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Aloe vera
La planta delasmilcaras
(y todas buenas)
TIKAL
© María Morales López © Susaeta Ediciones, S. A. Tikal Ediciones Campezo,
13 28022 Madrid Fax: 913 009 11O tikal@susaeta.com
Fotografías: Soledad Corna Diseño de cubierta: Antonio Tello Diseño de interiores:
Josep Astorch Impreso en la UE
A mi madre
Y a Ornar, que pensó en mí
y en el aloe vera,
y en mi capacidad
para escribir este libro.
Marié Morales
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INDICE
PRÓLOGO. ALOE VERA, ¿UN MILAGRO DE LA NATURALEZA? 6
Capítulo 1. ALOE: LA HISTORIA, LA LEYENDA................... 10
1. Introducción............................................................ 10
2. Representaciones simbólicas................................. 18
3. Algunos testimonios escritos sobre el aloe
4. en la historia milenaria: la historia, la leyenda ........ 11
5. El aloe en la literatura médica occidental clásica ... 13
6. Los jesuitas la extienden por el nuevo mundo........ 15
7. El imperio de la Ciencia reduce el aloe
8. a un "remedio supersticioso" .................................. 15
Capítulo 2. EL SIGLO XX REDESCUBRE EL ALOE........... 16
1. Oriente y los países del Este, pioneros en
las investigaciones científicas sobre el aloe............. 16
2. El mejor remedio para tratar los efectos
externos de las radiaciones . . 17
3. Un potente agente antiinfeccioso también para uso interno 19
Capítulo 3. ¿QUÉ ES EL ALOE? CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS ...... 20
1. Aloe vera, la planta con la que "no se necesita doctor" 20
2. Un almacén de agua y mucho más ........................ 21
3. Estructura de la hoja............................................... 22
4. Aloe barbadensis: un auténtico botiquín de primeros auxilios 23
5. Otras variedades comerciales: Aloe socotrina y Aloeferox 24
Capítulo 4. COMPOSICIÓN QUÍMICA DEL ALOE ............... 25
1. Una planta aún por descubrir .................................. 25
2. Los polisacáridos hacen volver la mirada
hacia la pulpa de la hoja .......................................... 26
3. Agentes activos en el aloe vera:.............................. 27
4. Vitaminas................................................................. 27
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5. Minerales................................................................. 29
6. Aminoácidos esenciales y secundarios ................... 30
7. Enzimas................................................................... 30
8. Monosacáridos y polisacáridos................................ 31
9. Lignina, saponinas y antraquinonas ........................ 31
Capítulo 5. APLICACIONES TERAPÉUTICAS ..................... 32
1. Un caso atípico en que la información científica
2. supera a la publicidad.............................................. 32
3. La enfermedad como mensaje ................................ 33
4. ¿Por qué no funciona, cuando no funciona, el aloe vera? 35
5. El aloe y el sistema digestivo y excretor................ . 36
6. El aloe y el corazón ................................................. 40
7. El aloe y la artritis .................................................... 40
8. El aloe y la esclerosis múltiple................................. 41
9. El aloe y el asma ..................................................... 41
10. El aloe y la diabetes ................................................ 42
11. El aloe y el cáncer ................................................... 42
12. El aloe y el sida ....................................................... 43
13. El aloe y la lepra...................................................... 45
14. El aloe y otras enfermedades y alteraciones de la piel 46
Capítulo 6. UN TRATAMIENTO PARA CADA DOLENCIA..... 47
1. Disfunciones de la piel............................................. 49
2. Trastornos digestivos .............................................. 51
3. Afecciones de la boca ............................................. 52
4. Aparato respiratorio................................................. 53
5. Artritis, artrosis, reumas y dolores articulares.......... 54
6. Hepatitis................................................................... 54
7. Embarazo y parto .................................................... 55
8. Cuidados del bebé y otras enfermedades infantiles 55
9. Prevención en general, tónico y depurativo............. 56
10.Cuidado de los animales domésticos ...................... 56
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Capítulo 7. CÓMO USAR EL ALOE VERA............................ 57
1. Un producto de acceso restringido.......................... 57
2. Un chupito de zumo de aloe al día .......................... 58
3. Comenzar con pequeñas dosis
4. para ir aumentándolas paulatinamente ................... 59
5. Casos especiales .................................................... 62
6. Asesoramiento personalizado ................................. 63
Capítulo 8. EL ALOE EN LA COSMÉTICA............................ 64
1. Conozcamos nuestra piel: así es su estructura....... 64
2. -Epidermis: una fábrica de células
3. en permanente funcionamiento ........... . . ............. 65
4. -Dermis: depuración y limpieza ............................... 66
5. El cutis: la piel más frágil y desprotegida................. 67
6. Atención a las manos y el cabello ........................... 68
7. ¿De qué manera cuidan y nutren la piel
8. los agentes activos del aloe?................................... 68
Capítulo 9. EL NEGOCIO DEL ALOE .................................. 69
1. Militares, médicos, ingenieros y magnates del petróleo,
pioneros en la moderna comercialización del aloe .. 69
2. La estabilización del aloe:
primer salto hacia la industrialización a gran escala 71
3. Las grandes marcas comerciales se apuntan al éxito del aloe 72
Capítulo 10. ¿EN QUÉ DEBEMOS FIJARNOS AL ADQUIRIR
UN PRODUCTO DE ALOE VERA?....................... 74
4. Según el etiquetaje, el aloe diluido sigue siendo aloe 100% 74
5. En la lista de ingredientes, no debe haber ningún
producto químico, sólo naturales ............................. 75
6. El envase debe impedir el paso del aire y la luz...... 76
7. Evitar los denominados "extracto de aloe vera"
y "aloe vera reconstituido"....................................... 77
8. El nivel de polisacáridos debe oscilar
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 5 de 98
entre 600 y 2.000 mgrs/litro ..................................... 77
9. Los sellos de calidad garantizan la pureza del producto 79
10. Garantías y contradicciones del IASC ..................... 80
11. Kosher, Garantía Islámica y otros sellos de calidad 81
Capítulo 11. LA PLANTA EN CASA.
CULTIVO Y CUIDADOS DEL ALOE...................... 82
1. La planta más fácil de cultivar ................................. 82
2. Tierra porosa, sol, viento y fertilizantes naturales.... 83
3. Evitar los riegos frecuentes y las temperaturas frías 84
4. Cosechar sólo las hojas maduras............................ 84
Capítulo 12. HÁGASELO USTED MISMO........................... 86
1. Qué hacer y qué no hacer para el buen uso de la planta 86
2. El uso más fácil y garantizado: el cuidado de la piel 87
3. Jugos de aloe ........................................................ 88
4. La pulpa: una masa moldeable para el uso externo 89
5. El aloe en polvo..................................................... 89
6. Conservación de los jugos de aloe........................ 90
7. Conservación de la hoja ........................................ 91
Capítulo 13. HABLA EL ESPECIALISTA
Ricardo Gámpel, inmunofarmacólogo naturista......... 92
Bibliografía.......................................................................... 98
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PRÓLOGO
Aloe vera,¿un milagro de la
naturaleza?
Supe de la existencia del aloe vera por primera vez hace unos diez años, cuan-
do me trasladé a vivir a los Estados Unidos. Prácticamente en todas las tiendas y su-
permercados encontraba jabones, champús, cremas hidratantes y un largo etcétera
de productos para el cuidado personal con ese ingrediente desconocido para mí
señalado en letras grandes en el etiquetaje. No importa que luego, en la lista de los
componentes, apareciera en el último lugar o poco más acá. Llevada por mi curiosi-
dad, adquirí varios de esos artículos para probarlos (en gran parte debido al bajo pre-
cio, en comparación con las tarifas de lujo que la cosmética imponía en nuestro país
por aquellas fechas, y aún hoy), pero en ningún caso sus efectos me sorprendieron
especialmente.
De vuelta a España, en el transcurso de unas vacaciones, consulté a una amiga
periodista, cuyo interés por los temas relativos a la salud era sobradamente conocido
por mí. Pero Lola nunca había oído hablar del aloe vera, y si ella no lo sabía, no habría
mucha gente más a la que preguntar.
Yo me había informado de que se trataba de una planta a la que se le atribuían
ciertas propiedades benéficas para la salud, y poco más. Años después, ya reinstala-
da en España, tuve un pequeño problema en una casa de estética de Almería, mien-
tras me hacían la depilación con cera fría en las piernas. Cuando me vine a dar cuen-
ta, me habían arrancado grandes áreas de piel, dejando mis piernas como un mapa
de diferentes colores. No le di más importancia y confié en la propia capacidad de
regeneración de mi piel, sumamente eficaz siempre en la auto-curación de heridas y
relativa eliminación de cicatrices. Sin embargo, esta vez las tremendas marcas de piel
levantada permanecieron con el paso del tiempo, y eso llegó a preocuparme. Un fin de
semana en Sitges (Barcelona), mientras me entretenía en curiosear entre los artículos
de una de esas cadenas de tiendas de productos naturales, comercio justo y demás,
descubrí una crema supuestamente regeneradora de una marca especializada en
productos de aloe. Decidí darme una nueva oportunidad y la compré, y esa misma
noche me embadurné las piernas con la crema antes de irme a dormir. Por la mañana
mi sorpresa fue total: los "mapas" en mis piernas prácticamente habían desaparecido.
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 7 de 98
Me llevó algunos días más de uso, pero pronto la piel volvió a recuperar su estructura
y su color homogéneo.
Ese tipo de sorpresa sólo lo había experimentado anteriormente una vez en mi
vida. Siendo mi hija pequeña, era habitual que en invierno cogiera pequeños catarros
nasales. A menudo, a la salida de la guardería o el parvulario, la encontraba con la
nariz y los labios enrojecidos, después de haberse pasado el día sonándose los mo-
cos y limpiándose con áspero papel de water, produciéndose fuertes irritaciones en el
labio superior y las mejillas.
Conocedora del efecto regenerador y cicatrizante de la vitamina E, me planteé
qué pasaría si utilizaba una de esas cápsulas baratas que se venden en farmacia para
uso interno, extendiendo su aceite directamente sobre la piel. Una noche, mientras le
daba las buenas noches a mi hija, pinché una de esas cápsulas de gelatina y extendí
su aceitoso contenido sobre el labio superior, en torno a la base de la nariz agrietada, y
sobre la mejilla derecha, que mostraba una irritación profunda. Al llegar la mañana me
costó trabajo creer lo que veía: parecía uno de esos anuncios fraudulentos sobre el
"antes" y el "después". Pero era cierto. Las marcas habían desaparecido y la piel de su
cara lucía homogéneamente sonrosada y sana. Era como un milagro. ¿Un milagro de
la naturaleza?
Este era precisamente el título que consideramos para este libro desde el mo-
mento en que empezó a gestarse su idea y a lo largo del desarrollo de su contenido.
"Aloe vera: un milagro de la naturaleza". Sin embargo, conforme iba acercándome
más y más a su final, este titular empezó a plantearme serias dudas, e incluso un cier-
to miedo a provocar efectos contrarios a la principal motivación que me llevó a escri-
birlo.
Existen cantidades de libros escritos sobre el aloe vera, financiados o no por las
grandes industrias del sector, que incitan a una actitud de compra compulsiva por par-
te de las personas que los leen. ¿Y quién no querría correr a comprar un milagro?,
¿es el aloe vera realmente un milagro de la naturaleza?.
A mi manera de ver, lo es, como lo es la vitamina E, el aceite de oliva, la vitamina
C, o el betacaroteno. La naturaleza realmente está llena de "milagros", porque la natu-
raleza en sí misma lo es. Como es un "milagro" la vida.
En el abanico infinito de combinaciones, sólo una dio como fruto esta
vida que conocemos. Un auténtico milagro, por cotidiano que nos resulte. Y en-
tre todas las combinaciones posibles del milagro de la vida, algunas resultan un
auténtico regalo para la misma. Como cuando, de la unión de un hombre y una mujer,
surge una persona nueva, físicamente hermosa, sana, inteligente y feliz, un ser
prácticamente completo y perfecto. Si no queremos considerarlo como un milagro,
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 8 de 98
desde luego hemos de reconocer que es un verdadero premio gordo en esta extraña
lotería. (La inmensa mayoría de las personas somos infelices, maniáticas, obsesivas,
celosas, egocéntricas y desde luego muy, muy imperfectas). Y a juzgar por lo que
conocemos de la planta de aloe vera, yo me atrevería a decir que sí, que es uno de
esos regalos de la naturaleza. Pero por supuesto no es el único, ni mucho menos la
panacea de todos los males.
Lo cierto es que la naturaleza está llena de regalos que podríamos utilizar para
desarrollar una vida sana y armoniosa. Sin embargo, por alguna razón equivocada,
nuestro libre albedrío nos lleva en muchas ocasiones a prescindir e ignorar estos ob-
sequios para optar por auténticos crímenes contra la naturaleza, tales como ciertas
comidas rápidas superelaboradas de ingredientes inidentificables, medicamentos
sintéticos de efectos demoledores sobre el organismo, productos intoxicantes de uso
común (como el tabaco) o la propia contaminación atmosférica y sonora en la que la
mayoría de los seres humanos nos hallamos inmersos.
Evidentemente, la civilización ha optado por el beneficio a corto plazo: la
plusvalía, la acumulación de bienes materiales, la medicina alopática que acalla los
síntomas (mensajes de alarma) en el acto aunque acumule perjuicios, la acción acele-
rada y la supuesta victoria contra el reloj (eso que mucha gente ha dado en llamar
"pereza activa"). El resultado son las múltiples facturas que ya estamos pagando en
forma de enfermedades, sufrimiento e insatisfacción. Nadie duda ya de que el ser
humano ha sido el ser más pernicioso para la vida del planeta. Pero, afortunadamente,
cada segundo nace una nueva oportunidad.
Volviendo al aloe vera, más de 5.000 años de historia y de leyenda coinciden
con las investigaciones científicas de las últimas décadas en que se trata de uno de
esos valiosos regalos que nos ofrece la naturaleza. Pero hablar del aloe vera no
siempre equivale a hablar de la industria del aloe vera.
Todo sería más fácil, o al menos más controlable, si las personas interesadas en
hacer uso de las propiedades de esta planta pudieran disponer de su propia cosecha,
pero evidentemente pocas veces es así. En la mayor parte de las ocasiones de-
pendemos de lo que nos está ofreciendo el mercado, y hemos de decir claramente
que, hoy por hoy, la industria de este sector se está aprovechando más de lo que de-
biera del creciente interés del público, sobre todo en lo relativo a los precios. Ni el cos-
toso proceso de elaboración ni las lejanas exportaciones son motivo suficiente para
justificar los altísimos precios que, con toda seguridad, acabarán situándose en el
auténtico lugar que les corresponde con el paso del tiempo. En cuanto a lo que se re-
fiere a la calidad, éste es otro tema.
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 9 de 98
Una de mis motivaciones al escribir este libro (tal vez la más importante) era po-
der contar con una especie de guía que nos ayude a diferenciar entre un producto de
calidad y otro que no lo es tanto, ante esta enorme invasión de ofertas de la planta de
moda. Que nadie nos meta gato por liebre. La industria de este sector mueve millones
de millones de pesetas cada día en el mundo y en muchos casos el nivel de beneficios
económicos, en la lista de las prioridades, se sitúa por delante de la calidad y de la
verdad, ese concepto tan relativo y tan objetivo a un tiempo.
Conocer la planta significa, en primer lugar, saber cómo usarla, cuándo, para qué
y para qué no. Pero saber de los extraordinarios resultados del aloe en ciertas investi-
gaciones contra el cáncer o el sida, no debe llevarnos a crear falsas expectativas, co-
mo en el caso de aquella dienta que acudió a la tienda de mi amigo y profesor de
kárate, en Premia, solicitando zumo de aloe para curar el cáncer. La "curación" del
cáncer, como de la inmensa mayoría de las enfermedades, requiere una aproximación
mucho más holística y compleja. No nos engañemos ni le ofrezcamos nuestro dinero a
la industria del aloe como quien hace ofrendas a los dioses, guiados por una especie
de fe ciega o, dicho de otra manera, de superstición En el camino de investigación y
conocimiento de esta planta que, sin duda, puede ser una buena aliada, me hubiera
gustado contar con mucha más documentación procedente de los denominados
países del Este, de Japón y de otras culturas orientales. Sin embargo, el grueso de
nuestra información se centra mayormente en Estados Unidos, Europa e Iberoamérica
(especialmente Argentina). Y ése es el material con el que he podido contar para ela-
borar este libro en el que, soy consciente, existen grandes lagunas. Tenéis en las ma-
nos una obra incompleta e inacabada, pero es que la investigación sobre el aloe vera
en estos momentos también lo es: incompleta e inacabada.
Lo que sí sabemos, hoy por hoy, es que se trata de una planta polifacética, de
múltiples aplicaciones. Una planta de mil caras, y todas ellas, o casi todas, buenas. La
peor parte que envuelve al aloe tiene más que ver con la comercialización de la mis-
ma, con la lucha económica entre las grandes empresas del sector, mucho más que
con la planta en sí. Son pocos los efectos negativos del aloe que han llegado a detec-
tarse hasta el momento, y cuando éstos se producen tienen más relación con las
características personales (algún caso de alergia), una defectuosa elaboración del
producto o bien el mal uso del mismo.
Queda claro, pues, que la investigación sigue abierta, y que el aloe vera aún tie-
ne mucho que decir. Y se irá diciendo.
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 10 de 98
Aloe: la historia, la leyenda
Introducción
Historia y leyenda se confunden en torno a la figura del aloe a lo largo de los si-
glos, e incluso de los milenios. Conocida como "la planta de la inmortalidad" en el anti-
guo Egipto, solía utilizarse en los ritos de enterramiento y en el proceso de embalsa-
mamiento de los faraones. Pero Mi vida también podía hacerse uso de sus milagrosos
efectos y, así, llegó a afirmarse que la exuberante belleza de las reinas Nefertiti y
Cleopatra tenía mucho que ver con el hábito de bañarse en el jugo de esta planta. Se
la ha dado en llamar "la planta bíblica" por las numerosas ocasiones en que aparece
mencionada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, donde, entre otras
cosas, se relata cómo Nicodemo utilizó una mezcla de aloe y mirra para embalsamar
el cuerpo de Jesús, (evangelio de San Juan). Al dios Báal-Zebut se le representaba
con una planta de aloe en las manos como símbolo de la inmortalidad, de su poder
regenerador de la vida. En la India, donde la denominaron "la curadora silenciosa",
creían que el aloe crecía en los jardines del Edén, dadas sus propiedades sobrenatu-
rales, y la civilización maya la consideraba una planta sagrada, hasta el punto de que
aún hoy se utiliza en muchos hogares y comercios mejicanos como símbolo de la bue-
na suerte. También en ciertos poblados indígenas de África la envolvió una cierta au-
reola de espiritualidad y así fue como, en Etiopía y Somalia, el pueblo galla solía plan-
tar aloes alrededor de las tumbas con el convencimiento de que, cuando las plantas
florecían, anunciaban así la entrada en el paraíso de la persona que les había dejado.
No parece producto de la mera casualidad el hecho de que el aloe haya sido re-
verenciado en tantas culturas y tan dispares a lo largo de la historia ("el remedio
armónico" de la antigua China fue más tarde considerado como "la fuente de la juven-
tud" entre la población india seminola de Florida). Y desde luego no lo es que en la
mayoría de las grandes obras históricas sobre la medicina aparezcan mencionadas
sus propiedades, aunque no siempre coincidan en subrayar las mismas cualidades.
Representaciones simbólicas
Las primeras referencias sobre el aloe se remontan a fechas milenarias al haber-
se encontrado su imagen en pinturas rupestres, tallas, frisos y dibujos en lugares tre-
mendamente distanciados entre sí, como la Península Arábiga, África, China, la India,
Nueva Guinea, Palestina y las Islas Británicas. Se han encontrado representaciones
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 11 de 98
pictóricas de esta planta en sepulcros y monumentos funerarios de los faraones del
antiguo Egipto, así como en los templos. Ya por entonces, cinco mil años atrás, se le
atribuían poderes espirituales y sobrenaturales. También en Etiopía le otorgaban un
significado espiritual por aquella época, por lo que no era muy inusual depositar hojas
de aloe junto a las momias, tal como se ha podido comprobar al encontrar hojas de la
planta (Aloe socotriná), conservadas en perfecto estado en las tumbas funerarias del
neolítico norafricano. Sin abandonar el capítulo de la representación milenaria, tam-
bién encontramos esta planta en los dibujos de un famoso pintor chino de la corte del
emperador Fu-Hsi, del siglo XXVIII antes de Cristo. En estos dibujos, enormemente
ilustrativos de la utilización del aloe cinco milenios atrás, podemos observar a un
médico colocando hojas cortadas y abiertas de aloe sobre las lesiones de un guerrero
herido.
Algunos testimonios escritos del aloe en la historia milenaria. La
historia, la leyenda
En cuanto a las referencias escritas, el aloe ya aparece en China en el Libro de
las Hierbas Medicinales, considerado como una de las dos primeras obras escritas en
la historia de la literatura (junto al Libro de los Cambios, también de origen chino). Se
cree que su redacción requirió más de dos siglos de trabajo y la colaboración de más
de dos mil especialistas, entre escribas y médicos. El aloe aparece en ocho de los diez
volúmenes que componen la obra, donde se recomienda su aplicación externa para
todo tipo de lesiones o dolencias (quemaduras o como un simple protector contra el
sol, dermatitis, picaduras y mordeduras de insectos, inflamaciones e irritaciones por el
contacto con hierbas venenosas, luxaciones, esguinces, pérdida del cabello, etcétera).
También se recomendaba su uso interno como laxante, tónico, reconstituyente, en
problemas digestivos, renales y hepáticos, o como regulador del ritmo cardiaco, entre
otras aplicaciones.
En la India, el Ayurveda es considerado aún hoy como el libro que recoge la
ciencia de la vida o de la salud, y aunque la fecha de su primera edición no ha podido
señalarse con exactitud podría situarse también en torno a cinco mil años atrás. En él,
el aloe (o Kumari, como se le denomina aquí) es considerado como un excelente
tónico, con efectos curativos sobre el sistema hepato-biliar, el sistema digestivo y el
respiratorio. Además, se recomendaba también su aplicación externa en quemaduras,
cortes y heridas, así como en los baños de asiento para el tratamiento de dolencias
tales como la vaginitis o el herpes vaginal.
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 12 de 98
También aparece mencionado el aloe reiteradamente en unas tablillas de arcilla
conocidas como las Tablas Babilónicas, que recogen un gran número de historias
clínicas con los tratamientos aplicados. En esta ocasión se describían con detalle sus
cualidades laxantes; pero no eran las únicas y el aloe se encuentra con una asiduidad
sólo superada por la cúrcuma, el incienso y la mirra.
Más adelante (alrededor del año 1550 antes de Cristo), la polifacética planta
volvería a ser mencionada en el famoso "papiro Ebers", también conocido como el
"Libro Egipcio de los Remedios", donde formaba parte de numerosas fórmulas medici-
nales para uso tanto interno como externo.
Se cree que el nombre de esta planta tal como la conocemos en la actualidad es
de origen árabe y que hacía mención a su sabor amargo (aloe significa "amargo" en
árabe). Fueron los árabes precisamente quienes empezaron a comercializar la planta,
extrayendo de sus hojas la savia y la pulpa en un rudimentario proceso con prensas de
madera o bien pisándolas insistentemente con los pies, tal como se ha venido hacien-
do durante siglos con las uvas para obtener su jugo. Una vez separados el gel y la
savia de la corteza, la pulpa resultante se introducía en bolsas de piel de cabra que
eran expuestas al sol hasta que el contenido, al secarse, quedaba reducido a polvo.
De esta manera podía ser exportada con más facilidad a otras latitudes, y así fue co-
mo, hacia el siglo VI antes de Cristo, el aloe ya había llegado a Persia y a la India. Se
supone que el uso del aloe en la medicina india se remonta al siglo IV antes de nues-
tra era y que pronto empezó a utilizarse de manera cotidiana en aplicaciones externas,
para tratar las inflamaciones y calmar el dolor, o internas, como purgante. También era
común su uso por aquella época en Malasia, el Tíbet, Sumatra y, más tarde, en China,
aunque en este país no aparece mencionada en los documentos escritos hasta en año
625, cuando se reconoce su eficacia para tratar diversas afecciones de la piel -por vía
tópica-, así como para combatir la sinusitis, las fiebres infantiles provocadas por
parásitos y las convulsiones.
Posteriormente, los mercaderes fenicios se encargarían de extender el empleo
de la planta (principalmente como depurativo, pero también con otros fines terapéuti-
cos) por todo el imperio grecorromano y algunos países asiáticos.
Hacia el año 500 antes de Cristo, la isla de Socotra era conocida por el abundan-
te cultivo del aloe, lo que hacía de esta isla situada al sur de Arabia y frente a las cos-
tas de Somalia, la base del comercio fenicio de esta planta, conocida por muchas tri-
bus de la zona como "Lily del desierto". Entre las numerosas leyendas que envuelven
la figura de Alejandro Magno se cuenta que en cierta ocasión, cuando fue herido por
una flecha enemiga mientras avanzaba con su ejército por el desierto de Libia, sólo un
sacerdote enviado por su maestro Aristóteles pudo salvarle tras limpiarle y tratarle la
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 13 de 98
herida con un aceite de aloe procedente de Socotra. Cuenta la leyenda que éste fue el
motivo por el que Alejandro Magno decidió conquistar la isla, con la única finalidad de
asegurarse una provisión permanente de la medicina que curaría a sus soldados heri-
dos en campaña.
Otro de los capítulos que recogen la figura del aloe envuelta en cierto de legen-
dario es el de las narraciones del botánico inglés M. Miller a su llegada al cabo de
Buena Esperanza, en África, cuando se sorprendió del magnífico aspecto que presen-
taba la piel de los indígenas, hombres y mujeres, incluidas las personas de más avan-
zada edad. Finalmente pudo atribuir el origen de esa piel tan sana y reluciente a la
costumbre que tenían de lavarse el cuerpo y los cabellos con la sustancia gelatinosa
del aloe. Ésta fue la causa por la que aquella variedad de aloe fue denominada como
"aloe saponaria" (jabón). Sin embargo, la población indígena de Buena Esperanza no
hacía uso del aloe sólo por razones estéticas, sino que la utilizaban también para curar
todo tipo de heridas y picaduras de insectos. Y por lo que se sabe, también la emplea-
ban como recurso para la caza, al embadurnarse el cuerpo completamente con el jugo
de la planta para eliminar su olor corporal y, así, sorprender mejor a sus víctimas.
Superstición o no, también en África la tribu de los sutos solía compartir un baño
de aloe, en un encuentro general del poblado, cada vez que sentían la amenaza de
una epidemia de gripe, que en muchos casos podía llegar a ser mortal. Otro pueblo de
África del Sur, los bantúes, conocían más de veinte especies diferentes de aloe que
eran utilizadas para curar resfriados, heridas e inflamaciones, infecciones de los ojos,
hemorroides, enfermedades venéreas y todo tipo de problemas intestinales.
El aloe en la literatura médica occidental clásica
En la literatura médica occidental, la primera vez que se hace expresa mención
del aloe fue a principios de nuestra era, cuando el médico griego, Paracelso recogía
en su obra De Materia Medica las propiedades curativas atribuidas a esta planta por la
cultura árabe, básicamente como remedio contra los desórdenes intestinales. Pero la
gran aportación desde el ¡punto de vista terapéutico aparecería más tarde, con la
publicación del Herbolario Griego de Dioscórides, que hasta muy recientemente ha
sido considerado como la obra botánica medicinal más importante de nuestra cultura.
Entre sus cualidades, se señalaba su capacidad para cicatrizar las (heridas y tratar las
inflamaciones, desde las amigdalitis hasta los problemas de hemorroides, pasando por
el cuidado de las encías, la boca y la garganta. También se consideraba un buen re-
medio contra la calvicie, para detener las hemorragias, el dolor de cabeza y las moles-
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 14 de 98
tias de los riñones, así como para curar cualquier alteración de la piel, desde la seque-
dad a las ulceraciones, pasando por las manchas producidas por el sol o la edad, las
picaduras de insectos, las ampollas o las quemaduras accidentales. El médico griego
Dioscórides solía acompañar al ejército romano en sus conquistas, y así fue como tuvo
la oportunidad de desarrollar sus conocimientos médicos y en especial las variadas
aplicaciones de la famosa "Lily del desierto".
La Historia Natural, también conocida como Historia de las plantas, de Plinio, que
era escrita por aquella época en Roma, venía a coincidir con las conclusiones de
Dioscórides, añadiendo, entre otras aplicaciones, que tenía el poder de reducir la
transpiración e incluso de curar ciertas ulceraciones de la piel producidas por la lepra.
Plinio también especifica cómo en muchas ocasiones el aloe era mezclado con otras
sustancias (concretamente con miel y aceite de rosas), en un intento de hacer su olor
más agradable en las aplicaciones externas, o bien de compensar su sabor amargo
cuando era ingerido para el tratamiento interno.
Las conquistas de Roma sirvieron para extender su cultura y sus conocimientos -
muchos de ellos adoptados de la antigua civilización griega- por todo el Mediterráneo,
y así, mucho después de la caída del imperio, el aloe siguió siendo utilizado popular-
mente durante la Edad Media, en el Renacimiento y, de hecho, hasta bien avanzado el
siglo XVII, cuando empezó a perder parte de su credibilidad en Europa y muy espe-
cialmente en el norte, debido sin duda al clima frío que dificultaba su cultivo.
Profusamente utilizada en la famosa escuela de medicina de Salerno (Ita-
lia), en el siglo IX vuelve a ser mencionada en las obras del filósofo y médico árabe
Avicena, añadiendo a la ya larga lista de cualidades atribuidas por Dioscórides y Plinio,
algunas otras como eran el tratamiento de ciertas enfermedades de los ojos y, aunque
resulte sorprendente, la melancolía.
Por aquella época el aloe se había extendido con gran aceptación por Italia, Por-
tugal y España debido al clima cálido y templado de la zona. Tras la conquista de la
península ibérica por los árabes, el aloe acabó de establecerse definitivamente en todo
el mediterráneo, y especialmente en Andalucía, como planta ornamental y de extraor-
dinarias cualidades curativas. Ello hace pensar que Colón la conocía perfectamente
cuando llegó a América, y que no le costó hallarla en Cuba y otras islas del Caribe,
donde observó cómo la utilizaban para curar las heridas y las picaduras de los insec-
tos. En sus diarios explica cómo "he reconocido el aloe y he ordenado que traigan una
buena cantidad de ellos a bordo".
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 15 de 98
Los jesuítas la extienden por el nuevo mundo
Durante el siglo XV fueron los jesuitas españoles quienes se encargaron de di-
fundir el cultivo y uso de la planta por gran parte de lo que hoy conocemos como Ibe-
roamérica, incluido Méjico y algunas zonas del sur de los Estados Unidos, como Tejas.
Eruditos e instruidos, también se les reconocía como médicos muy bien preparados
gracias a su amplio conocimiento del griego y latín, que les permitía haber leído las
obras más importantes de la medicina clásica.
Por otra parte, y dado que el aloe crecía abundantemente en nuestro país por
aquella época, conocían muy bien la planta y la utilizaban. Allá donde arrasaban los
conquistadores, detrás aparecían los jesuitas para establecer nuevas misiones y se
cuenta que donde no crecía el aloe de manera silvestre -lo cual era bastante común-
ellos se encargaron de plantarlo. Según Bill Coats en su libro La curadora silenciosa,
desde el protectorado de La Española, (los jesuitas) llevaron la planta curativa a Puer-
to Rico, a Jamaica y probablemente también a Barbados, a Curaçao, a Florida y a las
costas de América Central.
Hay también evidencia de que fueron los padres jesuitas quienes llevaron el aloe
a las costas septentrionales de Sudamérica, a las Antillas Holandesas e incluso a las
Filipinas y a otras islas del pacífico".
También se cree que fueron estos monjes quienes introdujeron la planta en la
misión de San Antonio de Béxar, hoy Tejas, que acabaría convirtiéndose en la princi-
pal zona productora de aloe del mundo en el siglo XX.
El imperio de la Ciencia reduce el aloe a un "remedio supersti-
cioso"
Sin embargo, la credibilidad del aloe disminuiría notablemente tanto en Europa
como en América a partir del siglo XVIII, coincidiendo con el desarrollo de los avances
científicos. Durante todo este tiempo y hasta hace relativamente poco, el uso terapéu-
tico del aloe se ha visto limitado ai»,: empleo como laxante, a menudo considerado
como un remedio violento e incluso peligroso (debido, como hemos podido saber más
tarde, a la utilización de la aloína, sustancia que se encuentra junto a la corteza). A
pesar de su mala fama, la planta sobrevivió sólo gracias a los intereses comerciales de
Inglaterra, que había organizado un importante centro de producción de aloe en su
colonia de Barbados. Pero este mercado vio su fin a mediados del siglo XX, cuando
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 16 de 98
las compañías farmacéuticas empezaron a comercializar laxantes más baratos y me-
nos drásticos.
Mientras tanto, en la India seguía utilizándose el aloe de manera natural para tra-
tar más de cuarenta enfermedades diferentes, desde las disfunciones intestinales y del
sistema digestivo en general hasta los tratamientos dermatológicos de la piel, pasando
por las irregularidades menstruales, la bronquitis, la neumonía, la caída del cabello, las
enfermedades venéreas, los dolores de cabeza, el reumatismo, las infecciones ocula-
res y un largo etcétera que a los ojos occidentales, más que admirar, se limitaban a
considerar como un curanderismo poco serio.
Un elemento que sin duda influyó en el desprestigio del aloe especialmente en el
norte de Europa y América pudo ser el clima frío que impedía el uso de las hojas fres-
cas de la planta para la elaboración de los productos medicinales, ya que de no ser así
se perdían las propiedades terapéuticas de la misma. Este hecho ha empezado a ser
científicamente comprendido hacia la mitad del siglo XX, al observar que la oxidación
del gel de la hoja -que empieza a tener lugar inmediatamente después de su
extracción-conlleva una importante reducción de sus cualidades. Fue entonces cuando
la comunidad científica, y también la empresarial, empezó a investigar en la búsqueda
de una forma eficaz de estabilización del gel, con el objetivo de que pudiera ser expor-
tado a todo el mundo con el cien por cien de sus cualidades y conservando toda su
pureza.
El siglo XX redescubre el aloe
Oriente y los países del Este, pioneros en las investigaciones
científicas sobre el aloe
El regreso del aloe como recurso curativo tuvo lugar, una vez más, princi-
palmente en su forma de regenerador de la piel y cicatrizante de las heridas.
Japón es considerado como uno de los países que más se ha interesado por las
propiedades curativas del aloe, y muy en especial por los polisacáridos contenidos en
su gel. En las investigaciones realizadas por el doctor Akiro Is-himoto, en el Centro de
Microbiología de Osaka, se puso de manifiesto el poder de regeneración tisular de lo
que él denominó "agente estimulador biogenético" u "hormona antinecrosante". Tam-
bién durante la guerra franco-prusiana había sido utilizado eventual-mente como cica-
trizante. Pero fue el oftalmólogo ruso Vladimir Filatov uno de los principales protago-
nistas que acabarían recuperando para el siglo XX el uso del aloe vera. Filatov
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 17 de 98
desarrolló al final de su vida lo que se dio a conocer como la terapia de los estimulado-
res biogénicos, que consistía en someter al vegetal -o animal, en su caso- a unas con-
diciones extremas de frío y oscuridad absoluta. Filatov observó que cuando a un orga-
nismo se le somete a estas condiciones límite se ve obligado a reorganizar su estruc-
tura bioquímica para sobrevivir, desarrollando al mismo tiempo ciertas sustancias, to-
talmente nuevas, que él denominó "biógenos". En sus experimentaciones con el aloe,
se percató de que se potenciaban extraordinariamente sus efectos en el tratamiento
de ciertas parasitosis, en la acción regeneradora de los tejidos y como cicatrizante.
Además, por medio del aloe bioestimulado logró tratar con éxito algunas enfermeda-
des que se consideraban incurables, tal como más tarde confirmarían otros científicos
soviéticos de prestigio como el doctor S.M. Pawlenko (quien más tarde, en 1953,
demostraría los efectos beneficiosos del aloe bioestimulado sobre las patologías del
sistema nervioso central), y los doctores Woljanski y Kura-kose, que aplicarían con
excelentes resultados la misma terapia a las inflamaciones lumbares y sacras, y otros
problemas motores que se suponían crónicos hasta entonces.
Pero fue la catástrofe de Chernobyl la que acabaría de divulgar la tremenda efi-
cacia del aloe como regenerador celular y de los tejidos, cuando los doctores M. Sme-
tana y D. Batinik pusieron de manifiesto que su gel obtenía los mejores resultados en
el tratamiento de las quemaduras y la contaminación por radioactividad.
Al mismo tiempo, en el Instituto Oncológico de Moscú se publicaba el resultado
de unas investigaciones sobre el cáncer realizadas por el doctor Sa-vitski, demostran-
do el poder bactericida del glucomannan y su directo derivado, el polimannactato -
agentes presentes en el gel de aloe-, de gran importancia y utilidad en la lucha contra
el cáncer.
EI mejor remedio para tratar los efectos externos de las radia-
ciones
Mientras tanto, en Occidente ni la ciencia médica ni la farmacología se mostra-
ban muy dispuestas a hacerse eco de estos resultados, en buena parte debido a los
intereses económicos de las grandes empresas del sector, que no podían patentar las
sustancias naturales. Sin embargo, pronto acabarían subiéndose a este tren a raíz de
las nuevas aportaciones de unos médicos estadounidenses, padre e hijo, conocidos
como los doctores Collins.
A principios de la década de los 30, la recién descubierta tecnología de los rayos
X estaba produciendo innumerables problemas tanto en pacientes como en el perso-
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 18 de 98
nal auxiliar y médico, que en los primeros años de experimentación con los promete-
dores rayos Roentgen -como se les conocía en un principio- no era raro que sufrieran
a menudo quemaduras en las zonas irradiadas o que se les deshidratara nota-
blemente la piel, volviéndose seca y escamosa. Los doctores Collins decidieron enton-
ces probar suerte con el aloe, que tan buenos resultados parecía estar obteniendo al
otro lado del telón de acero. Y así fue como pudieron observar que, al colocar las
hojas de aloe partidas por la mitad sobre las heridas provocadas por las radiaciones,
éstas se curaban con una extraordinaria rapidez, y además sin producir ninguno de los
efectos secundarios de otros tratamientos sintéticos. Dada la dificultad de recurrir a las
hojas de aloe de una manera generalizada y cotidiana, inventaron un ungüento com-
puesto fundamentalmente por las hojas de esta planta al que denominaron "Alvagel".
El éxito del aloe en el tratamiento de las lesiones producidas por los rayos X se
extendió rápidamente y pronto empezó a utilizarse en otros tipos de daños y proble-
mas cutáneos, como las quemaduras producidas por el agua caliente o el fuego, las
insolaciones, heridas, eccemas, ciertas manifestaciones de las alergias en la piel e
incluso las úlceras crónicas.
Al mismo tiempo y de una manera totalmente fortuita un ingeniero químico nor-
teamericano de vacaciones en Florida descubría admirado por los espectaculares
efectos del jugo del aloe para tratar las quemaduras producidas por un exceso de
horas de sol, hasta el punto de acabar abandonando su carrera profesional para dedi-
carse a la investigación de la estabilización del gel regenerador. Se llamaba Rodney
M. Stockton, y tras sentir en su propia piel la experiencia del alivio instantáneo produ-
cido por la pulpa de esa extraña planta sobre los eritemas solares -corría el año 1942-,
decidió volver a Florida cinco años más tarde, esta vez para instalarse y probar fortuna
en la comercialización de la planta. En 1957, al-Bunas publicaciones de prestigio como
la Revista de Medicina Industrial o la Revista de Cirugía, recogían los resultados de
sus experimentos con una crema fabricada por él y denominada "Aloe-Creme", capaz
de regenerar en 48 horas los tejidos de una quemadura de segundo grado, evitando
incluso la aparición de cicatrices.
Pocos años después, cuatro científicos de Michigan (Estados Unidos) descubrían
que dos variedades de aloe (Áloe socotrino y Aloe chinensis) eran extraordinariamente
efectivas contra el bacilo de la tuberculosis, pero con la práctica desaparición de la
enfermedad, el tema dejó de investigarse. Ahora que vuelven a surgir algunos brotes
de tuberculosis en diversas partes del planeta tal vez no sería una insensatez revisar
las investigaciones de Gottshal, Lucas, Lkkfeldt y Roberts que, a pesar de las décadas
transcurridas, tal vez podrían aportar algo en la lucha contra el nuevo y rebelde bacilo
de la tuberculosis.
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 19 de 98
Por aquella época, en los Estados Unidos también el Pentágono tomó nota de
las sorprendentes propiedades del aloe, planteándose cómo podría aplicarse a los
efectos nocivos de la energía atómica. Patrocinado precisamente por la Comisión de
Energía Atómica, se llevó a cabo un amplio estudio en la base de Los Alamos, Nuevo
Méjico, en 1953, exponiendo a las radiaciones a varios grupos de conejos. Los que
fueron tratados con pulpa de aloe natural o con un producto a base de aloe mostraron
una rápida mejoría en comparación con el resto. "Las úlceras resultantes de 28.000
rep de radiación beta estaban totalmente curadas a los dos meses de tratamiento (en
el caso de los conejos tratados con aloe o su derivado), mientras que las no tratadas
seguían sin curarse cuatro meses después", señala el estudio.
Un potente agente antiinfeccioso también para uso interno
La primera evidencia médica del éxito del uso interno del aloe en el siglo XX
surgió en 1963, cuando tres médicos de Florida publicaban sus experimentos para el
tratamiento de la úlcera péptica, concluyendo que el aloe vera "puede retrasar y tal vez
prevenir" esta enfermedad. Ese mismo año salían a relucir los resultados del estudio
de la doctora Lorenzetti, también en el uso interno del aloe, demostrando en esta
ocasión que la planta inhibía el desarrollo de diversos tipos de infecciones, tifus y
disentería.
Era obvio que en la comunidad científica occidental la apuesta por el aloe vera
ganaba un apoyo cada vez mayor y a partir de entonces no dejaron de aparecer estu-
dios e informes, no sólo en Europa y América sino también en ciertas universidades de
África o Japón, donde quedaba constancia oficial de las muchas propiedades curativas
de la planta. Entre estos estudios cabe destacar las investigaciones en la lucha contra
el SIDA dirigidas por el doctor Pulse, donde se demostraban las propiedades antivira-
les del aloe. Asimismo, de enorme magnitud se consideró el informe elaborado por el
Instituto Médico de Investigaciones de Enfermedades Infecciosas del ejército nortea-
mericano y dirigido a la Organización Mundial de la Salud, donde quedaba constancia
de que el mejor tratamiento contra el virus Ebola, en Zaire, se había obtenido con un
compuesto de gel estabilizado de aloe. Una vez más, se atribuía su eficacia a los prin-
cipios activos del glucomannan, así como al efecto sinérgico de otros compuestos
orgánicos que se hallan en el gel.
La aceptación del aloe en la comunidad científica no podía dejar de obtener su
eco en la actividad industrial, y así, empezaron a surgir numerosas empresas en torno
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 20 de 98
al negocio del aloe vera, la modalidad del aloe que con el tiempo acabó reconociéndo-
se como la más completa e inocua.
A pesar de tratarse de un objeto de uso durante milenios, el nuevo enfoque
científico rodeó a la planta de múltiples incógnitas e incluso contradicciones, según el
juicio de las diferentes fuentes investigadoras, y en muchos casos debido a un motivo
mucho más prosaico; la competencia de las empresas y los intereses económicos de
las mismas. Pero éste es otro tema que será desarrollado más adelante, en el capítulo
dedicado al negocio del aloe.
¿Qué es el áloe? Características
botánicas
Aloe vera, la planta con la que "no se necesita doctor"
En la actualidad se estima que existen más de 360 variedades conocidas
Me la planta del aloe y, con el tiempo, el número se va incrementando pro-
gresivamente debido a las imparables experimentaciones que hacen que surjan cons-
tantemente nuevos híbridos. Sin embargo, de todas ellas sólo unas cuatro o cinco se
consideran valiosas por sus propiedades curativas, y muy en especial, la conocida
como Aloe barbadensis (Miller), comúnmente denominada aloe vera.
Como ya hemos mencionado con anterioridad, se cree que el término "aloe" pro-
viene del árabe, y hace alusión a su sabor amargo. En la actualidad es la forma que se
usa comúnmente en inglés, francés, griego, latín, ruso, italiano, alemán, hawaiano y
castellano, entre otras lenguas. En cuanto al término "vera", proviene del latín y signi-
fica verdadera, subrayando así, con este nombre, a la especie considerada como la
más completa y poseedora de las más eficaces propiedades medicinales entre todas
las variedades del aloe. Más que anecdótico, resulta ilustrativo mencionar la forma con
que se la conoce en japonés, isha irasu, que literalmente significa: "no se necesita
doctor".
Si bien no es ésta la única variedad a la que se refieren las numerosas men-
ciones que recoge la literatura desde los tiempos más remotos, de lo que no existe
ninguna duda en la actualidad es que, de todas las variedades, el aloe vera es la más
rica en vitaminas, mine rales, aminoácidos, enzimas y otros componentes que la con-
vierten en la planta más polifacética en cuanto a sus usos preventivos y curativos.
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 21 de 98
- Aloe barbadensis humilis: la hermana menor
- Aloe barbadensis mitríformis: un botiquín de primeros auxilios en casa
- Aloe socotrína: la más enérgica
- Aloe ferox: la más decorativa
- Aloe barbadensis Miller o vulgarís: la más abundante y generosa
Un almacén de agua y mucho más
Al aloe se la clasifica dentro de las plantas suculentas, que crecen preferi-
blemente en un entorno cálido o incluso desértico. Pueden encontrarse en las regiones
más secas de África, Asia, Europa y América. Su tamaño varía desde pequeñas plan-
tas de 20 centímetros de altura hasta auténticos árboles de más de 20 metros, con
troncos de entre 40 y 50 centímetros de diámetro. Su imagen recuerda al cactus, pero
en realidad se trata de una planta perenne y jugosa de la familia de las liliáceas -al
igual que las cebollas, los ajos, los espárragos, las azucenas, los tulipanes, los lirios y
los jacintos-, que se caracterizan por tener hojas duras, largas, de bordes espinosos y
acabadas en puntas agudas. Las espinas en el reino vegetal generalmente cumplen
una función de defensa contra los animales herbívoros, pero en el caso del aloe -una
planta muy atractiva para calmar la sed de los animales por su capacidad de almace-
nar el agua- el sabor amargo de su savia cumpliría ya por sí solo un efecto definitiva-
mente disuasorio.
Las hojas son generalmente verdes, aunque a veces también pueden ser grises
e incluso sutilmente rayadas. Sus flores, que aparecen en la primavera, suelen ser
rojas o amarillas, de forma tubular y dispuestas en racimos que brotan al final de los
tallos sin hojas.
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Al igual que todas las plantas suculentas, cuentan con una extraordinaria capaci-
dad para absorber el agua a través de una compleja y muy desarrollada red de raíces
que se extienden bajo la tierra, muy cerca de la superficie, de forma que pueden apro-
vechar la más leve humedad del suelo, e incluso del rocío, sin necesidad de las lluvias
copiosas que precisarían otras raíces más profundas. Ya que se desarrollan en entor-
nos predominantemente secos, sus hojas carnosas están capacitadas para almacenar
grandes cantidades de agua. Además, poseen un sistema que les permite cerrar sus
estomas durante el día, cuando han de soportar horas y horas de sol, a fin de evitar la
evaporación del agua que guardan en su interior; por este motivo pueden sobrevivir
durante largos periodos de sequía. Al mismo tiempo, esta circunstancia -propia de
todas las plantas xeroides o xerófilas, término que proviene del griego y significa
"amante de la sequedad"-, hace que su respiración sea completamente opuesta a la
que se da en el reino vegetal, y las sustancias gaseosas que en otras plantas son ex-
pulsadas al aire durante el día, en el aloe son convertidas en azúcares y almidón, para
acabar transformándose en alimento de la propia planta.
Otra de las características del aloe propia de la familia de las xeroides es su pe-
culiar estructura química, que permite cicatrizar casi de inmediato cualquier corte que
se le produzca a la planta, con el mismo objetivo de impedir la pérdida de agua. En el
caso de que se trate de la pérdida o desprendimiento de una hoja de aloe, una vez
que la herida se ha cerrado, la planta comienza a crecer en otra dirección. Puede que
fuera la observación de esta capacidad de "autocuración" de la planta la que hiciera
que, ya 5.000 años atrás, el ser humano empezara a plantearse el utilizar estas pro-
piedades del aloe para el propio beneficio.
Estructura de la hoja
Si analizamos un corte transversal de una hoja de aloe, advertimos que en la
hoja pueden distinguirse claramente la capa exterior o corteza y el cuerpo interior o
tejido esponjoso, separadas ambas por una fina capa intermedia formada por una es-
pecie de vainas vasculares de minúsculo tamaño.
La corteza puede ser más o menos gruesa, dependiendo de la variedad de la
planta. Está formada por células epidérmicas, resistentes y flexibles, separadas por
estomas que permiten el intercambio líquido y gaseoso con el exterior.
Las vainas vasculares endodérmicas de la capa intermedia están formadas por
haces de células poligonales ricas en aloína, féculas, clorofilas, oxalato de calcio y
Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 23 de 98
otras sustancias orgánicas. Cuando estas vainas están separadas de la epidermis por
un tejido escleroso menos flexible, se forman las espinas exteriores.
El cuerpo interior de la hoja está formado por un tejido celular esponjoso que
hace de vehículo a un fluido mucilaginoso donde se encuentra la mayor parte de los
principios activos de la planta. La primera característica visible de este líquido mucila-
ginoso es el gran poder de cicatrización que hemos mencionado anteriormente.
Aloe barbadensis: un auténtico botiquín de primeros auxilios
Como hemos comentado anteriormente, entre las numerosas variedades de aloe
que existen, sólo unas pocas se consideran de gran valor curativo. Entre ellas y a la
cabeza, la ya mencionada Aloe Barbadensis, popularmente conocida como aloe vera
(la verdadera, la más preciada).
Esta planta es originaria de las costas nororientales de África y recibe este nom-
bre por haber sido hallada en grandes cantidades en la isla de Barbados, donde la
importaron los comerciantes portugueses para su cultivo masivo. Esta planta ha sido la
más utilizada a lo largo de la historia para fines terapéuticos por ser la más completa
en cuanto a sus principios activos, pero existe otro factor que hace que en la ac-
tualidad sea especialmente apreciada para su comercialización, y éste consiste en su
propia estructura, con unas hojas anchas y gruesas que le permiten almacenar una
gran cantidad de pulpa.
En la especie Aloe barbadensis se han diferenciado y clasificado a su vez tres
variedades: Miller (o vulgaris), humilis y mitriformis.
La primera toma su nombre en honor al taxonomista suizo H. Miller, quien
consagró gran parte de su vida al estudio de ésta y otras especies importadas por los
portugueses. El propio Miller la denominó vulgaris debido a la gran abundancia que
existe de la misma en comparación con las otras variedades. Su origen se sitúa en las
costas de Marruecos, Mauritania, Senegal, Guinea, las islas de Cabo Verde, Tenerife y
Canarias, pero dado su extraordinario rendimiento comercial, hoy se cultiva en todo el
mundo. Las mayores plantaciones se encuentran en el sur de Estados Unidos (Texas)
y en Centroamérica (Méjico, la República Dominicana, Puerto Rico, Cuba y Santo Do-
mingo). En Asia, las grandes producciones comerciales se hallan en China, Japón y
Malasia. También pueden encontrarse importantes cultivos en las costas
mediterráneas de Europa y África.
La variedad humilis toma su nombre de su menor tamaño y sus hojas pequeñas
y alargadas. Su color es de un verde más azulado y oscuro, según su descubridor
(Linneo) debido a una mayor asimilación del cobre y el cobalto que hay en la tierra.
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Sus propiedades son bastante similares a las de la variedad Miller o vulgarís, pero
dado el menor tamaño de sus hojas, la industria comercial no se ha dedicado a su ex-
plotación.
La tercera variedad clasificada es la denominada mitriformis, también descubierta
por Linneo. Sus hojas son notablemente más anchas y cortas, en forma de corazón,
con tendencia a abrirse y acercarse al suelo. Son extraordinariamente carnosas y ju-
gosas, lo cual, junto a su pequeño tamaño, la convierten en la más adecuada para
tener en casa, no sólo como elemento decorativo sino también como una especie de
botiquín de primeros auxilios para el tratamiento de quemaduras, cortes, picaduras de
insectos, irritaciones de la piel, etcétera. Originaria de Namibia, Angola y Camerún,
hoy se cul-tiva en casi todo el mundo por su re-sistencia y las posibilidades domésticas
que ya hemos indicado.
Otras variedades comerciales: Aloe socotrina y Aloe ferox
Aparte de la Aloe barbadensis o aloe vera -que es en la cual vamos a centrarnos
en este libro existen otras especies con notables cualidades terapéuticas, entre las
que cabe destacar la Aloe socotrina y la Aloe ferox.
La primera es probablemente la más antigua de todas las utilizadas por el ser
humano. Parece ser que a lo largo de la historia, tanto en el antiguo Egipto de los fa-
raones, como en la China y la India, pasando por Grecia y el imperio romano, y aún
muy avanzada la era cristiana, esta especie -junto con una variedad posteriormente
denominada nobilis- eran las únicas que se empleaban con fines medicinales. Esto fue
así hasta el descubrimiento y producción comercial del aloe vera. En la actualidad, su
uso ha quedado reducido prácticamente a la homeopatía, ya que algunos de sus prin-
cipios activos son sumamente enérgicos.
En cuanto a la especie Moeferox, se considera la más resistente de todas las uti-
lizadas comercialmente, pero sus principios activos son mucho más limitados.
Además, su alta proporción de aloína la hace poco recomendable en muchas fórmulas
terapéuticas. Foreste motivo, es empleada mayormente en el campo de la cosmética,
la estética y la higiene personal, y en algunas aplicaciones medicinales externas como
pomadas cicatrizantes y regeneradoras. Sus hermosas flores, que se mantienen fres-
cas durante casi todo el invierno, la hacen apropiada como elemento decorativo en
casas, parques y jardines.
Éstas son sólo algunas de entre las más de trescientas variedades de aloe cono-
cidas en la actualidad. Sin embargo no las hemos seleccionado al azar, sino que se
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trata de las más utilizadas comercialmente debido a sus beneficios terapéuticos -o, en
su caso, estéticos-, beneficios éstos que vienen dados en función de su especialísima
composición química. Pasemos pues ahora a echar una rápida ojeada a la estructura
interna del aloe, lo que nos hará comprender, seguidamente, sus aplicaciones curati-
vas y cómo proceder en el uso de la planta.
Composición química del aloe
Una planta aún por descubrir
A pesar de que la planta del aloe es conocida y utilizada para el beneficio del ser
humano desde épocas prehistóricas, lo cierto es que aún hoy no se conoce en su tota-
lidad su composición química. A lo largo de los tiempos se le han ido atribuyendo sus
propiedades curativas a diferentes principios activos, ocurriendo en ocasiones que
nuevos descubrimientos científicos venían a contradecir antiguas creencias.
Éste ha sido el caso de la aloína, el primer elemento identificado en 1851. Por
aquella época y también en el siglo que siguió, se consideraba que ésta era la sustan-
cia activa más importante contenida en el aloe, si no la única. Esta creencia se debe a
que en occidente la comunidad científica sólo admitía sus cualidades como laxante, y
así era como se utilizaba principalmente. La aloína, contenida cerca de la corteza de la
planta, era efectivamente el elemento que provocaba el efecto purgante. Con el tiem-
po, y debido a la forma extremadamente agresiva en que podía llegar a actuar como
laxante, dejó de utilizarse, al menos en cantidades masivas, y hoy día la mayoría de
casas comerciales garantizan que en la composición de sus productos no se hace uso
de la aloína, o bien ésta aparece en proporciones minúsculas.
Posteriormente, y debido a las investigaciones científicas que supieron ver tam-
bién en el aloe sus efectos regeneradores de los tejidos en quemaduras, heridas y
demás (Filatov en la antigua Unión Soviética, los doctores Collins en Estados Unidos,
el doctor Akiro Ishimoto en Japón, etcétera), fueron identificándose en la planta otros
elementos activos responsables de esta función. Los doctores Tom D. Rowe y Lloyd
M. Parks informaban en un artículo aparecido en 1939 ("Un estudio fitoquímico de la
hoja de aloe vera", publicado en la Revista de la Asociación Farmacéutica Americana)
de la existencia de unas enzimas, vitaminas y minerales sumamente activos en la cor-
teza de la planta, y también en la pulpa. Se referían a las enzimas oxidasa y catalasa,
a las vitaminas caroteno y betacaroteno, al azufre, y a los fenoles, en lo que se refiere
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a la corteza. En cuando a la pulpa de la planta, hallaron las enzimas amilasa y oxida-
sa, y el oxalato cálcico.
Los estudios sucesivos siguieron centrándose en la corteza, considerada hasta
mediados del siglo XX como la parte más beneficiosa de la planta. Así, las investiga-
ciones de Maria Luisa D' Amico y G A. Bravo hicieron salir a la luz las cualidades
antibióticas de las antraquinonas, identificando, además de la aloína, a la barbaloína,
la isobarbaloína y los antranoles, presentes también en la corteza.
Los polisacáridos hacen volver la mirada hacia la pulpa de la
hoja
Las investigaciones en busca del principio activo del aloe cambiaron de rumbo en
1951, cuando se descubrió la presencia de polisacáridos, no en la corteza, sino en el
interior de la hoja. Ya se conocía por entonces la acción de este tipo de azúcares y su
efecto estimulante sobre el crecimiento de los tejidos, así que no parecía desorbitad©
empezar a pensar que tal vez estos agentes tenían mucho que ver con las virtudes
curativas de la planta sobre cualquier tipo de lesiones en la piel, e incluso en el interior
de los órganos humanos. Este descubrimiento, realizado por los doctores Ikawa y
Niemann, dirigió durante varias décadas el centro de atención hacia el mucílago inter-
ior de la hoja, y, muy especialmente, hacia los polisacáridos.
Paralelamente proseguía la investigación para la identificación de otros elemen-
tos activos presentes en el aloe, encontrándose minerales como el calcio, cloro, sodio,
potasio, magnesio y manganeso. Otro dato enormemente importante fue encontrar 18
de los 22 aminoácidos presentes en el cuerpo humano. En cuanto a las vitaminas,
además de las ya conocidas (caroteno y betacaroteno), se identificó la vitamina B1, la
Niacinamida, la vitamina B2, la vitamina B6 y la Colina. Estos descubrimientos fueron
llevados a cabo a lo largo de las décadas de los 60 y los 70, entre otros y muy espe-
cialmente por el doctor Gunnar Gjerstad, de la Universidad de Texas, una zona famo-
sa ya entonces por el cultivo y producción de productos derivados del aloe.
Sin embargo, la búsqueda de los principios activos de la planta no había hecho
más que empezar. Cada nuevo descubrimiento abría caminos en otra dirección. Con-
secutivas aplicaciones del aloe, o de los elementos activos hallados en el aloe, para el
tratamiento de muevas enfermedades como el cáncer o el SIDA, sacaban a la luz nue-
vos componentes y usos de la planta. Los estudios sobre el aloe tomaron ya dos ca-
minos muy diferenciados: el que sugería que la acción beneficiosa y curativa de la
planta era resultado del efecto sinérgico de todos sus componentes, y la tendencia que
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creía, por el contrario, en las propiedades de los principios activos hallados en la plan-
ta, individual e independientemente. Se trataba ésta de una de las varias confrontacio-
nes que aparecerían a lo largo de la investigación y, sobre todo, la comercialización
del producto.
Agentes activos en el aloe vera
Sea como fuere, lo único que sabemos a ciencia cierta es que los componentes
activos identificados en la planta de hecho se encuentran en ella y son conocidos por
sus efectos beneficiosos sobre la salud, lo cual nos ayuda a comprender
científicamente las propiedades del aloe y su acción sobre determinadas enfermeda-
des y disfunciones físicas.
Pero detengámonos un momento a analizar cómo funcionan cada uno de estos
principios activos: vitaminas, minerales, enzimas, monosacáridos, poli-sacáridos,
aminoácidos esenciales y secundarios, y demás elementos presentes en el aloe, como
la lignina, saponinas y antraquinonas.
■ Vitaminas
Tal como su nombre indica, las vitaminas son sustancias esenciales para el man-
tenimiento de la vida que nuestro organismo no puede fabricar por sí mismo. Por este
motivo, las vitaminas son incorporadas a través de nuestra nutrición, bien en forma de
alimentos o de complementos específicos.
Como hemos explicado con anterioridad, el aloe contiene un gran aporte de nu-
merosas vitaminas, entre las que cabe destacar las que mencionamos a continuación.
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■ El caroteno y el betacaroteno, que, una vez dentro de nuestro orga-
nismo, son convertidos en la vitamina La vitamina A es esencial para la vista,
para la salud de la piel y de los huesos, para el buen estado de las mucosas y
el crecimiento de las células, así como para la inmunidad de las mismas ante la
enfermedad. Un defecto de vitamina A provoca la anemia. Por otra parte, en los
años recientes se ha descubierto el poder antioxidante del betacaroteno, por lo
que además de frenar el envejecimiento protege al organismo de las enferme-
dades degenerativas, como la arteriosclerosis y el cáncer.
■ La vitamina B1 o tiamina es esencial para el crecimiento de los tejidos y la
producción de energía. Se trata de una vitamina hidrosoluble cuyo exceso es elimina-
do por el cuerpo a través de la orina, por lo que debe ser ingerida a diario.
■ La vitamina B2 o riboflavina,
en combinación con la Be, produce las células de la sangre. Su función es esen-
cial en la respiración de los tejidos. Además, es también necesaria para mantener una
piel sana.
■ La vitamina B3 O niacina ayuda a regular el metabolismo, es necesaria para
que el cuerpo pueda asimilar ciertos minerales y, además, interviene en la formación
de los músculos.
■ La vitamina B6 o piridoxina, al igual que la vitamina B2, es esencial en la
fabricación de la hemoglobina, el pigmento rojo de la sangre que transporta el oxígeno
y el alimento para hacerlos llegar a todas las células del cuerpo. Asimismo, es funda-
mental para el metabolismo de las proteínas y los aminoácidos. Al ser una vitamina
hidrosoluble -como la B1- debe reponerse todos los días.
■ La vitamina B12 o cianocoba-iamina se ha revelado presente en el aloe, a pe-
sar de que hasta principios de esta década de los 90 se la consideraba una vitamina
propia de los productos cárnicos, nunca de las verduras o en las plantas. A pesar de
que se ha detectado su presencia en algunas hojas de aloe, muchos científicos aún no
están convencidos de que dicha vitamina sea activa y funcione de la misma manera
que la vitamina B12 de origen animal, cuya carencia en el cuerpo humano puede pro-
vocar anemia y ciertos transtornos néuropatológicos.
■ La vitamina C o ácido ascórbico estimula el sistema inmunológico y ayuda a
curar y prevenir las infecciones. Su presencia es esencial para fabricar el colágeno, la
sustancia que rodea a los músculos. Es necesaria, además, para que el organismo
pueda asimilar debidamente el calcio y otros elementos claves. Al igual que el beta-
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caroteno y la vitamina E, está considerada como uno de los más potentes an-
tioxidantes.
■ La vitamina E o tocoferol posee una poderosa acción antioxidante y de
regeneración de los tejidos. Al igual que la vitamina C, es un gran aliado contra las
infecciones y agiliza el proceso de curación de las enfermedades, muy en especial las
de la piel.
■ La colina ayuda a evitar que la grasa se acumule excesivamente en el orga-
nismo y actúa como catalizador, facilitando la acción de otras vitaminas.
■ El ácido fólico también es un potente catalizador y es imprescindible para el
correcto metabolismo de los aminoácidos.
■ Minerales
Los minerales son también fundamentales para el equilibrio bioquímico y la sa-
lud. Interactúan con ciertas vitaminas, enzimas y coenzimas, ejerciendo una función
vital en la defensa del organismo y la protección contra las enfermedades.
En el aloe vera han sido hallados más de veinte minerales esenciales, entre ellos
los que mencionamos a continuación:
■ El calcio y el fósforo, imprescindibles para la formación y desarrollo de los
huesos. Por este motivo, se consideran indispensables para la prevención de la osteo-
porosis. En los últimos años se ha descubierto* que los complementos de calcio sue-
len ser excretados casi en su totalidad, si no son de origen orgánico. Ésta es la causa
de que se recomiende tomarlo a partir de fuentes naturales, como los productos
lácteos, las almendras, los dátiles o el aloe vera. También son fundamentales estos
minerales para el buen estado de los dientes.
■ El potasio o sorbato regula los componentes fluidos de la sangre y de los
músculos. El sodio, junto con el potasio, controla el equilibrio del agua y otros fluidos, y
transporta a las células los aminoácidos y la glucosa. Potasio, sodio y cloro -
fundamental también para la buena salud de los dientes-están fuertemente vinculados
entre sí y necesitan hallarse en equilibrio en nuestro organismo. Sin embargo, es muy
habitual que nuestra dieta se exceda en sodio (como por ejemplo, la sal presente en
muchos alimentos elaborados, como los embutidos, conservas y demás) y se quede
corta en potasio. En el aloe vera estos tres minerales se hallan presentes en una for-
ma perfectamente equilibrada y al ser una fuente orgánica resultan fácilmente asimila-
bles.
■ El hierro es el constituyente esencial de la hemoglobina, transporta el oxígeno
a las células rojas de la sangre y protege al cuerpo de las infecciones. El aloe no con-
tiene grandes cantidades de hierro, pero su aporte es importante y es perfectamente
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asimilable por el organismo humano, al contrario de lo que ocurre con los complemen-
tos adquiridos en farmacias.
■ La colina es un componente de la lecitina, que resulta esencial en el me-
tabolismo.
■ El magnesio es un mineral clave en el buen mantenimiento del sistema nervio-
so y los músculos, así como en la transmisión del código genético para la formación de
nuevas células.
■ El manganeso, al igual que el magnesio, se halla en minúsculas dosis en el
cuerpo humano, pero son igualmente esenciales. El manganeso es imprescindible
para la formación de los huesos y el correcto funcionamiento nervioso, de la fertilidad y
el crecimiento.
■ El zinc forma parte de muchas enzimas esenciales y colabora en el buen esta-
do del sistema inmunológico. Su carencia puede provocar anemia. También suele re-
comendarse en casos de acné y para la buena salud de la piel en general y el cabello.
■ El cobre es también parte fundamental de muchas enzimas y representa un
papel importante en la formación de la sangre.
■ El cromo interviene en el metabolismo del colesterol, la glucosa y los ácidos
grasos. Colabora también en el buen funcionamiento del sistema circulatorio.
Últimamente se ha descubierto que la insuficiencia de cromo puede degenerar en di-
abetes, ya que este mineral es imprescindible para que la insulina pueda cumplir su
función en el organismo.
■ Aminoácidos esenciales y secundarios
Los aminoácidos constituyen la base de las proteínas. Su papel es fundamental
en la construcción y regeneración de los tejidos, así como en el buen funcionamiento
del cerebro, incluyendo las emociones. Los aminoácidos esenciales se denominan así
porque el organismo no los fabrica por sí mismo, así que es indispensable que formen
parte de nuestra dieta.
Siete de los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano están presentes
en el aloe vera, donde también se han hallado once de los catorce aminoácidos se-
cundarios que fabrica el organismo.
■ Enzimas
Las enzimas son unos elementos claves en la vida animal, ya que su función
consiste en transformar las proteínas que ingerimos a través de la alimentación en
aminoácidos, de esta manera susceptibles de ser absorbidos por nuestro organismo.
Posteriormente son también las enzimas las que hacen posible que estos aminoácidos
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vuelvan a convertirse en proteínas asimilables por nuestro sistema. En resumen, po-
demos decir que las enzimas son las responsables de transformar los alimentos en el
combustible que proporciona la energía y la vida misma a cada una de nuestras célu-
las, aunque nada de esto sería posible sin la intervención y la colaboración sinérgica
de las vitaminas y los minerales, tal como hemos visto anteriormente.
Entre las enzimas más importantes halladas en el aloe vera se encuentran:
■ La lipasa, que favorece la digestión.
■ La catalasa, que previene y controla la retención de agua en el cuerpo.
■ La bradikinasa, que estimula el sistema inmunológico. Además, funciona como
antiinflamatorio y analgésico.
■ La celulasa interviene en la digestión de la celulosa.
■ La proteolitiasa hidroliza las proteínas en sus elementos constituyentes.
■ Monosacáridos y polisacáridos
Los monosacáridos son azúcares simples que no pueden ser destruidos por el
agua. En cuanto a los polisacáridos paucilaginosos, hallados en la pulpa del aloe, se
consideran también unos componentes de enorme importancia en la mayoría de sus
aplicaciones terapéuticas. Entre ellos y de manera muy especial el poblisacárido cono-
cido como acema-nano, con un notable poder regenerador de los tejidos que, además,
es un ele-mento activo en el tratamiento de más de cien enfermedades diferentes. Re-
cientes investigaciones han demostrado unos efectos sorprendentes de este compo-
nente en el tratamiento del SIDA. En el aloe se hallan en mucha más abun-dancia jun-
to a la corteza que en la pulpa de las hojas.
■ Lignina, saponinas y antraquinonas
La lignina posee un extraordinario efecto de penetración de los tejidos, habiendo
de vehículo para otros elementos activos, como las vitaminas, minerales, enzimas y
demás.
Las saponinas son agentes limpiadores, purificadores y antisépticos, que
además producen un efecto suavizante.
Las antraquinonas, por su parte, poseen propiedades laxantes y analgésicas, pe-
ro además son potentes antibióticos con propiedades bactericidas y antivíricas.
Entre las antraquinonas, destacan las siguientes:
■ La aloína, que, tal como hemos mencionado anteriormente, fue la primera sus-
tancia activa identificada en el aloe por sus efectos laxantes. También posee propie-
dades analgésicas.
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■ La emodina también tiene efectos laxantes y, además, protege contra las in-
fecciones.
■ El aceite etéreo posee propiedades analgésicas y anestésicas.
■ La barbaloína, isobarbaloína, el antranol, el antraceno y el ácido aloético
actúan como bactericidas.
■ El ácido cinámico se utiliza como fungicida.
■ El éster de ácido dinámico posee también propiedades anestésicas y, además,
puede descomponer los tejidos muertos.
■ El ácido crisofánico se utiliza en el tratamiento de la psoriasis y de ciertos hon-
gos cutáneos.
Aplicaciones terapéuticas
Un caso atípico, la información científica supera a la publicidad
Si echamos un vistazo a los folletos informativo-publicitarios de las diferentes
marcas de productos de aloe vera que se pueden adquirir en el mercado (ya sea a
través del sistema habitual de las tiendas al uso o bien en el conocido como "estructu-
ra piramidal", con la venta directa a través de distribuidoras y distribuidores casi reli-
giosamente convencidos de las propiedades milagrosas del aloe), encontraremos una
larga lista de usos para el beneficio de la salud, tanto humana como animal.
Una de las más conocidas y antiguas marcas, distribuidas hoy día en los cinco
continentes, enumera, bajo el titular: "Beneficios de la pulpa de aloe vera", las siguien-
tes funciones:
■ Evita jaquecas y combate el estrés, depresión y estados de ansiedad o can-
sancio.
■ Emulsifica el colesterol, limpia y purifica la sangre del hígado.
■ Regenera las células mejorando el tono de la piel, combatiendo acné, man-
chas y psoriasis.
■ Activa toda la circulación del cuerpo.
■ Es un inhibidor del dolor, mejorando las molestias crónicas de la artritis, artro-
sis y reuma.
■ Regula la tiroides.
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■ Activa y desintoxica el organismo, permitiendo una mejora total de la salud.
■ Cicatriza las úlceras, cura la gastritis y regula el funcionamiento de los intesti-
nos.
■ Evita el cansancio en las piernas por mala circulación, flevitis o varices.
■ Fortalece, regenera y revitaliza el cabello.
A pesar del amplio abanico de supuestos beneficios recogidos por dicha marca
comercial con el objetivo evidente de publicitar y vender sus productos, llama la
atención observar que si nos sumergimos en la literatura científica sobre el tema, las
propuestas sobre posibles efectos terapéuticos del aloe desborda con mucho la lista
mencionada, dando la. impresión de que estamos hablando de un producto tan po-
lifacético que llega a rozar el concepto de "milagro de la naturaleza".
Es importante advertir aquí que, tal como expondremos más adelante, la im-
posibilidad, según las leyes del actual sistema de mercado, de anunciar los productos
de aloe vera como si de un medicamento se tratara, ha hecho que algunas de las
grandes multinacionales del sector se hayan preocupado en apoyar y financiar estu-
dios científicos en universidades y otros centros de investigación, así como incentivan-
do la propia publicación de libros, con una motivación clara de inducir a la compra de
estos productos. Estamos hablando en muchos casos de publicidad encubierta.
Una vez dicho esto, no podemos dejar de indagar entre los innumerables estu-
dios, informes científicos, investigaciones clínicas y literatura médica (y en muchos
casos industrial) para obtener la información que precisamos, en el camino de un me-
jor conocimiento sobre las propiedades químicas, botánicas y terapéuticas del aloe.
La enfermedad como mensaje
La historia y la leyenda nos dicen que milenios de tradición no pueden estar
equivocados. El interés coincidente de múltiples culturas respecto a los efectos curati-
vos del aloe vera resulta igualmente significativo. Las conclusiones de un sinfín de
estudios, informes, investigaciones médicas, procedentes de las más diversas fuentes,
nos hace pensar que, sin duda, algo tiene el aloe que lo convierte en una planta poli-
facética con un gran abanico de propiedades curativas y regeneradoras. Sin embargo,
hemos de tener cuidado para no sacar conclusiones precipitadas que nos hagan acu-
dir a los múltiples productos derivados del aloe que actualmente invaden el mercado
como si se tratara de una auténtica panacea, el tan perseguido elixir de la eterna ju-
ventud y la salud garantizada a prueba de bomba.
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La bomba antipersona a la que nos enfrentamos cada día de una manera casi
subliminal y silenciosa está constituida por todos esos hábitos introducidos en nuestra
vida diaria: el estrés y la ansiedad; la carrera contra reloj; la alimentación mal seleccio-
nada y peor digerida, con escasa concentración, exceso de ruidos y actividad envol-
vente; las pocas o demasiadas horas de sueño; la vida sedentaria o el exceso de mo-
vimiento hacia ninguna parte. Cuando nuestra vida no se halla en armonía con su pro-
pia naturaleza no es de extrañar que aparezcan dolencias y enfermedades varias, en
función de nuestra personalísima manera de canalizar y encubrir tensiones. Y enton-
ces, sin ningún motivo aparente, aparencen las alergias y erupciones cutáneas, la
caída del cabello o las canas ¡prematuras, los molestos dolores en las vértebras cervi-
cales o los terribles pinchazos en la zona lumbar, por poner sólo unos ejemplos. Para
nuestra sorpresa, de nuevo, la medicina alopática convencional raramente resuelve
nuestros problemas, precisamente porque el origen de nuestros males no se en-
cuentra en los síntomas que trata de calmar, sino que éstos tan sólo son el mensaje, la
voz de alarma, nuestro cuerpo cómplice avisándonos de que algo marcha mal. Enton-
ces, cuando nos enfrentamos al fracaso de la medicina alopática, suele ocurrir que, en
un intento desesperado, volvemos la mirada hacia otros planteamientos terapéuticos
alternativos, sin caer en la cuenta de que nos mantenemos en el mismo terror original:
el hecho de no reflexionar y analizar seriamente nuestros hábitos, nuestras actitudes,
la experiencia y la práctica de la vida, en suma.
Supongamos, por ejemplo, que un mal día nos enfrentamos a un problema de
psoriasis. El especialista nos asegura que sólo los corticoides atajarán el problema,
una solución que no nos convence en absoluto, ya que somos conscientes de los
drásticos efectos secundarios de este tipo de tratamiento. Rechazamos, pues, la
opción convencional para volver los ojos hacia otros planteamientos médicos alterna-
tivos, que nos sugieren, por ejemplo, las infusiones de diente de león y cola de caballo,
por sus efectos depurativos, simultáneamente con la aplicación externa de un buen gel
de aloe vera. Sin duda que este tipo de terapia (o cualquier otra sugerida por el espe-
cialista en cada caso) funcionará, y funcionará bien. Antonio, un almeriense de 38
años, lo viene utilizando desde hace tres, y no escatima alabanzas hacia esa benefi-
ciosa crema tópica de aloe que le liberó de los molestos daños colaterales producidos
por la cortisona. Liliana, una cubana de 27 años que actualmente reside en Barcelona
y que también se encuentra aquejada de psoriasis, comenzó a tomar zumo de aloe
vera cada día desde el principio de su problema cutáneo, hace poco más de año y
medio, ya que la escasez de medicinas en su país obliga a que muchas veces se recu-
rra a remedios más naturales y caseros. En ambos casos, el aloe vera ha sido un buen
aliado, ha mejorado el estado de la piel y ha reducido notablemente las molestias que
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conlleva esta alteración: sequedad, picores, irritación, etcétera. Pero en ninguno de los
dos casos ha llegado a remitir la enfermedad. La pregunta inevitable ahora es pensar
qué pasaría si avanzamos un paso más allá, en ésta o cualquiera de las múltiples ma-
nifestaciones de las patologías psicosomáticas que se instalan en nuestra vida, y defi-
nimos la raíz del problema, adoptando las decisiones oportunas para desbloquear con-
flictos y tensiones, en definitiva, para vivir mejor.
El aloe vera se está revelando cada vez más como una fuente de principios acti-
vos capaces de hacer recobrar ciertos equilibrios perdidos. Recientes investigaciones
en el campo de la lucha contra el cáncer y también contra el SIDA, le están otorgando
a esta planta un papel protagonista, de tremenda importancia en muchos casos, en
algunos de los tratamientos planteados en el control de estas enfermedades. Pero ello
no puede levantar falsas expectativas y hacernos creer que el mero hecho de tomar
pulpa de aloe cada mañana en ayunas nos va a proteger de por vida contra cualquier
tipo de cáncer, o que nos va a mantener bellas y jóvenes por dentro y por fuera, po-
seedoras de una piel sana y fuerte y de un cabello brillante y abundante, como si de
una eterna y mítica Cleopatra se tratara.
No ponemos en duda que el uso del aloe, en las múltiples aplicaciones que nos
ofrece el mercado en la actualidad, pueda ayudarnos a mantener una vida sana. Pero
también poseen efectos tremendamente beneficiosos como regeneradores tisulares la
vitamina E contenida en el aceite de germen de trigo o en el aceite de oliva virgen; o
los brotes de alfalfa, que además tienen un importante poder alcalino que neutraliza la
acidez de estómago y los problemas derivados de ella; y qué decir de la acción de-
sengrasante de la lecitina, del poder antioxidante del betacaroteno contenido en las
zanahorias, o de la oxigenación de las células producida por un cierto tiempo de
respiración profunda y relajada junto a la orilla del mar o entre los árboles frescos de la
montaña. Por no mencionar el tremendo logro de poder desarrollar la vida que real-
mente deseamos, en armonía con el entorno que nos rodea y en contacto directo con
nuestra propia naturaleza. Todas ellas, y muchas más, pueden ser consideradas
fórmulas válidas para una vida sana. El aloe vera puede ser, también, una más, espe-
cialmente si se trata de un producto de calidad -por encima de las guerras económicas
del mercado competitivo-, utilizado de la manera adecuada y en el momento oportuno.
¿Por qué no funciona, cuando no funciona, el aloe vera?
Neill Stevens, tras enumerar una larga lista de enfermedades, disfunciones,
daños y lesiones que se extienden en casi tres páginas de su libro Aloe Vera, asegura
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que siempre existe un motivo que pueda explicar por qué no funciona esta super plan-
ta de mil y un efectos terapéuticos, cuando no funciona. Y según él, el motivo se en-
cuentra siempre en una, o varias, de estas situaciones:
■ Hemos utilizado una especie o variedad de aloe que no es la adecuada.
■ La planta no ha madurado lo suficiente o bien la hoja no se hallaba en un es-
tado óptimo, sino que por el contrario contenía una pulpa ya seca u oxidada.
■ Hemos hecho uso de un producto comercial de baja calidad, o bien NO hemos
empleado el producto correctamente.
Por último, el propio autor -un fiel defensor a ultranza de las propiedades benefi-
ciosas del aloe- reconoce las múltiples incógnitas que aún en la actualidad se plantea
la ciencia occidental, respecto al qué, el cómo y el porqué de los efectos de la planta
sobre la salud.
Aún así, podemos atrevernos a hacer una relación -que podría ser interminable-
sobre algunas de las diferentes enfermedades y disfunciones físicas en las que el aloe
se ha manifestado como tremendamente beneficioso cuando se ha tratado de un pro-
ducto de calidad Utilizado adecuadamente. Dicho esto, vamos a hacer un ligero repa-
so a las diferentes formas en que puede emplearse el aloe vera como medida tera-
péutica.
El aloe y el sistema digestivo y excretor
Alasdair Barcroft, en su libro sobre el aloe vera (La planta de propiedades mila-
grosas) asegura que "el aloe vera es lo que podemos llamar un sanador universal, que
actúa a nivel celular para ayudar a curar y a regenerar los tejidos sanos". Esta
afirmación puede ser aplicable tanto en lo que respecta al cuidado externo -la piel-
como interno -el organismo-.
En lo que respecta al cuidado externo, sabemos que el gel de aloe vera posee
unos efectos depurativos y desintoxicantes, siempre a condición de que no aporte
también la aloína, que se encuentra bajo la corteza de la hoja. Tomado en forma de
bebida, actúa a través del sistema digestivo, penetrando en los tejidos, limpia las célu-
las muertas de la piel y favorece el crecimiento de las células más jóvenes, mejorando
así el estado general de los tejidos, y propiciando, en su caso, la curación de las heri-
das o las úlceras.
El efecto es similar a cuando es aplicado de forma externa sobre la piel para la
curación de quemaduras o la cicatrización de heridas, pero de forma interna obtiene
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unos resultados muy-concretos y determinantes sobre las úlceras gástricas, las infla-
maciones de riñones y las disfunciones del hígado o los intestinos, entre otras.
Varias investigaciones han coincidido en observar que, al penetrar en las pare-
des del sistema digestivo, el zumo o pulpa de aloe vera consigue eliminar las bacterias
dañinas, favoreciendo la repoblación de una flora benéfica. De esta manera, las infla-
maciones de cualquier tipo se veían dramáticamente reducidas, posibilitando así su
correcta función en la absorción de nutrientes.
Bajo el título de "Efecto del jugo de aloe vera, tomado oralmente, sobre la función
gastrointestinal de los seres humanos normales", publicado en la revista Prevention en
el año 1985, el doctor Jeffrey Bland, del Instituto Linus Pauling de California, explicaba
el proceso de sus investigaciones, así como los resultados que venían a demostrar el
efecto beneficioso del aloe vera para mejorar las digestiones, prevenir o combatir las
diarreas y la acidez de estómago, reducir el contenido de fermentos y favorecer un
equilibrio de la flora gastrointestinal.
Ya en las épocas más remotas de la historia conocida del aloe se le consideraba
como un laxante eficaz, debido a la aloína existente cerca de la corteza de la hoja. Sin
embargo y debido al fuerte poder activo de la misma, cuando se trata de una
disfunción leve se recomienda ingerir el zumo, la pulpa o algún gel comercial, con una
escasa aportación de aloína. Por el contrario, cuando surge la necesidad de un pur-
gante eficaz sería necesario recurrir a un preparado casi exclusivamente a base de la
parte externa de la hoja.
La colitis consiste en una inflamación de colon. Cuando la inflamación llega a tal
intensidad que produce ulceraciones, éstas a su vez pueden llegar a perforar las pare-
des del intestino grueso. Ciertos experimentos realizados por los Laboratorios Carring-
ton vienen a demostrar que tanto el jugo de aloe, tomado como bebida, como el ace-
manano -un tipo de polisacárido presente en la hoja de aloe, como ya hemos visto
anteriormente-, constituyen el mejor remedio para el tratamiento de la colitis, así como
la enfermedad de Crohn.
Otras investigaciones realizadas por el doctor Ivan Danhoh descubrían que su
contenido en magnesio láctico consigue reducir la actividad del estómago, disminu-
yendo así las molestias gastrointestinales de cualquier tipo, ya sean ocasionales o
crónicas.
En cuanto a los efectos beneficiosos del aloe vera sobre las úlceras gástricas,
aparecía como una consecuencia bastante lógica después de descubrir su poder co-
mo agente alcalinizador (al contrarrestar la acidez excesiva recuperando el equilibrio
del PH interno). Ya en 1963, las investigaciones de los doctores Blitz, Smith y Gerard,
en Estados Unidos, mostraban que 25 pacientes con úlcera de duodeno se habían
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curado completamente con el tratamiento exclusivo de una cucharada de aloe vera
cuatro veces al día. Tanto en éste como en otros estudios similares se observó que en
ningún caso existían efectos secundarios, como solía ocurrir con otros tratamientos
que, además, no alcanzaban unos porcentajes de curación tan elevados. Por otra par-
te, en Japón se están realizando desde hace tiempo experimentos similares, y en 1992
el doctor Keisuke Fujita publicaba el resultado de unas investigaciones con ratas a las
que previamente se les había producido úlceras gástricas, y que posteriormente fueron
curadas con la única administración de jugo de aloe vera en grandes dosis, ingerido
oralmente. En la actualidad se continúa investigando en este tipo de experimentos,
con personas y en la modalidad de "doble ciego", que consiste en comparar los resul-
tados con otro grupo de personas a las que se les administra un placebo.
De momento, hay ciertos especialistas que aseguran que diez centímetros
cúbicos de zumo o pulpa de aloe con las comidas más abundantes del día es suficien-
te para hacer desaparecer -en el plazo máximo de dos o tres meses- un problema de
acidosis crónica. De la misma manera y siguiendo el ejemplo de las antiguas tradi-
ciones hawaianas, en algunos libros de recetas con aloe se recomienda el denomina-
do ponche de aloe -que no es más que zumo diluido en vino caliente- como una de las
formas más eficaces de prevenir las indigestiones tras las grandes comilonas festi-
vas.
Vale la pena mencionar un experimento realizado en China por el doctor Oh con
siete personas diagnosticadas de cirrosis y hepatitis que no habían reaccionado a
ninguno de los tratamientos convencionales aplicados durante más de dos años. Fi-
nalmente, se probó con un extracto de aloe vera ingerido por vía oral y sólo de esta
manera se consiguió que los valores numéricos de AST, ALT y bilirrubina disminuye-
ran drásticamente. En sólo tres meses, los pacientes habían conseguido una mejoría
significativa, según el informe.
En el último tramo del tracto digestivo se depositan los desechos alimenticios del
organismo. En esta zona, una congestión anómala de las venas rectales pueden origi-
nar las molestas hemorroides, externas o internas. También numerosos estudios en
este terreno han coincidido en que las propiedades bactericidas y antisépticas del
aloe, unidas a sus virtudes antiinflamatorias y analgésicas, lo convierten en un remedio
muy adecuado para combatir las infecciones y al mismo tiempo disminuir el dolor y la
inflamación. Por otra parte, el efecto laxante del aloe evita el estreñimiento que casi
siempre va unido a las hemorroides, haciéndolas particularmente dolorosas. En el ca-
so de las hemorroides externas, suele recomendarse, además de la ingestión de zumo
o pulpa de aloe por vía oral, la aplicación de compresas locales y baños de asiento
con gel o jabón de la planta.
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Aunque en estas páginas nos atrevamos a ofrecer algunas sugerencias como
ejemplos y referentes al uso del aloe vera, queremos dejar muy claro una vez más
que, en todos los casos, es el especialista quien debe dirigir cualquier tipo de trata-
miento. Esta advertencia es especialmente necesaria en el caso de las hemorroides
sangrantes o agrietadas, en cuyo caso la ingestión de aloe por vía oral podría ser des-
estimada -o bien diluida en minúsculas proporciones-, ya que un mal uso podría llegar
a provocar hemorragias severas.
Pedro Crea, en su Manual práctico y clínico del aloe vera, asegura que, diluido y
en forma de enjuagues o gárgaras de tres a cuatro minutos de duración, el aloe "actúa
eficazmente en casos de dolores dentales y gingivales (de las encías), neuralgias,
aftas, laringitis, disfonía, amigdalitis, anginas, placas y en general, en cualquier afec-
ción bucal o laríngea", Tras los sorprendentes resultados que tuvo la aplicación del
aloe sobre un paciente aquejado de una grave úlcera bucal (producida por los efectos
de la quimioterapia, tras haberle sido extirpado un tumor en la boca), un buen número
de dentistas comenzaron a utilizar la pulpa de aloe para combatir diferentes alteracio-
nes estomatologías. En el caso del paciente mencionado, sufría terribles dolores debi-
do a la úlcera bucal que sólo pudieron calmarse haciendo larguísimos enjuages con
pulpa de aloe muchas veces al día. El paciente pasó entre una y trece horas enjuagán-
dose la boca con el zumo durante dos meses, y aseguraba que desde el primer mo-
mento el contacto directo con el líquido le calmaba el dolor. Pronto el tamaño de la
úlcera comenzó a reducirse y a las diez semanas había desaparecido completamente.
Su uso empezó a divulgarse para tratar todo tipo de disfunciones bucales, como la
gengivitis, ampollas, herpes y demás. En 1984, un importante trabajo publicado por los
doctores Steven Hayes y Peter G. Sturm aseguraba que el aloe "reduce el dolor, el
sangrado y la inflamación, y que al mismo tiempo es bactericida, antiviral y fungicida.
Comparado con otros tratamientos tradicionales, multiplica por cuatro la rapidez de la
curación". Al mismo tiempo, demostraban que el aloe combate el sarro, ya que inhibe
el crecimiento y la existencia misma de la bacteria que lo origina, el streptococcus mu-
tans.
Por otra parte, los lápices labiales y las cremas de aloe resultan muy eficaces pa-
ra el tratamiento de la sequedad y el resquebrajamiento de los labios en épocas de
viento y frío, así como para protegerlos del sol en las horas más calurosas del verano.
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El aloe y el corazón
Las sales de calcio isocitrato presentes en el jugo de aloe vera (ingerido también
por vía oral) resultan beneficiosas para el buen estado del corazón, tal como demos-
traron las investigaciones del doctor Danhof sobre un número de personas que se
consideraba que formaban parte del grupo de riesgo. Otro estudio posterior presen-
tado en el Congreso Internacional de Angiología en San Antonio, Texas, en 1984,
coincidía en la misma dirección. Realizado por el doctor Om Prakash Ar-gawal en la
India sobre cinco mil personas y a lo largo de cinco años, comprobaba que su trata-
miento a base de jugo de aloe y "cáscara de isabgol" (una planta medicinal que, mez-
clada con el aloe y un poco de harina, formaba una especie de pan), producía una
reducción significativa en la frecuencia de los ataques de angina de pecho, así como
en el nivel de colesterol LDL (el malo) y triglicéridos, mientras que el coleste-rol HDL
(el bueno) aumentaba notablemente. También se ha podido advertir en el curso de
posteriores investigaciones que la administración regular de jugo o pulpa de aloe vera
por vía oral consigue disminuir la presión sanguínea, aunque aún no se ha descubierto
qué agentes activos son los que provocan este efecto.
El aloe y la artritis
El poder antiinflamatorio del aloe lo hace especialmente adecuado para el trata-
miento de la artritis de los huesos y la artritis reumatoide, dada su acción esteroide, sin
efectos secundarios. Sus propiedades como analgésico, así como para combatir las
inflamaciones y las irritaciones, sirven de gran alivio en las molestias producidas por el
reuma, la artritis y la artrosis, pero también para calmar el dolor producido por torcedu-
ras y dislocaciones, lesiones de cualquier tipo, magulladuras y otras molestias muscu-
lares, picaduras de insectos, irritaciones de la piel, acné, quemaduras, escoceduras,
etcétera.
En el caso de los dolores e inflamaciones producidos por el reuma o la artritis, se
aconseja la aplicación de compresas de pulpa de aloe en la zona dolorida, combinada
con la in-gestión de unos 10 centímetros cúbicos de zumo tres o cuatro veces al día.
El efecto no siempre es inmediato, pero algunos especialistas aseguran que en el pla-
zo de dos meses pueden apreciarse notables resultados muy beneficiosos.
Otro de los problemas inherentes a los casos de reuma y artrosis son las caídas,
producidas muchas veces por el dolor y la pérdida de equilibrio que éste provoca. En
estos casos,.la acción regeneradora de las células que posee el aloe vera le convierte
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Aloe vera-la planta de las mil caras

  • 1. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 1 de 98 Aloe vera La planta delasmilcaras (y todas buenas) TIKAL © María Morales López © Susaeta Ediciones, S. A. Tikal Ediciones Campezo, 13 28022 Madrid Fax: 913 009 11O tikal@susaeta.com Fotografías: Soledad Corna Diseño de cubierta: Antonio Tello Diseño de interiores: Josep Astorch Impreso en la UE A mi madre Y a Ornar, que pensó en mí y en el aloe vera, y en mi capacidad para escribir este libro. Marié Morales
  • 2. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 2 de 98 INDICE PRÓLOGO. ALOE VERA, ¿UN MILAGRO DE LA NATURALEZA? 6 Capítulo 1. ALOE: LA HISTORIA, LA LEYENDA................... 10 1. Introducción............................................................ 10 2. Representaciones simbólicas................................. 18 3. Algunos testimonios escritos sobre el aloe 4. en la historia milenaria: la historia, la leyenda ........ 11 5. El aloe en la literatura médica occidental clásica ... 13 6. Los jesuitas la extienden por el nuevo mundo........ 15 7. El imperio de la Ciencia reduce el aloe 8. a un "remedio supersticioso" .................................. 15 Capítulo 2. EL SIGLO XX REDESCUBRE EL ALOE........... 16 1. Oriente y los países del Este, pioneros en las investigaciones científicas sobre el aloe............. 16 2. El mejor remedio para tratar los efectos externos de las radiaciones . . 17 3. Un potente agente antiinfeccioso también para uso interno 19 Capítulo 3. ¿QUÉ ES EL ALOE? CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS ...... 20 1. Aloe vera, la planta con la que "no se necesita doctor" 20 2. Un almacén de agua y mucho más ........................ 21 3. Estructura de la hoja............................................... 22 4. Aloe barbadensis: un auténtico botiquín de primeros auxilios 23 5. Otras variedades comerciales: Aloe socotrina y Aloeferox 24 Capítulo 4. COMPOSICIÓN QUÍMICA DEL ALOE ............... 25 1. Una planta aún por descubrir .................................. 25 2. Los polisacáridos hacen volver la mirada hacia la pulpa de la hoja .......................................... 26 3. Agentes activos en el aloe vera:.............................. 27 4. Vitaminas................................................................. 27
  • 3. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 3 de 98 5. Minerales................................................................. 29 6. Aminoácidos esenciales y secundarios ................... 30 7. Enzimas................................................................... 30 8. Monosacáridos y polisacáridos................................ 31 9. Lignina, saponinas y antraquinonas ........................ 31 Capítulo 5. APLICACIONES TERAPÉUTICAS ..................... 32 1. Un caso atípico en que la información científica 2. supera a la publicidad.............................................. 32 3. La enfermedad como mensaje ................................ 33 4. ¿Por qué no funciona, cuando no funciona, el aloe vera? 35 5. El aloe y el sistema digestivo y excretor................ . 36 6. El aloe y el corazón ................................................. 40 7. El aloe y la artritis .................................................... 40 8. El aloe y la esclerosis múltiple................................. 41 9. El aloe y el asma ..................................................... 41 10. El aloe y la diabetes ................................................ 42 11. El aloe y el cáncer ................................................... 42 12. El aloe y el sida ....................................................... 43 13. El aloe y la lepra...................................................... 45 14. El aloe y otras enfermedades y alteraciones de la piel 46 Capítulo 6. UN TRATAMIENTO PARA CADA DOLENCIA..... 47 1. Disfunciones de la piel............................................. 49 2. Trastornos digestivos .............................................. 51 3. Afecciones de la boca ............................................. 52 4. Aparato respiratorio................................................. 53 5. Artritis, artrosis, reumas y dolores articulares.......... 54 6. Hepatitis................................................................... 54 7. Embarazo y parto .................................................... 55 8. Cuidados del bebé y otras enfermedades infantiles 55 9. Prevención en general, tónico y depurativo............. 56 10.Cuidado de los animales domésticos ...................... 56
  • 4. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 4 de 98 Capítulo 7. CÓMO USAR EL ALOE VERA............................ 57 1. Un producto de acceso restringido.......................... 57 2. Un chupito de zumo de aloe al día .......................... 58 3. Comenzar con pequeñas dosis 4. para ir aumentándolas paulatinamente ................... 59 5. Casos especiales .................................................... 62 6. Asesoramiento personalizado ................................. 63 Capítulo 8. EL ALOE EN LA COSMÉTICA............................ 64 1. Conozcamos nuestra piel: así es su estructura....... 64 2. -Epidermis: una fábrica de células 3. en permanente funcionamiento ........... . . ............. 65 4. -Dermis: depuración y limpieza ............................... 66 5. El cutis: la piel más frágil y desprotegida................. 67 6. Atención a las manos y el cabello ........................... 68 7. ¿De qué manera cuidan y nutren la piel 8. los agentes activos del aloe?................................... 68 Capítulo 9. EL NEGOCIO DEL ALOE .................................. 69 1. Militares, médicos, ingenieros y magnates del petróleo, pioneros en la moderna comercialización del aloe .. 69 2. La estabilización del aloe: primer salto hacia la industrialización a gran escala 71 3. Las grandes marcas comerciales se apuntan al éxito del aloe 72 Capítulo 10. ¿EN QUÉ DEBEMOS FIJARNOS AL ADQUIRIR UN PRODUCTO DE ALOE VERA?....................... 74 4. Según el etiquetaje, el aloe diluido sigue siendo aloe 100% 74 5. En la lista de ingredientes, no debe haber ningún producto químico, sólo naturales ............................. 75 6. El envase debe impedir el paso del aire y la luz...... 76 7. Evitar los denominados "extracto de aloe vera" y "aloe vera reconstituido"....................................... 77 8. El nivel de polisacáridos debe oscilar
  • 5. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 5 de 98 entre 600 y 2.000 mgrs/litro ..................................... 77 9. Los sellos de calidad garantizan la pureza del producto 79 10. Garantías y contradicciones del IASC ..................... 80 11. Kosher, Garantía Islámica y otros sellos de calidad 81 Capítulo 11. LA PLANTA EN CASA. CULTIVO Y CUIDADOS DEL ALOE...................... 82 1. La planta más fácil de cultivar ................................. 82 2. Tierra porosa, sol, viento y fertilizantes naturales.... 83 3. Evitar los riegos frecuentes y las temperaturas frías 84 4. Cosechar sólo las hojas maduras............................ 84 Capítulo 12. HÁGASELO USTED MISMO........................... 86 1. Qué hacer y qué no hacer para el buen uso de la planta 86 2. El uso más fácil y garantizado: el cuidado de la piel 87 3. Jugos de aloe ........................................................ 88 4. La pulpa: una masa moldeable para el uso externo 89 5. El aloe en polvo..................................................... 89 6. Conservación de los jugos de aloe........................ 90 7. Conservación de la hoja ........................................ 91 Capítulo 13. HABLA EL ESPECIALISTA Ricardo Gámpel, inmunofarmacólogo naturista......... 92 Bibliografía.......................................................................... 98
  • 6. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 6 de 98 PRÓLOGO Aloe vera,¿un milagro de la naturaleza? Supe de la existencia del aloe vera por primera vez hace unos diez años, cuan- do me trasladé a vivir a los Estados Unidos. Prácticamente en todas las tiendas y su- permercados encontraba jabones, champús, cremas hidratantes y un largo etcétera de productos para el cuidado personal con ese ingrediente desconocido para mí señalado en letras grandes en el etiquetaje. No importa que luego, en la lista de los componentes, apareciera en el último lugar o poco más acá. Llevada por mi curiosi- dad, adquirí varios de esos artículos para probarlos (en gran parte debido al bajo pre- cio, en comparación con las tarifas de lujo que la cosmética imponía en nuestro país por aquellas fechas, y aún hoy), pero en ningún caso sus efectos me sorprendieron especialmente. De vuelta a España, en el transcurso de unas vacaciones, consulté a una amiga periodista, cuyo interés por los temas relativos a la salud era sobradamente conocido por mí. Pero Lola nunca había oído hablar del aloe vera, y si ella no lo sabía, no habría mucha gente más a la que preguntar. Yo me había informado de que se trataba de una planta a la que se le atribuían ciertas propiedades benéficas para la salud, y poco más. Años después, ya reinstala- da en España, tuve un pequeño problema en una casa de estética de Almería, mien- tras me hacían la depilación con cera fría en las piernas. Cuando me vine a dar cuen- ta, me habían arrancado grandes áreas de piel, dejando mis piernas como un mapa de diferentes colores. No le di más importancia y confié en la propia capacidad de regeneración de mi piel, sumamente eficaz siempre en la auto-curación de heridas y relativa eliminación de cicatrices. Sin embargo, esta vez las tremendas marcas de piel levantada permanecieron con el paso del tiempo, y eso llegó a preocuparme. Un fin de semana en Sitges (Barcelona), mientras me entretenía en curiosear entre los artículos de una de esas cadenas de tiendas de productos naturales, comercio justo y demás, descubrí una crema supuestamente regeneradora de una marca especializada en productos de aloe. Decidí darme una nueva oportunidad y la compré, y esa misma noche me embadurné las piernas con la crema antes de irme a dormir. Por la mañana mi sorpresa fue total: los "mapas" en mis piernas prácticamente habían desaparecido.
  • 7. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 7 de 98 Me llevó algunos días más de uso, pero pronto la piel volvió a recuperar su estructura y su color homogéneo. Ese tipo de sorpresa sólo lo había experimentado anteriormente una vez en mi vida. Siendo mi hija pequeña, era habitual que en invierno cogiera pequeños catarros nasales. A menudo, a la salida de la guardería o el parvulario, la encontraba con la nariz y los labios enrojecidos, después de haberse pasado el día sonándose los mo- cos y limpiándose con áspero papel de water, produciéndose fuertes irritaciones en el labio superior y las mejillas. Conocedora del efecto regenerador y cicatrizante de la vitamina E, me planteé qué pasaría si utilizaba una de esas cápsulas baratas que se venden en farmacia para uso interno, extendiendo su aceite directamente sobre la piel. Una noche, mientras le daba las buenas noches a mi hija, pinché una de esas cápsulas de gelatina y extendí su aceitoso contenido sobre el labio superior, en torno a la base de la nariz agrietada, y sobre la mejilla derecha, que mostraba una irritación profunda. Al llegar la mañana me costó trabajo creer lo que veía: parecía uno de esos anuncios fraudulentos sobre el "antes" y el "después". Pero era cierto. Las marcas habían desaparecido y la piel de su cara lucía homogéneamente sonrosada y sana. Era como un milagro. ¿Un milagro de la naturaleza? Este era precisamente el título que consideramos para este libro desde el mo- mento en que empezó a gestarse su idea y a lo largo del desarrollo de su contenido. "Aloe vera: un milagro de la naturaleza". Sin embargo, conforme iba acercándome más y más a su final, este titular empezó a plantearme serias dudas, e incluso un cier- to miedo a provocar efectos contrarios a la principal motivación que me llevó a escri- birlo. Existen cantidades de libros escritos sobre el aloe vera, financiados o no por las grandes industrias del sector, que incitan a una actitud de compra compulsiva por par- te de las personas que los leen. ¿Y quién no querría correr a comprar un milagro?, ¿es el aloe vera realmente un milagro de la naturaleza?. A mi manera de ver, lo es, como lo es la vitamina E, el aceite de oliva, la vitamina C, o el betacaroteno. La naturaleza realmente está llena de "milagros", porque la natu- raleza en sí misma lo es. Como es un "milagro" la vida. En el abanico infinito de combinaciones, sólo una dio como fruto esta vida que conocemos. Un auténtico milagro, por cotidiano que nos resulte. Y en- tre todas las combinaciones posibles del milagro de la vida, algunas resultan un auténtico regalo para la misma. Como cuando, de la unión de un hombre y una mujer, surge una persona nueva, físicamente hermosa, sana, inteligente y feliz, un ser prácticamente completo y perfecto. Si no queremos considerarlo como un milagro,
  • 8. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 8 de 98 desde luego hemos de reconocer que es un verdadero premio gordo en esta extraña lotería. (La inmensa mayoría de las personas somos infelices, maniáticas, obsesivas, celosas, egocéntricas y desde luego muy, muy imperfectas). Y a juzgar por lo que conocemos de la planta de aloe vera, yo me atrevería a decir que sí, que es uno de esos regalos de la naturaleza. Pero por supuesto no es el único, ni mucho menos la panacea de todos los males. Lo cierto es que la naturaleza está llena de regalos que podríamos utilizar para desarrollar una vida sana y armoniosa. Sin embargo, por alguna razón equivocada, nuestro libre albedrío nos lleva en muchas ocasiones a prescindir e ignorar estos ob- sequios para optar por auténticos crímenes contra la naturaleza, tales como ciertas comidas rápidas superelaboradas de ingredientes inidentificables, medicamentos sintéticos de efectos demoledores sobre el organismo, productos intoxicantes de uso común (como el tabaco) o la propia contaminación atmosférica y sonora en la que la mayoría de los seres humanos nos hallamos inmersos. Evidentemente, la civilización ha optado por el beneficio a corto plazo: la plusvalía, la acumulación de bienes materiales, la medicina alopática que acalla los síntomas (mensajes de alarma) en el acto aunque acumule perjuicios, la acción acele- rada y la supuesta victoria contra el reloj (eso que mucha gente ha dado en llamar "pereza activa"). El resultado son las múltiples facturas que ya estamos pagando en forma de enfermedades, sufrimiento e insatisfacción. Nadie duda ya de que el ser humano ha sido el ser más pernicioso para la vida del planeta. Pero, afortunadamente, cada segundo nace una nueva oportunidad. Volviendo al aloe vera, más de 5.000 años de historia y de leyenda coinciden con las investigaciones científicas de las últimas décadas en que se trata de uno de esos valiosos regalos que nos ofrece la naturaleza. Pero hablar del aloe vera no siempre equivale a hablar de la industria del aloe vera. Todo sería más fácil, o al menos más controlable, si las personas interesadas en hacer uso de las propiedades de esta planta pudieran disponer de su propia cosecha, pero evidentemente pocas veces es así. En la mayor parte de las ocasiones de- pendemos de lo que nos está ofreciendo el mercado, y hemos de decir claramente que, hoy por hoy, la industria de este sector se está aprovechando más de lo que de- biera del creciente interés del público, sobre todo en lo relativo a los precios. Ni el cos- toso proceso de elaboración ni las lejanas exportaciones son motivo suficiente para justificar los altísimos precios que, con toda seguridad, acabarán situándose en el auténtico lugar que les corresponde con el paso del tiempo. En cuanto a lo que se re- fiere a la calidad, éste es otro tema.
  • 9. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 9 de 98 Una de mis motivaciones al escribir este libro (tal vez la más importante) era po- der contar con una especie de guía que nos ayude a diferenciar entre un producto de calidad y otro que no lo es tanto, ante esta enorme invasión de ofertas de la planta de moda. Que nadie nos meta gato por liebre. La industria de este sector mueve millones de millones de pesetas cada día en el mundo y en muchos casos el nivel de beneficios económicos, en la lista de las prioridades, se sitúa por delante de la calidad y de la verdad, ese concepto tan relativo y tan objetivo a un tiempo. Conocer la planta significa, en primer lugar, saber cómo usarla, cuándo, para qué y para qué no. Pero saber de los extraordinarios resultados del aloe en ciertas investi- gaciones contra el cáncer o el sida, no debe llevarnos a crear falsas expectativas, co- mo en el caso de aquella dienta que acudió a la tienda de mi amigo y profesor de kárate, en Premia, solicitando zumo de aloe para curar el cáncer. La "curación" del cáncer, como de la inmensa mayoría de las enfermedades, requiere una aproximación mucho más holística y compleja. No nos engañemos ni le ofrezcamos nuestro dinero a la industria del aloe como quien hace ofrendas a los dioses, guiados por una especie de fe ciega o, dicho de otra manera, de superstición En el camino de investigación y conocimiento de esta planta que, sin duda, puede ser una buena aliada, me hubiera gustado contar con mucha más documentación procedente de los denominados países del Este, de Japón y de otras culturas orientales. Sin embargo, el grueso de nuestra información se centra mayormente en Estados Unidos, Europa e Iberoamérica (especialmente Argentina). Y ése es el material con el que he podido contar para ela- borar este libro en el que, soy consciente, existen grandes lagunas. Tenéis en las ma- nos una obra incompleta e inacabada, pero es que la investigación sobre el aloe vera en estos momentos también lo es: incompleta e inacabada. Lo que sí sabemos, hoy por hoy, es que se trata de una planta polifacética, de múltiples aplicaciones. Una planta de mil caras, y todas ellas, o casi todas, buenas. La peor parte que envuelve al aloe tiene más que ver con la comercialización de la mis- ma, con la lucha económica entre las grandes empresas del sector, mucho más que con la planta en sí. Son pocos los efectos negativos del aloe que han llegado a detec- tarse hasta el momento, y cuando éstos se producen tienen más relación con las características personales (algún caso de alergia), una defectuosa elaboración del producto o bien el mal uso del mismo. Queda claro, pues, que la investigación sigue abierta, y que el aloe vera aún tie- ne mucho que decir. Y se irá diciendo.
  • 10. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 10 de 98 Aloe: la historia, la leyenda Introducción Historia y leyenda se confunden en torno a la figura del aloe a lo largo de los si- glos, e incluso de los milenios. Conocida como "la planta de la inmortalidad" en el anti- guo Egipto, solía utilizarse en los ritos de enterramiento y en el proceso de embalsa- mamiento de los faraones. Pero Mi vida también podía hacerse uso de sus milagrosos efectos y, así, llegó a afirmarse que la exuberante belleza de las reinas Nefertiti y Cleopatra tenía mucho que ver con el hábito de bañarse en el jugo de esta planta. Se la ha dado en llamar "la planta bíblica" por las numerosas ocasiones en que aparece mencionada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, donde, entre otras cosas, se relata cómo Nicodemo utilizó una mezcla de aloe y mirra para embalsamar el cuerpo de Jesús, (evangelio de San Juan). Al dios Báal-Zebut se le representaba con una planta de aloe en las manos como símbolo de la inmortalidad, de su poder regenerador de la vida. En la India, donde la denominaron "la curadora silenciosa", creían que el aloe crecía en los jardines del Edén, dadas sus propiedades sobrenatu- rales, y la civilización maya la consideraba una planta sagrada, hasta el punto de que aún hoy se utiliza en muchos hogares y comercios mejicanos como símbolo de la bue- na suerte. También en ciertos poblados indígenas de África la envolvió una cierta au- reola de espiritualidad y así fue como, en Etiopía y Somalia, el pueblo galla solía plan- tar aloes alrededor de las tumbas con el convencimiento de que, cuando las plantas florecían, anunciaban así la entrada en el paraíso de la persona que les había dejado. No parece producto de la mera casualidad el hecho de que el aloe haya sido re- verenciado en tantas culturas y tan dispares a lo largo de la historia ("el remedio armónico" de la antigua China fue más tarde considerado como "la fuente de la juven- tud" entre la población india seminola de Florida). Y desde luego no lo es que en la mayoría de las grandes obras históricas sobre la medicina aparezcan mencionadas sus propiedades, aunque no siempre coincidan en subrayar las mismas cualidades. Representaciones simbólicas Las primeras referencias sobre el aloe se remontan a fechas milenarias al haber- se encontrado su imagen en pinturas rupestres, tallas, frisos y dibujos en lugares tre- mendamente distanciados entre sí, como la Península Arábiga, África, China, la India, Nueva Guinea, Palestina y las Islas Británicas. Se han encontrado representaciones
  • 11. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 11 de 98 pictóricas de esta planta en sepulcros y monumentos funerarios de los faraones del antiguo Egipto, así como en los templos. Ya por entonces, cinco mil años atrás, se le atribuían poderes espirituales y sobrenaturales. También en Etiopía le otorgaban un significado espiritual por aquella época, por lo que no era muy inusual depositar hojas de aloe junto a las momias, tal como se ha podido comprobar al encontrar hojas de la planta (Aloe socotriná), conservadas en perfecto estado en las tumbas funerarias del neolítico norafricano. Sin abandonar el capítulo de la representación milenaria, tam- bién encontramos esta planta en los dibujos de un famoso pintor chino de la corte del emperador Fu-Hsi, del siglo XXVIII antes de Cristo. En estos dibujos, enormemente ilustrativos de la utilización del aloe cinco milenios atrás, podemos observar a un médico colocando hojas cortadas y abiertas de aloe sobre las lesiones de un guerrero herido. Algunos testimonios escritos del aloe en la historia milenaria. La historia, la leyenda En cuanto a las referencias escritas, el aloe ya aparece en China en el Libro de las Hierbas Medicinales, considerado como una de las dos primeras obras escritas en la historia de la literatura (junto al Libro de los Cambios, también de origen chino). Se cree que su redacción requirió más de dos siglos de trabajo y la colaboración de más de dos mil especialistas, entre escribas y médicos. El aloe aparece en ocho de los diez volúmenes que componen la obra, donde se recomienda su aplicación externa para todo tipo de lesiones o dolencias (quemaduras o como un simple protector contra el sol, dermatitis, picaduras y mordeduras de insectos, inflamaciones e irritaciones por el contacto con hierbas venenosas, luxaciones, esguinces, pérdida del cabello, etcétera). También se recomendaba su uso interno como laxante, tónico, reconstituyente, en problemas digestivos, renales y hepáticos, o como regulador del ritmo cardiaco, entre otras aplicaciones. En la India, el Ayurveda es considerado aún hoy como el libro que recoge la ciencia de la vida o de la salud, y aunque la fecha de su primera edición no ha podido señalarse con exactitud podría situarse también en torno a cinco mil años atrás. En él, el aloe (o Kumari, como se le denomina aquí) es considerado como un excelente tónico, con efectos curativos sobre el sistema hepato-biliar, el sistema digestivo y el respiratorio. Además, se recomendaba también su aplicación externa en quemaduras, cortes y heridas, así como en los baños de asiento para el tratamiento de dolencias tales como la vaginitis o el herpes vaginal.
  • 12. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 12 de 98 También aparece mencionado el aloe reiteradamente en unas tablillas de arcilla conocidas como las Tablas Babilónicas, que recogen un gran número de historias clínicas con los tratamientos aplicados. En esta ocasión se describían con detalle sus cualidades laxantes; pero no eran las únicas y el aloe se encuentra con una asiduidad sólo superada por la cúrcuma, el incienso y la mirra. Más adelante (alrededor del año 1550 antes de Cristo), la polifacética planta volvería a ser mencionada en el famoso "papiro Ebers", también conocido como el "Libro Egipcio de los Remedios", donde formaba parte de numerosas fórmulas medici- nales para uso tanto interno como externo. Se cree que el nombre de esta planta tal como la conocemos en la actualidad es de origen árabe y que hacía mención a su sabor amargo (aloe significa "amargo" en árabe). Fueron los árabes precisamente quienes empezaron a comercializar la planta, extrayendo de sus hojas la savia y la pulpa en un rudimentario proceso con prensas de madera o bien pisándolas insistentemente con los pies, tal como se ha venido hacien- do durante siglos con las uvas para obtener su jugo. Una vez separados el gel y la savia de la corteza, la pulpa resultante se introducía en bolsas de piel de cabra que eran expuestas al sol hasta que el contenido, al secarse, quedaba reducido a polvo. De esta manera podía ser exportada con más facilidad a otras latitudes, y así fue co- mo, hacia el siglo VI antes de Cristo, el aloe ya había llegado a Persia y a la India. Se supone que el uso del aloe en la medicina india se remonta al siglo IV antes de nues- tra era y que pronto empezó a utilizarse de manera cotidiana en aplicaciones externas, para tratar las inflamaciones y calmar el dolor, o internas, como purgante. También era común su uso por aquella época en Malasia, el Tíbet, Sumatra y, más tarde, en China, aunque en este país no aparece mencionada en los documentos escritos hasta en año 625, cuando se reconoce su eficacia para tratar diversas afecciones de la piel -por vía tópica-, así como para combatir la sinusitis, las fiebres infantiles provocadas por parásitos y las convulsiones. Posteriormente, los mercaderes fenicios se encargarían de extender el empleo de la planta (principalmente como depurativo, pero también con otros fines terapéuti- cos) por todo el imperio grecorromano y algunos países asiáticos. Hacia el año 500 antes de Cristo, la isla de Socotra era conocida por el abundan- te cultivo del aloe, lo que hacía de esta isla situada al sur de Arabia y frente a las cos- tas de Somalia, la base del comercio fenicio de esta planta, conocida por muchas tri- bus de la zona como "Lily del desierto". Entre las numerosas leyendas que envuelven la figura de Alejandro Magno se cuenta que en cierta ocasión, cuando fue herido por una flecha enemiga mientras avanzaba con su ejército por el desierto de Libia, sólo un sacerdote enviado por su maestro Aristóteles pudo salvarle tras limpiarle y tratarle la
  • 13. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 13 de 98 herida con un aceite de aloe procedente de Socotra. Cuenta la leyenda que éste fue el motivo por el que Alejandro Magno decidió conquistar la isla, con la única finalidad de asegurarse una provisión permanente de la medicina que curaría a sus soldados heri- dos en campaña. Otro de los capítulos que recogen la figura del aloe envuelta en cierto de legen- dario es el de las narraciones del botánico inglés M. Miller a su llegada al cabo de Buena Esperanza, en África, cuando se sorprendió del magnífico aspecto que presen- taba la piel de los indígenas, hombres y mujeres, incluidas las personas de más avan- zada edad. Finalmente pudo atribuir el origen de esa piel tan sana y reluciente a la costumbre que tenían de lavarse el cuerpo y los cabellos con la sustancia gelatinosa del aloe. Ésta fue la causa por la que aquella variedad de aloe fue denominada como "aloe saponaria" (jabón). Sin embargo, la población indígena de Buena Esperanza no hacía uso del aloe sólo por razones estéticas, sino que la utilizaban también para curar todo tipo de heridas y picaduras de insectos. Y por lo que se sabe, también la emplea- ban como recurso para la caza, al embadurnarse el cuerpo completamente con el jugo de la planta para eliminar su olor corporal y, así, sorprender mejor a sus víctimas. Superstición o no, también en África la tribu de los sutos solía compartir un baño de aloe, en un encuentro general del poblado, cada vez que sentían la amenaza de una epidemia de gripe, que en muchos casos podía llegar a ser mortal. Otro pueblo de África del Sur, los bantúes, conocían más de veinte especies diferentes de aloe que eran utilizadas para curar resfriados, heridas e inflamaciones, infecciones de los ojos, hemorroides, enfermedades venéreas y todo tipo de problemas intestinales. El aloe en la literatura médica occidental clásica En la literatura médica occidental, la primera vez que se hace expresa mención del aloe fue a principios de nuestra era, cuando el médico griego, Paracelso recogía en su obra De Materia Medica las propiedades curativas atribuidas a esta planta por la cultura árabe, básicamente como remedio contra los desórdenes intestinales. Pero la gran aportación desde el ¡punto de vista terapéutico aparecería más tarde, con la publicación del Herbolario Griego de Dioscórides, que hasta muy recientemente ha sido considerado como la obra botánica medicinal más importante de nuestra cultura. Entre sus cualidades, se señalaba su capacidad para cicatrizar las (heridas y tratar las inflamaciones, desde las amigdalitis hasta los problemas de hemorroides, pasando por el cuidado de las encías, la boca y la garganta. También se consideraba un buen re- medio contra la calvicie, para detener las hemorragias, el dolor de cabeza y las moles-
  • 14. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 14 de 98 tias de los riñones, así como para curar cualquier alteración de la piel, desde la seque- dad a las ulceraciones, pasando por las manchas producidas por el sol o la edad, las picaduras de insectos, las ampollas o las quemaduras accidentales. El médico griego Dioscórides solía acompañar al ejército romano en sus conquistas, y así fue como tuvo la oportunidad de desarrollar sus conocimientos médicos y en especial las variadas aplicaciones de la famosa "Lily del desierto". La Historia Natural, también conocida como Historia de las plantas, de Plinio, que era escrita por aquella época en Roma, venía a coincidir con las conclusiones de Dioscórides, añadiendo, entre otras aplicaciones, que tenía el poder de reducir la transpiración e incluso de curar ciertas ulceraciones de la piel producidas por la lepra. Plinio también especifica cómo en muchas ocasiones el aloe era mezclado con otras sustancias (concretamente con miel y aceite de rosas), en un intento de hacer su olor más agradable en las aplicaciones externas, o bien de compensar su sabor amargo cuando era ingerido para el tratamiento interno. Las conquistas de Roma sirvieron para extender su cultura y sus conocimientos - muchos de ellos adoptados de la antigua civilización griega- por todo el Mediterráneo, y así, mucho después de la caída del imperio, el aloe siguió siendo utilizado popular- mente durante la Edad Media, en el Renacimiento y, de hecho, hasta bien avanzado el siglo XVII, cuando empezó a perder parte de su credibilidad en Europa y muy espe- cialmente en el norte, debido sin duda al clima frío que dificultaba su cultivo. Profusamente utilizada en la famosa escuela de medicina de Salerno (Ita- lia), en el siglo IX vuelve a ser mencionada en las obras del filósofo y médico árabe Avicena, añadiendo a la ya larga lista de cualidades atribuidas por Dioscórides y Plinio, algunas otras como eran el tratamiento de ciertas enfermedades de los ojos y, aunque resulte sorprendente, la melancolía. Por aquella época el aloe se había extendido con gran aceptación por Italia, Por- tugal y España debido al clima cálido y templado de la zona. Tras la conquista de la península ibérica por los árabes, el aloe acabó de establecerse definitivamente en todo el mediterráneo, y especialmente en Andalucía, como planta ornamental y de extraor- dinarias cualidades curativas. Ello hace pensar que Colón la conocía perfectamente cuando llegó a América, y que no le costó hallarla en Cuba y otras islas del Caribe, donde observó cómo la utilizaban para curar las heridas y las picaduras de los insec- tos. En sus diarios explica cómo "he reconocido el aloe y he ordenado que traigan una buena cantidad de ellos a bordo".
  • 15. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 15 de 98 Los jesuítas la extienden por el nuevo mundo Durante el siglo XV fueron los jesuitas españoles quienes se encargaron de di- fundir el cultivo y uso de la planta por gran parte de lo que hoy conocemos como Ibe- roamérica, incluido Méjico y algunas zonas del sur de los Estados Unidos, como Tejas. Eruditos e instruidos, también se les reconocía como médicos muy bien preparados gracias a su amplio conocimiento del griego y latín, que les permitía haber leído las obras más importantes de la medicina clásica. Por otra parte, y dado que el aloe crecía abundantemente en nuestro país por aquella época, conocían muy bien la planta y la utilizaban. Allá donde arrasaban los conquistadores, detrás aparecían los jesuitas para establecer nuevas misiones y se cuenta que donde no crecía el aloe de manera silvestre -lo cual era bastante común- ellos se encargaron de plantarlo. Según Bill Coats en su libro La curadora silenciosa, desde el protectorado de La Española, (los jesuitas) llevaron la planta curativa a Puer- to Rico, a Jamaica y probablemente también a Barbados, a Curaçao, a Florida y a las costas de América Central. Hay también evidencia de que fueron los padres jesuitas quienes llevaron el aloe a las costas septentrionales de Sudamérica, a las Antillas Holandesas e incluso a las Filipinas y a otras islas del pacífico". También se cree que fueron estos monjes quienes introdujeron la planta en la misión de San Antonio de Béxar, hoy Tejas, que acabaría convirtiéndose en la princi- pal zona productora de aloe del mundo en el siglo XX. El imperio de la Ciencia reduce el aloe a un "remedio supersti- cioso" Sin embargo, la credibilidad del aloe disminuiría notablemente tanto en Europa como en América a partir del siglo XVIII, coincidiendo con el desarrollo de los avances científicos. Durante todo este tiempo y hasta hace relativamente poco, el uso terapéu- tico del aloe se ha visto limitado ai»,: empleo como laxante, a menudo considerado como un remedio violento e incluso peligroso (debido, como hemos podido saber más tarde, a la utilización de la aloína, sustancia que se encuentra junto a la corteza). A pesar de su mala fama, la planta sobrevivió sólo gracias a los intereses comerciales de Inglaterra, que había organizado un importante centro de producción de aloe en su colonia de Barbados. Pero este mercado vio su fin a mediados del siglo XX, cuando
  • 16. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 16 de 98 las compañías farmacéuticas empezaron a comercializar laxantes más baratos y me- nos drásticos. Mientras tanto, en la India seguía utilizándose el aloe de manera natural para tra- tar más de cuarenta enfermedades diferentes, desde las disfunciones intestinales y del sistema digestivo en general hasta los tratamientos dermatológicos de la piel, pasando por las irregularidades menstruales, la bronquitis, la neumonía, la caída del cabello, las enfermedades venéreas, los dolores de cabeza, el reumatismo, las infecciones ocula- res y un largo etcétera que a los ojos occidentales, más que admirar, se limitaban a considerar como un curanderismo poco serio. Un elemento que sin duda influyó en el desprestigio del aloe especialmente en el norte de Europa y América pudo ser el clima frío que impedía el uso de las hojas fres- cas de la planta para la elaboración de los productos medicinales, ya que de no ser así se perdían las propiedades terapéuticas de la misma. Este hecho ha empezado a ser científicamente comprendido hacia la mitad del siglo XX, al observar que la oxidación del gel de la hoja -que empieza a tener lugar inmediatamente después de su extracción-conlleva una importante reducción de sus cualidades. Fue entonces cuando la comunidad científica, y también la empresarial, empezó a investigar en la búsqueda de una forma eficaz de estabilización del gel, con el objetivo de que pudiera ser expor- tado a todo el mundo con el cien por cien de sus cualidades y conservando toda su pureza. El siglo XX redescubre el aloe Oriente y los países del Este, pioneros en las investigaciones científicas sobre el aloe El regreso del aloe como recurso curativo tuvo lugar, una vez más, princi- palmente en su forma de regenerador de la piel y cicatrizante de las heridas. Japón es considerado como uno de los países que más se ha interesado por las propiedades curativas del aloe, y muy en especial por los polisacáridos contenidos en su gel. En las investigaciones realizadas por el doctor Akiro Is-himoto, en el Centro de Microbiología de Osaka, se puso de manifiesto el poder de regeneración tisular de lo que él denominó "agente estimulador biogenético" u "hormona antinecrosante". Tam- bién durante la guerra franco-prusiana había sido utilizado eventual-mente como cica- trizante. Pero fue el oftalmólogo ruso Vladimir Filatov uno de los principales protago- nistas que acabarían recuperando para el siglo XX el uso del aloe vera. Filatov
  • 17. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 17 de 98 desarrolló al final de su vida lo que se dio a conocer como la terapia de los estimulado- res biogénicos, que consistía en someter al vegetal -o animal, en su caso- a unas con- diciones extremas de frío y oscuridad absoluta. Filatov observó que cuando a un orga- nismo se le somete a estas condiciones límite se ve obligado a reorganizar su estruc- tura bioquímica para sobrevivir, desarrollando al mismo tiempo ciertas sustancias, to- talmente nuevas, que él denominó "biógenos". En sus experimentaciones con el aloe, se percató de que se potenciaban extraordinariamente sus efectos en el tratamiento de ciertas parasitosis, en la acción regeneradora de los tejidos y como cicatrizante. Además, por medio del aloe bioestimulado logró tratar con éxito algunas enfermeda- des que se consideraban incurables, tal como más tarde confirmarían otros científicos soviéticos de prestigio como el doctor S.M. Pawlenko (quien más tarde, en 1953, demostraría los efectos beneficiosos del aloe bioestimulado sobre las patologías del sistema nervioso central), y los doctores Woljanski y Kura-kose, que aplicarían con excelentes resultados la misma terapia a las inflamaciones lumbares y sacras, y otros problemas motores que se suponían crónicos hasta entonces. Pero fue la catástrofe de Chernobyl la que acabaría de divulgar la tremenda efi- cacia del aloe como regenerador celular y de los tejidos, cuando los doctores M. Sme- tana y D. Batinik pusieron de manifiesto que su gel obtenía los mejores resultados en el tratamiento de las quemaduras y la contaminación por radioactividad. Al mismo tiempo, en el Instituto Oncológico de Moscú se publicaba el resultado de unas investigaciones sobre el cáncer realizadas por el doctor Sa-vitski, demostran- do el poder bactericida del glucomannan y su directo derivado, el polimannactato - agentes presentes en el gel de aloe-, de gran importancia y utilidad en la lucha contra el cáncer. EI mejor remedio para tratar los efectos externos de las radia- ciones Mientras tanto, en Occidente ni la ciencia médica ni la farmacología se mostra- ban muy dispuestas a hacerse eco de estos resultados, en buena parte debido a los intereses económicos de las grandes empresas del sector, que no podían patentar las sustancias naturales. Sin embargo, pronto acabarían subiéndose a este tren a raíz de las nuevas aportaciones de unos médicos estadounidenses, padre e hijo, conocidos como los doctores Collins. A principios de la década de los 30, la recién descubierta tecnología de los rayos X estaba produciendo innumerables problemas tanto en pacientes como en el perso-
  • 18. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 18 de 98 nal auxiliar y médico, que en los primeros años de experimentación con los promete- dores rayos Roentgen -como se les conocía en un principio- no era raro que sufrieran a menudo quemaduras en las zonas irradiadas o que se les deshidratara nota- blemente la piel, volviéndose seca y escamosa. Los doctores Collins decidieron enton- ces probar suerte con el aloe, que tan buenos resultados parecía estar obteniendo al otro lado del telón de acero. Y así fue como pudieron observar que, al colocar las hojas de aloe partidas por la mitad sobre las heridas provocadas por las radiaciones, éstas se curaban con una extraordinaria rapidez, y además sin producir ninguno de los efectos secundarios de otros tratamientos sintéticos. Dada la dificultad de recurrir a las hojas de aloe de una manera generalizada y cotidiana, inventaron un ungüento com- puesto fundamentalmente por las hojas de esta planta al que denominaron "Alvagel". El éxito del aloe en el tratamiento de las lesiones producidas por los rayos X se extendió rápidamente y pronto empezó a utilizarse en otros tipos de daños y proble- mas cutáneos, como las quemaduras producidas por el agua caliente o el fuego, las insolaciones, heridas, eccemas, ciertas manifestaciones de las alergias en la piel e incluso las úlceras crónicas. Al mismo tiempo y de una manera totalmente fortuita un ingeniero químico nor- teamericano de vacaciones en Florida descubría admirado por los espectaculares efectos del jugo del aloe para tratar las quemaduras producidas por un exceso de horas de sol, hasta el punto de acabar abandonando su carrera profesional para dedi- carse a la investigación de la estabilización del gel regenerador. Se llamaba Rodney M. Stockton, y tras sentir en su propia piel la experiencia del alivio instantáneo produ- cido por la pulpa de esa extraña planta sobre los eritemas solares -corría el año 1942-, decidió volver a Florida cinco años más tarde, esta vez para instalarse y probar fortuna en la comercialización de la planta. En 1957, al-Bunas publicaciones de prestigio como la Revista de Medicina Industrial o la Revista de Cirugía, recogían los resultados de sus experimentos con una crema fabricada por él y denominada "Aloe-Creme", capaz de regenerar en 48 horas los tejidos de una quemadura de segundo grado, evitando incluso la aparición de cicatrices. Pocos años después, cuatro científicos de Michigan (Estados Unidos) descubrían que dos variedades de aloe (Áloe socotrino y Aloe chinensis) eran extraordinariamente efectivas contra el bacilo de la tuberculosis, pero con la práctica desaparición de la enfermedad, el tema dejó de investigarse. Ahora que vuelven a surgir algunos brotes de tuberculosis en diversas partes del planeta tal vez no sería una insensatez revisar las investigaciones de Gottshal, Lucas, Lkkfeldt y Roberts que, a pesar de las décadas transcurridas, tal vez podrían aportar algo en la lucha contra el nuevo y rebelde bacilo de la tuberculosis.
  • 19. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 19 de 98 Por aquella época, en los Estados Unidos también el Pentágono tomó nota de las sorprendentes propiedades del aloe, planteándose cómo podría aplicarse a los efectos nocivos de la energía atómica. Patrocinado precisamente por la Comisión de Energía Atómica, se llevó a cabo un amplio estudio en la base de Los Alamos, Nuevo Méjico, en 1953, exponiendo a las radiaciones a varios grupos de conejos. Los que fueron tratados con pulpa de aloe natural o con un producto a base de aloe mostraron una rápida mejoría en comparación con el resto. "Las úlceras resultantes de 28.000 rep de radiación beta estaban totalmente curadas a los dos meses de tratamiento (en el caso de los conejos tratados con aloe o su derivado), mientras que las no tratadas seguían sin curarse cuatro meses después", señala el estudio. Un potente agente antiinfeccioso también para uso interno La primera evidencia médica del éxito del uso interno del aloe en el siglo XX surgió en 1963, cuando tres médicos de Florida publicaban sus experimentos para el tratamiento de la úlcera péptica, concluyendo que el aloe vera "puede retrasar y tal vez prevenir" esta enfermedad. Ese mismo año salían a relucir los resultados del estudio de la doctora Lorenzetti, también en el uso interno del aloe, demostrando en esta ocasión que la planta inhibía el desarrollo de diversos tipos de infecciones, tifus y disentería. Era obvio que en la comunidad científica occidental la apuesta por el aloe vera ganaba un apoyo cada vez mayor y a partir de entonces no dejaron de aparecer estu- dios e informes, no sólo en Europa y América sino también en ciertas universidades de África o Japón, donde quedaba constancia oficial de las muchas propiedades curativas de la planta. Entre estos estudios cabe destacar las investigaciones en la lucha contra el SIDA dirigidas por el doctor Pulse, donde se demostraban las propiedades antivira- les del aloe. Asimismo, de enorme magnitud se consideró el informe elaborado por el Instituto Médico de Investigaciones de Enfermedades Infecciosas del ejército nortea- mericano y dirigido a la Organización Mundial de la Salud, donde quedaba constancia de que el mejor tratamiento contra el virus Ebola, en Zaire, se había obtenido con un compuesto de gel estabilizado de aloe. Una vez más, se atribuía su eficacia a los prin- cipios activos del glucomannan, así como al efecto sinérgico de otros compuestos orgánicos que se hallan en el gel. La aceptación del aloe en la comunidad científica no podía dejar de obtener su eco en la actividad industrial, y así, empezaron a surgir numerosas empresas en torno
  • 20. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 20 de 98 al negocio del aloe vera, la modalidad del aloe que con el tiempo acabó reconociéndo- se como la más completa e inocua. A pesar de tratarse de un objeto de uso durante milenios, el nuevo enfoque científico rodeó a la planta de múltiples incógnitas e incluso contradicciones, según el juicio de las diferentes fuentes investigadoras, y en muchos casos debido a un motivo mucho más prosaico; la competencia de las empresas y los intereses económicos de las mismas. Pero éste es otro tema que será desarrollado más adelante, en el capítulo dedicado al negocio del aloe. ¿Qué es el áloe? Características botánicas Aloe vera, la planta con la que "no se necesita doctor" En la actualidad se estima que existen más de 360 variedades conocidas Me la planta del aloe y, con el tiempo, el número se va incrementando pro- gresivamente debido a las imparables experimentaciones que hacen que surjan cons- tantemente nuevos híbridos. Sin embargo, de todas ellas sólo unas cuatro o cinco se consideran valiosas por sus propiedades curativas, y muy en especial, la conocida como Aloe barbadensis (Miller), comúnmente denominada aloe vera. Como ya hemos mencionado con anterioridad, se cree que el término "aloe" pro- viene del árabe, y hace alusión a su sabor amargo. En la actualidad es la forma que se usa comúnmente en inglés, francés, griego, latín, ruso, italiano, alemán, hawaiano y castellano, entre otras lenguas. En cuanto al término "vera", proviene del latín y signi- fica verdadera, subrayando así, con este nombre, a la especie considerada como la más completa y poseedora de las más eficaces propiedades medicinales entre todas las variedades del aloe. Más que anecdótico, resulta ilustrativo mencionar la forma con que se la conoce en japonés, isha irasu, que literalmente significa: "no se necesita doctor". Si bien no es ésta la única variedad a la que se refieren las numerosas men- ciones que recoge la literatura desde los tiempos más remotos, de lo que no existe ninguna duda en la actualidad es que, de todas las variedades, el aloe vera es la más rica en vitaminas, mine rales, aminoácidos, enzimas y otros componentes que la con- vierten en la planta más polifacética en cuanto a sus usos preventivos y curativos.
  • 21. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 21 de 98 - Aloe barbadensis humilis: la hermana menor - Aloe barbadensis mitríformis: un botiquín de primeros auxilios en casa - Aloe socotrína: la más enérgica - Aloe ferox: la más decorativa - Aloe barbadensis Miller o vulgarís: la más abundante y generosa Un almacén de agua y mucho más Al aloe se la clasifica dentro de las plantas suculentas, que crecen preferi- blemente en un entorno cálido o incluso desértico. Pueden encontrarse en las regiones más secas de África, Asia, Europa y América. Su tamaño varía desde pequeñas plan- tas de 20 centímetros de altura hasta auténticos árboles de más de 20 metros, con troncos de entre 40 y 50 centímetros de diámetro. Su imagen recuerda al cactus, pero en realidad se trata de una planta perenne y jugosa de la familia de las liliáceas -al igual que las cebollas, los ajos, los espárragos, las azucenas, los tulipanes, los lirios y los jacintos-, que se caracterizan por tener hojas duras, largas, de bordes espinosos y acabadas en puntas agudas. Las espinas en el reino vegetal generalmente cumplen una función de defensa contra los animales herbívoros, pero en el caso del aloe -una planta muy atractiva para calmar la sed de los animales por su capacidad de almace- nar el agua- el sabor amargo de su savia cumpliría ya por sí solo un efecto definitiva- mente disuasorio. Las hojas son generalmente verdes, aunque a veces también pueden ser grises e incluso sutilmente rayadas. Sus flores, que aparecen en la primavera, suelen ser rojas o amarillas, de forma tubular y dispuestas en racimos que brotan al final de los tallos sin hojas.
  • 22. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 22 de 98 Al igual que todas las plantas suculentas, cuentan con una extraordinaria capaci- dad para absorber el agua a través de una compleja y muy desarrollada red de raíces que se extienden bajo la tierra, muy cerca de la superficie, de forma que pueden apro- vechar la más leve humedad del suelo, e incluso del rocío, sin necesidad de las lluvias copiosas que precisarían otras raíces más profundas. Ya que se desarrollan en entor- nos predominantemente secos, sus hojas carnosas están capacitadas para almacenar grandes cantidades de agua. Además, poseen un sistema que les permite cerrar sus estomas durante el día, cuando han de soportar horas y horas de sol, a fin de evitar la evaporación del agua que guardan en su interior; por este motivo pueden sobrevivir durante largos periodos de sequía. Al mismo tiempo, esta circunstancia -propia de todas las plantas xeroides o xerófilas, término que proviene del griego y significa "amante de la sequedad"-, hace que su respiración sea completamente opuesta a la que se da en el reino vegetal, y las sustancias gaseosas que en otras plantas son ex- pulsadas al aire durante el día, en el aloe son convertidas en azúcares y almidón, para acabar transformándose en alimento de la propia planta. Otra de las características del aloe propia de la familia de las xeroides es su pe- culiar estructura química, que permite cicatrizar casi de inmediato cualquier corte que se le produzca a la planta, con el mismo objetivo de impedir la pérdida de agua. En el caso de que se trate de la pérdida o desprendimiento de una hoja de aloe, una vez que la herida se ha cerrado, la planta comienza a crecer en otra dirección. Puede que fuera la observación de esta capacidad de "autocuración" de la planta la que hiciera que, ya 5.000 años atrás, el ser humano empezara a plantearse el utilizar estas pro- piedades del aloe para el propio beneficio. Estructura de la hoja Si analizamos un corte transversal de una hoja de aloe, advertimos que en la hoja pueden distinguirse claramente la capa exterior o corteza y el cuerpo interior o tejido esponjoso, separadas ambas por una fina capa intermedia formada por una es- pecie de vainas vasculares de minúsculo tamaño. La corteza puede ser más o menos gruesa, dependiendo de la variedad de la planta. Está formada por células epidérmicas, resistentes y flexibles, separadas por estomas que permiten el intercambio líquido y gaseoso con el exterior. Las vainas vasculares endodérmicas de la capa intermedia están formadas por haces de células poligonales ricas en aloína, féculas, clorofilas, oxalato de calcio y
  • 23. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 23 de 98 otras sustancias orgánicas. Cuando estas vainas están separadas de la epidermis por un tejido escleroso menos flexible, se forman las espinas exteriores. El cuerpo interior de la hoja está formado por un tejido celular esponjoso que hace de vehículo a un fluido mucilaginoso donde se encuentra la mayor parte de los principios activos de la planta. La primera característica visible de este líquido mucila- ginoso es el gran poder de cicatrización que hemos mencionado anteriormente. Aloe barbadensis: un auténtico botiquín de primeros auxilios Como hemos comentado anteriormente, entre las numerosas variedades de aloe que existen, sólo unas pocas se consideran de gran valor curativo. Entre ellas y a la cabeza, la ya mencionada Aloe Barbadensis, popularmente conocida como aloe vera (la verdadera, la más preciada). Esta planta es originaria de las costas nororientales de África y recibe este nom- bre por haber sido hallada en grandes cantidades en la isla de Barbados, donde la importaron los comerciantes portugueses para su cultivo masivo. Esta planta ha sido la más utilizada a lo largo de la historia para fines terapéuticos por ser la más completa en cuanto a sus principios activos, pero existe otro factor que hace que en la ac- tualidad sea especialmente apreciada para su comercialización, y éste consiste en su propia estructura, con unas hojas anchas y gruesas que le permiten almacenar una gran cantidad de pulpa. En la especie Aloe barbadensis se han diferenciado y clasificado a su vez tres variedades: Miller (o vulgaris), humilis y mitriformis. La primera toma su nombre en honor al taxonomista suizo H. Miller, quien consagró gran parte de su vida al estudio de ésta y otras especies importadas por los portugueses. El propio Miller la denominó vulgaris debido a la gran abundancia que existe de la misma en comparación con las otras variedades. Su origen se sitúa en las costas de Marruecos, Mauritania, Senegal, Guinea, las islas de Cabo Verde, Tenerife y Canarias, pero dado su extraordinario rendimiento comercial, hoy se cultiva en todo el mundo. Las mayores plantaciones se encuentran en el sur de Estados Unidos (Texas) y en Centroamérica (Méjico, la República Dominicana, Puerto Rico, Cuba y Santo Do- mingo). En Asia, las grandes producciones comerciales se hallan en China, Japón y Malasia. También pueden encontrarse importantes cultivos en las costas mediterráneas de Europa y África. La variedad humilis toma su nombre de su menor tamaño y sus hojas pequeñas y alargadas. Su color es de un verde más azulado y oscuro, según su descubridor (Linneo) debido a una mayor asimilación del cobre y el cobalto que hay en la tierra.
  • 24. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 24 de 98 Sus propiedades son bastante similares a las de la variedad Miller o vulgarís, pero dado el menor tamaño de sus hojas, la industria comercial no se ha dedicado a su ex- plotación. La tercera variedad clasificada es la denominada mitriformis, también descubierta por Linneo. Sus hojas son notablemente más anchas y cortas, en forma de corazón, con tendencia a abrirse y acercarse al suelo. Son extraordinariamente carnosas y ju- gosas, lo cual, junto a su pequeño tamaño, la convierten en la más adecuada para tener en casa, no sólo como elemento decorativo sino también como una especie de botiquín de primeros auxilios para el tratamiento de quemaduras, cortes, picaduras de insectos, irritaciones de la piel, etcétera. Originaria de Namibia, Angola y Camerún, hoy se cul-tiva en casi todo el mundo por su re-sistencia y las posibilidades domésticas que ya hemos indicado. Otras variedades comerciales: Aloe socotrina y Aloe ferox Aparte de la Aloe barbadensis o aloe vera -que es en la cual vamos a centrarnos en este libro existen otras especies con notables cualidades terapéuticas, entre las que cabe destacar la Aloe socotrina y la Aloe ferox. La primera es probablemente la más antigua de todas las utilizadas por el ser humano. Parece ser que a lo largo de la historia, tanto en el antiguo Egipto de los fa- raones, como en la China y la India, pasando por Grecia y el imperio romano, y aún muy avanzada la era cristiana, esta especie -junto con una variedad posteriormente denominada nobilis- eran las únicas que se empleaban con fines medicinales. Esto fue así hasta el descubrimiento y producción comercial del aloe vera. En la actualidad, su uso ha quedado reducido prácticamente a la homeopatía, ya que algunos de sus prin- cipios activos son sumamente enérgicos. En cuanto a la especie Moeferox, se considera la más resistente de todas las uti- lizadas comercialmente, pero sus principios activos son mucho más limitados. Además, su alta proporción de aloína la hace poco recomendable en muchas fórmulas terapéuticas. Foreste motivo, es empleada mayormente en el campo de la cosmética, la estética y la higiene personal, y en algunas aplicaciones medicinales externas como pomadas cicatrizantes y regeneradoras. Sus hermosas flores, que se mantienen fres- cas durante casi todo el invierno, la hacen apropiada como elemento decorativo en casas, parques y jardines. Éstas son sólo algunas de entre las más de trescientas variedades de aloe cono- cidas en la actualidad. Sin embargo no las hemos seleccionado al azar, sino que se
  • 25. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 25 de 98 trata de las más utilizadas comercialmente debido a sus beneficios terapéuticos -o, en su caso, estéticos-, beneficios éstos que vienen dados en función de su especialísima composición química. Pasemos pues ahora a echar una rápida ojeada a la estructura interna del aloe, lo que nos hará comprender, seguidamente, sus aplicaciones curati- vas y cómo proceder en el uso de la planta. Composición química del aloe Una planta aún por descubrir A pesar de que la planta del aloe es conocida y utilizada para el beneficio del ser humano desde épocas prehistóricas, lo cierto es que aún hoy no se conoce en su tota- lidad su composición química. A lo largo de los tiempos se le han ido atribuyendo sus propiedades curativas a diferentes principios activos, ocurriendo en ocasiones que nuevos descubrimientos científicos venían a contradecir antiguas creencias. Éste ha sido el caso de la aloína, el primer elemento identificado en 1851. Por aquella época y también en el siglo que siguió, se consideraba que ésta era la sustan- cia activa más importante contenida en el aloe, si no la única. Esta creencia se debe a que en occidente la comunidad científica sólo admitía sus cualidades como laxante, y así era como se utilizaba principalmente. La aloína, contenida cerca de la corteza de la planta, era efectivamente el elemento que provocaba el efecto purgante. Con el tiem- po, y debido a la forma extremadamente agresiva en que podía llegar a actuar como laxante, dejó de utilizarse, al menos en cantidades masivas, y hoy día la mayoría de casas comerciales garantizan que en la composición de sus productos no se hace uso de la aloína, o bien ésta aparece en proporciones minúsculas. Posteriormente, y debido a las investigaciones científicas que supieron ver tam- bién en el aloe sus efectos regeneradores de los tejidos en quemaduras, heridas y demás (Filatov en la antigua Unión Soviética, los doctores Collins en Estados Unidos, el doctor Akiro Ishimoto en Japón, etcétera), fueron identificándose en la planta otros elementos activos responsables de esta función. Los doctores Tom D. Rowe y Lloyd M. Parks informaban en un artículo aparecido en 1939 ("Un estudio fitoquímico de la hoja de aloe vera", publicado en la Revista de la Asociación Farmacéutica Americana) de la existencia de unas enzimas, vitaminas y minerales sumamente activos en la cor- teza de la planta, y también en la pulpa. Se referían a las enzimas oxidasa y catalasa, a las vitaminas caroteno y betacaroteno, al azufre, y a los fenoles, en lo que se refiere
  • 26. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 26 de 98 a la corteza. En cuando a la pulpa de la planta, hallaron las enzimas amilasa y oxida- sa, y el oxalato cálcico. Los estudios sucesivos siguieron centrándose en la corteza, considerada hasta mediados del siglo XX como la parte más beneficiosa de la planta. Así, las investiga- ciones de Maria Luisa D' Amico y G A. Bravo hicieron salir a la luz las cualidades antibióticas de las antraquinonas, identificando, además de la aloína, a la barbaloína, la isobarbaloína y los antranoles, presentes también en la corteza. Los polisacáridos hacen volver la mirada hacia la pulpa de la hoja Las investigaciones en busca del principio activo del aloe cambiaron de rumbo en 1951, cuando se descubrió la presencia de polisacáridos, no en la corteza, sino en el interior de la hoja. Ya se conocía por entonces la acción de este tipo de azúcares y su efecto estimulante sobre el crecimiento de los tejidos, así que no parecía desorbitad© empezar a pensar que tal vez estos agentes tenían mucho que ver con las virtudes curativas de la planta sobre cualquier tipo de lesiones en la piel, e incluso en el interior de los órganos humanos. Este descubrimiento, realizado por los doctores Ikawa y Niemann, dirigió durante varias décadas el centro de atención hacia el mucílago inter- ior de la hoja, y, muy especialmente, hacia los polisacáridos. Paralelamente proseguía la investigación para la identificación de otros elemen- tos activos presentes en el aloe, encontrándose minerales como el calcio, cloro, sodio, potasio, magnesio y manganeso. Otro dato enormemente importante fue encontrar 18 de los 22 aminoácidos presentes en el cuerpo humano. En cuanto a las vitaminas, además de las ya conocidas (caroteno y betacaroteno), se identificó la vitamina B1, la Niacinamida, la vitamina B2, la vitamina B6 y la Colina. Estos descubrimientos fueron llevados a cabo a lo largo de las décadas de los 60 y los 70, entre otros y muy espe- cialmente por el doctor Gunnar Gjerstad, de la Universidad de Texas, una zona famo- sa ya entonces por el cultivo y producción de productos derivados del aloe. Sin embargo, la búsqueda de los principios activos de la planta no había hecho más que empezar. Cada nuevo descubrimiento abría caminos en otra dirección. Con- secutivas aplicaciones del aloe, o de los elementos activos hallados en el aloe, para el tratamiento de muevas enfermedades como el cáncer o el SIDA, sacaban a la luz nue- vos componentes y usos de la planta. Los estudios sobre el aloe tomaron ya dos ca- minos muy diferenciados: el que sugería que la acción beneficiosa y curativa de la planta era resultado del efecto sinérgico de todos sus componentes, y la tendencia que
  • 27. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 27 de 98 creía, por el contrario, en las propiedades de los principios activos hallados en la plan- ta, individual e independientemente. Se trataba ésta de una de las varias confrontacio- nes que aparecerían a lo largo de la investigación y, sobre todo, la comercialización del producto. Agentes activos en el aloe vera Sea como fuere, lo único que sabemos a ciencia cierta es que los componentes activos identificados en la planta de hecho se encuentran en ella y son conocidos por sus efectos beneficiosos sobre la salud, lo cual nos ayuda a comprender científicamente las propiedades del aloe y su acción sobre determinadas enfermeda- des y disfunciones físicas. Pero detengámonos un momento a analizar cómo funcionan cada uno de estos principios activos: vitaminas, minerales, enzimas, monosacáridos, poli-sacáridos, aminoácidos esenciales y secundarios, y demás elementos presentes en el aloe, como la lignina, saponinas y antraquinonas. ■ Vitaminas Tal como su nombre indica, las vitaminas son sustancias esenciales para el man- tenimiento de la vida que nuestro organismo no puede fabricar por sí mismo. Por este motivo, las vitaminas son incorporadas a través de nuestra nutrición, bien en forma de alimentos o de complementos específicos. Como hemos explicado con anterioridad, el aloe contiene un gran aporte de nu- merosas vitaminas, entre las que cabe destacar las que mencionamos a continuación.
  • 28. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 28 de 98 ■ El caroteno y el betacaroteno, que, una vez dentro de nuestro orga- nismo, son convertidos en la vitamina La vitamina A es esencial para la vista, para la salud de la piel y de los huesos, para el buen estado de las mucosas y el crecimiento de las células, así como para la inmunidad de las mismas ante la enfermedad. Un defecto de vitamina A provoca la anemia. Por otra parte, en los años recientes se ha descubierto el poder antioxidante del betacaroteno, por lo que además de frenar el envejecimiento protege al organismo de las enferme- dades degenerativas, como la arteriosclerosis y el cáncer. ■ La vitamina B1 o tiamina es esencial para el crecimiento de los tejidos y la producción de energía. Se trata de una vitamina hidrosoluble cuyo exceso es elimina- do por el cuerpo a través de la orina, por lo que debe ser ingerida a diario. ■ La vitamina B2 o riboflavina, en combinación con la Be, produce las células de la sangre. Su función es esen- cial en la respiración de los tejidos. Además, es también necesaria para mantener una piel sana. ■ La vitamina B3 O niacina ayuda a regular el metabolismo, es necesaria para que el cuerpo pueda asimilar ciertos minerales y, además, interviene en la formación de los músculos. ■ La vitamina B6 o piridoxina, al igual que la vitamina B2, es esencial en la fabricación de la hemoglobina, el pigmento rojo de la sangre que transporta el oxígeno y el alimento para hacerlos llegar a todas las células del cuerpo. Asimismo, es funda- mental para el metabolismo de las proteínas y los aminoácidos. Al ser una vitamina hidrosoluble -como la B1- debe reponerse todos los días. ■ La vitamina B12 o cianocoba-iamina se ha revelado presente en el aloe, a pe- sar de que hasta principios de esta década de los 90 se la consideraba una vitamina propia de los productos cárnicos, nunca de las verduras o en las plantas. A pesar de que se ha detectado su presencia en algunas hojas de aloe, muchos científicos aún no están convencidos de que dicha vitamina sea activa y funcione de la misma manera que la vitamina B12 de origen animal, cuya carencia en el cuerpo humano puede pro- vocar anemia y ciertos transtornos néuropatológicos. ■ La vitamina C o ácido ascórbico estimula el sistema inmunológico y ayuda a curar y prevenir las infecciones. Su presencia es esencial para fabricar el colágeno, la sustancia que rodea a los músculos. Es necesaria, además, para que el organismo pueda asimilar debidamente el calcio y otros elementos claves. Al igual que el beta-
  • 29. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 29 de 98 caroteno y la vitamina E, está considerada como uno de los más potentes an- tioxidantes. ■ La vitamina E o tocoferol posee una poderosa acción antioxidante y de regeneración de los tejidos. Al igual que la vitamina C, es un gran aliado contra las infecciones y agiliza el proceso de curación de las enfermedades, muy en especial las de la piel. ■ La colina ayuda a evitar que la grasa se acumule excesivamente en el orga- nismo y actúa como catalizador, facilitando la acción de otras vitaminas. ■ El ácido fólico también es un potente catalizador y es imprescindible para el correcto metabolismo de los aminoácidos. ■ Minerales Los minerales son también fundamentales para el equilibrio bioquímico y la sa- lud. Interactúan con ciertas vitaminas, enzimas y coenzimas, ejerciendo una función vital en la defensa del organismo y la protección contra las enfermedades. En el aloe vera han sido hallados más de veinte minerales esenciales, entre ellos los que mencionamos a continuación: ■ El calcio y el fósforo, imprescindibles para la formación y desarrollo de los huesos. Por este motivo, se consideran indispensables para la prevención de la osteo- porosis. En los últimos años se ha descubierto* que los complementos de calcio sue- len ser excretados casi en su totalidad, si no son de origen orgánico. Ésta es la causa de que se recomiende tomarlo a partir de fuentes naturales, como los productos lácteos, las almendras, los dátiles o el aloe vera. También son fundamentales estos minerales para el buen estado de los dientes. ■ El potasio o sorbato regula los componentes fluidos de la sangre y de los músculos. El sodio, junto con el potasio, controla el equilibrio del agua y otros fluidos, y transporta a las células los aminoácidos y la glucosa. Potasio, sodio y cloro - fundamental también para la buena salud de los dientes-están fuertemente vinculados entre sí y necesitan hallarse en equilibrio en nuestro organismo. Sin embargo, es muy habitual que nuestra dieta se exceda en sodio (como por ejemplo, la sal presente en muchos alimentos elaborados, como los embutidos, conservas y demás) y se quede corta en potasio. En el aloe vera estos tres minerales se hallan presentes en una for- ma perfectamente equilibrada y al ser una fuente orgánica resultan fácilmente asimila- bles. ■ El hierro es el constituyente esencial de la hemoglobina, transporta el oxígeno a las células rojas de la sangre y protege al cuerpo de las infecciones. El aloe no con- tiene grandes cantidades de hierro, pero su aporte es importante y es perfectamente
  • 30. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 30 de 98 asimilable por el organismo humano, al contrario de lo que ocurre con los complemen- tos adquiridos en farmacias. ■ La colina es un componente de la lecitina, que resulta esencial en el me- tabolismo. ■ El magnesio es un mineral clave en el buen mantenimiento del sistema nervio- so y los músculos, así como en la transmisión del código genético para la formación de nuevas células. ■ El manganeso, al igual que el magnesio, se halla en minúsculas dosis en el cuerpo humano, pero son igualmente esenciales. El manganeso es imprescindible para la formación de los huesos y el correcto funcionamiento nervioso, de la fertilidad y el crecimiento. ■ El zinc forma parte de muchas enzimas esenciales y colabora en el buen esta- do del sistema inmunológico. Su carencia puede provocar anemia. También suele re- comendarse en casos de acné y para la buena salud de la piel en general y el cabello. ■ El cobre es también parte fundamental de muchas enzimas y representa un papel importante en la formación de la sangre. ■ El cromo interviene en el metabolismo del colesterol, la glucosa y los ácidos grasos. Colabora también en el buen funcionamiento del sistema circulatorio. Últimamente se ha descubierto que la insuficiencia de cromo puede degenerar en di- abetes, ya que este mineral es imprescindible para que la insulina pueda cumplir su función en el organismo. ■ Aminoácidos esenciales y secundarios Los aminoácidos constituyen la base de las proteínas. Su papel es fundamental en la construcción y regeneración de los tejidos, así como en el buen funcionamiento del cerebro, incluyendo las emociones. Los aminoácidos esenciales se denominan así porque el organismo no los fabrica por sí mismo, así que es indispensable que formen parte de nuestra dieta. Siete de los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano están presentes en el aloe vera, donde también se han hallado once de los catorce aminoácidos se- cundarios que fabrica el organismo. ■ Enzimas Las enzimas son unos elementos claves en la vida animal, ya que su función consiste en transformar las proteínas que ingerimos a través de la alimentación en aminoácidos, de esta manera susceptibles de ser absorbidos por nuestro organismo. Posteriormente son también las enzimas las que hacen posible que estos aminoácidos
  • 31. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 31 de 98 vuelvan a convertirse en proteínas asimilables por nuestro sistema. En resumen, po- demos decir que las enzimas son las responsables de transformar los alimentos en el combustible que proporciona la energía y la vida misma a cada una de nuestras célu- las, aunque nada de esto sería posible sin la intervención y la colaboración sinérgica de las vitaminas y los minerales, tal como hemos visto anteriormente. Entre las enzimas más importantes halladas en el aloe vera se encuentran: ■ La lipasa, que favorece la digestión. ■ La catalasa, que previene y controla la retención de agua en el cuerpo. ■ La bradikinasa, que estimula el sistema inmunológico. Además, funciona como antiinflamatorio y analgésico. ■ La celulasa interviene en la digestión de la celulosa. ■ La proteolitiasa hidroliza las proteínas en sus elementos constituyentes. ■ Monosacáridos y polisacáridos Los monosacáridos son azúcares simples que no pueden ser destruidos por el agua. En cuanto a los polisacáridos paucilaginosos, hallados en la pulpa del aloe, se consideran también unos componentes de enorme importancia en la mayoría de sus aplicaciones terapéuticas. Entre ellos y de manera muy especial el poblisacárido cono- cido como acema-nano, con un notable poder regenerador de los tejidos que, además, es un ele-mento activo en el tratamiento de más de cien enfermedades diferentes. Re- cientes investigaciones han demostrado unos efectos sorprendentes de este compo- nente en el tratamiento del SIDA. En el aloe se hallan en mucha más abun-dancia jun- to a la corteza que en la pulpa de las hojas. ■ Lignina, saponinas y antraquinonas La lignina posee un extraordinario efecto de penetración de los tejidos, habiendo de vehículo para otros elementos activos, como las vitaminas, minerales, enzimas y demás. Las saponinas son agentes limpiadores, purificadores y antisépticos, que además producen un efecto suavizante. Las antraquinonas, por su parte, poseen propiedades laxantes y analgésicas, pe- ro además son potentes antibióticos con propiedades bactericidas y antivíricas. Entre las antraquinonas, destacan las siguientes: ■ La aloína, que, tal como hemos mencionado anteriormente, fue la primera sus- tancia activa identificada en el aloe por sus efectos laxantes. También posee propie- dades analgésicas.
  • 32. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 32 de 98 ■ La emodina también tiene efectos laxantes y, además, protege contra las in- fecciones. ■ El aceite etéreo posee propiedades analgésicas y anestésicas. ■ La barbaloína, isobarbaloína, el antranol, el antraceno y el ácido aloético actúan como bactericidas. ■ El ácido cinámico se utiliza como fungicida. ■ El éster de ácido dinámico posee también propiedades anestésicas y, además, puede descomponer los tejidos muertos. ■ El ácido crisofánico se utiliza en el tratamiento de la psoriasis y de ciertos hon- gos cutáneos. Aplicaciones terapéuticas Un caso atípico, la información científica supera a la publicidad Si echamos un vistazo a los folletos informativo-publicitarios de las diferentes marcas de productos de aloe vera que se pueden adquirir en el mercado (ya sea a través del sistema habitual de las tiendas al uso o bien en el conocido como "estructu- ra piramidal", con la venta directa a través de distribuidoras y distribuidores casi reli- giosamente convencidos de las propiedades milagrosas del aloe), encontraremos una larga lista de usos para el beneficio de la salud, tanto humana como animal. Una de las más conocidas y antiguas marcas, distribuidas hoy día en los cinco continentes, enumera, bajo el titular: "Beneficios de la pulpa de aloe vera", las siguien- tes funciones: ■ Evita jaquecas y combate el estrés, depresión y estados de ansiedad o can- sancio. ■ Emulsifica el colesterol, limpia y purifica la sangre del hígado. ■ Regenera las células mejorando el tono de la piel, combatiendo acné, man- chas y psoriasis. ■ Activa toda la circulación del cuerpo. ■ Es un inhibidor del dolor, mejorando las molestias crónicas de la artritis, artro- sis y reuma. ■ Regula la tiroides.
  • 33. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 33 de 98 ■ Activa y desintoxica el organismo, permitiendo una mejora total de la salud. ■ Cicatriza las úlceras, cura la gastritis y regula el funcionamiento de los intesti- nos. ■ Evita el cansancio en las piernas por mala circulación, flevitis o varices. ■ Fortalece, regenera y revitaliza el cabello. A pesar del amplio abanico de supuestos beneficios recogidos por dicha marca comercial con el objetivo evidente de publicitar y vender sus productos, llama la atención observar que si nos sumergimos en la literatura científica sobre el tema, las propuestas sobre posibles efectos terapéuticos del aloe desborda con mucho la lista mencionada, dando la. impresión de que estamos hablando de un producto tan po- lifacético que llega a rozar el concepto de "milagro de la naturaleza". Es importante advertir aquí que, tal como expondremos más adelante, la im- posibilidad, según las leyes del actual sistema de mercado, de anunciar los productos de aloe vera como si de un medicamento se tratara, ha hecho que algunas de las grandes multinacionales del sector se hayan preocupado en apoyar y financiar estu- dios científicos en universidades y otros centros de investigación, así como incentivan- do la propia publicación de libros, con una motivación clara de inducir a la compra de estos productos. Estamos hablando en muchos casos de publicidad encubierta. Una vez dicho esto, no podemos dejar de indagar entre los innumerables estu- dios, informes científicos, investigaciones clínicas y literatura médica (y en muchos casos industrial) para obtener la información que precisamos, en el camino de un me- jor conocimiento sobre las propiedades químicas, botánicas y terapéuticas del aloe. La enfermedad como mensaje La historia y la leyenda nos dicen que milenios de tradición no pueden estar equivocados. El interés coincidente de múltiples culturas respecto a los efectos curati- vos del aloe vera resulta igualmente significativo. Las conclusiones de un sinfín de estudios, informes, investigaciones médicas, procedentes de las más diversas fuentes, nos hace pensar que, sin duda, algo tiene el aloe que lo convierte en una planta poli- facética con un gran abanico de propiedades curativas y regeneradoras. Sin embargo, hemos de tener cuidado para no sacar conclusiones precipitadas que nos hagan acu- dir a los múltiples productos derivados del aloe que actualmente invaden el mercado como si se tratara de una auténtica panacea, el tan perseguido elixir de la eterna ju- ventud y la salud garantizada a prueba de bomba.
  • 34. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 34 de 98 La bomba antipersona a la que nos enfrentamos cada día de una manera casi subliminal y silenciosa está constituida por todos esos hábitos introducidos en nuestra vida diaria: el estrés y la ansiedad; la carrera contra reloj; la alimentación mal seleccio- nada y peor digerida, con escasa concentración, exceso de ruidos y actividad envol- vente; las pocas o demasiadas horas de sueño; la vida sedentaria o el exceso de mo- vimiento hacia ninguna parte. Cuando nuestra vida no se halla en armonía con su pro- pia naturaleza no es de extrañar que aparezcan dolencias y enfermedades varias, en función de nuestra personalísima manera de canalizar y encubrir tensiones. Y enton- ces, sin ningún motivo aparente, aparencen las alergias y erupciones cutáneas, la caída del cabello o las canas ¡prematuras, los molestos dolores en las vértebras cervi- cales o los terribles pinchazos en la zona lumbar, por poner sólo unos ejemplos. Para nuestra sorpresa, de nuevo, la medicina alopática convencional raramente resuelve nuestros problemas, precisamente porque el origen de nuestros males no se en- cuentra en los síntomas que trata de calmar, sino que éstos tan sólo son el mensaje, la voz de alarma, nuestro cuerpo cómplice avisándonos de que algo marcha mal. Enton- ces, cuando nos enfrentamos al fracaso de la medicina alopática, suele ocurrir que, en un intento desesperado, volvemos la mirada hacia otros planteamientos terapéuticos alternativos, sin caer en la cuenta de que nos mantenemos en el mismo terror original: el hecho de no reflexionar y analizar seriamente nuestros hábitos, nuestras actitudes, la experiencia y la práctica de la vida, en suma. Supongamos, por ejemplo, que un mal día nos enfrentamos a un problema de psoriasis. El especialista nos asegura que sólo los corticoides atajarán el problema, una solución que no nos convence en absoluto, ya que somos conscientes de los drásticos efectos secundarios de este tipo de tratamiento. Rechazamos, pues, la opción convencional para volver los ojos hacia otros planteamientos médicos alterna- tivos, que nos sugieren, por ejemplo, las infusiones de diente de león y cola de caballo, por sus efectos depurativos, simultáneamente con la aplicación externa de un buen gel de aloe vera. Sin duda que este tipo de terapia (o cualquier otra sugerida por el espe- cialista en cada caso) funcionará, y funcionará bien. Antonio, un almeriense de 38 años, lo viene utilizando desde hace tres, y no escatima alabanzas hacia esa benefi- ciosa crema tópica de aloe que le liberó de los molestos daños colaterales producidos por la cortisona. Liliana, una cubana de 27 años que actualmente reside en Barcelona y que también se encuentra aquejada de psoriasis, comenzó a tomar zumo de aloe vera cada día desde el principio de su problema cutáneo, hace poco más de año y medio, ya que la escasez de medicinas en su país obliga a que muchas veces se recu- rra a remedios más naturales y caseros. En ambos casos, el aloe vera ha sido un buen aliado, ha mejorado el estado de la piel y ha reducido notablemente las molestias que
  • 35. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 35 de 98 conlleva esta alteración: sequedad, picores, irritación, etcétera. Pero en ninguno de los dos casos ha llegado a remitir la enfermedad. La pregunta inevitable ahora es pensar qué pasaría si avanzamos un paso más allá, en ésta o cualquiera de las múltiples ma- nifestaciones de las patologías psicosomáticas que se instalan en nuestra vida, y defi- nimos la raíz del problema, adoptando las decisiones oportunas para desbloquear con- flictos y tensiones, en definitiva, para vivir mejor. El aloe vera se está revelando cada vez más como una fuente de principios acti- vos capaces de hacer recobrar ciertos equilibrios perdidos. Recientes investigaciones en el campo de la lucha contra el cáncer y también contra el SIDA, le están otorgando a esta planta un papel protagonista, de tremenda importancia en muchos casos, en algunos de los tratamientos planteados en el control de estas enfermedades. Pero ello no puede levantar falsas expectativas y hacernos creer que el mero hecho de tomar pulpa de aloe cada mañana en ayunas nos va a proteger de por vida contra cualquier tipo de cáncer, o que nos va a mantener bellas y jóvenes por dentro y por fuera, po- seedoras de una piel sana y fuerte y de un cabello brillante y abundante, como si de una eterna y mítica Cleopatra se tratara. No ponemos en duda que el uso del aloe, en las múltiples aplicaciones que nos ofrece el mercado en la actualidad, pueda ayudarnos a mantener una vida sana. Pero también poseen efectos tremendamente beneficiosos como regeneradores tisulares la vitamina E contenida en el aceite de germen de trigo o en el aceite de oliva virgen; o los brotes de alfalfa, que además tienen un importante poder alcalino que neutraliza la acidez de estómago y los problemas derivados de ella; y qué decir de la acción de- sengrasante de la lecitina, del poder antioxidante del betacaroteno contenido en las zanahorias, o de la oxigenación de las células producida por un cierto tiempo de respiración profunda y relajada junto a la orilla del mar o entre los árboles frescos de la montaña. Por no mencionar el tremendo logro de poder desarrollar la vida que real- mente deseamos, en armonía con el entorno que nos rodea y en contacto directo con nuestra propia naturaleza. Todas ellas, y muchas más, pueden ser consideradas fórmulas válidas para una vida sana. El aloe vera puede ser, también, una más, espe- cialmente si se trata de un producto de calidad -por encima de las guerras económicas del mercado competitivo-, utilizado de la manera adecuada y en el momento oportuno. ¿Por qué no funciona, cuando no funciona, el aloe vera? Neill Stevens, tras enumerar una larga lista de enfermedades, disfunciones, daños y lesiones que se extienden en casi tres páginas de su libro Aloe Vera, asegura
  • 36. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 36 de 98 que siempre existe un motivo que pueda explicar por qué no funciona esta super plan- ta de mil y un efectos terapéuticos, cuando no funciona. Y según él, el motivo se en- cuentra siempre en una, o varias, de estas situaciones: ■ Hemos utilizado una especie o variedad de aloe que no es la adecuada. ■ La planta no ha madurado lo suficiente o bien la hoja no se hallaba en un es- tado óptimo, sino que por el contrario contenía una pulpa ya seca u oxidada. ■ Hemos hecho uso de un producto comercial de baja calidad, o bien NO hemos empleado el producto correctamente. Por último, el propio autor -un fiel defensor a ultranza de las propiedades benefi- ciosas del aloe- reconoce las múltiples incógnitas que aún en la actualidad se plantea la ciencia occidental, respecto al qué, el cómo y el porqué de los efectos de la planta sobre la salud. Aún así, podemos atrevernos a hacer una relación -que podría ser interminable- sobre algunas de las diferentes enfermedades y disfunciones físicas en las que el aloe se ha manifestado como tremendamente beneficioso cuando se ha tratado de un pro- ducto de calidad Utilizado adecuadamente. Dicho esto, vamos a hacer un ligero repa- so a las diferentes formas en que puede emplearse el aloe vera como medida tera- péutica. El aloe y el sistema digestivo y excretor Alasdair Barcroft, en su libro sobre el aloe vera (La planta de propiedades mila- grosas) asegura que "el aloe vera es lo que podemos llamar un sanador universal, que actúa a nivel celular para ayudar a curar y a regenerar los tejidos sanos". Esta afirmación puede ser aplicable tanto en lo que respecta al cuidado externo -la piel- como interno -el organismo-. En lo que respecta al cuidado externo, sabemos que el gel de aloe vera posee unos efectos depurativos y desintoxicantes, siempre a condición de que no aporte también la aloína, que se encuentra bajo la corteza de la hoja. Tomado en forma de bebida, actúa a través del sistema digestivo, penetrando en los tejidos, limpia las célu- las muertas de la piel y favorece el crecimiento de las células más jóvenes, mejorando así el estado general de los tejidos, y propiciando, en su caso, la curación de las heri- das o las úlceras. El efecto es similar a cuando es aplicado de forma externa sobre la piel para la curación de quemaduras o la cicatrización de heridas, pero de forma interna obtiene
  • 37. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 37 de 98 unos resultados muy-concretos y determinantes sobre las úlceras gástricas, las infla- maciones de riñones y las disfunciones del hígado o los intestinos, entre otras. Varias investigaciones han coincidido en observar que, al penetrar en las pare- des del sistema digestivo, el zumo o pulpa de aloe vera consigue eliminar las bacterias dañinas, favoreciendo la repoblación de una flora benéfica. De esta manera, las infla- maciones de cualquier tipo se veían dramáticamente reducidas, posibilitando así su correcta función en la absorción de nutrientes. Bajo el título de "Efecto del jugo de aloe vera, tomado oralmente, sobre la función gastrointestinal de los seres humanos normales", publicado en la revista Prevention en el año 1985, el doctor Jeffrey Bland, del Instituto Linus Pauling de California, explicaba el proceso de sus investigaciones, así como los resultados que venían a demostrar el efecto beneficioso del aloe vera para mejorar las digestiones, prevenir o combatir las diarreas y la acidez de estómago, reducir el contenido de fermentos y favorecer un equilibrio de la flora gastrointestinal. Ya en las épocas más remotas de la historia conocida del aloe se le consideraba como un laxante eficaz, debido a la aloína existente cerca de la corteza de la hoja. Sin embargo y debido al fuerte poder activo de la misma, cuando se trata de una disfunción leve se recomienda ingerir el zumo, la pulpa o algún gel comercial, con una escasa aportación de aloína. Por el contrario, cuando surge la necesidad de un pur- gante eficaz sería necesario recurrir a un preparado casi exclusivamente a base de la parte externa de la hoja. La colitis consiste en una inflamación de colon. Cuando la inflamación llega a tal intensidad que produce ulceraciones, éstas a su vez pueden llegar a perforar las pare- des del intestino grueso. Ciertos experimentos realizados por los Laboratorios Carring- ton vienen a demostrar que tanto el jugo de aloe, tomado como bebida, como el ace- manano -un tipo de polisacárido presente en la hoja de aloe, como ya hemos visto anteriormente-, constituyen el mejor remedio para el tratamiento de la colitis, así como la enfermedad de Crohn. Otras investigaciones realizadas por el doctor Ivan Danhoh descubrían que su contenido en magnesio láctico consigue reducir la actividad del estómago, disminu- yendo así las molestias gastrointestinales de cualquier tipo, ya sean ocasionales o crónicas. En cuanto a los efectos beneficiosos del aloe vera sobre las úlceras gástricas, aparecía como una consecuencia bastante lógica después de descubrir su poder co- mo agente alcalinizador (al contrarrestar la acidez excesiva recuperando el equilibrio del PH interno). Ya en 1963, las investigaciones de los doctores Blitz, Smith y Gerard, en Estados Unidos, mostraban que 25 pacientes con úlcera de duodeno se habían
  • 38. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 38 de 98 curado completamente con el tratamiento exclusivo de una cucharada de aloe vera cuatro veces al día. Tanto en éste como en otros estudios similares se observó que en ningún caso existían efectos secundarios, como solía ocurrir con otros tratamientos que, además, no alcanzaban unos porcentajes de curación tan elevados. Por otra par- te, en Japón se están realizando desde hace tiempo experimentos similares, y en 1992 el doctor Keisuke Fujita publicaba el resultado de unas investigaciones con ratas a las que previamente se les había producido úlceras gástricas, y que posteriormente fueron curadas con la única administración de jugo de aloe vera en grandes dosis, ingerido oralmente. En la actualidad se continúa investigando en este tipo de experimentos, con personas y en la modalidad de "doble ciego", que consiste en comparar los resul- tados con otro grupo de personas a las que se les administra un placebo. De momento, hay ciertos especialistas que aseguran que diez centímetros cúbicos de zumo o pulpa de aloe con las comidas más abundantes del día es suficien- te para hacer desaparecer -en el plazo máximo de dos o tres meses- un problema de acidosis crónica. De la misma manera y siguiendo el ejemplo de las antiguas tradi- ciones hawaianas, en algunos libros de recetas con aloe se recomienda el denomina- do ponche de aloe -que no es más que zumo diluido en vino caliente- como una de las formas más eficaces de prevenir las indigestiones tras las grandes comilonas festi- vas. Vale la pena mencionar un experimento realizado en China por el doctor Oh con siete personas diagnosticadas de cirrosis y hepatitis que no habían reaccionado a ninguno de los tratamientos convencionales aplicados durante más de dos años. Fi- nalmente, se probó con un extracto de aloe vera ingerido por vía oral y sólo de esta manera se consiguió que los valores numéricos de AST, ALT y bilirrubina disminuye- ran drásticamente. En sólo tres meses, los pacientes habían conseguido una mejoría significativa, según el informe. En el último tramo del tracto digestivo se depositan los desechos alimenticios del organismo. En esta zona, una congestión anómala de las venas rectales pueden origi- nar las molestas hemorroides, externas o internas. También numerosos estudios en este terreno han coincidido en que las propiedades bactericidas y antisépticas del aloe, unidas a sus virtudes antiinflamatorias y analgésicas, lo convierten en un remedio muy adecuado para combatir las infecciones y al mismo tiempo disminuir el dolor y la inflamación. Por otra parte, el efecto laxante del aloe evita el estreñimiento que casi siempre va unido a las hemorroides, haciéndolas particularmente dolorosas. En el ca- so de las hemorroides externas, suele recomendarse, además de la ingestión de zumo o pulpa de aloe por vía oral, la aplicación de compresas locales y baños de asiento con gel o jabón de la planta.
  • 39. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 39 de 98 Aunque en estas páginas nos atrevamos a ofrecer algunas sugerencias como ejemplos y referentes al uso del aloe vera, queremos dejar muy claro una vez más que, en todos los casos, es el especialista quien debe dirigir cualquier tipo de trata- miento. Esta advertencia es especialmente necesaria en el caso de las hemorroides sangrantes o agrietadas, en cuyo caso la ingestión de aloe por vía oral podría ser des- estimada -o bien diluida en minúsculas proporciones-, ya que un mal uso podría llegar a provocar hemorragias severas. Pedro Crea, en su Manual práctico y clínico del aloe vera, asegura que, diluido y en forma de enjuagues o gárgaras de tres a cuatro minutos de duración, el aloe "actúa eficazmente en casos de dolores dentales y gingivales (de las encías), neuralgias, aftas, laringitis, disfonía, amigdalitis, anginas, placas y en general, en cualquier afec- ción bucal o laríngea", Tras los sorprendentes resultados que tuvo la aplicación del aloe sobre un paciente aquejado de una grave úlcera bucal (producida por los efectos de la quimioterapia, tras haberle sido extirpado un tumor en la boca), un buen número de dentistas comenzaron a utilizar la pulpa de aloe para combatir diferentes alteracio- nes estomatologías. En el caso del paciente mencionado, sufría terribles dolores debi- do a la úlcera bucal que sólo pudieron calmarse haciendo larguísimos enjuages con pulpa de aloe muchas veces al día. El paciente pasó entre una y trece horas enjuagán- dose la boca con el zumo durante dos meses, y aseguraba que desde el primer mo- mento el contacto directo con el líquido le calmaba el dolor. Pronto el tamaño de la úlcera comenzó a reducirse y a las diez semanas había desaparecido completamente. Su uso empezó a divulgarse para tratar todo tipo de disfunciones bucales, como la gengivitis, ampollas, herpes y demás. En 1984, un importante trabajo publicado por los doctores Steven Hayes y Peter G. Sturm aseguraba que el aloe "reduce el dolor, el sangrado y la inflamación, y que al mismo tiempo es bactericida, antiviral y fungicida. Comparado con otros tratamientos tradicionales, multiplica por cuatro la rapidez de la curación". Al mismo tiempo, demostraban que el aloe combate el sarro, ya que inhibe el crecimiento y la existencia misma de la bacteria que lo origina, el streptococcus mu- tans. Por otra parte, los lápices labiales y las cremas de aloe resultan muy eficaces pa- ra el tratamiento de la sequedad y el resquebrajamiento de los labios en épocas de viento y frío, así como para protegerlos del sol en las horas más calurosas del verano.
  • 40. Aloe Vera, la planta de las mil caras y todas buenas Página 40 de 98 El aloe y el corazón Las sales de calcio isocitrato presentes en el jugo de aloe vera (ingerido también por vía oral) resultan beneficiosas para el buen estado del corazón, tal como demos- traron las investigaciones del doctor Danhof sobre un número de personas que se consideraba que formaban parte del grupo de riesgo. Otro estudio posterior presen- tado en el Congreso Internacional de Angiología en San Antonio, Texas, en 1984, coincidía en la misma dirección. Realizado por el doctor Om Prakash Ar-gawal en la India sobre cinco mil personas y a lo largo de cinco años, comprobaba que su trata- miento a base de jugo de aloe y "cáscara de isabgol" (una planta medicinal que, mez- clada con el aloe y un poco de harina, formaba una especie de pan), producía una reducción significativa en la frecuencia de los ataques de angina de pecho, así como en el nivel de colesterol LDL (el malo) y triglicéridos, mientras que el coleste-rol HDL (el bueno) aumentaba notablemente. También se ha podido advertir en el curso de posteriores investigaciones que la administración regular de jugo o pulpa de aloe vera por vía oral consigue disminuir la presión sanguínea, aunque aún no se ha descubierto qué agentes activos son los que provocan este efecto. El aloe y la artritis El poder antiinflamatorio del aloe lo hace especialmente adecuado para el trata- miento de la artritis de los huesos y la artritis reumatoide, dada su acción esteroide, sin efectos secundarios. Sus propiedades como analgésico, así como para combatir las inflamaciones y las irritaciones, sirven de gran alivio en las molestias producidas por el reuma, la artritis y la artrosis, pero también para calmar el dolor producido por torcedu- ras y dislocaciones, lesiones de cualquier tipo, magulladuras y otras molestias muscu- lares, picaduras de insectos, irritaciones de la piel, acné, quemaduras, escoceduras, etcétera. En el caso de los dolores e inflamaciones producidos por el reuma o la artritis, se aconseja la aplicación de compresas de pulpa de aloe en la zona dolorida, combinada con la in-gestión de unos 10 centímetros cúbicos de zumo tres o cuatro veces al día. El efecto no siempre es inmediato, pero algunos especialistas aseguran que en el pla- zo de dos meses pueden apreciarse notables resultados muy beneficiosos. Otro de los problemas inherentes a los casos de reuma y artrosis son las caídas, producidas muchas veces por el dolor y la pérdida de equilibrio que éste provoca. En estos casos,.la acción regeneradora de las células que posee el aloe vera le convierte