El documento describe la Argentina actual como un complejo laberinto político, económico y social del que es difícil salir. Se analizan los laberintos políticos creados por la lógica de la supresión, la apropiación y el endeudamiento sin límites, y se discuten posibles estrategias para salir de estos laberintos, como fortalecer la previsión social, mejorar la política petrolera y construir un estado de bienestar que institucionalice la justicia social.
Fases del Proceso de Planeamiento Estratégico Institucional.pdf
Cómo salir de los laberintos de la política, economía y sociedad argentina
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Eric Calcagno
Alfredo Eric Calcagno
¿CÓMO SALIR DE LABERINTOS?
Temas de sociedad, economía y poder
en la Argentina actual
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Entrada a los laberintos
“Será necesario coraje, porque a la salida de todo laberinto, el
hombre sólo encontrará otros laberintos. Laberintos de laberintos.
Algunos creerán encontrar allí a Dios; otros, la verdad; otros, un
escepticismo irónico o una desesperación hasta el pánico. Otros, por
fin, más simplemente, un enigmático y frágil camino hacia la
sabiduría”.
Jacques Attali, Chemins de sagesse,
Traité du labyrinthe, Paris, Fayard, p. 148.
Un laberinto, según la definición de la Real Academia Española, es un “lugar
formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a los que se
adentran en él, de modo que no puedan acertar una salida”. En otras palabras, se
trata de confundir para que nadie entre y, si entró, que no pueda salir.
El laberinto es una figura muy antigua, cuyos rastros se pierden en los principios
mismos de la historia, allí donde los mitos y leyendas aún son inseparables del
devenir de las primeras civilizaciones. Diferentes explicaciones fueron dadas sobre
la naturaleza y el uso de los laberintos, entendidos como una construcción a veces
en superficie, a veces subterránea –o ambas cosas. El laberinto se compone así
de intrincados pasillos y habitaciones, nunca mejor descriptos que en “La casa de
Asterión” en El Aleph de Borges: lo componen infinitas puertas sin cerradura,
galerías, aljibes, azoteas, cisternas, sótanos, patios… Algo de eso muestran los
grabados antiguos y los dibujos de Escher.
De allí que numerosas versiones sobre laberintos asuman que se trata de una
búsqueda, que puede ser individual, como el Roman de la Rose de la época
medieval europea, o colectiva, si se piensa el laberinto como peregrinaje. Al final,
cuando se entra en el laberinto y cuando se sale, está la revelación. Una verdad:
3. 3
personal, social o ambas. De allí que el laberinto tenga una diversidad de
funciones, ya que puede ser cárcel (como en Creta), biblioteca (como en Umberto
Eco) o jardín (como en el medioevo). Siempre esconde algo: un monstruo, los
conocimientos, el amor. Siempre hay riesgos.
El ejemplo mitológico es ilustrativo: el equivalente al establishment le entregaba al
Minotauro (monstruo mitad hombre y mitad toro) todos los años siete hombres y
siete mujeres jóvenes para que los devorara en el laberinto; de ese modo se
detenía el sitio de Atenas1
. Por el contrario. Teseo penetra en el laberinto, mata al
Minotauro y puede salir gracias al hilo que le dio Ariadna y que lo guió en la salida.
En base a este mito se originaron infinitas búsquedas tanto como un sinnúmero de
trucos y artimañas para explicar cómo salir del laberinto. Una de ellas explica que
hay que caminar siempre pegado al lado derecho; otra consiste en marcar cada
pasillo recorrido al principio y al final; una más, recomienda trabajar sobre las
encrucijadas; y se atribuye al matemático francés André Sainte-Laguë la
recomendación de clausurar cada callejón sin salida hasta que sólo quede el
camino hacia afuera.
Para la mayoría de nosotros, quedan los laberintos que a veces vienen impresos.
Si todos, o casi todos, o al menos algunos, muchos, jugaron alguna vez a
solucionar este tipo de laberinto, lápiz en mano y sin trampa, saben que deberán
empezar por la puerta, y librarse al entendimiento, la inspiración o el azar para
resolver el enigma. Para los cultores de la inmediatez, la resolución pasa por la
trampa, que consiste en comenzar desde el final, y hacer la línea (otra vez el hilo
de Ariadna) en sentido inverso.
A modo de conclusión de este panorama de definiciones, señalemos que es
también Borges quien señala la posibilidad de otro tipo de laberintos, como en su
1
Luc Ferry, La sagesse des mythes, Apprendre à vivre, 2, Paris, Plon, 2008, pp. 302 y 303.
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cuento sobre “los dos reyes y los dos laberintos”. Relata que un rey de los árabes
pudo salir de un laberinto en el que lo había introducido un rey de Babilonia;
después vino una guerra e hizo prisionero a su antiguo secuestrador: “cabalgaron
tres días”, escribe, y le dijo “en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de
bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a
bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir ni puertas que
forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso. Luego le
desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre
y de sed”2
.
Sabemos que utilizar la figura del laberinto para escribir sobre política, economía y
sociedad no es un recurso original, puesto que tan antiguos como los mitos sobre
los laberintos son las comparaciones que se hacen de situaciones intrincadas en
el campo de las relaciones de poder. Ya es un lugar común de cierto periodismo el
hablar de algún actor o sector social “en su laberinto”, en base al título del libro de
Gabriel García Márquez sobre los últimos días de Bolívar.
Sin embargo, preferimos arriesgarnos a utilizar –una vez más- la figura del
laberinto ya que expresa desde lo simbólico la dificultad que implica un problema
que resolver; y hacia lo real, queda claro que hay que pensar y actuar en un
terreno intrincado que nos antecede y donde abundan los peligros. El laberinto
como concepto también tiene la riqueza de un esquema que puede evocar tanto lo
material, como las paredes, y lo imaginario, como las ideas. Hay laberintos reales
y virtuales, como hay falsos minotauros, como laberintos sin muros. Esta figura
representa la posibilidad de evocar a través de un diseño conocido por todos tanto
la construcción de poder político, como las lógicas económicas y la dinámica
social. Valga pues, a la puerta de estos laberintos, políticos, económicos y
2
Jorge Luis Borges, Obras Completas, El Aleph, “Los dos reyes y los dos laberintos”, Buenos
Aires, Emecé Editores, 1994, vol. 1, p. 607.
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sociales que nos proponemos explorar la mención al diálogo entre Adso de Melk y
Guillermo de Baskerville: “¡Qué hermoso es el mundo y qué feos son los
laberintos!- dije aliviado. ¡Qué hermoso sería el mundo si existiese una regla para
orientarse en los laberintos! –respondió mi maestro”.3
3
Umberto Eco, El nombre de la Rosa, p. 217.
6. 6
INDICE
Entrada a los laberintos ………………………………………………… 2
Capítulo 1. Laberintos políticos y racionalidad …………………….. 6
I. Para resolver laberintos, la racionalidad de Weber ………….. 7
II. Dos casos de racionalidad tradicional: el derrame y las
metas de inflación …………………………………………………. 15
Capítulo 2. Develando al Minotauro ………………………………….. 19
I. Algunas relaciones entre el Minotauro y el establishment …. 19
II. La lógica de la supresión ……………………………………… 22
III. La lógica de la apropiación …………………………………… 31
IV. La lógica del endeudamiento sin límites ……………………. 41
Capítulo 3. Al salir de los laberintos, los fondos buitre ………………
51
I. El nuevo establishment financiero internacional ……………. 52
II. El planteo jurídico o el orden público ……………………….. 54
III. El planteo político, contra el terrorismo financiero ………… 57
Capítulo 4. La firme trama (algunas cosas para hacer
fuera del laberinto y lejos de los buitres) …………………….. 61
I. La previsión social ……………………………………………… 63
II. Recursos naturales: la política petrolera ……………………. 69
Capítulo 5. Del crecimiento al desarrollo: el Estado de
Bienestar para institucionalizar la justicia social ………. 74
I. La nueva configuración de la sociedad ……………………... 74
7. 7
II. Qué significa el Estado de Bienestar ……………………… 77
III. Algunas conclusiones ……………………………………… 79