecilia regresa a los tiempos en que subía a esquiar a la sierra de Cueto Negro junto a su familia y narra el despertar a una nueva edad y la pérdida de la inocencia al ser testigo de las mi- serias del mundo adulto. Una no- vela que interpe- la al lector ante algunos dilemas vitales y lo seduce con la maravilla de aquellas tierras neva- das, que tan bien conoce la autora. Un platillo volante aterriza sobre la playa de Cádiz. El gentío se abalan- za para grabar con sus móviles aunque poco des- pués se descubra que todas las imágenes se han borrado de las memorias. Los científicos, enton- ces, encuentran un manual en el que los extraterrestres han trasladado todas las preguntas que les suscita- mos los humanos tras años de minuciosa observación. ¿Qué es un ser humano?, ¿qué tenemos de único? Y de lo antropológico a lo social, ¿qué tal os lleváis los humanos?, ¿hay guerras ne- cesarias? Pre- guntas que por desgracia resul- tan de plena actualidad. Un atlas filosófico con múltiples iti- nerarios de lectu- ra que más que ofrecer respuestas alienta la curio- sidad e invita al diálogo entre el niño y el adulto. ¿Qué cabe en 9 kilómetros?, le preguntó un día la profe- sora al chico. Ca- da mañana sale de casa cuando aún está oscuro. Le gusta caminar y contar. 9 kiló- metros, 9.000 me- tros, que a veces se hacen incómo- dos como una piedra en el zapato o son dulces cuando atraviesa brincando los sembrados y campos del sur chileno. En 9 kilómetros caben 90 canchas de fútbol, la distan- cia que separa al protago- nista de su escuela y que tantos niños de Perú, Méxi- co o China deben recorrer para acceder a una educación digna. Un álbum que concilia nú- meros y poesía para reivindicar la educación co- mo un derecho irrenunciable y celebran el es- fuerzo de estos chavales que, al igual que el escritor, se esfuerzan para no faltar un solo día a la escuela. Seleccionamos cuatrobuenos títulosparacelebrar lajornadaliteraria dedicadaalosmás pequeños ALMA DE ELEFANTE Ilust.de Jordi Solano. Anaya. 160 páginas. 12,50 euros. A partir de 8 años. CUETO NEGRO Lóguez. 176 páginas. 13,95 euros. A partir de 12 años. ¿HAY ALGUIEN AHÍ? Ellen Duthie y Studio Patten. Wonder Power. 48 páginas. 18,95 e. A partir de 10 años. 9 KILÓMETROS Carlos Aguilera y Gabriel Lyon. Ekaré. 56 páginas. 14,90 e. A partir de 10 años.
  • 25. LALECTURA 25 El paraíso de mi niñez sigue todavía latiendo en todas esas horas que dediqué a la lectura. Crecí en una casa luminosa y llena de libros, con las paredes forradas de estanterías en el pasi- llo y en todas las habitaciones. Los lomos de los libros con sus títulos misteriosos me enseñaron el abecedario de la vida que me esperaba. Palabras que formulaban pensamientos, ideas, tramas, escenarios y personajes. Los libros son la energía poderosa llena de claves que nos ayudan a sentirnos menos solos y a ser más felices. Porque estamos en este mundo rodeados de emociones, expuestos a todo lo que suce- de, y en muchos sentidos, desvalidos. En la infancia aprendemos a ser conscientes de lo que significa nuestra propia existencia, descubrimos la fragilidad de las cosas, el principio y el fin como conceptos. En cada pregunta que formulamos cuando somos pequeños están los silencios de los adultos que no saben bien cómo explicarnos la complejidad de lo que nos rodea. Somos demasiado pequeños para experimentar todas las posibilidades, y la vida, es una sola que siempre avanza. Por eso llegan los libros a ayudarnos a generar pensamiento. Pensamien- to inteligente que requiere reflexión y aprendizaje. Las lecturas literarias nos sumergen en el espacio creativo del pen- samiento elaborado. En estos tiempos hay muchas oportunidades lú- dicas para los más pequeños, las nuevas tecnologías inventan fórmu- las para entretenerlos, distraerlos de una manera automática, video- juegos, imágenes, vídeos donde se les pide respuestas impulsivas, reflejos rítmicos. Les detienen en el instante ensimismado, pero no les ayudan a pensar, ni a desarrollar ideas empáticas que impliquen ponerse en el lugar del otro. Muchas veces, de esos entretenimientos solo sacan frustración, rabia, y adicciones, porque su emocionalidad se modela en el consumo pasivo de los estímulos donde siempre hay que ganar, y en muchos casos destruir al contrincante. La lectura lite- raria implica evolución y desarrollo. Es la literatura la que explica los sentimientos universales y los describe, la que ofrece pautas sobre las relaciones humanas y el arraigo existencial compartido. La imaginación infantil que escucha una leyenda o un poema adquiere conocimiento, y entiende poco a poco lo matices profundos de lo que se le relata. El aprendizaje de la lectura otorga seguridad y poder. Cuando los más pequeños aprenden a leer solos, y en ese pro- ceso aprecian y disfrutan la lectura, y la convierten en un hábito, su inteligencia crece. Y lo hará de manera exponencial, y con ella su capacidad para tener una vida mejor en una sociedad suma- mente tóxica donde los estímulos del consumo impulsivo anulan el desarrollo de su creatividad y su sensibilidad empática. Conceptos como el amor, la to- lerancia, el cariño, el respeto, la curiosidad o la amistad están en las peripecias vitales de los perso- najes que habitan en los libros li- terarios, y que obligan a los más pequeños a pensar y a sentirse identificados con los problemas y las emociones que descubren. Observar y discernir entre el bien y el mal, descubrir palabras con las que podrán expresar sus ideas, entender e imaginar. Viajar en el tiempo, viajar en el espacio, conocer otros universos y otras vidas, y esforzarse en enunciarlas juntando cada letra. Haciendo que el cerebro genere fuerza y se energice con la lectura. No leer es como no lavarse los dientes, ¿no nos cuidamos para que no se pudran los dientes de nuestra boca? ¿No nos esforza- mos para que a nuestros hijos no les falten las vitaminas y las pro- teínas, para que sus cuerpos crezcan sanos y fuertes? ¿No les damos calcio y hierro? Entonces, ¿por qué dejamos que su cerebro se ralentice con estímulos pasi- vos y adictivos? Tal vez sea el momento de que los adultos con- templen sus propias vidas y bus- quen algún libro para sentirse acompañados y distanciarse de sus propias frustraciones. Si los más pequeños ven leer a los ma- yores, querrán copiar esos hábi- tos. ¿Por qué no queremos que los más pequeños tengan un fu- turo próspero y esperanzado? No potenciar la lectura, evitar- la, es una forma de maltrato, y de desintegración social. La toleran- cia, el entendimiento, la paz, el amor, la felicidad, la justicia, los valores que nos hacen humanos están en la literatura y hay que interiorizarlos leyendo desde el lugar de la infancia. Y la lectura de los libros infantiles son el gran paso, el mejor regalo que nuestra sociedad puede ofrecerles. Libros, muchos libros literarios infantiles que les hagan crecer libres e inteligentes. Ana Merino esnovelistaypoeta Unainfancia lectora Es la literatu- ra la que explica los sentimientos universales y los describe. Cuandolos máspequeños aprendena leersuinteli- genciacrece. Laliteratura infantilesel mejorregalo quelasociedad puedeofrecera unniño.Libros, muchoslibros queleshagan crecerlibres para niños y niñas que ya prefieren leer solos por Ana Merino día del libro infantil y juvenil
  • 26. 26 LALECTURA Es imposible no conmoverse des- de las primeras páginas de La Canción de NOF4 de Raúl Quinto (Cartagena, 1978), aún sin atinar a definir a qué género pertenece: lo mis- mo se revela como biografía que como poema, eclosiona como ensayo o florece como reflexión profunda sobre el lenguaje. Este libro está signado por una escritura híbrida, poliédrica, donde confluyen todas las metáforas posibles. Quinto nos pasea por la histo- ria REAL de Fernando Oreste Nannetti, un iluminado que es- cribió durante veinte años sobre los muros del patio del pabellón penitenciario del manicomio de Volterra, solo con la punta me- tálica de la hebilla de su unifor- me. El señor NANOF o NOF4, como se nombraba, recibía men- sajes desde el espacio a través del sistema mental telepático. En su libro de piedra alucina- da de setenta metros de largo (por dos de alto), Nannetti escribió de manera salvaje con símbolos que parecían heridas abiertas y segu- ramente lo eran: señales, araña- zos, dibujos, naves espaciales, observatorios nucleares, letras con y sin sentido, para mostrar- nos que el extravío y el olvido también tienen lenguaje propio. Nannetti creyó en Dios, aunque Dios no creyera en él. Porque el señor NANOF estaba atrozmen- te solo. Jamás nadie lo visitó. Nunca. Desde que su madre lo abandonó en un hospicio a los siete años. Y ya a los diez estaba diagnosticado con esquizofrenia y atiborrado de pastillas. Solo se interesó por él Aldo Trafeli, un celador del manico- mio con sensibilidad de artista, que se empeñó en conservar el muro y hacer un minucioso registro fotográfico antes de que el grito de Nannetti se conver- tiera en polvo y arena. Sin él nada de esto existiría. En este libro de Quinto, que trasciende en la edición a la palabra escri- ta, se puede ver un desplegable con la foto del muro y un mapa detallado con explicación de algunos símbolos. La Canción de NOF4 no pre- tende dar respuestas, sino interpelar desde la duda. Tam- bién reflexiona sobre el morbo que produce la locura como espectáculo y sobre el arte en estado puro. Pero, sobre todo, habla sobre la necesidad ani- mal de comunicarse. De la palabra como refugio y como posible muro de salvación: «Las palabras pueden tocarte y man- charte. Te pueden acunar en una canción frente al fuego y bailar con las sombras temblo- rosas del otro lado». Después de huir de Salem perse- guida por sus cre- encias anabaptis- tas, Deborah Moody llegó a Gra- vesend, una de las seis colonias que se formaron en Long Island a finales del XVII. Allí fundó una comunidad basada en la libertad de fe y trazó el mapa de las calles de esa nueva ciudad, sobre la que hoy se asienta Brooklyn. El trazar el mapa urbano fue más que un acto fundacional: Moody no solo estaba diseñando la sociedad a la que aspiraba, sino que se estaba adueñando del espacio, de la tie- rra. Ella, la primera gran terrate- niente de Estados Unidos, reivin- dicaba la propiedad y el control del espacio que se habitaba. Una reivindicación sobre la que hace énfasis Lucía Lijtmaer (Bue- nos Aires, 1977) a lo largo de Cau- terio, obra con la que la periodis- ta se consagra como novelista. El personaje de Moody se refleja en el de la treintañera que vuelve a Barcelona tras romper con un hombre machista, controlador, de izquierdas –¿Quién dijo que esta- ba reñido una cosa con la otra?– y cuyo compromiso se convierte en un trampolín social que lo lle- va a estar en las filas de un joven y aparentemente renovador par- tido. A su regreso a Barcelona, la protagonista reescribe la historia a través de las calles que, impreg- nadas por lo vivido, han dejado de pertenecerle. La ciudad ha dejado de pertenecerle. A través de dos tramas perfec- tamente ensambladas, Lijtmaer reflexiona sobre la violencia y la coacción, pero también sobre la rebeldía y la posibilidad de una al- ternativa. Moody escapa, víctima de la violencia y la persecución, de Salem. La joven barcelonesa regresa a la Barcelona de 2014, ciudad gentrificada, desigual y se- cuestrada por el turismo, en la que comienzan a aparecer nuevos dis- cursos en torno a otros modelos urbanísticos. Se vislumbra la po- sibilidad de un cambio, como tam- bién lo vislumbra Moody cuando decide asentarse en Gravesend o lajovenprotagonistacuandoaban- dona su cínica desesperanza para construir algo nuevo. Y porque las novelas no deben ser lecciones morales –interesan- te que Anagrama publique Cau- terio paralelamente a Trilogía de la pasión, las primeras novelas de Ariana Harwicz–, Lijtmaer hace que dicha reconstrucción nazca de la venganza, del abandono de la fe y el amor y de la traición a ciertos ideales. «Carne, sangre, tierra». Así lo resume Moody y así sale del hoyo la otra protagonis- ta, reapropiándose primero de su cuerpo –«La belleza ya no es uno de mis objetivos»– y luego de la ciudad. Esta vez ellas trazan sus recorridos urbanos. LUCÍA LIJTMAER CAUTERIO Anagrama. 222 páginas. 18,90 euros. Ebook: 11,99 euros. por ANNA MARIA IGLESIA RAÚL QUINTO LA CANCIÓN DE NOF4 Jekyll & Jill. 128 páginas. 16 euros. Carne, sangreytierra Mezclandopasadoypre- sente,LucíaLijtmaerexplora aquílahuidadeldolorcomo formadesuperviviencia narrativa por ADRIANA BERTORELLI Laspalabras depiedrade unalucinado Atravésdelaimprobable obradeunenfermomental, RaúlQuintoexploraelpapel delapalabracomorefugio
  • 27. LALECTURA 27 Quienes creemos que el destino principal de la literatura es la alegría (aunque sea, claro, una alegría crítica, experimentada, sabia…: con- viene desconfiar de la alegría que no ha sido puesta a prue- ba), encontramos en la obra de Bernardo Atxaga (Asteasu, 1951) algo especialmente re- confortante, por ser un fabula- dor vocacional que ha hecho incursiones en el experimenta- lismo no exactamente por im- pulso vanguardista ni por afán de provocar, sino por acucian- te necesidad de libertad. Atxaga es alguien que ha ele- vado la literatura infantil como muy pocos en el contexto espa- ñol (durante años me fascinó aquella imagen de Memorias de una vaca en la que una monja, de repente, da una patada a una zanahoria, y creo que es una buena definición de la lite- ratura: una monja dando una patada a una zanahoria de puro contento). Es también alguien que ha escrito muchísima poe- sía, porque se nota que vive en ella, pero ha publicado poca, siempre con autoexigencia. Es alguien que sabe que ve- nerar la tradición pasa por alterarla, y que la gran lección de la oralidad es que cada nue- vo cuentacuentos, cada aedo, cada rapsoda, cada juglar ha de aportar su voz personal e incluso iconoclasta a la inter- minable cadena colectiva. Es alguien que aunque ha creado un fascinante universo propio, muy reconocible, y que se ha entregado a la imaginación, no ha vivido en absoluto de espal- das a la realidad ni a las exi- gencias que la Historia impone a todos los escritores (y en su caso, tratándose de un vasco de 1951, la Historia ha sido es- pecialmente imperativa, dra- máticamente insoslayable). Es verdad que no todas sus obras han merecido la misma calificación sobresaliente, pero eso es porque se ha arriesga- do: podría haberse acomodado en Obaba y vivir de las rentas que ese atractivo lugar produ- ce, complaciéndonos a todos con sucesivas historias llega- das de allá, pero prefirió explo- rar otros espacios menos segu- ros, escribir libros que también reclamaban ser escritos, con otros temas y en otros tonos. No conozco a ningún autor al que se le note más que a Atxaga qué libros escribe con esfuerzo, por no decir con dis- gusto, y cuáles escribe disfru- tando, a sus anchas, completa- mente libre y hasta desatado. Felizmente, este de hoy es de los segundos, a pesar de su título, que insinúa que uno de sus temas centrales es la muer- te. Pero Desde el otro lado, de- liberadamente ambiguo, tam- bién puede hacer referencia al hecho de que dos de sus cuatro textos están narrados por ani- males, convirtiéndose así en una especie de fábulas inverti- das, donde no es un hombre el que pone a hablar y a actuar a los animales sino al contrario. Hace más de un cuarto de siglo que leímos Dos herma- nos, y aquél fue el primer des- lumbramiento que nos llegó desde Obaba, un relato en el que un pájaro, unas ardillas, una serpiente y una oca se tur- naban para contarnos una his- toria trágica, pero también mágica, sobre un muchacho apuesto, inteligente y trabaja- dor que tiene sobre sus hom- bros la carga de su hermano mayor, un gigantón enfermo que se encapricha con una de las chicas del pueblo. Esa nou- velle figura hoy al frente de es- te nuevo libro, que se cierra con un relato rutilante en el que un búho colabora con la policía de Reno para aclarar la muerte de algunos animales. Ésos son los dos textos en los que escuchamos a los ani- males, y enmarcan los otros dos, contados ya desde la sen- sibilidad humana, aunque ésta esté notablemente alterada: primero un vertiginoso viaje li- sérgico en el que se nos cuenta la muerte por cáncer de un hombre muy joven, y después un desopilante cuento en el que asistimos a poco menos que la profanación del cemen- terio de Obaba por culpa de una estrambótica performance (y en la que reaparecen, no menos profanados, personajes de los dos textos anteriores). Con su particular humor y su conciencia poética (que a menu- do se unen, como en el memo- rable lema «Todas las cosas ra- ras están en el corral»: p. 172), y también con algún descuido sin- táctico («Suelo venir de vez en cuando»…: p. 134), Atxaga vuel- ve a hacernos pensar que un es- tilista puede producir orfebrería literaria, pero que para alcanzar la alquimia hay que tener otro tipo de talento, uno que no se aprende. Las palabras por sí solas no bastan: hay que saber encenderlas. Él, por suer- te, tiene ese don. Los orígenes de Obaba y el don literario de otra forma de mirar Espectrosyanimalessonlospersonajes delnuevolibrodeBernardoAtxaga, cuatro relatosquelodevuelvenasusorígenes,en losquesedancitahumoryconcienciapoética BERNARDO ATXAGA DESDE EL OTRO LADO Alfaguara 216 páginas. 17,90 euros. Ebook: 8,99 euros. RELATOSDEUN PAÍSVASCOMÍTICO Nacionaldelas Letras2019por “sucontribu- ciónala modernización yproyección delalengua vascaatravés deuna narrativaque combinade manera brillante realidady ficción”,Atxaga comenzóa escribircuentos eneuskeraa finalesdelos70 alcalordelos movimientosde vanguardia. Prontosurgiría elterritorio deObaba, cuyaobra cumbre, ‘Obabakoak’, haexpandido elimaginario deunpeculiar ymágicoPaís Vascopormás de26países por JUAN MARQUÉS narrativa
  • 28. 28 LALECTURA «Ninguno de los dos se lo contará a nadie. No habla- remos de los árboles que adqui- rieron vida, inspirando negro y espirando naranja al ritmo en que las monarcas abrían y cerraban las alas. Ni de las mariposas que se nos posaron por toda la piel. Ni del modo en que resplandecían bajolatenueluzdelaúltimahora», ese es el recuerdo feliz, el momen- to de mágico entendimiento con su hermano que la narradora y protagonista de Bola ocho ateso- ra. Es el cuento que cierra el volumen, del mismo nombre de la escritora Elizabeth Geoghegan (nacida en Nueva York, vive en Roma), discípula de Lucia Berlin. Empiezo por el final para decir que ese cuento, que es casi una nouvelle (70 páginas), es deliberadamente errático y está hábilmente construido sobre la alternancia de dos tiempos, deja el volumen en alto, como hay que irse de los sitios: con la sensación de querer volver. Aquí se exploran las relaciones familiares, qué pasa cuando tu héroe, tu hermano mayor, empie- zaunacaídalibreynoveselmodo de salvarlo. De eso, y de drogas y sexo habla este cuento. Pero antes hay otros siete de diverso tono, enfoqueytramaquesonunmues- trario de las capacidades narrati- vas de Geoghegan. En cuanto al estilo, por cierto, poco recuerda a Berlin por mucho que compartan el realismo. Aunque en muchos de los cuentos aparecen mujeres buscándose a sí mismas (el sexo casisiempreesdecepcionantepor- que, gatillazos aparte, casi nunca se comparten expectativas), cues- ta encontrar un tema dominante en el volumen. Hay recurrencias y elementos que reaparecen, miniobsesiones, guiños entre las piezas, y quizá el tema que se ele- va sobre los demás sea precisa- mente el de un mayor o menor grado de decepción con la vida. Elconjuntoderelatossevacom- pletando con La hora Violeta, en el que una mujer viaja a Asia para encontrarse con su novio, que no ha acudido al aeropuerto a reci- birla. Mientras ella espera en el hotel y revisa su correo, se entera de que ha habido un tsunami al otro lado del país. Mientras deci- de si su novio no ha acudido por- que le ha pillado el tsunami o por otra razón, conoce a un joven que la lleva a su pensión. En El día de la madre, otra muestra de la destreza de Geoghe- gan para hacer convivir diferen- tes líneas temporales, la protago- nista está en París y recuerda una noche en Roma, 10 años antes. Conoció a un chico, pasaron tres días juntos y quedaron en verse en Verona. Ahora, en el Pompi- dou, cree haberlo reconocido: «Ca- mina entre los grupos de gente pegada a su audioguía y apiñada en torno a las obras más famosas, y avanza para ver el resto de la ELZABETH GEOGHEGAN BOLA OCHO Traducción de Blanca Gago. Nórdica. 296 páginas. 18,95 euros. Ebook: 8,99 euros. UNAOBSESIÓN VERTIDAALPAPEL Entreesta miscelánea derelatos destaca 'Unahistoria romana', inspiradoenun infanticidioreal quelaautora presencióenla capitalitaliana. “Seguía preguntán- domequéle habíapasadoa estepadre jovenpara cometerun actotan terrible”,ha contado. Años mástarde, explicaba,“algo hizoclicenmi mentey terminéel cuentoen cuestiónde días,comosi lahistoriaya estuviera completamente formadaenmi subconsciente” por ALOMA RODRÍGUEZ narrativa Levetratado dedesencanto eincertidumbre ElprimervolumenderelatosdeEliza- bethGeoghegan,discípuladeLucia Berlin,esuncrudofrescorealistaque explora,mezclandohumoryduelo,ale- griaypérdida,hondasreflexionesvitales exposición. Conforme va contem- plando las imágenes, rodeada por elsuavemurmullodelmuseo,sien- te cómo el tenso nudo que la ha- bita va soltándose poco a poco». Pura Goa Lawah tiene algo de caricatura del espíritu Come, reza, ama y de la búsqueda interior, de los viajeros occidentales que van a Asia convertidos en cliché pero no quieren que les llamen «turis- tas». La viajera es una mujer que está tratando de asumir su divor- cio y el hecho de que su exmari- do esté con otro hombre y acaben de formar una familia, vientre de alquiler mediante. Una historia romana parte de una noticia trágica (un bebé arro- jado al Tíber en «la única y verda- dera nevasca que la Ciudad Eter- na había visto en los últimos vein- ticincoaños»)yconstruyelaterrible historia que culmina en el infan- ticidio, pero lo hace con distancia, huyendo del sentimentalismo. En una entrevista, Geoghegan dijo que para escribir este cuento se preguntó qué habría hecho Flannery O’Connor con un infan- ticidio. La escritora enseña lo su- ficiente sin subrayar nada, hace que acompañemos a los persona- jes, nos cuela en sus vidas sin juz- garlos ni disculparlos. Completa el volumen el tríptico de los chi- cos: El Chico del Árbol, El Chico del Críquet, El Chico-Perro, varia- ciones de un mismo tema: sexo más bien decepcionante. Geoghegan se mueve bien en la distancia media-larga, compo- ne personajes complejos, vulnerables y fuertes al mismo tiempo, con aristas y sobre los que predomina la sensación de incertidumbre vital, en el mejor de los casos. En el peor, el desen- canto es total. Para dibujarlos re- chaza el psicologismo, así como las explicaciones de por qué ha- cen lo que hacen, sea arrojar a un bebé al río, sea robar a las es- tudiantes extranjeras, sea acos- tarse con el primero que pasa aunque no les guste demasiado. Es capaz de escribir sobre la luz violeta del atardecer y de mos- trar la sordidez de algunos epi- sodios. Bola ocho es el primer libro de Geoghegan que se pu- blica en España, espere- mos que pronto haya más.
  • 29. LALECTURA 29 La física distin- gue cuatro tipos de fuerzas con las que describe el comportamien- to del Universo: gravitacional, nuclear débil, electromagnética y nuclear fuerte. Richard Powers (Evanston, EEUU, 1957) señala en Desconcierto una quinta, la in- teracción paternofilial y, por ex- tensión, la de los afectos. De esta lo más sorprendente –que la dife- rencia del resto de fuerzas– es que incluso en ausencia del cuerpo que la origina sigue creando un campo energético capaz de afec- tarnos. Powers echa mano en su decimotercera nove- la del humanismo de Saint-Exupéry, la fan- tasía de Italo Calvino y la hondura de Cor- mac McCarthy para penetrar en las suti- les complicidades que se tejen entre un adul- to y un niño «triste, singular,enguerracon este mundo», unidos por un duelo interior (la muerte de Aly, pa- reja y madre, respec- tivamente) y otro ex- terior (el Antropoce- no),yseleecomouna expansión lírica y pe- netrante del poema del polaco Adam Za- gajewski Intenta ala- bar el mundo herido. Theodore Byrne es un astrobiólogo cuya tarea es imaginar posibles plane- tas compatibles con la vida. Cada variación infinitesimal de sus com- ponentes sugiere una alternativa a la espera de ser corroborada me- diante la observación celeste con la última tecnología, como el te- lescopio Kepler, diseñado para descubrir exoplanetas. Toda la obra de Powers contrapone este tipo de proezas del conocimiento humano con la incapacidad de fre- nar la erosión del mundo a causa de nuestra voracidad. Aquí la cien- cia, que permea todo el texto y no se limita a explotar sus metáforas –efecto mariposa, números pri- mos, teorías cuánticas, principio de incertidumbre, etc–, es la dis- ciplina que le permite al padre co- nectar tanto con el espacio como con su hijo Robin. Ambos beben de la misma fuente, la capacidad de maravillarse, que el pequeño entona en una suerte de impera- tivo ético del aquí y ahora: «Escu- cha eso, me dijo mi hijo. Y conti- nuó con una frase que nunca desaparecería: ¿No es increíble el lugar donde estamos?». Estas meditaciones íntimas tienen a la vez una lectura gene- ral de largo recorrido: «Si un gru- po de gente, reducido pero crí- tico, recuperaba el sentido del parentesco, la economía se con- vertiría en ecología». Así pues, como en la física atómica, la fu- sión crea una energía más po- derosa y sostenible que la fisión Los lectores que no estén fami- liarizados –como quien firma es- ta reseña– con el nivel de conoci- mientos y los términos científicos que planean sobre la novela no tienen nada que temer. Powers logra un relato en absoluto abs- truso y muy seductor al arrojar luz sobre los puntos en común en- tre astronomía e infancia: «Am- bas son viajes por enormes dis- tancias. Ambas buscan realidades fuera de su alcance. Ambas teori- zan mucho y dejan que las posi- bilidades se multipliquen sin lími- tes. Ambas funcionan a partir de la ignorancia. Ambas se envuel- ven de misterio con el tiempo. Am- bas comienzan una y otra vez». Escrita desde el punto de vista del padre, la voz del hijo –cuya hi- persensibilidad con la naturale- za le vale tantos diagnósticos co- mo psicólogos visita: Asperger, toc, tdah…– se mezcla en cursiva con la de su progenitor, y lanza fascinado preguntas espontáneas que delatan el modo olvidado de los adultos de maravillarse ante el entorno, algo crucial para preo- cuparse por su preservación: ¿Qué pasará dentro de mil millones de años? ¿Cómo vamos a conocer a los extraterrestres si ni siquiera conocemos a los pájaros? Si hay dos billones de estrellas, ¿cómo es que el cielo noctur- no no está lleno de luz? ¿Qué es más grande, el espacio ex- terior o el interior? ¿Por qué es tan difícil que la gente se dé cuenta de lo que está pasando…? El padre decidirá que el hijo no asista un tiempo al colegio –«Todo se habrá muerto antes de aca- bar secundaria», le dice este, preso de la solastalgia que angus- tia a la nueva genera- ción– para explorar juntos el bosque, don- de mejor se observa el firmamento. A esta pequeña epopeya fa- miliar se intercala un hilo argumental más especulativo: el padre, con tal de nomedicaralhijoatancortaedad, lo incluyó a modo de psicoterapia en un programa experimental, cu- ya tecnología se conoce como «neurofeedback decodificado». Aunando Inteligencia Artificial que supervisa la actividad cere- bral y neuroimagen en tiempo real puede llevarse a un paciente a un estado neuronal concreto, inclu- so a que «el cerebro aprenda a pa- recerse a aquello que ama». Lo mejor de Desconcierto es la pau- sada construcción de una nueva lectura de la experiencia de lo su- blime: cósmica, primigenia, atem- poral. Incluso peligrosamente des- tructora para quien, dotado de un oído absoluto, capta el can- to de cisne del planeta. RICHARD POWERS DESCONCIERTO Trad. de Teresa Lanero Ladrón de Guevara. AdN. 368 pp. 18,50 euros. Ebook: 9,99 euros. RECUPERANDO UNA GRAN VOZ Publicadopor Mondadori entremediados delos90ylos 2000,Powers desapareció delpanorama literario.Sería en2018cuando AdNdecidiría apostarpor ‘Elclamorde losbosques’, alapostre ganadoradel Pulitzer.Tras esteéxito vendríala monumental yfrenética ‘Orfeo’,donde lamúsicalleva lavozcantante. Yahoraesta novelasobre lacomplejidad denuestro presenteque hasidofinalista en2021del Bookery delNational BookAward por MARTA REBÓN narrativa Angustia anteelcanto decisne delplaneta A través de la compleja relación entre un padre científico y un hijo hipersensible, Richard Powers seinternaensunuevanovelaen losgrandesmisteriosdeluniverso