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Ähnlich wie Cronología de la Cohetería y el Vuelo Espacial: 1634 - Se Publica por Primera Vez un Libro del Astrónomo Alemán Johannes Kepler: SOMNIUM- SUEÑO
Ähnlich wie Cronología de la Cohetería y el Vuelo Espacial: 1634 - Se Publica por Primera Vez un Libro del Astrónomo Alemán Johannes Kepler: SOMNIUM- SUEÑO (20)
Cronología de la Cohetería y el Vuelo Espacial: 1634 - Se Publica por Primera Vez un Libro del Astrónomo Alemán Johannes Kepler: SOMNIUM- SUEÑO
1. Cronología de la Cohetería y el Vuelo Espacial
Por: Campo Elías Roldán
Ingeniero Mecánico U.de.A.
SOCIEDAD JULIO GARAVITO PARA EL ESTUDIO DE LA
ASTRONOMIA
INGES AEROSPACE (INGENIERÍA ESPECIALIZADA
AEROESPACIAL.)
INCAES AEROSPACE (INGENIERÍA DE CAMPO
AEROESPACIAL)
1634 – Se publica por primera vez un libro del Astrónomo
Alemán Johannes Kepler: “SOMNIUM-SUEÑO”.
http://universodecienciaficcion.blogspot.com/2011/12/1634-somnium-johannes-
kepler.html
Cuatro años después de su muerte un libro escrito por el astrónomo Alemán
Johannes Kepler era publicado por primera vez. Un relato ficticio de un viaje a
la luna, El “Sueño-Somnium” se benefició de los conocimientos en mecánica
celeste de Kepler y del hecho de que la luna era un cuerpo sólido; la cual, por
estar bloqueada en rotación síncrona, presenta constantemente la misma cara
a la Tierra.
Kepler había explicado satisfactoriamente cómo funciona el sistema solar, y
esto suministró la base sobre la cual los futuros astronáuticos podrían
desarrollar sus teorías acerca de los viajes espaciales.
Somnium sive Astronomia lunaris Joannis Kepleri (El Sueño o Astronomía de la Luna de
Johannes Kepler) es una novela de ficción escrita en latín, por Johannes Kepler en 1608, pero
publicada póstumamente en 1634. Es considerada para muchos la primera obra de ciencia-
ficción de la historia.
2. En la novela se narra la historia de Duracotus, un joven islandés. Gracias a su madre,
Fiolxhilda, y mediante un conjuro mágico, ambos irán en un viaje onírico a la Luna, durante
un eclipse solar.
Pocos años más tarde, dado que el personaje de Duracotus tiene ciertos tintes autobiográficos,
el argumento de la novela fue usado para acusar a su madre, Katherine Kepler, de brujería.
Existe una traducción al español: El Sueño o la Astronomía de la Luna, introducción,
traducción, notas e índices de Francisco Socas, Huelva: Universidad de Huelva, Universidad de
Sevilla, 2001. ISBN 8495699141.
Johannes Kepler fue concebido a las 4.37 horas del 16 de mayo de 2571, nació
prematuramente el 27 de diciembre a las 14.30, tras un embarazo que duró 224 días, 9 horas y
53 minutos. Semejante precisión, que se desprende de sus propias cartas astrológicas, nos da
una imagen de Kepler como hombre de grandes contrastes y contradicciones, algo habitual en
los momentos de profundas transformaciones históricas. Se dice que Kepler provenía de una
familia noble caída en desgracia, no sólo económicamente sino psicológica.
La madre del astrónomo fue criada por una tía que acabaría quemada en la hoguera acusada
de brujería. Ella misma, curandera, a punto estuvo de sufrir el mismo destino. Su padre,
mercenario, se libró por poco de ir a galeras. Una ascendencia peculiar para quien sería no
sólo una de las mentes más brillantes de la Revolución Científica, sino uno de sus
especuladores más atrevidos.
En 1593, Kepler consiguió su primer trabajo: profesor de matemáticas en la localidad austriaca
de Graz. Por desgracia, un cerebro privilegiado no es necesariamente compatible con el talento
pedagógico. Su entusiasmo le conducía a frecuentes digresiones y divagaciones, a inventar
nuevas palabras, internarse en complejos métodos para probar esto o aquello… que
despistaban y aburrían a los asistentes a sus clases. En su primer año docente sólo tenía un
puñado de estudiantes. El segundo, ninguno. Era el ejemplo perfecto de profesor de mente
ausente y discurso ininteligible.
Un retrato en 1610 de Johannes Kepler de un artista desconocido
http://en.wikipedia.org/wiki/Johannes_Kepler
Mientras que Galileo ya era un científico en el sentido moderno, Kepler nunca llegó a
distanciarse del misticismo propio del mundo medieval. A diferencia de Galileo, que carecía de
lastres espirituales, Kepler –que habías estudiado en su infancia en un seminario- estaba
fascinado por las implicaciones mágicas de un universo centrado en el Sol. Y aunque era un
entusiasta de la investigación de los descubrimientos científicos, sus libros sobre astronomía,
en los que intentaba desvelar los secretos íntimos de cosmos, no dejaban de ser una
amalgama de geometría, música, astrología, astronomía y ocultismo. Sus famosas Tres Leyes
del Movimiento Planetario están enterradas bajo varias capas de elaborada fantasía. Y es que
aunque cualquier libro básico de astronomía menciona dichas leyes, el verdadero espíritu del
personaje, su auténtica esencia, nos lo proporciona el “Somnium”.
3. http://www.uh.edu/engines/kepler-book-cover.png
Kepler estructuró “Somnium” como artificio narrativo que le permitiera presentar el modelo
copernicano que tanto admiraba como si se tratara de un sueño. De esta forma, pudo evitar el
ataque de los aristotélicos representantes de la iglesia ocultando sus posturas radicales bajo
una apariencia de mitología clásica: un narrador anónimo nos cuenta que una noche, tras
observar las estrellas y la Luna, se quedó dormido y soñó que leía un libro, la bibliografía de
Duracotus, un hombre nacido en Islandia de una bruja llamada Fiolxhilda. Tras pasar algún
tiempo en Europa trabajando con el famoso astrónomo danés Tycho Brahe (el propio Kepler,
en su juventud, había sido su ayudante), Doracotus regresa a su isla nórdica para aprender de
su madre los secretos de los demonios (que ella llama “sapientissimi spiritus”, los espíritus más
sabios) que viajan entre la Tierra y Levania (la Luna). De vez en cuando, estos demonios
transportan seres humanos. La bruja invoca uno de estos espíritus y madre e hijo cubren su
cabezas con una sábana (tal y como exige el ritual) mientras uno de esos seres les habla sobre
la auténtica naturaleza de la Luna. Casi todo el resto de “Somnium” consiste en las
explicaciones de ese demonio.
Copérnico había colocado al Sol en el centro del universo. El propósito de Kepler era explorar
este nuevo cosmos de mundos alienígenos desde un punto de vista alternativo: el de la Luna.
Quería describir esa nueva astronomía no centrada en la Tierra desde la perspectiva de otro
cuerpo celeste, realizando nuevas observaciones de los cielos y la misma Tierra. En este
sentido, “Somnium” es un trabajo extraordinario, un viaje de descubrimiento del “nuevo”
firmamento expuesto por Copérnico. Como libro de viajes imaginarios se inspira en historias de
la antigua Grecia, como la “La Cara de la Luna” de Plutarco o la sátira de Luciano” Una historia
verdadera”. Pero en todo lo demás, la obra supone una ruptura con el mundo clásico.
El espíritu revela en primer lugar como su raza viaja aprovechando los eclipses lunares o
solares, sirviendo del cono de sombra que toca tanto a la Tierra como a la Luna. En su obra
“Astronomía Nova” (Nueva Astronomía, 1609), Kepler se había aproximado al concepto de
gravedad. En “Somnium”, la da por hecho. Con gran acierto, propone la existencia de zonas de
gravedad cero”… porque, como tanto las fuerzas magnéticas de la Tierra y la Luna atraen al
cuerpo y lo mantienen suspendido, el efecto resultante es como si ninguna de ellas lo atrajese”.
4. Va un paso más allá en la misma dirección asumiendo que hay mareas en la Luna debido a la
atracción conjunta del Sol y la Tierra. Incluso apunta con acierto que la ruta más corta a la Luna
no es la línea recta imaginada por Luciano o Plutarco, sino una trayectoria que, partiendo de la
Tierra, interceptara en un momento dado la órbita del satélite. Adelantándose a Newton, Kepler
introdujo también en “Somnium” el concepto de inercia, trasladándolo al espacio (la velocidad
del vuelo lleva a los viajeros” casi enteramente por su exclusiva voluntad, por lo que finalmente
su cuerpos avanzan hacia su destino por su propia cuenta”); o los peligros del viaje lunar:
aunque los demonios pueden llevar humanos con ellos el trayecto es muy duro debido al frío y
la dificultad de respirar (los demonios lo solucionan traspasando parte de su calor corporal al
pasajero y colocando esponjas mojadas en su boca).
La comprensión del sistema Copernicano de que hace gala Kepler es total. Aunque el viajero
del libro llega a la Luna impulsado por espíritus, pasa inmediatamente a estar gobernado por
las leyes de la física: la ciencia se sobrepone a la fantasía.
Una vez en la Luna, el demonio nos describe su geografía y su movimiento a través del
espacio, explorando luego la superficie y sus habitantes. Es una Luna retratada con un
detallismo copernicano: desde la salida del sol hasta el ocaso del día lunar dura dos semanas,
al igual que la noche, a medida que el satélite gira alrededor de su eje una vez al mes. Como
también le cuesta un mes ejecutar una órbita, la Luna siempre muestra la misma cara a la
Tierra. Las criaturas selenitas conocen la Tierra como “Volva” (de “revolver”, girar). La mitad de
la Luna vuelta hacia la Tierra la llaman “Subvolva”, mientras que la cara oculta es “Privolva”;
ambas caras tienen un año de doce días y doce noches.
Kepler no imagina utopía alguna para nuestro satélite. Todo lo contrario. Pensó acertadamente
que existían diferencias mortales de temperatura entre las dos caras: días infernales y noches
gélidas que condicionarían geografía y vida. Los estrellados cielos de la bóveda lunar son
igualmente extraños. Sobre un fondo negro como el carbón, las estrellas, el Sol y los planetas
van y vuelven sin cesar debido a la órbita que sigue la Luna alrededor de la Tierra. Esta
cautivadora astronomía “lunar” que presenta Kepler mantendría su validez durante siglos antes
de que otra obra de ficción pudiera siquiera acercarse.
5. Ilustración de la Tierra vista desde la Luna. El "tira y afloja" gravitatorio entre ambos astros
hace que el terreno de la cara lunar más cercana a la Tierra se eleve hasta unos 51
centímetros. La posición de la zona de mayor elevación cambia sutilmente con el paso del
tiempo. (Imagen: Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA)
En la propia superficie de la Luna, el panorama es igualmente desolador. Los extraterrestres de
Kepler no son humanos, sino criaturas adaptadas a vivir en un entorno extremadamente hostil.
Todos los organismos imaginados por Kepler tienen un tamaño monstruoso y se alimentan
solamente de noche, porque hacerlo tras el amanecer es arriesgar la vida bajo el achicharrante
sol. Doscientos años antes de Darwin, Kepler había entrevisto el lazo que une las formas vida y
el hábitat en el que se desarrollan. Los privolvianos se llevan la peor parte. No hay consuelo en
sus noches de nieve, hielo y vientos gélidos, ni siquiera el brillo del Sol reflejado por la Tierra,
porque nunca llegan a ver nuestro planeta. Su día no es mejor: durante dos semanas, un sol
despiadado cuece el aire lunar hasta el punto de ser “quince veces más caliente que nuestra
África”. Los privolvianos no tienen “hogares fijos y seguros; viajan en hordas, atravesando en
un solo día todo su mundo, siguiendo las aguas en retroceso a pie…o con alas o barcos”. En el
hemisferio subolviano, las noches son suavizadas por la luz y el calor reflejados por la Tierra,
que cuelga inmóvil del cielo “como si estuviera clavada”. Además, los subvolvianos disfrutan
del gran espectáculo de ver “amanecer” y “ponerse” la gran esfera terrestre, quince veces más
grande que la Luna.
Los nuevos mundos, conocidos a veces como novum, necesitan de un lenguaje diferente para
ser comprendidos más allá de los meros datos. Las historias de ficción nos ayudan a descubrir
aspectos de la ciencia al margen de las revelaciones religiosas, aunando el talento creativo con
el sentido crítico y la objetividad. Fue a partir de este momento cuando los científicos y los
sabios (los primeros entre ellos, los miembros de la prestigiosa Royal Society Británica),
decidieron adoptar su leguaje a las nuevas exigencias de la ciencia: abandonaron las florituras
gramaticales, las imágenes, exageraciones y digresiones, para recuperar una pureza y
concisión pérdidas.
Su mezcla de hechos y ensoñaciones es también característica de la ficción de Kepler, una
ficción que le sirvió de refugio y desahogo en los más difíciles momentos de su vida: la muerte
de tres de sus hijos y de su primera esposa, las persecuciones que sufrió a consecuencia de
las guerras religiosas en Europa o el proceso de brujería a que fue sometida su madre. Kepler
había trabajado intermitentemente en “Somnium” desde 1593, tan solo cincuentas años
después de nacer el nuevo modelos copernicano; y ya se hallaba en imprenta en 1630 cuando
el astrónomo falleció. Fue finalmente publicado por su hijo Ludwig en 1634.
Puede que entonces esta obra pasara por un romance fantástico, pero la gran cantidad de
apéndices y notas nos sugiere algo más. Uno de los apéndices contiene 223 notas, algunas
bastante largas; el Apéndice Selenegráfico incluye 65 notas, ya sean explicaciones que revelan
la inspiración del autor a la hora de crear ciertos pasajes o bien datos detallados.
Precisamente uno de los principales problemas que el lector moderno se encuentra al abordar
el “Somnium” es el tratar de reconciliar estos dos lenguajes: el uno, fantástico y estrambótico;
6. el otro, científico y sobrio. Y, sin embargo, esa dialéctica entre la magia (brujas y demonios) y lo
científico (la astronomía y mecánica celeste) es propia de la CF el acierto de la obra reside en
ser capaz de enlazar esos dos opuestos. Este principio estético se lleva a niveles profundos y
sorprendentes. La nota 206 nos indica que la Luna tiene un cuarto del tamaño de la Tierra. Y
esta proporción se traslada al próximo texto, cuya primera parte tiene 3.800 palabras, mientras
que las notas suman unas 15.000. O lo que es lo mismo, la longitud del texto, del “Somnium”
es un cuarto de las de sus notas. Éstas, más pesadas y científicas, adoptan el papel “terrestre”
mientras que la parte más pequeña –la narración propiamente dicha-, más ligera y fantástica,
corresponde a la Luna.
La bruja Fiolxhilda, invocadora de los demonios de Levania, es un personaje que merece la
pena comentarse un poco más detalladamente. El propio Kepler vivió cerca del corazón
geográfico y temporal de la quema de brujas que tuvo lugar en Europa. Entre 1560 y 1660 se
condenó a unas 100.000 brujas, de las cuales 30.000 fueron alemanas, especialmente de
aquellos territorios que cargaban con una historia religiosa plagada de enfrentamientos y
problemas. El propio Kepler hubo de defender a su propia madre de cargos de brujería. Y
aunque hoy podemos pensar que esta fascinación por lo demoniaco y la magia negra era algo
irracional y contrario al espíritu científico, no era exactamente así. En lugar de interpretarse
como discursos opuestos, “magia” y “ciencia” eran contempladas por los principales
pensadores de la época como aspectos complementarios de una misma verdad. El mismo
Kepler trabajó tanto como astrónomo como astrólogo y aunque pensaba a veces que la
segunda disciplina era hija “tonta” de la primera, para él ambas jugaban un papel en la
comprensión de los cielos.
Los estudios de demonología se escriben con una escrupulosidad y detalle dignos de un
tratado científico. Según aquellos, los demonios tal y como describía Kepler en “Somnium”
podían transportar físicamente a humanos de un sitio a otro. Marsillo Ficino (1433-1499)
escribió un extenso estudio de las habilidades demoniacas en su “De vita coelitus comparada”
(1489), en el que distinguía dos significados para el término “demonio”: ángel guardián /
demonio bueno o bien malvado / demonio malo. Los demonios, según él, eran principalmente
planetarios, aunque los había también elementales y celestiales (estos últimos carecían de
cuerpo); existían demonios malos, de un estatus inferior, con cuerpo etéreos, que infectaban
los pensamientos y almas de los hombres. Más tarde, a mediados del siglo XVI, Cardano, en
“De rerum varietate”, restringió la actividad demoniaca a los cielos. Los planetas superiores (de
acuerdo con el modelo ptolemaico) eran puros, inmutables y participados por la esencia divina,
pero la Luna y las áreas inferiores eran mutables y corruptibles, campo de operaciones perfecto
para los demonios malvados.
7. Siguiendo las directrices de Cardano, Kepler limitó el hábitat de sus demonios a las regiones
aéreas entre la Tierra y la Luna; estableció una interacción muy limitada con los humanos. Tal
perspectiva trata de establecer una zona intermedia entre lo mágico y lo científico. La ciencia-
ficción trataba de liberarse de su antecesora, la fantasía mágico-religiosa.
“Somnium” marcó un antes y un después: el final del mundo antiguo y la llegada de la nueva
ciencia. Kepler creía que era científicamente posible que el hombre visitara la Luna y eso era lo
que le distinguía de otros escritores utópicos anteriores a él. Sus hipótesis sobre la vida
extraterrestre abrieron la mente de los lectores a posibilidades desconocidas hasta entonces,
arrojando nueva luz tanto sobre nuestro propio mundo como sobre nuestros vecinos en el
Sistema Solar. Fue la primera ficción espacial científica; y tras él, otros autores próximos en el
tiempo como Francis Godwin o Jonathan Swift, volverían sobre el viaje espacial como marco
narrativo de historias en las que satirizar sobre la insignificancia del hombre.
La influencia de “Somnium” fue enorme, inspirando directa o indirectamente otros viajes
interplanetarios a autores posteriores como John Wilkins, Henry More, H.G. Wells o Arthur C.
Clarke. Kepler fue el pionero de una nueva visión del espacio exterior como hogar de una
pluralidad de mundos habitados. No hay mejor testimonio que este del poder evocador de las
ciencia ficción: a pesar de las minúsculas probabilidades que existen de podamos detectar la
existencia de vida extraterrestre, en el siglo XX se han gastado billones de dólares en
proyectos científicos serios de búsqueda de vida alienígena (por hablar de la fiebre OVNI y los
océanos de tinta que ocupó). Aquella búsqueda comenzó con Kepler.
http://universodecienciaficcion.blogspot.com/2011/12/1634-somnium-johannes-
kepler.htm