2.5 MODELOS CONDUCTUALES PARA ENFRENTAR EL RIESGO.pptx
Los robots se unen al pacto social
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Las máquinas están penetrando en nuestras vidas. A gran escala y a toda velocidad.
Nos encontramos al borde de un huracán tecnológico que modificará la forma en que
vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Los economistas ya le han puesto nombre:
«la Cuarta Revolución Industrial.» ¿Cómo conviviremos con los robots? ¿Cuál será su
impacto sobre el empleo? Reunimos a diversos expertos en un debate organizado
por Ethic y Telefónica para reflexionar sobre este desafío.
Por Luis Meyer
SE UNEN AL PACTO SOCIAL
LOS
F
oxconn es la mayor manufacturera de componentes electróni-
cos del mundo. El año pasado, anunció que había sustituido a
60.000 trabajadores en sus plantas de China. Sus puestos, hoy,
están ocupados por robots. La compañía de seguros japonesa
Fukoku Mutual Life Insurance ha anunciado este mismo año que va
a reemplazar a 34 empleados por sistemas de inteligencia artificial,
para realizar tareas administrativas. Según explicó la empresa en un
comunicado, «la plataforma de software IBM Watson Explorer pue-
de escanear y leer documentación de registros hospitalarios como
historiales clínicos, las lesiones en el lugar de trabajo y los procesos
administrados con el fin de establecer los pagos y detectar posibles
fraudes». Todo, por medio de algoritmos que no incluyen factores
tan humanos como error, despiste o desconocimiento. La máquina,
que puede «analizar e interpretar todos los datos, incluyendo tex-
tos no estructurados, imágenes, audios y vídeos», no se cansa, no
se enferma, no se da de baja. Trabaja las 24 horas del día al máximo
rendimiento sin queja alguna, sin que medien derechos laborales.
Nada que merme la productividad.
La Cuarta Revolución Industrial ya está sucediendo, y no hemos te-
nido tiempo para asumirlo, y menos aún para reaccionar. Una gran
parte de la población mundial ni siquiera se ha enterado todavía. Se
mantienen modelos productivos y de negocio que ya están obsole-
tos, cuya caída va a ser más sonada y dramática de lo que podemos
imaginar. Prácticamente no se libra ni un solo sector: automoción,
medicina, financiero, alimentación, ocio, cultura, comunicación...
Esta misma hoja de papel sobre la que usted lee en estos momentos
ya tiene un regusto vintage, casi nostálgico.
La rapidez del cambio escapa a la capacidad humana de percibirlo.
Los datos son demasiado contundentes y se suceden a velocidad ex-
ponencial. Las habilidades más demandadas el año pasado no exis-
tían hace una década. Según la red de mujeres profesionales Wome-
nalia, el 75% de las profesiones del futuro cercano aún no existen o
se están creando. De acuerdo con un reciente estudio de dos econo-
mistas del MIT, hoy, por cada robot incluido en el tejido industrial,
se destruye una media de seis empleos. La inteligencia artificial y la
velocidad de las redes 5G serán las principales causantes de que, se-
gún coinciden muchos analistas, desaparezcan millones de empleos
en pocos años.
Si uno se limita a los fríos datos, no cabe duda de que el futuro del
mercado laboral se presenta apocalíptico. Eso es debido a que fal-
ta un elemento fundamental: reflexión, debate y, en definitiva, un
nuevo y gran pacto social frente a la realidad que se avecina. «No
debería consistir en un reparto de trabajo, como proponía Keynes»,
apunta Andrés Ortega, autor del libro La imparable marcha de los
robots, en el que expresa su predicción de 20-30-50. «El 20% va a
trabajar mucho y a ganar mucho. Y vivir de los rendimientos de su
capital y sus inversiones. Un 30% va a trabajar mucho y ganar poco,
aunque serán necesarios. Por ejemplo, los cuidadores sociales, sa-
nitarios o jardineros. Y un 50% será sobrante. Este panorama no es
sostenible», alerta, y clasifica: «Las categorías que no están en pe-
ligro inmediato son los trabajos no repetitivos y complejos, como
farmacéutica, investigación, mecánica... Son las cualificaciones que,
aunque estén fuera del entorno digital, aún no se verán dramática-
mente afectadas. Y las más amenazadas son las tareas repetitivas y
complejas, como los conductores, pilotos de líneas aéreas, comer-
ciantes o brokers. Finalmente, las que ya están
en fase de desaparición son las tareas simples
y repetitivas, como en algunas fábricas o partes
de la agricultura. Aquí la peor parte se la lle-
varán los países emergentes. Pero también las
clases medias se van a ver muy afectadas, con
gente altamente cualificada desplazada de sus
trabajos o salarios. Y esto último es precisa-
mente lo que alimenta movimientos populistas
como el de Trump o el brexit».
Ortega da unas líneas que, en su opinión, de-
bería seguir el gran pacto social: «No debemos
olvidar que la economía digital también traerá
muchas oportunidades. Habrá nuevas habi-
lidades que se demandarán en el futuro y hoy
ni imaginamos. Por eso la solución va a ser no
tanto proteger el empleo como proteger a las
personas. La educación va a ser fundamental,
porque hoy faltan un millón de personas cuali-
ficadas tecnológicamente en Europa».
Raquel Roca, experta en transformación digital
y autora de Knowmads: los trabajadores del fu-
turo tiene una visión más optimista: «Creo que
vamos a tener un buen futuro, está en nuestras
manos. Los robots no vienen del cielo, los he-
mos creado nosotros, es algo que hemos de-
cidido. Ha habido más innovación en los últi-
mos 10 años que en los últimos dos siglos». Y
apunta un problema que debemos atacar desde
ya mismo: «La regulación debería estar en un
cambio constante, y aún es un proceso dema-
siado complejo y lento. Hay que asumir que, in-
cluso cuando regulas algo, casi inmediatamen-
te hay que volver a hacerlo. Lo vemos con Uber
y otras disrupciones tecnológicas, que aún no
tienen encaje en muchos países. Pero se van
encontrando nuevas vías para que estas nuevas
propuestas entronquen con la sociedad. Al fi-
nal, es la sociedad la que decide qué adopta y
qué no, no lo olvidemos». Según esta especia-
lista, hay que afinar más con la terminología.
«No debemos hablar de destrucción de trabajo,
sino de sustitución. Es peligroso usar el término
destruir, porque eso solo genera un exceso de
miedo. En medicina, la inteligencia artificial es
sin duda positiva, pero cuando nos adentramos
en el sector laboral, es cuando nos entran los
El 75% de los empleos del
futuro cercano aún no existen
o se están creando
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temores. Estamos a tiempo de decidir cómo queremos que sea el
cambio, y aprovecharlo en nuestro favor». Apunta al que, conside-
ra, es el verdadero problema cuando hablamos de empleo: «La gran
olvidada en esta transformación es la demografía. En 2050, la edad
media en Europa será de 52 años. De cada tres personas en edad
de jubilación, una estará en edad activa. Es urgente un cambio de
mentalidad, no puede ser que en recursos humanos pongan una ba-
rrera de corte a los 40 años. A esa edad, te quedan más años de vida
laboral por delante que los que llevas. Por eso es importante para las
compañías ayudar a sus empleadores a entender ese nuevo entorno,
a darles esa experiencia digital».
Todo esto, claro, necesita un marco regulatorio que dé herramientas
y garantías. Grandes organismos como la OIT o el Fondo Monetario
Internacional coinciden en los pronósticos, pero no en la soluciones.
En nuestro propio país vemos cómo nuestros políticos no afrontan
el debate de cara. «Vivimos en una sociedad occidental en la que ha
habido mucha regulación, que hoy se ha quedado estrecha, y surgen
nuevos trilemas éticos que no estaban regulados», opina la directora
global de Ética y Sostenibilidad de Telefónica, Elena Valderrábano, y
añade: «Hay nuevos modelos de funcionamiento, mercados, que se
escapan a la regulación. Y pasa lo mismo en el campo laboral. Vivía-
mos en un modelo en el que, mal que bien, había una estabilidad:
derechos, obligaciones, sindicatos... Que no responden a la realidad
actual. Estamos en plena pugna de una realidad con la anterior. Pero
lo que no cambia es la esencia humana, y tenemos que buscarnos en
esa humanidad dentro de la digitalización. Va ser más necesaria que
nunca la educación humanística que complete la formación digital.
Yo, por ejemplo, veo la antropología como una ciencia que hoy es
más importante que nunca».
En la misma línea opina Iñaki Ortega, director de Deusto Business
School, que ha publicado numerosos estudios sobre la generación
millennial: «Hay que hibridar la tecnología con la creatividad, las ar-
tes. Eso es lo que dará el elemento diferencial, no basta con la mera
tecnificación. Luego, las industrias están siendo amenazadas por
unos «insurgentes», los nuevos emprendedores. Antes, la propia in-
dustria alimentaba las barreras de entrada; hoy,
la tecnología las ha echado por tierra. Ha demo-
cratizado el acceso y, con talento y cierta irreve-
rencia, puedes enfrentarte a cualquier sector: la
banca, la enseñanza online, las telecomunica-
ciones...». Ortega opina que estamos a punto de
superar las crisis de valores. Solo faltan un par
de generaciones: «Ejemplaridad, transparencia,
derechos sociales... Las nuevas generaciones son
nativas en estos conceptos, no solo en tecnolo-
gía. La juventud siempre ha tenido ese idealismo,
pero antes no tenía esas herramientas que da la
tecnología. Hoy sí las tienen. No solo para cam-
biar las cosas en el ámbito económico, sino tam-
bién el social y el político».
La educación es, por todo esto, un factor clave
del cambio. Así opina el director de la Asocia-
ción Española de Economía Digital, José Luis
Zimmermann: «Entramos en la economía di-
gital, pero también debe ser la economía de la
creatividad. Debemos formar en aquellas ta-
reas más complejas, no solo técnicas, que son
las que tienen más futuro». Coincide en la lacra
regulatoria: «Hoy, un trabajador multiplatafor-
ma ocasional como el que promueven Uber,
Airbnb o Amazon, tiene encaje en Estados Uni-
dos, pero no en la legislación española. Aquí, o
eres autónomo o dependiente. Y el trabajador
debe ser cada vez menos dependiente y más
ocasional».
Algunos especialistas opinan que, puesto que ya
vamos por la cuarta revolución industrial, tene-
mos experiencia sobrada en resetearnos. «Creo
en el carácter evolutivo de la especie humana»,
dice Sergio Colado, vicepresidente de Domotys,
asociación de empresas domóticas. «Ya hemos
pasado por esto muchas veces antes, siempre
que hay un cambio importante, hay una destruc-
ción y una evolución posterior». Y culmina con
una pregunta para la reflexión: «La generación Z
viene con la tecnología innata. Ahora solo somos
capaces de ver esa pérdida de empleos frente a
las máquinas. ¿Por qué no van a ser capaces las
generaciones venideras de crear nuevos mode-
los de funcionamiento? Y más aún: ¿Por qué no
van a ayudarnos, precisamente las máquinas, a
soportar ese nuevo modelo?». _
En El Corte Inglés somos conscientes de que
en nuestra sociedad hay muchas cosas que
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